J. M. FERNANDEZ SALDANA
DICCIONARIO
URUGUAYO
DE
BIOGR AFIAS
18 10 - 19 4 0
ADOLFO LINAKDI
LIBRERIA ANTICUAEIA AMERICANA
JOSE M
FERNANDEZ SALDASA
Subdirector flel ArcMvo y Museo Historieo Nacional, ex - Sustituto de Historia
l'nivcrsal cn la Seccion de Enscnanza Secundaria y Preparatoria
de la TJniversidad de Montevideo
/
/
DITORIAL AMERINDI5
MONTEVIDEO
NOTA PRELIMINAR
Quinientas cincuenta de las biografias que integran
este libro, se publicaron hace unos meses en los Anales
de la Universidad de Montevideo bajo el titulo de "Fichas
para un Diccionaho Uruguayo de Biograjias".
Constituia. esta especie de anticipo. el trabajo que,
con cl lema • : ItiV, yo habia prescntado a disputar el pre-
mio Pablo Blanco Acevedo correspondiente al ano 1943,
premio cuyo discernimiento incumbc a nuest.ro instituto
superior de ensenanza y que los miembros del jurado,
dictando fallo resolutorio, le otorgaron por unanimidad,
conforme al acta de 12 de noviembre.
Esas fichas, llevadas ahora al numero de ochocientas,
cuidadosamente revisadas y corregidos los errores que
provenian, casi todos, de la apresurada labor que llegan
a imponer los plazos perentorios de los concursos, consti-
tuyen este libro, cuyos origenes remontan a 1910.
Por entonces habldbamos ya con el talentoso compa-
nero Dardo Estrada, de lo util que resultaria poner mano
en una obra de naturaleza semejante, reclamada de tanto
tiempo atrds por nuestra bibliografia. Pensamos alguna
vez, todavia, emprenderla juntos, pero al fin hube de ser
yo, ido vrimero el bUen amigo, quien tomase a su cargo
la tarea.
Mi primitivo plan fue mds vasto, en cuanto aspiraba
a ser un diccionario de biografias y de datos historicos,
pero ya en lejanos dias de reposada labor, cuando era
Ministro en el Paraguay, resolvi dejar los datos para el
tomo independiente a que espe.ro dar termino.
*
.* *
No puede decir quien tiene escritos ocho libros y cen-
tenares de articulos de tema historico publicados en pres-
tigiosos diarios de Montevideo y Buenos Aires, que esta
obra haya constituido la obra de su vida, vida multiple
como suele ser la de los hombres pobres y de trabajo.
Pero no podria negar, tampoco, que en el transcurso
de esos largos treinta y cinco anos a que se aludio, en to-
do tiempo, en toda circunstancia y donde quiera que fue-
se, velo siempre el cuidado de que no pasara sin tomar
cuenta cualquier fecha, cualquier pormenor o cualquier
dato, sospechoso siquiera de que pudiese ser anadido util-
mente al acervo de fechas, detalles y noticias colectado
con tanta paciencia y tan perseverante voluniad.
Ya en posesion de un material de fondo realmente
serio, crei llegada la hora de dar ordenacioa y forma con-
cluyente al cumulo de mis apuntes y notas, redactando las
fichas biogrdficas del Diccionario conforme a un tipo que
las alejase lo mismo de la monografia que del esquema
y escritas con criterio objetivo, cuidando de impersona-
lizarme hasta donde fuese posible, pero sin excluir tam-
poco el comentario o el juicio siempre que lo creyese in-
dispensable, porque la vida de los hombres tiene anverso
y reverso.
Corresponde dejar aqui plena constancia de las am-
plias facilidades que en el termino de estructurar defi-
nitivamente mi libro, halle siempre en todos los institu-
tos facultativos, oficinas publicas y en los repositorios de
noticias, comenzando por el Archivo General de la Nacion,
la Biblioteca Nacional y la Curia Eclesidstica.
En forma expresa destaco la Seccion Historia y Archi-
vo del Estado Mayor General del Ejercito, la cual fue
requerida de continuo, sobre todo en la epoca que estaba
al frente de ella el preparado y estudioso Teniente Coronel
Anibal Mnnoz.
Senalo asimismo los subsidios que debo a los erudi-
tos y distinguidos colegas historiadores Ricardo Grille y
Ariosto Ferndndez, y en modo principal la contribucion
de Manuel Nicora, en quien tuve un capacitado, inteli-
■ ' ■ ' . . . ' ' ■ -' ' ' ' ■-'-. " ^ . : "' ' '" : ■■ ■ '■,'- '"^ ' ' Y' '' -~' : - '■■■■'■■'
gente y valioso colaborador,
* *
Acaso se piense por algunos que el contenido del Dic-
cionario no es el que correspondiera al primer libro de
esta indole que se publica en el pais, peroacreo que el
reparo pierde fuerza considerando el cardcter particular
de un libro extensible a voluntad, capaz de recibir en todo
tiempo acrecimientos y enmiendas, y al cual la sucesion
de los dias, a la vez que lo envejece, es portadora de ma-
teriales que lo renuevan y actualizan, para convertirlo en
una forma andante al estilo de lo que Rodo deseaba que
fueran sus inmortales "Motivos" : "un libro en perpe-
tuo devenir, un libro abierto sobre una perspectiva inde-
finida".
F. S.
■'■ ':.■■:
ABELLA. EUGENIO Manuel
Militar, Jefe del Batallon "Orden"
en la victoria de Caseros. Montevi-
deano, habia nacido el 15 de no-
viembre de 1821, hijo de Jaime
Abella, de Colonia del Sacramento.
Principi6 a servir el afio 1843 co-
mo soldado en el Batallon l 9 de
Guardias Nacionales, de donde pasd
en clase de subteniente al Batall6n
1' de Cazadores. En julio de ese
mismo afio, en su categoria, Abella
paso agregado al Estado Mayor y
ucendi6 a teniente 1" el 24 de
marzo de 1845, yendo mas tarde a
revistar en el Cuerpo de Oficiales.
El 25 de junio de 1846 tuvo dcs-
tino en el Batallon 1» de Guardias
Nacionales, donde se le promovi6 a
capitan el 22 de octubre del mismo
afio, dandosele el mando de la 1*
compania. En julio de 1849 se lc en-
cuentra en el Detall de Vanguardia,
el 19 de agosto, comandando la
3* companfa del batallon "Voltfge-
ros" y el 12 de setiembre de 1851
viose ascendido a sargento mayor.
Recien creado el batall6n "Orden"
o mas bien dicho rcbautizado asi el
que se denominaba Restauradores
Orientales de las fuerzas del Cerrito,
que iba en camino de quedar sin
gente por la desercion provocada
por su propio jefe el coronel Gui-
Uermo Munoz y sus oficialcs, se en-
carg6 de dicha unidad, a titulo de
comandante interino al sargento
mayor Eugenio Abella, el 23 de no-
viembre de 1851.
La designacion quedo firme, pues
al frente del "Orden" march6 a
la campafia contra Rcsas y particip6
cn la jornada victoriosa de Case-
ros el 3 de febrero de 1852, que
cambi6 el panorama politico del Rio
de la Plata.
Refundidos en dos los cuatro ba-
tallones de infanteria de linea exis-
tentcs entonces en el pais. de acuer-
do con la resolucion de 4 de agosto
de 1852, Abella paso a ocupar la se-
- 9 -
ABE
ABR
gunda jefatura del N 9 2, permane-
ciendo alM hasta que el Gobierno
Provisorio que sustituyo al presiden-
te Giro, interinado por el general
Cesar Diaz, dispuesto a aumentar la
fuerza regular del ejercito, creo un
nuevo batallon con el numero 3,
nombrando a Eugenio Abella para
comandarlo con encargo de proceder
inmediatamente a su organizacion e
instruccion, el 30 de noviembre de
1853.
El 15 de febrero de 1854 ascendio
a teniente coronel y al crearse el 1°
escuadron de caballeria de linea el
27 de marzo de 1854, se le nombro
su jefe, con la misma fecha. En es-
tas circunstancias, los acontecimien-
tos politicos de agosto - setiembre
de 1855 hallaron a Eugenio Abella
en la Villa del Salto y cuando la
poblacion se pronuncio por la causa
de los conservadores y el gobiemo
de Luis Lamas, Abella adhirio al
movimiento el 7 de setiembre.
Desconocida la autoridad del jefe
politico coronel Miguel Nieti, por la
Junta E. Administrativa saltena que
reasumio la plenitud de la sobera-
nia, nombro al comandante Abella
jefe de todas fuerzas militares
existentes en el departamento y de
las que se crearan y fue puesta la
villa en condiciones de defensa. Ter-
minado el conflicto, la poblacion na-
cional y extranjera del Salto premio
la conducta observada por el co-
mandante interino, ofreciendole una
espada de honor.
Adicto al general Cesar Diaz, en
la triple calidad de subalterno, co-
rreligionario y amigo, tenia que ser
de sus compafieros, como fue, en el
movimientp revolucionario que aquel
. distinguidO: militar encabezo contra
la pesima administracion de Pereira
en diciembre de 1857.
Pcr tal causa se le dio de baja
por rebelde y fue radiado de los
cuadros del ejercito el 15 de enero
de 1858. Vencida la revolucion y de-
puestas las armas bajo la fe de una
capitulacion en el Paso de Quinteros
el 28 de enero, el gobierno, violando
el convenio que garantizaba a los
vencidos su vida y su pase al Bra-
sil, crdeno la muerte del general
Cesar Diaz y de todos los jefes que
lo acompanaban.
Abella fue fusilado a las 2 de la
madrugada del 2 de febrero, ya en
camino de Montevideo, en la -costa
dsl arroyo Tala.
Como despues de las barbaras eje-
cuciones se propalo la especie de que
el comandante Abella habia logrado
escapar con vida, originose de esta
falsa suposicion el doloroso episodio
de que su joven y desolada viuda,
Margarita Peyrallo, retirada a una
quinta del Paso de la Arena en las
cercanias de Montevideo, esperase a
su marido dia y noche por meses
eonsecutivos, aferrada irreductible a
la esperanza.
ABREU, CIPRIANO
Militar que tuvo actuacion saliente
en el periodo de gobierno del ge-
neral Santos, en la cual entre otros
destinos desempeno la jefatura del
Batallon 5° de Cazado'res, famosa
ABR
ABR
unidad del ejercito de linea que fue
la base del encumbramiento y des-
pues la columna indiscutida del pre-
dominio de aquel militar.
■ Sin embargo, a despecho de su ac-
tuacion en tiempos tan oscuros, no
gravitan sobre el nombre del coro-
nel Cipriano Abreu, cargos o impu-
taciones como los que pesan scbre
el de muchos militares del mismo
periodo, ni se le aeuso nunca de
ha'ber amasado una fortuna a ex-
pensas de la proveeduria de los ba-
tallones. Corresponde decir asimis-
mo que el 5 9 de Cazadores bajo su
mando, conservaba del 5? de los dias
de la jefatura de Santos, poco mas
que ia desastrosa fama y el numero
de orden.
Nacido en Canelones el 26 de se-
tiembre de 1847, sirvio desde los ul-
timos meses del 64 ,en el ejercito
revolucionario de Flores y luego en
las filas gubernistas combatiendo al
corcnel blanco Timoteo Aparicio,
primeramente como teniente 2 9 de
Guardias Nacionales en el Escuadron
Pando, y en el Batallon Sosa desde
marzo de 1870. Ingreso'al Ejercito
de Hnea como teniente 1° en el
mencionado Batallon Sosa (15 de
enero de 1872), y en sus filas se ha-
bia distinguido en la batalla del Sau-
ce. Vinculose en su unidad con el en-
fonees oscuro capitan Maximo Santos
y en esta amistad hay que buscar el
avance en su carrera de armas. As-
cendio a capitan el 17 de mayo de
1880, a sargento mayor el 6 de mayo
de 1881, a teniente coronel en febrero
del 83 y a coronel en febrero del 86.
Desde el mes de marzo de 1880
prestaba servicios en el Ministerio
de Guerra y Marina hasta el mismo
mes -del afio 82, en que fue nom-
brado Edecan del Presidente de la
Republica, Jefe de Ia Escolta Presi-
dencial en febrero de 1883, el 7 de
mayo de ese afio tomo el mando del
5 9 y se mantuvo en su puesto hasta
que habiendo dimitido Santos y
planteada ya la reaccion contra su
regimen, el general Tajes lo separo
del batallon, nombrandolo otra vez
Edecan de la Presidencia el 22 de
diciembre de 1886. Seis dias mas
tarde'el 5 9 de Cazadcres fue disuel-
to al mismo tiempo que la Escolta
Presidencial.
Caido y desterrado su protector,
Abreu, no obstante haber aceptado
la nueva situacion politica, mantu-
vose personalmente adicto al ex-pre-
sidente Santos, en medio de la in-
gratitud general de los que habian
sido sus amigcs o sus pi-otegidos y
sus panegiristas en los dias de bue-
na fortuna. ' ' '
Durante la ultima enfermedad del
Capitan General, se traslado a Bue-
nos Aires y rodeaba su lecho cuando
fallecio el 10 de mayo de 1889.
EI gobierno del Dr. Herrera y Obes
dio al coronel Abreu la jefatura del
1? de Cazadores el 23 de febrero de
1894 y en ese comando, al producirse
la revolucion nacionalista contra el
presidente Idiarte Borda en 1897,
participo en la batalla de Tres Ar-
boles, librada el 17 de marzo.
El general gubernista Jose Villar
fue vencido y el batallon 1° tuvo
que lamentar gravisimas perdidas.
El 14 de mayo, Villar, volviendo por
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ACE
ACE
la revancha, triunfo en Cerros Blan-
cos, donde el coronel Abreu estuvo
presente tambien, con el cuerpo a su
mando.
Habiendo negado su firma al com-
promiso que Cuestas, Presidente del
Senado, exigio a los jefes de bata-
llon, declarando que no aceptarian
ningun otro Presidente que el en la
eleccion de marzo de 1898, Abreu
-fue separado de su puesto el 2 de
febrero.
El 25 de setiembre del mismo afio
98 volvio a ser jefe de su antigua
unidad, al frente de la cual se le
mantuvo hasta el 6 de febrero de
1903.
Retirado en su chacra de los alre-
dedores de Pando, estimado vecino
de la zona, fallecio el 28 de agosto
de 1923, cuando figuraba por anti-
giiedad con el mimero 4 en la lista
de coroneles del ejercito.
ACEVEDO. EDUARDO Luis Maria
Ministro, codificador y hombre
politico, nacido en Montevideo el
10 de setiembre de 1815. Perdio a
sus padres, Jose Acevedo, natural
del Reino de Chile y Manuela Ma-
turana, de Montevideo, siendo un
nifio y fueron su abuela materna y
el segundo marido de esta, LuiS
Goddefroy, que no tenian descen-
dencia, quienes lo tomaron a su
c *-go.
Deseosos de que recibiera una
educacion concorde con los adelan-
tos mostrados en la escuela prima-
ria, lo enviaron a Buencs Aires a los
doce anos y allf curso estudios fo-
renses hasta doctorarse en Derecho
Civil el 6 de agosto de 1836, reci-
biendo titulo de abogado tres afios
mas tarde, el 29 de agosto de 1839.
Terminada la carrera vino a estable-
cerse en su ciudad natal, pero, cu-
rioso es notarlo, sin revalidar su ti-
tulo, formalidad llenada recien en
el afio 1853.
Su ingreso en la magistratura na-
cional arranca de 1842 en que se le
designo Juez del Crimen, tocandole
interinar el Juzgado de lo Civil.
Formalizada la Guerra Grande con
el sitio de Montevideo, Eduardo Ace-
vedo, no obstante sus vinculaciones
o simpatias con la causa oribista,
penso quedar en la capital, disgus-
tado por la alianza de Oribe con el
tirano Rosas. Pero era una situacion
que no podia prolongarse mucho si
consideramos el ambiente de la epo-
ca y a fines de 1843, contando con
la tolerancia del Jefe Politico An-
dres Lamas, se embarco en un buque
de guerra portugues anclado en Ia
bahia, trasladandose despues a Bue-
nos Aires donde establecio su estu-
dio juridico.
Cuando el general Oribe, a los
siete afios de haber renunciado la
presidencia, con miras de dar nue-
vas formas de apariencia legal al
mando militar que investia en el Ce-
rrito, organizo un Tribunal de Jus-
ticia en mayo de 1845, mando ofre-
cer al Dr. Eduardo Acevedo un
puesto de camarista. Aceptada la "
designacion trasladose al campo si-
tiador, donde asimismo desempend
en 1850 funciones de miembro de
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ACE
ACE
la Comision de Instruccion Publica.
Ademas, desde setiembre del 45 y
por termino de doce meses, f ue re-
dactor editorialista de "El Def ensor de
la Independencia Americana", orga-
no que propugnaba la causa de Oribe
y la de Rosas y era portavoz oficial
del primero de estos personajes.
El clima que reinaba en el campo
sitiador no era propicio para un
hombre del temperamento del Dr.
Acevedo, a punto de que cuesta tra-
bajo explicar nb tanto la ida como
la permaneneia de este ciudadano
tan morigerado y tan ecuanime, en
medio de aquellos hombres pertur-
bados por pasiones terribles y en un
ambiente que la barbarie rosista ilu-
minaba con llamaradas siniestras.
El Dr. Acevedo llego a compren-
der por experiencia propia que en
el Cerrito estaba desambientado; la
noche del 11 de octubre de 1846, a
causa de un sensato articulo, un gru-
po de oficiales a caballo se presento
en su casa habitacidn eii tren de ma-
zorcada, profiriendo gritos de "mue-
ra el salvaje unitario Acevedo, mue-
ra el redactor de "El Defensor", El
periodista constituyose al dia si-
guiente a presencia de Oribe, el cual,
"manifestando ignorar todo, le prome-
tio hacer Ias indagaciones pertinentes.
No se logro o no se quiso lograr, sin
embargo, la identificacion de ningu-
n'o, pese a ser notada, por ejemplo,
la presencia de Leandro Gomez. En
cambio, el presidente fue un dia mas
tarde a solicitar del Dr. Acevedo
quitara importancia al asunto y con-
tinuara al frente del periodico. Pero
el Dr. Acevedo hizo abandono de la
redaccion y las relacicnes quedaron
enfriadas entre ambos por el resto
del sitio.
Se contrajo entonces a sus trabajos
juridicos, empenado en la confeccion
de un proyecto de Cddigo Civil, ta-
rea que la falta de libros dificultaba
notablemente, pues su biblioteca ha-
bia quedado en la capital sitiada.
El proyecto, impreso en 1852 en
Montevideo, representaba una obra
de real envergadura, que podia po-
nerse en parangon con cualquier
trabajo de semejante indole llevado
a cabo en America, pero que nunca
alcanzaria a regir en la Repubhca.
Despues de la disolucion del ejer-
cito de Oribe, ajustada la paz de
octubre del 51 y vuelta la normali-
dad constitucional, resulto electo di-
putado por Montevideo en las cama-
ras de 1852, ano en que hizo impri-
mir un Catecismo Politico arreglado
a nuestra Constitucion, oiausculo re-
impreso despues en el Salto en 1862,
durante la estada de Acevedo en
aquella ciudad litoral.
El l 9 de julio de 1852 vio la luz pu-
blica "La Ccnstitucion", un nueyo
diario fundado y dirigido por el. El
programa era de entendimiento pa-
triotico y de moderacion al margen de
Ios viejos partidos y el director pro-
curo vincularse con ciertos prohom-
bres de la Defensa que estaban en
igual orden de ideas, para encarri-
lar de consuno la marcha insegura y
mal orientada del presidente Giro.
Los sucesos del 18 de julio del 53
malograron los propositos y "La
Constitucion", donde se habia hecho
una amplia campana en favor de los
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ACE
ACE
intereses generales del pais, ceso de
aparecer. El 23 de noviembre, la
Jefatura de Policla le envio a su
casa el pasaporte necesario para ale-
jarse del pais: su nombre figuraba
con. varios otros en una lista de
proscripcion que incluia a conspicuos
personajes del Cerrito. ' ' "
Reabrio en Buenos Aires su estu-
dio, fue Presidente de la Academia
de Jurisprudencia y del Colegio de
Abogados y tomo parte tan principal
en la confeccion del Codigo de Co-
mercio argentino que venia traba-
jando el Dr. Velez Sarsfield, que la
critica serena, a la luz de pruebas
inconcusas, no ha vacilado en con-
ceder al jurisconsulto uruguayo la
parte principal y sustantiva del pri-
mer codigo sancionado en el Rio de
la Plata.
Abierta en 1860 la sucesion presi-
dencial de Gabriel Pereiraj el Dr.
Acevedo figuro como uno de los
candidatos a tal alto puesto, pero los
caudillos militares del partido blan-
eo, con el coronel Bernardino Olid a
la cabeza, decidieron la cuestion en
favor de Bernardo P. Berro. EI nuevo
jefe del Estado le ofrecio un puesto
en su gabinete y Acevedo vino . a
Montevideo nombrado con fecha 8
de marzo Ministro de Gobierno y
Relaclones Exteriores, integrante asi
de lo que dio en Hamarse el Gran
Ministerio.
Mantuvo Ia cartera hasta junio de
1861, en que "sin que mediara mo-
tivo alguno a no ser el prestigio y
gran credito que el Dr. Acevedo ha-
bia adquirido poir sus servicibs y la
natural y legitima influencia que su
talento y sus cualidades le daban al
gobierno : ', el' presidente Berro le
pidio por carta la renuncia. El Mi-
' nistro se nego a aceptar el pedido
y el Presidente decreto su cese y el
de los colegas de gabinete Tomas
Villalba y Diego Lamas.
Sabia realizado una obra copiosa
y buena en que se tocaron las cues-
tiones mas importantes y mas gra-
ves, y Berro, como dice el Dr. A.
Vazquez Acevedo, de quien es el pa-
rrafo entre comillas de mas arriba,
se vio achicado ante la opinion pu-
blica por su Ministro, por todcs en
conjunto mas bien, y el no era horxi-
bre de soportar estas cosas.
El 14 de juho del mismo ano 61,
la Asamblea General le dio sus vo-
tos para miembro del Superior Tri-
buhal de Justicia. .
Una af eccion al pecho venia mi-
nando al Dr. Acevedo y como las ta-
reas oficiales ho habian hecho sino
ahondar lbs" males, aprovecho la
Iibertad que se le daba inesperada-
mente para trasladarse a la Villa del
Salto, cuyo temperamento seco a la
par de mas calido tendria que sen-
tarle bien. Largos meses de residen-
cia en aquellas privilegiadas tierras
lograron estacionar cuando menos la
dolencia, pero el dia que,' electo se-
- nador 'por Montevideo en 1863, tuvo
que constituirse en la capital, un
grave empuje del mal lo decidio a
emprender viaje al Paraguay a me-
diados del ano. Nada pudo- adelan-
tarse en Asuncion.
Regresando en el vapor paraguayo
"Igurey" aguas abajo por el Parana,
fallecio el jurisconsulto frente a
— - 14 —
ACE
ACE
Gbya, poblacion eorrentina, a las 21
horas del 23 de agosto de 1863. El
barco varo en esos mismos momen-
tos, por lo que sus acompanantes,
'Federieo Giro y Melchor Belauste-
guf, vieronse precisados a trasladar
el cadaver a una goleta que llego a
'la ciudad de Parana recien el 25
por la noche, dandosele pronta se-
" pultura al medio dia siguiente, en
• presencia de las autoridades. r - ■ ; . .
Sus restos, traidos a la patria. re-
posan en el Cementerio Central de-
Montevideo desde el 28 de setiem- .
bre de 1865-
En la misma capital, una plazuela
- donde luce su busto y una de las
calles que bordean la Facultad de
Derecho, recuerdan el nombre de. 1
ilustre jurisconsulto.
ACEVEDO DIAZ, EDUARDO Ines
Escritor, periodista y hombre po-
litico. Sus padres fueron Norberto
Acevedo y Fatima Diaz, hija del
general Antonio Diaz, y nacio en la
Villa de La Union el 20 de abril
de 1851. . ; : ; "3v . .
Habia concluido los cursos de ba-
chillerato en Montevideo y se dis-
ponla a seguir estudios de derecho,
cuando sobrevino Ia revolucion del
caudillo blanco coronel Timoteo
Aparicio contra el gobierno del ge-
- neral Lorenzo Batlle, principiada en
marzo de 1870. Entonces, abando-
nando todo, fu6 a reunirse con sus
companeros politicos y a participar
" dc las peripecias <3e la guerra en
campana. Cuando se ajusto la Paz de
Abril de -1872, ostentaba galones de
teniente en el ejercito revolucio-
nario.
Reintegrado a la vida civil sac6 a
Ia calle el diario "La Republica",
' euya propaganda acusaba un parti-
darismo que se tuvo por inoportu-
no, a la hora en que un anhelo de
reconciliacion patriotica parecia el
"sentimiento general. Por este. mo-
tivo, tal vez, desaparecio al poco
tiempo, privado del favor piiblico.
Entonces, junto con Agustin de Ve-
dia, entro a ser uno de los redacto-
res de "La Democracia", organo na-
cionahsta, donde se mantuvo hasta
1874, en que la direccion paso a ma-
nos del Dr. Francisco Lavandeira.
f " 1 - ;Actor en el choque sangriento del
10 de enero de 1875, en las filas de
los principistas, despues del golpe
de fuerza del dia 15 utilizo las co-
lumnas de "La Revista Uruguaya"
que dirigia junto con Alberto Palo-
meque, para atacar con acritud y
rudo personalismo a los asaltadores
del poder. Perseguido y amenazado
abandono el pais, yendo a sumarse
en la Argentina a Ics compatriotas-
que organizaban un movimiento ar-
mado con el proposito de restable-
cer por las armas el imperio de la
- ley, en un supremo esfuerzo de union
- de la ciudadania consciente, sin
bandera tradicional y con la divisa
tricolor de los cruzados del afio 25.
Iniciada la lucha, vadeo el Uruguay
con una de las primeras expedicio-
nes y bajo las ordenes del coronel
Julio Arr ,o tuvo un puesto entre
los bravos inf antes que derrotaron a
las fuerzas del coronel gubernista
— 15 —
ACE
ACE
Carlos Gaudencio, en Perseverano,
el 7 de octubre de 1375. ' ' -
Vencido el hermoso esfuerzo de la
ciudadania por los batallones de li- .
nea del gobierho usurpador y los
contingentes blanccs que le aporta-
roti el coronel Timoteo Aparicio y los
ca idillos subalterncs que lo seguian,
Acevedo Diaz no regreso hasta 1876,
en plena dictadura del corpnel Lo-
renza Latorre.
El Dr. Juan Jose de Herrera lo
habia apalabrado para confiarle la .
direccion de su diario "La Democra-
cia", pero el cargo que concluia de
. abandonar el Dr. Jose Manuel Sienra
y Carranza, no era precisamente el
cargo aparente para un hombre del
temperamento de Acevedo Diaz, ma-
xime cuando el plan politico de He-
rrera tendia a la posible conviven-
cia con la dictadura, mirando al fu-
turo. El 9 de agosto aparecio en
el cabezal como director politico,
Eduardo Acevedo Diaz; pero solo
.alcanzo a estar muy breve plazo.
Con motivo de haberse sublevado
en San Jose el caudillo blanco Ma-
ximo Ibarra, que perdio la vida en
la aventura, "La Demccracia" acuso
a Maximo Santos, jefe del 5? de
Cazadores, de haberlo mandado ase-
sinar por la custodia despues de en-
tregarse de buena fe al comandante
gubernista. Una afirmacion de esta
naturaleza equivalia a declarar la
guerra al dictador, pero asi tenia
que ser. Tratandose de politica en
el terreno abstracto — escribio el pe-
riodista a Juan Jose de Herrera —
podrian encararse las cosas ccnfor-
me el deseaba que se encarasen. .
pero ante la enormidrl del crimen
sus pasiones nobles y generosas se
sublevaban. . . Arrollar la bandera
ahtes que seguir en esa tesitura. He-
rrera, aceptando el consejo, cerr<5 el
diario. (Ver, Mdximo Ibarra).
Regreso a la Argentina para esta-
blecerse en la Iocalidad de Dolores,
provincia de Buenos Aires, donde
sus conocimientos de derecho le
permitieron trabajar de procurador.
Sus vinculaciones en el pueblo y
su autoridad sobre el vecindario en
general, lo llevaron a mediar, conci-
liandb, en un episodio de banderias
locales que amenazaba ensangren-
tar las calles el 7 de julio de 1880,
' y por tal motivo, apaciguados los
animos, le fue ofrecida una medalla
de oro recordatoria.
Fue-en estos anos, anos de silen-
ciosa labor literaf ia y de plenitud
intelectual, que se gestaron sus
magmficos libros. : ■ '
Un poco mas ts - de quiso venir al
pais, en una tentativa de estructufar
un "partido nacibnal- blanco", con-
forme a sus planes, y en tal sentido,
vuelto a Montevideo, escribio en el
diario constitucionalista "La Eazon"
una serie de articulos propugnando
por la idea politica con que sonaba.
Corresponden a noviembre de 1880
las famosas cartas polemicas con el
Dr. Julio Herrera y Obes, empefiado
'pof ese tiempo eh campana seme-
jante dentro de las filas del Partido
Colorado, desde las columnas del
"Diario del Comercio".
Pcco tiempo permaneceria en el
ACE
ACE
pais, si se tiene en cuenta el fracaso
de su propaganda partidista y otra
vez en la Argentina, luego de una
corta residencia en La Plata, trasla*
close a Ia localidad de Florencio Va-
rela, en la provincia de Buenos Ai-
res, donde fue Inspector de Escuelas.
Una rapida presencia en el esta-
dio de la prensa uruguaya en el
gobierno de Tajes, escribiendo en
"La Epoca", habia pasado casi des-
apercibida.
En 1895, sus correligionarios fue-
ron a buscarlo en su retiro para
ofrecerle la direccion de "El Na-
cional", que acepto. Lo precedia una
gran reputacion como hombre de le-
tras, hija — sobre todo — de las nota-
bles novelas historicas que habian
seguido a "Brenda", su primer ensa-
yo, y que tenian por titulos "Ismael"
(1888) y "Nativa" (1889), aparecidas
como folletin en diarios de Buenos
Aires y luego llevadas al libro; "Gri-
to de Gloria", publicada en 1893 en
La Plata y el romance campesino
"Soledad", "casi poema en prosa".
Tornaba Acevedo Diaz a la Repu-
blica en un momento especialmente
preparado para que una propaganda
de ardiente tono partidista, empa-
pada de tradicionalismo historico y
de oposicion sistematica y ruda, gal-
vanizara el espiritu de las masas
nacionalistas, convenciendolas de la
fuerza que podian significar endere-
zadas a la accion directa, en una
diaria predica que fuese a la vez de
permanente desprestigio — en todo
sentido — para el gobierno y para el
Partido Colorado, que Acevedo Diaz
involucraba — mas o menos integro —
en la denominacion infamante de
gavilla.
El hombre capaz de emprenderla
era lo que faltaba, y ese hombre fue
el director de "El Nacional", que al
cabo de dos anos de campana f ranca
y abiertamente revolucionaria, tole-
rada por el gobierno de Idiarte Bor-
da, estrictamente cenido a la ley, se
tradujo al fin en el movimiento ar-
mado de marzo de 1897, cuyos jefes
fueron Aparicio Saravia y Diego La-
mas y en el cual participo personal-
mente el periodista.
La revolucion — muerto violenta-
mente el presidente Idiarte Borda
el 25 de agosto — hallo termino con
la paz de setiembre de 1897, que le
aseguraba al Partido Nacionalista
importantes posiciones polrticas y
una participacion efectiva en el go-
bierno de la Republica. Acevedo
Dlaz, desde su tribuna periodlstica,
perf ilo entonces una f igura de cau-
dillo civil, con un arrastre popular
que certificaban las reuniones parti-
darias donde — lo misrno en la capi-
tal que en los departamentos— ha-
cia vibrar de entusiasmo a los co-
rreligionarios con su elocuencia en-
cendida y retumbante.
Despues de hecha la paz surgio la
lucha contra lo que se llamaba el
regimen cclectivista y el gobierno
"dictatorial de Juan L. Cuestas, que
el Partido Nacionalista propicio y
sostuvo de consuno con una fraccion
del Partido Colorado y en cuyo go-
bierno el director de "El Nacional"
acepto un puesto en el Consejo d3
ACE
ACE
Estado, instituido para suplantar a
ias camaras derrocadas por el golpe
de fuerza del 10 de febrero.
Restablecida la normalidad cons-
titucional, en 1899 resulto senador
por Maldonado.
La posicion del nacionalismo ha-
biase vuelto tan aventajada bajo el
gobierno de Cuestas, que su triunfo
defmitivo parecia proximo; pero las
divisiones no demoraron en haceiio
presa. Seiialaronse una tendencia
conseryadora, deseosa de contempo-
rizar con el ex-dictador en una poli-
tica de sucesivos acuerdos electora-
les, negacion de la verdad democra-
tica, con proposito de sacar mayores
ventajas a ese precio, y una tenden-
cia radical, que enfrentaba quebrar
aquella si era preciso y tomar ei ca-
mino de los comicios hbres. Acevedo
Diaz, desde esta ultima posicion, vino
a hallarse en discrepancia con Apa-
ricio Saravia, jefe militar a quien el
partido rendia obediencia y al cual
apoyaba la fraccion conservadora.
Bajo otros aspectos, el encumbra-
miento politico del periodista demo-
ledor que habia gestado la revolu-
cion del 97, levantaba desconfianzas
entre muchos hombres de su misma
parcialidad, habiles en aprovechar
de las revoluciones aunque llegados
algunas veces a la ultima hora.
La sucesion presidencial de Cues-
tas, cuyo mandato concluia el ultimo «
dia de febrero de 1903, precipito el
choque previsto.
Cuestas, dispuesto a impcner su
candidato, lanzo la candidatura de
Eduardo Mac-Eachen, hombre ca-'
rente de todo prestigio y simple he-
chura suya, pero el cual, a merito
ue su misma insignificancia politica
y su falta de caracter, fue aceptado
por el Directorio Nacionahsta, de
acuerdo con el caudiilo Saravia, pues
significaba la continuacion exacta
de la politica que permitia la co-
existencia de dos gobiernos recelo-
sos el uno del otro y amenazandose
con la guerra, causa de inquietud
constante.
Sin embargo, ese plan politico
fracaso, pues Mac-Eachen no pudo
reunir el niimero de votos oficiahs-
tas colorados necesarios, que unidos
a los directoriales nacionalistas, al-
canzaran la mayoria constitucional.
Al fracaso habian concurrido en
gran parte Acevedo Diaz y un nu-
mero de legisladores de su partido
resistiendo tenaces el candidato im-
puesto, y en la eleccion del l 9 de
marzo obtuvo mayoria Jose Batlle y
Ordonez. Contaban entre sus votan-
tes ocho nacionahstas disidentes del
grupo de Acevedo Diaz.
El sector mayoritario del naciona-
lismo quedo vencido y su respuesta
fue expulsar del partido al director
de "El Nacional" y a tres de sus
mas adictos ccmpaneros, sancionan-
do ademas con censuras y declara-
ciones a todos los legisladores que
no habian prestado su apoyo al plan
Mac-Eachen.
Ante los hechos, la masa partida-
ria se puso del lado del caudillo mi-
litar y del Directorio que era su
portavcz y Acevedo Diaz debio con-
templar asombrado como en un mo-
ACE
ACE
mento vino a encontrarse casi solo.
culpable ante la masa partidaria de
Ia perdida de una gran ocasidn po-
Mtica, que hubiera podido ser apro-
vechada aunque con mengua de la
postura ciudadana.
. En oeho afios de actuacion su ca-
rrera de hombre publico estaba con-
cluida a la misma hora que concluia
su perfodo senaturial.
XJn momento intento conglomerar
en un haz los mermados correligio-
narios que permanecian fieles, pero
el empefio fue inutil. Renunciando a
la lucha dejo "El Nacional" el 23
de abril de 1903, con un articulo la-
conico en que ratificaba su fe civi-
lista y condenaba las revoluciones
caudillescas. El movimiento revolu-
eionario encabezado por Saravia el
17 de marzo de ese mismo afio, ape-
nas elegido presidente BatUe y Or-
dofiez, confirmaba implicitamente-el
fallo de excomunion de la conven-
cion partidaria.
El presidente Batlle y Ordofiez lo
nombro Ministro en los Estados Uni-
dos de Norte America el 14 de se-
tiembre de 1903.
Con su resolucion de alejarse del
escehario politico principiaba una
'carrera que iba a ser meramente
administrativa, pues falto de voca-
cion diplomatica, vio transcurrir sus
largos : afios de ministro, trasladado
a la Argentina en 1906, a Italia en
1908 y finalmente al Brasil en octu-
bre de 1911.
En la expatriacion, que seria defi-
nitiva, completo otra novela, "Lan-
za y Sable'". Pretendio tal vez ser el
complemento de la gran serie, pero
resulto notoriamente inferior a cual-
quiera de ellas, tal como nada afia-
dio a su reputacion, "Mines", publi-
cada posteriormente.
Durante la estada en Roma reco-
gio en un volumen varios trabajos
de caracter historico relativos a los
primeros tiempos de la nacionalidad,
aparecido en 1911 y bajo el tltulo
de "Epocas militares de los paises
del Plata". Corregidos y depurados
de errores consiguientes a la prime-
ra publicacion, no consiguio quitar-
les la parcialidad partidista de que
se resienten.
Juzgando el valor Iiterario de Ace-
vedo Diaz, Alberto Zum Felde en-
tiende que, en conjunto, su prosa es
una de las mas fuertes y plasticas;
que se han escrito en Hispano Am§-
rica y que acaso Montalvo y Lugo-
nes, tan solo, compiten con el en
esas virtudes. ;
"Prosa varonil, muscular mas que ■
nerviosa", toda potencia y severidad,
es periectamente apta para el gene-
ro de sus obras y adecuada a la ma-
teria barbara que moldea, aunque el
ejercicio diario del periodismo la
rebajo de categoria en ocasiones, por
"recargo de verbalismos efectistas y
lugares comunes". • -Ji-
Opina tambien que la aparicion de
sus obras marca el ocaso definitivo.
de la epoca romantica de nuestras
letras, iniciando la evolucion inte-:
lectual del Uruguay, con el nuevo
ciclo donde preponderan las corrien--
tes positivistas y realistas.
Jubilado ccmo ministro, vino a vi-
ACO
ACO
vir en Buenos Aires donde fallecio
el 18 de junio de 1921 "mirando de
frente a la muerte, de frente a la
eternidad, de frente al gran olvido
de los hombres".
Entre sus ultimas voluntades, fe-
chadas el 23 de julio de 1919, incluyo
la de que sus despojos no fuesen re-
patriados — mismo a solicitud del
gobierno — "ni removidos jamas de
la tierra argentina que tanto habia
amado, patria de su esposa y de to-
dos sus hijos".
ACOSTA, FRANCISCO Marfa
Militar que llego a general del
ejercito, nacido en la ciudad de San
Fernando de Maldonado, el 4 de oc-
tubre de 1812. Su padre, Antonio
Acosta y Lara, marino espafiol nau-
Jragado en la costa de Rocha, se uni6
por matrimonio a Francisca Men-
doza Estremera, siendo fundador de
uha larga famiha en la cual Francis-
co Maria fue el tinico que preseindio
del Lara, segundo apellido paterno.
Ingresado al Ejercito el 10 de ju-
nio de 1832 con despachos de porta
estandarte de caballeria de linea,
eombatio en 1834 con los revoltosos
de Manuel Lavalleja y tenia galo-
hes de teniente 2? cuando estos lo
tomaron prisionero en San Servan-
dd', al ser atacado el pueblo que de-
fendia Servando Gomez.
Teniente 19 en julio de 1836, in-
tegrando siempre el 2? Escuadron
de Caballeria de linea, estuvo a ser-
vicio del general Fructuoso Rivera,
el dia que este se sublevo contra el
gobierno constitucional de Oribe y su
actuacion debio ser notable, cuando
vencedores los revolucionarios, su
jefe "en merito a su decidida adhe-
sion" le expidio despachos de te-
niente coronel graduado el 12 de
marzo de 1839.
Con funciones de Jefe Politico y
Comandante Militar de San Jose
desde el 4 de noviembre de 1840,
se le halla mas tarde concentrandose
sobre Montevideo con las fuerzas de
su mando despues del desastre de
Arroyo Grande, a comienzos de 1843,
en momentos en que el pais, abierto
a la invasion de los ejercitos de
Rosas y Oribe, se aprestaba a la
lucha. Una desavenencia personal
con el coronel Melchor Pacheco y
Obes, hizo que el comandante Acos-
ta interrumpiese su carrera por en-
tonces.
Coronel graduado despues de la
paz de octubre de 1851, el gobierno
del Triunvirato utilizo sus servicios
en San Jose y en la presidencia de
Pereira emigro a la Republica Ar-
gentina.
Companero del general Venancio
Flores en el movimiento armado de
1863, su jefe lo reconocio desde el
primer momento con categoria de
coronel y tuvo funciones de Jefe del
Estado Mayor del Ejercito que se
llamaba "Libertador".
•■ Vencedor el general Flores en fe-
brero de 1865, le concedio las pal-
mas de general el 19 'del propio
mes, "y en seguida ocupo el cargo de
Capitan del Puerto de Montevideo,
ACO
que retuvo hasta el 9 de mayo de
1866.
En ese destino hallo oportunidad
de prestar muy sefialados servicios a
las fuerzas militares y navales bra-
silefias movilizadas con motivo de la
guerra del Paraguay, que tenian es-
tacion obligada en nuestro puerto y
el gobierno imperial premio al ge-
neral Aeosta y Lara con una enco-
mienda de la Orden de la Rosa.
Fallecio en Montevideo en situa-
cion de retiro, el 5 de mayo de 1877.
ACOSTA Y LARA, MANUEL
Ministro, legislador y hombre po-
litico. Natural de la ciudad de Mal-
donado, donde nacio el 27 de setiem-
bre de 1819, hijo de Antonio Acosta
y Lara y de Franeisca Mendoza Es-
tremera, en 1827 vino a vivir en
Montevideo y aqui estudio con apro-
vechamiento en la Academia del
Cdnsulado que dirigia Miguel For-
teza.
Despues de servir los afios 1840-42
un puesto en la Capitania de Puer-
tos, embarcose para Europa con pro-
posito de seguir carrera de medico,
pero una vez en el viejo mundo
abandono la idea, viajando larga-
mente por Francia y Espana. De
vuelta en America residio en Rio
Grande y Buenos Aires, sin regresar
al pai's hasta 1850, con fama de hom-
bre de preparacion general.
Diputado por Montevideo en 1854
para f ormar parte de la Doble Asam-
blea, el 30 de marzo del propio ano
aco ;
el presidente general Venancio Flo-
res lo_ llamo al Ministerio de Ha-
cienda, permaneciendo al frente de
dicha Secretari'a de Estado hasta el
14 de abril de 1855. Sus primeras
resoluciones denuncian un nitido
sentido de reorganizar la marcha
administrativa, reajustando muchos
resortes, con los decretos de cese del
Directorio de la Aduana y de todos
lcs empleados de la misma reparti-
cion y del Resguardo. Se suspendio
asimismo toda clase de pago que no
fuese con destino al servicio de las
listas de empleados de la riaci6n,
activa y pasiva.
Pese a tan buenos propositos, la
gestion de Acosta y Laxa mejoro
poco el desorden que parecfa inve-
terado en el ramo rentistico y pre-
supuestal y en la Camara de Dipu-
tados se formularon graves cargos
contra el ministro. El ex-secretario
de Hacienda creyo del caso exigir a
los diputados que le habian dirigi-
do imputaciones calumniosas, a que
lo acusaran ante el Senado, promo-
viendole asi el juicio politico de que
habla la Constitucion.
Para esto, Acosta y Lara habia sido
electo Senador por el Departamento
de Salto. La Camara, aceptando el
dictamen de una Comision Especial
dispuso acusar al peticionario "por
delito de malversacion de fondos pii-
blicos". Elevado el asunto a la Ck-
mara de Senadores, demorose alU
por diferencias de procedimiento y
finalmente vino en declarar que el
ex-Ministro habia dado las expli-
caciones pertinentes en cada caso y
— 21 —
ACU
ACU
se hallaba a cubierto de toda impu-
■tacion que afectara su honor.
Terminado su mandato senaturial,
volvio a ser miembro de la propia
Camara, elegido por San Jose en
1868.
. El resto de su larga vida fue ajeno
a la politica y a toda actividad que
no fuese meramente privada, vinien-
do a fallecer en Montevideo el 14 de
diciembre de 1889.
ACTOrA, CANDIDO
Militar, que ascendio hasta coro-
nel del ejercito y al cual, sirviendo
en la Campafia del Paraguay, le cu-
po el honor de custodiar hasta Mon-
tevideo — por disposicion del gene-
ral Flores — los restos de Leon de
Palleja, a cuyas ordenes sirviera
en el Batallon Florida.
Nacido en Solis Grande, departa-
mento de Canelones, el 3 de octu-
bre de 1845, hizo como voluntario la
campana de 1863 - 65 en las fuerzas
floristas revolucionarias y el 15 de
abril del ultimo. ano obtuvo grado
de subteniente en comision, para
marchar en seguida con el cuerpo
de infanterfa de que formaba parte,
a la guerra contra el tirano Lopez.
Concurrio a la batalla de Yatay e
hizo toda la campana de Entre Bios.
Mas tarde, ya en territorio enemigo,
tocole hallarse en la serie de enco-
nados y mortlferos combates refiidos
todo a lo largo del litoral del rio
Paraguay.
Subteniente efectivo el 15 de ju-
nio de 1S65, ascendio a teniente 2 9
el 15 de agosto de 1866, pasando a
prestar servicios en la policia de Ca-
nelones desde julio a diciembre de
1867.
A ordenes del gobierno del gene-
ral Batlle en la lucha contra los re-
volucionarios blancos del coronel
Timoteo Aparicio, desde 1870 - 72,
donde gano los galones de teniente
y de capitan, la carrera de Acufia se
continud primero en la policia del
departamento de Minas, de la cual
pasa a la de Canelones", para de ahi
ir a ocupar el cargo de Procurador
Fiscal del departamento de Maldo-
nado desde diciembre de 1879 a
agosto de 1880.
En 1883 volvio a la policia de Ca-
nelones, donde, hasta el ano 1900,
se acredito como un funcionario de
partieulares aptitudes, garantia efi-
ciente de un denso y laborioso ve-
cindario.
Mayor en 1886, tenicnte coronel
en 1891. coronel graduado en 1894,
hizo en esta categoria la campafia
de 1897 contra la revolucion nacio-
nalista que encabezaron Aparicio
Saravia y Diego Lamas.
Jefe de la Guardia Nacional de
Canelones en la guerra civil que se
encendio el aiio 1904, servia a Ias
ordenes del general Meliton Mufioz
cuando este fue sorprendido y derro-
tado en el Paso de Fray Marcos del
rio Santa Lucia, el 30 de enero. Pri-
sionero conjuntamente con su ayu-
dante de ordenes, el capitan Tomas
Berreta y otros oficiales de su divi-
sidn, un hijo y un sobrino habian
quedado muertos en el campo.
Devuelto a la libertad continuo la
ACU
ACU
lucha y tuvo la efectividad del co-
ronelato el 22 de agosto del mismo
afio 1904.
A la conclusion de la guerra con
el vencimiento de los nacionalistas
en el mes de setiembre, Acufia paso
a revistar en situacion de cuartel,
viviendo hasta el 9 de enero de 1914,
en que murio en Montevideo, donde
habia venido a asistirse.
ACUnA de figueroa, fran-
CISCO Esteban
Primer poeta nacional, que iigu-
ra, asimismo, en puesto de distin-
cion entre los poetas de habla cas-
tellana de su ipoca.
Vi6 la primera luz en Montevi-
deo el 3 de setiembre de 1791, hijo
de Jacinto Acufia y Figueroa, espa-
fiol que alcanzo elevados destinos en
la administracion colonial, y de Ja-
cinta Vianqui, portefia.
Conforme al rango oficial y a los
posibles de su familia, luego que hi-
zo los primeros estudios en colegios
de la ciudad natal, paso a perfeccio-
narlos en Buenos Aires, donde tuvo
por maestro al presbitero Juan Do-
mingo Achega, que le enseno latin
y' lo hizo penetrar en Za entrana de
sus poetas.
Reintegrado a Montevideo, obtu-
vo en 1807 un cargo en la Oficina
de Hacienda, de la cual era jefe su
padre, y mientras tanto dedicabase
al cultivo de las letras. Fruto de es-
tos ensayos fue una oda en celebra-
cion de la victoria obtenida en la
guerra de la Peninsula por el ejer-
cito combinado sobre las tropas del
frances Massena, impresa con tipos
de la Gaceta de Montevideo, el afio
1811. "Obra detestable en octavas
reales" a juicio de Gustavo Galli-
nal — tiene el merito de ser el pri-
mer opusculo de pluma uruguaya
aparecido en el pais en letras de
molde.
En esta tranquila situacion buro-
cratica encontro al aficionado poe-
ta la revolucion de Mayo de 1810. Al
afio siguiente vino el alzamiento de
la provincia en armas por la patria,
y las huestes libertadoras triunfan-
tes no demoraron en presentarse a
sitiar a los espanoles en Montevideo.
La posicion de los suyos, sus prin-
cipios y su calidad de funcionario,
debian atarlo y retenerlo como lo
retuvieron en la ciudad, pero Figue-
roa, con encomiable sinceridad con-
feso, tambien, muchos afios , mas
tarde "no haber comprendido en su
hora el impulso regenerador del
movimiento americano, asustado por
la conmocion que sufria el antiguo
orden social".
En esta tesitura, mientras la gue-
rra iba arreciando para tocarle de
tan cerca como el dia en que su
hermano Claudio, oficial del Rey,
sucumbio victima de las heridas re-
cibidas en el combate del Cerrito,
Acufia de Figueroa dedicose a rimar,
en varios metros y a escondidas de
los suyos, el relato diario de todos
los sucesos belicos — grandes y chi-
cos — que tenian por teatro la ciu-
dad o venian a conocimiento suyo
durante el curso del asedio, prin-
cipiado el 1? de octubre de 1812
— 23 —
ACU
ACU
para terminar el 23 de junio de 1814,
con la entrega de la plaza por el es-
pafiol Vigodet.
Consiguio, mediante engafios, a la
caida de la ciudad, escapar de Mon-
tevideo sin que lo incomodaran los
patriotas, yendo a refugiarse en la
Villa de Maldonado donde todavla
ondeaban las banderas espafiolas,
pero la villa no tardo mucho en ha-
llarse en manos del artiguista Oli-
vera el 18 de setiembre de 1814.
Segun sus propios dichos, tuvo
Figueroa vehemente tentacion de
plegarse a los sbldados de la patria
y pretende explicar las causas por
que no lo hizo, pero lo cierto es que
merced al dinero que le proporcio-
no una amiga, pudo embarcar en se-
creto, rumbo al Brasil, el 4 de octu-
bre, arribando a Santa Catalina a
los pocos dias, y a Rio Janeiro el
23 de noviembre.
En Rio busco naturalmente el
apoyo de la gente oficial portugue-
sa y, a titulo de que se trataba de
un realista fugitivo, el Ministro de
Espafia le proporciono modos de ga-
narse la vida, hasta que puso proa
a Montevideo en el afio 18, cuando
la Banda Oriental habia sido con-
quistada por los portugueses y go-
bemaba en ella Carlos Federico Le-
cor, Baron de la Laguna, a quien
venia recomendado. Lecor, de en T
trada no mas, le proporciono un des-
tino administrativo para mejorar-
lo pronto y mandarlo mas tarde a
Maldonado en calidad de Ministro
de Hacienda y Colector de Aduana.
En esta ciudad, fatal ya otrora para
Acufia, lo sorprendio el pronuncia-
jmiento patriota del afio 25 y cuando
los independientes se hicieron due-
fios de la plaza vino a quedar en
ealidad de prisionero, aunque sin
que se le molestara para nada.
Descubiertas, a poco, sus relacio-
nes subrepticias con los imperiales
de Montevideo, se le fijo domicilio
en San Carlos, de donde consigui6
fugarse llevando consigo el acta ori-
ginal del juramento de la Constitu-
cion brasilefia, que habia sustraido
en Maldonado, y la cual se apresu-
ro a poner en manos de Lecor in-
mediatamente de arribar a Monte-
video.
Liberada la Provincia Cisplatina
tras sangrientas alternativas, la na-
cion libre y soberana de 1830, a pe-
sar de los revueltos antecedentes de
realista, aportuguesado e imperial
de Acufia de Figueroa, no lo desco-
noci6 como hijo cuando se acerc6 a
las autoridades de la joven Repii-
blica, llevando en sus manos la
ofrenda de una cancion patriotica.
Logrado este contacto lo demas ve-
nia de por si, pues el poeta, sobre
ser hombre de caracter maleable,
poseia una reconocida competencia
de bur6crata que lo recomendaba
para el empleo que consiguio, pron-
to, en la Aduana de la capital.
Despues de este destino sirvi6
siete afios en la ttireccion de la Bi-
blioteca y Museo Publicos, cargo al
que no se sentia atraido, no obstante
su calidad de hombre de letras, y
del cual paso a la Tesorerla de la
Nacion en 1841, siendo Ministro de
Kacienda Jose de Bejar.
Censor de Teatros cuando la co-
r
— 24 —
ACU
nlisi6n de este nombre se cre6 el
29 de agosto de 1837, teniendo por
colegas a Bernardo P. Berro y a
Florentino Castellanos, tuvo asimis-
mo un sitio en el Instituto de Ins-
truecion Publica.
En la Defensa de Montevideo,
fue miembro de la Asamblea de
Notables de 1846 a 1851 y en el se-
no de la corporacion presento el 24
de setiembre de 1846, un proyecto
otorgando al general Eivera el ti-
tulo de Gran Mariscal. Votada fa-
vorablemente la mocion, el conquis-
tador de Misiones tuvo el suficiente
tino para rehusarlo. Figuraba el vate
en esos dias como admirador entu-
siasta de Rivera, pero, en la hora de
la declinacion del caudillo, no tomo
su defensa con igual empefio.
Hombre sin verdaderas conviccio-
nes pollticas no tuvo tampoco con-
vicciones religiosas. Su lira vibro en
honor de todos los ciudadanos que
se sucedieron en el mando superior
de la Republica y con la misma plu-
ma que escribio el "Dies Irae" y la
"Salve multiforme", escribi<5 el elo-
gio de la Masoneria y rimo anatemas
contra los jesuitas.
Acufia de Figueroa no fue un va-
r<5n de Plutarco, y no hay para que
ocultarlo. "Intentar — dice Gustavo
Gallinal en un reciente estudio de
rara valentia — la santificacion de
todos los personajes de nuestra edad
heroica, haciendo desfilar bajo ar-
cos de papel pintado, figuras irre-
prochables, austeras, deshumaniza-
das, en vez de hombres de carne y
hueso, es falsear inutil y transito-
riamente la verdad historica."
Pero los aspectos de su persona-
lidad son accesorios cuando se le
focaliza literariamente, pues Acufia
de Figueroa fue sin duda alguna
nuestro primer hombre de letras y
sigue siendo una personalidad en el
parnaso de indo - America.
La parte publicada de sus versos
comprende doce tomos y "la lectura
de su obra copiosa y desigual evoca
una personalidad inconfundible y de
original perfil" en las letras uru-
guayas. "Es — se ha dicho con ra-
z6n — la figura central de la pri-
mera epoca de nuestra vida litera-
ria" y "sobrepasa a todos los que
en torno suyo se entretuvieron ri-
mando ocios robados a la politiea, a
la administracion y a la iglesia".
Procedente de un modo absoluto
de la poesia espafiola del siglo XVII S
realzada su natural calidad por un
solido fondo de cultura clasica y
"biien latinista, dominaba varias
lenguas modernas y escribia en ellas
con mucha soltura".
Como escritor satirico dej6 un
caudal de epigramas que no iguala en
nuestra lengua ningun otro. Adelan-
tandose a la observacion venidera de
Menendez y Pelayo de que no todos
son originales, el poeta habia hecho
constar con lustros de anticipacion,
que eran de plena propiedad suya
^-d sea originales — la tercera parte
de ellos.
Cantor de la patria, aunque tar-
dio, presento a las autoridades del
pais el 8 de julio de 1833 el primer
hirnno nacional y cuando este lleva-
ba ya tiempo de vigencia, ofrecio al
gobierno de la Republica una ver-
— 25 —
ACU
sion reformada de su canto, version
que se declaro letra oficial del Him-
no Nacional y se oyo por primera
vez en Montevideo el 18 de julio de
1845 con musica de Fernando Qui-
jano, instrumentada por el profesor
Maestro Mayor de la Guardia Na-
eional, Jose Debali. El poeta habia
suprimido de la vieja cancion las
destempladas y hasta crueles alu-
siones a Espafia, Portugal y Brasil,
que contem'a el primer himno.
Asimismo, compuso la letra del
Himno Patriotico destinado a la Ee-
publica del Paraguay, que la esposa
del general Bivera puso en manos
de unos delegados especiales de
aquella nacion, venidos a Montevi-
deo, cancion que mas tarde fue ofi-
Cializada como himno del pais her-
mano.
Estimado de todos por su senci-
llez y su bonhomia, fue hombre de
car&cter alegre, convidado infalible
de todas las fiestas, entusiasta de
las corridas de toros y frecuentador
de los renideros de gallos, cuya vida
transcurrid en un limite de posibles
tan estrechos como podian corres-
ponderle a un jubilado de la naci6n
en tiempos en que el erario pasaba
por las mas extremas penurias. "Di6
el ejemplo, unico en su tiempo y en
su medio, de vocacion literaria ab-
sorbente; unico en esa vocacion en-
tranable y exclusiva entre los hom-
bres de su generacion, solo aspir6
a ser poeta". Acerto Menendez y
Pelayo cuando vio en la obra total
de Figueroa una especie de cronica
de las costumbres de Montevideo du-
rante mas de medio siglo.
ACU
"Solo al morir solto su mano la
pluma nunca ociosa."
El 6 de octubre de 1862, de vuelta
de la ViEa de la Union, en casa de
una gente amiga de la calle Treinta
y Tres, donde estaba de visita, su-
frio un ataque repentino que lo vic-
timo.
Estudiada con merecido interes la
obra poetica de Acuna de Figueroa
por eminentes criticos de Espafia y
de America y por los nuestros, des-
de luego, con mas razon, y existien-
do por lo tanto una copiosa biblio-
grafia que facilita el pleno conoci-
miento y la apreciacion de su labor
enfocada desde todos los puntos de
vista, la vida del hombre, menos
contemplada, es la que tiene que
eonstituir como constituye el fondo
de esta ficha.
Juzgando en sintesis la personali-
dad literaria de Acufia de Figueroa,
Alberto Zum Felde lo considera co-
mo la figura mas importante de las
letras clasicistas en el Plata; en
America, una de las culminaciones
literarias de esa escuela, junto con
Heredia, Olmedo y Bello; y dentro
del cuadro mas amplio de Iss le-
tras castellanas, un poeta burlesco
que puede altemar con los mejores
clasicos.
Sus versos estan a estas horas,
por otro lado, a la mano de la ge-
neralidad de los lectores, aunque el
poeta no pudo alcanzar a ver im-
presa sino una parte mfnima de sus
composiciones, siendo la primera,
despues de la que se cito al comien-
zo, salida de las prensas de "La Ga-
ceta", su "Saludo a la Jura de la
— 26 —
ACH
ACH
Constitucion", publicado en 1830, el
"Dies Irae" y el "Sacris Solemnis",
folleto de 1835 y el "Mosaico Poeti-
co", seleccion de versos aparecido en
1857.
Despues vieron luz, separadamen-
te, algunas composiciones cortas co-
mo las Eeglas del Mus, y tal cual
colecta de epigramas; pero la edi-
cion lormal de su obra no apareci6
hasta 1890. La iniciativa arrancaba
sin embargo de agosto de 1885, lecha
en que el presidente Santos nombro
una comision formada por los Dres.
Pedro Mascaro, Director de la Bi-
blioteca Nacional, Alfredo Vazquez
Acevedo y Joaquin Serralta, para
que esracnasen los manuscritos exis-
tentes en la Biblioteca y resolvie-
ran acerca de su publicacion por el
Estado.
ACHA, FRANCISCO XAVIER del
Carmen
Periodista y hombre de letras. Do-
tado de inteUgencia y lleno de con-
diciones como literato, la versatili-
dad de sus ideas y su claudicante
fondo, oscurecieron la reputacion
que su pluma pudo ganarle.
Enlos libros de la Catedral, consta
su nacimiento en Montevideo el 12
de diciembre de 1822, hijo de Roman
de Acha, espafiol, santanderino.
Vinculado al general Oribe no
obstante su condicion de extranjero,
don Roman paso al campo del Ce-
rrito abandonando el alto cargo de
Contador de la Aduana en que lo
habia mantenido el gobierno de la
Defensa, cuando el ex-presidente vi-
no a sitiar la capital en 1843. Pero su
hijo, adicto al bando contrario, per-
manecio en la plaza empleado como
auxiliar en el Ministerio de la Gue-
rra, mientras cultivaba su aficion a
las letras y colaboraba en el perio-
dico "El Tambor de la Linea".
El 16 de diciembre de 1845 una
compania de aficionados llevo.a las
tablas su drama en tres actos, "Una
victima de Rosas", pieza de propa-
ganda politica que el gobierno de la
Defensa hizo imprimir por su cuenta.
Al ano* siguiente tento suerte con
un diario, "El Montevideano", que
no se pudo sostener, y a principios
del 47, por permanente instigacion
de su padre, dispuesto a separarlo
de los colorados y con dineros de
este, partio para Europa para no
regresar hasta 1851.
Poniendo de lado a sus antiguos
amigos de la Defensa, adhiriose a
la politica que entonces se Uamaba
de fusion y encarnaba el presidente
Giro. Apoyo a este gobernante des-
de "El Pais" y lo acompafio en su
gira por 'los departamentos . de la
Republica en diciembre de 1852 y
enero del 53, para dejarnos una
amena y completa cronica del viaje
en forma de cartas publicadas en
la prensa.
Esta posicion no fue obstaculo
para que depuesto Juan Fco. Giro
por los revolucionarios del 53, se
aviniese con el nuevo orden de cosas,
para declararse despues por el go-
bierno del general Venancio Flores
en "El Nacional", diario fundado en
marzo de 1854, y para apoyar se-
ACH
ACH
guidamente a Gabriel A. Pereira,
electo Presidente en 1856 y desde
las columnas de "La Republica", de-
fenderlo en sus mas reprobables ac-
titudes.
En el gobierno de Bernardo Berro,
al plantearse el llamado conflicto
eclesiastico, fue Acha un paladin
ardiente del Vicario Jacinto Vera,
escribiendo en "La Republica" y en
la "Revista Catolica" contra la au-
toridad civil, pues evolucionando
tambien en ideas filosoficas, F. X.
de Acha, mason en 1854, habiase
convertido en. catolico militante.
Los papeles oficiales y los escritos
de Acha en defensa del Vicario se
reunieron despues bajo el titulo de
Compilacion de documentos, etc, en
un f olleto aparecido en 1861.
Por esta epoca, invadiendo la es-
fera internacional, el periodista se
hizo defensor acerrimo del presi-
dente paraguayo Lopez y de su po-
litica, mediante el pago, — probado
luego documentalmente — de setenta
pesos mensuales, miseria que recibia
en onzas de oro del representante
del Paraguay, Juan Jose Brizuela.
Tal el origen verdadero de sus edito-
riales y de sus juicios y de los dis-
cursos pronunciados en las manifes-
taciones que el mismo Acha se en-
cargaba de organizar; escritos y pa-
labras que andando los anos, los
panegiristas del tirano habrian de
exhibir como honrados documentos
de prueba en favor suyo.
En 1862 - 63, dirigio un periodico
satirico, "El Molinillo", y en el go-
bierno blanco de Aguirre en 1864,
atizo desde "El Pais" el divisionis-
mo, entre sus correligionarios. Al
caer Aguirre en 1865, emigro a Bue-
nos Aires, aunque la ausencia no
seria larga.
Cuando los sucesos sangrientos de
febrero de 1868 fue reducido a pri-
sion, permaneciendo entre rejas va-
rios dias. 'Vivia por entonces en la
Union, pobre como habia vivido
siempre, despues de haber vuelto a
pubhcar "El Molinillo" en segunda
epoca, que salio hasta setiembre de
1870.
Acompafio el movimiento del co-
ronel revolucionario blanco Timoteo
Aparicio como periodista volante y
boletinero del ejercito y luego de
ajustada la Paz de Abril, enrolose a
favor de la candidatura del Dr. J.
M. Mufioz en las elecciones presi-
denciales de 1873, sin perjuicio de
contarse a los dos afios entre el gru-
p de los mas encarnizados enemi-
gos del ilustre hombre publico, para
recibir de ellos el nombramiento de
secretario de la Legacion uruguaya
en el Brasil en junio de 1875 y una
banca de diputado por San Jose en
las Camaras del 76, disueltas luego
espontaneamente.
El coronel Lorenzo Latorre, erigi-
do en dictador, lo llamo a su lado
en caracter de secretario, cargo que
alternaba con la redaccion de "El
Ferro-Carril", diario adicto incondi-
cional del gobierno.
A la caida y fuga del dictador en
marzo de 1880, Acha se encontro
frente a frente con el coronel Maxi-
mo Santos — Ministro de la Guerra —
que lo odiaba, y el Dr. Francisco A.
Vidal que sucedio a Latorre en el
— 28 —
ACH
AGU
mando, le dio sustituto en la secre-
taria.
Otra vez se puso en marcha para
Buenos Aires, de donde vino a
domiciliarse de nuevo en La Union,
y a ganarse trabajosamente la vida
en tareas de pluma que le deparo la
Asociacion Rural del Uruguay, hasta
que fallecio el 10 de setiembre de
1897.
Poseia Acha gran capacidad de tra-
bajo y asi lo comprobo en funeio-
nes de secretario de la Comision Re-
dactora del Codigo Rural, desempe-
fiadas en 1873-75.
Mediocre escritor — que solia ocul-
tarse bajo el pseudonimo de Luculo —
sus principales composiciones poeti-
cas corren impresas en un tomo
"Flores Silvestres" con prologo del
Dr. Enrique de Arrascaeta, apare-
cido en 1863 y en el cual se inclu-
yen las piezas teatrales tituladas
"Bromas caseras", "La Carcel y la
Penitenciaria" y "Oh, que apuros".
AGuERO, NEREO
Oficial de infanteria del batallon
"24 de Abril", muerto en Montevi-
deo a consecuencia de las heridas
que recibio en la campafia del Pa-
raguay, el 19 de marzo de 1869.
Era natural de Montevideo, don-
de nacio en 1843. Enrolado en el 2°
batallon de Guardia Nacional de la
capital cuando el gobierno de Be-
rro la convoco al pronunciarse la
revolucion colorada del general Ve-
nancio Flores, el joven Agiiero pre-
firio desertar, incorporandose a me-
diados de 1863 a sus correligiona-.
rios/ antes de tener que enfrentar-
los a servicio de sus adversarios de
opinion.
El dia del triunf o del movimiento
florista, en 1865, era sargento l 9 y
en tal clase marcho al teatro de la
guerra del Paraguay con el bata-
llon "24 de 'Abril".
Despues de hacer toda la campa-
fia del Uruguay, siendo de los ven-
cedores de Yatay, continuo la mar-
cha al norte para penetrar en terri-
torio enemigo por el Paso de la Pa-
tria.
Ascendido a subteniente por me-
ritos de guerra el 1? de agosto de
1866, se le confirio el grado de te-
niente 2? el 25 de agosto de 1868.
Herido de bala frente a Humaita,
en la accion de Angostura, hubo ne-
cesidad de amputarle una pierna en
el Hospital de Sangre, evacuandolo
inmediatamente para Montevideo
donde proseguiria en asistencia. In-
ternado en el Hospital de Caridad,
sobrevinieron complicaciones tan
graves que los medicos desespera-
ron de salvarlo, y en esas circuns-
tancias el valeroso y sacrificado te-
niente solicito ser ccnducido a su
casa para morir en brazos de su ma-
dre y de sus hermanas.
AGUIAR, ANDRES
Soldado uruguayo, que despues
de combatir al mando de Garibaldi
en la Guerra Grande, acompano al
Heroe cuando marcho para Italia en
1849 y era teniente de Estado Ma-
— 29 —
AGU
AGU
yor de la Republica Romana, en los
di'as que la historica ciudad fue si-
tiada por el ejercito de la coalieldn
franco reaccionaria a ordenes del
general Oudinot.
Aguiar descendia de antiguos es-
clavos negros manumitidos y el mis-
mo era negro.
Joven, alto, de formas esbeltas,
modelado musculo a musculo en ru-
das faenas de domador y endureci-
do por las intemperies, consumado
jinete, placia a Garibaldi, a cuyo la-
do desempenaba funciones de ayu-
dante, verlo manejar el caballo y
le encantaba la ligereza, la precision
y la gallardia ccn que Andres sal-
taba y se afirmaba en los montados.
Como individuo y como soldado, su
jefe ha certificado en sus escritos
que Aguiar "pertenecia al grupo de
hombres que la naturaleSa forma
para ser queridos. Tranquilo, bue-
no, valeroso, frio en el peligro, se
captaba enseguida la simpatia de
todos".
Encerrado con Garibaldi en la
Ciudad Eterna, el negro uruguayo,
con una blusa colorada y un som-
brero gris con plumas blancas, per-
manentemente junto a su jefe, se
hizo pronto una de las figuras mas
conccidas del barrio del Transtiber,
popular sobre todo entre las muje-
res por el exotismo de su piel y su
elegancia de jinete.
En la jomada de Velletri, el 19
de mayo de 1849, Aguiar, a quien se
le habian otorgado los despachos de
teniente con fecha l 9 del propio mes,
salvo con su actitud decidida y he.
roica la existencia de Garibaldi, en
momentos en que la caballeria del
coronel Masina daba vuelta cara
abandonando el campo en desorden.
Correspondiole pelear en los si-
tios de extremo peligro, con dos
brechas abiertas en las murallas del
sector extendido entre Fuerta Por-
tese y Puerta de San Pancracio, pri-
mera lfnea de defensa del Janiculo
y varias veces corrio el destemido
teniente Aguiar grave riesgo.
El 30 de junio un casco de grana-
da vino a herirlo de tal gravedad,
que fueron inutiles para salvarlo to-
dos los esfuerzos del doctor Bertani,
"el medico de los heroes". Entonces
delante del cuerpo inaminado de su
bravo ayudante y companero, su fiel
negro, fue cuando Rafael Tosi, tes-
tigo de la escena, vio — por primera
vez en su larga carrera de solda-
do— llenarse de lagrimas los ojos
de Garibaldi.-
En el parte de la jornada firma-
do en San Pedro de Mortoio, el ge-
neral dice asi: "Ayer ha side un dia
fecundo en hechos de armas: per-
didas y ventajas. Ayer Italia con-
to nuevos martires ... La America
tambien dio ayer con la sangre de
su valeroso hijo Andres Aguiar,
prueba del amor de los libres de
todas las regiones por nuestra be-
lhsima y desdichada Italia".
Ver: J. M. , Ferndndez Saldana.
"Andres Aguiar. El moro de Gari-
batdi". La Prensa. Buenos Aires.
Enero 19 de .1936.
AGU
AGU
AGUIAR. FELIX Eduardo
Militar de la Independencia, en
cuyas campafias tomo activa parti-
cipacion, asi como en las guerras
internas subsiguientes. Nacio Aguiar
en Montevideo, hijo de familia an-
tigua y acomodada, en 1806.
Le toco de joven ser el adminis-
trador de los bienes patrimoniales,
hasta que en 1825, al producirse la
invasion de los 33, abandono sus
quehaceres para plegarse a las hues-
tes libertadoras, con las que se reu-
nio, presentandose el 7 de mayo
frente a Mcntevideo. Alferez el 10
de mayo del mismo afio 25, estuvo
en la batalla de Sarandi.
^ncorporado con el cuerpo de Dra-
gones Libertadores al Ejercito Ee-
publicano, peleo en Ituzaingo, don-
de fue herido. Encontrose en la pe-
lea de Camacua, ultima victoria de
las armas republicanas el 23 de
abril de 1827, mereciendo el grado
de teniente 2 9 y pcr subsiguientes
meritos llego a teniente 1° el 16 de
mayo.
Ayudante mayor el 28 de agosto
de 1828, alcanzo el grado de capi-
tan el 28 de marzo de 1831, sirvien-
do siempre en el arma de caballeria.
Adicto personalmente al presiden-
te Rivera, acompafio a este cuando
fue a combatir al general Lavalleja
rebelado el ano 32, y concluida la
campafia tuvo grado de sargento ma-
ycr con fecha 10 de diciembre.
En 1834, durante el nuevo alza-
miento lavallejista, el mayor Aguiar
se en.ecntro a las ordenes de Ser-
vando Gomez, cuando fue sorpren-
dido en San Servando, siendo el 2"?
jefe del escuadron de linea que
mandaba aquel jefe. La guarnicion
del pueblo quedo prisionera pero
todos fueron puestos en libertad casi
en seguida.
Se le 'promovio a sargento mayor
efectivo el 11 de julio de 1835.
Como debia ser, siguio las aguas
de Rivera en el levantamiento re-
volucionario que este encabezo en
julio de 1836, con el curioso nombre
de "revolucion constitucional" con-
tra el gobierno de Oribe.
En la esta lucha invadio dos veces
el pais desde la frontera del Brasil
y tuvo a su mando el 2° escuadron
de caballeria de linea en la jornada
de Carpinteria, donde los suyos fue-
ron derrotados el 19 de setiembre,
siendo Aguiar el unico que pudo
sacar ventajas momentaneas. .
En Yucutuja, jornada favorable a
Rivera, tenia a sus ordenes el ala
derecha, y en la adversa accion del
Yi, el 21 de noviembre, mandaba la
linea.
Vino al fin la victoria decisiva de
los revolucionarios en Palmar el 15
de junio de 1838, en la cual como
jefe del centro Aguiar contribuyo
al triunfo, siendo recompensado con
el ascenso a coronel mayor, equiva-
lente a general en el escalafon mo-
derno.
Figuro como Jefe de Estado Ma-
yor del presidente Rivera en la vic-
_ 31 —
AGU
AGU
toriosa jornada de Cagancha y al re-
gresar este a la capital lo llamo para
ocupar la cartera de Guerra y Mari-
na, puesto en el que se mantuvo del
5 de enero al 29 de octubre de 1840.
De nuevo en campafia y Uevada
la guerra a Entre Rios, tocole asistir
a la fatal jornada de Arroyo Gran-
de en la cual Rivera, acaso por pre-
cipitarse, perdio lamentablemente un
gran ejercito, el 6 de diciembre de
1842, dejando la Republiea abierta
a la invasion.
El general Aguiar, asf que los res-
tos del ejercito pasaron el Rio Uru-
guay hizo reunion de gente en Pay-
sandti y cuando tuvo unos 250 hom-
bres los entrego al presidente y an-
ticipandose a este vino a Montevideo,
en el momento preciso en que alll re-
querianse personas de mas entereza
y condicion que el impopular y am-
biguo ministro Vidal. Inmediatamen-
te tomo el Gral. Aguilar la cartera de
Guerra en el Ministerio el 4 de ene-
ro del 43 y comportose como un
verdadero militar, activo y firme,
pese a lo quebrantado de su salud.
Apenas el general Rivera llego a
la capital, de donde tardo muy poco
en salir de nuevo con proposito de
organizar las fuerzas del interior
del pais, el Ministerio quedo modifi-
cado yendo a la secretaria de Gue-
rra el coronel Melchor Pacheco y
Obes y Aguiar paso a acompafiar al
presidente en campafia. Aquella eta-
pa durisima, iniciada en el invierno
del 43, agoto al general, el cual no
obstante alcanzo a desempefiarse co-
md Jef e de Estado Mayor, mandar
el: eentro en el combate de los Molles
en enero de 1844 y en mayo operar
cn larga escala en Cerro Largo.
Despues de sufrir inauditas penu-
rias y toda clase de privaciones con
admirable entereza, murio en el
campo — al afio y medio de servi-
cios — cerca de Tacuarembo, victi-
mado por una hemorragia pulmonar ,
el 26 de noviembre de 1844. a los 38
anos de edad.
El general Cesar Diaz consigna en
sus Memorias la macabra referen-
cia de que su cuerpo, sepultado cer-
ca de un arroyo, fue desenterrado
por los feroces enemigos, exponien-
dolo a ser pasto de los animales. Hu-
bo tiempo sin embargo de salvar el
cadaver.
EI 16 de diciembre de 1869, dofia
Maxima Aguiar de Aguiar, su viuda,
se presento al Ministro de Guerra
y Marina, expresandole que exis-
tiendo en el departamento de Tacua-
rembo los restos del general, "don-
de la amistad y el patriotismo del
sargento mayor don Felipe Rodri-
guez, le hizo tomar a su cargo el
depositarlo en un nicho de /aquel
destino", solicitaba que aquellos res-
tos vinieran "a ingresar en el Pan-
teon destinado a los buenos servido-
res de la Patria".
Pedia ademas, que los gastos que
ocasionara la traslacion de esos res-
tos, fueran costeados por la Nacion,
"por no tener ella los recursos ne-
cesarios para efectuarlo a su ccsta".
El 17 del mismo mes y afio el Mi-
nisterio de la Guerra dispuso se
avisase al Ministerio de Gobierno
para que ordenara al Jef e PoMtico
del departamento de Tacuarembo
— 32 —
AG'U
AGU
"Uenara las formalidades necesarias
para la exhumacion de los despojos
mortales del general Aguiar, depo-
sitandclos convenientemente para
ser condueidos hasta la capital a
cargo del sargento mayor Don Feli-
pe Eodriguez Bas, a quien se habia
comisionado al efecto".
El 9 de marzo de 1870, las cenizas
fueron depositadas en el Cementerio
Central.
AGUIAR, JUAN JOSE Benito
Ciudadano distinguido en las pri-
meras etapas de la revolucion ame-
ricana, como soldado y como fun-
cionario, ministro y miembro del
Supremo Tribunal.
Su nacimiento tuvo lugar en Mon-
tevideo el 15 de noviembre de 1792,
de padres originarios de la actual
Republica Argentina.
La revolucion de mayo lo encon-
tro casualmente en Buenos Aires y
se afilio a ella. Al producirse el al-
zamiento de la provincia Oriental
el ano 11, el joven Aguiar cruzo el
Rio Uruguay para incorporarse a los
patriotas encabezados por Artigas,
en cuyas filas tuvo el honor de ha-
llarse entre los vencedores de Las
Piedras el 18 de mayo.
Promovido a ayudante mayor
destinado a un regimiento de Dra-
gcnes, una herida recibida durante
el asedio a la Fortaleza del Cerro,
lo invalido de la mano izquierda,
circunstancia fatal que vino a cor-
tarle la carrera de armas.
Inutilizado y todo, asistio al se-
gundo sitio de la capital en el ejer-
cito de Sarratea, con quien hubo de
volver a Buenos Aires en febrero
del ano 13.
A la caida de Montevideo en po-
der de los soldados de la patria,
abandono el destino que habia con-
seguido en Buenos Aires en el Mi-
nisterio de Cuerra y reintegrose a
su ciudad natal, donde el primer
Cabildo Patrio y Gobierno Interino
de la Provincia lo designo su primer
secretario el 23 de febrero del
afio 15.
Secretario general del coronel
Fernando Otorgues, afirma Aguiar
en sus notas autobiograficas, que fue
el quien tuvo el honor de concebir
y con acuerdo superior, levantar por
primera vez en el Cabildo el pabe-
llon tricolor artiguista a la salida
del sol del 26 de marzo de 1815.
Desencadenada la invasion portu-
guesa, continuo fiel a la causa na-
cional conforme lo certifica el Dr.
Andres Lamas en una carta al mi-
nistro brasileno Limpo de Abreu.
Preso en San Jose por orden de
Lecor, gobemador de la provincia
conquistada, en octubre de 1822, se
le embarco para Rio Janeiro en el
puerto de Colonia en calidad de de-
portado politico.
Larga debia ser su expatriacion,
pues constituida la Republica conti-
nuo viviendo en Rio de Janeiro
donde — seguzi Lamas — hizo la vida
mas retirada y modesta.
Recien en el afio 1846 resolviose
a volver a su ciudad, sitiada por
Oribe desde hacia tres ancs.
El Tribunal Superior de Justicia
AGU
AGU
lo reconocio como graduado o inteli-
gente, designacion que por ley del
afio 37 habilitaba a los ciudadanos
sin titulo para redactar sentencias
(que luego los jueces pronunciaban),
integrar el Tribunal y ejercer car-
gos de jueces de lo civil.
En 1853, al formarse el gobierno del
Triunvirato, debido a la amistad
que lo ligaba al Triunviro coronel
Flores, Juan Jose Aguiar fue llama-
do a ocupar la secretaria de Go-
bierno y Relaciones Exteriores el 9
de noviembre de 1853, permanecien-
do en ella hasta el 8 de febrero
del 54.
El 11 de abril de 1855 se le nom-
bro Juez Letrado de Apelacion y
del Crimen con asiento en la Villa
de Paysandu, y jurisdiccion sobre
ese departamento y los de Salto y
Tacuarembo, pero hizo renuncia del
puesto en setiembre del mismo afio.
La Asamblea General, en sesion
del 14 de abril de 1856, voto a
Aguiar para miembro del Superior
Tribunal de Justicia, alto puesto del
que fue despojado por el gobierno
de Gabriel A. Pereyra, merced a un
decreto de 4 de febrero de 1858, con
moviles politicos, en el cual se de-
claraban ilegales y viciados de nu-
lidad todos los nombramientos ju-
diciales posteriores al derrocamien-
to del presidente Giro en 1853.
Perseguido por su filiacidn oposi^
tora en la presidencia de Berro,
Aguiar emigro a Buenos Aires, don-
de hizo parte de la Comision cons-
tituida para prestigiar la revolucion
colorada del 63, aportandole elemen-
tos de toda naturaleza.
Triunfante el general Flores en
1865, un decreto de 25 de setiembre
concedio a Aguiar, por gracia espe-
cial, la jubilacion que le correspon-
dia como miembro del Tribunal del
que habia sido arbitrariamente des-
tituido, disfrutando de ella hasta el
9 de abril de 1871 en que se produ-
jo su fallecimiento.
AGUIAR, MANUEL Maximo
Militar que tuvo grado de coro-
nel en el ejercito y cuyo nombre se
vincula al periodo en que ejercio la
Jefatura Politica y de Policia de
Montevideo, perfilado como funcio-
nario progresista, a quien se debe
la elevacion de la columna de la Li-
bertad en la Plaza Cagancha, pri-
mer monumento de la indole que co-
nociera la capital.
Nacido en Montevideo . en 1823,
hijo de Juan Jose Aguiar, inicio sus
servicios militares en la Guerra
Grande, y en julio de 1844 aparece
como alferez ciudadano en la Di-
vision Flores, ascendiendo a tenien-
te 19 en enero del ano siguiente.
El 11 de abril de 1846, siendo ayu-
dante mayor, paso a la Capitania
del Puerto, donde permanece hasta
diciembre de 1852, fecha en que so-
licita su cese y el pase a la Plana
Mayor Pasiva.
En noviembre de 1857, obtuvo a
pedido propio su absoluta separa-
cidn del servicio, con opcion a la
reforma militar, dejando a benefi-
cio del Estado todos los haberes de-
vengados "sin perjuicio de presen-
AGU
AGU
tarse a cualquier llamamiento que
por el gobierno se le haga".
Compafiero del general Flores en
la revolucion que este encabezo en
abril de 1863, el 11 de setiembre del
mismo afio, su jefe, Jose Grego-
rio Suarez lo hizo teniente coronel,
a merito de su buena actuacion en
ei combate de Pedernal.
A la hora del triunfo Flores lo de-
signo Jefe Politico del departamen-
to de Montevideo por decreto de 3
de marzo de 1865. El 24 de julio si-
guiente ingreso al Ejercito en cla-
se de coronel graduado y estuvo a
cargo de la Jefatura hasta el 30 de
abril de 1867, en que vino a ser sus-
tituido por Jose Candido Busta-
mante.
Colaboro.'el coronel Aguiar, den-
tro de la esfera entonces amplisima
de sus facultades legales, a la obra de
intensos adelantos y reformas edili-
cias con que la Comision Extraordi-
naria Administrativa — nombre que
se daba a la Municipalidad de fac-
to — quiso desde el primer momento
hacer efectivo el programa progre-
sista de la revolueion vencedora.
Una numerosa y bien dirigida se-
rie de reglamentos, decretos y dis-
posiciones de la mas variada indole
se promulgaron y entraron en vigen-
cia bajo la firma del coronel Aguiar.
La estatua de la Libertad, de que
se hizo mencion al principio, se le-
vanto conforme al prdyecto del es-
cultor italiano Jose Livi, fundiendo-
se la f igura en bronce en los talleres
de Garragorri y fue descubierta el
27 de febrero de 1867 en presencia
del gobernador Flores.
En el periodo jefaturial de Aguiar,
se exhumaron de las Tres Cruces
los cadaveres de los sesenta y dos
soldados franceses y uruguayos, in-
molados por las fuerzas sitiadoras
de Montevideo en los afios 1843 - 44,
para su traslado al cementerio pu-
blico con los correspondientes hono-
res militares, el 29 de abril de 1866.
En recuerdo de esta piadosa re-
cordacion y justo homenaje, los re-
sidentes franceses obsequiaron al co-
ronel Aguiar con una medalla de oro
que puso en sus manos el Dr. Leo-
nard, el 6 de agosto del mismo afio.
El 16 de marzo de 1868, en la pre-
sidencia de Batlle, designosele para
Jefe Politico de Maldonado, extensa
zona del Este que aun comprendia
al actual departamento de Eocha,
cesando en su destino el 20 de abril
de 1869 "atento a consideraciones de
orden interno".
A raiz del motin militar del 15 de
enero de 1875, adicto al nuevo or-
den que implantaba la fuerza, Pe-
dro Varela lo puso de nuevo al fren-
te de la misma Jefatura el 25 de
junio. Esta vez los revolucionarios
de la Tricolor le hicieron sufrir ho-
ras de rigor, privandolo no solo del
control efectivo de su departamento,
sino tambien obligandolo a evacuar
la ciudad capital en algun momento.
Puesto en situacion de retiro por
la dictadura del coronel Lorenzo La-
torre, solo obtuvo un cargo de miem-
bro de la Comision de Revision del
Escalafon Militar, conferido por de-
creto de 14 de agosto de 1877 y su
vida finalizo. en Montevideo el 12 de
octubre de 1879.
— 35 —
AGU
AGU
AGUILAR, FAUSTO
Militar, general del ejercito na-
cional, que tuvo asimismo giado en
la Republica Argentina, llegando a
ser uno de los mas renombrados y
populares jefes de su epoca. Sin
aventajada estatura ni marcial pre-
sencia, era antes bien de escasa ta-
lla y del tipo mogoloide de los que
Uamamos "nuestros indios", pero de
miisculos apretados que parecian de
acero a fuerza de resistentes y fle-
xibles.
Nacido en el departamento de
Paysandu el 19 de marzo de 1808,
hijo legitimo de Juan Jose Aguilar
y Maria Fernandez, se hizo soldado
en tiempos durcs, en que serlo era
casi una imposicion de la vida, in-
gresando como soldado en la Divi-
sion Faysandii en 1832; llego a ca-
bo en 1834 y a sargento en 1836.
Despues de servir bajo banderas
riveristas en la titulada revolucion
"Constitucional" de 1836 - 3S, a cuyo
termino era sargento mayor gradua-
do del Regimiento de Milicias N° 9,
fue dado de alta en el ejercito de
linea como teniente coronel gradua-
do el 22 de julio de 1839. Continuo
a ordenes de Rivera convertido en
Presidente de la Republica y en los
dTas de la invasion del general ar-
gentino Pascual Echagiie en 1839,
formo parte d^ aquella Division Pay-
sandii que haciendo verdaderas proe-
zas, retardo cuanto fue posible la
marcha hacia el sur del ejercito ene_
rnigo.
Actor en la batalla de Cagancha
— gran victoria nacional — el 29 de
diciembre del 39, mando el 4 9 es-
cuadron de caballeria en el ala iz-
quierda, puesta a las ordenes del ge-
neral Anacleto Medina, y en mayo
de 1846, a ordenes de Garibaldi, es-
tuvo en el combate de Dayman.
Hecho prisionero cuando la toma
del pueblo del Salto por las fuerzas
del generai Servando Gomez el 9 de
enero de 1847, se le condujo a Entre
Rios y alli, despues de algun tiempo
y como sucedia siempre, aparecio
incorporado a los cuadros del gene-
ral Justo Jose de Urquiza y a ser-
vicio de la tricolor entrerriana, su
lanza fue de las que en el potrero
de Vences quebrantaron la heroica
resistencia de los correntinos que
defendian la libertad. Salio de esta
peligrosa prueba sin particular sai-
picadura de sangre, actor en una
dura jornada, pero nada mas.
Siguio las banderas de Urquiza
cuando este se sublevo contra la ti-
rania de Rosas, formando en la es-
colta del capitan general entrerria-
no. Refiere Sarmiento, redactor del
Boletin del Ejercito Grande Aliado,
a proposito de nuestro coronel (a
quien Uama militar muy negado, te-
rriblemente valiente) que el 1 ? de
febrero de 1852, leyendo con Urquiza
los manuscritos del numero en pre-
paracion, este, al escuchar la frase
"el renombrado Fausto" le interrum-
pio diciendo maliciosamente: "Estos
salvajes unitarios se alcahuetean
uncs a otros, se recomiendan y se
elogian."
Una de las modalidades que ha-
cen simpatica la persona de Fausto
— 36 —
AGU
AGU
Aguilar es que se halla libre de
tacha de cruel o de sanguinario ca-
paz de empafiar su justa fama de
excelente jefe de caballeria, jefe sin
precio al frente de un regimiento o
de una division.
Nunca le cuadro dirigir personal-
mente una batalla, pero hubiera sido
capaz de hacerlo porque poseia ins-
tinto militar que iba unido a la prac-
tica de las guerras criollas. En ellas
hizo su escuela, pues era rigurosa-
mente analfabeto, a punto de que no
sabia ni siquiera firmar. Suplia la
falta utilizando un sellito chico de
bronce con su nombre y apellido
grabados en letras perfectas.
Figuraba en los cuadros del ejer-
cito desde el 29 de setiembre de
1853 con el grado de coronel que
tenia en la Argentina, y al produ-
cirse la revolucion de los colorados
conservadores encabezados por el ge-
neral Cesar Diaz adhirio al movi-
miento, y libre por suerte, de ha-
berse hallado en Quinteros, emigro
entonces a la Provincia de Entre
Kics mientras el gobierno lo daba
de baja el 15 de febrero de 1858.
Concluida lo que se llamaria su
etapa entrerriana y la subsiguiente
argentina, cuando sirvio en las gue-
rras civiles de este pais durante
las luchas entre Buenos Aires y la
Confederacion, para irse con Mitre
despues de abandonar a Urquiza en
1859, Fausto Aguilar reaparece en
nuestro escenario militar como uno
de los jefes mas nombrados entre
los jefes revolucionarios de Flores
en la campana que se llamo Cru-
zada Libertadora, de 1863 a 1865.
Multiple en su actuacion, no ha-
bria forma de poderlo seguir en sus
movimientos a traves de la campa-
fia, integrando el grueso del ejer-
cito, cortado solo con una columna
volante, perseguidor o perseguido,
alerta y en guardia o cruzando las
armas con enemigos dignos de su
valor y de su audacia.
Y lo mismo aseguro el triunfo de
Flores en Coquimbo con la rapida
y oportuna intervencion de sus lan-
zas, que arrollo por virtualidad de
audaz empuje, una helada mahana
invernal en la costa del arroyo San
Francisco, en Paysandu, a una fuer-
za enemiga a la cual llevo la carga
despues de arengar a sus soldados
con palabras famosas, que recuer-
dan las del Griego de las Termopi-
las: "Saquense los ponchos, mucha-
chos, que en el otro mundo no hace
frio!"
Gravemente herido de bala en un
hombro en el combate de Las Pie-
dras el 16 de setiembre de 1863, hu-
bo necesidad de conducirlo a Bue-
nos Aires para que le prestaran
asistencia facultativa.
La curacion, largamente demora-
da, no permitio a Aguilar reincorpo-
rarse a filas sino en los ultimos me-
ses de la guerra, en diciembre de
1864, para recibir inmediatamente el
cargo de comandante general de los
departamentos de Salto y Paysandu.
El 20 de febrero del afio siguiente
los revolucionarios floristas entra-
ban en Montevideo, habiendo con-
tado en la etapa final con el apoyo
de fuerzas brasilenas aliadas.
Por decreto del Gobierno Provi-
— 37 — •
AGU
AGU
eorio, de 11 de mayo, Aguilar fue
promovido a brigadier general, pe-
ro puede decirse que apenas sobre-
vivio al ascenso. El 19 de julio de
1865, el destemido Fausto dejaba
de existir en la ciudad de Paysandu.
Viejo enlermo del pecho, verosi-
milmente la herida de Las Piedras
o sus consecuencias mas o menos
proximas aceleraron un proceso fa-
tal.
Sus restos, llegados a Montevideo
el 31 de julio de 1866, recibieron
sepultura en el Cementerio Central
con grandes honores militares, al
mismo tiempo que los del bravo
Leon de Palleja, muerto en la cam-
pafia del Paraguay.
AGUILAR, FRANCISCO
Hombre de negocios cuyas inicia-
tivas y actividades progresistas lo
consagran como uno de los mas des-
tacados pioners del adelanto de la
Nacion en la primera mitad del si-
glo pasado.
Nativo de Tenerife en las Islas
Canarias, donde habfa visto luz en
el ano 1776, embarcose para Sud
Ameriea rumbo al Rio de la Plata
en 1809, no como un emigrante
mas, sino con el plan definido. de
ensayar la colonizacion de tierras
en la actual Republica Argentina, a
cuyo fin traia consigo un grupo de
connacionales agricultores.
La circunstancia de haberse edu-
cado en Inglaterra, donde asimilo
mucho de bueno y comprobo los
milagros que hacen la voluntad y
el trabajo inteligente, explican por
si solos el esplendido rol de Agui-
lar entre nosotros.
La revolucion de mayo vino a
trastornar sus propositos y despues
de un viaje de inspeccion por el sur
uruguayo, decidio abandonar Bue-
nos Aires para sentar reales en la
Villa de Maldonado, donde llego en
enero de 1812, estableciendose in-
mediatamente con una casa de co-
mercio al frente de la cual inicio
su fortuna.
Su calidad de espanol lo perjudi-
c6 en los dias de la lucha por eman-
cjpar la patria, a pesar de que era
hijo de una isla que Espafia gober-
r aba como una colonia oscura y ex-
plotada; pero supo observar Ia con-
ducta medida que correspondia y
cuando estos paises se perdieron pa-
ra la metropoli de modo definitivo el
ano 14, pudo convivir ampliamente
la vida de los criollos en toda su ex-
tension y en todas las esferas, lle-
gando a ser en la epoca de la Vieja
Patria artiguista, Ministro interino
de Hacienda de Maldonado.
Sujeta la provincia al yugo luso -
brasilefio, acepto al extranjero mien-
tras no hubo otro remedio y fue
cabildante de Montevideo en 1823.
Pero fiel a la causa de la libertad,
ayudo a Lavalleja con una buena
suma de dinero cuando se trataba
de financiar la empresa redentora
que el denodado capitan artiguista
principio con su desembarco del 19
de abril de 1825.
Vencedora la patria y reconocido
— 38 —
AGU
AGU
como ciudadano legal, ejercio fun-
ciones de Alcalde Ordinario de
Maldonado y ante el juro la ciuda-
dania la Carta Constitucional de
1830.
En el afio 1826 lo habian hecho
Vice Consul de los Estados Unidos
en Maldonado y mas tarde tuvo
identicas funciones que le confirie-
ron el Reino de Portugal en 1838,
y Suecia y Noruega en 1839.
Era ya por esa epoca uno de lee
hombres mas ricos de la zona Este.
cuya influencia y afanes progresis-
tas se manifestaban en las mas di-
versas actividades. Ganadero, impor-
to de Europa especies de animales
finos que mestizaran los ganados
criollos e introdujo los primeros ca-
mellos que salvaran — como en Afn-
ca — los arenales de la costa atlan-
tica. Agricultor, ensayo cultivos de
vifia en gran escala, convencido .de
que seria una gran fuente de riqueza
nacional y logro la aclimatacion de
multiples especies utiles. Su quinta
denominada "La Florida" fue cele-
bre en Maldonado y sus contornos,
por sus arboles y sus frutas elegidas.
En otro genero de negocios, ex-
ploto la faena de lobos marinos,
arrendatario consecutivo por 22 afios
de las islas del mismo nombre y en
1837 planteo en la Villa una fabrica
de ceramiea, donde se hicieron pro-
misores ensayos y cuyos excelentes
trabajos pueden juzgarse por - las
escasas piezas que han llegado hasta
nosotros.
Intento de igual modo una indus-
tria de salinas y el laboreo de las
canteras de piedra, tan ricas y abun-
dantes en la zona del Este.
Electo senador por Colonia en
183S, reingreso votado por Maldo-
nado el ano 39, y en desempeno
de esas funciones, siendo ademas
miembro y Presidente de la Comi-
sion Permanente, fallecio victima de
un ataque subito, mientras se en-
contraba en la sala de sesiones, el
21 de julio de 1840.
Corresponde notar el error difun-
dido en "Hombres Notables de la Ee-
publica Oriental del Uruguay", con-
signando como fecha de muerte del
progresista ciudadano, el dla 10 de
setiembre. Carente del dato exacto,
a lo que parece, el autor tomo como
fecha la inmediata anterior a la nota
de pesame que el Senado dirigio a la
viuda de Aguilar. Pero esta nota
estaba fechada con dos meses de
atraso, ei dia en que el Senado vol-
via a entrar en sesiones, concluido
el receso constitucional.
AGUIRRE, ATANASIO de la Cruz
Presidente del Senado en ejercicio
del Poder Ejecutivo, desde el 1° de
marzo de 1864 al 15 de febrero de
1865, legislador y hombre politico.
Nacido en Montevideo el 2 de
mayo de 1801, en las campanas de
la Patria sirvio como oficial de la
Comisaria General de Guerra en
junio de 1825, oficial encargado en
1826, comisario particular en 1828 y
comisario general el 2 de noviembre
de 1833.
— 39 —
AGU
AGU
Al dividirsa la opinion del pais
en la guerra civil de 1836 - 38, Agui-
rre que continuaba en funciones de
Comisario de Guerra, defendio la
causa del gobierno constitufdo del
general Manuel Oribe y figuro en-
tre los ciudadanos que, hecha renun-
cia de sus destinos publicos y aban-
donando Montevideo. estuvieron con
el en el campo del Cerrito durante
el Sitio Grande.
Elegido diputado por Minas en
1852, cuando ajustada la Paz de Oc-
tubre se establecio la normalidad
constitucional, su intervencion acti-
va y directa a favor del presidente
Giro, depuesto en 1353 por un mo-
vimiento subversivo, dio lugar a que
el gobierno del Triunvirato le en-
viase, el 23 de abril, su pasaporte
para abandonar el pais.
Eh la presidencia de Pereira tuvo
los nombramientos de miembro del
Consejo Consultivo de Gobierno ins-
tituido en marzo de 1856, pero cuyo
funcionamiento fue aplazado sin
dia, miembro de la Comision de In-
migracion y Colonizacion y de la de
repatrio y socorro de uruguayos.
Diputado por Paysandu en la 5 ?
legislatura de 1858f presento su can-
didatura a senador por Maldonado,
pero no obstante el calor oficial que
la prestigiara, el coronel Bernardino
Olid, caudillo militar de aquellos
pagos, le gano la eleccion.
Votado en el departamento de Sal-
to, ingreso al Senado en 1861 y ocu-
paba ese cargo cuando al plantearse
el problema de la sucesion presiden-
cial de Bernardo P. Berro en 1864,
Berro logro que Aguirre fuese electo
para presidir el alto cuerpo ei 15
de febrero, correspondiendole de es-
te modo ejercer el Poder Ejecutivo
"ad interin" dada la imposibilidad
de renovarse la legislatura estando
el pais conmovido por la revolucion
de Flores.
Dificilisimos eran los momentos en
que Aguirre entraba a actuar corao
primer figura de la politica y mas
dificiles todavia tratandose de un
ciudadano hcnesto y con buenas in-
tenciones, pero mediocre y de esca-
sa fibra, encaprichado en concluir
por la guerra una guerra que no te-
m'a medios para concluir y ultima-
mente bloqueado por camarillas po-
iiticas sin norte, atentas a sus in-
quinas y a sus ambiciones, conforme
resulta del estudio imparcial y do-
cumentado de uno de los periodos
caoticos de nuestra historia.
Los revolucionarios colorados au-
mentaban dfa a di'a en numero y
audacia, demostrando una movilidad
increible, que contrastaba con la
lentitud de los ejercitos gubernistas
que se consumian en marchas y con-
tramarchas inutiles. Para juntarse a
a todo esto, vino luego el conflicto
con el Imperio del Brasil, agudizado
por elementales faltas de tacto del
lado uruguayo. El Imperio, en apoyo
de sus reclamaciones envio un co-
misionado especial, el consejero Sa-
raiva, que de entrada chocc con
nuestra Cancilleria. Fracasada la
mision Saraiva, el Brasil abrio hos-
tilidades contra el gobierno de Mon-
tevideo, uniendose a los revolucio-
narios de Flores.
Sitiada la plaza de Paysandii, el
— 40 —
AGU
AGU
general extranjero Saa fue incapaz
de ir en auxilio de sus heroicos de-
f ensores y la ciudad cayo gloriosa-
mente, tomada por asalto el 2 de
enero de 1864. Saa, contenido en sus
planes por una simple cortina de
revolucionarios habilmente emplaza-
da en el camino, contramarcho has-
ta recostar la espalda sobre Monte-
video.
Al mes de caer Paysandu, Flores
presentose a sitiar la capital, mien-
tras los buques de guerra brasile-
fios dominaban el estuario. Gran
confusion habia en la plaza donde
primaban los elementos mas exalta-
dos propugnando por suplantar la
autoridad de Aguirre por un gobier-
no militar. Aguirre, cuyo mandato
legal terminaba el 15 de febrero del
65, entregd el poder a Tomas Villal-
ba, elegido presidente del Senado,
el cual de inmediato abrio negocia-
ciones de paz, concluyendo — sin
medios de defenderse y para evitar
la ruina de la capital tomada a viva
fuerza — por aceptar las condicio-
nes que el jefe enemigo impuso.
Resigno el poder en este y Flores
entro vencedor el 21 de febrero de
1865.
Aguirre busco asilo en la cano-
nera espanola Vad - Ras y de alii
se traslado dias mas tarde al vapor
Tevere que lo condujo a Parana.
El nuevo gobierno no habia toma-
do ninguna medida en contra suya
en ningun momento y si bien pudo
regresar al pais inmediatamente de-
firio»el regreso hasta fines de mayo
del 67, para vivir en Montevideo en
el retiro de su quinta del Reducto.
Alli transcurrieron sus ultimos dias,
bastante atrasado de salud, ocurrien-
do su muerte el 28 de setiembre de
1875.
AGUIRRE, MANUEL
Militar, a quien se conocio popu-
larmente por el diminutivo de Ma-
nuelillo, jefe del Cuerpo de Serenos
durante el gobierno de Latorre, en
cuyas funcicnes adquirio deplorable
fama por su inconducta y sus arbi-
trariedades. Desempefiaba la jefa^
tura dc este cuerpo desde el 17 de
enero de 1875, pero ingreso en el
ejercito de linea como capitan de
caballeria recien el 21 de mayo de
ese mismo ano, con antigiiedad de
20 de Mayo de 1870 y teniendo ser-
vicios anteriores en la Guardia Na-
cional.
En la revolucion que encabezo el
general Flores en 1863, Aguirre se
incorporo a las fuerzas de la llama-
da Cruzada Libertadora con el gra-
do de teniente 2 9 , sirviendo en el
plantel de infanteria que organiza-
ba Wenceslao Regules y que fue
despues el batallon Florida. Ascen-
dio a teniente 1° y con este grado
paso a la Division Durazno a orde-
nes de Simon Moyano, Uegando a
ayudante mayor despues de la to-
ma de la villa de Durazno el 12 de
agosto de 1864.
Protegido del dictador Latorre,
que supo utilizarlo para distintas
comisiones, llego a teniente coronel
graduado el 10 de marzo de 1877 y
estuvo al frente del Cuerpo de Se-
AGU
AGU
renos hasta mediados de 1881 o sea
algunos meses mas que los que duro
Latorre en el mando, pues el pre-
sidente Francisco A. Vidal' no solo
creyo del caso mantener en su car-
go al que habia sido instrumento
de multiples atentados y demasias
dispuestos por el gobernador prdfu-
go, sino que leconfirio la efectivi-
dad del grado el 26 de abril de 1880
y todavia lo hizo coronel graduado
el 14 de setiembre del 81, fecha en
que Aguirre no era mas Jefe de Se-
renos. ^
La noche del 20 de marzo de 1881,
efectivamente, recien se le intimo a
Aguirre que entregase el cuerpo de
su mando al comandante Maximo
Tajes. Ese mismo dia, una turba de
verdaderos facinerosos preparados
por el comandante Aguirre, habia
atacado las imprentas de los diarios
opositores matando o apaleando a
los que sefialaban como adversarios
del gobierno. El 26 se le acepto la
renuncia que tuvo que presentar
por exigencia, dandole como susti-
tuto al comandante Manuel Bena-
vente, pero la noticia no se hizo pu-
blica en seguida.
Aguirre, que tenia colmada la pa-
ciencia de la capital, no era posible
que permaneciera en el puesto des-
pues de las mazorcadas del 20. La
satisfaccidn y el respiro generales
con que fue recibido el decreto que
lo removia, se demostro con la ma-
nifestacion popular calculada en
1800 personas, que desde la Plaza
Independencia fue al Cabildo a fe-
licitar al Jefe Politico Barreto por
su radical medida, encaminandose
luego al Hotel Central, donde exte-
riorizo al Ministro de Gobierno,
identicos sentimientos. Atronando
con sus gritos hostiles al ex-coman-
c'nnte, la columna paso despues por
la imprenta del diario opositor "La
Razon", uno de los asaltados, para
disolverse al fin frente a la casa del
comandante Benavente.
Pero el pronunciamiento de la opi-
nion no parece que influyo en la for-
ma que era de esperarse ante los
hombres que entonces gobernaban el
pais, si pensamos que el presidente
Maximo Santos hizo promover a Ma-
nuelillo a coronel de caballeria de
linea el 6 de febrero de 1886, jerar-
quia en la que fallecio en Monte-
video el 27 de octubre de 1899.
AGUIRRE, MARTIN
. Senador, diputado y hombre po-
Iftico, nacido en Montevideo el 9 de
julio de 1847. Auxiliar del Ministe-
rio de Relaciones Exteriores el 17 de
julio de 1863, la caida en 1865 del
partido blanco en que militaba por
tradicion de familia, corto por en-
tonces su carrera burocratica.
Revolucionario con Berro el 19 de
febrero de 1868, Aguirre viose en el
caso de escapar con toda premura
ante el mal exito del movimiento,
pasando luego a Buenos Aires don-
de reanudo estudio de derecho doc-
torandese el mismo afio 68, con una
tesis cuyo titulo era "La prescrip-
cion como medio de adquirir entre
las naciones".
Blanco principista en 1874, esta-
— 42 —
AGU
AGU
llado el motin del 15 de enero del 75,
fue Martin Aguirre uno de los mas
empefiados en que el coronel Timoteo
Aparicio se pusiese al frente de la
reaccion armada para restablecer
en Montevideo el gobierno consti-
tucional.
No obstante su radical actitud en
aquellos penosos dias y su partici-
pacion en el movimiento civico lla-
mado Revolucion Tricolor a fines
del 75, aeepto mas tarde, en 1877,
colaborar con el gobierno dicta-
torial del coronel Lorenzo Latorre
en el cargo de Juez de Fuero Mix-
to. Pronto creyo del caso, sin em-
bargo, abandonar el puesto, conven-
cido de que con Latorre era im-
posible marchar. Mantuvo no obs-
tante buena relacion con el Gober-
nador que le permitio ser votado
representante por el departamento
de Canelones, como uno de los inte-
grantes de la camara que en 1879
convertiria al Gobernador en Presi-
dente constitucional, dandole sus vo-
tos en la Asamblea.
Caido Latorre no pudo hallar en-
tendimiento con el nuevo presiden-
te Francisco A. Vidal, pues se le sos-
pechaba no ser ajeno a ciertos pla-
nes del ex-dictador desterrado y
Aguirre opto por emigrar a la Ar-
gentina. Alli lo encontraron los
aprestos revolucionarios de 1886 y
cuando se realizo la invasion del ejer-
cito ciudadano, paso el rio Uruguay
en sus filas y asistio a la batalla de
Quebracho donde fue herido en las
ultimas horas de la adversa jor-
nada.
Despues de la Conciliacidn, mo-
vimiento pohtico decisivo que elevo
al general Tajes al gobierno, salio
electo diputado por Cerro Largo en
1888, el mismo departamento que
lo llevo al senado en 1891.
Martin Aguirre; politico de nota-
ble condicion y politico realista, en-
tro a personificar por esta epoca,
dentro del partido nacionalista, una
franca tendencia de colaboracionismo
opuesta a la orientacion negativa
que era norma de los hombres diri-
gentes de la misma parcialidad, mu-
chos de los cuales, haciendo gala de
un tardio principismo, proclamaban
la abstencion y la violencia en sub-
sidio.
Fue en respuesta precisamente a
un documento emanado del Directo-
rio que presidia J. J. de Herrera,
que Aguirre redacto su manifiesto
de setiembre de 1890, el cual, sea
cual sea la opinion que pueda me-
recer en su contenido politico, es
una hermosa pieza en fondo y for-
ma, llena de sensatez, inspirada en
sano patriotismo y en verdadero
sentimiento ciudadano.
En la eleccion presidencial de los
21 dias de marzo de 1894 propicio
la candidatura del general Luis
Eduardo Perez.
Diputado por Cerro Largo, donde
un jefe militar de prestigio en su
partido, Justino Muniz, le respondia
en absoluto, permanecio en las ca-
maras electas en 1897, no obstante
haberse levantado en guerra los na-
cionalistas bajo el mando de Diego
Lamas y Aparicio Saravia. En los su-
cesos de 1897-98, Aguirre fue depor-
tado por orden de Cuestas el l 9 de
AGU
AGU
diciembre bajo la acusacion de que
conspiraba contra el gobierno, jun-
tamente con los doctores Julio He-
rrera y Obes y Angel Brian. Al dar-
se el golpe de Estado del 10 de fe-
brero, cayo con la mayoria legisla-
tiva que no consintio en someterse
a la imposicion de votar presidente
a Cuestas para el periodo 1898-02.
A despecho del cisma que dividia
a esas horas al partido nacionalista
y al predominio de una tendencia
opuesta a la del Dr. Aguirre, este
conservo prestigio suficiente para
volver a la camara electo diputado
por Rivera en 1902, y llegar a Pre-
sidente del propio Directorio de su
partido siendo reelecto diputado por
Colonia en 1908.
En esta legislatura 23 ? solo una
vez concurrio a la camara, para de-
positar en la mesa un proyecto de ley
electoral sobre la base de sufragio
calificado. Ese proyecto, que nunca
llego a figurar en la orden del dia,
se considero entonces como la sin-
tesis del pensamiento politico de un
hombre inteligente y sagaz, desilu-
sionado en la hora final de muchas
cosas que habfen contado entre los
ideales de su larga vida de luchador.
Fallecio el Dr. Martin Aguirre en
el desempefio de su mandato legis-
lativo el 23 de abril de 1909.
AGUSTINI, DELMIRA
Poetisa, cuyo excepcional valor
Euben Dario fue uno de los primeros
en proclamar en 1912, y cuyo pri-
mer libro de versos publicado antes
de cumplir 20 afios, Vaz Ferreira ca-
lifico sencillamente como un mila-
gro. Como habia llegado, sea a saber,
sea a sentir lo que habia puesto en
ciertas paginas, parecio al filosofo
algo inexplicable por completo.
Hija de Santiago Agustini y de
Maria Martfeldt, nacio Delmira Agus-
tini en Montevideo el 24 de octubre
de 1886 y desde tempranisima edad
dio muestras de talento y de preco-
cidad asombrosas, escribiendo sus
primeros versos a los diez afios y
siendo duena, pronto, de una pro-
funda cultura musical.
Criada y educada en casa de sus
padres, la breve existencia de Del-
mira Agustini no ofrece elementos
para redactar la ficha biografica en
su recto sentido de historia o cuando
menos de itinerario de una vida.
Su obra esta comprendida en cua-
tro unicos libros titulados: "El Li-
bro Blanco" (1907), "Los 'cantos de
la maiiana" (1910), "Los calices va-
cios" y "Los astros del abismo" que
dejo pronto y se publico como obra
postuma.
La critica contemporanea nacio-
nal y extranjera, al emitir juicios
unanimes acerca del valor sustantivo
de sus versos, estudiados y contem-
plados bajo todos los aspectos, con-
sagro a la malograda poetisa monte-
videana ccmo una personalidad de
excepcion, "meteoro en llamas en el
horizonte literario del siglo". "De to-
das cuantas mujeres escriben en ver-
so — dijo Dario en los dias de su vi-
sita a Montevideo — ninguna ha im-
— 44 —
ALB
ALB
presionado mi animo como Delmira
Agustini. Es la primera vez que en
lengua castellana aparece un alma
femenina en el orgullo de la verdad
de su inccencia y de su amor, a no
ser Santa Teresa en su exaltacion
divina".
Esta mujer hermosa y atrayente,
de ojos verdes y cafaellera de luz,
cuyos versos parecen traducir un
temperamento de fuego "pero cuyo
erotismo era nada mas que suefio"
fue muerta a tiros por su propio
marido — que se suicido sobre su
cadaver — en un enloquecido arre-
bato de celos, el 6 de julio de 1914.
La poetisa, a los 28 afios, alcanzaba
entonces el apice de su deslumbrante
trayectoria lirica.
ALBISTUR, JACINTO
Periodista, director o redactor
principal de "El Siglo" durante die-
cisiete afios consecutivos.
No era uruguayo ni inicio su ca-
rrera — que fue la diplomatica — a
servicio del pais. Cuarenta afios de
vida y de labor intelectual en la Re-
piiblica, le ganan, sin embargo, una
real ciudadania uruguaya.
Nacido en 1821, fue nombrado En-
cargado de Negocios y Consul Ge-
neral de Espafia en el afio 1851, en-
trando a ejercer su cargo en 1854,
y mas tarde, en 1856, la Duquesa
Regente de Parma le dio una re-
presentacion semejante.
Estuvo al frente de la Legacion
espafiola en Ivlontevideo hasta el 22
de enero de 1869, fecha en que pre-
sento su carta de retiro y fue susti-
tuido por Carlos Creus y Cemps,
antiguo encargado de Negocios y
Consul, el primero que envio Es-
pafia a nuestro pais.
Ministro en el Peru en 1865, fue
simpatica la actitud de Albistur an-
te el presidente Pezet, tendiente a
evitar la ruptura de relaciones que
mas tarde debia traer el conflicto
armado entre las repiiblicas del Pa-
cifico y el gobierno de Isabel II, y
ia victoria del 2 de mayo en el Ca-
ilao para las primeras.
Mas tarde, separado de las tareas
diplomaticas, regreso a la Repiibli-
ca, donde habia contraido enlace con
una uruguaya.
Kombre de arraigadas conviccio-
nes principistas y liberales, confra-
ternizo muy pronto con nuestros
mas distinguidos elementos intelec-
tuales, integrando — como un crio-
llo — aquel circulo selecto que por
paradoja se llamo de los conserva-
dores.
Pero el modo de juzgar los suce-
sos posteriores y subsecuentes al gol-
pe del 75, el mcdo de encarar suf
consecuencias, mas bien dicho, Ib
distancio de sus camaradas y, con-
tra el "todo o nada" de aquella gen-
te irreductible, ebria de teorias, Al-
bistur levanto la bandera de un po
sibilismo de circunstancias para tra-
tar de salvar lo mas posible en los
afios espantosos de naufragio insti-
tucional.
Penso, como Jose Pedro Varela y
algunos otros, que habia convenien-
ALB
A. L B
cia en servir al pais, sirviendolo ho-
nestamente, en lugar de hacer ls
huelga a los puestos administrativos
que al fin, como una consecuencia
de aquella, terminaban por ser ocu-
pados por los mas ineptcs o los mas
pillos.
Tal vez estaba equivocado pero
en ese camino persevero sin desma-
yo y sin macula.
"Siempre sintio desprecio su alma
honrada por el vicio impudente y
nunca falto a su pluma un reproche
tan culto como se quiera, pero se-
vero en el fondo y en la forma".
Fecundisimo e incansable, escri-
bia un editorial pe-a cada roia de
las dos ediciones de "El Siglo", y
tratando de hacer la mejor obra
prestigio con la eficacia de su dpc-
trina y la autoridad de su diario,
la reforma escolar y las leyes de re-
gistro y matrimonio civil, preparan-
do a la vez, con la exposicion de
los errores de los viejos partidos
tradicionales, el ca-iino del partido
que luego se llamo "constitucional".
En 1886, en los ultimos dias del
gobierno de Santos, sufrio tambien
los rigores del momento y hubo de
ir a la carcel con unos cuantos de
sus colegas de prensa.
La conciliacion politica de 1886
fue el triunfo de la propaganda de
Albistur, la cristalizacion del "cada
uno ceda un poco" predicado diez
afios consecutivos. "Tuvo la satis-
faecion — se ha dicho — de ver triun-
far su doctrina por obra de los que
mas lo fustigaron cuando la predi-
caba en momentos serios y dificiles."
Como todos sus contemporaneos,
cortejo a las iHusas y reunio una se-
leccion de versos en un tomito que
lleva por titulo "Algunas poesias"
— Imprer.ta de "El Siglo" - 1879. No
creia Albistur en los frutos de su
mspiracion, accedia antes al de-
seo de sus amigos al compilar su li-
bro, en cuyo prologo dijo ser solo
"la voz de un hombre que pasa; de
un hombre que ha sentido y ha pen-
sado; es decir, de un hombre que
ha vivido; nada mas".
Una afeccion de la vista entriste-
cio sus ultimos anos, dificultado para
escribir, pero supo sobrellevar es-
toicamente el contratiempo, llaman-
do a si la consideracion respetuosa
y el carino de todos.
Fallecio el 5 de agostj de 1889,
siendo su muerte profundamente
lamentada. Solo discrepo en el con-
cierto unanime de -oces justicieras,
la voz de los catolicos. "El Bien",
cuyos correligionari-s habian sido
sosten poderoso y corifeos de la san-
grienta dictadura de Latorre, no
perdono el posibilismo del periodis-
ta liberal "cuya vida" — a su jui-
cic — estuvo dedicada toda entera a
saciar su odio insano a las mas sa-
gradas creencias, muriendo como ha-
bia vivido y sin que Dios lo visita-
ra en su ultima hora".
ALDECOA, FELIPE
Militar, formado en las filas de
los defensores de Montevideo. Nacio
en la propia ciudad y su nombre
aparece en las filas del ejercito el
24 -de junio de 1843, fecha en que
ALD
ALD
tomo servicio como subteniente de
bandera en el batallon de infante-
ria N 9 4 y a los pocos meses de ini-
ciado en la lucha, el 13 de setiem-
bre del mismo afio, fue herido en
una guerrilla con las fuerzas que si-
tiaban la plaza.
Ascendido a teniente 2 9 el 2 de
julio de 1844, su nombre figura en
las listas hasta el mes de marzo de
1846, en que la revolucion riverista
lo puso al margen momentanea-
mente.
El 15 de febrero de 1847 es dado
de alta de nuevo en el ejercito como
teniente l 9 y despues de prestar ser-
vicios por breve tiempo en el Minis-
terio de Guerra en clase de ayudan-
te y en el Escuadron de Artilleria
Ligera, paso al batallon 2 9 de Ca-
zadores el 3 de octubre de 1847, uni-
dad esta que mas tarde, el 20 de
julio de 1849, tomo el nombre de
"Resistencia".
Capitan de la 3? compam'a el 5
de setiembre de 1850, formo parte
con ese grado y con su unidad, bajo
las ordenes del teniente coronel Juan
Antonio Lezica, en la Division
Oriental vencedora en la jornada de
Caseros a inmediaciones de Buenos
Aires, el 3 de febrero de 1852.
Vuelto a la patria y organizadas
en dos batallones las fuerzas de in-
fanteria que habian participado en
aquella campafia, Aldecoa continuo
sus servicios en el que tomo el
N 9 1.
Afiliado al grupo colorado conser-
vador participo en los sucesos revo-
lucionarios de 1854 y 1855, por cu-
ya causa fue dado de baja del ejer-
cito el primero de diciembre de este
ultimo afio.
En estas circunstancias Aldecoa
emigro a la Argentina, donde los
vinculos de camaraderia que lo li-
gaban a Bartolome Mitre, conmili-
ton suyo en Montevideo, determina-
ron al expatriado oficial a poner su
espada al servicio de la provincia
de Buenos Aires, tomando parte en
las campafias de Cepeda y de Pa-
von —1859-60.
Reincorporada la provincia a la
Confederacion, paso Aldecoa a los
cuadrcs del ejercito argentino y al
estallar la guerra del Paraguay por
la agresion al presidente Lopez,
teniendo grado de coronel y el man-
do del 3er. batallon de infanteria
de linea marcho en la expedicion
destinada a la reconquista de Co-
rrientes, donde fue herido.
Apenas mejorada su salud enca-
minose de nuevo al frente, traslada-
do a esas horas a territorio paragua-
yo y alli continuo la lucha hasta que
una bala lo alcanzo en el vientre
en la sangrienta batalla de Tuyuty
el 24 de mayo de 1866. Evacuado y
conducido a la ciudad de Corrientes
fallecio a las pocas horas de llegar,
inhumandose su cuerpo en el cemen-
terio local.
En setiembre de 1872, nuestro con-
sul en la capital argentina solicito
la correspondiente autorizacion para
que los restos del destemido compa-
triota pudieran ser devueltos a la
patria.
Una calle de Avellaneda (Provin-
cia de Buenos Aires), recuerda su
nombre.
ALE
ALE
ALEGRE, BUENAVENTURA Ea-
mon Santos
Coronel, soldado de la indepen-
dencia de America y de las luchas
por la emancipacion nacional.
Considerado siempre como nativo
de la Villa de San Fernando de Mal-
donado — lugar de residencia de su
padre el catalan Pedro Alegre Ca-
mapana y de donde era oriunda la
madre, — Polonia Gutierrez — la par.
tida de la Iglesia Matriz de la capi-
tal testifica que Alegre nacio en
Montevideo el 1? de noviembre de
1795.
Despues de pasar sus dias de mu-
chacho en Maldonado, apenas tenia
15 aiios en 1811 cuando se alisto en
las huestes patriotas que al mando
de Manuel Francisco Artigas secun-
daron en las primeras horas el le-
vantamiento del pais contra los es-
panoles.
Unido con sus companeros al
ejercito de Artigas la vispera pre-
cisamente de la batalla victoriosa
de Las Piedras, tomd parte en el ler.
sitio de Montevideo y emigro al
Ayui cuando el Exodo.
Durante el 2? sitio concurrio a el
como oficial de las milicias de su
pago y cuando en 1814, sobre la ba-
se de la division de Manuel Fran-
cisco Artigas formose el batallon de
infanteria N 9 9, Alegre ingresd en
el nuevo cuerpo el 3 de marzo con
grado de subteniente, ascendiendo a
teniente 2? el 4 de agosto del mis-
mo ano.
A las ordenes del valiente com-
patriota ccronel Manuel Vicente
Pagola hizo la campafia del Alto
Peni, donde el 9° hubo de salvar en
Sipe-Sipe, el 29 de noviembre de
1815, el honor de las armas de la
revolucion.
El 26 de abril de 1817, sirviendo
todavia en el 9 9 , se le promovio a
ayudante mayor con antigiiedad de
I 9 de febrero de 1815 y formando
parte del Ejercito Libertador de Chi-
le, paso los Andes y le toco actuar
en las batallas que rompieron las
cadenas de la patria hermana.
En 1820 fue de los expediciona-
rios del Perii, participando en las
operaciones y acciones de guerra
hasta la jornada definitiva de Aya-
cucho el 9 de diciembre de 1824.
Hallabase en Chuquisaca el afio
26 cuando solicito y obtuvo de la
superioridad la licencia corrsspon-
diente para regresar a su pais, 'que
entonces luchaba por independizar-
se del yugo brasileno.
Alta en el ejercito de las Provin-
cias Unidas como coronel graduado
siendo teniente coronel efectivo en
el escalafon del ejercito peruano, el
7 de agosto de 1826, se le encuentra
a Alegre en territorio nacional, en
el campamento en el Yi, 2? jefe del
Estado Mayor del Ejercito, en comi-
sion, desde el 5 de setiembre. El 5
de octubre, en el Paso de Quintercs,
se le da posesion del mando del Ba-
tallon N 9 2 de Cazadores.
Al frente del 29 sigue en la cam-
pana contra el Brasil, hallandose en
la batalla de Ituzaingo y despues dei
— 48 —
A L O
triunfo el general Alvear le confi-
rio la efectividad de su grado.
Al retirarse el Ejercito Kepubli-
cano a Cerro Largo donde se pen-
saba pasar la estacion invernal, Ale-
gre pidio licencia para venir a Mal-
donado a fin de visitar a su madre
anciana, de quien se habia separado
el afio 11.
En estas circunstancias, unos ma-
rinos brasilefios que mantenian la
posicion precaria de Punta del Este,
amparados bajo los fuegos de sus
barcos de guerra, realizarcn una
sorpresiva incursion a la ciudad de
Maldonado en la madrugada del 17
de mayo de 1827; y el coronel Ale-
gre, alcanzado de un balazo en el
corazon mientras montaba a caballo
para no ser tomado prisionero, que-
do muerto en el acto.
La vida de este militar de Ame-
rica no esta escrita aiin en la parte
mas importante que es aquella en
que forma en los grandes ejercitos
patriotas del continente. Su hoja de
servicios como soldado de la Liber-
tad de America hay que hacerla
— tarea que no es extraordinaria por
cierto — sobre papeles oficiales chi-
lencs y peruanos, conforme se ha
hechocon la de otros uruguayos sus
companeros de glorias.
Si nuestro esforzado y digno ccro-
nel no tuvo ni deudo ni amigo que se
preocupara de sus servicios ni de sus
proezas para narrarlas o para exal-
tarlas, es preciso y es de justicia que
la imperdonable falta sea reparada
y su nombre brille con gloria mar-
cial.
ALONSO CRIADO, MATIAS
Publicista y abogado, espafiol de
nacionalidad, pero con una vida de
intensas actividades uruguayas des-
arrollada en casi medio siglo de re-
siclencia contmua.
Nacido el 25 de febrero de 1852
en Astorga, Provincia de Leon, vino
a la Republica en 1874, un ano des-
pues de haberse graduado en juris-
prudencia en la Universidad de Sa-
lamanea. Revalido el titulo en nues-
tra Facultad y tras corta estada en
Colonia, eslableciose en Mcntevideo,
donde saco a luz en 1875 el Boletin
Juridico Administrativo. Era la pri-
mera revista de legislacion y juris-
prudencia que hasta entonces exis-
tiera en el pais, desde la cual Alonso
Criado prestigio varias iniciativas de
mejoramiento en el regimen de la
administracion de justicia y algunas
de ellas, dentro de sus k'neas esen-
ciales, se concrefaron despues.
A la revista siguio en 1876 la Co-
leccion Legislativa de la Republica
Oriental del Uruguay, registro anual
de leyes que Uegaria a contar mas
de treinta tomos, y fue luego como
la base del Registro Nacional de Le-
yes y Decretos oficializado, que lo
vino a continuar mas tarde.
Elemento activo y militante entre
los miembros de la colonia espanola,
a los que en aquella epoca dividian
profundas diferencias ideologicas,
intervino Alfonso Criado en miilti-
ples conflictos y tercio en agrias po-
lemicas con los compatriotas adver-
— 49
4
A L O
A L O
sarios, que no perdieron oeasion de
atacarlo con enconada viveza, impu-
tandole relaciones depresivas con el
gobierno dictatorial de Latorre. El,
por su parte, repelio los ataques com
acritud proporcionada y el escanda-
lo de prensa consiguiente.
En 1877 fundo y fue director de
una hoja diaria titulada "La Colonia
Espafiola", puesto del que hizo aban-
dono con una "Despedida", especie
de manifiesto autobiografico que co-
rre impreso en folleto.
Se le debe, asimismo, una compi-
lacion de escritos del agronomo es-
pafiol Juan de Cominges, tres to-
mos de antologia titulada "20.000
pensamientos", impresos en Buenos
Aires, y varios opusculos, asi como
un mapa del Paraguay.
Hombre de negocios al que favo-
recio la suerte, llevo sus actividades
a aquella patria amiga en importan-
tes explotaciones ganaderas e indus-
triales, que ya habia iniciado en el
pais como granjero y hacendado de
tendencias modernas y progresistas.
Por varios afios tuvo la represen-
tacion consular de Chile y de Para-
guay, y en tcda su larga existencia,
concluida en Montevideo el 19 de no-
viembre de 1922, fue un decidido
animador de multiples iniciativas
espafiolas culturales, filantr6picas o
patrioticas.
ALONSO Y TRELLES, JOSE Maria
Poeta, destacadisimo cultor del ge-
nero nativo. Espanol, gaEego, habia
nacido en Santa Maria del Campo,
Rivadeo, el 7 de mayo de 1857, hfjo
de un maestro de escuela asturiano
Francisco Alonso y Trelles y de Vi-
centa Jaren.
Sin ningun apego a tal clase de
disciplinas, viose en la obligacion
de aprender teneduria de libros y
con esa preparacion vino al Rio de
la Plata en 1875, radicando primero
en Chivilcoy, provincia de Buenos
Aires, de donde paso a nuestro pais
para emplearse como dependiente en
una casa de comercio del pueblo del
Tala, en Canelones.
Como ya entonces Alonso y Tre-
lles ensayaba su pluma en lides M-
terarias y dibujaba aunque bastan-
te mal, el director de la escuela pii-
blica, Joaquin Tejera, se intereso por
el, consiguiendo emplearlo modesta-
mente en la oficina del correo de
que era jefe, mientras Trelles lo
ayudaba en la confeccion de un pe-
riodico que el redactaba.
En el afio 1883 se" ausento para
Rio Grande del Sur, casado ya en-
tonces ccn una hija de su antiguo
primer patron, viviendo por alla
cerca de cuatro afios, en los cuales
se familiarizo con el idioma portu-
gues, llegando a hablarlo bien y a
escribirlo pasablemente.
De vuelta en Tala, fracasados los
negocios brasilefios, dirigio sus ac-
tividades al campo judicial y tra-
bajando como procurador hizo a la
vez estudios de notariado y aunque
pudo aprobar poco a poco las asig-
naturas correspondientes, no alcan-
zo nunca a rendir el examen gene-
ral.
Viviendo de sus asuntos y del pe-
— 50 —
A L O
A L O
quefio sueldo de secretario de ls Co-
mision Auxiliar, Alonso y Trelles se
convirtio en uno de los pocos ele-
mentos inteiectuales del Tala, ora-
dor de las fiestas patrias, fundador
del cuadro dramatico del pueblo,
cuyas representaciones regia y cu-
yas piezas escribia y ensayaba, pro-
pietario y unico redactor de "El Ta-
la Comico", periodiquito fundado en
noviembre de 1894, y de "Momen-
taneas", que le subsiguio.
Mezclado en poMtica, como no po-
dia menos de sueeder, se hizo ciuda-
dano legal en el afio 1902 y en las
elecciones para formar la 23 ? legisla-
tura salio electo ler. suplente de di-
putado por el departamento de Ca-
nelones para el periodo 1908-11. Co-
mo falleciera el titular antes de er*-
trar en funciones la camara, Alonso
y Trelles paso a reemplazarlo. Era un
mal periodo en que la tirantez po-
litica de los partidos haciase sentir
no solo en el recinto de sesiones si-
no en las propias antesalas de la
camara. Conformandose con las
consignas rigidas que impusiera el
presidente del directorio nacionalis-
ta Dr. Martin Aguirre, los legislado-
res de esta parcialidad formaban
tertulia aparte en un saloncito ex-
clusivamente reservado para ellos.
Exeepcion hecha del Dr. Aurelia-
no Rodriguez Larreta, que siempre
circuld libre por antesalas y gale-
rias, pues no acato nunca la absur-
da consigna, Alonso y Trelles era
uno de los pocos diputados oposito-
res que alguna vez se acercaba a
cambiar ideas con sus colegas colo-
rados.
Por lo demas, mostrd siempre
una actitud retraida y su voz — que
sin tener acento gallego conservo
siempre un marcado seseo espafiol — ■
se escucho raramente en el recinto.
Su nombradia como hombre de le-
tras todavia no rebasaba de un circu-
lo muy reducido. "El Viejo Pancho"
era ignorado por este tiempo, y es
logico que pasara desapercibido co-
mo pasd quien era tan modesto de
natural.
No fue reelecto al fin de su man-
dato en la camara y entonces em-
prendid un viaje a Europa para vi-
sitar a su anciana madre y a sus dos
hermanos.
Los afios que siguieron al regre-
so fueron los afios de la consagra-
cion literaria y el 8 de enero da
1922, la ciudad de San Jose, txibu-
tandole justo y excepcional home-
naje, lo eonsagro ante el pais como
excelente cultivador de la poesfa
criolla.
Una larga enfermedad que lo fue'
aniquilando despues de sufrir mu-
cho, concluyo con su vida en Mon-
tevidedo, el 28 de julio de 1924, pero
sus restos mortales fueron a reposar
en Tala, donde dormia su hijo pri-
mogenito.
Alonso y Trelles, — piensa uno de
sus criticos — desarrollo su vida li-
teraria como dramaturgo aldeano,
versificador castizo, hombre de pren-
sa y poeta criollo, pero solamente
bajo este ultimo aspecto — aspecto
superior reconocido sin distingos —
es que lo han de contemplar las ge-
neraciones vinientes.
Conocido unicamente por sus co-
— 51 —
ALV
ALV
laboraciones en "El Fogon", perio-
dico nativista donde firmaba con el
nombre de "El Viejo Pancho", su
primer libro "Paja Brava", apare-
cido en 1915 — que tenia anticipa-
dos elogios de periodistas de tierra
adentro como Luis Hierro y Casia-
no Monegal — desperto particular
interes.
Desde entonces, el nombre y la
lama de Alonso y Trelles no han
hecho sino acrecentarse y en la ac-
tualidad tiene un puesto eminente
y muy personal sobre todo, entre los
cultores de la poesia criolla en el
RIo de la Plata.
"Paja Brava", coleecion de versos
de la cual se han heeho seis u ocho
ediciones es — puede decirse — el
unico exponente bibliografico de
Trelles, fuera del cual apenas conta-
rian — como elemento de estudio
critico — "Juan el Loco", poema de
1897, y "Guacha", ensayo de drama
nacional.
ALVAREZ, JULIAN
Constituyente de 1830, legislador y
magistrado.
• Nacido en Buenos Aires el 9 de
enero de 1788, hijo de Saturnino Al-
varez, espanol, y de madre portefia,
la buena posicion de su familia le
permitio tener los mejores maestrcs
de la epoca y desde 1800 fue alumno
del Colegio de San Carlos, pasando
en 1804 a la Universidad de Cordo-
ba. Aqui estuvo poco tiempo, pues
se traslado a Chuquisaca, siguiendo
cursos en la Universidad Mayor de
San Francisco Javier, en la cual ob-
tuvo el titulo de doctor en Canones
y Leyes en 1808.
De vuelta en Buenos Aires, sus
padres, con el absolutismo de la epo-
ca, r-esolvieron destinarlo a servi-
cio de la Iglesia y ya con los habi-
tos de reglamento aprontabase para
disputar en concurso un cargo en
la Catedral, cuando la Revolucion
de Mayo trastorno todos los proyec-
tos, pues Alvarez, en alas de sus in-
timas inclinaciones que no lo diri-
gian precisamente al sacerdocio,
adhirio desde el primer momento a
la causa de la patria, y en enero de
1811 tuvo un destino en la Secre-
taria de Gobierno de las nuevas
autoridades.
Ligado a la marcha de los sucesos
politicos, fue diputado por San Juan
en la Asamblea del ano 12, oficial
l 9 del Ministerio de Obras Publi-
cas y redactor de la Gaceta, sin per-
juicio de que en las luchas de las
facciones se hubiera visto destituido,
procesado y perseguido. A la hora
en que la anarquia hizo presa de las
provincias, el ano 1820, el Dr. Alva-
rez, que recobraba la libertad des-
pues de haberse visto asegurado en
la prision con una barra de grillos,
abandono su ciucfad natal y con to-
dos los suyos vino a vivir en Mon-
tevideo. Aqui, excusando cualquier
contacto con los dcminadores de la
Cisplatina, contrajose a su profesion
de abogado que ejercio con notorio
prestigio.
El levantamiento de la Provincia
ALV
ALV
el afio 25 lo volvio, sin embargo, a
la vida politica y electo diputado
por San Jose, vino a incorporarse a
la Asamblea General Constituyente
y Legislativa el l 9 de enero de 1829,
pero sin renunciar a su patria de ori-
gen y dispuesto a renunciar su cargo
en caso de que se planteara la op-
cion.
Participo el Dr. Alvarez con gran
empeno en las tareas de la Asam-
blea y — segun su prolijo biografo —
"aporto a aquel conclave de primi-
tivos sus luces juridicas y contribu-
yo con asiduidad y teson a la obra
constitucional, siendo por su pon-
deracion y su equilibrio uno de los
artifices mas lucidos de nuestro pri-
mer Codigo Politico".
Organizados los poderes piiblicos
de la joven Republica, dimitio la di-
putacion al ser electo camarista del
Superior Tribunal de Justicia el 12
de agosto de 1829, cuya presidencia
entro a ejercer en marzo de 1832,
cargo que mantuvo 12 afios, hasta el
dia en que hizo abandono de la ad-
ministracion publica.
Iniciado el infaltable periodo de
luchas internas en el cual debia de
moldearse el pais, lenta y dolorosa-
mente, cuando alrededor de los cau-
dilios los bandos politicos principia-
ron a concretarse, el Dr. Alvarez, por
inclinacion natural figuro entre los
partidarios del general Fructuoso
Rivera, el hombre de guerra "que
— segun el maestro de Ariel — pro-
pendio siempre a reconocer y con-
sagrar el valor sccial y politico de
la inteligencia y se roded de ele-
mentos de civilizacion, de saber y
de cultura".
Electo diputado por Soriano en la
primera legislatura, ejercio su man-
dato, no obstante su investidura
de juez, previa la declaracion oficial
correspondiente, de que no eran
incompatibles.
Participe en las enconadas polemi-
cas de prensa del termino guberna-
mental de Rivera, en el del general
Oribe, antes y despues de que se en-
cendiera la guerra civil, su predica
fu6 de cordura, de tolerancia y de
concordia, tccandole formar entre los
miembros de la Comision que nego-
cio la paz del Miguelete n 1838.
Restablecidas las normas de la
Constitucion al cabo del intermato
dictatorial de Rivera, fue electo di-
putado por Montevideo.
Presidente de la Camara en tres
periodos, su politica de apacigua-
miento se hizo cada vez mas acen-
tuada, propugnando porque el pre-
sidente Rivera — en aquel segundo
periodo de mando — no reincidiera
en los errores del primero, evitando
a la vez los escollos en que habia
concluido por estrellarse el presi-
dente Oribe.
Vivio los dias de la Guerra Gran-
de y alcanzo todavia los primeros
nueve meses, jubilado como cama-
rista desde el 23 de setiembre de
1841.
Invitado a participar como Secre-
tario de Estado en las funciones del
Gobierno, negose a salir del retiro
en que se habia refugiado, para en-
tregarse pacificamente a estudios de
— 53 —
ALV
ALV
letras y en especial a las letras his-
t6ricas, de su predileccion.
Su fallecimiento tuvo lugar el 25
de noviembre de 1843 y el Gobierno
de la Defensa le decreto honores
conformes a la categoria de briga-
dier general.
ALVAREZ, Miguel SATURNINO
Ministro y magistrado judicial,
nacido en Montevideo el 26 de ma-
yo de 1826, hijo de Julian Alvarez
y de Pascuala Obes.
El 4 de abril de 1848 entr6 al Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores en
calidad de olicial auxiliar, sirvien-
do ese puesto hasta abril de 1852 en
que pas6 a oficial de la Colecturia,
donde iba a permanecer hasta no-
viembre de 1856. En ese periodo ini-
cia y concluye su carrera de dere-
cho, graduandose de licenciado en
jurisprudencia en 1854.
Al triunfo de la revolucion del
general Flores fue designado Juez
de lo Civil de la 1? Seccion con fe-
cha 3 de marzo de 1865, puesto que
sirvi6 hasta junio de 1867. Poco
duro la interrupcion de la carrera
sin embargo y en marzo del 68 re-
ingresaba a la magistratura con
igual destino que el anterior, pero
en funciones de Juez de la 2? Sec-
cion.
El 4 de marzo de 1873, recien elec-
to Presidente de la Republica el Dr.
Jose" Ellauri, llamo a su lado al Dr.
Alvarez para integrar el gabinete
en la cartera de Gobierno. No obs-
tante las graves dificultades del pe-
riodo en que hubo de actuar, des-
empefiose cumplidamente en su ele-
vado cargo y solo el 13 de enero de
1875, por superiores razones de con-
veniencia politica, hizo abandono de
su cartera. Designado para sucederla
Juan Ramon Gomez, este no tuvo
tiempo de tomar posesion del Mi-
nisterio pues al siguiente dia esta-
116 el motin militar que dio en tie-
rra con las autoridades constituidas.
En tarea de reorganizarse el Po-
der Judicial cuando el coronel La-
torre, abandonando la dictadura se
hizo votar Presidente constitucional,
la Asamblea eligio al Dr. Saturnino
Alvarez, junto con los doctores Lau-
delino Vazquez y Martin Berindua-
gue, como integrante de la primera
Sala del Tribunal de Justicia, pero
don Saturnino hizo renuncia del car-
go fiel a la honradez de sus con'-
vicciones principistas. La Asamblea
acepto la dimision, designando para
sustituto al Dr. Rosendo Otero.
Luego de continuar alejado de la
vida publica todo el deplorable pe-
riodo gubernamental de Santos, fue
electo senador por Minas en marzo
de 1887 en la presidencia del gene-
ral Tajes y del Senado paso a Mi-
nistro del Supremo Tribunal de Jus-
ticia el 16 de junio del mismo ano,
llenando la vacante del camarista
Dr. Rucker. Formaba parte de aquel
cuerpo cuando se creo la Alta Cor-
te de Justicia en el afio 1907. La
avanzada edad y la salud escasa del
Dr. Alvarez alejaban la posibilidad
de que el dignisimo magistrado vie-
— 54 —
ALV
ALV
se coronada su carrera ingresando
al supremo organismo judicial, y de-
j6 el cargo el 25 de noviembre del
citado afio.
Acogiose entonces al retiro con
casi 38 afios cumplidos de merito-
rios servicios rendidos al pais y vi-
no a fallecer en la capital, en medio
de todos los respetos que merecia su
austera vida, el 3 de diciembre de
1911.
ALVAREZ, RAMON Manuel
Progresista y emprendedor ciuda-
dano a quien se debe el proyecto y
planteamiento de varias importantes
poblaciones en el sur de la Repu-
blica.
Habia nacido en Montevideo, el
31 de agosto de 1833, hijo de Jose
Alvarez y de Felipa Medina, espa-
fioles.
Vinculado a los departamentos mas
proximos a la capital por la indole
de sus ocupaciones habituales, con-
cibio la idea de implantar en sitios
que ofrecieran adecuadas condicio-
nes, los metodos de sub-division de
tierras y creacion de barrios que —
por los afios de la decada 1870 — ha-
bian cobrado credito y desarrollo
extraordinario, merced a la accion
de compafiias particulares expresa-
mente organizadas.
Eran estas los llamados popular-
mente "Fomentos" que propiciaban
la venta a largos plazos de pequefias
fracciones, que los adquirentes en-
traban a poseer de inmediato a con-
dicion de mejorar y poblar sus par-
celas.
En ese orden de ideas Alvarez pu-
so en planta el pueblo de La Paz, en
la margen derecha del arroyo Las
Piedras, en Canelones, lindando eon
el departamento de la Capital; el
denominado 25 de Agosto, en Flo-
rida, proximo al rio Santa Lucia, y
el de 25 de Mayo, conocido luego
por Isla Mala, tambien en Florida.
Ubicaciones elegidas con tino, al-
gunas como La Paz e Isla Mala
en sitios abundantes en canteras de
buena piedra y ligadas todas ellas a
la capital por los rieles del ferroca-
rril, los adelantos y la prosperidad
correspondieron a la iniciativa de
su fundador.
Los propios terrenos — ademas —
proveian a Alvarez de dinero para
mejorar y embellecer las localida-
des: los bancos de la plaza de La
p az — por ejemplo — fueron paga-
dos con solares. Las parcelas obte-
nian, por otra parte, precios increi-
bles y en la precitada localidad, mi-
diendo 10 por 45 varas, se coti-
zaban en 1872 a 100 pesos.
El negocio de tierras sufrio con el
tiempo una grave merma y el des-
crddito de los "Fomentos" caidos en
falencia, repercutio sobre todos. En
1882, Alvarez, arruinado, se habia
ido a vivir en Isla Mala.
Francisco Piria — el gran especu-
lador en solares — rindiendo home-
naje a. Ramon Alvarez, dijo alguna
vez, que era un "incansable obrero
del progreso" y uno de esos hom-
bres que como los dioses, nunca de-
— 55 —
i
AL V-
ALV
bian envejecer, lamentando el des-
amparo en que dejaba el pais a
quien tanto habia contribuldo a su
adelanto.
B'allecio en Montevideo el 12 de
marzo de 1897.
ALVAREZ BENGOCHEA, FELIPE
Ciudadano con servicios a la cau-
sa patria, que remontaban a los dias
del primer levantamiento del pais a
la voz de Artigas, y Secretario de
la Asamblea de la Florida.
Natural de San Fernando de Mal-
donado, sus primeras funciones pii-
blicas las desempen.6 en su villa
natal, como Secretario del Cabildo.
Hombre civil, se hizo soldado pa-
ra enfrentar a los portugueses en sus
invasiones y fue de los gloriosos
vencidos de India Muerta el 19 de
noviembre de 1816.
Sojuzgada la provincia por el ex-
tranjero, en 1824 marcho a radicarse
en Maldonado para ejercer la pro-
fesion de escribano, conforme lo ha-
bilitaba un titulo reciente, pero la
expediccion de Lavalleja en abril del
afio siguiente vino a interrumpir sus
tranquilas tareas, pues desde el pri-
mer momento diose por entero al
movimiento emancipador.
Recomendado por su entusiasmo y
adhesion probados a la causa de la
libertad, asi como por la indole de
sus actividades profesionales, los
asambleistas de la Florida lo distin-
guieron con el cargo de Secretario,
tocandole en esas funciones redactar
las Actas historicas del 25 de Agos-
to de 1825, cuando la provincia
Oriental, reasumio la plenitud de la
soberania.
En momentos en que los diputados
entraron en receso, en el mes de
noviembre, Alvarez Bengochea pas6
a ejercer funciones de Escribano del
Gobierno provincial, cuyo protocolo
estuvo a su cargo hasta fines del
afio 26 y en el propio termino, a tl-
tulo provisorio, desempeho tempo-
ratmente la Secretaria del mismo
gobierno.
Constituida la Republica, se le en-
cuentra en 1834 en la Villa de Rocha
tiabajando como notario. Nombrado
Receptor de la Aduana de Salto en
febrero de 1836, la revolucion enca-
bezada por su amigo el general Ri-
vera lo determino a abandonar el
cargo para unirse a sus compafieros
de causa.
Apenas la revolucion triunfo, el
jefe vencedor en ejercicio del go-
bierno, fue llamado a desempenar la
receptoria de Maldonado el 15 de
octubre de 1838.
Siguio al caudillo amigo en las al-
temativas de la Guerra Grande com-
partiendo los altibajos |3e su fortu-
na y en los dias en que Rivera ha-
llabase en Rio Grande proscrito,
Francisco Javier Brato testigo pca-
sional, tuvo oportunidad de encon-
trar por alla, emigrado a su turno, a
Alvarez Bengochea.
Probablemente fue en esta limf-
trofe provincia del Imperio donde
terminaron sus dias, en fecha que
todavia nos falta precisar.
— 56 —
AMA
AMA
AMARILLO, JAVIER
Jefe de milicias descendiente de
aborigenes, de donde el general apo-
do de Indio Amarillo con que se le
conocia, aunque tal vez la grafia pu-
diera ser Amarilla.
Famoso en la zona noroeste de la
Republica, su pago habitual era la
campafia del antiguo departamento
de Salto. Analfabeto y sin capaci-
dad para discernir claramente, pe-
leo en uno u otro bando, segun le
vinieran las cosas y segun lo que
creia sus conveniencias.
Duefio de un temperamento gue-
rrero a toda prueba, "pelear era su
descanso" conforme al dicho clasi-
co, al principio de la Guerra Gran-
de mantuvose en armas contra lcs
oribistas. Titulabase capitan y am-
parado en los montes donde era ba-
quiano, tuvo en alerta a las autori-
dades de Salto y Paysandu, pero
luego peleo al lado de Lamas contra
los riograndenses depredadores de la
frontera. En el alzamiento de lcs
caudillos oribistas en 1853, para re-
poner en el gobierno al presidente
Giro, se le encuentra de nuevo en
armas.
El 21 de setiembre se presento
frente a la Villa del Salto con un
abigarrado escuadron de setenta
hombres donde predominaba el ti-
po mestizo o indio, pero hallando al
pueblo en aptitud de defenderse, de-
sistio del ataque e hizo rumbo a
Dayman.
El 24 tuvo un choque con las
fuerzas del comandante Sandes y
su gente se le disperso, pero a los
pocos dias ya estaba de nuevo al
frente de una buena hueste.
En el parte en que se noticia la
muerte del comandante Timoteo Do-
irunguez, sorprendido en Soriano en
noviembre de 1853, se mencionan
como jefes de las fuerzas que lo de-
rrotaron, a Francisco Laguna y a
Amarillo.
Con la movilidad que le distin-
guia al capitan indio, en diciembre
se le situa de nuevo en Paysandu,
aunque con gente tan mermada que
entro en tratativas con el comandan-
te Jose Mundell, jefe de vanguardia
de Sandes, para someterse. Mundell
lo indulto pero lo retuvo a su lado
con 7 de sus hombres.
Parece, no obstante, que el some-
timiento fue una treta y que Ama-
rillo solo esperaba la ocasion de fu-
gar y en preparativos del golpe en-
vio uno de los suyos a tomar noti-
cia de las fuerzas y caballos del ca-
pitan Soria, desprendido de la gen-
te de Mundell. Sospechando este de
las intenciones del peligroso indio,
opto por remitirlo a su jefe en la
ciudad de Paysandu.
Sandes, que peco siempre de ex-
peditivo y duro, lo mando fusilar el
19 de diciembre de 1853. La ejecu-
cion del capitan Amarillo sin pre-
vio juzgamiento legal, configura una
demasia cruel e injustificable, sin
que valga alegar que se trataba de
practicas corfientes en aquellas agi-
tadas epocas.
AMI
AMI
AMILIVIA, GERONIMO de
Militar, nacido en Espafia, que
vino muy mozo a esta tierra y se
vinculo a ella, formando en los cua-
dros de nuestros ejercitos, afiliado
siempre al Partido Blanco.
Nacido en Zarauz — provincia de
Guipuzcoa — el 11 de mayo de 1821
y destinado a la carrera eclesiastica,
f ugo ■ del colegio cuando tenia trece
afios para sentar plaza voluntario, en
las filas del pretendiente Carlos V,
en la guerra de siete afios.
Terminada la lucha civil en 1840
con el Cor--!nio de Vergara, emigro
primero a Francia y dos afios mas
tarde embarcdse para America, rum-
bo a Montevideo, donde tenia dos
hermanos, uno de ellos cura. Llego
aqui en noviembre del 42 y marcho
al departamento de San Jose.
En dias en que despues del desas-
tre de Arroyo Grande, el coronel
Antonio Diaz preparaba el levanta-
miento de los elementos blancos de
campana que facilitarfan la invasidn
y las operaciones al sur del Rio Ne-
gro, el comisionado para obrar en
San Jose fue el teniente coronel
Juan M. Caballero, al que se le con-
firio el titulo de Comandante Gene-
ral del departamento.
Entonces Amilivia y su hermano
Juan Jose tomaron las armas en las
filas . blancas, porque entre "los
blancos" y contra los "negros" ha-
bian peleado en Espafia, donde se lla-
maban blancos los carlistas y negros
los liberales.
Como sus paisanos y como los
nuestros, "vivia de habitos, es de-
cir, de tradiciones, y no de ideas"
y sirvio a los blancos toda la guerra.
Antiguo soldado, recien le dieron
entrada en las fuerzas armadas con
el grado de capitan de Guardias Na-
cionales de San Jose en 1863. En
julio del mismo afio el presidente
Bernardo Berro lo ascendio a sargen-
to mayor graduado y llego a tenien-
te coronel de linea el 18 de febrero
de 1865.
Su carrera quedo detenida con la
caida de los gobiernos de su parcia-
iidad, y vivio en permanente rebe-
lion interior, pronto a alzarse en ar-
raas cuando cuadrara. No obstante,
en la presidencia del doctor Herrera
y Obes se le confirio el grado de
coronel (1890) y la efectividad U&a-
tro afios mas tarde.
En el intervalo de estas fechas de
su carrera oficial, fue revoluciona-
rio las veces que el ^partido blanco
levanto bandera de guerra. En la re-
volucion de 1870-72, tuvo a sus 6r-
denes un batallon, en el Sauce.
Cuando el movimiento popular en
1886, vino al pais con el ejercito qua
vadeo el Uruguay por Guaviyu, en
caracter de jefe del 3er. batallon de
infanteria, encontrandose en la de-
rrota del Quebracho el 31 de marzo.
En las revoluciones de 1897 y 1904
tambien salio a campafia, dando
muestras de energia y de resisten-
cia raras en hombres de tan avan-
zada edad.
Fue en sus ultimos dias un sim-
bolo viviente del pasado a quien se
— 58 —
AMU
AMU
dispensaba justa consideracion. En
1909, refiriendose a las tendencias
que dividian al Partido Nacionalis-
ta — que era el partido blanco y el
suyc — dijo: "Nosotros, los viejos
partidarios, no sabemos que es eso
de radicales ni conservadores: nos-
otros somos siempre blancos del Ce-
rrito".
Murio el veterano coronel Amili-
via en Montevideo a los 89 afios, el
6 de setiembre de 1910.
AMUEDO, JOSE
Militar, de carrera mas afortuna-
da que intensa, que alcanzo a gene-
rsl de la Republica.
Nacido en Montevideo el 7 de mar-
zo de 1852, hijo de Jose V. Amuedo
y de Micaela Pimienta, se enrolo co-
mo soldado distinguido en el bata-
llon 2? de Cazadores en abril de
1871, durante la revolucion encabe-
zada por el coronel blanco Timoteo
Aparicio.
Al ajustarse la paz tuvo categoria
de subteniente de bandera en junio
de 1872, y de subteniente el 14 de
febrero de 1873. Ascendido a te-
niente 2? el 24 de abril de 1875 y
a teniente l 9 el 29 de setiembre de
1876, el 8 de enero de 1879 llego al
grado de capitan.
Vinculado al coronel y mas tar-
de capitan general y todopoderoso
Maximo Santos, este le dispenso su
proteccion ascendiendolo a sargento
mayor el 2 de mayo de 1881, pasan-
do en este mismo mes a la Jefatura
de Paysandu, como comisario de 6r-
denes e inspector de policia, cargo
que desempefio hasta febrero del 83,
fecha en que, ascendido a teniente
coronel graduado el 24 de febrero,
fue nombrado edecan del gobierno.
El 21 de abril de este mismo afio
le eonfirio la 2 ? jefatura del bata-
llon 5 9 de cazadores, puesto en el
que no estuvo ni un mes, pasando
el 7 de mayo a mandar la unidad
como jefe. De tal destino se le tras-
lado en calidad de 2? al 1 ? de ca-
zadores el 22 de abril del 84, siendo
designado para mandarlo en jefe el
23 de diciembre.
Al frente del l 9 en el ejercito del
general Maximo Tajes, se hallo en
la batalla del Quebracho el 31 de
marzo de 1886 y a caballo, cubier-
to con un poncho blanco que lo se-
fialaba a las balas enemigas, siem-
pre en los puntos de mayor peligro,
el valor y la serenidad de Amuedo
llamaron la atencion de amigos y
enemigos.
Teniente coronel desde el 9 de fe-
brero de 1886, ascendio a coronel ei
18 de noviembre del mismo afio.
Cuando sobrevino la renuncia pre-
sidencial de Santos y asi que prin-
cipio a disenarse la reaccion politi-
ca del nuevo presidente general Ta-
jes, el coronel Amuedo manifestose
dispuesto a acatar como militar las
medidas que el primer magistrado
pudiera tomar dentro de sus atribu-
ciones legales, pero solicito se le
dispensara de intervenir en forma
activa y formal contra un regimen
y un hombre a quienes habia ser-
AMU
ANA
vido. El general Tajes, interpretan-
do sus escrupulos lo llamo a su la-
do como Edecan de la Presidencia,
reemplazandolo en la jefatura del 1°
por el coronel Pedro Callorda, con
fecha 22 de diciembre de 1886.
Persistiendo en su actitud perso-
nal respecto al general Santos, lo
visito en el destierro de Buenos
Aires, durante su ultima enferme-
dad, siendo uno de los antiguos je-
fes que lo rodeaban en su lecho de
muerte.
Considerando estos detalles de ca-
lidad moral, el Dr. Julio Herrera
y Obes designo a Amuedo jefe del
l 9 de Cazadores el 22 de agosto de
1890, rnanteniendolo en el puesto
hasta el fin de su gobierno y le dio
el grado de general de brigada el
17 de febrero de 1894.
Llamado a servicio en 1897 por
Idiarte Borda, como Comandante de
Fronteras al sur del RIo Negro du-
rante la revolucion nacionalista, re-
nuncio su puesto por discrepancias
con el Presidente.
Derrocada la Asamblea Nacional
en 1898 y proclamada la dictadura
de Juan Lindolfo Cuestas, el general
Jose Amuedo fue el hombre sefia-
lado para polarizar las fuerzas opo-
sitoras poniendose al fren',-2 de la
reaccion contra el gobierno de he-
cho. Pero su estado de salud era en
extremo delicado y en espera de su
mejoria fue necesario aplazar una y
otra vez el proyectado movimiento.
Inutil espera, por lo demas, pues el
general fallecio el 17 de junio de
1898, a la hora en que los aconteci-
mientos poh'ticos parecian ofrecerle
un papel de excepcional importancia.
Temeroso el gobernante de facto
de que el entierro de Amuedo diera
motiyo a manifestaciones opositoras,
ordeno apresurar el acto de la inhu-
macion a la vez que dispuso cuida-
dosas medieas militares, concentran-
do fuerzas en ciertos cuarteles por
cuyo frente debia desfilar el cortejo.
Era Amuedo hombre de caracter
reservado y de figura marcial en que
se mezclaba la simpatia y el respe-
to. Honrado y sereno por tempera-
mento, paso por una epoca tremen-
da de la historia nacional sin que se
le -concrctara una accion capaz de
significar tacha singularizada.
El 26 de julio de 1894 habia con-
traido enlace con dona Teresa Mas-
caro. viuda del presidente Maximo
Santos.
ANAVITARTE, FEDERICO Segun-
do Maria
Periodista y mihtante politico
uruguayo, ultimado en el Paraguay
por orden del mariscal Francisco So-
lano Lopez.
Nacio en Montevideo el 9 de fe-
brero de 1833 y desde joven senalo-
se pcr su exaltacion, que al finali-
zar la administracion de Berro y co-
mienzo de la de Aguirre agudizose
mas todavia, siendo una de las plu-
mas bravas del diario "El Pais" de
Montevideo, que no pecaba desde
Iuego por su moderacion.
Uniendo la accion a la palabra,
prestaba servicios militares como
teniente 1° de un batallon de Guar-
— 60 —
ANA
ANA
dias Nacionales en Montevideo.
Triunfante la revolucion colorada
del general Flores, que el tan encar-
nizadamente habia combatido, paso
a Entre Eios dispuesto a irse al
Paraguay para volver con los auxi-
lios que prometia a los blancos ven-
cidos el presidente Francisco So-
lano Lopez.
Saliendo de Concepcion del Uru-
guay el 22 de agosto de 1865 y fil-
trandcse por entre las poblaciones y
lineas argentinas, consiguio despues
de una travesia de ciento cincuenta
leguas llegar al campamento para-
guayo de Las Cuevas. con un grupo
de correligionarios donde f ormaban
el Dr. A. de las Carreras, Telmo L6-
pez, Antonio Tome y otros. Del cam-
pamento un buque de guerra para-
guayo los condujo a Humaita y de
alli pasaron a Asuncion.
En esta capital vivio unos cuantos
meses y llevaba camino de unirse
con la hermosa asuncena Barbara
Jovellanos, cuando comenzaron los
terrores del Mariscal Presidente.
Envuelto en las sospechas y en los
chismes de los espias del tirano fue
preso, llevado al ejercito y ejecuta-
do por fin despues de sufrir los
barbaros tormentos de la "justicia"
del Supremo, del mismo modo que
casi todos los compatriotas uru-
guayos que cegados por la ilusion
lopista, cayeron bajo la garra del
Mariscal guarani.
Su nombre esta incluido eti las
famosas "Tablas de Sangre" del ge-
neral F. I. Resquin, correspondientes
a los dias atroees de San Fernando,
donde figuran tantos nombres ilustres.
ANAYA, CARLOS
Encargado varias veces del Poder
Ejecutivo en su calidad de Presiden-
te del Senado; soldado de la Patria y
miembro de la Asamblea de la Flo-
rida el afio 25. Nacido en la villa de
San Pedro, en Buenos Aires, el 4 de
noviembre de 1777, paso a los 20
anos a residir en Montevideo en ocu-
naeiones de comerciante y se incor-
poro voluntario a los ejercitos de la
revolucion, siendo teniente en la ba-
talla de las Piedras.
Reiniciada la lucha por la emanci-
pacion el ano 25, cuando Lavalleja
invadio con su punado de companeros
el 19 de abril, Anaya busco el modo
de sumarse al levantamiento del pais
y tratandose de un ciudadano de ilus-
tracion y condiciones poco generales
en la epoca, tuvo prestamente im-
portantes destinos en la provincia
sublevada, siendo nombrado comi-
sario general de guerra el 14 de ju-
lio de 1825 y al ano siguiente juez
de 1 ? instancia en el Depto. de Mal-
donado. Electo representante de esta
jurisdiccion para la Asamblea Ge-
neral de la Florida, firmo las famo-
sas declaraciones del 25 de agosto
de 1825, en que la Provincia reasu-
mia la plenitud de Ia soberania e
independencia y declaraba incorpo-
rarse a las Provincias Unidas.
Siendo gobernador y capitan ge-
neral de la provincia el brigadier
general Juan Antonio Lavalleja,
Anaya desempeno funciones de se-
cretario de gobierno y hacienda. del
7 de abril al 5 de julio de 1826.
— 61 —
ANA
ANA
Senador por el departamento de
Soriano en la 1 ? legislatura y Presi-
dente del Senado en febrero de 1834,
por ausencia del titular de la Presi-
dencia, general Fructuoso Rivera,
que habia sido autorizado por el
cuerpo legislativo para mandar en
persona el ejereito nacional a fin de
combatir la insurreccion lavallejia-
ta, entro a ejercer el Poder Ejecuti-
vo el 6 de marzo de 1834. Como el
periodo presidencial de Rivera ter-
minaba el 24 de octubre del 34, el
conquistador de Misicnes, que en
esos dias se encontraba en la fronte-
ra del Brasil acampado en la costa
del Yaguaron, se traslado a Monte-
video para deponer su autoridad en
manos de Anaya, que debia seguir
ejerciendo el Poder Ejecutivo hasta
que la nueva legislatura a reunirse
en febrero del 35, procediese a elegir
el segundo Presidente de la Repu-
blica.
En 1837, con motivo de salir a
campafia el presidente Oribe, en
operaciones contra el general Rive-
ra que habia alzado bandera de re-
belion, Anaya torno a interinar la
presidencia desde el 24 de febrero
del 37 hasta el 19 de febrero del 38
en que el titular estuvo de nuevo en
la capital. Resuelto que Anaya mar-
chase como Ministro Plenipotencia-
rio a Rio Janeiro, se solicito la co-
rrespondiente venia, pero los suce-
sos politicos no permitieron ni si-
quiera la firma del respectivo de-
creto.
Pertenecen al gobierno de Anaya
las leyes que crearon los departa-
mentos de Salto y Tacuarembo, se-
gregados del antiguo departamento
de Paysandii, la fundacion de la
Villa del Cerro, etc.
Totalmente adicto al presidente
Oribe, cuando este hizo renuncia de
la raresidencia en octubre de 1838,
ausentandose para Buenos Aires,
Anaya se creyo en el caso de asu-
mir igual actitud enviando su renun-
cia al Senado alegando motivos de
salud y abandonando el pais.
Hallandose en Buenos Aires, cuan-
do en 1841 se maquinaba el ataque y
toma de Montevideo, conforme a un
plan ideado por el coronel Antonio
Diaz, entraba en el proyecto que
Anaya asumiese la presidencia pro-
visoria. El general Oribe, que daba
su beneplacito a la candidatura,
vendria a retomar las riendas del
mando una vez que concluyera su
cometido de general de Rosas en las
provincias argentinas.
El proyecto de apoderarse de
Montevideo no paso de tal y Anaya
regreso al pais unicamente cuando
Oribe vino a sitiar Ia capital en fe-
brero de 1843.
Al resucitar este la representacion
nacicnal reuniendo en su campo del
Cerrito los miembros de la Asam-
blea de 1838 que le eran adictos,
Anaya — dando como no valida su
anterior renuncia de senador — reasu-
mio funciones de Presidente del Se-
nado . y con retencion de ese cargo
se le nombro miembro del Tribunal
de Justicia en 1845.
Determinado Oribe a salir a cam-
pana en operaciones militares, dispu-
so encargar y encargo del gobierno
— como en epocas de normalidad —
ANA
AND
a Anaya, que continuaba titulandose
senador y presidente del alto cuerpo
pese al mucho tiempo corrido de su
termirio constitucional. Pero los le-
gisladores del Cerrito, en un arran-
que jnesperado de independencia
observaron a su general y jefe que
las facultades extraordinarias de que
se hallaba investido no eran delega-
bles. Planteado el conflicto, Oribe
tomo la resolucion sensata de desistir
de su ida al ejercito ehminando de
este modo la causal de la divergencia.
Despues de la paz de octubre de
1851 no se le vuelve a encontrar en
politica, viviendo en retiro de la ju-
bilacion que se le habia concedido
en 1833 como ex-comisario de Gue-
rra.
Su asignacion era muy escasa, sin
embargo y sus ultimos afios los paso
Anaya en tan gran estrechez econo-
mica que alguna vez hubo de pen-
sar — asi se lo dice al presidente
Pereira en una carta que corre pu-
blicada — que iba en trance de re-
currir a la beneficiencia publica.
Fallecio el 18 de junio de 1862 en
epoca en que sus correligionarics
politicos gobernaban la Republica,
pero murio tan completamente ol-
vidado, que un diario de su credo se
considero en el caso de agradecer
publicamente al coronel Basterrica
y un grupo de oficiales del batallon
de su mando, su presencia en el en-
tierro del anciano patriota.
"Hombre culto y espiritu inquieto
y curioso", dedico largas horas a la
literatura historica, habiendo llega-
do hasta nosotros una Memoria Bio-
grafiea, principiada en 1838; una
"Biografia del Opresor de su Pa-
tria D. Fructuoso Rivera"; Breves
apuntaciones en extracto sobre la
vida militar y politica del Sr. Br.
Gral. ex-presidente Dn. Manuel Ori-
be, y Apuntes para la. Historia de la
Repiiblica Oriental del Uruguay, pu-
blieados en 1864 en la revista mon-
tevideana Iris.
De su memoria postuma se han
impreso algunos fragmentos y se tie-
nen noticias de una autobiografla.
De evidente interes y Uenos de no-
ticias y de datos ilustrativos, los es-
critos de Anaya se resienten sin em-
bargo de mucho apasionamiento que
en ocasiones, como cuando trata la
personalidad del general Rivera, to-
ca el limite de la diatriba. Odios
que arrancaban de los primeros afios
de la patria todavia persistfan exa-
cerbados.
ANDREONI, LUIS
Ingeniero. italiano avecindado en
la Republica desde el afio 1876 y
que habia visto la luz en Vercelli,
Piamonte, el 7 de octubre de 1853,
descendiente de una familia de gra-
duados universitarios.
Formado Ingeniero Civil en- la
Real Escuela de Aplicacion de Na-
poles con las mas altas notas, tenia
hechos estudios prehminares en Tu-
rin, capital de su provincia.
Llego en plena dictadura de Lato-
rre y ejercio en el transcurso de una
larga y litil existencia las mas va-
riadas actividades, sea en orden tec-
nico, atinentes directa o indirecta-
AND
AND
mente a su profesion, sea en funcio-
nes de empresario de obras o
animador de vastas empresas de pro-
greso como las explotaciones de ca-
leras en Pando, la linea del Ferroca-
rril del Nordeste, el plan de deseca-
cion de los bafiados del departamen-
to de Hocha, etc.
Incorporado al claustro de la Fa-
cultad de Matematicas, fue prcfesor
de carreteras y en la administraeion
nacional desempend entre otros des-
tinos el de vocal de la Direccion Ge-
neral de Obras Piiblicas y los de In-
geniero y Director de la Oficina Tec-
nica Administrativa de las obras del
Puerto de Montevideo.
A este importantisimo organismo
dedico el ingeniero Andreoni el mas
empefioso de sus trabajos, traducido
en el proyecto de construccion del
Mercado de Frutos, en el que ha-
bia conseguido concretar todas sus
ideas comerciales, industriales y de
tecnica especial maduradas en mas
de treinta afios de estudios tenaces
para resolver el problema. Sin em-
bargo, el proyecto, que contaba ccn
el apoyo unanime de las corporacio-
nes competentes y la aprobacion del
Consejo Nacional de Administracion
que habia felicitado expresamente a
Andreoni, fue sustituido al fin por
otro mas economico pero que des-
virtuaba sus fines esenciales. Esta
rara decision superior afecto de mo-
do profundo el espiritu del tecnico,
como debe suponerse.
En ejercicio de la profesion de
arquitecto, nuestra capital debe al
ingeniero Andreoni porcidn de gran-
des y sobresalientes edificios como el
Hospital Italiano, el Club Uruguay,
la Estacion del Ferrocarril Central,
el palacio Buxareo — actualmente
Legacion de Francia — , los destina-
dos para sedes primitivas del Banco
Ingles — 25 de Mayo y Zabala — y
del Banco Italiano — calle Cerrito — ,
ademas de muchas suntuosas resi-
dencias particulares.
Caracteriza su obra arquitectoni-
ca una nobleza de lineas clasicas di-
ficil de confundir y una suntuosidad
dominadora manifiesta en sus facha-
das y en sus escaleras magnificas de
vasta amplitud.
Espiritu muy cultivado, erudito
en cuestiones de arte y de arqueo-
logia, los afios finales de su serena
vejez transcurrieron entre sus libros
y sus planos, puestas sus activida-
des a servicio del Hospital Italiano
construido por el y Presidente "ad
vitam" de su Junta Directiva, hasta
que murio el 20 de mayo de 1936,
en Montevidec.
ANDREU, FRANCISCO de Paula
Militar, que empezo a servir en
edad temprana e hizo pronta carrera
en nuestro ejercito.
Era nacido en Montevideo el 10 de
junio de 1850, y pertenecio al grupo
de jefes y oficiales que prosperaron
en los batallones de linea en la epo-
ca de Latorre y de Santos y por lo
tanto tuvo su rol en los planes e
intrigas de los que se disputaban en
lucha sorda futuros predominios de
cuartel.
Andreu fue uno de los hombres de
— 64 —
AND
ANT
confianza de Maximo Tajes. Sus ser-
vicios databan del ano 1868, cuando
prineipio a servir como soldado en
el 2 9 batallon de Guardias Naciona-
les, obteniendo mientras combatia a
los revolucionarios del coronel Ti-
moteo Aparicio, los grados de subte-
niente el 15 de noviembre de 1870
y de teniente 29 el 17 de marzo de
1871.
Designado para prestar servicios
en el Batallon 3 9 de Cazadores el
15 de diciembre de 1874, ingreso al
ejercito de linea recien despues del
motin del 75, .con el mismo grado de
milicias, el l 9 de febrero de este
ano y se le promovio a teniente l 9
el 15 de abril del 76. Sirviendo
siempre en el 39 de Cazadores donde
haria toda su carrera, llego ,a capi-
tan.el 26 de junio del 77, a sargento
mayor graduado el 27 de abril del
80 y " a sargento mayor ef ectivo el
25 de abril del ano siguiente. Segun-
do jefe de la unidad mencionada —
que mandaba Salvador Tajes — el
8 de marzo de 1882, teniente coro-
nel graduado el 24 de febrero de
1883, permanecio en su cargo hasta
el 21 de enero del 84 en que se le
dio por sustituto al mayor Martin
Souberan.
El decreto alega motivos de mejor
servicio, pero en verdad, por esos
dias, algo extrafio iocurrio en los
circulos militares que pusieron en
sospecha al presidente Santos, de-
terminandolo a cambiar o trasladar
unos cuantos. jefes.
El 4 de octubre de 1884 paso al
Ministerio de Guerra y Marina co-
mo ayudante y en ese caracter el
general Maximo Tajes, Ministro de
la Guerra, lo llevo consigo cuando
fue al Paraguay presidiendo la co-
mision encargada de devolver al
pais amigo los trofeos de la campa-
na de la Triple Alianza.
Teniente coronel el 9 de febrero
de 1886, era coronel desde noviem-
bre del mismo afio al pronunciarse
la reaccion contra el santismo, y el
presidente Tajes coloco a Andreu al
frente del 5° de Cazadores el 22 de
diciembre. Disuelta esta unidad el
dia 28, lo transfirio para la jefatura
del 3 9 , a cuyo frente debia permane-
cer hasta el 27 de febrero de 1894,
en cuyo termino integro varias co-
misiones facultativas especiales. Fa-
llecio en Salto el 24 de abril de
1895, despues de sufrir una inter-
vencion quirurgica.
ANTONINI Y DIEZ, PABLO San-
tiago
Diplomatico, primer representan-
te del Uruguay en Italia, nacio eh
Montevideo el 4 de enero de 1844.
Hijo de un residente italiano enri-
quecido en el pais, tuvo ocasion de
preparar su entrada en la carrera
mediante un viaje de propaganda
que en favor de la Eepublica realizo
por Europa, en 1868. Designado
nuestro Consul General en Italia en
1869, se le dio la categoria diploma-
tica como Encargado de Negccios en
junio de 1871.
Sucesivamente ascendio a Minis-
tro residente, en febrero de 1874 y
luego a Enviado Extraordinario y
65 —
5
■■■■■ .
ANT
Ministro Plenipotenciario en mayo
de 1883, llegando a completar 17
afios de servicios.
Con muchas vinculaciones, que no
excluian al mismo Humberto I, que
le habia conferido dignidad de Ca-
ballero de San Mauricio, vio faci-
litadas sus varias y atinadas ges-
tiones en el reino, afirmando los la-
zos de comercio y amistad entre am-
bos paises y su intervencion perso-
nal y eficaz ante el monarca en un
entredicho italo-colombiano dio al
Ministro Antonini prestigio entre los
colegas americanos.
Viajando por motivos de salud,
agravose repentinamente en el ferro-
carril y fue hallado muerto en su
compartimento cuando el convoy
llego a Verona el 25 de julio de 1887.
Nuestro gobierno, en el mensaje
donde solicita una pension graciable
para la viuda, califica a Antonini de
laborioso, inteligente y leal servidor
del Estado.
ANTUnA, FRANCISCO SOLANO
Constituyente, legislador y ma-
gistrado. Vid la primera luz en Mon-
tevideo el 24 de julio de 1792 y solo
tem'a quince anos cuando en una es-
caramuza trabada pocos dias antes
del asalto y toma de la ciudad por
los invasores ingleses, resulto con
una pierna fracturada de bala.
Incorporado a los ejercitos de la
patria en seguida de pronunciada la
Provincia Oriental, desempefio en
los afios 1813 y 1814 el cargo de ofi-
cial de cuenta y razdn del arma de
ANT •
artilleria. A ffnes del 14 entro a ser-
vir el puesto de oficial de la Escri-
bania Mayor de Gobierno y de 1815
a 1817 fue oficial de secretaria del
Cabildo Gobernador. Secretario del
Ayuntamiento en 1818, sirvio en el
destino hasta 1824, pues acepto la
dominacion luso-brasilena.
A raiz de la invasion libertadora
del 19 de abril hizo abandono de
su cargo para presentarse en el cam-
po patriota y ser nombrado secreta-
rio de la primera legislatura que,
segiin sabemos, sesiono en distintas
localfdades departamentales entre
1825 y 1826.
En 1827 paso a ser Jefe de la Me-
sa de Hacienda y redacto con los
doctores Ocampo y Ferrara el pe-
riodico s "Eco Oriental" que se pu-
blicaba en Canelones.
Marcho a Rio Janeiro en 1829 co-
mo Secretario del general Azcuena-
ga, encargado del canje de los trata-
dos de paz con el Imperio y de vuel-
ta, los electores del departamento de
Montevideo lo enviaron a la Asam-
blea Constituyente en 1830.
Independizado el pais, encargose
a Antuna de la organizacion inter-
na del Ministerio de Hacienda, cu-
yo despacho tuvo a su cargo desde
1831 en calidad de Oficial Mayor.
En esta epoca trasladose por cier-
to fermirio a Buenos Aires dispues-
to a dar fin a sus estudios juridicos,
graduandose de doctor en leyes en
la capital portefia el 4 de agosto de
1834, previa presentacion de una te-
sis sobre "Confiscacion de los bienes
en los crimenes de lesa patria".
El presidente Manuel Oribe lo hi-
— 66 —
ANT
ANT
zo Fiscal General del Estado en 1834
y retuvo el cargo hasta la caida del
Gobierno en 1838, afio en que pre-
sento renuncia del puesto y aban-
dono Montevideo con los principales
partidarios de Oribe. El dia que el ex-
presidente vino a sitiar la capital en
1843, el Dr. Antufia ofreciole sus ser-
vicics y Oribe utilizo al juriscon-
sulto destinandolo a la administra-
cion de justicia, donde los elementos
capacitados no abundaban, primero
como Fiscal desde 1843 a 1845 y co-
mo miembro y Presidente del Tribu-
nal de Apelaciones desde 1846 a 1851.
Despues de la paz de 8 de octu-
bre de 1851 ingreso al Senado elec-
to por el departamento de San Jose
y desempefiaba esas funciones cuan-
do la Asamblea General lo voto ca-
marista del Tribunal Superior el 29
de marzo del 52.
En los disturbios politicos subsi-
guientes a la caida del presidente
Giro en 1853, apoyo a este a la par
de los prohombres del partido blan-
co, por cuyo motivo la policia de
Montevideo dispuso su alejamiento
del pais entregandole los pasaportes
el 23 de noviembre.
Luis Lamas, jefe del Gobierno
Provisorio instituido a raiz del triun.
fo de la revolucion del 55 que de-
puso al presidente Flores, lo nom-
bro Ministro Secretario de Estado
en el Departamento de Gobierno el
31 de agosto. Sirvio el alto cargo los
doce dias del gobierno de Lamas,
o sea hasta que asurnio el Poder
Ejecutivo Manuel Basilio Busta-
mante.
Durante la Presidencia de Pereira
formo parte del Consejo Consultivo
de Gobierno creado el 10 de marzo
de 1856, pero que no se constituy6
nunca.
Dos afios mas tarde el Dr. Antu-
fia dejaba de existir en la capital el
5 de octubre de 1858, despues de so-
portar con gran espiritu una enfer-
medad prolongada.
En consenso general, habia des-
aparecido con el un benemerito pa-
tricio envejecido en el servicio de
la Republica y un hombre de luces,
que exento a sus afios de toda exal-
tacion politica, merecia estimacion
en los distintos bandos partidistas.
ANTUnA, JOSE Maria
I
Militar de las primeras epocas de
la patria, que alcanzo en el ejerci-
to grado de coronel.
Era nativo de la propia capital.
Licenciadd del ejercito como sar-
gento mayor, se reincorporo a filas
en la misma clase y fue agregado al
Estado Mayor General el 19 de ma-
yo de 1832 "por sus particulares co.
nccimientos y aptitudes" y siendo
necesario "emplearlo de un modo
util al pais".
El 20 de diciembre tuvo destino
en el 2° Escuadron de linea, donde
presto servicios hasta el 11 de julio.
de 1835.
La revolucion encabezada por el
general Rivera en julio de 1836 lo.
conto en sus filas, Hegando a tenien-
te coronel el 20 de octubre de 1838..
Prestaba servicios en el Ejercito de
Operaciones en campafia cuando la
ANT
ANT
invasion de Echagiie y el 25 de abrii
de 1840 se le designo ayudante de
la Capitania del Puerto.
Hombre que gozaba de la personal
simpatia de Rivera, el cual, bor-
deando alguna ley, le hizo jefe po-
Mtico de Montevideo el 8 de no-
viembre de 1840, tuvo participa-
cion amplia y constante en mo-
mentos tan graves para la patria co-
mo los que corrieron entre los afios
de la guerra contra el tirano argen- t
tino Rosas y sus lugartenientes.
Conforme al decreto de 5 de ene-
ro de 1841, se le encargd de todo lo
relativo a la organizacicn de las cua-
tro companias que venian de crear-
se reclutadas entre los abastecedo-
res y carretilleros de la ciudad y al
cambiarse la estructura de tales cuer-
pos, transformados algunos en la
"Legi6n de Policia" — el 18 de mar-
zo de 1842 — Antuna fue su jefe,
promovido a coronel en la misma
f echa, visto ser acreedor a la con-
fianza del Gobierno y "a su capaci-
dad y fidelidad".
Sin embargo, siendo inminente el
arribo a las puertas de Montevideo
del ejercito de Oribe que venia a
ponerle sitio, ceso el coronel Antu-
na en el puesto de Jef e Politico
sustituido por Andres Lamas, de-
biendo salir a campana a hacerse
cargo de una division que se orga-
nizaba en Santa Lucia. Asi las
cosas, una noche el coronel An-
tufia, abandonando la ciudad, fue a
buscar refugio en un buque de gue-
rra sardo. Se habia descubierto — a
lo que parece — su intervencion sos-
pechosa en maniobras tendientes a
favorecer al enemigo, fomentando y
encubriendo la desercioh de los es-
clavos manumisos por la ley de di-
ciembre del 42, que se aplicaban al
servicio de las armas de la Repii-
blica. Ocultados en la misma ciu-
dad, los negros se extraian luego
clandestinamente o eran embarcados
a ocultas en los barcos^de bandera
brasilena surtos en el puerto. La
irresolucion del Ministro de Gobier-
no, Antonino Vidal, favorecia — a en-
tender de Cesar Diaz — "la traicion
entonces descubierta y despues ofi-
eialmente calificada del Jefe de Po-
licia a quien se habia encomendado
el cumplimiento de la ley". Andres
Lamas, por su parte, dice "que tenia
inteligencias con el enemigo y pre-
paraba una capitulacion".
La "calificacion oficial" aludida
es la que se hizo por medio del de-
creto de 8 de febrero de 1843, sus-
crito por Suarez y Melchor Pacheco
y Obes, en que acusandolo de haber
"desertado cobardemente de las fi-
las del ejercito", se le da de baja
en los cuadros, empleandose duros
calificativos. Este decz-eto debia
transcribirse en la Orden General
por termino de ocho dias consecuti-
vos y asi se hizo, mientras se repe-
tia en "El Nacional".
El suceso provoco animados co-
mentarios que debemos imaginarnos.
Un periodico, "El Patriota Frances",
se felicitaba de que Antufia hubiese
elegrdo para su refugio un buque
que no era de bandera francesa,
pues en uno de esta nacionalidad su
presencia habria despertado des-
agradables sentimientos.
68 —
APA
APA
Amparado en el pacto de pacifi-
cacion del 8 de octubre de 1851, a
los nueve anos casi dla por dia del
decreto que lo radiaba del ejercito,
otro decreto expedido el 4 de febre-
ro de 1852 y que por curiosa coin-
cidencia lleva al pie la misma firma
de Joaquin Suarez — refrendada
ahora por Jose Brito del Pino — se
declaro al coronel Antufia en pleno
goce de su reputacion y buen nom-
bre "adquirido en su dilatada y hon-
rosa earrera", quedando derogado el
de 1843.
Siempre con grado de coronel, se
le halla figurando como subteniente
en la extravagante Guardia de Ho-
nor de la Constitucion y del Go-
bierno, ideada en noviembre de 1857
para solaz de las fatuidades seniles
del presidente Pereira.
Fallecio en Montevideo el 8 de
octubre de 1869.
APARICIO, TIMOTEO
Militar, general de la Republica
que dio su nombre a una cruenta re-
volucion de dos anos encabezada
por el como jefe del partido blanco.
Buen lancero criollo, era de tan pro-
bado valor en la pelea como escaso
de verdaderos conocimientos en cien-
cia de guerra.
Habia nacido en el Paso de Palo-
meque, del Canelon Grande, el 22 de
agosto de 1814, pero sus pagos de
adopcion fueron los de Florida, cir-
cunstancia que pudo haber inducido
a error haciendolo aparecer como
nativo floridense.
Hombre de campo y lenatero de
monte en sus afios de mozo, princi-
pio a servir movilizado contra los
revolucionarios riveristas llamados
constitucionales en 1836, ganando sus
primeros galones.
Emigrado a la caida de Oribe,
participo en las campanas de este
como general de Rosas en las pro-
vincias argentinas Uegando a ser te-
niente l 9 ; mas tarde cuando aquel
invadio la Republica — despues del
desastre sufrido en Arroyo Grande
por el ejercito nacional, — Aparicio
era oficial de milicias con grado de
capitan. En la Guerra Grande, la
zona del Este fue el campo princi-
pal de sus actividades a las ordenes
de Juan Barrios y de Bernardino
Olid. Y en este periodo se le acuso
de haber intervenido en el epi-
sodio un tanto turbio de la muer-
te del ccronel Fortunato Silva, afir-
macion que, repetida con frecuencia,
no esta confirmada debidamente.
En la reaccion oribista de 1854 en
favor del depuesto presidente Giro
fue derrotado y obligado a deponer
las armas. Estuvo con las fuerzas
gubernistas cuando la revolucion
colorada de Cesar Diaz en 1857-58,
tocandole ser uno de los jefes de ac-
tuacion en los dias de la tragedia de
Quintercs. A raiz de estos sucesos
se le promovio al grado de coronel
de Guardias Nacionales de caballe-
ria el 9 de febrero del 58 y poco
mas tarde esos despachos le fueron
cambiados por los de caballeria de
linea.
En la presidencia de Berro, com-
batiendo a los revolucionarios flo-
APA
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ristas de 1863 a 1865, su movilidad
bien diferenciada de la pesadez que
perdio a los generales del gobierno
incapaces de obligar al caudillo re-
belde a aceptar batalla, dio justo
renombre al coronel Timoteo Apa-
ricio.
Incansable en las marchas, tampo-
co esquivo el peligro ni sustrajo su
persona a los azares de la lucha y
se le vio en Pedernal cortarse de
los suyos para pelear a lanzaso lim-
pio en combate singular con el co-
ronel Goyo Suarez, jefe de las fuer-
zas enemigas y en la Horqueta de
Don Esteban se enfrento con el bra-
vo comandante florista Modesto Cas-
tro, cuando este procuraba aimque
inutilmente hacer volver al comba-
te a sus huestes dobladas. Perdio
Castro la vida en el entrevero, deci-
diendo el lance un tiro de tercerola
que lo volteo, precisamente cuando
Aparicio tenia medio empantanado
su caballo,
En los ultimos meses del gobierno
blanco, Aparicio, junto con el coro-
nel Basilio Muiioz, llevo una peque-
fia invasion al territorio brasilerio
llegando a combatir en las mismas
calles de la ciudad de Yaguaron. Al
efecto habian cruzado la frontera
por el departamento de Cerro Lar-
go, pero la capitulacion del gobier-
no de Montevideo en febrero de 1865,
puso fin a la empresa cuyos resulta-
dos por otra parte siempre se pre-
sentaron dudosos.
Desalojado del poder el partido
blanco el coronel Aparicio emigro a
Entre Eios. Alli lo fueron a buscar
algunos hombres politicos correli-
gionarios para traerlo al pais en son
de guerra, levantando bandera con-
tra el gobierno del general Lorenzo
BatUe.
No era Aparicio el caudillo natu-
ral de una revolucion de esta indo-
le, existiendo como existian otros
jefes no solo de mayores anteceden-
tes, sino hombres de una jerarquia
militar y politica mucho mas alta que
la de este coronel analfabeto.
Al respecto, hacia tiempo que esta-
ba juzgado por compafieros de causa
y conmilitones de la autoridad y la
honradez del general Diego Lamas,
cuando en una carta al presidente
Berro en 1864, en plena guerra civil
dice del que mas tarde seria jefe
de la revolucion del 70: "Como jefe
no tiene otra cualidad que la mate-
rial del baqueano y lanceador, in-
capaz de imprimir direccion a la
vanguardia del general Medina".
Pero los politicos estaban empe-
fiados en ganarse de mano los unos
a los otros para luego agrandarse
eada cual a la sombra del jefe que
encabezara la revolueion, y el que
diera primero daba dos veces.
Aparicio, lisonjeado y acicateado
por sus amigos se lanzo a sorprender
la plaza del Salto, pero tuvo que re-
pasar el Uruguay en derrota, en los
primeros dias de febrero de 1868, y
mantenerse a la espera de ocasion
mas propicia.
El 5 de marzo de 1870 volvio a in-
vadir a la altura del pueblo de Be-
len, junto con el comandante entre-
rriano Inocencio Benitez, que lo ha-
bla accmpanado en la intentona del
68.
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Inieiabase asi la nueva y larga
guerra civil, que seria conocida po-
pularmente por la Revolucion de
Aparicio.
Durante la misma, gracias al au-
xilio de nuevos contingentes apor-
tados por las invasiones de Medina,
Basterrica, etc, y con los partida-
rios levantados en todas partes del
pais, Aparicio tuvo a sus ordenes
un ejercito tanpoderoso que le per-
mitio recorrer la Repiiblica, sitiar
un momento a Montevideo y librar
cinco batallas campales, dos de ellas,
Sauce y Manantiales, de las mas
grandes y sangrientas trabadas en-
tre uruguayos.
Sin embargo, la ineptitud del jefe
revolucionario para dirigir un ejer-
cito y su porfia en desoir tcdo con-
sejo que pudiera rozar su suscepti-
bilidad pretenciosa, valieron mas al
gobierno de Montevideo que sus pro-
pios generales y sus soldados.
Convencido al fin de que nunca se
llegaria al triunfo, pacto con el pre-
sidente Gomensoro el convenio del
9 de Abril de 1872, merced al cual
aseguraba a su partido importantes
posiciones politicas.
A la hora del motin del 15 de ene-
ro de 1875, el coronel Aparicio acon-
sejado por los mismos amigos ambi-
ciosos y sin escrupulos que fueron
su mala sombra, puso su espada al
servicio del gobierno usurpador de-
feccionando la causa legal del pre-
sidente Ellauri, gobernante modelo,
de intachable honradez, que habia
respetado los derechos de todos, ha-
ciendo cumplir las leyes sin haber li-
hrado una orden contra la Tesore-
ria ni otorgado un solo ascenso
militar.
La actitud de Aparicio en esta
emergencia fue objeto de controver-
sias apasionadas y lo malquisto con
muchos caracterizados elementos de
su propio partido.
Los papeles ineditos del presiden-
te Ellauri que obran en el archivo
Fernandez Saldafia y que deben ser
publicados en oportunidad, prueban
en forma terminante la inconducta
del coronel Aparicio y de quienes lo
llevaron a arriesgar semejante paso.
En cambio de su reprochable clau-
ddcacion, los malos consejeros del
Coronel le consiguieron del gobierno
usurpador el grado de general de la
Republica, que le confirid Pedro Va-
rela con fecha de 5 de febrero de
1875.
Estrenando aqueHas mal ganadas
palmas al producirse el movimiento
principista de la Reaccion Nacio-
nal, tomo el mando de una divisi6n
del sur del Rio Negro, aprestandose
a combatir a la flor de los antiguos
companeros del 70 - 72, que fieles al
dictado del honor empufiaban armas
por las instituciones.
Angel Muniz, Julio Arrue, Juan
Maria Puentes y otros tan prestigio-
sos, se habian cenido la divisa tri-
color.
Sin embargo, el coronel Latorre,
Ministro de la Guerra, tuvo esmero
en no dar a su aliado ninguna oca-
sion de destacarse, y antes de paci-
ficado el pais, ya estaba en Florida
como una simple figura decorativa.
El general Aparicio, por su parte,
carecia de toda autoridad moral des-
ARA
ARA
pues de pactar con los motineros
del 75.
En el gobierno dictatorial del co-
ronel Lorenzo Latorre, secuela inme-
diata del golpe del 15 de enero, el
gobernador, aparentando guardarle
todos los respetos no solo manejo a
su antojo al envejecido caudillo blan-
co, sino que se permitio ponerlo en
ridiculo haciendolo objeto de grose-
rias que eran habituales al mandon.
Avecindado en Montevideo, una
afeccion que lo aquejaba desde ha-
cia bastante tiempo puso fin a los
dfas del vencedor de Pedernal, el 9
de setiembre de 1882.
ARAMBURU, DOMINGO Nicolas
Periodista, hombre politico y ju-
risconsulto. Nacido en El Cardal —
campo del general Oribe, sitiador
de Montevideo — el 22 de mayo de
1843, era sobrino por Mnea materna
del cura Domingo Ereno, famoso por
su militancia politica.
Su familia, vasca, emigro a Entre
RIos para radicar en Concepcion del
Uruguay, en cuyo renombrado cole-
gio Aramburu hizo los estudios de
bachillerato, viniendo luego a cursar
derecho en la Universidad de Mon-
tevideo para licenciarse en jurispru-
dencia en 1866. Buen orador, pole-
mista de fuste y de vasta cultura
literaria — sobre base francesa — en
el ejercicio de su carrera adquirio
merecido renombre como abogado,
habiendole tocado intervenir como
defensor de Andres Montano, en la
instancia en que fue absuelto, acu-
sado de participacion en el asesina-
to del general Flores.
Juez del Crimen de la 2? Secci6n
en 1874, hizo renuncia del puesto
cuando las instituciones fueron aba-
tidas por el golpe militar del 15 de
enero de 1875. Emigrado en Buenos
Aires, su alejamiento del pais no se
prolongo mucho, pues volvio para
ponerse al frente de su estudio.
A fines de 1885 ausentose de nue-
vo para la Republica Argentina to-
mando parte en los preparativos del
movimiento revolucionario contra el
gobierno de Santos, que despues fue"
aplastado en Quebracho el 31 de
marzo de 1886.
Efectuo luego un lafgo viaje a
Europa y de nuevo en Montevideo,
participo activamente en politica co-
mo miembro del Fartidp Constitu-
cionalista, de cuya junta directiva
fue' presidente varias veces.
Dentro de su misma agrupacion
polftica que se proclamaba fuera de
los partidos tradicionales, el Dr.
Aramburu, criado en un ambiente de
crudo partidarismo blanco oribista.
por influencia directa del tio parro-
co de San Agustin, y cuyo hermano
Pedro habia sido elemento activo
en las luchas partidistas entrerria-
nas, se hizo ,h'der de una tendencia
todavia mas radical o sea "fusionis-
ta", convertido en apostol de la fra-
ternidad uruguaya, pero "Evange-
lista de ensuenos", como lo llamo al-
guien, predico siempre con honrada
conviccion desde la altura, sin des-
cender al terreno de la realidad ni
— 72 —
ARA
ARA
tomar contacto con nuestras masas
populares.
La paz de setiembre de 1897, que
significaba cuando menos en el pa-
pel una tercera tentativa de reconci-
liacion nacional, / le proporciono la
ocasion de intensificar su propagan-
da en una gran campana a favor del
Acuerdo Electoral, campana altruis-
ta y bien intencionada, pero negati-
va y contraproducente, pues se diri-
gia al aplazamiento sucesivo y sin
dia del ejercicio practico de la ver-
dad republicana. Consiguio ver rea-
lizado el Acuerdo Electoral- de 1898,
viniendo a fallecer en Montevideo el
2 de enero de 1902.
Popularizo en sus polemicas pe-
riodisticas el seudonimo de Bizanty-
nus, y en 1896 habia publicado un
tomo de "Bosquejos Politicos".
ARAUCHO, FRANCISCO Maria
Rafael
Secretario del Primer Gobierno
Patria de 1825. Magistrado judicial,
legislador y hombre de letras, con
servicios en las luchas de la Inde-
pendeneia.
Nacio en Montevideo el 9 de se-
tiembre de 1794, siendo hijo primo-
genito de Pascual de Araucho y se
educo en el Colegio de los Francis-
canos, donde se le tuvo por un dis-
tinguido alumno.
Influenciado por el ambiente de la
casa — tan propicio a la causa ame-
ricana, como lo prueban las veja-
ciones y atentados de que el arbi-
trario gobernador espanol Vigodet
hizo objeto a los religiosos de la or-
den — cuando Araucho salio de alH,
fue" para sumarse a las filas de los
patriotas.
Con documentos a la vista, Aza-
rola Gil, desvirtuando inexactitudes,
ha probado que Araucho, por ele-
mentales razones de edad — tem'a a
la fecha 16 anos — no pudo figurar en
los prinwos dias de la revolucion
como secretario de'Artigas, para ser
redactor del r>arte de Las Piedras.
Desempefio, en rambio, un cargo en
el secretariado d<=»l Cabildo patrio,
del cual se le despc.=eyo en los pri-
meros momentos de la dominacion
luso-brasilefia. En 1821. una vez
afianzadas las cosas, y por corto
tiempo, Araucho tuvo el cargo de
oficial mayor de la oficina de Go-
bierno.
En el periodo de la Cisplatina es-
tudio Derecho, graduandose como li-
cenciado.
El alzamiento del pais, luego de
la invasion de Lavalleja en 1825, le
proporciono la ocasion de darse de
nuevo a la causa patria, a cuyos fi-
nes, con riesgo de vida, escapo de
Montevideo burlando la vigilancia
de los sicarios del Baron de la La-
guna.
Hombre de vasta ilustraci6n y de
sereno juicio, el jefe de los Treinta
y Tres lo llamo a participar en los
consejos y deliberaciones tendientes
a planear — mientras se adelantaba
en la guerra — la organizacidn de las
nuevas autoridades de la provincia.
Los miembros del Gobierno Pro-
— 73 —
ARA
ARA
visorio reunido en la Florida el 14
de junio de 1825, encontrando en
Araucho eficaz concurso para las ta-
reas preliminares, lo honraron con
la designacion de secretario y desde
su puesto inclino los sufragios para
hacer Presidente de la Sala a Ma-
nuel Calleros, a merito del decana-
to de edad que concurria en su per-
sona.
Oficial de Gobierno, cuando la
Asamblea Constituyente del Estado,
reuniendose en Florida en 1828, dis-
puso tener. dos secretarios, designo
a Araucho el 26 de noviembre para
que compartiese las tareas con Car-
los de San Vicente. Araucho hizo re-
nuncia del cargo fundandola en la
combinaeion de circunstancias insu-
perables "que no debia expresar" y
"en la eonciencia de su incapacidad".
Si bien esa actitud privo a la
Asamblea de un excelente secretario,
merced a ella pudo seguir rindiendo
grandes servicios en ramas adminis-
trativas, pues conservo el puesto en
la Secretaria de Estado hasta setiem-
bre de 1829 en que hizo dimision.
El ano anterior habia obtenido ti-
tulo de escribano libre de examenes
"en razon de sus notorias aptitudes
y servicios prestados en funciones
publicas".
Perfiladas las diversas tendencias
politicas, una vez que el regimen re-
publicano entro en funciones, Arau-
cho formo parte del grupo de hom-
bres de eleccion que acompafiaron al
presidente Rivera. Era Juez priva-
tivo del Crimen cuando el 2 de mar-
zo de 1838 la Asamblea General lo
voto para llenar el puesto vacante
del Tribunal de Justicia.
Licenciado en derecho, conforme
se dijo antes, e inscripto en la ma-
trlcula respectiva para el ejercicio
de la profesion, el titulo de doctor
en leyes se le acordo solamente el
17 de agosto de 1850.
Electo diputado por Durazno en
1841, Presidente del Tribunal, el 14
de febrero de 1846, por tal investidu-
ra, paso a integrar la Asamblea de
Notables instituida por el gobierno de
la Defensa de Montevideo.
Despues de la paz del 8 de octubre
de 1852, reorganizados los. poderes
publicos, se le voto senador por So-
riano, pero declino el cargo al afio
siguiente, considerando incompati-
bles las funciones legislativas y ju-
diciales conforme a la doctrina de
la constitucion.
En 1854, despues de dieciocho anos
de ser miembro del Tribunal, aco-
giose a los beneficios de la jubila-
cion.
En la Doble Asamblea del 55 al 56,
el electorado saltefio lo trajo de nue-
vo a la camara de diputados, siendo
este su ultimo destino publico.
El 16 de junio de 1862, las cama-
ras le votaron en cambio de su reti-
ro legal, un premio en dinero, por
los servicios prestados a la inde-
pendencia durante la guerra con el
Brasil.
Hombre de los mas preparados de
su tiempo, fue miembro fundador del
Instituto Historico y Geografico,
inaugurado el 25 de mayo de 1843,
pertenecio al Instituto de Instruc-
— 74 —
ARA
ARA
cion Piiblica, y el Instituto de Afri-
ca, fundacion abolicionista con asien-
to en Paris, lo distinguio en 1853 con
el nombramiento de Presidente Ho-
norario.
Cuando en 1854, los despojos mor-
tales del general Hivera recibieron
sepultura en la Iglesia Matriz, tuvo
el honor de ser designado para ha-
blar en nombre del Gobierno.
Cultivador de las letras, varias
composiciones poeticas de Araucho
se hallan incluidas en el Parnaso
Oriental, de Lira.
La fe patriotica — segun un criti-
co de nuestros dias — supera a la
escasa maestria del versificador, y
su retorica es hilacion de los lugares
comunes del "falso pindarismo" es-
pafiol de la epoca. El mismo opi-
nante reconoce, sin embargo, que su
"Oda a la Libertad de la Patria",
"que tiene algo de proclama", es la
mejor de las que se escribieron en
el Plata con tal motivo, en aquellos
primeros anos de la revolucidn.
Su oda "Al sol de Mayo", fue can-
tada por los alumnos de la Escuela
de la Patria que dirigia Fray Jose
Benito Lamas, en la Plaza de la
Constitucion de Montevideo, el 25
de mayo de 1816.
Por otra parte, es digno de nota el
comentario de otro historiografo, di-
ciendo que "al mismo tiempo que su
lira vibraba bajo el ritmo de un
acendrado patriotismo, no rehuia las
sugestiones del gracejo malicioso
cuando las circunstancias que lo ro-
deaban provocaban en su espiritu
comentarios festivos".
Vivio el doctor Araucho hasta el
28 de febrero de 1863, fecha de su
deceso en Montevideo.
ARAUJO, BASILIO Antonio de
Militar, soldado de la Independen-
cia, cuyo nombre se suele incluir,
aunque abusivamente, en la nomi-
na de los Treinta y Tres componen-
tes del valeroso grupo de patrio-
tas que desembarco en la Agraciada
el 19 de abril de 1825.
Consta en la parroquia de San
Carlos que nacio en esa Villa el 25
de marzo de 1797, hijo de Manuel
Araujo. Este ciudadano, que alcanzo
grado de capitan y estuvo a
servicio de Artigas desde principios
de las campafias de la Emancipa-
cion, llevo consigo al hijo, el cual a
los diecinueve anos, en elase de sar-
gento 19 vino a ser uno de los derro-
tados en India Muerta el 19 de no-
viembre de 1816.
Emigrado en la Banda argentina
durante las dominaciones luso-brasi-
lenas, paso a la llamada Provincia
Cisplatina en el desempeno de una
mision muy reservada del general
Lavalleja, a cuyas ordenes se
puso Araujo apenas supo que se pre-
paraba una expedicion libertadora.
Esta circunstancia accidental, hija
de aquel cometido, le impidio em-
barcar en San Isidro con sus compa-
neros, de modo que si no es posible
incluirlo en el grupo de los cruzados
del 19 de abril, existe consentimiento
unanime en que "estaba en la mis-
ARA
ARA
ma combinacion" y la misma tesitu-
ra ideologica de los Treinta y Tres.
A pesar de esta clara situacion de
hecho se encuentra a Araiijo en las
nominas corrientes de los cruzados y
Blanes lo pinto en su famoso cua-
dro, donde le corresponde el sitio 26,
principiando de la izquierda. Nada
de extrano por lo demas, si se pien-
sa que dentro del "convencionalismo
del caso" Araujo revisto en las lis-
tas del premio a los "33" desde 1830
hasta su muerte.
Incorporado a Lavalleja a poco de
pisar tierra, se le dio el grado de ea-
pitan el 8 de agosto y sirviendo en el
Escuadron de Husares Orientales ha-
llose en la jornada victoriosa de Sa-
randi el 12 de Octubre, para ser pro-
movido a teniente coronel en abril de
1826 pasando al cuerpo de Dragones.
Cuando el 2 de julio de ese mis-
mo ano el Regimiento de Dragones
se sublevo a pretexto de falta de
paga y, segun algunos, a instigacio-
nes del general Fructuoso Rivera,
los amotinados, desconociendo la au-
toridad clel jefe y los oficiales, eli-
gieron al teniente coronel Araujo pa-
ra que los comandara.
Hizo la campafia del Brasil en el
Ejereito Republicano y el 20 de fe-
brero del 27 hallose en la jornada
triunfal de Ituzaingo, cuyos cordo-
nes y medalla ostentaba.
Participante en el levantamiento
anarquico que su antiguo jefe Lava-
lleja encabezo en 1832, el gobierno
lo dio de baja el 3 de julio.
De nuevo en las listas a partir del
afio 33, en la lucha de 1836-38 puso
su espada a servicio de la autoridad
legal del presidente Manuel Oribe,
pero su aetuacion, o muy limitada o
sin destaque, no le gano adelanto al-
guno en su carrera.
Antes de terminar la guerra, en
marzo de 1837, fue a residir en la
Villa de San Carlos y en febrero de
1840, hizo acreditar expresamente
por el Alcalde Ordinario don Jose
Maria Pla, no haber tomado parte
alguna "en perjuicio del gobierno".
Invadida la Republica en diciembre
de 1842 y establecido el asedio de
Montevideo por el Ejercito Unido de
Vanguardia de la Confederacion Ar-
gentina, figuro en el Cuartel General
del Cerrito como ayudante del ge-
neral Manuel Oribe durante todo el
tiempo del sitio y al hacerse la paz
de octubre del 51 paso a revistar en
la lista de agregadcs al Estado Ma-
yor del Ejercito, como coronel gra-
duado, para obtener la efectividad
el 9 de noviembre de 1853.
En esta situacion concluyeron sus
dias en su villa natal el 20 de fe-
brero de 1855.
ARAUJO, ORESTES
Historiador, pedagogo y publicis-
ta. Menorqueno, natural de Mahon,
islas Baleares, donde vio la prime-
ra luz el 22 de octubre de 1853, era
hijo de un oficial de Estado Mayor.
Vino a la Republica en 1869, des-
pues de cursar en Espafia estudios
sin especializacion particular.
En Montevideo gano sus primeros
pesos de America como elemento se-
cundario de imprenta y como maes-
ARA
ARA
tro de taquigrafia. Siendo corrector
de "La Paz" hizo conocimiento —
que luego le seria muy util — con
Jose Pedro Varela, director del dia-
rio.
Poco despues, las exigencias de la
vida como sucede muchas veces lo
llevaron a escribir en "El Uruguay",
que dirigia Isaac de Tezanos en la
epoca de auge de este personaje, en
"El Nacional" de Moncayo y en "El
Ferrocarril", en los malos tiempos
del 75 -76. En 1877 compilo "El In-
dicador Oriental", libro util y nece-
sario, especie de guia, con el cual se
abre la larga lista de sus publicacio-
nes.
Iniciada el mismo afio la obra de
la reforma escolar, Jcse Pedro Vare-
la le proporciono un cargo de auxi-
liar en las oficinas de la direccion
en el que Araujo supo desempefiarse
cumplidamente.
Ascendido en jerarquia, llego en
1880 a Inspector de Escuelas del de-
partamento de San Jose, donde con-
sagro diez afios de entusiasta y dia-
ria labor a la causa de la instruccion
primaria, y fundo una especie de fi-
lial de la Liga Patriotica de Ense-
fianza. Transferido en 1891 a la ca-
pital ccmo profesor de Historia y
Geografia en la Escuela Normal de
Maestros que venia de ser creada,
tuvo mas tarde iguales funciones
en la Escuela Normal de Senoritas
e interino por algun periodo la Ins-
peccion Tecnica de Ensefianza, la de
Escuelas Privadas y la sub-direccion
del Instituto Normal de Varones,
con igual celo y competencia.
Preceptor y educacionista de pres-
tancia, la verdadera vocacion de
Orestes Araujo fue sin embargo la
de historiador y puede ser, todavia,
la de geografo. Por lo demas, y con-
lorme lo demuestra la nomina de
obras con que aumento la bibliogra-
fia nacional, sus actividades de es-
critor eran multiples.
Juzgado como historiador, caracte-
riza la variada y larga obra de
Araujo una laboriosidad admirable,
a la cual se une el merito de haber-
se abocado, el primero, a nuestros
temas de civilizacion, siquiera lo hi-
ciese en forma incompleta y algunas
veces — por falta de tiempo — sin
contralor suficiente de la informa-
cion. Empefiada e ingrata siempre,
semejante tarea, su valor se acre-
cienta al pensar que se realizo en
un medio refractario y abrumado por
tareas de obligacion absorbente y
cotidiana. Sin mas medios de vida
que los que derivasen del tiranizan-
te trabajo, se vio acaso en la disyun-
tiva de barajar materiales de sus
propias paginas bajo titulos y es-
tructuraciones distintas.
Sus trabajos en materia geografi-
ca tal vez podria reputarse de mas
ley que los de historia, destacando
entre ellos su Diccionario Geografi-
co del Uruguay, obra de positivo
merito y de amplia informacion, de
la cual existen dos ediciones, la pri-
mera de 1900 y la segunda de 1912,
que unicamente la supera en el r>u-
mero de nombres.
En esta incesante brega llego don
Orestes hasta el ultimo periodo de
su existencia, y herido ya por la en-
fermedad que debia llevarlo a la
— 77 —
ARE
ARE
tumba, no conocio descanso hasta su
dia postrero, que fue el 31 de agos-
to de 1915.
ARECHAGA, Justo Fernando Euge-
nio Maria (conocido por JUSTJNO)
Militar, nacido en Montevideo el
6 de setiembre de 1818.
Altemo su carrera de las armas
con actividades de paz, que se repar-
tieron entre despachante de adua-
na, negociante en ganado, etc.
Empezo a figurar en la milicia co-
mo guardia nacional de infanterla
en el ejercito de Oribe en 1844 y en
abril del mismo afio asciende a ca-
pitan para recibir el mando de una
de las 4 compani'as de Guardias Na-
cionales formada por soldados de
nacionalidad uruguaya.
Finalizada la Guerra Grande en
1851, entro en la administracion pu-
blica, llegando a desempefiar un
cargo importante -en la Aduana de la
Capital.
Con la revolucion de Flores en
1863 volvio al servicio y el 28 de
noviembre del 64 era nombrado co-
mandante del batallon Guardia Na-
cional de Marina, del cual formaba
parte como capitan.
En la misma fecha le fueron ex-
tendidos los despachos de teniente
coronel.
Tomo parte en el movimiento re-
volucionario blanco encabezado por
el coronel Timoteo'Aparicio en abril
de 1870 y cuando frente a Montevi-
deo se crearon dos planteles de
Guardia Nacional, Arechaga, 'con ti-
tulo de coronel, recibio la jefatura
de ambos el l 9 de noviembre del ex-
presado afio.
En el transcurso de la campana
paso a servir en la artilleria y en
la batalla de Manantiales, el 17 de
julio de 1871, teniendo bajo su
mando las seis piezas con que con-
taban las fuerzas revolucionarias,
fue muerto por una bala de cafion.
ARECHAVALETA, JOSE
Naturalista, sabio botanico de alta
personalidad cientifica, director del
Museo Nacional de Historia Natu-
ral. Espafiol de nacimiento, habia
visto la primera luz en Santurce,
Bilbao, el 27 de setiembre de 1838.
Sus cincuenta y seis afios de invn-
terrumpida residencia entre nos-
otros y una vida entera de labor y
de investigacion dedicada al estudio
de la naturaleza del pais, para le-
garnos finalmente ese monumental
trabajo que lleva por titulo "Flora
Uruguaya", permiten decir con jus-
tificado orgullo: "Arechavaleta es
nuestro".
Llego a Montevideo en 1856 para
emplearse en la botica de un parien-
te suyo donde hizo carrera de far-
macia, recibiendo su titulo en 1862.
Muy amigo del eminente natura-
lista frances Ernesto Gibert, al lado
de este se familiarizo con los estu-
dios de entomologia hacia los cua-
les demostraba franca aficion e hizo
rapidos progresos en esa rama es-
pecializada, pues reunia a un talento
basico fuera de lo comiin, predica-
— 78 —
ARE
ARE
dos de concienzudo observador y
trabajador a toda prueba.
Por espacio de quince afios, la
multitud de nuestros insectos y en-
tre estos de preferencia los coleop-
teros, constituyeron la pasion de
Arechavaleta. Sus pacientes estudios
vieronse coronados por el descubri-
miento de varias especies nuevas, al
mismo tiempo que era objeto de
particulares menciones de honra por
parte de muchos eminentes colegas
europeos.
El sabio naturalista, sin embargo,
era atraido cada vez con mas fuerza
por el estudio de las plantas, siendo
a elias a donde convergian sus inti-
mas predilecciones como a verdade-
ro cauce.
Vencido por la vocacion que se
hizo avasallante, Arechavaleta tomo
el nuevo camino que debia ser el
camino de la inmortalidad.
Recorrio con mirada perspicaz el
territorio de la Republica en todos
sentidos haciendo parentesis a sus
otras tareas, en busca de especies
vegetales, sin que se le olvidase de-
partamento alguno, en una labor
cientifica que el sabio Gibert tenia
recomenzado entre nosotros. (Vease
Ernesto Gibert).
El herbario colectado a traves de
un trabajo semejante alcanzo a cons-
tituir un verdadero tesoro cientifico,
sobre el eual se asentaron gran par-
te de lcs descubrimientos del escla-
recido profesor.
Pudo Arechavaleta clasificar de
este modo en sus libros mas de dds-
cientas plantas de ia flora de la Re-
publica. A numerosas especies apli-
co designaciones nacionales y regio-
nales, que hablan del pais, como
charruana, saltense, tacuaremboen-
se, etc. No olvido tampoco, desde
luego, las delicadas atenciones cien-
tificas que importa ligar a las es-
pecies nuevas los nombres de bota-
nicos, precursores y discipulos, afi-
cionados y amigos que compartie-
ron el encanto de las excursiones y
la superior emocion de los hallazgos
y bautizo sus piantas llamandolas
Larrafiagai, Berroi, Canterai, etc,
derivados en latin de apellidos que
conocemos.
Ni sus funciones de museista, ni
sus trabajos botanicos, fueron obs-
taculo para que Arechavaleta aten-
diese con notoria competencia el
cargo de quimico , del Municipio de
Montevideo para el que se le desig-
no en 1888 y en cuyo periodo se es-
fablecio y tuvo comienzos de fun-
cion el laboratorio donde preparose
virus vacinico y se hicieron las pri-
meras observaciones cientificas so-
bre tuberculosis bovina, carbunclo,
etcetera, en su relacion con los ser-
vicios de abasto.
En 1887 obtuvo un sonado triunfo
cientifico en el Brasil donde, como
asesor de la Comision Especial Uru-
guaya, demostro la inocuidad del ta-
sajo ccmo vehiculo de transporte del
bacilo del cdlera.
El interes por las investigaciones
cientificas y bacteriologicas, que
apunto desde los afios juveniles en
que fundara la sociedad llamada
"El Microscopio", fue siempre un
gran interes, que se empefio en
trasmitir especialmente a sus disci-
— 79 —
ARE
ARE
pulos de la Facultad de Medicina,
donde da 1874 a 1906 regenteo la
catedra de Historia Natural Medica.
Verdadero maestro, Arechavaleta,
"mas que ningun otro de sus con-
temporaneos — dice el Dr. Ergasto
Cordero — dejo impresos en sus
oyentes y en sus alumnos, con el
ejemplo, el entusiasmo y la probi-
dad, hasta donde puede el hombre
que ensefia comunicar a los que tie-
ne a su alrededor su propio esfuer-
zo perseverante y honrado."
"El forjo la juventud que algun
dia habia de suceder a lcs funda-
dores de la casa."
El 26 de abril de 1892, fue desig-
nado para sustituir al profesor Car-
los Berg en la Direccion del Museo
de Historia Natural, cargo que' el
10 de agosto del 93, se elevo al ran-
go de Director General del Museo
Nacional.
Corresponde a su periodo direc-
tivo la aparicion de los "Anales del
Museo Nacional de Montevideo",
que alcanzaron a formar siete tomos
casi totalmente de su pluma y en
los cuales se incluyen sus "Grami-
neas del Uruguay" y su "Flora Uru-
guaya". El merito de este trabajo,
intefrumpido con la muerte del au-
tor, traspaso las fronteras nacionales
para ser altamente apreciado en los
tirculos cientificos, sobre todo en los
paises limitrofes, a los cuales se ha-
lla ligado intimamente.
Espiritu amplisimo, enamorado de
Grecia — que visito Ueno de emo-
cion postrandose ante el Acropolis—
Arechavaleta tuvo un activo papel
en las campafias culturales de la
Scciedad Universitaria y del Ateneo,
inserto en los "Anales" de este sus
primeros escritos cientificos y fue de
los liberales militantes del Club
"Francisco Bilbao".
Su actividad intelectual no dismi-
nuyo con los anos y sus trabajos
puede decirse que solo concluyeron
el dia que termino su vida, el 16 de
junio de 1912.
- ARENA, DOMINGO
Periodista, senador, diputado y
hombre politico. Vio luz en Tropea,
localidad de Catanzaro, Calabria,
Italia, el 7 de abril de 1870, pero
sus padres emigraron al Uruguay el
afio 1877, de modo que su existencia
vino a igualarse a la existencia dfe
cualquier nativo.
Establecidos los suyos en San
Fructuoso, capital del departamento
de Tacuarembo, frecuento las escue*
Las de la Villa, pero sus naturales
disposiciones y sus deseos de ade-
lanto lo condujeron a Montevideo
en 1888, donde tuvo oportunidacf de
ballar mejores maestros, un poco
avergonzado de verse casi un hom-
bre entre condiscipulos todos meno-
res.
Al poco tiempo consiguio emplear-
se en el estudio del Dr. Francisco A.
Berra, pedagogo de fuste, a cuyos
estimulos y consejos Arena se mos-
tro siempre reconpcido.
ARE
ARE
Estudiante universitario, obtuvo
titulo de farmaceutieo para tener co-
mo ayudarse en la vida. Mientras
tanto, completaba su bachillerato en
ciencias y letras, pues habia obte-
nido una plaza de auxiliar en la
Fiscalia de lo Civil, a cargo enton-
ces del Dr. Carlos Fein, y su pro-
posito era graduarse en Derecho co-
mo efectivamente se graduo, a eta-
pas lentas, recibiendo el titulo de
abogado en 1903.
Para esto, desde tiempo atras, fi-
guraba en el periodismo metropoli-
tano como cronista de "El Dia", 6r-
gano del que era Director Jose Bat-
lle y Ordonez y dcnde entro llevado
a la casa por Carlos Travieso.
La amistad prestamente estrecha-
da con Arturo Santana, unida a las
brillantes condiciones intelectuales
'del recien venido, le abrieron rapido
camino en el papel publico del que
mas tarde Uegaria a ser uno de los
directores y al cual estuvo ligado
hasta la hora de su muerte, confor-
me se ligo a Batlle y Ordonez para
ser el mas fiel de sus amigos, el mas
entusiasta de sus admiradores y pa-
negiristas y su verdadero confidente.
El encumbramiento de aquel, ele-
gido Presidente de la Republica en
1903 y reelecto en 1911, Hevo a Do-
mingo Arena a altas posiciones po-
Mticas, principiadas cofi su ingreso
a la Camara de Diputados, votado
en el departamento de Tacuarembo
el afio 1905. Reelecto en 1908 y en
1911, no finalizo el termino pues el
mismo afio paso a ocupar la sena-
turia por Montevideo, para luego, al
concluir el sexenio, entrar de nuevo
a la Camara de Diputados represen-
tando el departamento de Minas, cu-
ya banca dejo en 1919, para ir a for-
mar parte del Consejo Nacional de
Administracion.
Oradcr de palabra facil y persua-
s : va, brillante sin necesidad de ar-
tificios retoricos, fue en las camaras
por mucho tiempo, si no precisamen-
te el lider de la bancada batllista —
casi siempre mayoritaria — el genui-
no interprete del pensamiento de
Batlle, sobre todo en las cuestiones
de legislacion social.
Ideologicamente en fronteras con
el socialismo — sociahsta sentimen-
tal antes que cientifico desde lue-
go — , pudo a veces ultrapasar el 11-
mite de los programas avancistas.
Se hizo campeon de todas las leyes
liberales, especialmente de aquellas
que prestigiadas por su partido ten-
dian a beneficiar a las clases obre-
ras y a todos los necesitados de
'proteccion y justicia en cualquier
sentido, y llevo a la lucha un h.ondo
fervor humano y comprensivo que
se extendia a los animales y a las
plantas, en una especie de panteismo
sin estructura doctrinaria, pero de
efusion rebosante y comunicativa.
En cuanto a su labor periodistica
— polifacetada y enorme — , que cuen-
ta asi en editoriales politico-sociales
y en sus excursiones por los campos
cientifieos y medicos, como en livia-
nos sueltos de gacetilla, las coleccio-
nes de "El Dia" justificaran amplia-
— 81 —
ARG
ARG
mente — siempre — el prestigio que
Domingo Arena gozo entre los com-
paneros de prensa.
Alejado de la politica y del dia-
rismo. a. causa de su resentida sa-
lud, fallecio repentinamente en Mon-
tevideo el 3 de mayo de 1939.
ARGENTO, FELIPE
Antiguo residente espanol natu-
ral de Catalufia, donde habia visto
luz el 1? de mayo de 1808. Estable-
cido con un saladero en el departa-
mento de Paysandu, sirvio como ofi-
cial de milicias afiliado a la parcia-
lidad politica del general Manuel
Oribe, con un entusiasmo difi'cil de
igualar.
Actuo como jefe de la plaza de
Paysandu con titulo de comandan-
te, cuando fue abandonada por el
general Servando Gomez que tras-
ladd su campamento al Hervidero
ante el avance de las fuerzas del
general Eivera.
Apoyaban a este los buques de la
escuadra francesa interventora en
operaciones sobre el Rio Uruguay.
Demostrando una intransigencia
inexplicable, se nego siempre a per-
mitir que las familias existentes en
la plaza recibiesen auxilio profesio-
nal en Ibs navios enemigos, confor-
me a los genercsos ofrecimientos del
comandante de la estacion naval.
Atacada Paysandu el 25 de di-
ciembre de 1847, Argento apercibio-
se a la defensa expidiendo una Or-
den General donde .expresaba que
la resistencia seria a sangre y fuego
y que seria pasado por las armas
como traidor a la patria, quien ha-
blara de rendirse o de capitular.
La lucha, trabada con gran encar-
nizamiento, hizo imposible el tra-
mite de un arreglo Uevado el 25 por
el ayudante de campo del general
sitiador, Jose Maria Veracierto. Ri-
vera, dispuesto a tomar la plaza de
cualquier modo, aislo a la poblacion
por el lado del rio y llevo el asalto
que duro seis horas.
La artilleria de los buques y la
de tierra dirigida por el coronel Jose
Maria Piran, jugo un papel princi-
pal y mortifero.
El 26 la plaza estaba rendida que-
dando prisionercs mas de 600 de
sus defensores, incluidos Argento y
54 jefes y oficiales, con perdida de
mas de 260 hombres. Los vencedo-
res, por su lado, tuvieron sobre 500
bajas y despues de la lucha los ba-
tallones de Cazadores "Vascos, enco-
nados pci- la muerte de tantos com-
paneros, se entregaron a excesos la-
mentables que Rivera pudo reprimir
coh gran dificultad.
Argento, conducido a bordo del
barco "LAlsacienne" en el primer
momento, fue bajado a tierra con
otros prisioneros.
En estas circunstancias, la ncche
del 9 de junio del 48, aprovechan-
dose de la**inconducta del capitan
jefe de la guardia, fugo con este y
vino a presentarse a Oribe en el Ce-
rrito, -conforme lo anuncio alboro-
zado "El Defensor".
Melchor Pacheco y Obes asegura
ARM
ARM
en cambio en uno de sus opusculcs
de Paris, que el teniente coronel Ar-
gento fue puesto en libertad.
Diecisiete afios despues, cuando
en 1864 la ciudad de Paysandu era
nuevamente sitiada y atacada por
el ejercito revolucionario del general
Venancio Flores y sus aliados brasi-
lenos y uno de sus hijos moria en la
lucha, Argento solo tuvo lo que se
podria Uamar un puesto de honor,
— pues entonces su salud era muy
precaria — entre los bravos defenso-
res de la plaza.
En Paysandu vino a fallecer el 10
de enero de 1870 a causa de una
nfeccion cardiaca.
AHMAND-UGON, DANIEL
Educador y Pastor Valdense, pro-
fundamente vinculado a la cultura de
una gran zona del departamento de
Colonia. Habia visto luz en Torre-
Pelice, Piamonte, Italia, el 18 de se-
tiembre de 1851 y se graduo como
pastor de una confesidn cristiana di-
sidente Uamada Valdense, del nom-
bre de Pedro de Vaux, reformador
frances del siglo XII.
En 1877 abandond sus valles nati-
vos para encaminarse a nuestro pais,
como misicnero y director espiritual
de los correligionarios establecidos
en las cercanias del arroyo Rosario,
desde 1859, con una colonia agricola
denominada Colonia Valdense.
Era el tercer ministro de la comu-
nidad, y estaba destinado a ser el
gran propulsor y la figura central.de
xm. conjunto de hombres pacificos y
laboriosos que, en los dias de la lle-
gada de Armand-Ugon, resentiase de
falta de unidad, rebajado el espiritu
por enojosas cuestiones de orden su-
balterno, pero cuyos efectos eran evi
dentes.
Poseia Armand-Ugon especiales
dotes de emprendedor, energico ,y
perseverante, que en medio siglo de
permanencia y de luchalo convir-
tieron en una especie de patriarca.
Su obra entre los valdenses puede
considerarse trascendental, siendo la
determinante del movimiento expan-
. sioniste que origino la fundacion de
nucleos similares en nuestro pais —
donde cuentan seis grupos — y en la
Republica Argentina.
Paralelamente a su funcion confe-
sional, rigiendo o estableciendo tem-
plos o escribiendo periodicos, se
dedico Armand-Ugon a las tareas de
ensefianza con tesoneros afanes y en
compania del Dr. Tomas B. Wood
fundo el liceo de la Colonia Valden-
se el 11 de junio de 1888. Como se
estaba ya en el ultimo semestre del
ano, las tareas escolares se encauza-
ron a preparar el alumnado del 89,
curso que, desde el punto de vista
escolar es el primero en la vida del
liceo, y se hizo bajo la unica e in-
mediata direccion de Armand-Ugon,
pues el Dr. Wood debio ausentar-
se en el mes de marzo.
En 1890 se obtuvo de la Univer-
sidad el priyilegio 'de habilitacion
para el colegio yaldense, gracias a
lo cual los estudios de bachillerato
que alli se cursaban vem'an a quedar
ARM
ARM
equiparados a los de la capital y
eran validos en las facultades su-
periores.
En paulatino y gradual desarrollo,
aquella casa de ensefianza adquirio
fama por la preparacion de sus
alumnos, demostrada con cifras de
examenes, y por las ventajas dima-
nadas de un regimen donde se di-
luia alguna cosa de familiar, a la
vez amable y severa — indudable-
mente el espiritu del Director — muy
dificil de hallar en otros estableci-
mientos similares.
Fallecio en Colonia Valdense el 21
de Agosto de 1929.
•)*•
ARMENIO, ROBERTO
Militar italiano que estuvo al ser-
vicio de la Republica entre los afios
1882 y 1888 con calidad de agregado
al Estado Mayor, en caracter de in-
geniero civil y militar.
Napolitano de origen, nacido en
1836, era un antiguo oficial borbo-
nico que adhirio a la expedicion
libertadora de Garibaldi desembar-
cada en Marsala y despues estuvo a
sus ordenes en la campafia de Fran-
cia en 1870, siendo herido en Dijon
de un balazo en una pierna que dejo
rastro permanente.
Incorporado al ejercito del reino
de Italia, encontrabase fuera de ser-
vicio cuando el Ministro uruguayo
coronel Juan Jose Diaz lo contratd
en Paris — en cumplimiento de ins-
trucciones del presidente general Ma-
ximo Santos — para venir a nuestra
Republica.
Adscripto al Ministerio de la Gue-
rra, llego al Uruguay en una epoca
en que el ejercito no estaba todavia
preparado para la introduccion de
reformas y proyectos tecnicos de la
clase que Armenio pensaba implan-
tar. No existia un Estado Mayor en
el concepto verdadero de esta clase
de institutos ni habia nianera de
crear organismos tecnicos militares,
por lo cual las tentativas de orden
superior o cientifico estaban desti-
nadas a quedar en proyecto o fra-
casar sin remedio.
Armenio domino pronto el campo
que se extendia ante sus ojos, pero
aun asi emprendio con empefio una
serie de estudios militares atinentes
a la defensa maritima de Montevi-
deo por el sistema de cupulas blin-
dadas giratorias, plan organico de
dexensa de cada una de sus fronte-
ras, planes de campana para preve-
nir incursiones revolucionarias con
tanta ffecuencia organizadas en los
paises limitrofes, etc.
Trabajo asimismo con particular
interes en materia cartografica, eje-
. cutando mapas y planos de la Re-
publica y de las regiones fronterizas,
acompafiandolas de largas memorias
ilustrativas que certifican sus cono-
cimientos y colaboro en la confec-
cion del proyecto de edificio para
el Hospital Militar de Montevideo.
Atribuyese a Armenio el plan de
operaciones de 1886 contra los revo-
lucionarios que comandaban los ge-
nerales Castro y Arredondo, venci-
dos en Quebracho, el 31 de marzo,
provenientes de la provincia ar-
gentina de Entre Rios, sin descon-
— 84 —
ARO
ARO
tar la participacion que pudo caberle
al coronel de Estado Mayor del ejer-
cito britanico, Gilfor Palgrave, Mi-
nistro de Inglaterra por esa epoea y
hombre muy allegado al general
Santos.
Al termino de su contrata Arme-
nio siguio residiendo en el pais,
orientando sus actividades a empre-
sas particulares de gran vuelo, como
la canalizacion del Rio Negro y sus
principales afluentes, planteo de co-
lonias agricolas, mejoramiento y
transformacion de la zona Este lin-
dera con el Atlantico y la Laguna
Merim, etc, etc.
No tuvo suerte en sus iniciativas,
tal vez demasiado vastas para ser via-
bles en nuestro ambiente y los ul-
timos afios de su existencia fueron
tristes para un hombre proclive a la
vida cdmoda y dispendiosa.
Dejo de existir en Montevideo el
25 de diciembre de 1900.
AROSTEGUY, ABDON
Hombre politico, diputado y escri-
tor, nacido en Pando el 30 de. julio
de 1853, hijo de un vasco, antiguo
cirujano del ejercito de Oribe.
De igual filiacion politica que su
padre, hizo la campana revoluciona-
ria de 1870 - 72, contra el gobierno
del general Lorenzo Batlle y tomo
las armas nuevamente en 1875, para
pelear en las filas del ejercito ciu-
dadano por la restauracion de la le-
galidad arrasada por los motineros
del 15 de enero.
Mas tarde, la vinculacion con su
antiguo jefe del 70, el general Timo-
teo Aparicio, lo Uevo a acercarse al
gobierno del dictador Lorenzo Lato-
rre, conforme a la actitud que asu-
mieron sus correligionarios en ma-
yoria.
Caido el dictador, siguio la vincu-
lacion con el gobierno del doctor
Vidal y en 1831 - 82 Arosteguy esta-
ba convertido en un entusiasta pro-
pagandista de la candidatura del
general Maximo Santos a la presi-
dencia de la Republica.
Santos le habia escrito, por enton-
ces, una famosa carta politica con-
testando a otra en que Arosteguy le
preguntaba si podia honrarse dan-
dole (a Santos) el titulo de amigo.
Llevado a las Camaras en 1382,
tuvo ocasion de dar su voto al gene-
ral en la eleccion del 1 ? de marzo
y ocho dias despues se le dirigio,
desde Paso del Molino, expresandole
en carta que publica "La Nacion",
que su programa de gobierno no
contaba ejemplo en nuestra historia
y que los cintillos y los odios — si es
que podian existir despues de su
abnegado ejemplo — no debian tomar-
se en consideracion. Concluia, ofre-
ciendo a la causa del general Presi-
dente la ultirna gota de su sangre y
la de sus amigcs en defensa de su
programa de Union, Paz, Trabajo y
Garantias. Simultaneamente se pro-
ponia, junto con algunos viejos po-
Uticos como Narciso del Castillo, etc,
organizar un partido "blanco tradi-
cional".
Desautorizado publicamente por
sus correligionarios, que le negaron
toda representacion dentro de filas,
ARO
ARR
presento renuncia de su banca de
diputado, pero la Camara no se la
quiso aceptar.
En 1884. saco a luz un diario, "La
Epoca", inspirado en el mismo or-
den de ideas. La hoja no tuvo vida
y poco despues — por causas no bien
claras — las relaciones de Arosteguy
con Santos comenzaron a entibiarse
a tal punto que cuando llego la ho-
ra de votar nuevas Camaras, el pre-
sidente obsto sus trabajos a la re-
eleccion.
La ruptura se hizo entonces es-
pectacular y Arosteguy, despues de
refugiarse en una, legacion extranje-
ra a titulo de que lo perseguian gen-
tes sospechosas, se ausento para Bue-
nos Aires. Ante semejante denuncia,
la prensa santista le prodigo grose-
ros epitetos mientras la Camara de
Diputados lo eliminaba de su seno
declarandolo cesante.
Convertido en tan acerrimo oposi-
tor de Santos como irreconciliable
enemigo del partido colorado, cola-
boro activamente en el movimiento
revolucionario de 1886 pero sin for-
mar en las filas invasoras.
Siguio residiendo en la Argentina,
donde tenia un destino administra-
tivo, y volvio al pais solamente des-
pues de la paz de 1897 a trabajsr
en favor del golpe de Estado de
Cuestas, su antiguo companero de
los dias de santista. Pidio rehabilita-
cion de la ciudadania que habia per-
dido por haberse naturalizado en el
extranjero y se puso al frente de un
diario "organo de los intereses popu-
lares" llamado La Reaccion, en ene-
ro del 98. Derrocada la Asamblea
Nacional, Cuestas hecho dictador ni
siquiera se digno incluirlo entre los
componentes del Consejo de Estado.
Fue preciso volver a la emigracion
donde los cargos publicos rentados
no le faltaban y desde Buenos Aires
coopero a la revolucion de 1904.
Participe en la politica argentina
a la vez que convertido en catolico
militante, su vida tuvo fin en El
Azul el 3 de agosto de 1926.
Aficionado a las letras, debemos
a Abdon Arosteguy, entre otras pro-
ducciones, una Historia de la Revo-
lucion Oriental de 1870 (en la que
fue actor), escrita con tanto apasio-
namiento como falta de metodo
(1889); dos tomos de Conferencias
Politicas y discursos; uno de ensayos
dramaticos, donde incluye la pieza
Julian Gimenez, que alcanzo exito
en los escenarios rioplatenses; Suefio
Dantesco, — fantasia literaria — y
Viajes.
ARRASCAETA, ENRIQUE Jose
Gregorio de
Hombre politico, escritor y poeta,
nacido el 28 de noviembre de 1819
en Montevideo.
Fue empleado en el Ministerio de
Relaciones Exteriores del gobiemo
del Cerrito, como Oficial l 9 , de 1845
a 1846, teniendo por jefe al doctor
Villademoros.
Cultivo las letras desde joven y
se publicaron sus trabajos con el
simple titulo de "Poesias", en la Im-
prenta Oriental, del Miguelete, en
el ano 1850.
— ,86 —
ARR
ARR
Ajustada la paz de octubre reanu-
do estudios de derecho, recibiendo
titulo de doctor en jurisprudencia
en el afLo 1853.
Durante el gobierno de Pereira
ejercio la magistratura siendo Juez
de lo Civil, Hacienda e Intestados
de la 2 ? Seccion, pasando a la Ca-
mara de Diputados como represen-
tante por Montevideo en 1858. Re-
electo en la legislatura siguiente
(1861), dejo su banca cuando el pre-
sidente Berro lo Uamo el 20 de junio
de 1861 para confiarle la cartera de
Relaciones Exteriores, a raiz de ha-
ber destituldo el Gran Ministerio.
Mantuvo su puesto hasta el 18 de
setiembre del afio siguiente y le to-
co actuar en todo lo relativo al fa-
moso conflicto eclesiastieo que se
suscito entre el gobierno y el vica-
rio apostolico Jacinto Vera.
Elegido diputado por Soriano en
1863, en ese cargo lo hallo la caida
del poder del partido Blanco. El Dr.
Arrascaeta cesa desde este momen-
to en la actuacion politica y mas
tarde, el que habia sido un exaltado
partidario, llego hasta separarse de
sus antiguos correligionarios cuando
al organizarse el partido Constitu-
cional, dio su nombre para ser in-
cluido entre los fundadores de la na-
ciente parcialidad, aceptando un
puesto de miembro de la primera
Junta Directiva (enero de 1881).
Entro en el constitucionalismo con
entusiasmos que no parecian de su
edad, sin reproches y sin cdios pa-
ra nadie.
Ciudadano de alta probidad, ora-
dor de palabra facil, solo fue un
medioere literato. Poseia una vasta
erudicion y el caracter bondadoso
que se atribuye a los sabios, mani-
fiesto en su amor a la gente joven.
Ademas del tomo de versos men-
cionado al principio, escribio y dio a
las prensas una antologia de poetas
de America Espafiola a la que puso
como titulo "Coleccion de Poesias".
Montevideo. 1881.
Sus campanas periodisticas fueron
a titulo de redactor o colaborador de
los diarios metropolitanos "La Fu-
sion", "La Patria" y "El Pais".
Fallecio el 16 de junio de 1892 en
la casa de la calle Reconquista don-
de tenia su estudio, amueblado con
viejos muebles y entre los libros que
habian constituido la gran aficion
de toda su vida.
ARREDONDO, JOSE MIGUEL
Militar uruguayo, aunque la parte
principal de su carrera de armas la
hizo bajo banderas argentinas. En
nuestro pais sirvio en sus comitn-
zos y en los ultimos tiempos, cuan-
do lucia palmas de general.
Nacido en Canelones el 8 de mayo
de 1832, era hijo de Felipe Arre-
clondo y de Maria Nicasia Moyano.
Soldado en el ejercito sitiador
de Montevideo, la primera anota-
cion oficial que se registra es su as-
censo a subteniente el 8 de julio de
1846, siendo soldado distinguido en
el batallon "Defensores de la Liber-
tad Oriental" al mando del coronel
Rincon, y despues el de teniente 2 9
el 20 de julio de 1849.
— 87 —
ARR
ARR
Firmada la paz de octubre de 1851,
al organizarse la Division Oriental
que a las drdenes del coronel Cesar
Diaz debia integrar el gran Ejercito
Aliado Libertador, destinado a des-
truir el poder de Hosas, las plazas
de los antiguos batallones de Oribe
refundidos y bajo nuevas denomina-
ciones pasaron a formar en el cuer-
po expedicionario. Arredondo conto
entre esos oficiales, teniendo puesto
en el batallon "Resistencia" al que
fue destinado con fecha 20 de octu-
bre de 1851. De este modo le cupo
participar en la victoria de Caseros
el 2 de febrero de 1852, recibiende
la respectiva medalla de plata.
Abatida la tirania y vuelto a la
patria, aparece como agregado al Es-
tado Mayor hasta el 29 de octubre
de 1852, en que a propuesta del jefe
de la Guardia Nacional de Canelo-
nes, se le nombro ayudante de la
misma, destino que debi'a servir por
muy breve tiempo, pues el 16 de i o-
viembre fue baja del ejercito, a su
solicitud, trasladandose a la Repu-
blica Argentina.
Alli, reconocido en el grado de ma-
yor tuvo activa participacion en las
luchas entre Buenos Aires y la Con-
federacion y durante la campafia del
Paraguay sus servicios merecieron
particular destaque.
Su papel en las luchas internas
fue en cambio muy discutido, sobre
todo en lo que dice como jefe de
expedicion a las provincias andinas
y en el episodio de la muerte del ge-
neral Ivanowsky.
En el escalafon argentino sus ss-
censos se hallan repartidos del si-
guiente mcdo: sargento mayor gra-
duado el 11 de junio de 1858; ma-
yor efectivo el 22 de diciembre; te-
niente coronel el 9 de mayo de 1860;
coronel graduado el 19 de setiem-
bre de 1863; coronel efectivo el 28
de enero de 1864 y general el 18 de
juUo de 1867.
Ausente y desvinculado de su pa-
tria desde hacia mas de treinta afios,
pues cuando vivio en Montevideo en
1880-81 fue en calidad de emigrado
argentino, a Buenos Aires lo fueron
a buscar nuestros politicos el afio
1886, para hacerlo jefe juntamente
con el gcneral Enrique Castro, del
movimiento revolucionario que se
preparaba — sin bandera partidista
tradicional — para poner fin al inso-
portable predominio del general Ma-
ximo Santos en la Republica. El plan
respbndia a que hubiese un general
colorado y otro blanco, con mando
alternativo o dual.
Cometian los blancos nacicnalis-
tas un lamentable error, pues si no
tenian otro jefe de su parcialidad,
Arredondo era el contra indicado.
Extrafio a la Republica y a su vida,
desconocido aqui, ni siquiera poseia
la atraccion personal, dan inaprecia-
ble que es un iman en los ejercitcs
criollos. Cargado de espaldas, cetri-
no, barbi-lampino con algo de inaio,
un voluntario maltes, Juan Cha-
brier, que hizo la fugaz campafia a
ordenes suyas, dice refiriendose al
jefe: "El general Arredondo es hom-
bre como de 55 afios, estatura re-
gular, un poco encorvado, bastante
nervioso y tan parco en palabras que
parece que f uese mudo ... No ha-
— 88 —
ARR
ARR
bla, por tanto, mas que lo indis-
pensable".
Acepto Arredondo el dificil co-
metido de mandar en jefe confiando
en que la campafia del sur conser-
vaba elementos capaces de respon-
derle, pero los hechos le demostra-
ron que estaba equivocado.
El gobierno uruguayo reclamo de
la intervencion del alto jefe argen-
tino en preparativos revolucionarios
contra el pais y lo puso en el trance
de solicitar la baja que obtuvo el
25 de enero del 86.
A la invasion siguio casi de in-
mediato la derrota de Quebracho
que puso fin, en breves dias, a lo que
se creia un movimiento en seguro
rumbo de triunfo, el 31 de marzo
de 1886.
Arredondo, a quien Santos odiaba
particularmente, logro escapar a la
persecucion muy activa de los ven-
cedores, ganando el Brasil para de
alli trasladarse a la Argentina.
Su conducta en la revolucion del
86 fue juzgada diversamente y con
raro apasionamiento por sus compa-
fieros de armas. En 1887, en un ban-
quete politico en Montevideo, la sim-
ple enunciaeion de su nombre levan-
to una tempestad de protestas.
Pero corresponde decir, en justi-
cia, que no hubo nunca un cargo
concreto y fundado que pudiera ha-
cersele al general Arredondo en este
ultimo capitulo sin fortuna de su
larga vida militar.
Reincorporado al ejercito argenti-
no una vez de regreso en Buenos
Aires, fallecio el 20 de setiembre de
1904, en la capital portefia.
ARREGUINE, VICTOR
Hombre de letras, educador y pe-
riodista, nacido en Montevideo el 8
de octubre de 1863. Hijo de sus
obras, peleo la vida desde abejo en
porfiada y larga batalla de afios y
no hizo nunca misterio de sus tiempos
mozos, cuando era dependiente de
almacen y guarda de tranvia. De
inteligencia vivaz, su bondad y su
sencillez — inalterada en los di'as de
prosperidad — cautivaban a priori.
Se estreno en letras haciendo pe-
riodismo en "La Razon" y en "El
Dia", cuyas colecciones guardan cro-
nicas de fina observacion y marc'ido
sabor nativista. Dividida su restan-
te tarea de pluma entre la poesia y
la historia nacional, el primer titulo
de la bibliografia de Arreguine, que
remonta al afio 1886, es una croni-
ca de la revolucion vencida en Que-
bracho en el mes de marzo del pro-
pio afio y en la cual el mismo par-
ticipo como soldado.
La figura del general Fructucso
Rivera, fundador del Partido Colo-
rado, tuvo para Arreguine la atrac-
cion p'articular que surge de sus "Na-
rraciones Nacionales, Artigas y Ri-
vera", publicadas en 1890.
Ahondando en la vida y en las
hazafias del caudillo, sus inclinacio-
nes al estudio del pasado se pronun-
ciaron a tal punto que en 1891
solicito del cuerpo legislativo un
subsidio para dedicarse a escribir la
historia de la Republica. La falta
de andamiento del pedido lo puso
en el trance de dejar de lado tarea
— 89 —
ARR
ARR
tan grande, limitandose por enton-
ces a dar publicidad en 1892, a su
f'Compendio de Historia del Uru-
guay", recomendable trabajo que
abarca desde la epoca pre-colonial
hasta el afio 1830.
Sus producciones pceticas que me-
recieron elogios de la critica autori-
zada, pero que no bastarian por su
correccion formal y su inspiracion
delicada para consagrar al autor co-
mo un poeta de alcurnia, estan re-
unidas bajo los distintos titulos de:
Versos; Poesias; Amorosas, y Rimas,
que aparecieron en distintos afios.
Cuentan ademas entre otros libros
de Arreguine: Tiranos de America,
Francia (1896); Estudios sociales y
ley de amor (1899); Tardes de Estio
(1906); y una antologia de poetas
uruguayos.
En 1892 paso a residir en Buenos
Aires, donde tuvo mejor campo para
desarrollar una fecunda labor do-
cente como catedratico en varios
Institutos oficiales, mientras aumen-
taba la lista de sus obras.
Finalizaron sus dias en Buenos
Aires el 24 de agosto de 1924.
ARRIBIO, Herminio SANTOS
Militar que llego a general de bri-
gada en nuestro ejercito.
Vino al mundo en la ciudad vie-
ja de Montevideo, el l 9 de noviem-
bre de 1841, hijo de Felix Arribio
y de Angela Rolon. Sus servicios,
principiados como voluntario en las
liuestes revolucionarias del general
Flores. donde sento plaza el 24 de di-
ciembre del 63, destinado en clase
de soldado al Batallon Florida, no
sobrepasan, por circunstancia nin-
guna, el habitual limite.
Su firma, en funciones de 2°
jefe del l 9 de Cazadores, es una de
las que figuran en el famoso docu-
mento del 15 de enero de 1875, en
que los jefes de la guarnicion de
Montevideo declaran caducado en
sus funciones al Presidente consti-
tucional Dr. Jose E. Ellauri, nom-
brando por auioridad propia a Pedro
Varela como Gobernador.
No obstante,.en descargo de Arri-
bio se podra alegar siempre, que
aquel sargento mayor, hecho en la
guerra, oscuro soldado de filas, ca-
rente de instruccion, sin claro dis-
cernimiento en punto a conducta
ciudadana, se vio mezclado en un
asunto historico trascendental, como
a ciegas, tal cual acontecio con al-
giin otro de sus companeros de
aventura.
El estigma de factor de un aten-
tado contra las leyes, que acompano a
Santos Arribio lo mismo que a to-
dos los firmantes de la deposicion
de Ellauri, limitado a ellos solamen-
te, configura una grave injusticia.
La tacha alcanza con mayor motivo
a lcs polfticos colorados y blancos
que prepararon el cuartelazo atando
voluntades y azuzando tal vez a los
que aparecen como sus ejecutores
materiales, como alcanza tambien a
los jefes de superior graduacion que
luego de consumado el motfn le pres-
taron su apoyo y pusieron su espada
a servicio del gobierno usurpa,dor,
hijo de la infidencia y de la fuerza.
ARR
ARR
Santos Arribio, que habia ganado
su primer galon en buena ley, as-
cendio a subteniente el 8 de julio
de 1866 mientras servia en el Ba-
tallon Florida en la campafia del
Paraguay.
En enero de 1866 paso al Bata-
llon "Constitucional" donde aleanzo
a teniente 2do. el 26 de febrero de
1868 y a teniente l 9 el 25 de agosto
siguiente.
En la propia unidad, que el 24
de abril del 69 habia pasado a de-
nominarse Batalion de Cazadores
N? 1, fue promovido a capitan el 7
de octubre de 1870 combatiendo
la revolucion blanca de Timoteo
Aparicio.
Sargento Mayor el 9 de iebrero
del 72, el Presidente Ellauri, dis-
pensandole una confianza que de-
fraudo, lo hizo 2do. jefe del l 9 de
Cazadores y en ese mando salio a
la calle sublevado la nefasta noche
de enero.
Su inmediato superior, el coronel
Lorenzo Latorre' convertido en Mi-
nistro de Guerra y Marina del dic-
tador Varela, dejo vacante la jefa-
tura del cuerpo y Arribio vino a
sustituirlo el 1° de febrero del 75,
ascendido a teniente coronel en la
misma fecha.
E131 de enero del 76 hizo renun-
cia de su puesto pasando a la Plana
Mayor Pasiva, pero inmediatamen-
te de asumir el poder discrecional
Latorre lo volvio al servicio y por
un corto periodo — 27 de julio a 20
de noviembre — fue jefe interino
del Parque Nacional. Desde enton-
ces, sin perseguirlo, el dictador no
dispehso tampoco a Arribio f avor
alguno.
La influencia del coronel Maximo
Santos ante el presidente Francisco
A. Vidal en 1880, lo llevo a la je-
fatura del Lazareto de la Isla de
Flores.
Coronel graduado el 18 de mayo
del 81, con fecha 6 de agosto del
mismo afio se le designo Jefe Po-
litico del departamento de Rio Ne-
gro, cuando recren entonces se hizo
efectiva su segregacion del depar-
tamento de Paysandu, que ya estaba
decretada desde el 20 de marzo del
80 y de su comportamiento hay muy
buen recuerdo.
Coronel efectivo desde el 24 de
febrero de 1883, el presidente Ta-
jes, que lo sabia amigo suyo y hom
bre de estar donde le indicase, lo
nombro Inspector General de Ar-
mas el 27 de diciembre de 18i?6,
mientras se tomaban ias mediilas
conducentes para desorganizar la
maquina politica santista. Logrado
el proposito en bien del pais, lo
mantuvo en ese cargo (que habia
retomado su antiguo nombre de Je-
fe de Estado Mayor) durante todo
su gobierno, dandole las palmas de
general de brigada el 26 de febrero
de 1890. En la presidencia del Dr.
Julio Herrera y Obes continuo en el
desempefio del puesto de Jefe de Es-
tado Mayor hasta el 1° de marzo
de 1894.
En 1897, cuando la revolucion
nacionalista alteraba la paz publica,
fue jefe del Ejercito dei Sur, pero
no llego la ocasion de medirse con
los enemigos.
— 91 —
ARR
ARR
Opositor a Cuestas en 1898, la
reaccion militar del 4 de julio lo +u-
vo entre los generales revoluciona-
rios, por cuyo motivo el dictador lo
extrano del pais al cual solo quiso
volver cuando se restituyeron las
normas constitucionales.
Fallecio en Montevideo el 9 de
julio de 1907.
ARRIETA, JOSE Casimiro
Diplomatico, con cincuenta anos
de servicios consecutivos rendidos
al pals y prestados siempre en la
Republica de Chile, donde llego
siendo nirio.
Nacido en San Jose de Mayo el
4 de marzo de 1833, cuando aiin no
tenia 12 arios, sus padres, espanta-
dos de la suerte que podia correr
en Montevideo sitiado a la fecha por
las tropas de Oribe, decidieron ale-
jarlo del pais y fue enviado a San-
tiago de Chile.
Sin mas ayuda que' tmas cartas
de recomendacion, Arrieta, que lle-
vaba el triunfo dentro de si, a me-
rito de las superiores condiciones
que lo distinguieron, alcanzo por
propia virtud la mas envidiable si-
tuacion social y financiera en una
tierra que alguna vez no fue muy
propicia a los extranjeros.
Despues de hacer aprendizaje de
numeros en la Contaduria Mayor del
Estado, se bachillero en leyes y cien-
cias politicas en 1855, mientras pros-
peraba en actividades comerciales y
como organizador de importantes so-
ciedades de seguros, bancarias, mi-
neras. etc, que le reportaron una
gran fortuna, haciendo de el todo
un personaje en el mundo de ne-
gocios.
En 1859, con fecha 3 de marzo, el
gobierno de Gabriel Pereira nombro
a Arrieta Consul General del Uru-
guay y el^.,30 de junio de 1871 fue
promovido por el presidente Batlle a
la categoria de Encargado de Ne-
gocios.
El 24 de marzo del 74, en la ad-
ministracion de Ellauri, se le hizo
Ministro residente y el l p de junio
de 1883 el general Santos le dio ca-
tegoria superior de Enviado Extra-
ordinario y Ministro Plenipoten-
ciario.
Con tan larga actuacion en la ca-
rrera, Arrieta mantuvo el decanato
del cuerpo diplomatico en Chile
desde 1892 hasta 1903, en que si-
guiendo la costumbre establecida
cedio la preeminencia al represen-
tante del Vaticano. ,
Riquisimo y un verdadero gran
senor, nuestro Ministro mantuvo la
Legacion nacional en Santiago en
superior rango, aunque jamas quiso
aceptar ninguna remuneracion tiel
Estado, desempefiando todos sus
cargos honorariamente. Sus relacio-
nes en Chile y su gran tacto diplo-
matico le permitieron rendir verda-
deros servicios a la patria, dandole
intervencion en momentos dificiies
cuando hizo mediar al Uruguay en
los peligrosos cpnflictcs surgidos
entre Chile y la Republica Argen-
tina, etc. Asimismo, y en caracter
— 92 —
ARR
ARR
de Ministro, se le vio actuar con
especial acierto en las terribles y
dolorosas circunstancias que subsi-
guieron al suicidio del ex-presidente
Jose Manuel Balmaceda, el cual en
su liltimo memorandum le dejo reco-
mendada a su familia y en su carta
final al ministro argentino Uribu-
ru le decia: "Pida a Arrieta que es
bueno y esta cerca de los mios que
cumpla con las obras de misericor-
dia sin ceremonia ni acompana-
miento alguno".
Fiel al encargo postumo, nuestro
Ministro saco ocultamente de la Le-
gacion Argentina el cuerpo de su
esclarecido amigo, llevandolo a se-
pultar — ocultamente tambien — en
el panteon suyo, para resguardarlo,
si llegaha el caso, de la safia que
azuzaban innobles los odios de la
hora.
Sus prestigios de autoridad en ma-
teria hacendistica, asesor como ha-
bia sido del progresista Intendente
Vicufia Mackenna y consultor pri-
vado del presidente Pinto, hicieron
que Santcs en 1882 lo consultara
sobre las finanzas nacionales pi-
diendole estudiase nuestros prbble-
mas del momento. Casi a correo
vuelto, Arrieta le envio un memo-
ramdum de clarividencia extraordi-
naria, verdadero evangelio de buen
gobierno y buena administracion
todavia a estas horas.
Yendo mas alla en su prestigio,
en 1898, despues de lcs sucesos del
4 de julio, el general Benigno Ca-
lambula, invocando el nombre de un
grupo de militares y ciudadanos so-
licito su asentimiento para levan-
tar su candidatura a la Presidencia
de la Repiiblica en el cuadrienio 1899-
1903. El Ministro se excuso fundado
en .que su desvinculacion politica y
su prolongado alejamiento del pais
lo inhabilitaban en absoluto para
desempenar a conciencia tan alto
cargo.
En 1909, nuestra cancilleria que
necesitaba la Legacion de Chile pa-
ra dar ubicacion a uno de tantos
diplomaticos ambulantes, otorgo a
Arrieta la categoria de Ministro Pie-
nipotenciario ad-honorem por de-
creto del 17 de abril.
Hcmbre de gustos refinados hizo
edificar para su residencia y sede
de la Legacion en Santiago un her-
moso, palacete y su Quinta de Pe-
nalolen, proxima a la capital, es to-
davia una finca magnifica en me-
dio de un extenso parque.
Aficionado a cuestio'nes de arte,
protegio a Blanes haciendole varios
encargues de pintura, entre los cuales
un sobresaliente cuadro de famili-i.
Distinguido en la mejor sociedad
santiaguena y en su alto cargo ho-
norifico vino a fallecer en su casa
de verano en Vifia del Mar, casi
octogenario el 11 de agosto de 1911.
ARROYO, FELIPE Dionisio
Coronel del ejercito, con presti-
gio partidario en el departameuto
de Colonia, cuya Jefatura politica
desempeno con beneplacito general.
Hijo de Felipe Arroyo y Benita Le-
— 93 —
ARR
ARR
guisamo, era nacido en la Colonia
ctel Sacramento el 6 de octubre de
1824.
Empezo sus servicios militares en
la Guerra Grande, figurando como
porta en el Estado Mayor de la 3 ?
brigada de caballeria a mediados de
1844 y como alferez en la Division
Flores en el afio 1845; en julio del
ano siguiente asciende a teniente l 9
en el Escuadron Escolta, formando
parte del ejercito que al mando del
general Rivera operaba en el lito-
ral de la Republica.
En junio de 1853 se le destino a
la Guardia Nacional del departa-
mento de Cclonia, habiendo llegado
en ese mismo mes a ayudante ma-
yor. A poco mas de un ano, el 11
de julio de 1854 fue promovido a
capitan y nombrado jefe politico
de Colouia, cargo que desempeno
hasta el 19 de octubre del ano si-
guiente, en que interinando el P. E.
Manuel B. Bustamante, vino a sus-
tituirlo Jose M. Palacios.
A servicio de sus convicciones
partidistas, embarco en la goleta
Maipu con la expedieion de revo-
lucionarios del general Cesar Diaz,
con el grado de sargento mayor.
Hizo toda la breve campana y tuvo
la suerte de no hallarse incluico
— tal vez para luego ser muerto —
entre los capitulados de Quinteros
fdiciembre de 1857 - enero de 1858,'.
Pronunciado el general Venancio
Flores en 1863 contra el gobiemo
de Berro, sucesor -de Pereira, busco
Arroyo un puesto en el ejercito re-
volucionario, .ganando mucho ascen-
diente sobre su jefe, no como mili-
tar valiente — cualidad ^comun — si-
no como jefe de orden, cosa muy
distinta.
Teniente coronel en la guerra,
el general Venancio Flores le con-
firio el ascenso a coronel con fecha
19 de mayo de 1865.
Jefe Politico y Comandante mi-
litar de la Colonia, al triunfo de la
Cruzada, ocupo dicho empleo hasta
el 22 de abril de 1867, en que se le
acepta la renuncia que presenta
obligado por su mala salud; aqueja-
balo de largo tiempo atras una afec-
cion cardiaca, que hizo crisis fatal
el 24 de junio del 67.
El gobcrnador provisorio decreto
en su honor la ereccion de un pe-
quefio monumento funerario que
recordara "al buen ciudadano y al
valiente servidor de la patria". No
bastaria desde luego, una dispcsi-
cion oficial semejante para calificar
al coronel Arroyo o a otro militar
o funcionario; pero junto con el
decreto y con menos riesgo de sos-
pecha hay que atenerse a las una-
nimes manifestaciones de duelo con
que el departamento recibio la no-
ticia de la muerte del ex-jefe poli-
tico.
Formaron en el sepelio no soJa-
mente todos los ccches de la ciu-
dad, sino una gran cantidad que pro-
cedentes de las estancias conducian
gran numero. de extranjeros cuyos
vice-consules participaron colectiva-
mc-nte en el duelo. Se improviso "una
banda de musica de aficionados para
el acto y como no existia carro fune-
bre confeccionaron uno ad-hoc para
conducirlo a la ultima morada".
ARR
ARR
ARROYO LINO Abelino (Garcia)
Militar y funcionario publico dis-
tinguido por sus virtudes civicas.
Ningun vinculo de familia lo unia
con el anterior coronel y en reali-
dad el apellido era el doble apelli-
do de Garcia Arroyo, cuya primnra
parte su padre, un modesto comer-
ciante espafiol, ya habia reducido a
una letra.
Nacio en Montevideo el 23 de se-
tiembre de 1836, y quedo huerfano
a los 14 afics. Sin medios de viJa,
en setiembre de 1851 fue a presen-
tarse como soldado voluntario al
ler. batallon de Guardias Naciona-
les Defensores de la Capital man-
dado por el coronel Tajes, donde un
amigo de la familia, Pedro Zas,
desempenaba funciones de capitan.
Goncluida poco despues la Guerra
Grande interrumpio la carrera de
armas dedicandose al comercio, pe-
ro al principiar la revolucion co-
lorada del general Flores, en 1863,
busco el modo de incorporarse a sus
amigos politicos, hizo toda la cam-
pafia y el dia del triunfo, en 1865,
ostentaba galones de capitan.
A servicio del gobierno cuando el
coronel blanco Timoteo Aparicio al-
zo bandera de revuelta, le cupo a
Lino Arroyo batirse junto al coro-
nel Fidelis Paes Da Silva en la ac-
cion de Batovi Dorado, una de las
mas encarnizadas de la campafia, el
15 de agosto de 1871. Derrotados los
suyos, vanos fueron los esfuerzos de
Arroyo para rescatar el cadaver de
su jefe caido en el combate.
En el transcurso de la campaiia
obtuvo grado de sargento mayor el
27 de agosto de 1870, a ordenes del
general Jose Gregorio Suarez; la
efectividad el mismo mes del afio
siguiente y el grado -de teniente co-
ronel el 15 de enero del 72.
Concertada la paz de abril de 1872,
ocupo el puesto de oficial l 9 de la
jefatura de Tacuarembo y electo
presidente de la Republica el Dr.
Ellauri, se le confio, en marzo de
1873, la jefatura politica del propio
departamento donde, activo, culto,
honrado y tolerante, hizo una admi-
nistracion ejemplar.
Alli lo enccntraron los funestos
sucesos del 15 de enero de 1875. No-
tificado por el nuevo Ministro de
Gobierno Isaac de Tezanos, del cam-
bio polftico efectuado en la capital,
el comandante Arroyo respondio di-
ciendcle que no reconocia otra au-
toridad que la del presidente legal
Dr. Ellauri.
A la notificacion se acompanaba
el decreto nombrando jefe politico
al teniente coronel Jose Gregorio
Escobar, pero Arroyo se nego a en-
tregarle el puesto, y — visto care-
cer de fuerzas para resistir — dio
pcsesion de la jefatura al presiden-
te de la Junta, Miguel Yofre.
Preso Arroyo casi en seguida, se
dio el caso extraordinario, descono-
cido en nuestros anales historicos,
de que lo mas prestigioso del vecin-
dario de Tacuarembo, sin haber dis-
tincion de nacionales o extranjeros,
sclicitara la libertad provisional del
ex jefe, pidiendo que se le.diera el
pueblo por carcel, bajo la fianza de:
ARR
ARR
todos y cada uno de los firmantes
del petitorio.
Amnistiado en 1876 y sin rol sub-
siguiente, fue baja una vez mas en
febrero de 1886, por no haberse pre-
sentado al llamado del gobierno. Pe-
ro cuando el clima politico despues
de la Conciliacion de Noviembre hu-
bo cambiado de modo total, ocupo
Arroyo sucesivamente las jefaturas
politicas de los departamentos de
Treinta y Tres y de Rocha en el pe-
riodo del 86 al 90, para ser el mis-
mo excelente funcionario que habia
sido doce anos antes.
Ascendido a coronel el 26 de fe-
brero de 1890, Lino G. Arrcyo fa-
llecio en Montevideo el 27 de agosto
de 1897, sin dejar a los deudos nada
mas que un honrado apellido.
ARRUE, JULIO Bartolome
Militar afiliado al partido blanco,
con larga y brillante foja, pero que
no figuro sino fugazmente en ios
escalafones del ejercito de linea,
siendo de la Guardia Nacional sus
grados, hasta el de coronel.
Era natural de Montevideo, nacido
el 12 de octubre de 1829, hijo del
coronel de la Independencia Juan
Bernardino Arrue, y de Natividad
Laguna, hija del procer de la In-
dependencia del mismo apellido.
Iniciado en los estudios, demostro
poseer las condiciones suficientes
para que el gobierno de Oribe en el
Cerrito le otorgara una beca a fin de
continuar estudiando en Francia. La
beca se le prorrogo al afio siguien-
te, pero Arrue no llego a graduar-
se con titulo alguno.
En abril de 1860 se le encuencra
como teniente 2? del Batallon N? 2
de Guardias Nacionales de Monte-
video; teniente l 9 en marzo de 1863,
el 2 de enero del siguiente ano ob-
tiene despachos de capitan de in-
fanteria sirviendo entonces en el l 9
de Guardias Nacionales; y el 15 de
diciembre de 1864 asciende a tenien-
te coronel.
Durante el gobierno de Berro ha-
bia combatido a los revolucionarios
coloradcs d'e Flores, al mando de
una compahia de negros y mulatos
agregada a um batallon de linea.
En la tentativa de reaccion blan-
ca que Berro capitaneo contra Flo-
res el 19 de febrero de 1868, fue
Arrue uno de los atacantes del Fuer-
te de Gobierno. Desempehose >..on
audaz resolucion y tienese por cier-
to que el, personalmente, fue qiiien
puso fuera de ccmbate al centinela.
Fracasado el golpe, Arrue, con mas
suerte que su jefe el ex-presidente
Berro, escapo en un bote que por
precaucion tenia preparado en el f;x-
tremo sur de la calle Misiones.
En el movimiento armado del co-
ronel Timoteo Aparicio formo en las
filas de la revolucion en la que tu-
vo senalado. desempeno, siendo' he-
rido de un balazo en la cabeza en
la sangrienta jornada del Sauce el
25 de diciembre de 1870.
Ajustada la paz de abril de 1872,
es en este momento que Arrue en-
tra a figurar aunque sea por corto
termino en el escalafon del ejer-
cito de la Republica, dado de alta
— 96 —
ARR
ARR
en el Estado Mayor Pasivo como te-
niente coronel de infanteria de M-
nea con fecha 2 de mayo del pre-
citado afio. Compelido a justifi;-ar
su calidad de jefe de milicias en un
plazo perentorio de quince dias, la
superioridad puso obstaculos arbi-
trarios a sus probanzas y luego con
manifiesta ligereza e injusticia re-
voco el decreto de incorporacion.
Cuando el Partido Blanco, que ha-
bia cambiado su nombre por Par-
do Nacional, se dividio en neto y
principista durante la administra-
cion del Dr. Ellauri, Arrue afiliose
a esta ultima fraccion, tocandole es-
tar por la causa legalista en los su-
cesos de enero del 75.
Derrocado el presidente Ellauri
para entronizar una nueva situacion
que avergonzaba al pais y que sos-
tenian mancomunadas las fraccio-
nes netas de los partidos colorado
y blanco, los elementos politicos
contrarios organizaron el movimien-
to armado de la "Reaccion Nacio-
nal" con proposito de establecer por
la fuerza el imperio institucional.
El coronel Arrue, emigrado en la
Argentina, fue uno de los jefes c'e
la reaccion e invadio el pais pcr el
departamento de Soriano al mando
de un plantel de infantes. Despues
de tomar la ciudad de Mercedes,
batio al jefe gubernista Carlos Gnu-
dencio en la jorriada de Persevera-
no el 7 de octubre del 75. Las fuer-
zas de Arriie, muy inferiores a ias
de su adversario, pelearon con sin-
gular denuedo pese a tratarse de
soldados imprcvisados, y el triun-
fo de la revolucion fue brillante. Sin
embargo, causas multiples no solo
neutralizaron los efectos de la vic-
toria sino que actuaron hasta ma-
lograr aquel hermoso movimiento
civico que se conocio por "la Re ,_ o-
lucion Trieolor'. Arrue, vencido, tu-
vo que pasar la frontera del Brasil
y volver a Buenos Aires.
Principiaba asi una expatriacibn
que solo concluiria con su vida, y
se dedico a negocios bursatiles en
los cuales pudo formarse una des-
ahogada situacion pecuniaria.
Un dia llego a Buenos Aires, des-
terrado, el dictador Latorre y cua-
dro la oportunidad de que se inteu-
tara hacerlo conversar con su anti-
guo enemigo, a fin de cambiar ideas
acerca de la situacion de la Repu-
blica, pero Arriie rechazo en abso-
luto hasta la idea de una entrevista
con el sombrio personaje.
No tuvo participacion en el mo-
vimiento de 1886 contra la domina-
cion santista y en 1887, gobernan-
do el general Tajes, vino a -Monte-
video donde fue presentado al nue-
vo Presidente.
Se dijo en algun momento rue
iba a reincorporarse a la vida poii-
tica del pais, pero era una noticia
infundada y casi en seguida esta-
ba de regreso en Buenos Aires.
Gravemente enfermo en los di'as
de la revolucion nacionalista de
1897, fallecio en su voluntario reti-
ro el 4 de noviembre del mismo
aiio. Sin mayores dotes para un
mando superior, fue el coronel
Arrue un excelente jefe y un solda-
do de sereno valor, a la vez que un
austero ciudadano.
— 97 —
ART
ART
ARTAGAVEITIA, RAMON de
Conocido jefe de uno de los bata-
llones oribistas durante el sitio de
Montevideo de 1843 - 51, no fue su
carrera la carrera de las armas sino
el comercio, no obstante haber ser-
vido. en su juventud a la causa del
rey en la lucha con los patriotas, a
fuer de espanol como era.
Natural de Espana, nacido en
Santurce en 1796, llego al Rio de la
Plata en edad muy temprana. Crea-
da la Republica por la Convencion
de 1828, Artagaveitia se connatura-
lizo ccn el nuevo orden de cosas,
afecto a la causa provincial antes
que a las dominaciones extrafias,
desde la epoca en que estos paises
se habian perdido para Espana.
Formo como teniente de la com-
pania de Granaderos del batallon.de
milicia activa de infanteria desde
que se organizaron las guardias na-
cionales, ascendio a capitan el 19 de
julio de 1833 y combatid la revolu-
cion lavallejista de 1834. Adicto al
general Oribe, cuyo partido siguio
por toda la vida, fue electo repre-
sentante por Colonia en 1835.
En noviembre del mismo aho pidio
su separacion del batallon de guardia
nacional en que servia "por ser ciu-
dadano legal y reprocharselo los pa-
peles publicos". Pero la superioridad
no hizo lugar al pedido teniendo en
cuenta sus servicios "que lo honran
y distinguen".
Por ese tiempo era dueno de una
importante organizacion lanchonera
a la cual las complicaciones de la
guerra contra Rosas en la 2da. pre-
sidencia de Rivera perturbaron con-
siderablemente.
Depuesto Oribe por la revolucion
riverista, Artagaveitia permanecio
en Montevideo pronto a coadyuvar
a la revancha, verdadero quintaco-
lumnista de la epoca. Persona adi-
nerada y de prestigio en ciertas es-
feras de pueblo, con el se contaba y
a el se pedia consejo por el coronel
Antonio Diaz, ex-ministro de Oribe,
cuando planeaba en Buenos Aires
— con apoyo de Rosas desde luego — .
un ataque sorpresivo a la capital
por via maritima en 1841.
Despues que el general Oribe, en
febrero de 1343, establecio el sitio
de Montevideo como jefe del'ejer-
cito unido de vanguardia de la Con-
federacion Argentina, Artagaveitia
traslado todas sus actividades al
puerto del Buceo, habilitado como
puerto oficial del titulado gobierno
legal. El jefe sitiador le ccnfio la
tarea de organizar un cuerpo de
voluntarios vascongados. Vasco el
mismo y en permanente contacto
eon paisancs suyos embarcadizos,
peones de salazon o graseria y con
un viejo rescoldo militar, Artagavei-
tia — carlista ademas — estaba en
condiciones de satisfacer los deseos
de su general.
La guerra civil de Espana que ve-
m'a de concluir por esa epoca t:on
la derrota de los absolutistas, aporto
a la cbra numerosos y excelenles
elementos. Los emigrados y fugiti-
vos carlistas — blancos en Espana —
que venian enardecidos de la pelea
contra los liberales, pasaban a en-
— 98 —
ART
ART
grosar el batallon del paisano vasco
blanco de Montevideo, para de este
modo seguir peleando contra los li-
berales que aqui se llamaban colo-
rados pero eran, lo mismo que alla
"enemigos de Dios y la religion."
El batallon de Artagaveitia llama-
do "Voluntarios de Oribe", llego a
ser uno de los cuerpos veteranos
mas numerosos, y de mas prestigio
militar entre los batallones del Ce-
rrito.
En ese servicio y con grado de
teniente coronel, vino la conclusion
de la guerra por el tratado de paz
de 8 de octubre de 1851. Mariano
B. Berro acredita que el 5 del mis-
mo mes, el batallon que tenia 4.00
hombres, fue desarmado y disuelto
por el propio comandante, presen-
ciando el acto el jefe de la nave es-
paflola Mazarredc, fondeada en el
puerto del Buceo. Poco sobrevivio al
fin de la guerra el jefe de los Volun-
tarios, pues su deceso tuvo lugar en
Montevideo el 11 de julio de 1852.
ARTEAGA, Tomas CLODOMIRO
Hombre politico, varias veces
miembro del cuerpo legislativo. Hijo
de Juan Antonio Arteaga, nacio en
Montevideo el 18 de noviembre de
1836.
Sus primeros ensayos de vida pu-
blica y de periodismo los hizo en
Paysandii, cuando el coronel Cara-
ballo, sublevado en 1868 con su her-
mano el general Francisco contra el
presidente general Lorenzp Batlle,
nombro a Arteaga — por autoridad
propia — Jefe Politico del departa-
mento. Al aproximarse una fuerza
gubernista poco demoraron en po-
nerse todos en fuga. Por esta misma
epoca habia adquirido alli una im-
prenta por la cual se tiraba "La Tri-
buna Oriental", hoja de gran for-
mato y excelente presentacion.
Suplente por Tacuarembo, convo-
cado a la ir* legislatura para llenar
la vacante de los diputados oposito-
res expulsados por la mayoria soli-
darizada con el motin del 15 de ere-
ro, fue votado en Paysandu para la
legislatura siguiente en 1876; pero
estas camaras no llegaron a funcio-
nar pues sobrevino la dictadura de
Latorre y se disolvieron sin necesi-
dad de decreto.
Se establecio entonces en Monte-
video como hombre de negocios,
planteando el establecimiento tipo-
grafico por donde saco a luz el dia-
rio "La Nacion", que luego pondifa
a disposicion de todos los gobernan-
tes, sea como organo francamente
oficial, sea como portavoz de las e1-
turas, sea como simple hoja "bien
informada" en sus noticias poh'ticas.
Pocas veces perdio Arteaga el
norte gubernista, pero en las ocasio-
nes en que vacilo — y eso fue en
periodos cruciales como a la caida de
Latorre y a raiz de la muerte de
Idiarte Borda — pronto supo encon-
trar la pista y seguir por ella hasta
que despues de la eleccion presiden-
cial de Batlle y Ordofiez en 1903,
el diario, privado de todo vinculo
oficial u oficioso, dejo de aparecer.
Respaldada desde arriba, "La Fa-
cion", en sus largos anos de ex. ; s-
— 99 —
ART
ART
tencia, estampo en sus columnas, de
mandato superior, todo lo que ie *-e-
m'a con aquel sello y ajusto su len-
guaje, temperado o procaz conforme
al diapason que se le indicara. Pero,
hay que decirlo honradamente, "La
Nacion" y los diarios opositores, em-
parejadcs en el insulto y la diatri-
ba, se sacaban chispas en ciertos
tiempos tremendos.
Una redaccion ad-hoc — Clodomi-
ro Arteaga era practicamente inca-
paz de pergefiar medio editorial —
daba iorma periodistica a los desaho-
gos e imperativos recibidos de lo
alto, pues unicamente durante el
gobierno de Cuestas se dio el caso
inaudito, repetido casi todos los dias,
de que el Presidente enviase para
publicar en "La Nacion" los sueltos
que el mismo escribi'a con torpe plu-
ma e insolencia inverosimil, elucu-
braciones que, por si solas, servi-
rian a la posteridad como pintura
de una epoca.
Cobrose Arteaga de estos singu-
lares cometidos, ocupando puestos
en el cuerpo legislativo durante
veinticinco afios — diputado por
Minas cinco veces, senador por el
mismo departamento en 1900 y por
el de San Jcse en 1897 y Consejero
de Estado en 1898.
Fue, contemplado de otros puntos
de vista, hombre progresista, bue-
no y servicial, con gran don de
gentes, que unido a su alta y
elegante figura, le ganaron proba-
blemente la representacion de la
Camara de Diputados en Ia mision
que fue al Paraguay ea 1885 a de-
volver los trofeos de la guerra.
Rico y con veleidades de gran se-
nor, adquirio en Europa, durante un
viaje, el titulo de Conde de Marco-
sena, uno de esos titulos — in parti-
bus — vendidos sin compromiso por
ciertos gobiernos, pero que permiten
lucir en el coche una corona con
puntas sobremontadas de perlas.
Dejo de existir en la capital el 8
de marzo de 1902.
ARTIGAS, JOAQUIN
Soldado de la independencia, uno
de los treinta y tres patriotas que a
las ordenes del general Juan A. La-
valleja desembarcaron en la Agra-
ciada el 19 de abril de 1825, para
tentar el levantamiento de la pro-
vincia Oriental contra los brasilenos
que la tem'an conquistada.
Era criado del alferez Pantaleon
Artigas a quien pertenecia como es-
clavo y vino como asistente suyo, re-
vistando en la nomina de los cru-
zados del afio 25 como simple
soldado.
Se le tiene a Joaquin Artigas co-
mo hombre de color, aunque no exis-
ta fundamento capital para decir
que fuera nativo de Africa.
En mayo de 1825 aparece desti-
nado al Regimiento de Dragones Li-
bertadores.
El 15 de diciembre de 1828, sir-
viendo en el Regimiento de Inf ante-
ria de la Guardia del Gobierno de
— 100 — -
ART
ART
la Erovincia, asciende a cabo l 9 ,
siendo cabo 2°.
El primero de enero de 1829 paso
al Batall6n 3"? de Cazadores, en Ca-
nelones. En noviembre esta desta-
cado en la Isla de Eatas y en enero
de 1830 de guardia en el Fuerte.
Tuvo la suerte de pasar sin con-
tratiempo por todas las peripecias in-
herentes a una lucha prolongada trea
afios, pero no sigui6 carrera de
armas. Apenas si en setiembre de
1839, cuando el ejercito argentino
rosista del general Echagiie invadio
la Republica, Artigas, con un grupo
de voluntarios, todos hombres de co-
lor, libres, se; ofrecio al gobierno pa-
ra formar una compania de artille-
ros, en defensa de la independencia
y de la libertad.
Reconocido e incluldo en la lista
de los Treinta y Tres, tuvo opci6n al
premio que el Primer Congreso
Constituyente de las Provincias UnL-
das reunido en Buenos Aires habla
conferido a Lavalleja y a sus auda-
ces compafieros el 23 de mayo da
1826, premio reconocido luego por la
Asamblea Constituyente de la Re-
publica, el 14 de julio de 1830, el
cual consistia en una asignaci6n de
dinero, vitalicia, de quinientos pesos
anuales en la parte correspondienta
a sargentos, cabos y soldados.
Joaquln Artigas figura en la lista
del premio a los Treinta y Tres has-
ta el mes de octubre de 1842. Desde
esta fecha no hay listas hasta 1852,
pero a esta fecha ya no figura, igno-
randose el dia de su fallecimiento.
ABTIGAS, JOSB Gervasio
Figura procer, por excelencia, de la
historia nacional, primer jefe de los
orientales y primer estadista de la re-
volucion del Rio de la Plata, segiin
acertadamente se le ha llamado.
Nacido el 19 de junio de 1764, hijo
de Martin Jose Artigas y Francisca
Antonia Arnal, , segiin la partida
que luce al folio 209 vuelto del libro
primero de Bautismos de la Cate-
dral, su abuelo, Juan Antonio Arti-
gas, habia sido uno de los primeros
pobladores de la ciudad.
No dice el asiento parroquial que
haya visto luz en Montevideo, lo
cual plantea discusion sobre el sitio
de su cuna, pero nada permite creer
que haya nacido en la Villa del Sau-
ce, localidad del departamento de
Canelones. La considerable distancia
de esta poblacion, los pesimos cami-
nos y la estacion invernal, parecen
excluir la posibilidad de un viaje,
sin objeto, con una criatura de tres
dias, puesto que se le impuso "Oleo
y Chrisma" el 21 de junio.
Concurrente cuando niiio al Cole-
gio Franciscano, recibio la mediocre
ensenanza de la epoca, y hecho mo-
cito, paso a ocuparse en faenas rura-
les en la campana despoblada, don-
de las autoridades, poco mas de no-
minales, eran incapaces de tener a
raya al gauchaje levantisco, y de
contener los avances y tropelias de
los grupos de indios charruas y mi-
nuanos, mas numerosos, pero no
— 101 —
ART
ART
peores, que los contrabandistas por-
tugueses que infectaban la zona.
La que podria llamarse carrera de
armas de Jose Artigas, principia el
dla 10 de marzo de 1897, cuando
ingreso como oficial al cuerpo de
Blandengues, unidad militar cuyas
funciones eran, en lo principal, fun-
ciones de policia y vigilancia. De en-
trada tuvo a su cargo una partida
recorredora de los campos, y ascen-
dio sucesivamente a ayudante mayor
cie milicias de caballeria y luego a
cspitan, hasta que el 3 de setiembre
de 1810 recibio el mando de una
compania veterana de Blandengues
de la Frontera.
Su actividad continua en el ser-
vicio era prenda de orden para los
estancieros y pobladores de la cam-
pana, y garantia cierta de vidas y
haciendas. En esa carrera. donde
comprendi6 la esencia de la reali-
dad popular que debia imponer las
directivas a su obra de hombre pu-
blico, tuvo ocasion de convivir, ca-
si un ano, en Intimo contacto con
Felix de Azara, sabio naturalista
espafiol y hombre de profundos y
variados conocimientos, cuyas ideas
en materia eeonomico - social Arti-
gas asimilo indudablemente, pues
aparecen mas tar.de en varias de sus
concepciones de hombre de go-
bierno.
Azara, en los afios 1801 - 1802,
desempefiaba funciones oficiales co-
mo encargado de limites en la fron-
tera con Portugal.
Las autoridades superiores de la
colonia, por su lado, compartiari el
buen concepto general sobre Arti-
gas y existen multiples e inequivo-
cas pruebas de la confianza y con-
sideracion que, de Gobernador aba-
30, merecio de los funcionarios es-
panoles.
Querido yrespetado por la gente
de campo, su valor y sus condicio-
nes de soldado se hacian presentes,
de modo natural, sobre el elemento
criollo, que penetraba bien el sen-
tido de justicia equitativa y tole-
rante, caracteristica, del capitan de
Blandengues.
A la hora de las invasiones in-
glesas marcho a combatir contra ios
extranjeros "herejes", y el dia en
que Montevideo fue tomada por
ellos — 3 de febrero de 1807 — diri-
giose al campo con el proposito de
organizar fuerzas que resistieran en
el interior.
Sobre un primer plantel de tres-
cientos hombres, reclutado con la
cooperacion del saladerista Secco,
agrupando los peones de las estan-
cias y los paisanos que acudian a
ponerse a sus 6rdenes, prestamente
tuvo Artigas elementos de fuerza y,
sobre todo, posibilidad de movili-
zarlos y ponerlos en accion por la
buena calidad .y abundancia de
montados.
Pero no fu6 preciso llegar a la
lucha, pues los ingleses evacuaron
el Rio de la Plata, en derrota, y el
sefiorio colonial de Espafia pudo
reanudar su marcha con la misma
lamentable torpeza y cortas miras
de un regimen anquilosado, en di-
solucion espontanea.
— 102 —
ART
ART
De este modo, la revolucion del
25 de Mayo en Buenos Aires hallo
a Artigas reintegrado a sus funcio-
nes de policia en la campafia, pero
no ajeno a las ideas nuevas que
fermentaban, y una vez que, ade-
lantados los sucesos, aquellas ideas
y propositos tuvieron una mas cla-
ra definicion, el capitan, que venia
sirviendo a las ordenes del briga-
dier Jose Muesas, en la Colonia
del Sacramento, abandono las filas
espanolas cruzando el rio Uruguay,
rumbo a Buenos Aires, la noche del
2 de febrero de 1811, en compania
de Eafael Ortiguera, teniente de su
misma compania, para ofrecer su
espada a la patria.
Su concurso, que Mariano More-
no ya habia sefialado como valioso,
se acepto por la Junta Revoluciona-
ria a la cual acudio a presentarse,
y Artigas tuvo encargo de prepa-
rar, desde la fronteriza provincia
de Entre Rios, el levantamiento de
la Banda Oriental, utilizando al
efecto sus relaciones y su prestigio
en la tierra nativa, y los hilos que
virtualmente estaban tendidos.
Los primeros pronunciamientos
tuvieron por teatro el pueblo de
Belen, en el Alto Uruguay, y el
campo de la costa del arroyo Ascen-
cio, en Soriano, y a su preparacion
no eran ajenos Artigas o los agen-
tes suyos.
La hora esperada parecia haber
sonado y con los auxilios que pro-
porciono la Junta, la cual lo habia
piomovido a teniente coronel efec-
tivo por decreto de 9 de marzo, arri-
bo a su provincia al mes justa-
mente de tener mando — 9 de abril
— a fin de tomar intervencion per-
sonal en la guerra, trayendo a sus
inmediatas ordenes ciento cincuenta
pia7as del Batallon de Patricios.
Aceptado generalmente como ver-
dad que el desembarco se haya pro-
ducido por el actual departamento
de Colonia, en la Calera de las
Huerfanas, hay pareceres muy res-
petables que consideran que la ruta
de Artigas debio ser, saliendo de
Entre Rios, el camino que lo llevo
al campamento de Capilla de Mer-
cedes de Soriano, lugar donde asen-
taban las fuerzas patriotas, cuya je-
fatura habian confiado las autorida-
des de Mayo al general Manuel
Belgrano, a su regreso, vencido, del
Paraguay.
Llamado este a Buenos Aires a
responder del fracaso de dicha ex-
pedicion, Jose Rondeau fue el jefe
que vendria a sustituirlo.
Artigas tomo la jefatura de la
vanguardia patriota iniciando mar-
cha hacia el Sur.
Su presencia determino una rapi-
da agudizacion del sentimiento in-
surreccional, puesto de manifiesto en
innumerables incorporaciones de
gente en armas por la patria, acu-
sadas en toda la extension de la
provincia que, Uamada entonces
Banda Oriental, presto hallose bajo
el control de los patriotas.
Solamente los pueblos de cierta
importancia, con Montevideo como
baluarte prfncipal, quedaron hajo
la obediencia de las autoridades es-
— 103 —
ART
ART
panolas y las primeras hostilidades
no tardaron en producirse, regis-
trandose triunfos para la patria en
Paso del Hey, sobre el rio San Jose
— 21 de abril — y en el ataque y to-
ma de la villa • del mismo nombre el
25, mientras oficiales suyos vencian
a los espafioies en Maldonado y en
San Carlos.
Artigas iniciaba entonces, a la vez
de su marcha, una carrera de poli-
tico y de soldado que solo debia
durar nueve afios, que no son nada,
si bien se mira, en una vida qus
totalizo ochenta y seis, pero que fue-
ron bastantes para que, por su obra
y su gravitacion futura, pueda con-
siderarsele como una de las perso-
nalidades mas vigorosas y comple-
tas de la historia continental.
Trasladado su cuartel general a
San Jose, Artigas reunio sus fuerzas
con las de su pariente Manuel Fran-
cisco Artigas, y avanzando con unos
mil hombres sobre los realistas que
operaban en Canelones, obtuvo so-
bre ellos, al mando del capitan de
marina Jose Posadas, el 18 de ma-
yo de 1311, la victoria de Las Pie-
dras, batalla campal en que el jefe
espafiol rindio su espada al solda-
do montevideano y donde este — al
decir del Dean Punes — "manifesto
un gran valor y un reposo en la
misma accion, con que supo encen-
der y mitigar a un mismo tiempo,
las pasiones fuertes y vehementes
de su tropa".
Las dianas de la Provincia Orien-
tal resonaron, asi, como los prime-
ros acentos triunfales de la Revo-
lucion de Mayo; otras, que las es-
trofas del himno nacional argentino
recuerdan: San Lorenzo, en las altas
barrancas del Parana, y Suipacha,
en los lejanos confines del Virrey-
nato, harian eco a las dianas de
Sen Jose y de Las Piedras.
Continuando su marcha rumbo al
Sur, el 21 del propio mes de mayo
Artigas aparecio con sus huestes en
el Cerrito, altura de donde se divi-
Fa de cerca a Montevideo, e intimo
rendicion al gobernador Francisco
X. EHo, que mandaba la mas po-
derosa plaza fuerte de Espafia en
las costas del Atlantico. El espanol,
como es natural, rechazo de plano
al emisario artiguista y fue preci-
so pensar en la formalizacion del si-
tio. El nuevo jefe enviado por la ^
Junta Revolucionaria, general Jose
Rondeau, llego recien el 19 de junio
al campo del Cerrito, tomando en
seguida la direccion de las fuerzas
patriotas.
La invasion de un ejercito por-
tugues a Ias ordenes del general
Diego de Sousa, que en julio del
afio 11 penetro hasta Melo y Mal-
donado, y cuyo auxilio habia con-
seguido el jefe espafiol encerrado
en Montevideo, a titulo de favorecer
comunes intereses dinasticos de los
Borbones de la Fenmsula, unien-
dose a los reveses militares experi-
mentados por la causa independien-
te, cuyos soldados al mando de Bal-
carce habian sido deshechos en
Huaqui, en el Alto Peru, dieron
motivo a que la Junta de Buenos
inxes negociara con Javier de Elio.
— 104 —
ART
ART
De los tratos, resulto el armisti-
cio de 20 de octubre de 1811, por
el que se estipulaba el levanta-
niiento del sitio de Montevideo,
mantenido desde hacia casi un se-
inestre por las armas patriotas, de-
biendo retirarse de la Banda los
ejercitos de Buenos Aires y los del
portugues, y reconocida en ella la
autoridad espafiola. A consecuencia
de ese convenio la Provincia Orien-
tal venla a hallarse subyugada y
sin defensa, segregada de hecho de
las que se denominaban unidas.
La Junta designo a Artigas go-
bernador de Yapeyii, pareciendo
que no le quedaba a nuestro des-
temido capitan otra solucion que
convertirse en un jefe subalterno
mas dentro de las filas del ejer-
cito independiente. Pero Artigas,
aceptando el cargo que se le con-
fiaba, resolvio con la firmeza se-
lena de los que Uevan mision, sus-
fc-aer a las gentes coterraneas quo
bien podia llamar suyas, al yugo
de los espanoles, y convertido en
jefe de todo un pueblo, superan-
do lo tremendo del momento, em-
prendio marcha a su jurisdiccion,
iiimbo al Norte, costeando casi el
rio Uruguay, Uevando tras de si los
tres mil hombres escasos del ejer-
cito a sus inmediatas ordenes,
pero seguido de una caravana de
quince mil personas, de toda edad y
de toda clase social, que configuro el
fcistorico cuanto extraordinario epi-
sodio del Exodo.
Tres meses duro la nunca vista
marcha — de octubre a diciembre de
1811— y al llegar al Salto del Uru-
guay, y puesto por medio el obstacu-
lo del gran rio como defensa natu-
ral de los portugueses, Artigas
acampo con su gente en el Ayui,
en la margen derecha, en tierras
de la jurisdiccion misionera sobre
las cuales era gobernador.
El convenio de 20 de octubre en-
tre espaholes y portenos, no po-
dia, razonablemente, tener anda-
miento, pues en la mala fe de las
partes contratantes estaba el secre-
to de su debilidad, y los portugue-
ses invasores de la Provincia Orien-
tal tomaron a poco andar tal em-
puje, que la autoridad de Buenos
Aires vio el peligro real que ello
signifieaba en el mapa politico. En-
tonces se propuso reforzar a Arti-
gas acampado en el Ayui, y hacer
frente, en la provincia, a los inva-
sores. Gaspar Vigodet, sustituto de
Elfo en el gobierno de Montevideo,
alego el convenio de octubre y ame-
nazo con oponerse a aquel proposito
con las arma-s en la mano. Un go-
bierno triunviral, que habia susti-
tuido en Buenos Aires a la Junta,
procediendo con mas energias que
esta, denuncio el armisticio el 6 de
enero de 1812.
La presencia de los portugueses
significaba en esos momentos una
grave complicacion y el gobierno
del Triunvirato, contando con los
buenos oficios del representante de
Inglaterra en la corte de Rio Janei-
ro, pudo negociar el tratado que
ajustaron los respectivos plenipo-
tenciarios, Juan Rademaker y Ni-
— 105 —
ART ART
colas Herrera, firmandolo en Bue-
nos Aires el 4 de mayo de. 1812.
La evacuacion' de la provincia por
las tropas del general Sousa, aun-
que demorada por este cuanto le
fue posible, era un hecho al fina-
lizar agosto.
El campo quedaba libre para di-
lucidarse la cuestion de vida o muer-
te entre espanoles y patriotas, y en
esas circunstancias, el general Sa-
rratea con un cuerpo de ejercito pa-
so al Ayui a entrevistarse con Arti-
gas, para cqnvenir la manera de
traer la guerra, inmediatamente, a
la Banda Oriental, reanudandose la
lucha.
Acto impolitico — a todas luces —
la designacion de Sarratea, en cuan-
to significaba posponer al jefe na-
tural y reconocido de la Banda, el
nuevo general agravo la situacion
provocando la defeecion de algunos
jefes que habian seguido a Artigas
en el Ayuz, como Ventura Vazquez,
Valdenegro, su jefe de Estado Ma-
yor, a la par que fomentaba las de-
serciones entre la tropa.
No obstante esa inconducta, y las
desinteligencias que fatalmente pro-
voco, Artigas se puso a ordenes de
Sarratea y repasando el Uruguay vi-
no de nuevo a su tierra, con sus
soldados y su pueblo. Rondeau, jefe
de la vanguardia del ejercito de las
Provincias, fue el primero en llegar
frente a Montevideo, fijando reales
en el Cerrito el 20 de octubre, y
dando vigor al segundo sitio que las
partidas patriotas de Jose E. Culta
tehian principiado en cierto mo-
do y las cuales se le unieron de in-
mediato para remontar el ejercito
independiente hasta el numero de
dos mil hombres. El 31 de diciem-
bre del afio 12, rechazando una sa-
lida de Vigodet, Rondeau logro la
victoria del Cerrito. El 20 de enero
del ano 1813, Artigas llego al Paso
de la Arena de Santa Lucia, con sus
tropas calculadas en unas cinco mil
plazas.
Sarratea arribo al campo sitiador
con poca diferencia, acentuando con
ello la prevencion con que se le mi-
raba en el ejercito. Artigas, por su
lado, declaro que se mantendria al
margen de las operaciones, si aquel
continuaba en su cargo, y como uno
de sus jefes, el comandante Fructuo-
so Rivera, materiahzando la hosti-
lidad, se apoderara de las caballadas
del ejercito, Rondeau, con plena vi-
sion de lo que acontecia, se dispuso a
cortar por lo sano, y provocando en
el mes de febrero una reunion de
los jefes subalternos — extra orde-
nanza y sediciosa si se quiere — sig-
nifico a Sarratea la necesidad de
tesignar ei mando y alejarse del si-
tio.
Rondeau asumio entonces funcio-
nes de general en jefe y Artigas,
de inmediato, el 26 de febrero de
1813, vino al campamento del Cerrf-
to a ponerse a sus ordenes.
En este instante el espanol Vigo-
det, encerrado en Montevideo, con-
siderando posible sustraer a Arti-
gas de la causa de la patria, efectuo
en tal sentido un habil sondeo, con
promesas de confiarle un alto pues-
— 106 —
ART
ART
to de mando, pero el caudillo lo
rechazo segun correspondia.
La posesion de la Provincia
Oriental por-sus nativos era un he-
cho, y estando, a la fecha, en fun-
ciones la Asamblea General Consti-
tuyente reunida en Buenos Aires,
considero Artigas que habia llegado
el momento de hacerse representar
en el conclave que legislaba para
todos. En esa inteligencia, los pue-
blos de la Banda, previamente in-
vitados a hacerlo, enviaron sus dipu-
tados al Congreso de Pefiarol, cu-
yas sesiones Artigas abrio personal-
mente, el 4 de abril.
Fue entonces que dirigio a los di-
putados el celebre discurso en que
abdicaba de los poderes ommmodos
que habia investido hasta ese dia,
principiando con estos parrafos:"Mi
Eutoridad emana de vosotros y ella
cesa ante vuestra presencia soberana.
Vosotros estais en el pleno goce de
vuestros derechos: ved ahi el fruto
de mis ansias y desvelos, y ved ahi
tambien todo el premio de mi afan".
Despties de exigir a Buenos Aires
satisfacciones por agravios anterio-
res y garantias de futuro, el Con-
greso resolvid la designacion de cin-
co diputados a la Asamblea Cons-
tituyente de Buenos Aires, corres-
pondiendo uno a cada uno de los
cinco cabildos existentes en la Pro-
vincia, de los cuales cuatro eran
sacerdotes, y el quinto un antiguo
oficial da Blandengues. Los diputa-
dos orientales marcharon a su desti-
no provistos de un programa concre-
tc, al que debian ajustar su conduc-
ta, el cual ha pasado a la historia con
ia denominacion de Instrucciones del
Aiio XIII. Se trataba de una pieza
politico - juridica de alcance y sig-
nificacion incomparables, por los
fundamentos democratico - republi-
canos que contenia, verdadero canon
de una "Carta Magna" para las Pro-
vincias Unidas.
Las clausulas fundamentales de
las Instrucciones de Artigas eran
las siguientes: independencia abso-
luta de las colonias; sistema de con-
federacion de las provincias confor-
me a un pacto de reciprocidad; li-
bertad civil y religiosa en toda su
extension; la libertad, la igualdad
y la seguridad de los individuos de
cada provincia debia constituir la
base de los gobiernos locales y del
gobierno central; independencia de
los tres poderes del Estado; autono-
mia provincial en su manejo inter-
no: soberam'a, libertad e indepen-
dencia de la Provincia Oriental;
aniquilacion del despotismo militar
merced a trabas constitucionales;
exelusion de Buenos Aires como ca-
pital federal; garantias de comer-
cio para ciertos puertos orientales.
Los congresales de Buenos Aires,
de tendencias manifiestamente cen-
tralistas y oligarquicas, se espanta-
ron ante la posibilidad de que se pu-
dieran traer al debate postulados de
semejante audacia, llenos de inmen-
sa importancia historica y doctrinal,
y que planteaban problemas que a
ellos no les interesaba resolver.
Ante una perspectiva semejante y
pretextando defectos de forma en !a
— 107 —
ART
ART
eleccion, el Congreso no acepto los
diputados de la provincia Oriental:
rechazando los hombres esperaba
rechazar las ideas.
"En el ambiente agreste, donde el
sentir comun de los hombres de la
ciudad solo veia barbarie, disolu-
cion social, energia rebelde a cual-
quier proposito constructivo, — di-
ce Rodo — vio el gran caudillo, y
solo el, la virtualidad de una de-
mocracia en formacion, cuyos ins-
tintos y propensiones nativas, po-
ciian encauzarse como fuerzas or-
sanicas, dentro de la obra de fun-
dacion social y politica que habia
de cumplirse para el porvenir de
estos pueblos".
Frustradas todas las tentativas de
avenimiento en lo relativo a la no
admision de los diputados, Artigas
contemporizo todavia, manteniendo-
se en posicion razonable, pronto a
entrar en el terreno conciliatorio,
a que se le Uamara.
De aqui nacio la idea de convo-
car un nuevo congreso provincial y
el acuerdo de reunirlo, conforme
se reunio en la Capilla de la chacra
de Maciel, en el Miguelete, el 8 de
octubre de 1813.
La obra de estos asambleistas, di-
rigidos por politicos habiles que ac-
tuaban detras del general Rondeau,
vino a dar por tierra con todo lo
resuelto en el Congreso de Abril,
Uegando hasta deponer a Artigas
del gobierno. Pero tan lejos fueron
en la maniobra, que la Asamblea
Constituyente de Buenos Aires no se
atrevio a admitir en su seno a los
diputados de Capilla Maciel.
Ante semejante actitud de los po-
liticos de Buenos Aires, Artigas —
una segunda vez — el 20 de enero
de 1814, se retiro del sitio de Mon-
tevideo llevando eonsigo mas de tres
mil hombres. Iba a extender el ra-
eiio de su influencia, cada dia ma-
yor, sobre las provincias litorales,
donde lo reconocian como jefe, y
sus pasos se encaminaron al Norte,
deteniendose en el pueblo de Belen.
Gervasio A. Posadas, Director de
Buenos Aires, respondio con el de-
creto de 11 de febrero, declaran-
dolo traidor y enemigo de la patria,
ofreciendo un premio de 5.000 pesos
al que lo entregara vivo o muerto.
Artigas, por su parte, declaro la
guerra al Directorio, aprestandose a
combatirlo.
En esos dias, mas o menos, el Vi-
rrey de Lima, general Pezuela, le en«
viffba por un propio una carta, su-
giriendole la posibilidad de un con-
venio que lo favoreciera, impuesto
de que Artigas, "fiel a su monarca",
sestenia sus derechos. Pero Artigas
le respondio: "Han engafiado a V. S.
y ofendido mi caracter, cuando le
han. informado que yo defiendo a su
i ey . . . Esta cuestion la decidiran las
a) mas ... Yo no soy vendible, ni
quiero mas premio por mi empefio
que ver libre mi nacion del pode-
rio espafiol ..."
La caida de Montevideo en ma-
nos de los portenos el 20 de ju-
nio de 1814 parecio en un momen-
— 108 —
ART
ART
to que iba a solucionar el conflic-
to. Otorgues, al frente de sus mili-
cias, reclamaba la plaza en nombre
de Artigas, y la respuesta de Alvear
fue el envio de fuerzas que lo sor-
prendieron en las proximidades de
Las Piedras.
Organizaron los vencedores nue-
vas autoridades en la ciudad, y el 16
de junio vino de Buenos Aires Ni-
colas Rodriguez Pefia, nombrado de-
legado del Directorio Supremo y
Gobernador Intendente.
Posadas y sus amigos politicos, si
bien no estaban dispuestos a entre-
gar Montevideo al Jefe de los Orien-
tales, tampoco excluian la posibili-
dad de hallar cuando menos un
modus-vivendi, y en ese orden de
ideas, el decreto que ponia a Ar-
tigas fuera de la ley quedo revo-
cado el 17 de agosto.
Pero la situacion de guerra exis-
tia de hecho, y el regreso a Mon-
tevideo del general Alvear, momen-
taneamente alejado de la plaza,
exacerbo los animos del elemento
provincial.
Artigas tenia su cuartel general
en los potreros de Arerungua, en
el actual departamento del Salto,
mientras Otorgues y Rivera opera-
ban en el sur con excelentes medios
de movilidad, y al cabo de varios
encuentros parciales donde la suer-
te no favorecio del todo a los di-
rectoriales, Alvear se avino a entrar
en arreglos, dispuesto a tratar con
los emisarios que mandara Artigas
a Canelones. Pero no procedia de
buena fe, y su proposito era ganar
tiempo, simulando que retiraba sus
tropas. Estas fuerzas, mandadas por
Soler, se hicieron sentir prestamen-
te en la zona de Colonia y luego
en San Jose. El coronel Manuel Do-
rrego, al frente de una fuerte co-
lumna, recibio orden de marchar ha-
cia el interior, y en el curso de sus
operaciones logr6 sorprender a
Otorgues en Marmaraja' el 6 de oc-
tubre, obteniendo un triunfo facil
pero engafioso. Saco de el una idea
plenamente falsa respecto al pode-
rio y la fuerza de resistencia de las
huestes artiguistas.
En esa conviccion decidiose a batir
a Fructuoso Rivera y despues de va-
rias alternativas, reforzados ambos
ejercitos, aquel joven capitan de Ar-
tigas le infligio en Guayabos — el 10
de enero de 1815 — tan tremenda
cierrota, que Dorrego apenas pudo
escapar con una cincuentena de
hombres, vadeando en seguida el
Uruguay.
El Directorio, comprendiendo que
la partida estaba perdida, propu-
sose transar sobre la base del re-
conocimiento de los derechos de la
Provincia Oriental a gobernarse a
si misma. El delegado Nicolas He-
rrera abarco pronto la realidad de
las cosas, y se convino que la plaza
seria evacuada por las tropas por-
tefias, conforme se efectuo el 25 de
febrero de 1815. Al dia siguiente
Otorgues entraba en Montevideo con
titulo de Gobernador Militar.
En este primer gobierno patrio, el
— 109 —
ART
ART
poder fue ejercido sucesivamente
por Otorgues 'y por Miguel Barrei-
ro, conforme a delegacion de Arti-
gas, y en su termino se instituye-
ron la primer bandera y el primer
escudo de armas de la libre'- Pro-
vincia Oriental.
Al mismo corto periodo correspon-
den tambien varias generosas ini-
ciativas de progreso y de orden,
como la creacion de la Biblioteca
Nacional, los servicios de rentas y
policia reorganizados, etc.
El caudillo, entretanto, permane-
cia en su campamento del Hervide-
ro. como activo factor de los suce-
sos que iban a desarrollarse en el
vastb escenario de las provincias.
Estos culrrdnaron en la sublevacion
del ejSrcito directorial en Fontezue-
las, aparejando la caida de Alvear y
la disolucion de la Asamblea Cons-
tituyente que sesionaba en Buenos
Aires, el 16 de abril de 1815.
El coronel Alvarez Thomas, eri-
gido en nuevo Director, trato de
acordar su.polltica con la de Arti-
gas a quien la Provincia Oriental
reconocla como su jefe natural,
mientras las de Entre Rios, Corrien-
tes, Santa Fe y Cordoba eran go-
bernadas por elementos que respon-
dian a sus propositos. Una Liga Fe-
deral estaba virtuaimente constitui-
da, y Artigas trazaba sus rumbos
con el titulo de Protector de los
Pueblos Libres, buscando la organi-
zacion bajo el gobierno federativo
democratico, derivado de la voluntad
popular, base de toda soberania. Es
en tal ocasion que Alvarez Thomas
envio al gran caudillo, para que dis-
pusiera su castigo, a varios jefes de
la fraccion vencida, prisioneros y
rehenes, los mismos que el Protec-
tor no quiso admitir, diciendo con
altiva nobleza que el no era el ver-
dugo de Buenos Aires.
Cgmo debe notarse muy bien, en
este trascendental momento histori-
co Artigas adquiere perfiles de es-
tadista que no encuadran en el ti-
tulo de jefe de una simple provin-
cia. Sus firines rumbos democraticos,
t-us ideas de gobierno con formulas o
concepcicnes enteramente nuevas, o
adivinadas apenas todavia, uniendose
a la enorme vastedad del escenario,
lo convierten en una figura conti-
r.ental.
Los dos principios antagonicos que
se disputan la primacia en el anti-
guo virreynato platense se hallan
frente a frente y de modo claro. El
federalismo con el Protector, que
sienta sus bases en el Congreso de
Concepcion del Uruguay — julio del
afio 15 — , y el unitarismo de Bue-
nos Aires con su Directorio, que
proclama la independencia de las
Provincias Unidas por boca del Con-
greso de Tucuman, el 9 de Julio de
1816, elabora una constitucion in-
aplicable y busca como formula de
sclucion el implantamiento de una
monarquia absurda.
Np era facil prever hasta que ex-
tremos podria Hegarse en la lucha,
y poco seguros de su fuerza, los
hombres de Buenos Aires maniobra-
ron en el sentido de traer al te-
rreno a los portugueses, que eran
— 110 —
ART
ART
duefios del Brasil, enderezandolos
contra Artigas bajo la acusacion de
que su existencia e influencia sig-
nificaban un poderoso foco de anar-
quia, cuyo fuego podia comunicarse
a las provincias meridionales del
Reino.
La ocasion tan esperada de pose-
sionarse de la margen izquierda del
Uruguay, redondeando geografiea-
mente por el sur la inmensa co-
lonia americana, suefio dorado de
la monarquia portuguesa, se iba a
convertir en una realidad, y la Pro-
vincia Oriental fue invadida por
cuatro cuerpos de ejercito en otras
tantas direcciones, mas de diez mil
hombres, al mando del general Car-
los Federico Lecor, militar experi-
mentado y politico de dudosa moral.
En agosto de 1816, los primeros sol-
dados portugueses hollaron nuestro
territorio.
El unitarismo monarquista vio ve-
nir la invasion que lo libraria del
caudillo federalista, con la tranqui-
lidad y satisfaccion de un complice.
Artigas se aprestd a la resistencia,
solo y ajustado al plan que sus mis-
mos enemigos iban a reconocer ex-
celente y el unico posible. Pero la
vietoria dio la espalda a los patrio-
tas: Artigas personalmente fue de-
rrotado en Carumbe el 27 de octu-
bre; Rivera, su mejor lugarteniente,
tuvo igual destino en India Muerta
el 19 de noviembre.
Mientras tanto, los invasores pro-
gresaban por el sur internandose cau-
telosamente hacia Montevideo, cuyo
Cabildo, sin espiritu suficiente, des-
orientado por promesas de Buenos
Aires, negocio el 8 de diciembre del
ano 16 la anexion de la Banda a
ias Provincias Unidas a cambio del
auxilio armado de estas, acuerdo
que Artigas reehazo, y que Buenos
Aires no iba a cumplir tampoco.
El ano 17 se inicio mas prodigo
en reveses todavia, escalonando en
enero las jornadas infaustas de Ca-
talan, el 4; Aguapey, el 19; y la
perdida de Montevideo, donde Lecor
entro vencedor el 20, enarbolando
en la Ciudadela las banderas de
Portugal. Los cabildantes, escasos de I
dignidad, se mostraron obsecuentes
y sumisos al extranjero.
Mientras tanto, Artigas, que exi-
gia al Directorio se definiera ante
la lucha contra el enemigo portu-
gues, no obtuvo respuesta, y enton-
ces, responsabilizandolo ante las
aras de la patria de su inaccion y
de su traicion a los intereses comu-
nes, le declaro la guerra el 13 de
noviembre de 1817.
A esa hora, la Provincia Oriental
estaba perdida militarmente: jefes
de prestigio como Bauza y los her-
manos Oribe habian defeccionado las
filas artiguistas en octubre, y Lava-
lleja y Otorgues fueron tomados pri-
sioneros en febrero del afio si-
guiente.
En 1819, la situacion ante los pro-
gresos de los portugueses solo alcan-
zo a empeorarse al cabo de dos
anos de guerra tan despareja como
enconada y sangrlenta, y aunque el
4 de diciembre el sol de una promi-
sora victoria brillo para los nues-
— 111 —
ART
ART
tros en el combate de Santa Ma-
ria, el 22 de enero del afio 20, An-
dres Latorre perdio la batalla de
Tacuarembo, reves que configuro un
verdadero desastre.
Recuperar la patria en el litoral
ganando la guerra a Buenos Aires,
era la unica concepcion genial que
podia imaginarse, y Artigas iba a
tentarla empleando en ella su ulti-
mo empuje y su postrer esfuerzo.
Con un corto-numero de hombres
a caballo — tal vez no sumarian
300 — vadeo el Uruguay por ultima
vez, a solicitar el auxilio de los cau-
dillos federales de Entre Rios, Co-
rrientes y Misiones, que se habian
formado a su lado, y a los cuales
el habia ensefiado a vencer. Pero
sus antiguos tenientes habian creci-
do sobremanera y entonces tenian
ya no solo intereses propios, sino
alarmantes ambiciones de mando,
y no podian acudir con animo ente-
ro al llamado del antiguo Protec-
tor. Las intrigas, las promesas y el
dinero de Buenos Aires, trabajaban
por un lado y obtenian resultados
maravillosos. De este modo Artigas
solo encontraria indiferentes o ene-
migos declarados como Francisco
Ramfrez, el Goberhador de Entre
Rios, que lo desacato en forma abier-
ta e insolente.
Artigas, que no era hombre capaz
de aguantar actitudes semejantes sin
primero jugarse integro, llevo sus
armas contra el Gobernador y lo
batio completamente en Las Gua-
chas el 13 de junio de 1820, pero
Ramirez, cuya inconducta le habia
ganado el apodo de "El Traidor" —
que debia acompaiiarlo para siempre
en la historia — logro rehacerse
gracias a las tropas y las armas que
el gobierno de Sarratea le propor-
ciono desde Buenos Aires y Artigas
fue derrotado sucesivamente en Ba-
jada del Parana, las Tunas y^Abalos,
er> el termino del invierno.
Toda esperanza estaba perdida;
"el plan genial" no pudo ser reali-
dad, y de este lado del rio, el co-
ronel Fructuoso Rivera se habia
visto en la precision-de rendirse —
ultimo jefe de la resistencia nacio-
nal — al extranjero odiado.
Entonces Artigas, atravesando la
Provincia de Corrientes hizo rumbo
al Paraguay, donde gobernaba el
Dr. Rodriguez Francia. Embarcan-
dose en el puerto de Candelaria, an-
tigua capital de las Misiones, cruzo
el- anchuroso Parana el 23 de se-
tiembre de 1820, despues de sepa-
rarse de la casi totalidad de sus
companeros, que restaron en la mar-
gen izquierda, y fue a presentarse a
las autoridades paraguayas. Noticia-
do Francia de su arribo, lo consi-
dero desde el primer momento como
prisionero suyo, y en ese concepto
lo retuvo siempre, primeramente
eh Asuncion donde se le alojo por
un corto tiempo y despues en Cu-
ruguaty, remoto pueblo de negros
que le fue sefialado como termino
de destierro, asignandole por varios
afios — gobierno curioso el del ti-
rano — el pago de un sueldo equi-
valente al de capitan que Artigas
habia alcanzado en los ejercitos ds
— 112 —
ART
ART
Espafia. Sin embargo, cuando supo
que invertia en limosnas el dinero
que podia sobrarle, el Supremo le
suspendio el estipendio.
Vivio en aquel rincon miserable
casi diecinueve afios o sea hasta que
Francia desaparecio del mundo en
1840, y entonces, mas libre pero
siempre teniendolo en vigilancia, el
gobierno sustituto del tirano le per-
mitio trasladarse a residir en Ibiray,
distrito proximo a la Asuncidn, el
oue poco despues, cuando Carlos
Antonio Lopez vino a ejercer las
lunciones de presidente de una re-
publica mas o menos nominal, fue
incluido entre los limites de la ju-
risdiccion de Santisima Trinidad.
En aquella morada que le habia
cedido el Presidente dentro de los
Ifmites de un latifundio suyo, fue-
ron transcurriendo los dias del Pro-
tector, iguales y monotonos, absor-
bido por el ambiente, en una vida
de hombre del pueblo modestisima.
AUi, el viajero frances Alfredo De-
mersay le hizo del natural, a fines
de 1846 o principios del 47, el re-
trato unico del Procer que haya lle-
gado hasta nosotros.
La familia de Lopez — parece pro-
bado — dispensaba al Protector cier-
tas atenciones, y las gentes senci-
Uas y pobres de los contornos, habi-
tuadas al trato diario lo estimaban
de veras, llamandolo "Carai Maran-
gati'i", predicado consagratorio, que
se ha traducido en imperfecta ver-
sion como "Padre de los Fobres",
cuando, segiin lo dijo el delegado
paraguayo Dr. Boggino en una re-
union rotariana en el Salto, en 1939,
la traduccion exacta de las pala-
bras guaranies, con sentido mas
hondo y no menos consagratorio,
quieren decir "Bondadoso Senor".
Las noticias que, concreta y fiel-
mente, poseemos de los anos del
Paraguay son pocas, y en cambio
las leyendas y las amables mentiras
abundan y proliferan, pero este no
es el sitio donde haya que exami-
narlas a la luz de la sana critica.
Lo mas importante de todo, o sea
lo que toca a las gestiones que se
tentaron para que Artigas se reinte-
grase al pais, es asunto poco claro,
pues las administraciones paragua-
yas de la epoca pudieron haber rea-
lizado y realizaron acaso, recondi-
tas maniobras tortuosas que confi-
guraran una exterioridad no ajus-
tada a la realidad de los hechos. Tal
vez Artigas, en el fondo de su cau-
tiverio, ignoro la llegada de los de-
legados uruguayos y sus mismas
gestiones. Harian falta papeles di-
tectos, que no han aparecido hasta
boy, para disipar estas dudas, en vez
de las referencias de segunda mano
emanadas de las mismas autorida-
des que lo tenian bajo custodia y
con arreglo a las cuales hay que
conjeturar y deducir.
Dejo de existir Artigas en la mis-
ma propiedad que el presidente L6-
pez le habia cedido, el 23 de se-
tiembre de 1850, probablemente de
senilidad y sin dolencia definida,
pues no hay ninguna version cierta
y concreta de las circunstancias que
rodearon el deceso.
— 113 —
8
ART
ART
Sus restos, seguidos de tres o cua-
tro vecinos, recibieron silenciosa se-
pultura en el Cementerio de la
Kecoleta, situado a corta distancia
de la quinta, y alli quedaron en la
fosa 26 del sector denominado "Cam-
po Santo de los Insolventes", pues
nadie oblo los dos pesos del dere-
cho que cobraban los curas.
En aquellas tierras coloradas repo-
saron hasta el dia en que el Dr. Esta-
nislao Vega, nuestro agente diplo-
matico enviado por el gobierno del
presidente Flores, los reclamo y
se recibio de ellos cinco afios des -
pues, el 20 de agosto de 1855, para
volverlos a la patria, y ser deposi-
tados en el Panteon Naeional, don-
de los esplendores de la gloria y de
la justicia historica vendrian a res-
piandecer sobre la urna que los en-
cierra.
i
Aquellas mentiras a gritos, aque-
llas insolentes calumnias de gaucho,
ignorante, malevo y traidor estam-
padas hasta en los libros de escuela,
avergonzarian hoy a los mismos que
las escribieron.
Para su rehabilitacion no se ne-
cesitaba sino una cosa: estudiarlo
con espiritu imparcial y juzgar de
acuerdo con lo que surgia de los
documentos.
Focalizado y estudiado asi, pode-
mos comprender sin violencia que
Artigas — conforme a lo dicho por
un escritor argentino — tuvo que ser
acreedor a la gracia de un alto fa-
vor especial que pudo permitirle
"haber sido tan impetuoso en sus
ideas, tan prudente en sus juicios,
tan humilde en su conducta, tan
austero en su vida, tan fuerte en
la adversidad, tan pobre en la muer-
te y tan 'grande en todo momento".
Gran calumniado de nuestra his-
toria, la era polemica primitiva en
lo que se refiere a la personalidad
del Protector de los Pueblos Li-
bres — ha escrito el Dr. Gustavo
Gallinal— puede considerarse clau-
surada para nosotros y su figura se
jergue sobre las fronteras, seno-
reando cada dia un escenario histo-
rico mas vasto. Pero ni han termi-
nado ni tendran termino la agita-
cion, el choque, la remocion de
ideas en torno a su figura, como no
se cierran en torno a ninguna per-
sonalidad creadora, cuyos actos y
cuyos pensamientos se proyectan
hacia el porvenir.
Mientras tanto — para decir con.
palabras de Hector Miranda — "sus
hechos estan ahi, solemnes y elo-
cuentes, resonando para siempre en.
la Historia. Ellos demuestran la su-
perioridad intelectual del patricio,
su potencia de espiritu, su inmensi-
dad de pensamiento".
ARTIGAS, MANUEL ANTONIO
Guerrero de la Independencia,:
protomartir, juntamente con Felipe
Pereyra de Lucena, de la causa de
la libertad de las Provincias del RIo
de la Plata, conforme el decreto de
la Junta Gubernativa de Buenos
Aires fechado el 31 de juiio de 1811.
Segun este acuerdo, los nombres y
ART
ART
apellidos de ambos oficiales debian
grabarse a la mayor brevedad en la
Columna del 25 de Mayo, a fin "de
hacer inmortal su fama y alentar el
eorazon de los americanos".
El Cabildo bonaerense, comisiona-
do a tales efectos, no cumplio el
mandato por entonces y, conf orme ha
de verse, la disposicion de la Junta
fue una palabra vana hasta 1891.
Manuel Artigas pertenecia a la fa-
milia del "Protector de los Pueblos
Libres" y asi era admitido por sus
biografos, pero solamente en 1922
un investigador de verdadera iey,
el Dr. Ramon Llambias de Olivar,
publico la fecha y el sitio de su na-
cimiento, el 28 de marzo de 1774,
en Montevideo, a la vez que el gra-
do de parentesco que lo unia con el
procer. Descendiente de la rama se-
gundogenita de los Artigas o sea de
Esteban Artigas, era primo hermano
de Jose.
Se encontraba en Buenos Alres
al comenzar la revoluci6n de Mayo
y adhirio al movimiento con en-
tusiasmo. Fue de lo's mozos patriotas
con que Domingo French pudo con-
tar para oficiales del nuevo Hegi-
miento America que organizaba por
orden de la Junta. Aceptado como
eapitan de la 6* compafila el 27 de
junio de 1810, el general Belgrano,
conocedor de la excelente calidad
del joven montevideano, lo solicftd'
a la superioridad a fin de llevarlo
consigo a la expedicidn al Paraguay
en calidad de su ayudante de cam-
do, y la autoridad competente acce-
dio a ello el 20 de setiembre.
En toda la campafia — dice su pri-
mer biografo argentino M. F. Man-
tilla — sirvio en comisiones y em-
pleos de importancia, en cuyo des-
empefio demostro valor sobresaliente
y condiciones de militar inteligente
que le merecieron elogios reiterados
"de un parco y estricto superior".
Y segiin Belgrano consigna en su
Memoria sobre la infeliz campafia
al pais guaram', corresponde al ca-
pitan Manuel Artigas todo el me-
rito de la accion de Campichuelo.
Mandando la vanguardia explorado-
ra se hallo en el paso del Tebicuary,
y al sobrevenir las derrotas de Para-
guary y Tacuary, y luego la reti-
rada de las fuerzas patriotas, se con-
dujo al nivel de los mas esforzados,
siendo en los graves momentos el, ofi-
cial de mayor confianza del gene-
lal en jefe.
Pasando mas tarde a servir en su
provincia natal, donde su primo her-
mano mandaba las poblaciones su-
blevadas contra el dominio hispano,
pronto tuvo a sus ordenes una dis-
puesta fuerza cuyo 2"? jefe era Barto-
lome Quinteros, la cual, luego de ope-
rar en las Minas se hizo sentir en
San Jose, ocupando el pueblo de ese
nombre, despues de la victoria de
Benavidez en el Colla. Recuperada
la plaza por fuerzas espafiolas supe-
riores, Artigas no se resigno a esa
suerte y de acuerdo con Benavidez,
desmontando las milicias, con ellas
Uevo el ataque al enemigo atrinche-
rado en posiciones foseadas y con
dos piezas de canon, al amaneeer
del 25 de abril de 1811.
— 115 —
ART
ART
Despues de una pelea de cuatro
horas el pueblo fue tomado a rigor
de las armas y todos sus defensores
quedaron muertos o prisioneros. Ar-
tigas a su vez quedo herido de un
balazo en el pie "bastante malo aun-
que no estaba en peligro" segun el
parte de Benavidez a la Junta de
Buenos Aires. Se atendia en una casa
situada frente mismo a aquella don-
de habia caido, cuando una compli-
cacion sobreviniente le produjo la
muerte el 24 de mayo, y recibio se-
pultura al dia siguiente, al cumplirse
el primer afio de la Revolucion.
El acuerdo de la Junta ordenando
se inscribiera~el nombre de Manuel
Artigas junto con el de Pereyra de
liucena, caido en el Desaguadero en
el Alto Peru, reclamado en marzo
de 1812 ante el gobierno del Triun-
virato, obtuvo un decreto de este
organismo ordenando se colocara a
la brevedad la lamina de bronce con
aquellos nombres "siempre gratos",
pero el Cabildo no tenia fondos para
hacerlo.
En 1856, los sobrinos de Lucena
volvieron sobre el asunto represen-
tando ante la Municipalidad de Bue-
nos Aires.
En 1891, una Comision Ejecutiva
Especial, ccnsiguio que se hiciera
justicia a los dos valerosos capi-
tanes.
Cinco hijos, un varon y cuatro
mujeres dejo Manuel Artigas al mo-
rir, habidos de dofia Mariana Fer-
nandez, cuya existencia, prolongada
80 afios, alcanzo al 21 de junio de
1854, pensionada por el Estado. La
menor de las hijas, de nombre Eo-
salia, fue espcsa del Dr. Fermin
Ferreira.
ARTIGAS, MANUEL FRANCISCO
Soldado de la independencia, her-
mano del gran caudillo, que alcanzo
grado de coronel en el ejercito na-
cional, nacido en Montevideo el 21
de julio de 1769.
Oficial y jefe de milicias en Mi-
nas cuando el levantamiento del pais
el afio 11, participo en la batalla
victoriosa de Las Piedras.
Prisionero de los portugueses en
la jurisdiccion de San Jose a prin-
cipios del afio 1817, Lecor lo hizo
conducir de inmediato a Montevideo
por razones de seguridad y sobre
todo con miras de servirse de el para
abrir algun entendimiento con Ar-
tigas, segiin le escribe al propio Rey.
Nada pudo conseguir del prisionero,
sin embargo, y quedo convencido,
por el conirario, de que su presencia
era perjudicial a la Plaza. Juzgo
acertado entonces enviarlo a Rio de
Janeiro en identica calidacl de preso.
Don Manuel, segun el general por-
tugues, mantenia disimuladamente
el partido de su hermano Jose y
era "el centro de relacion con sus
secuaces".
Por razones de alta politica futura
recomendaba al soberano se le tra-
tara de la mejor manera posible,
abonandole sus sueldos y favorecien-
dolo con sus reales mercedes. Por
estas, acaso, logro Artigas salir de
— 116 —
ART
ART
las prisiones de Santa Cruz en 1820
para ser trasladado a las de la isla
das Cobras y por ultimo, en marzo
de 1821, tuvo por carcel la ciudad
de Rio.
Las influencias de Fructuoso Ri-
vera ante Lecor en Montevideo, lo-
graron que se permitiera al coronel
Manuel Francisco volver a la tierra
al mismo tiempo que Bernabe Ri-
vera. Venia muy enfermo y morti-
ficado por una paralisis agitante.
Poco le fue dado disfrutar de la
libertad y de la patria, pues desgra-
ciadamente fallecio en el Cordon de
Montevideo el 12 de mayo de 1822.
ARTIGAS, FANTALEON
Oficial de la independencia, inte-
grante con galones de alferez del
grupo de destemidos Treinta y Tres
patriotas que invadieron la Provin-
cia Cisplatina el 19 de abril de 1825,
con el proposito de sublevarla con-
tra sus conquistadores.
Hijo de Manuel Francisco Artigas,
habia visto luz en Minas, probable-
mente en 1801, ano en que fue bau-
tizado el 14 de agosto, sin que en el
asiento respectivo se especifique ei
dia en que nacio.
Residente en el partido de Casupa
en 1823, viose procesado junto con
otros individuos por su interven-
cion en un hecho de sangre del
que resultaron muertos unos portu-
gueses, hecho ocurrido en un paso
del arroyo Malo, y que las autorida-
des extranjeras que dominaban e]
pais encararon como un crimen vul-
gar, aunque de la parte conocida de
las actuaciones se puede deducir que
se trato de un conato de sublevacion
contra el gobierno intruso. Este su-
puesto delito le aparejo la pena or-
dinaria de muerte, pronunciada en
rebeldia, pues a la hora de la sen-
tencia habiase ausentado del pais.
Es curioso notar que en este pro-
cedimiento judicial estuvieron impli-
cados y recayo sentencia condenato-
ria sobre varios ciudadanos que lue-
go vienen a hallarse entre los des-
embarcados del 19 de abril.
En la lucha subsiguiente a la inva-
sion gano el ascenso a teniente 1'
en diciembre de 1825, habiendose
encontrado en Sarandf, formando
parte del Regimiento de Dragonea
Libertadores.
Sirvienda con este grado en el Re-
gimiento de CabaUeria N° 9, nueva
denominacion de los Dragones, su
vida tuvo fin en comision del ser-
vicio.
Enviado por su jefe el coronel
Manuel Oribe a dar una batida por
los pagos de Casupa y Santa Lucia,
que le eran habituales y donde se
abrigaban desertores y vagos come-
tiendo toda clase de violencias e in-
sultos en perjuicio de los pacificos
habitantes, un soldado de su propia
compania nombrado Pedro Alvarez,
lo mato el 27 de enero de 1828.
Cuando en 1830 instituyose el
premio a los Treinta y Tres, el que
habria de corresponderle al tenien-
te Artigas fue asignado a la madre
dofia Estefarua Maestre.
ART
ART
ARTIGAS GUACARARI, ANDRES
Sobresaliente figura de los ejerci-
tos que defendieron el solar nativo
contra las invasiones portuguesas,
heroico y adicto soldado de Artigas,
que lo tuvo en predileccion tan alta
'como para permitirle que usara su
propio apellido, de raiz hispana y fa-
moso ya, junto al suyo netamente
autoctono y desconocido.
El lugar de su nacimiento fue pro-
bablemente el pueblo de San Borja
en la Banda Oriental y se conto en-
tre los elementos criollcs que a la
presencia y dominacion de los por-
tugueses en las antiguas Misiones,
prefirieron emigrar hacia el sur dis-
puesto a reconquistar con las armas
los perdidos bienes — materiales y
•espirituales — antes que someterse al
extranjero.
Integrante de las huestes artiguis-
tas, Artigas conto desde ese dia con
un hombre no solo de reconocido va-
lor que luego demostraria en las
operaciones de guerra, sino con un
oficial de cultura muy superior a
la que corrientemente se le suele
atribuir, conforme estarian para pro-
barlo el texto de su correspondencia
escrita con letra clara y firme, habi-
litado por ello para investir repre-
sentacion de los pueblos en un con-
greso provincial.
Combatiente en la breve resisten-
cia del afio XII, siempre a drdenes
del Caudillo, alcanzo el grado de
capitan y fue encargado del gobier-
no de Misiones, donde habia enor-
mes intereses politicos que defender
y los cuales nadie mejor que Andres
Artigas podia tomar a su cargo por
sus vinculaciones en la region y por
sus propias condiciones personales.
Gobernador de Ia provineia de
Corrientes por designacidn del Pro-
tcctor, con sede provisional en la
Candelaria hasta setiembre de 1315,
paso al ejercito que ese mismo afio
iba a emprender la primera campa-
na por la reconquista de las Misio-
nes. Inicio las hostilidades por Ita-
qui despu6s de lanzar a los pueblos
una proclama donde usaba los titu-
los de Ciudadano Capitan de Blan-
dengues y Comandante General de
la Provincia de Misiones, por nom-
bramiento del Supremo Gobierno de
la Libertad Cel gobiemo de Artigas).
Despues de dos anos de campana
en Misiones contra el brigadier ene-
migo Chagas, valeroso pero duro y
brutal como un antiguo conquista-
cior, cuyas "lamentables hazafias" re-
cuerda apenada Ia honradez del his-
toriador brasilefio Tasso Fragoso, el
coronel Guacarari fue necesario en
otro teatro belico.
Era este el de la campafia de Co-
rrientes, con objeto de restablecer
la autoridad de la Liga Federal. Ob-
tuvo el triunfo de Saladas y despues
de el, a la cabeza de sus guaranies,
entro vencedor en la ciudad de Co-
rrientes, donde el Cabildo y el clero
lo recibieron bajo palio el 21 de
agcsto de 1818.
Permanecid alli poco mas de un
semestre, mientras Campbell con sus
buques artiguistas dominaba la cos-
ta del rio Parana. Fue su periodo
de gobierno un periodo de mando
— 118 —
ART
ARU
pacifico y humano, pero tuvo que
dejar las tierras correntinas pasando
el rio Uruguay y entrar de nuevo a
las Misiones — sus tierras — en abril
de 1819, para intentar un desespe-
rado auxilio a los orientales, redu-
cidos al ultimo extremo en su Banda.
Le toco enfrentarse una nueva
vez con el feroz coronel Chagas, a
quien tuvo la fortuna de inferir una
grave derrota en San Nicclas. Sor-
prendido a su turno en Itacumbu el
9 de junio del ano 19, al norte de
San Borja, sus hombres, ante la su-
perioridad de los portugueses, reci-
bieron orden de dispersarse confor-
me a la tactica de los patriotas, sa-
bedor cada cual del sitio donde ten-
dria que ir para rehacer el nucleo,
restafiar las heridas y recomponer
las lanzas.
La relacion de un prisionero re-
velo a los enemigos que el coronel
Artigas, habiase metido en el mon-
te, luego de perder el caballo, las
pistolas y la vaina de la espada.
Eodeado y batido el lugar por los
portugueses, salieron de la espesura
hasta ochenta hombres que fueron
convenientemente asegurados. La
matanza, por lo demas, habia sido
infame. "Todo el monte — dice el
parte oficial del Conde de Figueira —
quedo sembrado de muertcs." "Ha-
biendose buscado con toda prolijidad
a Andresito — afiade— no fue posi-
ble dar con el."
Dieciocho dias mas tarde, el 24 de
junio, el bravo soldado fue tomado
prisionero en el paso de San Isidro,
costa del Uruguay, mientras con
siete de los suyos preparaba una
jangada para atravesar el caudaloso
rto.
Conducido a Paso de Rosario, de
aqui se le traslado a Rio Pardo y
luego a Porto Alegre y a Ri'o Gran-
de, donde lo embarcaron rumbo a
Rio Janeiro. Una vez en la corte fue
encerrado primero en un ponton y
despues en la "dura carcel" de la
Isla das Cobras.
Creyose por mucho tiempo que su
destino final habfa sido la fortaleza
de Santa Cruz y en uno u otro sen-
tido, ante la huella perdida de An-
dresito, habianse realizado infruc-
tucsas pesnuisas para saber algo
respecto a su ulterior vida y a su
muerte, privado de libertad y en
tierra extrana.
Mas tarde ha podido constatarse
que el coronel Andres Artigas fue
uno de los que componian el grupo
de patriotas que en 1821, por gene-
rosas gestiones de Francisco de Bor-
ja Magarinos, residente en Rio Janei-
ro, el Conde de Casa Flores, Ministro
de Espana ante el monarca portu-
gues, a titulo de que se trataba de
subditos de Fernando VII, obtuvo la
liberacion. Embarcados en un ber-
gantin frances en union de Jose A.
Berdun y catorce o quince compa-
triotas, llego el coronel Andresito a
Montevideo el 3 de junio de 1824.
Y aqui por triste destino, vino a
suceder lo que no sucedio en Rio
Janeiro: aqui hemos perdido la hue-
lla del celebre y valeroso coronel
misionero, ignorandose en absoluto
hasta la fecha, sus posteriores des-
tinos. El misterio de Rio Janeiro, que
duro mas de un siglo pero se develo,
ARU
AUL
nos da esperanza de que en este
segundo capitulo pueda suceder algo
semejante.
ARUFE, ANDRES Matias
Militar de las guerras de la inde-
pendencia, que afiadid a su condi-
cion de soldado ciertos titulos de
hombre de letras que lo distinguie-
ron en el ambiente intelectual, ga-
nandole una modesta meneidn de
la historia.
Pertenecia Aruie a una familia de
arraigo y de conocida filiacion pa-
tridtica del departamento de Flori-
da, de donde era nativo y sus ser-
vicios militares arrancan del 26 de
junio de 1825, en calidad de subte-
niente del Regimiento de Granaderos
del comandante Felipe Duarte.
Hizo la campana del Brasil en el
Ejercito Republicano recibiendo los
premios militares de Ituzaingd, y en
las fuerzas armadas de la nueva pa-
tria le fue reconocido el grado de te-
niente de caballeria de linea el 8 de
marzo de 1829.
Ascendido a capitan el 27 de julio
del mismo ano, el 19 de enero de
1837 el presidente Oribe le expidid
despachos de sargento mayor gra-
duado en atencion a sus servicios.
Su carrera militar ofre.ce solo aque-
llas alternativas que impusieron los
sucesos politicos y las revoluciones
en la epoca de la formacion nacio-
nal, pero desde luego, ni Arufe des-
taco personalidad en la Guerra Gran-
de ni se hizo caudillo entre sus co-
ireligionarios blancos.
De baja por los fines del ano 1854,
fue precisamente el general Venan-
cio Flores, despues de vencer por
las armas al paztido politico a que
Arufe pertenecia, quien por resolu-
cidn del 3 de abril de 1865, reincor-
poro al ejercito al viejo soldado de
la patria, enfermo y pobre, en la ca-
tegoria de sargento mayor, con que
vino a morir el 1? de marzo de 1867.
Las producciones literarias de
Arufe — que han llegado hasta nos-
otros — corresponden solo a los afios
de joven y en el Parnaso Oriental,
colectado por Lira, hay muestras de
su cbra poetica tales como la Oda a
la Constitucion de la Republica.
Hallanse tambien discretos versos
suyos en la prensa contemporanea y,
aunque parece cierto que en tiempo
alguno abandono los tratos con las
Musas, su produccion de posterior-
fecha esta perdida para siempre en
los originales manuscritos.
AULBOURG, AIME
Frances, profesional de srquitec-
tura, que vino a la Republica con
las fuerzas expedicionarias del te-
niente coronel A. Bertin du Chateau
durante el sitio de Montevideo,
Re\^istaba como teniente habilita-
do del 2 9 Regimiento de Infanterw
y al retirarse los soldados interven-
tores solicito su baja para incorpo-
rarse definitivamente a nuestro pais
en labores civiles de ingeniero y
maestro de obras.
Hizo en 1852 los planos y memo-
ria para un primer proyecto parcial
— 120 —
AYL
AZA
de canos colectores en la capital.
Proyecto y dirigio el edificio de
la Aduana Nueva, contratado en
1852 entre el gobierno y su compa-
triota Hipolito Doinnel. Fabriea mo-
numental para su epoca, cubria con
tres pisos la superficie de un cua-
drado de setenta y cinco varas de
lado y su costo era de seiscientos
mil pesos fuertes.
Fue nombrado vocal de la Comi-
sion Topografica el 8 de abril de
1856. Al quedar vacante por muer-
te del titular — el viejo tecnico Jo-
se Toribio — el cargo de Maestro
Mayor de Obras Publicas, se con-
fio el puesto a Aulbourg, con las
funciones anexas — interinas — de la
Inspeccion General, el 14 de octu-
bre de 1858.
Debemos a Aulbourg un intere-
santisimo plano de la capital titu-
lado "Montevideo y sus Monumen-
tos" hecho en 1858 con la impor-
tante colaboracion de su colega Vic-
tor Rabii, a quienes algunos llegan
a atribuirle la paternidad.
Historiado con vistas acuareladas
de los principales edificios publicos,
unos tal cual eran entonces y otros
con modificaciones posibles o en
proyecto, dedico el bello trabajo al
Presidente de la Republica Gabriel
Pereira, cuyos hijos lo donaron mas
tarde a la Junta Economico - Admi-
nistrativa montevideana de donde
paso al Museo Municipal que lo con-
serva actualmente entre las mas
preciadas piezas de su coleccion.
Desempenaba todavia funcion.es
en la Junta Municipal cuando dejo
de existir el 14 de setiembre de 1859.
AYLLON, JOSE ROSENDO (Ver
Valentin Ayllon)
AYLLON, VALENTIN
Chuquisaquenos, que montaron
un establecimiento tipografico en
Montevideo por la decada de 1820,
durante la dominacion poituguesa.
En 1823 la casa giraba bajo el titulo
de Imprenta de los Ayllones y Cia.
De los dos hermanos, Jose Rosen-
do era un verdadero especialista eu
su oficio, entendido en prensa, fun-
dir letras, trabajar vifietas y ador-
nos, como lo prueban los trabajos
hechos para la imprenta de la Cari-
dad, tipos y escudos debidametite
identificados.
Valentin, cuyo oficio era el de ie-
lojero, desempenaba funciones dr
xiliares pero importantes dentro >iel
establecimiento, donde se imprimie-
ron porcion de papeles rarisimos >a-
si todos en la actualidad.
AZAMBUYA, TRISTAN
Militar de origen brasilefio, muer-
to en 1865 en la defensa de Paysan-
dii. En Brasil, donde habia nacido,
inicio su carrera de armas en las fi-
las de los republicanos riogranden-
ses del ano 35 y vino a residir al pais
despues de la ruina de la Republica
de Piratiny, estableciendose en Ta-
cuarembo. Alimentaba un odio pro-
fundo a sus enemigos los imperialis-
tas, y con dificultad llegaba a acep-
tarlos como compatriotas.
— 121 —
AZA
AZA
Poeo sabemos de su vida y su ac-
tuacion en RJo Grande, y en lo que
concierne a nuestra republica, siguio
las banderas de Oribe en la Guerra
Grande, prestando servicios en la
Guardia Nacional de caballeria de
Tacuarembo primero y luego a 6r-
denes del coronel Quinteros, apare-
ciendo en las listas de setiembre de
1843 con grado de teniente l'. Se le
halla a principios de 1850 encarga-
do de la sub-receptoria de Yaguari,
ascendio a capitan de la Guardia
Nacional de Tacuarembo el 8 de
marzo de 1851 y a sargento mayor
el 26 de setiembre del mismo afio,
con despachos firmados en Canada
de Cardozo por Oribe y Antonio
Diaz.
Durante la administracion de Pe-
reira se le encuentra participando
en una especie de asonada popular
contra el jefe polftico del departa-
mento Pedro Chucarro, en calidad
de jefe de una fuerza que indebida-
mente le habia confiado la Junta
Economico Administrativa. Esta ex-
piosion en que culminaba una larga
serie de rencillas y choques locales,
trajo como consecuencia que Azam-
buya fuera reducido a prision junto
con otros jefes y ciudadanos de en-
tidad en el pueblo, tales como Ja-
cinto Barbat, Modesto Polanco, Fe-
lix Castellanos y un hermano suyo
Sisifredo Azambuya. El 7 de octubre
de 1856 el Superior Tribunal de Jus-
ticia, a peticion del Poder Ejecutivo,
sobreseyo en la causa ordenando la
libertad de los presos.
Al inaugurar su gobierno en mar-
zo de 1860, Bernardo P. Berro le
eonfio la jefatura de la Guardia
Nacional de Tacuarembo, siendo te-
niente coronel graduado y el 11 de
setiembre del mismo afio lo nombro
jefe politico del departamento.
Bueno como soldado, pero sin pas-
ta de funcionario, refiido con el co-
mandante Barbat, estas peleas y su
inhabil gestion en la jefatura a don-
de llevo como oficial l 9 al despues
famoso Isaac de Tezanos, tuvieron
resonancia en la prensa y en el par-
lamento. Su posieion antipatica res-
pecto a la colonia brasilena muy nu-
merosa en Tacuarembo, influyo a la
vez para que el gobierno imperial,
con insistentes reclamaciones diplo-
maticas provocara la remocion de
Azambuya. Berro tuvo que sustituir-*
lo por Eduardo Castellanos, el 12 de
junio de 1862 a pretexto de que de-
bia asumir el mando de la Guardia
Nacional.
Al principiar en 1863 la invasion
revolucionaria del general Flores,
se le dio el mando de la division de
caballeria de Tacuarembo, e incor-
porado a las fuerzas del coronel Die-
go Iiamas que el 25 de julio de 1863
chocaron en Las Canas ccn los flo-
ristas, una parte de sus hombres,
desmontados, pelearon muy bien,
evitando que Lamas experimentase
una derrota completa.
A merito de este comportamiento
el gobierno lo ascendio a teniente
coronel efectivo de linea el 19 de
agosto y en seguida paso a servir al
Salto, llevando consigo un nucleo de
oficiales de Tacuarembo, entre ellos
AZA
AZA
el ex-alcalde ordinario Cornelio Can-
tera e Ildefonso Fernandez Garcia,
subtenientes ambos.
Enviado a reforzar la guarnicion
de Paysandu en el mes de diciembre,
estaba alli cuando el general Flores
y los aliados brasilenos vinieron a
ponerle sitio. Leandro Gomez, jefe
de la plaza le dio el mando de tres
cantones de la parte sur de la ciu-
dad y en ocasion de caer herido Lu-
cas Piriz, Azambuya lo sustituyo en
su puesto.
En los asaltos finales, prodigando-
se en los lugares de mayor peligro,
el comandante Azambuya dio repe-
tidas pruebas de su heroicidad y de
la exaltacion de sus pasiones.
Alfredo Varela, el notable histo-
riador riograndense, su paisano, di-
ce al respecto en el libro "Dos gran-
des intrigas":
"Cuando el tronar de las carabi-
nas y los cafiones estremecia el sue-
lo y el espacio infinito, llenando los
ecos de ensordecedores bramidos, la
poderosa voz de un hombre domino
la voz de los elementos desencade-
nados de la impia guerra, repercu-
tiendo estentorea en las filas ata-
cantes. Entrevisto por sobre una azo-
tea, en medio de los remolinos de
humo y de las olas de metralla ignea,
erguiase altanero Azambuya blan-
diendo su espada, para lanzar a sus
compatriotas, en las imprecaciones
del supremo desespero, este anatema
tremendo: "Esclavos del Brasil, ven-
gan a conocer la libertad entre nos-
otros".
Una bala llego a alcanzarlo y mu-
rio pocas horas despues el l 9 de ene-
ro de 1865, ultimo dia de la gloriosa
defensa.
BACHINI, ANTONIO
Feriodista, ministro, legislador y
hombre de Estado. Hijo de padre
italiano y de madre uruguaya em-
parentada con la familia de los Ruiz,
gente antigua de Soriano, nacio en
el pueblo de Dolores en 1860. Como
los suyos trasladasen la residencia
a Fray Bentos, fue a los colegios de
esta Villa donde concurrio, y donde,
por su gran despejo en unos exame-
nes, llamo la ateneion de Juan Jose
Mendoza, duefio de "El Indepen-
diente", el unico periddico de la lo-
calidad, quien le dio un destino en
la imprenta donde el muchacho se
hizo tipografo y se inicid en lides de
pluma, cuando, a falta del director
emigrado, tuvieron que arreglarselas
entre el y un sobrino del ausente.
Deseoso de ampliar los horizontes
y provisto por su protector de va-
rias cartas de recomendacion, vino
a Montevideo en 1882, donde tuvo
una plaza en "La Espafia", cuyas
oficinas abandcno a mitad del 84
para incorporarse a "La Tribuna
Popular", hoja publica que entonces
se cotizaba. Alli cultivo un genero de
narraciones truculentas bajo el co-
mun denominador de Episodios His-
tdricos, aunque la historia muy fu-
gazmente aparecia en ellos. De la
"Historia de El Clinudo", criminal
famoso en campana, se hizo despues
un volumen de 315 paginas con igual
titulo, que lleva fecha 1884 y el au-
tor se oculta bajo el extrano pseudo-
nimo de Jose Ido del Sagrario.
A la par de su labor de folletines
y tareas de cronista,- atendia Bachi-
ni la corresponsalia de "El Diario"
bonaerense y por unos telegramas
pasados en 1884, el coronel Salvador
Tajes lo cito ante la justicia por di-
famacidn e injurias. Al mismo tiem-
po, en el organo oficialista "La Na-
— 125 —
BAC
BAC
cion", se acogian remitidos donde se
insultaba al periodista de un modo
soez. En octubre fue preso en la Vi-
ila de Minas y conducido a la capi-
tal acusado de ser el autor de cier-
tos despachcs alarmistas — anuncia-
dores de una proxima revolucion —
pasados a Buenos Aires. En estas
condieiones creyo prudente dejar el
pais yendose a la capital portefia
donde obtuvo un puesto en la redac-
cion de "El Diario".
En marzo de 1887, de regreso en
Montevideo, formo parte de la re-
daccion de "El Dia", diario colora-
do, pasando mas tarde a ser redac-
tor y director de "El Heraldo", pa-
pel publico vinculado a la politica
del Dr. Julio Herrera y Obes, cuya
candidatura presidencial triunfo en
1890. Al afio siguiente Bachini fue
electo diputado por Colonia para el
periodo 1891 - 93 Q7 ? Legislatura), y
en 1894 volvio a la camara por los
votos de Rio Negro.
Distanciado del gobierno de Idiar-
£e Borda, abandono la capital yen-
dose a reanudar tareas de prensa
en Buenos Aires, donde se valoriza-
ban a pleno sus excepcionales con-
diciones de periodista. La hora del
retorno a Montevideo sono reeien en
1903, y vino para dirigir "Diario
Nuevo", en apoyo del presidente
Batlle y Ordofiez, en cuyo periodo
la polrtica de eo-participacion par-
tidaria derivada del pacto de paz
de 1897 y desnaturalizada a los ul-
timos extremos. llevaba al pais ca-
mino de la guerra civil que iba a
estallar finalmente en enero de 1904.
En esta lucha proiongada y san-
grienta Bachini, comandante del ba-
tallon 3 9 de Guardias Nacionales de
Montevideo, participo en acciones
de guerra en Salto y Rivera.
Restablecida la paz con el venci-
miento de los nacionalistas, fue
nombrado Consul General en la Re-
publica Argentina desarrollando en
cl cargo actividades y reajustes de
servicio que duplicaron los proven-
tos de la oficina.
Con fecha 7 de diciembre de 1907,
el presidente "Williman le confio la
cartera de Relaciones Exteriores y
en sus manos estuvo hasta el 29 de
octubre de 1910, con una solucion
de continuidad de seis meses — mar-
zo a setiembre — empleados en una
mision especial en varios paises de
Europa.
Notable y eficaz fue el paso de
Bachini por el Ministerio de Relacio-
nes Exteriores, pero hay dos gestio-
nes que merecen muy espeeial des-
taque.
Una es la magnrfica terminacioh
del pleito casi secular de los limites
con el Brasil, conforme al tratado
de 30 de octubre de 1909, por el que
se perfeccionaban los derechos del
pafs al mismo tiempo que se exten-
dian los limites territoriales de; la
Republica en las aguas y las zonas
fronterizas Merim - Yaguaron.
NI uno ni otro de los paises, como
sucede cuando las cosas se hacen a
la luz y honradamente, dejaron &e
celebrar la solucion lograda: ni Bra-
sil ni Uruguay sintieron vulnerados
sus derechos, desmembrados sus
BAC
BAC
territorics ni afectadas sus sobera-
nias. Tal vez hubo solo un poco de
asombro pensando en el cumulo de
supuestos obstaculos que por tantos
afios venia demorando el fraternal
arreglo.
La otra gestion esta configurada
por el protocclo firmado con el
embajador Roque Saenz Pena el 5
de enero de 1910 para solucionar
— luego de tomarse la opinion de
una asamblea juridica nacional con-
vocada ad-hoc — el viejo conflicto
de la jurisdiccion fluvial con la Ar-
gentina, basado en los unicos recur-
sos de la razon que asistia al Uru-
guay, y a los sentimientos de soli-
daridad entre ambos paises, muy
habilmente puestos en juego.
Antes de abandonar el gabinete,
pudo el canciller Bachini dar prue-
ba clara de su accion energica y de-
cisiva, con motivo de ciertos extra-
ordinarios sucesos desarrollados < i
el pueblo entrerriano de Concepcion
del Uruguay a fines de 1910. Por
sugestiones suyas, el presidente Wi-
lliman, pasando por toda considera-
cion protocolaria, se dirigio perso-
nalmente al presidente argentino
Dr. Jose Figueroa Alcorta, para de-
nunciarle la indebida "intervencion
de varios funcionarios argentinos,
civiles y militares, en un plan revo-
lucionario, en que el ex-ministro de
Relaciones Exteriores de aquel pais,
el Dr. Estanislao Zeballos, respalda-
ba las maniobras de un grupo de
politicos nacionalistas uruguayos ex-
traviados.
Inhabilitado entonces el presiden-
te Figueroa Alcorta para alegar ig-
norancia oficial, las autoridades de
Concepcion del Uruguay recibieron
las instrucciones indispensables pa-
ra que el gclpe de mano fallara.
Cierta caballeresca actitud del
canciller hacia un adversario politi-
co prisionero en momentos de alte-
racion del orden publico, actitud que
el presidente Williman no pudo in-
terpretar, aparejo como consecuencia
no solo la dimision del Ministro si-
no un incidente personal culminado
en un desafio al presidente.
Su brillante y trascendental ac-
tuacion cn la cancilleria y el saberlo
capaz de orientarse hacia la politica
que reclamaban en la hora grandes
sectores de opinion, parecian sena-
lar a Eachini como un candidato pa-
ra el periodo presidencial de 1911-14;
pero el no se mostro dispuesto a in-
terferir la candidatura de Batlle y
Ordonez, solucion gestada dentro de
su propio partido.
Reelecto presidente Batlle y Ordo-
fiez, Bachini asumio — el 5 de mar-
zo de 1912 — la direccion de un gran
cotidiano moderno, "Diario del Pla-
ta", buscando para que lo acom-
pafiasen en la tarea un elegido nu-
mero de colaboradores, entre los
cuales y en primer termino contaba
Jose Enrique Rodo.
Tres afios estuvo al frente del dia-
rio. tocandole importante papel en
la campana que dio por resuttado el
rechazo de la forma colegiada del
Pcder Ejecutivo, en los historieos
comicios del 30 de julio de 1916.
Un poco cansado y un' poco des-
BAC
BAE
ilusionado tambien, abandono el es-
tadio de la prensa alejandose algo
de la politica activa.
Por los sufragios de la Unidn Co-
lorada, ingreso por tercera vez a la
Camara de Diputados en represen-
tacion del departamento de Paysan-
dii, en-el periodo 1920 - 23.
Ministro en Portugal en la presi-
dencia de Serrato — 11 de julio de
1924 — se le traslado a Alemania el
22 de mayo de 1925, y el 1? de julio
de 1927, el gobierno de Campisteguy
lo hizo Embajador en Inglaterra,
que debia ser el ultimo cargo que
desempenara a servicio de la Re-
publica.
El 11 de setiembre de 1932, una
larga enfermedad puso fin en Mon-
tevideo a la vida de este ciudadano
que despues de haber actuado en
las posiciones mas elevadas y m£s
peligrosas para la fama de un hom-
bre publico y en los puestos de ma-
xima responsabilidad y expectativa,
jamas se llego a poner en duda, por
gente de buena fe, ni su honradez
fundamental ni la austeridad de sus
intenciones.
Su bondad y lo afable de sus ma-
neras, exentas de falsas exteriorida-
des, conquistaban a priori. De agu-
do ingenio y admirable conversa-
cion, sentia profundamente la mu-
sica* siendo, el mismo, un buen eje-
cutante de guitarra.
Sobresaliente y sin falla como pe-
riodista, maestro de periodistas en
el Rio de la Plata, carecio como
hombre politico de "los medios vi-
cios y las medias virtudes" que sue-
len llevar consigo el secreto del
triunfo y — vicio grave en nuestra
politica criolla — pertenecio al gru-
po selecto, asimismo, de los hom-
bres que son incapaces de experi-
mentar odios.
BAENA, LUIS
Rico y acreditado comerciante
montevideano, cuyo lamentable fin
delante de un peloton de tiradores,
configura por varias circunstancias
uno de los mas tragicos episodios del
sitio de la capital en la Guerra
Grande. Era hijo de un espanol, Joa-
qufn Baena y de Cipriana Anglada,
de Maldonado, y poseia una impor-
tante casa de ramos generales en la
esquina de 25 de Mayo y Perez
Castellano.
Preso y sometido a juicio de un
tribunal militar bajo la acusacion de
mantener relaciones con los sitiado-
res oribistas, a merito de varios pa-
peles de su letra hallados, con otros
mas, en un lanchon intervenido por
Garibaldi en momentos en que se
hacia a la vela para el Buceo, puerto
de Oribe, la comision militar lo con-
deno a muerte.
Componian el Consejo de Guerra
el general Ignacio Alvarez y los co-
roneles Anselmo Dupont y Javier
Gomensoro, actuando en caracter de
Fiscal el capitan Francisco Pico y
en la defensa el Dr. Andres Some-
llera; y aunque Baena nego los car-
gos y nego la autenticidad de cier-
tas cartas, el dictamen de los peritos
— 128 —
BAE
BAE
caligrafos Juan Manuel Besnes e
Irigoyen y Jose Barboza, sin ser
afirmativo en absoluto, fue decisivo
en contra del acusado.
Las diligencias — multiples y ac-
tivas — hechas para salvar la vida
del que era estimado y conocido
comerciante de la plaza, se estrella-
ron ante la negativa de-1 Ministro de
la Guerra, coronel Pacheco y Obes,
apoyado por el Jefe Politico Andres
Lamas.
El 16 de octubre de 1843, a las
siete de la manana, la sentencia tuvo
eumplimiento delante de la bateria
"25 de Mayo".
La justicia del fallo a la par de
la legitimidad del procedimiento, dio
motivo a polemicas y apasionadcs
comentarios, donde las pasiones par-
tidistas jugaban en primeir termino,
no faltando quienes lo calificaran
con exageracion inaceptable, de
asesinato juridico.
A principios del siglo se comento
por la prensa la proxima aparicion
de un trabajo historico llevado a
cabo por el Dr. E. M. Cavazutti, de
La Plata, Republica Argentina, en
el cual se llegaria "a la conclusion de
que las resultancias del sumario que
culmino por el pronunciamiento de
la pena capital, fueron originadas
por la concurrencia de un numero
de circunstancias desfavorables que,
en la anunciada obra, se analizaba
"con ejemplar buen sentido y clari-
dad de expcsicion".
El estudio critico no parece que
:se haya publicado hasta ahora, sin
•embargo. . - •
BAEZ, BERNARDINO
Militar, paraguayo de nacionaU-
dad, con servicios en la guerra de la
independencia nacional y actuaeion
posterior, activa y brillante, en las
luchas que agitaron a la nueva Re-
publica.
La afirmacion, registrada en al-
gun reciente libro extranjero de bio-
grafias, de que Baez fuera oriundo
de Montevideo, solo puede atribuirse
a error originado por el hallazgo en
los libros de bautismos de la Cate-
dral, de un homonimo suyo, asiento
que, por varias circunstancias par-
ticulares, debio descartarse de ante-
mano. El hecho de aparecer citado
como paraguayo y compatriota, rei-
teradas veces, en "El Paraguayo In-
dependiente" en 1845, en la epoca
de Carlos A. Lopez, magistrado tan
celoso de estos detalles, y la publica
notoriedad de su origen, bastarian
por si solos para desvirtuar aquella
informacion de ultima hora, aunque
no se posea aun el dato exacto del
lugar y fecha de su venida al mundo.
Su carrera militar principio en las
Provincias Unidas; pasando en 1826
con el Ejercito Republicano en auxi-
lio de la provincia Oriental subleva-
da contra el Imperio del Brasil en
1825, y en las filas patriotas, en el
Regimiento de Caballeria N 9 3, hizo
la campana de Rio Grande y fue uno
de los vencedores de Ituzaingo, cuyo
escudo y cordones ostentaba.
Al constituirse el Uruguay en na-
cion independiente tomo servicio ba-
— 129 —
0
BAE
BAE
jo banderas de la joven patria y
cuando las diferencias internas hi-
cieron su lamentable pero obligada
aparicion, Baez torno partido por ei
bando de Fructuoso Rivera y distin-
guiose de 1336 a 1838 en la llamada
revolucion Constitucional. "Desde el
ano 36 se ha recomendado a la gra-
titud de la patria por sus excelen-
tes servicios . . . ", escribio un contem-
poraneo.
Comandante del 4? Escuadron de
Milicias en setiembre de 1839, en la
memorable y decisiva batalla de Ca-
gancha el 29 de diciembre — dia de
gloria para el ejercito nacional — for-
mo parte en el ala izquierda a 6r-
denes inmediatas de Angel Niinez y
por su comportamiento merecio que
se le promoviera a teniente coronel.
Marcho despues ' destacado a la
frontera norte-oeste, — coronel desde
el 30 de diciembre de 1840 — y alli
en poco tiempo se hallaba al frente
de una fuerza denominada 2 ? Divi-
sion del Ejercito, perfectamente dis-
ciplinada, numerosa y de positiva
eficiencia militar, la misma que mas
tarde fue derrotada en la batalla de
Arroyo Grande, el 6 de diciembre de
1842, por el ejercito aliado de Rosas
y Oribe.
Columna fuerte del gobierno de
Montevideo en la prolongada y san-
grienta lucha de la Guerra Grande,
fue tambien uno de los jefes ilus-
tradcs de la epoca, con actuacion pe-
riodistica y dotado de facil y anima-
da palabra.
El 8 de febrero de 1846 enfrento
en San Antonio las fuerzas muy su-
periores del general Servando G6-
mez. Sus soldados de caballeria es-
tuvieron distantes de mostrar el es-
piritu magnifico de la Legion Italia-
na y del puiiado de infantes crioilos
que peleo hombro a hombro con es-
ta, pues abandonaron el campo en
medio del combate.
Acompano a Rivera en la campana
del litoral de 1846, asistiendo a la to-
ma de Mercedes y desde este punto
fue destinado por el general del ejer-
cito de operaciones para ccnducir el
parte y explicar a la superioridad to-
do lo realizado hasta esa fecha. Des-
empeno asimismo la jefatura del Es-
tado Mayor Divisionario por ausen-
cia del coronel Venancio Flores, des-
de el 24 de julio hasta cctubre de
1846.
En 1847 se le envio a hacerse car-
go de la division de ejercito del ge-
neral Rivera en Maldonado, cuando
el ex-presidente tenia que salir dei
pais extrafiado por un decreto del
gobierno de la Defensa, pero una
vez en la localidad Baez rehuyo des-
empenar el mandato y en cambio-
embarcose para el Brasil junto con
Rivera.
Radico en Rio Janeiro y despues
de una oscura sucesion de . iriciden-
cias politicas en las que aparecen
mezclados la cancilleria del Impe-
rio y los diplomaticos rioplatenses
Lamas, Gelly y Guido, el coronel
Bernardino Baez emprendio viaje de-
vuelta a la Republica, pero no para
reincorporarse a las filas de los su-
yos sino para engrosar las de aque-
Uos contra quienes habia luchado
doce afios consecutivos. El jefe del
ejercito sitiador general Manuel Oribe-
— 130 —
BAE
BAE
lo recibio prodigandole finos elogios
en su diario, pero ni en ese mo-
mento ni despues le confirio mando
militar de clase alguna.
El gobierno de Montevideo, por su
parte, respondio a tan extrafio cam-
bio de frente con el decreto fulmi-
natorio de 27 de octubre de 1849
que lo separa ignominiosamente de
los cuadros del ejercito.
Desde entonces se puede afirmar
que el coronel Baez se sobrevive a
sf mismo, rechazado por sus anti-
guos companeros colorados como un
transfuga y un desconocido en las
filas oribistas donde se veia aho-
ra sin alcanzar a explicarse bien el
por que . . .
Aff debio reconocerlo el propio
coronel despechado y apenado cuan-
do en 1851 quiso vanamente levan-
tar fuerzas para oponerlas a Urqui-
za, que despues de abrazar la causa
de la libertad cruzaba el Uruguay a
destruir el ejercito de Oribe.
Mas tarde, en 1853, cuando la reac-
cion oribista contra el gobierno del
Triunvirato, apenas pudo reunir un
punado de hombres. Perseguido por
las fuerzas del comandante Domingo
Gara'a, que lo acuchillaron literal-
mente rumbo hacia el Paso de Pa-
redes en el rio San Salvador, el 24
de diciembre fue muerto a lanza en
los brazos del oficial enemigo Juan
Pio Suarez, que habia expuesto ge-
nerosamente su vida por salvarlo.
Puede verse: J. M. Fernandez Sal-
O.afia. "Un paraguayo al servicio del
Uruguay, coronel Bernardino Baez".
"La Prensa", Buenos Aires. Suple-
mento, n de marzo de 1940.
BAEZ, JACINTO
Ccnocido por Pintos Baez. Jefe de
Milicias, nacido en Colonia en 1833
y afiliado al Partido Blanco, que al-
canzo prestigio entre sus correligio-
narios politicos de los departamentos
del sudoeste de Ia Republica y que
en la revolucion del coronel Timoteo
Aparicic, despues de la batalla de
Manantiales, tuvo el mando de una
division de caballeria compuesta por
gente de San Jose, Soriano y Colonia.
Era Uamado generalmente Pintos
Baez y hasta la guerra civil de 1871) -
72 permanecio poco menos que des-
conocido como hcmbre de armas,
aunque gozaba reputacion de levan-
tisco y, en 1868, habia dado que ha-
cer a la justicia con motivo de un
suceso de sangre ocurrido en los pa-
gos de Cagancha.
Su bizarra vestimenta de colores
vivos, grueso, antes bajo que alto, su
melena larga, sus modales acriolla-
dos y su destreza en el manejo de
la lanza, popularizaron al coman-
dante Pintos Baez en las filas del
ejercito revolucionario y el por su
parte procuro responder y respondia
a la confianza de Aparicio en el ul-
timo periodo de la lucha que fue et
de su maxlma y activa actuacion.
Pacificado el pais merced al con-
venio de abril da 1872, Pintos Baez:
comenzo a posar en caudillo de paz,.
pero obstaba a los excelentes planes;.
su reputacion de paisano difi'cil de«
Uevar, receloso y en pique con "lai
autoridad".
En esta disposicion de animo, em
BAR
BAR
enero de 1874 tuvo un choque con
las policias de Rosario, del cual sa-
lio con dos heridas de bala. Encau-
sado en Montevideo, hallabase en la
ciudad de San Jose en libertad bajo
fianza, cuando una inesperada com-
plicacipn del balazo recibido en el
pecho le produjo la muerte el 8 de
setiembre del mismo afio 1874.
BARBAT, JACINTO
Militar, coronel del ejercito for-
mado a servicio del general Manuel
Oribe, en cuya parcialidad politica
hizo las campafias de la Guerra
Grande en la Division Tacuarembo,
alcanzando jerarquia de capitan.
En 1855, la revolucion de los ccn-
servadores en Montevideo contra el
presidente general Venancio Flores
tuvo a Barbat a favor suyo, pues se
alzo en la Villa de San Fructuoso y
asumio el mando de las fuerzas ar-
madas del departamento a nombre
del gobierno proviscrio de Luis La-
mas. Se lanzo a la lucha cuando la
reaccion de su partido en 1853 con-
tra el gobierno del Triunvirato y fue
uno de los catorce jefes de esa filia-
cion exclm'dqs del decreto de am-
nistia del 10 de enero.
Sus antecedentes militares unidos
a una preparacion general no co-
rriente por aquella epoca en los de-
partamentos de campafla, le permi-
tieron hacerse de prestigio y contar
con opinion en Tacuarembo.
Pero exisxian compafieros que le
disputaban la preponderancia y asi
fue ccmo las rivalidades entre Bar-
bat y el tambien comandante Pedro
Chucarro, no obstante tratarse de
correligionarios politicos, agitaron el
pacifico ambiente de aquella region
mediterranea y en ocasiones, pasan-
do los Mmites departamentales, vi-
nieron a repercutir en Montevideo.
En la administracion de Pereira,
epcca en que las querellas se agu-
dizaron sobremanera, hubo una es-
pecie de asonada que encabezaban
Tristan Azambuya y Barbat en el
mes de mayo de 1856,
Reducido a prision por desacato
a la autoridad del Jef e Politico Chu-
carro, juntamente con algunos com-
pafieros, el gobierno solicito del Tri-
bunal que sobreseyera en la causa
y el comandante recobro la libertad
el 7 de octubre.
El 8 de abril de 1858 ascendio a
coronel graduado de caballeria de
lfnea siendo jefe del 2? Regimiento
de Guardias Nacionales de Tacua-
rembo y el 30 de julio del 59 se le
nombro Jefe Politico del departa-
mento "por exigirse alli un jefe mi-
litar".
De viaje por Montevideo, el coro-
nel Barbat perecio ahogado en la
bahia mientras se bafiaba, en febre-
ro de 1862.
BARREIRO, MIGUEL Manuel
Francisco
Patriota de las primeras epocas,
secretario de Artigas, congresal dei
Ano XIII y constituyente de- 1830.
BAR
BAR
Habia visto ia primera luz en Mon-
tevideo el 5 de julio de 1789, hijo
de Manuel Jose Barreiro y de Bac-
bara Bermudez y pertenecia a una
familia de buena posicion social.
Se educo en el colegio de. los Fran-
ciscanos, pero no tuvo estudios uni-
versitarios.
Al servicio de la causa patriota
desde el afio 1811, hallose en el pri-
mer sitio de Montevideo y, muy
adicto a Artigas, a cuyo lado desem-
pefiaba funciones de secretario, lo
acornpano cuando el Exodo y en los
dias del Ayui, gozando, a justo ti-
tulo, de su entera confianza.
Hombre joven, de educacion mas
que mediana, poseedor de una inte-
ligencia despierta pero discreta, su
nombre se individualiza, por prime-
ra vez, como secretario del gobierno
provincial de 1813, y luego como
miembro del Congreso de Penarol,
donde Artigas depuso el mando ccn
memorable palabra el 4 de abril, y
en el cual se resolvio el envio da
diputados de los cinco cabildos pro-
vinciales, q u e presentarian a la
Asamblea Constituyente de las Pro-
vincias Unidas que sesionaba en
Buenos Aires, las famosas Instruc-
ciones del Afio XIII.
Las circunstancias derivadas del
caracter de secretario particular de
Artigas, y el cargo analogo que tuvo
en ei Congreso, fundaron mas tarde
la creencia de que Barreiro pudiera
haber sido el redactor de aquel pro-
grama de gobierno republicano, tan
profundamente meditado y tan bien
estructurado.
Nada hay sin embargo que justi-
fique ese supuesto en forma mas o
menos fehaciente, y razonando sobre
el punto, Hector Miranda niega con
argumentacion 'irrefutable la paterni-
dad que pretende atriburrsele a Ba-
rreiro, cuya juventud en esos dias
— contaba apenas 24 anos — no po-
dia suplir un talento excepcional
que no poseia.
Tampoco hay nada que autorice
a creer que poseyera mayor ilustra-
cion que su jefe, capaz de habilitar-
lo como mentor en asuntos de ma-
xitei4 trascendencia.
Llevo la palabra del Libertador
en'varias negociaciones con los hom-
bres politicos de Buenos Aires o con
sus hombres de armas en la provin-
cia en los afios 1814-15, sin sepa-
rarse del lado de su jefe, y en los
dias de la Primera Patria fue la
persona elegida para trasladarse del
Campamento General a Montevideo,
ya en posesion de los nuestros, con
el fin de sustituir a Otorgues, contra
quien habia muchas quejas, en la je-
fatura de la plaza (julio de 1815).
Iba a la capital recien libertada
con plenos poderes y con el titulo
de Gobernador Delegado, pero lejos
de ser un nuevo funcionario cual-
quiera, sin mas propositos que re-
empiazar a ptro, Barreiro, conocedor
de los antecedentes del caso, y habi-
litado para abarcar la situacion y
las necesidades que comportaba,
traia esbozado el plan de disposicio-
nes y reformas que, de inmediato,
se proponia desarrollar. De aqui que
su gestion de gobierno, apenas hubo
— 133 —
BAR
BAR
tomado el lugar de Otorgues, me-
reciera generales placemes; pero no
hay que creer tampoco que todo es-
tuviera mal hecho hasta entonces,
pues tal supuesto y una parte de los
excesos de Otorgues no pasan de una
invencion enherbolada del nucleo es-
pafiol, realista impenitente, a quien
la derrota le amargaba la sangre,
reducido a la impotencia cuando los
patriotas ocuparon Montevideo.
Segun expresas instrucciones de
Artigas, dio participacion en el ma-
nejo de los asuntos comunes al Ca-
bildo y principalmente en lo econo-
mico. Enfrenci los malos elementos
imperantes, expulsandose a varios y
llegandose hasta ejecutar algun no-
torio foragido, puso limite a los gas-
tos y orden al regimen tributario.
Secundo la tarea de Larrafiaga em-
penado en organizar la Biblioteca
Nacional, dio tono civil al gobierno,
ensayo mejores tacticas con los es-
pafloles y realistas, y una aurora de
paz y de concordia parecia anun-
ciarse para la capital.
Las primeras fiestas mayas del
afio 16 y la inauguracion de la Bi-
blioteca proclaman el buen gobier-
no de la era artiguista, y todo lc.
que tuvo de criminal la campana
para destruir la obra de aquel hom-
bre superior.
La invasion portuguesa, en agos-
to del mismo afio, vino a interfe-
rir todo prestamente y fue preciso
abandonar cualquier atencion que
no dijera directamente con la de-
fensa nacional.
Habilitado para mandar asi en la
paz como en la guerra, asumio fun-
ciones de jefe militar y civil. Ex-
peditivo y energico, visto que el
enemigo sacaba ventajas diarias por
su penetracion e.n el pais, dispuso
Bai-reiro que el Cuerpo de Civicos
de la ciudad marchara a campana a
reforzar el ejercito de operaciones.
Ante esta perspectiva, el batallon,
formado en su mayoria por mozos
de famihas espafiolas o ajenas a la
causa patria, derrotistas o neutra-
les, inicio un movimiento sedicio-
so negandose a obedecer a sus jefes,
el 2 de setiembre. Fehzmente, el pe-
ligro vino a quedar conjurado al
otro dia, sofocada la sublevacion.
Los sucesivos reveses de nuestras
armas en el curso del ano, obligaron
sin embargo a Barreiro a abando-
nar Montevideo, carente en absoluto
de medios de defensa, y asi lo hizp
la noche del 18 de enero de 1817,
retirandose junto con el cabildante
Joaquin Suarez y todos los hombres
de armas que pudieron llevar consi-
go. Al dia siguiente Lecor entraba
triunfalmente en Montevideo, donde
el humillado Cabildo le rindio indig-
nos homenajes a cambio de garantias
y ventajas de futuro.
Desinteligencias que la adversidad,
como siempre, exacerbo, crearon po-
co despues entre f el Protector de los
Pueblos Libres y su antiguo secre-
tario, una situacion tirante. En esos
momentos cayo Barreiro prisionero
de los portugueses en Queguay chi-
co, en julio de 1818.
Conducido de inmediato a Monte-
video en compania de su esposa, pri-
— 134 —
BAR
BAR
sionera al mismo tiempo, lo ence-
rraron en la carcel del Cabildo y de
abi paso a un buque de guerra an-
clado en la bahia.
Sometida la provincia, los conquis-
tadores lo volvieron a la libertad y
todo el termino de las dominaciones
extranjeras vivio en absoluto retiro,
buscando mejorar sus intereses com-
prometidos por largos afios de aban-
dono.
La invasion del afio 25 y los fe-
lices sucesos que trajo como secuela
lo reintegraron a la vida publica y
el electorado de Colonia lo llevo a la
Asamblea Nacional Constituyente y
Legislativa, a cuyos trabajos incor-
porose el 29 de noviembre de 1828,
continuando hasta el dia en que ter-
mino sus tareas.
Senador por Cerro Largo en la
primera legislatura patria de 1830-
36, fue uno de los hombres civiies
que acompafiaron al general Lava-
lleja en su desatentada actitud re-
belde del afio 32, por cuya razon
fue exonerado provisoriamente de su
investitudra senaturial, junto con los
diputados Silvestre y Jose Benito
Blanco, por decreto que firmo Luis
Eduardo Perez en ejercicio del po-
der ejecutivo.
Con el andar de los afios, modifi-
cada ya su orientacion politica, fue
nuevamente electo senador, en 1840,
pero esta vez por Soriano.
Figurd entre los hombres de la
Defensa de Montevideo y dentro del
recinto de la plaza formo entre el
grupo colorado que aeompanaba al
coronel Venancio Flores.
Miembro de la Asamblea de No-
tables en febrero de 1846, el 5 de
julio de 1847, el vicepresidente Joa-
quin Suarez lo hizo Ministro de Ha-
cienda y Relaeiones Exteriores, pe-
ro su presencia en el gabinete no
llego a durar dos meses.
Ciudadano de reconocida hones-
tidad y con rasgos de hombre de
gobierno, no tuvo sin embargo el
relieve vigoroso que caracteriza a
los verdaderos estadistas.
Alcanzo a vivir hasta el 12 de ma-
yo de 1848, dia en que su vida tuvo
fin en Montevideo.
BARRETO, FRANCISCO L. (Ver
Leon Barreto)
BARRIAL POSADA, CLEMENTE
Geologo y mineralogista espafiol
que llego al Uruguay el afio 1862. Era
nacido en Brez, lugar de la provincia
de Oviedo, en 1842. Hizo estudios en
Sevilla donde obtuvo titulo de In-
geniero de Minas, pasando luego a
Francia a perfeccionar sus conoci-
mientos.
Agregado con un cargo subalterno
a la no menos subalterna Comision
Cientifica Espafiola, especie de an-
ticipo de la aventura militar del Pa-
cifico de 1862, la guerra que sobre-
vino entre las republicas agredidas
y Espafia lo puso en la obligacion
de regresar a su patria,
Al poco tiempo, aproando de nue-
vo hacia America, desembarco en
— 135 —
BAR
BAR
Pernambuco. De alli, segun sus re-
ferencias, hizo la travesia por tie-
rra hasta Montevideo, con un reco-
rrido aproximado de cuatro mil tres-
cientos kildmetros.
Mas tarde, en constante observa-
cion de los terrenos, realizo largas
giras por el norte argentino, el alti-
plano de Bolivia y la region andina
austral. Aunque es preciso acautelar-
se respecto a estos itinerarios tratan-
dose de un hombre imaginativo, las
colecciones y muestrarics reunidos
certifican cuando menos, largas an-
danzas y paciente labor.
Arraigo en nuestro pais, pues
Montevideo fue siempre su centro
de partida. Incorporado totalmente a
la vida uruguaya, los terrenos auri-
feros de Cufiapiru y Corrales en Ta-
euarembo, a la par que los cuprife-
ros de Yucutuja en el Salto, consti-
tuyeron el norte de sus mayores afa-
nes," sin perjuicio de que le interesa-
ra cualquier veta o rastro mineral
donde quiera que existiese o se sos-
pechase.
Fruto de esta dedicacion constan-
te es su extensa "Monografia Geolo-
gica Industrial y Agricola del Uru-
guay", publicada en el Album que
se envio a la Exposicion Continen-
tal de Buenos Aires de 1882 y un
pormenorizado estudio que Ueva por
titulo "Naturaleza Geologica y Con-
textura Orografica de la R. O. del
Uruguay con aplicacion a la Mine-
ria". Este trabajo por muchos con-
ceptos estimable, fue declarado ofi-
cialmente texio de consulta en 1883.
Sus repetidas tentativas de lograr
capitales bastantes para la explota-
cion en vasta escala de las riquezas
mineras de la Republica no resulta-
ron felices, pues en unos cascs el
valor aurifero, como en el del mine-
ral de Tacuarembo, hallabase neu-
tralizado por la excesiva dureza del
cuarzo y en otros, las vetas que aflo-
raban promisoras se perdian al
ahondar en Ia tierra.
Sin embargo, Barrial Posada en-
vejecio en la esperanza de las minas,
muriendo el 2 de mayo de 1903, en
Mcntevideo.
Fue acaso un hombre iluso, que
murio sin ver la realizacion de sus
suenos, pero tambien hombre acree-
dor al sitio que tienen reservado con
igual derecho que los triunfadores
materiales, todos los porfiados van-
guardias del progreso de la Republi-
ca "tan rica en bienes reales como
en esperanzas de ventura" segiin pa-
labras del propio estudioso minera-
logista.
BARRIOS, IGNACIO Gregorio
Militar de la independencia y
miembro de la Asamblea de la Flo-
rida.
Consta su nacimiento en 31 de ju-
lio de 1785 en los libros de la parro-
quia del hoy desaparecido pueblo de
Las Viboras, en el departamento de
Colonia.
Enviado a estudiar a Buenos Ai-
res, lucho como voluntario contra
los invasores ingleses de 1806-07.
La revolucion de la independencia
encontro a Barrios trabajando en el
pueblo de Pcrongos, pero decidido
— 136 —
BAR
BAR
por la causa de la patria apresurose
a prestar apoyo a los sublevados de
Ascencio, avanzando sobre el propio
pueblo con un grupo de paisanos que
habia reclutado, y logrando ocupar-
lo sin dificultad.
Hombre expeditivo, se hizo cargo
de la autoridad como Alcalde y con
titulo de teniente 1 ? asumio funcio-
nes de comandante de las milicias
que luego servirian de base al regi-
miento de caballeria patriota de Po-
rongos, y una vez incorporado al
ejercito artiguista hallose en los pri-
meros combates, mereciendo ser ci-
tado en el parte de la victoria de
San Jose el 25 de abril de 1811.
Paso en 1813 a servir en Buenos
Aires como teniente de la compafiia
de Granaderos N 9 7, ascendiendo
luego a capitan y marchando a Tu-
cuman donde el E^ercito del Norte
abria operaciones contra los espano-
les. Estaba a servieio del general
Rondeau con grado de sargento ma-
yor, cuando pidio su separacion ab-
soluta del ejercito, a fines del afio
15, para regresar a la Republica. Ne-
cesitaba atender sus interes^j aban-
donados y en faenas de paz transcu-
rrieron los dias negros de la domi-
nacion extranjera.
Pero la aurora del afio 25 lucio al
fin y Barrios, en seguida de inicia-
das las operaciones por los genera-
les libertadores, tenia a sus ordenes
en Colonia un batallon de extramu-
ros.
Convocada la soberania para cr-
ganizar un congreso patrio en la "Vi-
lla de Florida, don Ignacio resulto
electo diputado por el distrito de Las
Viboras, que era el de su domicilio
y al termino de las funciones de la
Asamblea, despues de ser uno de los
signatarios del Acta del 25 de Agos-
to, volvio al ejercito figurando en-
tre los gloriosos vencedores de Sa-
randi. .
Acompano mas tarde al general
Fructuoso Rivera en la trascendental
campafia de Misiones al frente del
Regimiento de Lanceros del Ejercito
del Norte, luego de atravesar el Ibi-
cuy el 21 de abril de 1828.
Despues de esta operacion de gue-
rra que cambio la faz de la lucha,
al reconocerse por el gobierno pro-
visorio al Ejercito del Norte como
integrante del ejercito de la patria,
Barrios tuvo regularizada su situa-
cion militar en la Repiiblica en gra-
do de teniente coronel con fecha 2
de enero de 1829, y entro a revistar
a la Plana Mayor Pasiva.
Jefe Politico de Colonia en 1833,
fue reformado cesando de pertene-
cer al ejercito en julio de 1835, pero
volvio a el para servir al gobierno
constitucional del general Oribe
contra la revolucion riverista, que
concluiria por derrocarlo. Jefe de la
Guardia Nacional de caballerfa de
Colonia, hallose en la batalla de Car-
pinteria en 1836 y llego a coronel
graduado el 26 de marzo de 1837.
Su actuacion en la Guerra Grande
fue nula, con permanencia en el so-
lar nativo, pues nunca demostro ser
apasionado por divisas y aunque mi-
litante en el bando oribista, lo liga-
ban fuertes lazos de parentesco con
el caudillo colorado Venancio Flores,
su sobrino carnal.
— 137 —
BAR
BAR
Unicamente en marzo de 1854 tie-
ne figuracion publica, al ingresar
como suplente convocado a la ca-
mara de diputados, en epoca que go-
bernaba la republica el general Flo-
res. Fallecio de 82 afios, el 19 de ju-
lio de 1867, rodeado de toda la con-
sideraeion que merecia una anciani-
dad venerable. Una placa de bronce,
con un busto, recuerda en Carmelo,
la casa donde vivio y murio.
BARRIOS, JUAN
Militar cuya carrera termino en
categoria de general, despues de ac-
tuar largamente en las luchas que
subsiguieron a la constitucion de la
Republica, a la cual prestara ser-
vicios en la liltima guerra por la
independencia.
Adicto a la fraccion politica que
reconocio por jefe al brigadier ge-
neral Manuel Oribe, lo sirvio con
exacta lealtad y bravo empeno en
los pagos levantinos — Maldonado,
Rocha y Minas — donde contaba co-
mo uno de los militares de arrastre.
Capitan de la Guardia Nacional
de Maldonado en setiembre de 1836,
destacado en Santa Teresa, fue de-
signado comandante accidental de
la misma el 18 de mayo de 1837,
siendo Jefe Politico.
Al servicio del Gobierno del Cerri-
to, el dia 19 de noviembre de 1843,
alcanzo en las inmediaciones del
Chuy a las fuerzas del coronel gu-
bernista Fortunato Silva, obteniendo
sobre el algunas ventajas.
En enero de 1846 acudio en so-
'corro de la Villa de San Carlos,
donde el coronel Antonio Acuna es-
taba sitiado por el coronel Venan-
cio Flores, quien viose en la obliga-
cion de abandonar la partida. El
batallon 3 9 de Guardias Nacionales
que comandaba el coronel Panta-
leon Perez, resistio, pero lo rindie-
ron, quedando prisionero su jefe.
El 23 del mismo mes ocupo Pun-
ta del Este desguarnecida recien por
los marinos de la intervencion y
habiendo hecho otro tanto las fuer-
zas del coronel Manuel Freire que
desde el 12 de enero ocupaban Mal-
donado, el coronel Barrios pudo po-
sesionarse de la ciudad el 30 del
propio mes.
Peleo con el general Rivera en
la sierra de las Animas el 26 de
enero de 1847.
En la reaccion armada de los
caudillos blancos contra el gobier-
no del Triunvirato a fines del afio
1853, Barrios salio al campo. pero
fue prestamente aplastado como to-
dos sus companeros, en distintos
puntos de la Republica por las fuer-
zas del coronel Flores, uno de los
triunviros. Por esta razon fue baja
del ejercito con fecha 23 de noviem-
bre del propio afio.
La amnistia decretada por los ven-
cedores el 10 de enero de 1854, ex-
cluyo expresamente a Barrios, in-
cluido en una nomina de catorce
de los jefes blancos de mas pres-
tigio.
Permanecio alejado del ejercito
hasta que en el gobierno de Perei-
138 —
BAR
BAS
ra fue reincorporado con fecha 13 de
enero de 1857.
Movilizada en setiembre del afio
siguiente la Guardia Nacional de
Maldonado, Barrios tuvo a su cargo
la jefatura del Batallon 3 9 , y desde
enero de 1859 hasta noviembre de
1860, fue Comandante Militar de
Maldonado.
En el curso de la revolueion co-
lorada que en abril de 1863 encabe-
zo el general Venancio Flores, el
presidente Berro lo hizo Jefe Poli-
tico de Canelones y comandante
de la Guardia Nacional en octubre
de 1863, cargos en que ceso en mar-
zo de 1864 "teniendo precision el
Gobierno de utiUzar en otro desti-
no sus importantes servicios", que
se le agradecian en nombre de la
Nacion.
Seis dias mas tarde, el 5 de abril,
se nombraba al coronel Barrios jefe
superior de los departamentos de
Maldonado y Minas.
Promovido a general con fecha
13 de enero del 65, los sucesos super-
vinientes impidieron obtener la ve-
nia legislativa indispensable.
El triunfo de la revolucion de Flo-
res, que ehminaba del gobierno al
Partido Blanco, trastorno la carre-
ra militar de Barrios.
De alta nuevamente el l 9 de se-
tiembre de 1865, al producirse la
tentativa revolucionaria del ex -
presidente Berro el 19 de febrero
de 1868, el coronel Barrios fue ra-
diado del ejercito en la misma fe-
cha, para volver a figurar en los
cuadros en virtud de la amnistia
decretada el 25 de agosto del mis-
mo aiio 68.
Participo en el movimiento revo-
lucionario de Timoteo Aparicio y por
ello fue baja el 16 de setiembre
de 1870.
Habiendo aceptado el gobierno
extra - constitucional de Pedro Va-
rela, engendro del motin militar del
15 de enero de 1875, sus amigos
politicos obtuvieron para Barrios el
ascenso a coronel mayor, que se le
confirio con fecha 13 de julio del
mismo afio, regularizandose de este
modo, luego de tantas alternativas,
su grado en suspenso hacia diez
anos.
Con residencia habitual en la Vi-
lla de Rocha, donde tenia intereses,
fallecio el general Barrios el 18 de
junio de 1877.
BASTERRICA, LESMES de
Militar uruguayo de crigen vasco,
nacido en San Sebastian el ano 1807.
Soldado en las. filas absolutistas en
la primera guerra civil de Espana,
tenia en el ejercito del pretendiente
Carlos V el grado de 2° comandante
del segundo batallon de la Division
de Guipuzcoa, siendo de los que
aceptaron el Convenio de Vergara
en agosto de 1839. Paso despues a
Francia y resuelto a emigrar para
America, eligio el Rio de la Plata,
donde tenia parientes cercanos, uno
de los cuales, Vicente Basterrica,
llego a ser jefe de un batallon de
voluntarios en los primeros meses
— 139 —
BAS
BAS
de la Guerra Grande, a servicio del
gobierno del general Rivera, el mis-
mo que luego, conquistado por su
paisano el ex-ministro coronel An-
tonio Diaz, deserto con sus hombres
al comienzo del sitio de la capital.
En las filas del gobierno del Ce-
rrito, fue, a partir de abril del 43,
2? jefe del batallon "Voluntarios de
Oribe", unidad que comandaba otro
vasco, Ramon de Artagaveytia. Poco
tiempo despues, el 25 de marzo de
1844, el titulado presidente lo llevo
a su lado en caracter de ayudante,
dandole grado de teniente ccronel
y en este nuevo destino continud
hasta el fin de la guerra.
Pacificado el pais en el ano 1852,
ingreso al ejercito de la Republiea
con el mismo rango que tenia entre
los sitiadores.
Hombre de Oribe, como mas ade-
lante iba a ser hombre de Berro, lo
sirvio fielmente, estuvo a su lado en
los mcvimientos que siguieron a la
Paz de Octubre, adhirio al Pacto de
La Union entre iGs generales Oribe
y Flores y vino a ser uno de los
sostenes del gobierno de Pereira.
Al estallar la revolucion de los co-
lorados conservadores encabezados
por Cesar Diaz, tuvo el comando del
2 9 batallon de Guardias Nacionales
de la Union — villa de su residen-
cia — , a cuyo frente se encontro en
las sangrientas jornadas de febrero
del 58. Despues de estos dias Pe-
reira lo ascendio a coronel gradua-
do el 9 de febrero del mismo ano,
continuando al frente del 2? de
Guardias Nacionales; y pcco mas
tarde, al crearse el batallon de li-
nea denominado "Cazadores de la
Union" sobre la base de aquella uni-
dad, el 21 de mayo de 1858, siguio
al frente del nuevo cuerpo y obtuvo
la efectividad de coronsl el l 9 de
setiembre del ano siguiente.
Electo Presidente de la Republi-
ca Bernardo Berro, lo hizo Edecan
de Gobierno el 3 de abril de 1860,
y el 4 de junio de 1861 pasaba a ser
jefe del batallon de Guardia De-
partamental con retencion de su
puesto junto al primer magistrado.
Jefe del 2° de Cazadores el 4 de
febrero de 1863, poco le toco actuar
contra los revolucionarios flcristas,
pues se le retuvo casi siempre en
la capital por lo mismo que era la
confianza de Berro.
El gobierno. de Aguirre en sus
postreros dias lo hizo coronel ma-
yor (general de brigada) el 15 de
febrero de 1865, pero el ascenso re-
queria la venia legislativa consfitu-
cional, y cayo el mandatario y la
situacion blanca antes de poder cum-
plirse el requisito. Basterrica recla-
mo mas tarde su grado, pero las
Camaras del 73 — no obstante el nu-
mero de sus correligionarios — re-
chazaron el pedido por no estar lle-
nados los extremos legales.
Despues del triunfo de la revolu-
cion florista y del advenimiento del
partido colorado, Basterrica fue de
los militares elegidos por Berro para
la revolucion del 19 de febrero de
1868. en que perecieron el general
— 140 —
BAS
BAS
Flores y el mismo Berro. Competiale,
en la fecha, hallarse en las proximi-
dades del Cabildo a la hora del gol-
pe, pero no consiguio salir de su
casa donde lo encerro, como quien
dice, la vigilancia policial.
Fracasado el movimiento se le dio
de baja del ejercitd inmediatamente
y entonces se fue a la Argentina es-
capando de la persecueion de los
vencedores.
A mediados del mismo afio 68 el
gobierno de Batlle lo buscaba afa-
nosamente en Mcntevideo donde se
decia que estaba oculto y pronto para
figurar en un proximo movimiento
subversivo. Si estuvo realmente en
la capital, la policia no logro darle
caza cuando menos.
Pero el momento de tomar las ar-
mas en favor de su partido, vino al
fin, el dia en que el coronel Timo-
teo Aparicio desplego banderas, en
1870, contra el mismo gobierno de
Lorenzo Batlle. Despues de invadir
por el Uruguay junto con el gene-
ral Medina en el mes de agosto,
Basterrica hizo la dura campana de
dos afios y durante el sitio de Mon-
tevideo y combate de "La Union",
le acertaron un balazo en pleno ros-
tro que lo obligo a pasar a Buenos
Aires a asistirse, pues tenia fractu-
rados los huesos de la nariz. Volvio
al pais y cuando la Paz de AbrU
era comandante de Ia frontera Este
y jefe de la guarnicion de la Villa
de Artigas.
Alta nuevamente en el ejereito el
18 de mayo de 1872, adhirio junto
con la gran mayoria de su partido
al gobierno dictatorial de Latorre,
despues de haber dejado hacer el
motin del 75. Varela, el presidente
usurpador, en recompensa de su co-
operacion, le habia dado las tan dis-
cutidas palmas de general el 11 de
agosto de 1875.
Probadamente valiente y acostum-
brado a disciplinar y organizar fuer-
zas, pecaba el general vasco de duro
en el trato de sus subalternos; esca-
samente instruido, como militar ca-
recia de toda facultad superior y en
poh'tica su caracteristica fue la leal-
tad a los hombres que lo tuvieron a
su servicio.
Fallecio a los 74 afios en su casa
de la villa de la Union, el 11 de
mayo de 1881 a las 11 de la ma-
fiana.
BASUALDO, BLAS
Jefe patriota de la epoca artiguis-
ta, cuya figura es todavia algo im-
precisa, pcr ser escasos los elemen-
tos de estudio disponibles hasta aho-
ra para rehacer el itinerario de su
vida. Hay discrepancias acerca de
su nacionalidad, pues mientras el
general Rivera dejo escrito que era
santiagueno — argentino — , papeles
posteriores permiten emitir la hipo-
tesis de que hubiera nacido en las
tierras ehanaes de Soriano.
En 1811 aparece Basualdo actuan-
do en la region central norte del te-
rritorio en calidad de capitan de mi-
— 141 —
BAS
licias de Artigas, al mando de unos
doscientos hombres, cuyo cometido
principal era tomar cuenta de los
movimientos de los portugueses en
la dilatada zona que se extiende en-
tre los rlos Cuareim e Ibicuy.
Acompafio a Artigas en la retirada
al Ayui en calidad de jefe divisio-
nario y fue uno de los capitanes que
le guardarcn fidelidad negandose a
oir las »proposiciones de Sarratea,
delegado porteno, ido al campamen-
to con proposito de anarquizar las
huestes del jefe oriental, provocan-
do — como desgraciadamente suce-
dio — la desercion de excelentes je-
fes y oficiales.
De regreso a la tierra nativa asis-
ti6 al sitio de Montevideo, donde se
hizo famoso como excelente soldado
de caballeria, hasta que Artigas se
retiro del campo de operaciones. En
la lucha que poco mas tarde desen-
cadenose entre las autoridades cen-
tralistas de Buenos Aires y el cam-
peon del federalismo provinciano,
Basualdo tuvo la mision de batir a
Perez y Planes, jefe de la columna
portena que operaba desde Ias Mi-
sicnes. Nuestro comandante logro
vencerlo y tomarlo prisionero en La
Cruz, proximo al rio Aguapey en
Corrientes, en marzo del afio 14.
Despues de estos exitos se le en-
cuentra luchando en la provincia de
Entre Rios, donde en vano procuro
contener la penetracion del corcnel
Eusebio Montenegro, compatriota a
servicio de Buenos Aires, el cual lo
puso en trance de pasa'r a Corrien-
tes con mermadas fuerzas en derro-
ta. Rehecho, logro vencer en Colo-
drero, el 24 de diciembre de 1814, al
mayor ccrrentino Genaro Perugo-
rria, jefe que habia desertado las
filas de Artigas, el cual, hecho pri-
sionero fue enviado al campamento
de Purificacion, donde el Protector
lo hizo fusilar el 17 de enero de 1815
"por haber vuelto las armas contra
sus hermanos orientales, reo de lesa
patria, enemigo de su Provincia y
traidor a la libertad de los pueblos."
Encargado del mando en Corrien-
tes, cuya capital ocupo, fue Basual-
do un jefe correcto a la par de ener-
gico, y paso mas tarde a desempe-
fiar funciones de jefe del litoral en-
trerriano con asiento en el arroyo
de La China, actualmente Concep-
ci6n del Uruguay, hasta que falle-
ci6 en el mes de marzo de 1815,
despues de soportar una enferme-
dad dilatada.
Artigas, en oficio dirigido al Ca-
bild-o de Montevideo trasmitiendole
la triste noticia, califica a Basualdo
de virtuoso ciudadano, c-uya carrera
estaba sefialada con servicios bri-
llantes que reclamaban el reconoci-
miento de la patria y el reconoci-
miento de los hombres de bien. "Yo
he regado su sepulcro con mis la-
grimas — sigue diciendo el gran
caudillo — y he tributado a su me-
moria todas las honras dehidas a su
merito admirable". Sus trabajos y
sus glorias — la Provincia le adeuda-
ba fatigas de cinco afios y la victoria
habia coronado tres veces sus es-
fuerzos — pedian una demostracion,
anade, para concluir solicitando a
la noble corporacion que honrara
su memoria al pie de los altares de-
— 142 —
BAT
BAT
dicando un dia de piedad religiosa
en su obsequio.
Las ceremonias funebres realiza-
das en la iglesia Matriz constituye-
ron, por la introduccion de ciertos
ritos simbolicos antiguos, un espec-
taculo que Montevideo no habia
presenciado nunca.
Calumniado primero por el libelis-
ta Cavia, el detractor insolente de
Artigas, a Basualdo se le juzgo des-
pues por cierto grupo de escritores
extranjeros y nuestros con una acri-
tud y un lujo de adjetivos depri-
mentes que no pudo merecer nunca
y los cargos acumulados contra el
valeroso capitan republicano no re-
sisten el mas leve analisis.
BATLLE, LORENZO Cristobal Ma-
nuel
Presidente de la Republica, tenien-
te general del ejercito y ministro de
Estado. Hijo de un acaudalado co-
merciante eatalan, nacio en Monte-
video el 10 de agosto de 1810.
Las guerras de la independencia
y la finai perdida de las colonias
por parte de Espana, arruinaron a
Jose Batlle y Carreo. Sus propieda-
des situadas dentro de la linea de
fuego de las tropas sitiadoras de
Mcntevideo quedaron en escombros.
Sus creditos como asentista de la
plaza quedaron impagos cuando el
gobernador Vigodet la entrego a los
patriotas.
Habiendo pasado su padre a ges-
tionar en Espafia las cuantiosas su-
mas que le adeudaba por estos con-
ceptos, llevo ccnsigo a la familia a
fines de 1820.
El joven Lorenzo, despues de
principiar estudios en Barcelona, fue
a continuaiios en el celebre Colegio
de los Dominicanos de Soreze, en
Tarn, Francia, para luego, tornando
a la peninsula ingresar en el de
Nobles y Militares de Madrid, don-
de tuvo varios condiscipulos que
con el tiempo serian espadones de
la monarquia borbonica o caudillos
de guerra civil los unos-y nombra-
dos hombres de letras los otros.
Fcrmando entre los alumnos del
colegio le toco presenciar en 1823
como los verdugos de Fernando VII,
uno de los mas grandes bandoleros
de la historia, ejecutaban en Ma-
drid al general Rafael Riego. El re-
cuerdo de aquellas escenas espanto-
sas lo conservo BatUe por toda la
vida.
En 1831 estaba de nuevo en Mon-
tevideo para dedicar sus activida-
des al comercio al frente de un mo-
lino harinero establecido en el ba-
rrio de La Aguada, donde habia na-
cido.
Convocada la Guardia Nacional en
1833, ingreso a la milicia activa
de infanteria en calidad de teniente
2° el 7 de diciembre. Refractario
por temperamento a toda violencia
y ccn una ilustracidn mas alta que
la corriente, sus simpatias debieron
ir de inmediato, al plantearse los
primeros problemas y conflietos.
subsiguientes de la organizacion na-
cional, hacia el bando del general
Rivera, a quien acompanaban los
mas destacados hombres de pensa-
— 143 —
BAT
miento y los mas caracterizados de
la epoca.
En la guerra ccntra Eosas en
1839 volvio a ser movilizado como
capitan de guardias nacionales.
Producida en 1842 la invasion de
la Repiiblica por el ejercito de
Vanguardia de la Confederacion Ar-
gentina al mando del general Ma-
nuel Oribe, vencedor en Arroyo
Grande, Lorenzo Batlle conto entre
los ciudadanos mas decididos a or-
ganizar la resistencia nacional apres-
tandose a la defensa de la capital,
hacia la cual como principal y unico
objetivo convergia el enemigo.
El 4 de febrero de 1843, vacante
la jefatura de la Guardia Nacional
de infanteria de Montevideo, un
decreto que firman Suarez y Mel-
chor .Pacheco y Obes, designd para
s.u jefe al ciudadano Lorenzo Batlle,
en caracter de teniente coronel. Di-
vidida mas tarde la Guardia Nacio-
nal, recibio la jefatura del batalldn
N 9 1 de Infanteria. En constante
servicio en la llnea, tuvo participa-
cion en varias importantes acciones
en el Cerro y por el Pantanoso.
En agosto de 1845 marcho con su
batallon en una expedicidn militar
a la Colonia y la plaza fue tcmada
por asalto el dia 31, siendo el l 9 de
Guardias Nacionales con su jefe a
la cabeza el primero que salto a
tierra, junto con la Legidn Italiana
que mandaba Garibaldi.
Coronel graduado el 4 de febrero
del 46, contaba dentro de las frac-
ciones que diyidian a los defenso-
res de Mcntevideo, en la llamada
legalista o principista opuesta a la
BAT
tendencia personalista de los adic-
tos al general Fructuoso Rivera y
en este caracter entro a formar par-
te del gabinete de Joaquin Suarez
el 12 de agosto de 1847 como minis-
tro de Guerra y Marina.
El general Rivera hallabase en-
tonces en Maldonado al mando de
una regular fuerza. El nuevo Minis-
tro, resuelto a restablecer una ri-
gida disciplina entre los defenscres
de la capital, efectuo varios cambios
de jefes; y en el momento en que
el gobierno tuvo la conviccion de
que Rivera, con prescindencia de la
superioridad y llevado por sus ha-
bitos de caudillo estaba a punto de
entrar en inteligencias directas con
el enemigo, el coronel Batlle se en-
cargo de ir a Maldonado con una
pequefia fuerza a ordenes del coro-
nel Francisco Tajes a fin de apode-
rarse del osado general. Aprehen-
dido Rivera consintio en embarcarse
en un buque frances que lo ccndujo
al Brasil, iniciandose de este modo
su segundo destierro en el Imperio.
Coronel efectivo de infanteria de
linea el 16 de setiembre del 51,
conservo el ministerio hasta el 23
de diciembre del mismo afio.
La paz concertada con Oribe el 8
de octubre encuadraba dentro de las.
ideas del corcnel Batlle, el cual en
pleno sitio de Montevideo no ex-
cluyo una solucion semejante y es
fiel a ese pensamiento que aparece
en 1852 como uno de los fundadores
de la Sociedad de los Amigos del
Pais, y tres afios mas tarde entre
los .adherentes a la Union Liberal.
Volvio a la secretaria de Guerra
— 144 —
BAT
BAT
y Marina llamado por el gobierno
del Triunvirato el 26 de setiembre
de 1853, manteniendo el cargo hasta
el 9 de noviembre, en que entro a
sustituirlo el general Enrique Mar-
tinez.
Opositor a la dominacion personal
del general Venancio Flores confor-
me habia sido opuesto a la misma
tendencia tratandose del general Ri-
vera, procuro aquel vinculaiio a la
marcha de su gcbierno llamandolo
al Ministerio de la Guerra el 20 de
noviembre de 1854, pero fue impo-
sible que se entendieran.
El grupo conservador en el cual
se contaba Batlle, creyendo que era
del caso tomar medidas extremas,
promovio una revoluciori en la mis-
ma capital el 28 de agosto de 1855,
instituyendo un gobierno proviso-
rio presidido por Luis Lamas. Batlle,
que juntamente con el coronel Jose
M 9 «Solsona actuaba en primera fila
a ordenes del Dr. Jose M* Munoz,
entro a formar parte del gabinete
como Ministro de Guerra hasta el
21 de setiembre, en que por renun-
cia del presidente Flores paso a go-
bernar el presidente del Senado,
Manuel Basilio Bustamante.
Fusionista sincero y posibilista un
poco iluso, en la presidencia de Pe-
reira acepto integrar el gabinete ha-
ciendose cargo de la Cartera de Ha-
cienda, o sea la menos codiciable de
todas, el 14 de agosto de 1856. So-
breponiendcse a sus propio's escru-
pulos solo miraba la situacion deso-
ladora de las finanzas, bajo la fe que
debia merecerle la palabra del pri-
mer magistrado de que iniciaria una
politica liberal y de verdadera con-
cordia. Al posesionarse del puesto,
convencido del papel que le tocaba
desempenar y dudando ya de la efi-
cacia de sus esfuerzos, declaro: "Na-
da esperen; lo unico que prometo
es no empeorar las cosas." Su in-
fluencia en pro de una reaccion fa-
vorable para la marcha del pais,
notoria al principio, se vio neutra-
lizada muy luego por un cumulo de
factores adversos que lo pusieron en
el caso de dimitir el Ministerio el
27 de noviembre del ano 57.
Desde ese momento, hecho el fir-
me proposito de renunciar a la vida
publica, se consagro solo a sus nego-
cios y a su molino. Prescindente
cuando la revolucion de Flores, vic-
torioso este en febrero de 1865 y eri-
gido en Gcbemador Provisorio de
la Republica, ofrecio a su advers'a*
rio del 55 un puesto en su prirrier
Ministerio y Batlle entro a hacerse
cargo de la cartera de Guerra el 2 de
marzo, para acompafiar a Flores
hasta el ultimo dia de su mando, es
decir, hasta el 15 de febrero de 1868,
habiendo sido promovido a coronel
maycr (general ahora) el 25 de agos-
to de 1867. En el termino de su ac-
tuacion ministerial desempeno las al-
tas funciones de Gobernador Provi-
sorio de la Republica, conforme al
decreto de 2 de marzo de 1867, por
-el cual el dictador Flores, durarite su
ausencia, hizo delegacion en su se-
cretario de Guerra y Marina de la
suma del poder publico que retenia.
La muerte violenta del ex-dicta-
dbr el 19 de febrero de 1868, virto
a plantear un problema politico de
— 145 —
10
BAT
BAT
la mas extraordinaria gravedad, con
la exigencia de encontrar el ciuda-
dano queen tales momentos ocupase
la Presidencia de la Republica el 1?
de marzo, fecha senalada por la
Constitucion.
Dos candidatos estaban en juego
ccn probabilidades de exifo en los
ultimos dias de la lucha: el general
Jose Gregorio Suarez y Jose Can-
dido Bustamante, aunque ninguno
de ellos hubiese logrado la mayoria
de votos necesarios. En esas circuns-
tancias, la necesidad de dar solu-
cion al problema llevo a los grupos
a convergir en un candidato de
transaccion en la persona del gene-
ral Lorenzo Batlle, que fue electo
8? Presidente constitucional para el
cuatrienio 1868 - 72 por 41 votos, que
representaban la unanimidad de
electores presentes.
Su gcbierno fue hondamente per-
turbado por factores economicos de
indole gravisima y el trastorno inhe-
rente a tres movimientos revolucio-
narios, uno de los cuales, trafdo por
el Partido Blanco teniendo por jefe
al coronel Timoteo Aparicio, princi-
piado el 5 de marzo de 1870, pronto
llego a asumir caracteres formida-
bles. Los embates de una oposicion
incomprensiva dentro del propio
Partido Colorado interfirieron y obs-
taron de gran manera la gestion
valida de aquel hombre bien inten—
cionado, tan lleno de ponderacion y
de tan fundamental honradez, que
al dejar el poder vio su fortuna
particular muy mermada por el
abandono de sus propios intereses.
Su bondad, que puede ser debili-
dad criticable en los hombres de Es-
tado y lo fue en el general Batlle,
perjudico en ocasiones el nombre de
su administracidn, pues ni todos sus
colaboradores ni todos los que alar-
deaban de ser sus mas adictos ami-
gos, estaban fundidos en el molde
en que se habia fundido el Presi-
dente.
En 1877 el dictador Latorre lo hi-
zo miembro del Consejo Consultivo
que venla de crear a fin de que re-
dactara un proyecto de ley de elec-
ciones.
En la presidencia de F. A. Vidal
se le hizo brigadier general el 25 de
febrero de 1882, grado que se trans-
formo en el de teniente general en
diciembre de 1884, con la vigencia
del Codigo Militar. Opositor al go^
bierno del general Maximo Santos,
se ausento para Buenos Aires en
enero del 86, por cuyo motivo fue
emplazado y al no concurir al "41a-
mamiento, radiado de los cuadros
del ejercito el 28 de enero.
Confraternizo en Buenos Aires con
los emigrados, aceptando de la Junta
de Guerra el nombramiento de
miembro del gobierno provisorio que
se formaria junto ccn los generales
Enrique Castro y Jose Miguel Arre-
dondo. Pero el movimiento revolu-
cionario quedo vencido en Quebra-
cho el 31 de marzo del 86 y sola-
mente la evolucion politica de di-
ciembre de ese mismo afio le permi-
tio regresar al pais para ser reinte-
grado en lcs cuadros y vivir en
estricta situacion economica hasta el
8 de mayo de 1887.
A juicio del Dr. Julio Herrera y
—.146 —
BAT
BAT
Obes, Ministro del general Tajes
que llevo la palabra oficial al acto
del sepelio, la existencia del gerie-
ral Batlle podia sintetizarse asi:
Soldado improvisad6, se distinguio
por su valcr entre los valientes de-
fensores de Montevideo. Gobernan-
te, una sola palabra lo personifica:
la honradez. Pertenecia a la raza
escogida de los hombres sencillos y
probos que tuvieron su tipo ideal
en la figura venerable de Joaqufn
Suarez. Ciudadano, la patria no lo
vio desertar nunca su culto austero
de justicia y libertad.
BATLLE Y ORDONEZ, JOSE Pablo
Torcuato
Presidente constitucional de la Re-
publica en los periodos 1903 - 07 y
1911 - 15, periodista y hombre poli-
tico, estadista de singular calidad,
sin cuya influencia no se explica-
rian treinta afios de la historia na-
cional.
Hijo del general y presidente de
la Republiea Lorenzo Batlle y de
Amalia Ordofiez, nacio en Montevi-
deo el 21 de mayo de 1856, en el ba-
rrio de la Aguada, donde su padre
poseia un molino harinero.
Sus estudios primarios los hizo en
escuelas particulares, ingresando a
la Universidad a los 17 afios, donde
curso sus materias en forma poco
disciplinada aunque con aprovecha-
miento, de modo que no cbstante ha-
ber adelantado en las disciplinas de
derecho, no se llego a graduar.
El afio 1880 realizo un viaje a Eu-
ropa y despues de una gira por Espa-
iia marcho a Paris, dedicando parti-
cular atencion al movimiento de fi-
losofia Comptista.
Los sentimientcs de catolicismo
familiar que tuvo en sus afios juve-
niles, aflojados en los claustros de
la Universidad, se disiparon por
completo ante las luces de la propa-
ganda positivista y de vuelta a la
patria al cabo de una ausencia de
afio y medio, entro en la falange li-
beral del Ateneo y la Sociedad Uni-
versitaria, y formo entre los redac-
tores del cotidiano "La Razon", pa-
ra librar batalla ideologica a los ca-
tolieos, que venian de fundar su
diario "El Bien Publico".
Despues que se llevaron a cabo,
en el gobierno del Dr. Francisco A.
Vidal, los asaltos mazorqueros a las
imprentas de los diarios indepen-
dientes el 20 de mayo de 1881, Bat-
lle y Ordofiez entro a formar parte
de la redaccion de la misma hoja de
ccmbate en que colaborara, perma-
neciendo en el puesto hasta marzo
del afio siguiente.
Oposicionista al gobierno del ge-
neral Maximo Santos que habia sus-
tituido al Dr. Vidal, saco a la calle
"La Lucha", hoja efimera cuyo mo-
desto aspecto periodistico contrade-
cia ccn lo duro de sus ataques.
Determinadas las fuerzas oposito-
ras a recurrir a las armas, como uni-
co ^medio de poner fin al regimen
militar de violencias y atentados que
venia soportando la Republica de
diez afios atras, Batlle marcho para
Buenos Aires junto con su hermano
Luis, a buscar un sitio de soldado.
BAT
Capitan ayudante del batallon
*que mandaba el teniente coronel
Rufino Dommguez mientras se or-
ganizaban las huestes en Entre Rios,
a la hora de pisar tierra nacional
por Guaviyii, su rectitud de princi-
pios le habia traido por consecuencia
el alejamiento. de la unidad.
Envuelto en la derrota de Que-
bracho, cuando el 31 de marzo de
1886 el ejercito gubernista del ge-
neral Maximo Tajes vencio comple-
tamente a los revolucionarios man-
dados por los generales Enrique Cas-
tro y Jose Miguel Arredondo, fue
hecho prisionero y se le condujo a
Montevideo con cantidad de otros
ciudadanos.
Devuelto inmediatamente a la li-
bertad como todos lcs demas venci-
dos de la corta campana, no quiso
permanecer en la capital, yendo a
reunirse en la frontera con el co-
ronel Nicasio Galeano, antiguo pro-
consul latorrista, que parecia dis-
puesto a tcmar posturas de liberta-
dor.
Como el proposito tardara, Batlle
volvio a Montevideo y el 16 de ju-
nio del mismo afio 86 saco a ia ca-
Ue "El Di'a", hoja que — con alguna
solucion de cbntinuidad — sigue pu-
blicandose hasta ahora.
El semestre de campafia periodis-
tica que subsiguio a la aparicion de
"El Di'a", fue el mas violento y peli-
groso de las campanas periodistieas
de Batlle y Ordonez el cual, como
otros colegas, viose reducido a pri-
sion y tal vez en peligro de vida.
El atentado de Ortiz seguido de la
Conciliacidn de Noviembre, transfor-
BAT
maron pacifica y felizmente la mar-
cha del pais.
Adicto a la evolucion que el go-
bierno del general Tajes iniciaba,
Batlle, colorado por antecedentes de
familia pero con real desvinculacion
de ese partido mientras servia de
bandera al regimen santista, se hi-
zo participe de las ideas que venia
sustentando el Dr. Julio Herrera y
Obes, tendientes a llevar a la prac-
tica la reorganizacidn de la vieja
pareialidad historica, procurando
que fuese evolutivamente un parti-
do con directivas fijas dentro de sus
tradiciones liberales.
Como funcionario colorado se le
nombro Jefe Politico y de Policia
del departamento de Minas el 13 de
mayo de 1887 y la designacion fue
recibida con general simpatia. Du-
rante seis meses estuvo en el desem-
pefio del cargo y puso particular
empefio en hacer practicas las ideas
de libertad, respeto y honradez por
que habia propugnado desde las co-
lumnas de la prensa.
Desavenido con el presidente Ta-
jes dimitio el cargo, reintegrandose
a Montevideo. "El Dia" habia cesa-
do de aparecer a poco de su ida a
Minas, por lo cual hallose sin tribu-
na periodistica hasta el 19 de di-
ciembre del 89, en que "El Dia" re-
aparecio como organo del Partido
Colorado y sustentador de la candi-
datura del Dr. Julio Herrera y Obes.
Electo Herrera y Obes el l 9 de
marzo de 1890, en las primeras elec-
ciones^ generales Jose Batlle y Or-
dofiez fue votado representante por
el Salto y en el termino de sus tres
— 148 —
BAT
BAT
anos de mandato se distancio del
Presidente, por causas que enraiza-
ban precisamente en la forma de or-
ganizar el partido.
Hombre de pasiones avasalladoras,
teorico y abstracto, Batlle termino
convertido en opositor del Dr. He-
rrera y Obes, aunque tendria sin
embargo, en su largo periodo de go-
bierno, muchas ocasiones de asumir
actitudes identicas y posiciones si-
milares a las de este.
En la renovacion presidencial de
1894 prestigio la candidatura del ge-
neral Tajes, pero en la Asamblea
General obtuvo el triunfo, despues
de una larga serie de escrutinios,
Juan Idiarte Borda, politico de ca-
tegcria subalterna, con antecedentes
santistas y persona con quien Batlle
no habia simpatizado nunca. Su ges-
tidn de gobernante no fue por lo de-
mas como para que el director de
"El Dia", que iba acentuando pres-
tigios, lo acompafiara desde su dia-
rio. Por el contrario, su actitud de
iucha acrecio nctablemente y asumio
la direccion de los trabajos de unifi-
cacion de las fracciones coloradas
opositoras, mientras entreveia en la
propaganda nacionalista, que estaba
preparando la revolucion, un exce-
lente concurs'o contra el Presidente
y su circulo de gobierno.
La revolucion nacionalista se pro-
dujo en marzo de 1897, para asumir
pronto alarmantes proporciones. Bat-
lle, enfocando el panorama con vis-
tas mas amplias, percibio que la re-
volucion que encabezaban Saravia y
Lamas, con divisa blanca, no era
solo contra el gobierno de Idiarte
Bcrda. sino en el f ondo contra el pre-
dominio del Partido Colorado en el
poder. El dilema se plantaaba, asi,
entre Idiarte Borda y los blancos
nacionalistas.
La muerte violenta del presidente
el 25 de agosto del 97 facilito la so-
lucion y el presidente del senado en
ejercicio del poder ejecutivo, Juan
Lindclfo Cuestas, concerto con los
revolucionarios en el pacto del 18 de
setiembre, una pa^ precaria y de
perdedor, porque habia que hacer-
la pronto y de cualquier modo. Era
una exigencia de la opinion y sabria
aprovecharla.
Conjurado asi el peligro naciona-
Msta, era el caso de dirigir los fue-
gos contra la fraccion colorada go-
bernante, valiendose para ese plan
de la alianza de aquellos y de las
ambiciones de mando de Cuestas,
que lo Uevaron al golpe de Estado
del 10 de febrero de 1898, cuando
se convencio de que la Asamblea no
consentiria en elegirlo Presidente.
Pero las fracciones pcliticas que
habia creado la situacion eran fun-
damentalmente antagonicas, a la par
que demasiado poderosas para en-
frentarse en una lucha abierta y en-
tonces Cuestas recurrio a un regimen
de acuerdos electorales, en el cual
Batlle ocupd la banca de senador por
Montevideo en 1899.
Esto permitio ir manteniendo un
equilibrio politico cada vez mas di-
ficil, hasta que en 1901 el acuerdo
se rompio, planteandose al Partido
Colorado una situacion dificilisima,
pues el presidente Cuestas unica-
mente miraba el modo de concluir
BAT
BAT
sin sobresaltos su termino de man-
do y se desentendio, egoista, del fu-
turo proximo.
Batlle, que en esos momentos con-
taba con la mayor opinion partida-
ria, se decidio a tomar en sus ma-
nos la bandera del partido, afrontan-
do la lucha en el terreno a que to-
dos la habian traido, y bajo ese as-
pecto su nombre para suceder a
Cuestas aparecio en el cartel, mien-
tras el nacionalismo lo declaraba
"candidato de guerra" y en combina-
cion secreta con Cuestas se empefia-
ba en cerrarle el camino a la pre-
sidencia.
Resulto electo a pesar de todo pre-
sidente constitucional para el cua-
drienio 1903-07, logrando unir a la
mayoria colorada necesaria los votos
de un grupo de legisladores nacio-
nalistas que sufragaron por el, des-
entendiendose de las resoluciones del
Directorio de su partido, pues reco-
nocian en Batlle y Ordofiez un ciu-
dadano poseedor de las cualidades y
los meritos suficientes para gober-
nar el pais.
Al otro dia de electo, el Partido
Nacionalista, con Aparicio Saravia,
su jefe rnilitar a la cabeza, se alzaba
en armas en toda la Republka. Por
gran fortuna para el nuevo Presi-
dente, pudo evitarse la conflagracion
merced a un acuerdo que aumenta-
ba la situacion precaria a que la
Paz de Setiembre tenia reducidas
las facultades de gobierno del po-
der ejecutivo. La paz de Nico Perez
— segun se denomino la paz de 22
de marzo de 1903— era en realidad
la ultima tregua, que no pudo esti-
rarse ni a un afio, puesto que el l 9
de enero de 1904, la guerra civil es-
tallo por pretextos futiles pero como
algo fatal, inevitable, considerando
el rumbo que habian tomado las co-
sas desde la pacificacion del 97.
El presidente Batlle hizo cara a la
lueha — hondamente herido por la
injusticia del ataque — pero dispues-
to a llevarla hasta el ultimo extremo,
poniendo fin al regimen de dualis-
mo gubernamental que el mismo ha-
bia contribuido a establecer y que
ahora venia a hacerle imposible el
gobierno.
La guerra civil prolongose hasta
el segundo semestre del afio, y es
dificil adelantar palabra acerca del
tiernpo que habria durado, despues
de refiirse las jornadas sangrientas
de Illescas, Mansevillagra, Fray Mar-
cos, Tupambae, Guayabos, etc, a no
mediar una nircunstancia fortuita. El
l 9 de setiembre, librose en los cam-
pos de Masoller, sobre la frontera
del Brasil, una gran batalla entre el
ejercito del Norte y el del caudillo
nacionalista Aparicio Saravia, y es-
te, mortalmente herido, fallecio poco
despues en Rio Grande.
Falto de su prestigioso jefe, el mo-
vimiento revolucionario entro en ra-
pida declinacion y veinticuatro dias
mas tarde se pudo firmar en Acegua
el acuerdo que restablecia la paz.
Presidente en la integridad de sus
funciones constitucionales desde en-
tonees, Batlle y Ordonez dirigio sus
esfuerzcs a convertir'el partido co-
lorado en una gran fuerza, eficaz
— 150 —
BAT
BAT
instrumento de gobiemo que le per-
mitiria Uevar a cabo el amplio pro-
grama de reformas politicas, admi-
nisirativas y sociales que tenia en
proyecto.
Una administracion estricta de los
dineros publieos a la sombra de una
paz bien asegurada, hizo milagros
en la restauracion material de la Re-
publica, la cual entro de lleno en una
era de progreso y mejoras publi-
cas de toda indole. Despues de con-
cluida su presidencia, Batlle y Or-
dofiez embarco para Europa per-
maneciendo en el extranjero los
cuatro afios del gobierno del Dr.
Claudio Williman, nombrado para
sucederle, y al final del periodo de
este la Asamblea lo reeligio Presi-
dente por el termino 1911-15.
Fue en este segundo gobierno que
el esplritu innovador de Batlle y
Ordonez, con amplia comprension
humana y liberal de los hondos pro-
blemas sociales que preocupaban a
los gobernantes y que el habia obser-
vado y estudiado de cerca en Europa,
pudo plasmar en la obra de reformas,
eficaz a la par de extraordinaria, que
vino a elevarlo a la altura de los
mas grandes estadistas continentales.
En el transcurso de cuatro afios,
efectivamente, se adelanto en ramo
de instruccion publica, con la crea-
cion de la Universidad de Mujeres,
los L'ceos de ensefianza secundaria
en todos los departamentos de la
Republica, y los Museos de Bellas
Artes y de Historia; se decreto la
gratuidad de la ensenanza en sus
varias ramas, incluyendo las de Fa-
cultad y se establecieron los cursos
nocturnos para menores y obreros.
Ampliose la legislacion con leyes
profundamente humanas, encamina-
das a mejorar la condicion y el am-
biente sociales, destacando entre
ellas, adcmas de la jornada de ocho
horas, proyectada en la primera
presidencia, las pensiones a la ve-
jez indigente y a los desvalidos, el
seguro sobre accidentes de trabajo,
la reglamentacion del trabajo de las
mujeres y los menores, haciendolo
soportable, supresion absoluta de los
espectaculos crueles como las co-
rridas de toros y las rihas de ga-
llos, etc. Estas reformas, que se
sumaban a las conquistas de su an-
terior periodo, como el total laicis-
mo de la enseiianza oficial, la crea-
cion de una escuela de sordo-mu-
dos, la implantacion del divorcio, el
establecimiento cVe las Facultades
de Agricultura y Veterinaria, la
abolicion de la pena de muerte, co-
locaban al Uruguay a nivel de los
paises mas adelantados de Europa
en materia social y legal, y a la
vanguardia de todos los paises la-
tino americanos, vencida la oposi-
cion conservadora que incapacitada
para exponer razones, argumentaba
diciendo "que no habia por que
asombrar al mundo con el radicalis-
mo de nuestras ideas".
En lo exclusivamente politico se
propuso cambiar la estructura del
poder ejecutivo, implantando el sis-
tema colegiado mediante una refor-
ma de la constitucion, pero no logro
la mayoria de . votos necesaria.
— 151 —
BAT
Finalizado el mando legal, su in-
flueneia, con todos sus predicados y
sus defectos, pues fue hombre de do-
minantes pasiones y aferrado a sus
ideas, gravito permanente — a tra-
ves del partido — en la orientacion
politico-social de la Nacion, hasta
el dla de su faUecimiento, en forma
inesperada, ocurrido el 20 de cctu-
bre de 1929.
Sus restos fueron velados en el
Salon de Pasos Perdidos del Palacio
Legislativo y su conduccion al Ce-
menterio Central dio motivo a un
acto de eonsagracion popular sin
precedentes a la muerte de un hom-
bre publico.
En otra esfera de actuacion, co-
rresponde decir que Batlle y Ordo-
fiez, durante su permanencia en Eu-
ropa, represento a la Republica en
la Conferencia Internacional de La
Haya, donde hizo una ponencia so-
bre la institucion del arbitraje obli-
gatorio, iniciativa que, segun el in-
ternacionalista argentino Drago, fue
el primer paso para la creacion de
la Sociedad de las Naciones. auspi-
ciada y llevada a cima por Wilson
afios mas tarde.
El proyecto de Batlle, — delegado
de un pequeno pais sudamericano —
que estableciendo la sancion mate-
rial al Estado que transgrediera los
dictados del codigo a cre^rse, supe-
raba, desde ciertos puntos de vista,
la concepcion del Presidente de los
Estados Unidos de Norte America,
fue recibido no sin asombro por los
congresales de La Haya en aque-
llos dias.
BAU
BAUZA, FRANCISCO
Ministro, legislador, historiador y
hombre de letras. Hijo del general
de la independencia Rufino Bauza,
vio la primera luz en Montevideo
el 7 de octubre de 1851.
Temprano puso de manifiesto
marcadas aficiones literarias y sien-
do muy joven principio a colaborar
en la prensa. Tuvo un empleo de
oficial 2 9 en el Ministerio de la
Guerra, renunciado en octubre de
1868 y ese mismo afio entro a figu-
rar en la redaccion de "La Sobera-
nia Nacional" que dirigia el Dr. Bo-
nifacio Martinez.
Afiliado al partido colorado sin
perjuicio de haber sido toda su vida
catolico militante, en el gobierno
del general Lorenzo Batlle saco a
luz en union de su hermano Pedro
la hoja publica titulada "Los Deba-
tes" y desde sus columnas, a la vez
que propugno por la victoria mili-
tar de su partido combatido con las
armas en la mano por los revolucio-
narios de Timoteo Aparicio, enfren-
to al gobiemo cuando lo creyo ne-
cesario y con tan ruda franqueza,
que el general Jose Gregorio Sua-
rez aconsejo al Presidente que des-
terrase al pericdista o que junto c.on
otros colegas se los mandase para
enrolarlos en una brigada que esta-
ba formando en el ejercito.
Hasta entonces no habia tenido
iniciacion en politica y quiso su ma-
la suerte que entrase a figurar en
ella en un periodo extra legal y fu-
— 152 —
BAU
BAU
nesto como el de Pedro Varela,
aceptando de este la mision diplo-
matica que le fue confiada ante el
gobierno de la Republica Argentina
el 13 de octubre de 1875. Este cargo
■ — haya dicho lo que haya dicho en
contrario — fue un torcedor de su
corazon por tcda la vida. Su come-
tido era procurar que no transpa-
rentasen ante los argentinos los ex-
cesos de uno de los peores regime-
nes politicos que haya .soportado
nuestro pais, a la vez que neutrali-
zar u obstar, pcr la traicion o por
el soborno, los propositos del comi-
t6 revolucionario que preparaba la
restauracion de las instituciones con-
culcadas, lanzandose a la lucha bajo
el titulo de Reaccion Nacional y con
una divisa historica — tricolor — en
vez de las divisas tradicionales co-
lorada y blanca.
La revolucion ciudadana fue ven-
cida y el Ministro debio verse en
grandes apuros para explicar actos
como la matanza de Guayabos, co-
metida por los militares del gobier-
no que representaba. El 14 de enero
de 1876 le fue aceptada la renuncia
del cargo en terminos de la mas ca-
lurcsa aprobacion.
Venia a Montevideo para ocupar
una banca de diputado por la ca-
pital en la 12? legislatura, pero es-
tas camaras, nacidas de un simula-
cro de elecciones se disolvieron sin
necesidad de decreto, de modo auto-
matico, cuando el Ministro de Gue-
rra de Varela, coronel Lorenzo Lato-
rre, se prcclamo dictador.
Al restaurarse el sistema consti-
tucional en 1879, salio electo dipu-
tado por Soriano y en la sesiou del
26 de abril pronuncio un largo y
abonado alegato para fundamentar
el voto favcrable del proyecto — que
resulto aprobado — que legalizaba
los actos de la dictadura del coro-
nel Latorre.
Volvio a la diplomacia durante el
gobierno del Dr. Vidal, nombrado
Ministro Plenipotenciario ante el
Imperio del Brasil el 9 de agcsto de
1881 y su mision prolongose hasta
abril del afio siguiente, en que en-
tro a sustituirlo el Dr. Jose Vasquez
Sagastume.
Votado como diputado por Monte-
video a la 16 ? legislatura (1885-88),
los debates a que dio lugar el ex-
trafiamiento del general Maximo
Santos decretado por el gobierno,
decreto que Bauza impugno "en
nombre de la Constitucion y de las
leyes violadas", le dieron motivo pa-
ra 'pronunciar uno de sus mejores
y mas elocuentes discursos en la se-
sion del 27 de enero de 1887. En ese
periodo parlamentario presento cier-
tas modificaciones reaccionarias a las
leyes de Registro Civil, que fueron
rechazadas por la Camara.
Reelecto por el mismo departa-
mento durante el gobierno del gene-
ral Tajes en 1889, el presidente He-
rrera y Obes lo designo para ir a
ocupar una nueva vez la legacion
en Rio Janeiro el 12 de junio de
1890, cargo que renuncio para venir
a ocupar el Ministerio de Gobierno
el 22 de febrero de 1892.
Contraido laboriosamente al des-
BAU
BAU
-pacho ministerial, amplio las facul-
tades de los municipios departamen-
tales e introdujo reformas de pro-
vecho en ei ramo de correos y en
la administracion policial.
Un momento parecio perfilarse
como candidato a la sucesion presi-
dencial y hasta se iniciaron trabajos
publicos en tal sentido, pero su cle-
ricalismo era su principal enemigo.
Senador por Rio Negro en 189'4,
a la muerte violenta del presidente
Idiarte Borda el 25 de agosto de
1897 y abierto el periodo guberna-
mental de Juan Lindolfo Cuestas,
Bauza formo parte del grupo mino-
ritario de la Asamblea General que
ofrecio a este sus votos para elegirlo
presidente el 1' de marzo de 1898.
No pudiendo lograr numero y cuan-
do se iba a entrar en el camino de
la violencia, la minoria dio un ma-
nifiesto declinando toda responsabi-
lidad de futuro.
Cuestas, imposibilitado de Uegar
a la presidencia por vias legales, di-
solvio las eamaras el 10 de febrero
de 1898, sustituyendolas por un Con-
sejo de Estado donde Bauza figuraba
primero en la lista. Pero este rehuso
la aceptacion del cargo, pues "con-
vencido — decia la renuncia — de la
ineficacia de sus esfuerzos en favor
del bien general y de la estabilidad
de su partido politico, habia resuelto
retirarse a la vida privada despues
Se veinticinco afios de actividad per-
severante." Cuestas, presintiendo
que el retiro era un'pretexto para
no seguir acompanandolo, se burlo
de sus escrupulos principistas desde
las columnas de "La Nacion", recor-
dandole su iniciacion politica en el
gobierno del 75.
Las sospechas de Cuestas parece
que no carecian de fundamento, pues
al poco tiempo Bauza volvjp sin di-
ficultad a reintegrarse a la-politica,
aceptando ia banca de senador que
le ofrecieron los electores oficiaiis-
tas de Soriano. Desempenaba el car-
go cuando una afeccion a la gargan-
ta concluyo con su vida el 4 de di-
ciembre de 1899.
Tribuno de altas condiciones, Bau-
za fue reconocido justamente como
ima de las mas brillantes figuras
que hayan pasado por nuestro par-
lamento. Como historiador, se le de-
be una obra en tres tomos "Historia
de la Dominacion Espahola en el
Uruguay", de la cual hasta la fecha
han salido tres ediciones, un tomo
titulado "Estudios Constitucionales"
y otro "Estudios Literarios" (1885).
Su historia, el mas serio y bien
escrito de los libros de su genero
que hasta entonces habian aparecido
entre nosotrcs, conserva todavia una
recomendable autoridad, no obstante
la revision que necesariamente tie-
ne que operarse en obras de carac-
ter primordial — como la suya— pa-
sibles de ser rectificadas a la nueva
luz proyectada por nuevos elemen-
tos de ' juicio, producto de subsi-
guientes investigaciones.
En letras, sacado del campo his-
torico nacional, donde no llego al fon-
do, Bauza aparece disminuido por el
sectarismo estrecho, que fue obs-
taculo insalvable para enfocar con
— 154 —
BAU
BAU
exactitud y altura la obra literaria
de algunos escritores nuestros elegi-
dos para sus estudios criticcs.
Por lo que dice a temas de filoso-
fia y cuestiones literarias o cientifi-
cas extranjeras, contendores de la
prestancia de Luis D. Desteffanis,
se encargaron de probar que el ex-
positor brillante, de castiza elegan-
cia, "defensor de la iglesia frente a
la recia y nutrida campafia liberal
de los ateneistas", cubria con her-
mosos ropajes la carencia de una
fundamental versacion indispensa-
ble.
BAUZA, RUFINO Jose
Distinguido soldado de la inde-
pendencia que alcanzo el grado de
general de la Republica, duefio de
una nutrida foja de servicios.
Nacido en Montevideo el 16 de
noviembre de 1791, era hijo de Do-
mingo Bauza — descendiente de los
primeros pobladores de la ciudad —
y de Ana Alvarez. Quedo huerfano
de padre cuando tenia pocos afios
y estaba haciendo los estudios en
el colegio franciscano, cuando en
mayo de 1811, sin preocuparse de
lo adelantado de aquellos. abando-
no la escuela para ir, junto con su
hermano Pedro Celestino, a parti-
cipar en el alzamiento del pais. Su
familia poseia campos en Canelo-
nes y sobre la base de la peona-
da agrupo un nucleo de vecinos for-
mando con ellos la Compafiia de
Voluntarios con que vino a incor-
porarse al ejercito de Artigas, don-
de tuvo grado de alferez con fecha
17 de mayo, tocandole actuar en la
batalla de Las Piedras.
En premio de este auxilio la Jun-
ta de Buenos Aires otorgole despa-
chos de teniente del Regimiento de
Caballeria de Canelones con fecha
19 de julio. Transferido al Regi-
miento N? 4, conocido igualmente
por Regimiento de Blandengues, el
19 de febrcro de 1812, obtuvo el
ascenso a capitan el 5 de diciembre
del mismo afio y se distinguio co-
mo valiente oficial en la victoria del
Cerrito, el 31 del propio mes,- resul-
tando gravemente herido.
Acompafio a Artigas cuando se
distancio de los jefes de Buenos Ai-
res y el gran caudillo le confio la
jefatura del Regimiento de Blan-
dengues.
En el curso de las divergencias
— rnuy agudizadas — entre el Jefe
de los Orientales y los hombres de
Buenos Aires, tuvo Bauza un im-
portante papel en las operaciones
de guerra contra los jcfes centra-
listas portenos que estaban en po-
sesion de Montevideo. Estos habian
sido conminados por el Director
Posadas a someter nuestra campa-
fia en tres meses, teniendo barba-
ras instrucciones, segun las cuales
los orientales debfan ser tratados
como asesinos e incendiarios, fusi-
landose a todos los oficiales, clases
y jefes de partida que se captura-
sen, deportandose los individuos de
tropa al otro lado del Parana.
La guerra en estas condiciones se
BAU
BAU
anunciaba rapida y sangrienta, pe-
ro culmino con el fracaso de los
jefes que obedecian al Director.
Factor de especial importancia en
la feliz campafia que trajo como
conseeuencia la derrota completa
del coronel Manuel Dorrego en
Guayabos el 10 de enero de 1815,
su hijo, el historiador Francisco
Bauza, ha sostenido que al general
Don Rufino antes que a Rivera, le
corresponde la gloria de la decisiva
jornada, mientras que sobre el tes-
timonio de un documento anonimo
se le disputa la mejor de sus vir-
tudes rnilitares. Su tesis no . resiste
sin embargo el analisis critico.
En el archivo del Estado Mayor
del Ejercito, existe un documento
firmado por Rivera. en 1335, donde,
a solicitud del propio Bauza, el ge-
neral certifica que este, en la accion
de Guayabos, se comporto "con to-
da subordinacion".
Bauza, consciente de su actuacion
y papel preponderante como factor
de la victoria, parece que no habria
aceptado jamas el rol disminuido
que le asignaba el testimonio.
Instalado el primer gobierno pa-
trio despues de la evacuacion de
Montevideo por los argentinos, y
ascendido a teniente coronel, formd
parte de la guarnicion al mando del
"Batallon de Libertos" — organiza-
do por el — compuesto de unos 600
negros manumitidos, que se cono-
cian popularmente por "los negros
de Bauza".
En estas circunstancias sobrevi-
no la sagunda invasion portuguesa,
desencadenada por los centrahstas
portenos el aiio 1816, y los Liber-
tos salieron a campana con su je-
fe para demostrar su excelente ca-
lidad guerrera en la jornada adver-
sa de India Muerta, donde el co-
ronel Fructuoso Rivera fue derro-
tado por el general Pinto de Araujo
el 19 de noviembre, en campos del
actual departamento de Kocha.
Asistio Bauza y tuvo actuacion
distinguida en las enconadas luchas
de Paso de Cuello, retirandose des-
pues a acampar en la villa de Ca-
nelon Chico, proximo a la barra.
Poseedor de estos saneados ante-
cedentes de soldado, y elemento de
primera linea en la resistencia de
la provincia, segun queda expues-
to, la desorganizacion reinante en-
tre las tropas patriotas bajo el in-
mediato mando de Otorgues y las
intrigas y las astutas maquinaciones
del gobierno de Pueyrredon en Bue-
nos Aires, encaminadas a minar el
espiritu de las fuerzas provinciales
lograron desgraciadamente arras-
trar al coronel Bauza, Jefe del Ba-
tallon de Libertos, quien del mis-
mo modo que sus compafieros los
capitanes Manuel e Ignacio Oribe,
de la artilleria, hizo defeccion a la
causa. Equivocada apreciacion de los
hechos, uniendose a muchas y po-
derosas razones, mafiosamente dis-
frazadas, pudieron influenciar sin
duda el animo de estos jefes; y
esta probado, ademas, que el espi-
ritu de la tropa estaba quebrado
por las privaciones' y las fallas de
la disciplina. Las deserciones, si se
— 156 —
BAU
BAU
quiere, ya habian tenido principio
y en los ultimos meses del afio 17 va-
rios nombres militares figuraban en
una lamentable lista, pero el hecho
en si no tiene justificacion posible,
aunque puedan hallarsele atenuan-
tes que la limpia vida de Bauza res-
paldaria siempre.
Anudados los primeros hilos por
un comisionado especial que paso a
Buenos Aires, en octubre de 1817
Bauza y los Oribe se hicieron pre-
sentes en el campo portugues con
las respectivas unidades de su man-
do, donde el taimado brigadier Le-
cor les dispenso un trato distingui-
do. El engano estaba disimulado: 61
se encargaria, de acuerdo con los
hombres de Buenos Aires, del tras-
lado a la capital portena de Bauza,
los demas jefe's y sus hombres, pa-
ra que fueran a pelear por la in-
dependencia de America contra los
espafioles. El portugues no desper-
dicio la ocasion para ver si podia
atraerlos o sobornaiios a fin de que
sirvieran al Rey conquistador, pero
sus ofertas fueron rechazadas.
Una vez en Buenos Aires se les
reconocio en su grado en el ejercito
de las Provincias Unidas y algunos
compafieros tomaron servicio en las
campanas de America.
Bauza, con residencia en Santa
Fe, prestd su cooperacion en 1823,
a un plan tendiente a emancipar la
provincia Oriental, que estuvo pro-
ximo a tener vias de hecho en horas
en que luchaban entre si los domi-
nadores lusitanos e imperialistas.
La invasion de Lavalleja el afio
25 y el subsiguiente levantamiento
del pais, lo hallaron en Buenos Ai-
res y desde el primer momento
penso en ofrecer sus servicios a la
causa de su provincia, aunque su
condueta del ano 1817 le creaba an-
te los nuevos sucesos una situacion
especial. Bien se explican, enton-
ces, las palabras del general Juan
Ramon Balcarse cuando le escribe
a Lavalleja desde Buenos Aires el
(: de setiembre de 1827: "El Coro-
nel D. Rufino Bauza ha manifesta-
do al Gobierno deseos de prestar
servicios en la presente guerra pe-
ro no se ha resuelto en su solicitud
por ignorarse si sus servicios podran
o no ser utiles en el ejercito: sobre
Ssto se servira Vd. hacer indicacion
para determinar en consecuencia de
eUa".
Finalmente vino a la patria y, con
fecha 1? de julio de 1829, se le dio
de alta en el ejercito como coro-
nel graduado teniendo cargo de ayu-
dante en el Estado Mayor General
hasta el mes de febrero de 1830.
El general Lavalleja, goberna-
dor interino, lo incluyo entre los
Edecanes de Gobierno el 9 de no-
vieiiibre de 1830, cargo que retuvo
hasta el mes de diciembre de 1831.
En este tiempo y por enfermedad
del titular coronel Pedro Lenguas,
desempeno interinamente la Jefatu-
ra del Estado Mayor del Ejercito
desde el 19 de febrero al 30 de mar-
zo de 1831.
El 18 de agosto de 1832 se le
nombro comandante interino del
batallon de Infanteria de linea, y
— 157 —
BAU
BAU
el 14 de marzo de 1833 diosele la
propiedad del grado de coronel en
vista de los importantes y utiles
servicios prestados a la causa del
restablecimiento de las autoridades
constituidas, cuando el alzamiento
revolucionario de Lavalleja.
Fiscal militar en agosto de 1835,
figura en calidad de agregado al
Estado Mayor General en noviembre
del ano siguiente y fue dado de baja
del ejercito el l 9 de noviembre de
1837, "por ausentarse sin autoriza-
cion desobedeciendo ordenes del go-
bierno".
Acompano al general Rivera en la
Revolucion Constitucional, y rein-
corporado a los cuadros el 5 de
agosto de 1839, el coronel mayor
Rufino Bauza viose designado co-
mandante en Jefe de la Guarnicion
y del distrito de la capital, en dias
de excepcional gravedad para la
Republica, en guerra con el tirano
de Buenos Aires.
Disuelta la Comandancia General
de Armas por decreto de 28 de
marzo de 1840, para restablecer
el Estado Mayor activo y pasivo
conforme a la antigua organizacion,
con identica fecha se nombro a Bau-
za para presidir ese departamento,
pero hizo renuncia del cargo el 19
de julio del mismo afio.
El 7 de setiembre del 43 pas6 a
incorporarse al Ejercito de Reser-
va como Jefe de la Legion de Guar-
dia Nacional de Infanteria, y antes
de corrido un afio, merecio la pro-
mocion a brigadier general el 11 de
octubre de 1844.
Dimitente el general Pacheco y
Obes del Ministerio de la Guerra,
Joaquin Suarez eligio para reempla-
zarle al general Bauza el 8 de no-
viembre de 1844, y estuvo al frente
de esa secretaria de Estado hasta
el 27 de nsviembre de 1845.
En este intervalo desempeno in-
terinamente la Comandancia Gene-
ral de Armas con retencion de su
cargo de Ministro, desde el 7 de
enero de 1845 hasta el 27 de setiem-
bre del mismo ano, fecha en que
estro a reemplazarlo el coronel Flo-
res.
A poco de disponerse, conforma
al decreto de 17 de julio de 1847
que tendia a acrecentar las fuerzas
de la capital sitiada, la creacion de
un nuevo cuerpo de linea denomi-
nado Constitucion, eh el que se
agruparian los jefes y oficiales sin
destino existentes en la plaza, el
general Bauza, teniendo como 2 1 ? al
coronel Cesar Diaz, se hizo cargo de
dicha unidad.
Era en esta epoca Presidente del
Consejo de Estado y tenia calidad
de miembro de la Asamblea de No-
tables.
Su devocion por la causa nacio-
nal, evidenciada en la hora de lu-
char con las armas en la mano, que-
do todavia mas de manifiesto, si era
preciso, con la entrega que el vete-
rano soldado hizo al gobierno de
Suarez, de los titulos de sus unicas
propiedades — una casa y una quin-
ta — para que dispusiera de ellas y
se hiciera de fondos.
Con la Paz de octubre del 52 se
158 —
BAZ.
BAZ
cierra el ciclo militar de este esfor-
zado soldado veterano a quien la
muerte alcanzo, no mucho despues,
en Montevideo, el l 9 de noviembre
de 1854.
BAZAN, PEDRO
Militar de la epoca de la indepen-
dencia, muerto a manos de los indios
charruas en el ultimo alzamiento de
estos salvajes, coincidente o relacio-
nado con la revolucion lavallejista
del afio 1832.
Espanol de nacionalidad, /ino al
Rio de la Plata huyendo de los
horrores de la reaccion absolutista
de Fernando VII, despues de haber
servido en su patria en las guerras
contra Napoleon y luego en las filas
constitucionales.
Era pficial de muchos conocimien-
tos facultativos, pcseedor de vasta
preparacion general y fue uno de los
redactores de "El Caduceo", perio-
dico aparecido en 1830 -31.
Entro a formar en el ejercito como
sargento mayor el 1° de setiembre
de 1829, siendo licenciado del ejer-
cito de las Provincias Unidas y el 14
del mismo mes se le nombro "adic-
to" a la representacion del Uruguay
en el Brasil, siendo el quien ccndujo
a Montevideo el acta aprobatoria de
la Constitucion del afio 30 por el Im-
perio, documento con el que estuvo
en nuestra capital en los ultimos
dias de junio a bordo de la corbeta
brasilena "Veintinueve de Agosto".
Edecan del Gobierno el 9 de se-
tiembre de 1830, fue ascendido a te-
niente coronel graduado el 18 de ju-
lio de 1831, en las promociones au-
torizadas por la Comision Perma-
nente, a titulo de honor a aquellos
militares cuya vida estaba especial
y unicamente consagrada a la patria
y a consolidar el orden publico.
En operaciones al lado del coro-
nel Bernabe Rivera, cuando este sa-
lio a someter a los charruas suble-
vados, cayo junto con su jefe en la
jcrnada de Yacar6 Cururu, sitio pro-
ximo al rio Arapey, en el actual de-
partamento de Artigas, el 15 de junio.
de 1832. En las listas de revista de
Edecanes del Gobierno, constantes
en el Estado Mayor, se dice en cam-
bio que murio el 20 "a mano de los
anarquistas".
De los relatos, contradictorios casi
siempre, de los pocos hombres que
escaparon de la sorpresa, pareceria
deducirse que, desmontado, el co-
mandante Bazan vendia cara su vida,
pero el numero de enemigos lo abru-
mo. La desaparicion a destiempo y
en estas crueles circunstancias de
un jefe que gozaba de real estima,
causo, a Ja par de la perdida de su
jefe, general pesar.
Muy adicto a Rivera, habia estado
a sus ordenes en las provincias ar-
gentinas en el ano 28 cuando se in-
cubaba la expedicion de Misiones.
Segiin el Dr. Alberto Palomeque,
adornaban al comandante Bazan
cualidades sobresalientes de cultura
social, inteligencia y valor. Estaba
en Montevideo en proyectos de ca-
sarse y dejar la carrera, cuando el
BEH
BEH
general Eivera, de quien era ayu-
dante, le pidio que acompafiara a su
sobrino Bernabe, del cual era intimo
amigo. Asi lo hizo, por tal solicitud
y como su ultima campana, que vino
a resultar tragicamente cierta.
Segiin tradicion que recogio Acu-
fia de Figueroa en su Epicedio, Ba-
zan recibio el primer golpe fatal
mientras cubria a su coronel de las
lanzas de los indios.
En el afio 1835 se trasladaron sus
restos y los de Bernabe Rivera y Ro-
que Viera al Cementerio Central de
Montevideo, donde una modesta pla-
ca recuerda su memoria.
BEHETY, MATIAS
Poeta, cuya muerte ocurrio en
Buenos Aires, en edad temprana y
"cuya vida — segun palabras de Juan
de Cruz Ocampo — fue breve y ar-
diente como una aurora de estio".
Los primeros afios de su existen-
cia los paso en Montevideo donde
sus padres, franceses ambos, se ha-
bian casado el 10 de noviembre de
1844.
Matias vino al mundo en" nuestra
capital el 18 de mayo de 1849, hijo
de Felix Behety y Maria Chapital.
Las respectivas partidas obran en
los registros de la Catedral, libro 9 9
de Matrimonios fs. 11 vta. y libro
26 de Bautismos fs. 170 vta., y si
contra lo corriente se consigna aqui
esta cantidad de datos, ello se debe
a que habiendose ccntrovertido al-
guna vez la nacionalidad del dulce y
desdichado Behety, conviene dejar di-
lucidado el punto de modo definitivo.
Paso a vivir en Concepcion del
Uruguay, siendo alumno de su his-
torico colegio y luego fue a Buenos
Aires, donde curso estudios de dere-
cho y estuvo adscripto al estudio del
Dr. Manuel Quintana. Su talento y
sus versos le ganaron alh' una pre-
coz nombradia literaria que disena-
ba el mas bello futuro.
Un episodio de amor — el eterno
y doloroso episodio mejor dicho —
quebro sin embargo el eje de su vi-
da. Enamorado de Maria Lamberti,
hermana del rencmbrado poeta An-
tonino, intimo amigo suyo, la joven
fue arrebatada por una rapida en-
fermedad y Matias Behety, "desva-
necidos sus suehcs de amor y de es-
peranza", presa de amargo escepti-
cismo, pidio consuelo al alcohol, que
debia concluir aprisionandolo igual
que a Poe.
Miembro de la Comision Popular
formada en Buenos Aires durante
la pavorosa epidemia de fiebre ama-
rilla del afio 71,'los sentimientos de
deber y de solidaridad humana lo
volvieron un tanto al carril de la
vida y llego a reanudar tareas de
pluma en la redaccion de "El Nacio-
nal" y "El Plata".
El trabajo coiidiano obrando a
modo de tonico y el carinoso empe-
fio de sus amigos iban en camino
de rescatarlo de la triste bohemia
de sus dias sm sol, cuando el cuerpo
— el debilitado cuerpo de un hom-
bre endeble de natural por afeccion
a las vertebras — no resistio mas.
Hospitalizado en La Plata, falle-
cio el ano 1885.
— • 160 —
BEJ
BEJ
Al buscarse los restos de Behety,
extraviados un momento por falta
de seiial cuando se traslado el ce-
menterio de Tolosa, fue que su ami-
go • Lamberti escribio la conocida y
dolorida estrofa:
"Hasta las cruces que levanta el
[pobre
"Son las primeras que se Ueva el
[viento . . ..
BEJAR, JOSE de
Ministro de Estado, legislador y
hombre politico. Espanol de naci-
miento, pero casado en Montevideo
y naturalizado uruguayo. Era Bejar
persona de fortuna, ganada en el
comercio y de reconocida honorabi-
lidad, cuando ingreso a la camara
de diputados representando el de-
partamento de la capital en el afio
1840.
En 1841, el presidente de la Repii-
blica general Rivera, que desde hacia
un semestre se hallaba en campana
al frente del ejercito, vino a la ca-
pital y asumio el mando el 26 de
julio y al dia siguiente, luego de
poner la cartera de Hacienda en
manos de Jose de Bejar — que sus-
tituia a Chucarro— se ausento de
nuevo delegando el mando en Joa-
quin Suarez, presidente del Senado.
Hasta el 14 de mayo del 42 estu-
Vo en el gabinete el nuevo secretario
y ei 8 de julio del 43, sitiada ya la
capital por el ejercito de-Oribe, vol-
vio a ocupar el mismo ministerio
hrsta el 24 de mayo del ano si-
guiente.
Siempre bajo la presidencia inte-
rina de Suarez, torno al gabinete
sirviendo la propia secretaria el 20
de octubre de 1845 y el 5 de diciem-
bre ahadio a su cartera, a titulo pro-
visional, la cartera de Gobierno. Con-
forme al decreto de 14 de febrero de
1846, que instituyo la Asamblea de
Notables, entro a formar parte de
ella en su doble investidura.
El 29 de diciembre de 1846 fue
reemplazado por Lorenzo Justiniano
Perez, pero no iba transcurrido un
mes cuando de Bejar estaba de nue-
vo en el gabinete en calidad de ti-
tular de Hacienda e interino de Go-
bierno, permaneciendo hasta el 14
de julio en que se produjo una cri-
sis total en el gabinete.
La atencion de los negocios pu-
blicos a los cuales dedicaba el cui-
dado' permanente de un hombre he-
cho a los negocios, influyo en la
constitucion de Bejar a punto de
resolverlo a realizar un viaje a Eu-
ropa por via de descanso, embar-
cando en mayo de 1848 para tomar
tierra en Londres en agosto y de alli
trasladarse a Paris. Apenas Uegado
a esta capital de Bejar fue acome-
tido por un ataque cardiaco y aun-
que se trataba de un mal ignorado
en el hasta entonces, k>s facultativcs
constataron que era una enfermedad
avanzada y grave. Las previsiones
de los medicos — oscuras desde el
primer momento — se cumplieron el
26 de abril de 1849, dia en que el
ex - ministro fallecio en casa de su.
yerno Ramon Baradere, antiguo con-
sui fraaces en Monteyideo.
— 161 —
11
BEL BEL
BELEN, FRANCISCO
Militar, que alcanzo el alto gra-
do de general de brigada, que el
presidente Maximo Santos no tuvo
escrupulo en discernirle, cuando la
justicia y la gratitud nacional exigian
a gritos ese honor para dignisimos
soldados de la patria.
Conocido por el apellido Belen,
que fue su apellido usual, el verda-
dero, segun probanzas judiciales,
era Barrionuevo y popularmente se
le conocia por el Indio Belen. No
era sin embargo indio, pues tenia
poblada barba y el color de la tez
no iba mas alla del aindiado.
No era tampoco antipatico u hos-
co, sino por el contrario campechano
y dado, y la cara, de pronunciados
p6mulos, se dulcificaba naturalmen-
te al asomar la risa.
La historia, en cambio, no lo pre-
senta bajo una faz atenuada como
la que puede arrojar su fisico.
Pocas cosas buenas podrian de- ■
cirse de Francisco Belen desde los
dias de la toma de Paysandu, — ene-
ro de 1865 — donde tiene directa in-
terveneion en las reprobables eje-
cuciones que os'curecieron el triunfo,
hasta los del gobierno de Tajes, en
que a la par de un hijo suyo, daba
que hacer a la policia de Montevideo.
Aunque no estemos en presencia
de un relato exacto y no contestado,
Belen aparece como el jefe que tuvo
a su cargo la ejecucion del general
Leandro Gomez, el comandante
Braga y el capitan Fernandez, des-
pues de haberse recibido de ellos
como prisioneros de guerra.
El general Belen era nacido en los
comienzos de la decada 1830 y pro-
bablemente en el departamento de
Florida. Principio a servir de sol-
dado en las milicias departamenta-
les y en febrero de 1856 recien apa-
rece en el ejercito como teniente l 9
de caballeria.
Emigrado despues de los sucesos
de Quinteros, se le encuentra sir-
viendo en el ejercito de Buenos Ai-
res con grado de • alferez de caba-
lleria y ascendido a teniente 2° so-
bre el campo de batalla de Pavon
(30 de octubre de 1859).
Cuando el general Venancio Flo-
res, su jefe inmediato en la Divisidn
Oriental, invadio la Republica en
scn de guerra en 1863, Belen' siguio
las banderas revolucionarias y en
esa campana, por autoridad del jefe,
tuvo sucesivamente ascensos de ca-
pitan y sargento mayor. En 1865,
con calidad de teniente coronel gra-
duado, formo parte del ejercito de
operaciones contra el tirano para-
guayo e hizo la campana del Alto
LTruguay.
De vuelta a la patria, alboroto de
tal modo con sus acusaciones eontra
el coronel Simon Moyano, jefe po-
litico de Durazno, que el dictador
Flores lo hizo reducir a prision. Asi
que hubo recuperado la hbertad,
Belen ausentose para Buenos Aires
y se le dio de baja en el ejercito.
Amnistiado por el gobierno del
general Batlle, se puso del lado del
general Francisco Caraballo en su
— 162 —
BEL
BEL
absurda sublevacion de los meses de
junio y julio del 69, dirigida a im-
poner a las camaras el voto de una
ley dando curso forzcso al papel
moneda de los bancos en falencia.
En el mismo afio, sorprendido en
trabajos subversivos, se le obligo a
abandonar el pais.
Al comienzo de la revolucion
blanca del coronel Timcteo Apari-
cio en 1870, parecia que Belen esta-
ba dispuesto a rehabilitarse y hacer
olvidar su turbulento pasado cuan-
do, al frente de la Comandancia Mi-
litar de Colonia, se desempeno a
satisfaccion general y tuvo las ma-
yores consideraciones y cuidados
para con los prisionercs y los heri-
dos enemigos de Manantiales.
No persevero en los propositos y
en los momentos en que el acre-
cimiento del poderio de los revolu-
cionarios rehechos, hacia mas que
nunca necesaria entre las filas gu-
bernistas coloradas la disciplina y el
sentimiento de cohesion partidaria
en el ejercito del gobierno, sublevose
en Paysandu contra la autoridad de
su antiguo jefe y companero Cara-
ballo, y secundo los planes sin con-
trol de Fortunato Flores y del ita-
liano aventurero Marconsini.
Despues de la paz de abril de 1872,
en el enconado pleito entre los colo-
rados divididos en neios y conser-
vadores (como lcs blancos se habian
dividido en netos y principistas). Be-
len, por afinidades naturales, se en-
rolo en primera linea entre los netos
o "candomberos", apareciendo como
agente provocador en el acto elec-
cicnario frustrado del 1? de enero
de 1875 y siendo uno de los que se
adelantaron a sacar armas, precipi-
tando el sangriento choque del' dia
10 en la plaza Constitucion.
Instituido por los militares amo-
tinados el poder usurpador de Pe-
dro Varela, Belen encontro en aquel
espantoso afio de desgobiemo su
clima propicio: obtuvo repetidos
destinos y durante la campafia con-
tra Ia revolucion tricolor fue desig-
nado comandante de extramuros de
la capital, con residencia en la villa
de La Union.
Pero al desorden de la adminis-
tracion de Varela siguio la dictadu-
ra de Latorre y las ccsas cambiaron.
Tuvo que morigerarse y recogerse
sin que el gobernador le perdiera
pisada y al fin opto por escapar para
Buenos Aires sin licencia, por lo
cual la autoridad lo radio de los
cuadros militares en mayo de 1879.
En tal situacion y estado de espi-
ritu lo encontro el golpe antilato-
rrista del 13 de marzo de 1880, lle-
vado a cabo merced a la astucia y
a la determinacion del coronel Ma-
ximo Santos, jefe del 5° de Cazado-
res, que logro imponer sus directi-
vas a los demas militares de la
guarnicion de Montevideo.
Belen se puso entonces a servicio
del que habia concluido con un ene-
migo tan peligroso como Latorre y
convirtiose en una especie de guar-
da-espaldas de Santos.
Coronel graduado desde 1872, al-
canzo la efectividad, fue nombrado
Edecan de la Presidencia en 1882 y
— 163 —
BEL
BEL
el 9 de febrero de 1886 su decidido
protector le confirio las palmas de
general, atento a que, segiin calculo
de la prensa oficialista, tenia 45
afios de servicios en el ejercito. Se
daba al olvido en cambio, una turbia
vida y hasta el disgusto que le habia
ocasionado a Santos en su incidente
con Fernando Flamand, comandante
peligroso y de antecedentes pareci-
dos a los suyos, a quien habia muerto
en pelea en el propio domicilio presi-
dencial, en la calle 18 de Julio casi
esquina Paraguay. — (Ver Fernando
Flamand).
Concluida la era santista, conclu-
yo automaticamente la suya, para
sobrevivir nada mas que 5 afios a su
poderoso amigo el capitan general,
falleciendo en Montevideo el 26 de
setiembre de 1894.
Al adjudicarse la pension militar
de que era causante, se suscito ante
la cficina respectiva el escandaloso
asunto del triple matrimonio del
desaprensivo militar. El general ha-
bia sido reo de poligamia, pues com-
probose judicialmente — lo que era
de publica notoriedad, por lo de-
mas — caie habia contraido sucesivosj
matrimonios en la Argentina y en el
pais, con Irene Pizarro, con Francis-
ca Oliver y con Geralda Silva. sin
tener en cuenta el impedimento legal.
BELINZON, JUAN Tomas
Militar,. cuya gestion en la Es-
cuela de Artes y Oficios — al frente
de la cual estuvo casi siete afios — le
pennitio poner de manifiesto nota-
bles condiciones de organizador y
de funcicnario.
Hijo de padres genoveses, nacido
en Montevideo el 24 de junio de
1849, apelo al recurso de muchacho
pobre, sentando plaza de soldado en
un batallon que formaba el coronel
Tomas Balifias a raiz de los san-
grientos sucesos de febrero de 1868
y al afio siguiente, cuando el bata-
llon Nueva Creacion convirtiose en
2do. de Cazadores, paso a servir en
la flamante unidad a ordenes del
mismo jefe y con jinetas de sargen-
to 2do. distinguido.
Hizo la campafia contra el coro-
nel revolucionario blanco Timoteo
Aparicio, ascendiendo en ella a sub-
teniente el 18 de marzo de 1870 y a
teniente 2do. el 23 de noviembre
del afio siguiente y permanecio en
su batallon hasta diciembre de 1875,
en que paso a prestar servicios en la
policia de la capital.
Dispuesta la formacion de una
quinta unidad de infanteria al dia
siguiente del motin del 15 de enero
de 1875, su comandante, el mayor
Maximo Santos, facultado para for-
mar la oficialidad del nuevo cuerpo,
llevo a su lado a Belinzon, que fue
promovido a teniente l 9 el 28 de
abril.
Desde ese momento su carrera sa
hizo a la sombra de Santos: a sus
ordenes marcho a combatir la revo-
lucion principista conocida popular-
mente pcr Eevolucion Tricolor, a
fines del 75, "y a sus ordenes obtuvo
el grado de capitan ei 4 de agosto
dei ano siguiente y ei de sargento
mayor el 26 de Sbrii de 1830. sienv
— .164 —
BEL
BEL
pre en el Quinto de Cazadores,
exceptuado un afio que presto servi-
cios en el segundo.
Santos — coronel y Ministro de
Guerra del presidente Vidal — que
vem'a preocupandcse de poner en
planta el establecimiento que se co-
nocio con el nombre de Escuela Na-
cional de Artes y Oficios y a cuyos
adelantos consagraria una atenci6n
semejante a la que tuvo para el
ejercito y las clases armadas, ereyo
hallar en el mayor Belinzon el hom-
bfe necesario para llevar adelante
eus propositos.
Desde 1879, en los taileres de
maestranza del Parque de Artilleria,
y por iniciativa del coronel Ventura
Torrens, Jefe de Estado Mayor, al-
gunos muchachos desamparados o
vagos. recogidos por la policia reci-
bi'an asilo y ensenanza de oficios
manuales, formando una especie de
plantel de internos, que al ano con-
taba alrededor de un centenar de
alumnos. Ese fue el nucleo que San-
-tos vino a utilizar para sus planes y
formar la Escuela Nacional de Artes
y Oficios, destinada a ser durante un
largo periodo de afios un estableci-
miento modelo en su genero. Su fa-
ma y sus prestigios franquearon
pronto las fronteras del pais y un
dia fueron la admiracion de Sar-
miento, que por varias veces vino de
Buenos Aires a visitar el instituto y
presidir la mesa de examenes.
Belinzon, Uevado a la direccion
de la Escuela por decreto de 6 de
abril de 1880, no llevo a la casa ni
una inteligencia ni una ilustraeion,
pero Uevo en cambio el criterio ex-
celente de un hombre observador,
rapido de comprension, de gran ca-
pacidad de trabajo y que posela la
rara euanto inapreciable virtud de
escuchar a los que sablan mas que
61, sin obstaculizar a ninguno por
celos o por pretendida suficiencia.
Rigido, porque se habia hecho
en la dura vida del cuartel, implan-
to un regimen de tipo militar en un
establecimiento que tenia a la vez
de colegio, de reformatorio y de pe-
nal. La tacha de dureza que se le
puso en la epoca, prcbablemente
no le alcanza en cabal justicia y
mas bien es exacto el juicio del que
dijo que "ni toleraba abusos ni cas-
tigaba por placer".
Casi siete afios duro la permanen-
cia de Belinzon en la direccion de
la Escuela de Artes y Oficics y en
ese periodo tuvo los ascensos de te-
niente coronel graduado el 18 de
mayo del 81, la efectividad el 2-1 de
febrero del 83 y el coronelato el 8
de febrero de 1886.
Las antipatias, contra el gobierno
de Santos reflejaban naturalmente
en el jefe de la Escuela y cuando
la reaccion de noviembre de 1886,
el coronel Belinzon — aunque per-
manecio casi dos meses en su pues-
to — pudo considerarse "ipso factc"
fuera del cargo. El 28 de diciembre
se le acepto la doble renuncia de
Director del Establecimiento y de
Jefe del Parque Nacional, que tenia
presentada.
Diosele por reemplazante al coro-
nel Gabino Monegal y pcr decreto
de 31 de diciembre se designo un
consejo consultivo, cuya primera
— 165 —
BEL
BEN
mision era reglamentar y fiscalizar
la marcha de la Escuela. Figuraba
entre lcs capitulos de su incumben-
cia, considerar la concesion otorgada
al director por el gobierno de Santos
para construir el nuevo gran edifi-
cio de dos plantas en las inmedia-
ciones de la playa Ramirez, asunto
que ya habia suscitado severas crx-
ticas. La comision fue de parecer
que existian obstaculos de orden le-
gal para que las obras se continua-
sen en la forma que habian mar-
chado hasta entonces y que debia
cambiarse de regimen.
El coronel Belinzon, por su par-
te, introdujo una instancia recla-
mando al Estado por danos y per-
juicios que se le habian ocasiona-
do por la anulacion del contrato de
obras.
El fiscal contrario su demanda
fundandose en que faltaba el re-
quisito de la licitacion, sin el cual
no podian contratarse legalmente
trabajos de tanta importancia y
costo, y el pleito fue fallado en con-
tra del ex-director.
A esas horas, Belinzon, alejado
del servicio activo y de su fecunda
labor al frente de la Escuela de Ar-
tes y Oficios, tenia cambiados los
rumbos de sus actividades, dedicado
a tareas de "enlevage" y hallabase
inspeccionando los planteles de ca-
ballos de raza en su cabana cuando
el 5 de mayo de 1889 fallecio repen-
tinamente victima de un ataque al
corazon, dejando en su haber la
obra educacional, que hoy culmina
con la Universidad del Trabajo.
BENAVENTE, MANUEL
Militar que alcanzo el grado de
general de division, nacido en Do-
lores (Republica Argentina) el 8 de
diciembre de 1845.
Huerfano de padre, que habia
muerto — sargento de caballeria — '■
en pelea con los indios Pampas, vino
al Uruguay siendo joven y aqui to-
mo servicio, enrolandose en el ba-
tallon "Libertad" como soldado dis-
tinguido en febrero de 1866. Sar-
gento 2 9 el 14 de mayo, marcho en
seguida al ejercito de operaciones
en el Paraguay — transferido al ba-
tallon "24 de Abril" el 14 de agos-
to — , ascendio a sargento l 9 el 24
de setiembre, tuvo parte en los re-
fiidos encuentros de Humaita, Lo-
mas Valentinas, etc, y fue promo-
vido a subteniente el 25 de agosto
del 68.
De regreso al pais con los ultimos
restos de nuesrra gloriosa Division
el 29 de diciembre de 1869, se le
mantuvo en actividad y ascendio a
teniente 2 9 el 8 de enero de 1870,
a teniente 1? el 4 de agosto del mis-
mo afio combatiendo a los revolu-
cionarios blancos del coronel Timo-
teo Aparicio, para Uegar a capitan
el 27 de julio del 71, siempre en el
batallon "24 de Abril", unidad que
el 23 de mayo de 1872 cambio su
denominacion por la de 3 9 de Ca-
zadores,
En los sucesos politicos de 1875,
la actitud de Benavente ha sido in-
terpretada alguna vez en forma que
— 166 —
BEN
BEN
no se ajusta del todo a la realidad
de los hechos. La circunstancia de
aparecer transferido a la Plana Ma-
yor Pasiva el 11 de marzo, llevo a
pensar que el capitan Benavente
no habia adherido al motin del 15
de enero. Sin embargo, a la una de
la madrugada de ese dia, en la re-
union que los oficiales celebrarcn
en la mayoria del batallon 3 9 , Be-
navente no conto en el pequefio
grupo de oficiales — Juan Lazies,
Carlos Castelar, Pedemonte y Leon-
tes Videla — que se mostraron dis-
puestos a seguir el ejemplo de su
jefe el comandante Lallemand, que
rechazo el plan del cuartelazo. Pu-
do haber sido, sin embargo, un fuer-
te elemento de reaccion, pues Bena-
vente era estimado y respetado por
sus compafiergs de armas.
Su ascenso a sargento mayor el
1° de febrero — o sea a los quince
dias del motin — y su nombramien-
to para segundo jefe del batallon el
dia 11, prueban acabadamente que
estuvo con el gobierno de Varela y
que el gobierno lo utilizo y lo pre-
mio. El pase a la Plana Pasiva dis-
puesto un mes mas tarde, el 11 de
marzo, se debio a circunstanciae
supervivientes, una intriga o un
chisme de los que se estilaban en
aquellos nefastos dias, porque si
mismo a esas horas la posicion del
capitan hubiera sido principista o
legalista, su puesto no estaba en
Montevideo sino en la emigracidn,
primero, y en las filas de la Revo-
lucion Tricolor cuando se produjo
la reaccion ciudadana, conforme a
la actitud del capitan Lazies, su
compafiero en el batallon la noche
del 15. Sea como sea, el incidente
que lo separaba de los cuadros ac-
tivos aparejo para Benavente el ti-
tulo de no haber servido a la dic-
tadura de Latorre.
Recien en el gobierno de Vidal
se le halla de nuevo en actividad
como ayudante" del Ministerio de
Guerra y Marina el 1 ? de setiem-
bre de 1880, destino en el que se
le hizo teniente coronel el 5 de ene-
ro del ano siguiente, para ser nom-
brado jefe del Cuerpo de Serenos
en reemplazo del famoso Manueli-
llo Aguirre el 22 de marzo.
El presidente Santos lo favore-
cio ampliamente en su carrera, nom-
brandolo jefe del 2? de Cazadores
el 14 de marzo del 82 r promoviendolo
a coronel graduado el 24 de febrero
del 83 y el 12 de marzo le dio el
mando del Regimiento de Caballeria
N 9 3 que concluia de formarse.
Coronel con fecha 9 de febrero
de 1886, salio a campafia al frente
de su unidad para guarnecer la pla-
za de Treinta y Tres, donde obser-
vo una conducta poco respetuosa
con algunos ciudadanos opositores.
Mantuvose en el cargo hasta el mes
de setiembre de 1890, y el 22 de fe-
brero de 1892, le fue confiada la
jefatura del Batallon de Artilleria.
General de brigada el 17 de fe-
brero de 1894, el 31 de octubre se
le nombro jefe del Estado Mayor
General del Ejercito y en ejercicio
de estas funciones paso "en comi-
sion" al comando del Ejercito del
— 167 —
BEN
BEN
Sur en cperaciones contra los revo-
lucionarios nacionalistas acaudilla-
dcs por Saravia y Lamas, el 16 de
junio de 1897.
Reintegrado a su cargo despues
de la paz de setiembre, tuvo ese
puesto hasta el 25 de octubre, en
que Cuestas, presidente del Senado
en ejercicio del poder ejecutivo, le
dio sucesor.
Acepto la situacion de hecho crea-
da por aquel gobernante con el gol-
pe de Estado del 10 de febrero de
1898, fue Comandante Militar de
Minas, Rocha y Maldonado en 1903
y en la guerra civil de 1904 mando
el Ejercito del Norte en operaciones,
del l 9 de gnero al 15 de abril, fe-
cha en que fue ascendido a general
de division. En disponibilidad desde
ese momento, vivio en retiro hasta
que atacado por un incurable mal
anticipo el fin de sus dias, el 11 de
julio de 1918.
El curso de las operaciones mili-
tares en la campaiia de 1904, no
ofrecio ocasion al general Benaven-
te para demostrar sus condiciones
militares en una batalla campal, pe-
ro en las distintas acciones secun-
darias en que participo y en la mul-
tiple serie de sus movimientos de-
mostro hallarse plei.amente capaci-
tado para el desempefio de un pues-
to de tanta responsabilidad.
El orden que implanto en el ejer-
cito y la organizacion que supo dar-
le se tradujeron, por lo demas, en la
eficacia belica del mismo en la jor-
nada decisiva de Masoller, aunque
bajd otro mando.
Sus medidas moralizadoras de or-
den interno y las severas disposi-
ciones encaminadas a que las exi-
gencias y los estragos de la guerra
se redujesen al minimo en cuanto
pudieran afectar a los intereses par-
ticulares y generales del pais, ha-
blan de igual modo muy en favor
del general que las dicto y sobre
todo, las hizo efectivas.
BENAVIDES, VENANCIO
Hombre de campo, capataz de
estanc'ia en el departamento de So-
riano, a quien se tiene por natural
de Buenos Aires,- y el cual, junta-
mente con Pedro Viera, bajo la su-
gestion del comandante Ramon
Fernandez, capitaneo el grupo de
patriotas que, de los primeros, hicie-
ron publica adhesion al grito de
Mayo de 1810, en las margenes del
arroyo Ascencio, el 28 de febrero
de 1811. Logro reunir como cien
hombres que llegaron a apoderarse
de la poblacion de Mercedes y se-
guidamente de la Villa de Soriano,
para operar despues en Colonia.
Figura que no se mantiene dos
afios en el escenario nuestro, y fi-
gura sin mas predicados que el va-
lor, prestamente alejada de su cam-
po original, la literatura lo ha ido
vistiendo a su modo Uegando a
transformarla en una entidad ca-
prichosa con un tanto de leyenda.
De Benavidez, en buena verdad,
solo puede decirse que, aspirante a
una posicion de jefe en la Banda
BEN
BEN
Oriental soliviantada contra los es-
paiioles, la presencia de Artigas in-
vestido de mando, que trastornaba
sus planes, lo perturbo aunque sin
motivo.
Sus exitos de armas no fueron
mas alla en la zona sudoeste, y sus
iimitados alcances lo descartaban,
precisamente, ante los ojos de la
Junta Revolucionaria de Buenos
Aires.
Descontento por la postergacion,
atraveso el Uruguay para soiicitar
de las autoridades portefias otro
destino, y este se le concedio una
vez que pudieron darse cuenta que
no e.xistia en Benavidez, "hombre"
como para contraponerlo, en caso
necesario, a la influencia cada dia
creciente de Artigas en la Banda, y
cada dia perfilado con mayor per-
sonalidad de gran caudillo.
Destinado a formar en el ejercito
del general Manuel Belgrano, que
iba a abrir operaciones sobre el Al-
to Peru, con grado de coronel que
se le reconocia, deserto las filas pa-
triotas cuando su jefe principio a
retirarse hacia el Sur bajo la pre-
sion de las fuerzas del general es-
pafiol Pio Tristan.
Agravando su conducta, siempre
dentro de lo convencional de las
noticias poseidas, Benavidez habria
suministrado al jefe espafiol impor-
tantes datos acerca de la fuerza y
elementos con que contaba el ejer-
cito patriota.
Continuando a servicio del Rey,
fue de los vencidos en Tucuman el
23 de setiembre del afio 12, y vino
a morir bajo las mismas banderas
en la derrota de Salta, de un ba-
lazo en la cabeza, el 20 de febrero
de 1813.
BENITEZ, INOCENCIO
Militar, natural de la provincia
argentina de Entre Ri'os, probable-
mente de Federacion, antiguo Man-
disovi, en la costa del Uruguay.
Llego a sargento mayor de nuestro
ejercito despues de haber hecho ca-
si toda su carrera en filas de Guar-
dia Nacional, a las que habia in-
gresado como capitan de cabaileria
el 4 de setiembre de 1862, siendo
simple particular hasta entonces-
Avecindado en el departamento
del Salto, fue Benitez uno de los
primeros pobladores del pueblo de
Constitucion, cuando se repartie-
ron los sclares iniciales en 1852.
Capitan de la guarnicion del Sal-
to, una fuerza a sus ordenes sor-
prendio el 20 de marzo de 1864 al
coronel revolucionario florista Ata-
nasildo Saldafia, en momentos en
que se hallaba enfermo en su es-
tancia d; Palomas y con el a su pa-
dre el sargento mayor Francisco
Saldafia y a su secretario A. Toribio.
El gobierno de Aguirre, magnifi-
cando las proporciones militares de
un episodio que en el fondo era con-
secuencia de la delacion de un ve-
cino de los jefes sorprendidos, pro-
movio a Benitez a teniente coronel
de guardias nacionales con fecha
31 de marzo, al mismo tiempo que
— 169 —
BEN
B'EN
le decretaba una espada de honor.
Figuro entre los defensores de
Paysandu, donde fue hecho prisio-
nero el 2 de enero de 1865, pero
en seguida lo pusieron en libertad
y emigro a Entre Rios. Alll tuvo no-
ticia de que el claudicante gobier-
no de Montevideo le habia conferi-
do el nombramiento — puramente
nominal desde luego — de Coman-
dante Militar del Salto con fecha
25 del propio mes.
En procura de revancha y con-
juntamente con el coronel Timoteo
Aparicio, cruzo Benitez el Rio Uru-
guay el 10 de febrero de 1868 con
miras de tomar por sorpresa la ciu-
dad del Salto, pero la tentativa fra-
casd y se vieron obligados a regre-
sar a la costa entrerriana de donde
habian partido.
El 5 de marzo de 1870, siempre
como segundo"'"de Aparicio, volvio
a la Republica en son de guerra,
iniciando por las cercanias del pue-
blo de Belen, en el departamento
salteno, la revolucion blanca que
solo tendria fin con la Paz de Abril
de 1872.
Mando la izquierda en el comba-
te de Severino el 12 de setiembre
de 1870 y tuvo gran participacion
en las operaciones desarrolladas al
norte del Rio Negro que eraa sus
pagos y en los cuales, en especial
hacia el Oeste, gozaba de prestigio
personal. Su correligionario y com-
pafiero de armas, el coronel J. P.
Salvafiac, le disputaba sin embargo
la supremacia a punto de que, re-
volucionarios ambos y ante el ene-
migo comun, Ilego a desposeerlo del
mando arrebatandole las fuerzas
que acaudillaba y obligando a Be-
nitez a emigrar al Brasil, en octu-
bre de 1871.
En los afios 1873-74 presto servi-
cios a ordenes de Ricardo Lopez
Jordan en las revoluciones de su
provincia natal donde le daban ti-
tulo de general, pero el gobierno
triunfo y fue obligado a refugiarse
en nuestro pais.
Adhirio al motin del 15 de enero
de 1875, haciendo saber en un ma-
nifiesto dado en el Salto, que era
"leal sostenedor del gobierno a 6r-
denes del general Timoteo Apari-
cio". Las autoridades usurpadoras
de Montevideo no lo utilizaron pa-
ra cosa alguna, pero gracias a esa
actitud, el gobierno lo dio de alta
en el ejercito como sargento mayor.
El 29 de enero del 76 fue baja por
haberse ausentado de la Republica.
Tres afios despues, el 26 de mayo
de 1879, dejaba de existir en Monte
Caseros, Corrientes.
BENITEZ, LEON
Militar nacido en la provincia de
Entre Rios, que tuvo larga actua-
cion en nuestras luchas civiles. Em-
parentado con el coronel mayor An-
gel Nufiez, siguio a este en su tra-
yectoria politica.
A servicio del general Fructuoso
Rivera en 1838 como alferez del Es-
cuadron l 9 de Milicias, fue uno de
los vencedores de Cagancha el 29 de
diciembre de 1839 y continuo a sus
ordenes hasta el dia en que Nufiez,
— 170 —
BEN
BEN
defeccionando banderas, puso su va-
lerosa espada a servicio del gene-
ral Manuel Oribe, el enemigo de
la vispera.
Benitez aparece desde entonces en
las lineas sitiadoras de Montevideo
como oficial de la escolta de Nu-
fiez y, despues que este fue mortal-
mente herido en el combate de la
falda del Cerro en marzo de 1844,
paso en abril del mismo afio al Es-
cuadron Escolta Restauradora a 6r-
denes del comandante Pedro Pifiey-
rua. Transferido mas tarde al de-
partamento de la Colonia con la
misma unidad, alli tuvo por jefe al
coronel Lucas Moreno en el ultimo
periodo de la Guerra Grande, al-
canzando al grado de sargento ma-
yor, en 1851.
Cuando Urquiza, pronunciado con-
tra el tirano de Buenos Aires, in-
vadio la Republica para destruir el
poder militar del general Oribe alia-
do de Rosas, Bem'tez se excuso de
servir a ordenes de su comprovin-
ciano, alegando que sus heridas le
impedian montar a caballo. Urqui-
za, ardiendo en colera, le habria
respondido: "Bueno, retirese no
mas . . . pero tenga entendido que
en Entre Rios yo hacia curar esas
heridas con cuatro tiros".
En 'esa situacion de interdicto, Be-
nitez apresurose a escapar a Bue-
nos Aires en la primera oportuni-
dad, para sumarse a Ias filas rosis-
tas. Alli se le reconocio como te-
niente coronel argentino y tuvo
mando de fuerzas en la batalla de
Caseros, donde la tirania encontro
la tumba el 3 de febrero de 18*2.
Intervino luego en las contien-
das civiles 'de su pais, pero encon-
trabase de nuevo en el nuestro,
cuando a fines de 1853, el levanta-
miento del Partido Blanco en defen-
sa de la autoridad legal del presi-
dente Giro, le proporeiono ocasion
de tomar las armas junto a sus com-
pafieros del Cerrito.
Operando en el departamento de
Colonia, el Triunviro coronel Ve-
nancio Flores lo alcanzo en el Sau-
ce, el 9 de diciembre, haciendole
porcion de bajas y tomandole pri-
sioneros.
En 1356, proscrito en Argentina y
hallandose emigrado en Montevideo,
organizo en compafiia de varios an-
tiguos militares una expedicion re-
volucionaria contra el gobierno de
Buenos Aires, la cual, zarpando
secretamente de Punta Carretas
el 13 de enero, pudo tomar tie-
rra en los alrededores de Zarate,
en la costa bonaerense, el dia 27,
luego de una recalada en la boca de
San Juan, departamento de Colonia,
del 14 al 17, para recibir mas hom-
bres y mas armas. Formaban entre
los invasores ademas de Benitez, los
coroneles Geronimo Costa y Ramon
Bustos. Una vez desembarcados se
separaron, internandose en peque-
fios grupos por distintos rumbos y
logrando algunas incorporaciones.
Las fuerzas gubernistas consiguie-
ron darles alcance, sin embargo, pues
no solo el plan de los revoluciona-
rios estaba descubierto, sino que el
gobierno de Buenos Aires habia da-
do contra ellos ordenes de un rigor
inaudito, las que se cumplieron al
— 171 —
BER
BER
pie de la letra renovando escenas que
parecian desaparecidas para siempre.
Bustos fue batido y muerto en Villa-
mayor en el mes de febrero, y Cos-
ta, prisionero casi al mismo tiem-
po, fue pasado por las armas r,e-
gun ordenes directas del goberna-
dor de Buenos Aires, Dr. Pastor
Obligado.
Benitez hallabase a cuatro leguas
de Lujan el 17 de febrero, cuando
cayo en manos de una partida suel-
ta cuyo jefe tem'a instrucciones de
no dar cuartel y lo hizo ejecutar in-
mediatamente.
BERDUN, JOSE ANTONIO
Jefe de las luchas de la indepen-
dencia, en las cuales sirvio desde los
primeros momentos como uno de loa
buenos oficiales de Artigas, ganan-
do justa nombradia. Sus antepasados
espaiioles habian sido terratenientes
en la region de las Minas, derivando
de su apellido — segun parece — la
denominacion de un cerro proximo a
la actual capital del departamento
de Lavalleja.
Se le da como natural de Monte-
video, nacido el afio 1778, deducien-
do de las constancias del certificado
de obito, y sus servicios, segun testi-
ficaciones de antiguos companeros
de armas, principiaron el afio 1801,
como soldado a ordenes del capi-
tan Manuel Callercs en el Regimien-
to de Milicias Orientales, que opero
contra los portugueses en la fronte-
ra del Cerro Largo y Yaguaron.
Revolucionada la Provincia Orien-
tal el afio 11- para emanciparse del
poder de los espanoles, Berdun adhi-
ri6 a la causa de la patria prestando
servicios en la 2? Division Oriental
reunida por el coronel Manuel Fran-
cisco Artigas en las zonas del sudeste.
Fue participe en multiples en-
cuentrcs con los realistas y una vez
abiertas las hostilidades entre los
Directores portefios y nuestro grafl
caudillo, acompano a este en las cam-
panas que tuvieron por teatro las
provincias que reconocian a Artigas
como Protector. En 1815 alcanzo a
ser comandante de las fuerzas reu-
nidas en el Arroyo de la China, En-
tre Rios, puesto en el que desplego
mucha actividad y dando pruebas de
su espiritu organizador, pudo trans-
formar en ef ectivos elementos de lu-
eha las milicias heterogeneas que se
le habian confiado. La figura de
Berdun adquiere entonces relieves
fuera de la jurisdiccion nativa, al
frente de importantes contingentes
entrerrianos y correntinos.
Desencadenada la segunda inva-
sion portuguesa el afio 16, pasaba
por ser uno de los jefes mas repu-
tados del ejercito de Artigas y en
ese concepto, el brigadier imperia-
lista Mena Barreto, fue destacado
expresamente por el general Curado
para batirlo.
Puestos en contacto ambos rivales,
Berdun experimento un sangriento
reves sobre 'la costa del Ibiracoy,
afluente del Ibicuy, el 19 de octubre
del mismo ano. Conforme a las cifraa
de Rfo Branco, el cual asigna al jefe
artiguista una fuerza de 800 hom-
bres, de los cuales 300 infantes y
— 172 —
BER
BER
500 jinetes, estimando sus perdidas
en 262 hombres entre muertos, heri-
dos y prisioneros, la resistencia de
los patriotas estuvo por encima de
toda ponderacion. Escapado perso-
nalmente del desastre, Berdun pudo
reunir todavia, en corto plazo, nu-
merosos hombres de armas, al frente
de los cuales vino hacia el sur para
incorporarse al coronel Andres La-
torre. Este jefe, tan valeroso como
infortunado, experimento una terri-
ble derrota el 4 de enero de 1317 en
campos de Catalan, en tierras del
actual departamento de Artigas, y
el Marques de Alegrete, Capitan Ge-
neral de la Provincia de Rio Grande
accidentalmente en el ejereito del
general' Curado, fue testigo de la he-
roica lucha en que por parte nuesrra
se perdieron 1.200 hombres inclu-
yendo 27 oficiales, una bandera, las
dos linicas piezas de cafion y mas de
6.000 caballos. El desastre de Cata-
lan constituyd, con razon, un dia
negro para la causa nacional.
Herido de bala en el entrevero,
no es exacta, sin embargo, la aseve-
racion de que los portugueses toma-
ran prisionero a Berdun despues de
una lucha cuerpo a cuerpo, pues el
coronel recien cayo en manos de sus
enemigos el 15 de setiembre, sor-
prendido por Bentcs Manuel Ribei-
ro en el pueblo de Belen. El vence-
dor, careciendo de fuerzas para es-
coltar a todos los prisioneros, limi-
tose ,a remitir al campo de Curado
al coronel Berdun y al teniente co-
ronel Pedro Mosquera, ccn siete ofi-
ciales y ochenta hombres mas entre
clases y soldados.
Berdiin fue conducido hasta Porto
Alegre a donde llego • el dia 19 de
octubre, para luego embarcarlo rum-
bo a Rfo Janeiro. Su cautividad en
el Imperio, en uno u btro recinto for
tificado, prolongose por cuatro afios,
y recien en junio de 1821 se sabe de
su arribo' a Buenos Aires, con animo
de fijar residencia en Entre Rios, a
donde efectivamente paso, para tras-
ladarse despues a Paysandu, y vivii
allf sin ser incomodado, como vivian
en la provincia anexada, porcion de
antigucs jefes de la epoca artiguista
El gobernador Lecor, que vigilaba
atento a los que entre estos eran te-
nidos por mas dificiles y sospecho-
sos, concluyo por extranarlo tempo-
ralmente de la Cisplatina. A la hora
en que se produjo el levantamientc
general contra el extranjero, si bfen
no presto servicio militar en las
huestes armadas, colaboro eficaz-
mente desde la banda argentina,
donde su amistad con el Gobernador
de Santa Fe, Estanislao Lopez, fue
utilizada a favor de la expedicion
del general Rivera a las Misiones.
Hecha la patria, la Repiiblica fue
ingrata con este probado servidor de
los primeros dias que, a su desampa-
rada vejez, hallose excluido de ks
premios de que disfrutaban los gue-
rreros de la independencia, por una
restriccion inexplicable de la ley que
los instituia.
Atacado de una dolencia cronica
el ri^or de la dura necesidad lo lle-
vo a refugiarse en una casa benefi-
ciante, falleciendo en el Hospital da
Caridad de Montevideo, el 30 ds
enero de 1838.
— 173 — -
BER
BER
Como si la incomprension y la in-
justicia de lcs contemporaneos se
hubiese prolongado a lo largo de]
tiempo, tan solo en los ultimos anos
ha sido objeto de merecida atencion
su recia figura de hombre de gue-
rra, y Placido Abad llevaba publi-
cado cierto acopio de noticias, algu-
nas de las cuales — por estar docu-
mentadas — sirvieron para la redac-
cion de esta biografia.
BERGARA, GREGORIO
Militar, nacido en 1801, el cual ha-
bla comenzado su carrera como sar-
gento en la Guardia Nacional de ca-
balleria de extramuros de la capital
el l 9 de agcsto de 1834, siendo ascen-
dido a alf£rez el 21 de octubre de
1836, despues de hallarse en la ac-
cion de Carpinteria librada contra
las fuerzas revolucicnari-as del gene-
ral Rivera — que f ueron derrotadas —
el 19 de setiembre de 1836.
El 17 de noviembre de este mis-
mo ano fue transferido al 3er. es-
cuadron de caballeria de linea con
grado de teniente 2 9 , ascendiendo a
teniente 1? el 31 de octubre de 1837
y a capitan de la ccmpania de Ti-
radores el 25 de agosto de 1838.
Cuando el presidente Oribe re~-
nuncio el gobierno embarcandose
para Buenos Aires, Bergara figuro
entre los oficiales. que prefirieron
acompanarlo en su emigracion, sien-
do de los componentes de la "Le-
gion Fidelidad" crganizada por Ser-
vando Gomez.
Despues de haber hecho las te-
rribles y famosas campafias de las
provincias argentinas en el ejerci-
to que el tirano Rosas puso en ma-
nos del ex-presidente uruguayo, y
de hallarse entre los yencedores de
Arroyo ' Grande, volvio a la Repu-
blica cuando la invasion de diciem-
bre de 1842, para seguir largo tiem-
po en operaciones en la zona norte
del pais, donde tendria nuevamente
oportunidad de granjearse el aprecio
de su jefe.
Era uno de los jefes de gran con-
fianza del general Servando Gomez,
y mandaba la vanguardia de este
el dfa del ataque y toma del pueblo
del Salto el 9 de enero de 1847, que
vino a ser la ultima de sus acciones
miMtares, pues al poco tiempo su vi-
da termiho cuando ostentaba galo-
nes de comandante, victima de una
rapida y violenta enfermedad en ju-
nio de 1847, siendo jefe de la Di-
vision Paysandu.
Su perdida fue deplorada en el
diario oficial del Cerrito "El Defen-
sor de la Independencia America-
na" en terminos altamente expresi-
vos, pues se le llama uno de los bi-
zarros y valientes soldados del ejer-
cito, subrayandose el detalle de que
el general Oribe habia manifestado
profundo pesar en terminos que hon-
raban la memoria del comandante.
Segun testimonio de la prensa de
Montevideo sitiado — insospechable
por eso mismo — Gregorio Bergara
era realmente uno de los militares
de mas valor entre los que ccnta-
ba el ejercito enemigo y sobre el cual
no se anoto acusaciones de ninguna
indole.
— 174 —
BER
BER
BERGARA, LUCAS Severo
Oficial del ejercito uruguayo,
cuya muerte violenta en Montevi-
deo durante la dictadura del coronel
Latorre, todavia constituye un mis-
terio.
Descendia de una iamilia de vas-
cos espanoles emigrada a Francia,
y nacio durante el viaje de sus pa-
dres al Rio de la Plata.
Paso sus primeros anos de juven-
tud en Entre Rios siendo empleado
de comercio en Gualeguay.
Criollo por adaptacion, mezclose
pronto en politica provincial, opo-
sitor del general Urquiza.
Incomodado por estas razones, vi-
no a establecerse en la Villa del
Salto.
Recien empezaba su nueva vida,
cuando con motivo de una real o su-
puesta intervencion suya en un mo-
vimiento proyectado contra Urqui-
za, el coronel Diego Lamas, jefe po-
litico del Salto, lo entrego a las au-
toridades de Entre Rios, en abril
de 1858.
Ni la unica ni la ultima de estas
extradiciones oficiosas, hijas de
complicidad partidista uruguayo -
argentina, habituales entonces, nacio
de ella un odio profundo de Ber-
gara hacia Lamas.
Scmetido a la justicia fue conde-
nado a muerte, en ultima instancia,
como reo de conspiracion contra la
vida del Jefe de Estado, por senten-
cia de 15 de Junio de 1859. La pena
se le conmuto por la de diez anos
de destierro, pero a lo que resulta,
destinosele al servicio de la armada
de la Confederacion.
Hombre capaz y desenvuelto co-
mo era Bergara, desempenose tan
cumplidamente, que en el ano 1861
obtuvo el grado de subteniente de
marina, con despachos que le otor-
go en Parana el vice-presidente
Juan E. Pedernera. A fines del mis-
mo ano le fue permitido dejar el
cargo y el almirante Bartolome L.
Cordero le expidio, refrendada por
el jefe de estado mayor S. Fonrou-
ge, un honroso certificado haciendo
constar su celo, actividad e inteli-
gencia y su conducta honrada e in-
tachable "que lo hacian un recc-
mendable oficial".
Iniciada poco despues la revolu-
cion del general Venancio Flores
contra el gobierno del presidente
Berro, se incorporo Bergara a los
soldados de la Cruzada, llegando a
ser ayudante de ordenes del gene-
ral en jefe, y mas tarde secretario
del coronel Jose Gregorio Suarez.
En la toma de Porongos en agos-
to de 1864, fue herido de dos bala-
zos en la pierna derecha, mientras
procuraba salvar la vida de su com-
pafiero Manuel Freire, caido en la
lucha.
Sus gravisimas lesiones le obliga-
ron a hacer el resto de ia campana
conducido en un carrito y quedo
rengo para toda la vida.
Mientras servia en la cruzada flo-
rista escribio a los diarios de Bue-
nos Aires numerosas corresponden-
cias y cartas que revelaban sus fa-
vorables condiciones intelectuales.
De alta en el ejercito de la Re-
BER
BER
publica despues del triunfo, fue de-
signado — atenta su calidad de in-
valido — jefe de la mesa pagador'a
el 19 de mayo de 1865 y ccnservo
su puesto hasta 1867.
Muy vineulado siempre al gene-
ral Suarez, cuando se descubrio la
famosa conspiraci6n de la mina (30
junio - 1° julio de 1867), fue en-
carcelado conjuntamente con aquel
militar el 2 de julio.
Sometido a varios interrogatorics,
de los cuales no resulto el menor
indicio de culpabilidad, la primera
providencia del juez competente en
cuanto se le did ingerencia legal,
fue excarcelarlo.
Si nada tenian que ver ni Berga-
ra ni Suarez con el plan de vcla-
dura del Fuerte de Gobiemo, la sos-
pecha de que andaban en trabajos
subversivos contra el jefe de la
Cruzada tenia su fundamento, pues
el general Suarez prestd conformi-
dad; bajo su firma, a un programa de
accidn revolucionaria, segun consta
en documento original en el archi-
vo Fernandez Saldana.
En el gobierno del general Loren-
zo Batlle permanecio alejado de la
actividad militar, pero sin abando-
nar la politica, escribiendo frecuen-
temente en los diarios, y como direc-
tor de "El Clamor Publico".
En junio de 1871 estuvo preso en
el fuerte de San Jose, bajo la in-
culpacidn de delitos de imprenta y
sustraido durante un mes a sus jue-
ces naturales.
Sin desvincularse nunca totai-
mente de las cosas de Entre Rios,
y muy compafiero del coronel Ei-
cardo Lopez Jordan, se le halla fi-
gurando en la aventura revolucio-
naria del vapor "Portena" en lcs
primeros dias de octubre de 1873.
Bergara, con el capitan Adolfo
Olivera y un grupo de compafieros,
embarcaron en Montevideo ccmo
pasajeros en el mencionado vapor
y, una vez en aguas del estuario,
se apoderaron violentamente de la
nave para utilizarla en una revolu-
eion jordanista.
Los pasajeros fueron desembarca-
dos en la ccsta de San Jose, perdien-
dose en la operacion un tiempo pre-
cioso para ios asaltantes.
Declarado pirata el vapor "Por-
tena", perseguido por los barcos
uruguayos y argentinos, puso proa
al este acercandose audazmente a
las costas bravas de Maldonado y
Rocha, ccnsiguio burlar la perse-
cucion y llegar al puerto de Coro-
nilla. donde Bergara y los suyos to-
maron tierra, embarrancando el
hermoso vapor que se perdid total-
mente.
Por decreto del 6 de cctubre, el
gobierno del Dr. Ellauri "sin per-
juicio de la jurisdiccion que cupie-
ra a los tribunales" dio de baja al
teniente coronel Bergara y a su 2 9
el capitan Olivera, mieptras las au-
toridades nacionales los perseguian
obligandolos a pasar al Brasil, don-
de un coronel Lima los desarmo y
retuvo bajo vigilancia.
Nuestro ministro en el Brasil, Dr.
Carlos Maria Ramirez, reclamo del
gobierno imperial la extradicion de
los refugiados. en calidad de pira-
tas, pero el Imperio ss nego s en-
BER
BER
tregarlos, arguyendo con justicia,
que se trataba de un delito politico,
excluldo pcr los tratados vigentes.
Internado en la ciudad de San
Francisco de Pelotas, consiguio Ber-
gara burlar sus vigilantes, fugando
en una embarcacion y llegando a
la Republica, cuyo territorio atra-
veso clandestinamente hasta Pay-
sandu, donde tuvo una conferencia
con Francisco Caraballo.
A principics de 1874 estaba otra
vez en la frontera del Brasil, co-
rriendo voces de que maquinaba uria
invasion a nuestro territorio, la cual,
encabezada por el oficial Palmer,
uno de sus hombres, llego a tener
principios de ejecucion, a que puso
fin la policia de Cerro Largo. El mi-
nistro Ramirez torno a reclamar al
Imperio que se le internara y se le
vigilara.
En el pais al ser derrocado el go-
blerno del Dr. Ellauri, no hay ma-
nera de seguirlo en ninguna activi-
dad politica notoria, y vivla aparen-
temente dedicado a mejorar su ha-
cienda como empresario de cons-
trucciones.
Sin embargo, no faltaba el nom-
bre suyo en cada rumor de trastcr-
nos politicos y el ojo suspicaz de La-
torre dictador, no lo perdia de vista.
Acentuadas las sospechas del ti-
rano, por verdad o pcr mentira, lo
senalo para ser inmolado a sus te-
mores.
El 22 de marzo de 1877 concurrio
al Fuerte de Gobierno, en compam'a
de dos personas mas, gente de tra-
bajo, Uamado a pretexto de la repa-
racion de algunos edificioi publicos.
Bergara paso al despacho del go-
bernador, y cuando se hizo tarde y
demorara en salir, un empleado in-
ferior, portero o sargento, dijo a
los albafiiles que podi'an retirarse
porque el comandante ya se Labia
ido pcr otra puerta.
Es lo ultimo que se sabe de Ber-
gara, cuya desaparicion era publica,
el sabado 24 de marzo.
El lunes recogia la noticia ''El
Ferro Carril", agregando constarle
que desde la antevispera las policias
de todas las secciones estaban em-
penadas en dar con su paradero, y
que el gobierno habia telegrafiado
a los departamentos, inquiriendo so-
bre to mismo. Decia tambien que
entre las hipotesis corrientes para
explicar la desap'aricion, dos eran
las mas aceptables: una fuga por
deudas o una intervencion en los
asuntos politicos entrerrianos, bas-
tante revueltcs a la fecha.
"La Tribuna" registraba como
version corriente que desde el vier-
nes 23 o el sabado 24, no se en-
contraba en Montevideo el coman-
dante Bergara y como causas facti-
bles de explicar la desaparicion, las
mismas que su colega de prensa y
oficialismo. Insistia tambien en el
interes — cficial y gubernamental —
de dar con el hombre.
La esposa del comandante, Marti-
na M. de Bergara, nego en una car-
ta que su marido pudiera haber fu-
gado por deudas, pues la vista de
sus libros y documentos garantian
su perfecta solvencia.
Quedo de pie unicamente, la sos-
pecha y luego la seguridad de que
— 177 —
12
BER
BER
el gcbernador Latorre lo habia he-
cho matar.
Parece, efectivamente, que lo ul-
timaron en el cuartel de Dragones
— extremo sud de la calle Saran-
di — y que envuelto en una alfom-
bra le dieron sepultura en la expla-
nada que da al' mar.
Otros dijeron que lo habian arro-
jado al mar, lastrado con una ba-
rra de hierro, version que parece
la verdadera por ser la forma de
estilo!
El gobierno fingio ignorancia com-
pleta y como faltaba la constancia
legal del fallecimiento, la cedula de
viuda de dofia Martina le fue ex-
pedida con caracter de provisoria.
La verdad definitiva y detallada
de esta tragedia posiblemente no
llegue a saberse nunca, del mismo
modo que otras de aquella funesta
epoca.
BERINDUAGUE. MARTIN
Ministro, legislador y magistrado
judicial. Aunque habia visto la pri-
mera luz en Paysandu el 8 de enero
de 1840, fue llevado al Salto en
edad muy temprana y alli concurrio
a la escuela primaria, demostrando
condiciones tan sobresalientes que,
en 1853, la Junta Economico Admi-
nistrativa resolvio tomar a su cargo
las expensas necesarias para que el
aplicado joven pudiera hacer carre-
ra superior en la capital, becado en
el Colegio de la Union, conocido en
la epoca por Universidad Menor.
Bachiller al tiempo que se creo
la plaza de Bedel de la Universidad
el 26 de agosto de 1859, se le confio
el nuevo cargo y en el se mantuvo
hasta graduarse en jurisprudencia el
25 de agosto de 1860. Secretario in-
terino de la Universidad en 1863,
fue confirmado en dicho puesto.
Con afiliacion en el Partido Blan-
co, habia formado parte del grupo
de jovenes exaltados que agitaban
el ambiente politico durante el go-
bierno de Pereira, pero sosegado el
animo con los anos, el Dr. Berin-
duague se convirtio en hombre de
ideas morigeradas y de tendencias
oportunistas, que le permitieron
acompanar a los politicos del cuar-
telazo del 75, aceptando el 26 de
abril de 1876 el puesto de Juez Le-
trado de lo Civil e Intestados de la
1* Seccion de la Capital, destino en
que probo ser un magistrado estu-
dioso, de muchos conocimientos y
ajustado criterio.
Cuando la Republica torno al re-
gimen legal, convertido el dictador
Latorre — siquiera de nombre — en
Presidente constitucional, y hubo
que proceder a la eleccion de nue-
vos miembrcs del Tribunal Superior
de Justicia, el Dr. Berinduague ob-
tuvo mayoria de sufragios para in-
tegrar la primera Sala, el 14 de
marzo de 1879. En tal destino vino
a hallarlo el conflicto de octubre de
1882, de cuyas resultancias dimitio
su cargo junto con los camaristas
en mayoria, Vazquez, Castro, Galli-
nal y Otero, los cuales fuercn sus-
tituidos el 'dia 7 del citado mes.
— 178 —
BER
BER
Contraido a la atencion de su es-
tudio pero sin desligarse de la poli-
tica, fue elegido representante por
el departamento de Flores en 1888,
aunque no concluyo su periodo, pues
en junio del propio afio, el Presi-
dente de la Republica, general Ma-
ximo Tajes, lo designaba secretario
de Estado en la cartera de Justicia,
Culto e Instruccion Publica, en re-
emplazo de su correligionario nacio-
nalista dimitente, el Dr. Duvimioso
Terra. Berinduague permanecio en
el gabinete por todo el resto de go-
bierno del vencedor de Quebracho,
o sea hasta el 28 de febrero de 1890.
Los acontecimientos politicos de
1897 - 98 contaron con su adhesion y
despues del golpe de Estado del 10
de febrero de este ultimo ano, di-
sueltas las camaras, el dictador Juan
Lindolfo Cuestas incluyo a Berin-
duague en la lista de los miembros
nacionalistas del Consejo de Estado,
asignandole el numero 4.
Restablecida la normalidad cons-
titucional, el acuerdo de los partidos
le permitio ingresar a la camara co-
mo diputado por el departamento de
Flores en la legislatura 1899 - 02 y
en la renovacion parcial del Senado
en 1904, fue votado para ocupar la
banca del departamento de Rocha.
Su mandato era sexenal, pero el
2 de octubre de 1908 hizo dimision
del cargo para ir a ocupar en la ma-
gistratura el de Fiscal de lo Civil.
Su competencia profesional y su
vasto dcminio de las ciencias juri-
dicas le hablan dado justo renombre
en el foro. Habia sido, ademas, ca-
tedratico de la Facultad de Derecho
y miembro de varias comisiones re-
visoras y redactoras de nuestros co-
digos.
Desempenando las funciones de
Fiscal vino a encontrarlo el tiempo
legal de retiro y fallecio jubilado en
Montevideo el 26 de enero de 1915.
BERMUDEZ, PEDRO PABLO
Militar y funcionario piiblico, su
condicion de hombre de letras con
largos servicios, es la que le con-
quisto un sitio en los anales de la
literatura nacicnal, con su drama
historico "El Charrua".
Habia nacido en .Montevideo, hijo
de Juan Maximo Bermudez, oficial
de Artigas y de las guerras de la
independencia, el l 9 de agosto de
1816.
A los 16 anos, el 25 de octubre
de 1832, Uevado por sus inclinacio-
nes, sento plaza como soldado dis-
tinguido en el batallon de infan-
teria de linea creado en 1831 y en
esa unidad alcanzo el grado de sub-
teniente el 10 de noviembre del mis-
mo afio.
El 20 de setiembre de 1833 turo
un puesto en la Fiscalia Militar, que
sirvio hasta el 4 de dicietr.bre de
1834, fecha en que, cambiando de
arma paso a la caballeria, ingresan-
do en el Regimiento N 9 4, donde f ue
promovido a teniente 2 9 el l 9 de ju-
lio de 1835 y de aqui se le transfi-
rio el l 9 de agosto siguiente al Re-
gimiento N 9 1, antiguo 9° a orde^
— - 179 —
BER
BER
nes del teniente coronel Manuel
Britos.
En el servia cuando el afio 1836,
en el mes de julio, el general Rive-
ra alzado en armas contra el gobier-
no, fracaso en la tentativa de atraer-
se al regimiento de guarnicion en
Tacuarembo. Por esta actitud el pre-
sidente Oribe confirio a los compo-
nentes de la unidad la primera me-
dalla de premio militar decretada
en la Republica. Bermudez, confcr-
me a su grado, obtuvo medalla de
plata.
El 19 de setiembre de 1836 asis-
tio a la batalla de Carpinteria, per-
dida por Rivera, y se le promovio
a teniente l 9 graduado el 26 de oc-
tubre, incluido en el decreto que
acordaba un ascenso a los jefes y
oficiales que participarcn en la ac-
cion, mas un diploma que los d:s-
tinguia como "benemeritos de la
patria".
Teniente 1' efectivo el 13 de ma-
yo de 1837, siempre en el 1° de ca-
balleria, el 14 de enero del afio si-
guiente paso al Escuadron de Ti-
radores ascendido en la primera ie-
cha a ayudante mayor, para llegar
a capitan el 23 de abril y a sargen-
to mayor el 18 de setiembre.
Cuando en 1838 Oribe dimitio la
primera magistratura para ausen-
tarse del pai's, triunfante la revolu-
cion riverista, Bermudez, ayudante
de la Capitania del Puerto, fue dado
de baja del ejercito el 16 de no-
viembre y emigro seguidamente a
la Republica Argentina.
En el irrtervalo de esta ausencia
de la patria, compuso en Buenos Ai-
res, en 1842, su drama historico en
5 actos y en verso "El Charrur.",
cuyo manuscrito original tuvo la po-
ca suerte de perder mas tarde, te-
niendo necesidad de recurrir a la
memoria y a algunos borradores
casi indescifrables, cuando diez afios
despues, ajustada la paz de octubre
y viviendo en el Paso del Mclino, se
dispuso a rehacerlo.
De nuevo en el pais con la inva-
sion de 1842, formando en el Ejer-
cito Unido de Vanguardia de la Con-
federacion Argentina mandado por
Oribe, paso en el Cerrito todo el pe-
riodo de la Guerra Grande y termi-
nada esta fue incorporado al ejercito
y con destino a la Comandancia Ge-
neral de la 2 ? Seccion, en su clase
de sargento maycr.
En enero de 1853 presto servicios
en la Guardia Nacional de la capi-
tal y a fines de este mismo ario, en
diciembre, en la Comandancia Mi-
litar.
En 1855, en el interinato guber-
nativo de Manuel Basilio Bustaman-
te, le fue encomendado — el 16 de
noviembre — organizar la Guardia
Nacioml de la Union, y en agosto
del 56 el gcbierno de Pereira lo de-
signo integrante de la Comisidn Cla-
sificadora de la Guardia Nacional.
Movilizada la Milicia de la capi-
tal, se le hizo mayor de la misma
el 21 de noviembre de 1856, destino
que mantuvo hasta su renuncia del
cargo en diciembre de 1857.
Con gran predicamento ante el
anciano presidente Pereira a quien
servia como edecan, se le encargo
ad-interin de la jefatura del Esta-
BER
BER
do Mayor del Ejercito el l 9 de ene-
ro del 58, siendo promovido a te-
niente coronel el 9 de febrero.
El 21 de mayo siguiente fue se-
cretario de la comision dictami-
nante sobre proyectos de Ordenan-
zas Militares, y tuvo la 2f jefatura
del Regimiento de Caballeria de Ex-
tramuros. ,
En 1859, vacante la Jefatura Po-
litica de Montevideo por renuncia
de Luis de Herrera, Pedro P. Ber-
mudez lo sustituyo conforme a de-
creto de 29 de julio.
La administracion jefaturial de
un ciudadano a la par ilustrado
y honesto, sefialose por las varias
reformas y mejoras de que informa
la Memoria que corre impresa en
1860. Ascendido a coronel gradua-
do el 28 de febrero, muy poco
tiempo sobrevivio el coronel Ber-
mudez a esta ultima promocion,
pues vino a fallecer el 2 de junio
del mismo afio 1860.
Su drama "El Charrua", despues
de merecer varias opiniones favo-
rables y la aprobacion y el aplauso
que Acufia de Figueroa le expreso
en verso, fue estrenado en 1853 por
la compafiia de Matilde Duclos.
Fuera de esta produccidn no exen-
ta de meritos artisticos y literarios,
siempre que, como debe ser, se la
juzgue dentro de su epcea, el co-
ronel Bermudez dejo ineditos un
drama concluido y otro en comienzo
— historico religioso — , que se titu-
laria "El Obispo de Chiapas", cuyos
manuscritos se perdieron.
Colaborador en distintas revistas
y periodicos, el album de poesias
uruguayas colectadas por A. Maga-
rifios Cervantes en 1878, contiene
varias de sus composiciones, todas
ellas de valor escaso, mismo en un
conjunto dispuesto con criterio no
precisamente severo.
BERMUDEZ, WASHINGTON Jose
Pedro
Filologo erudito, periodista y hom-
bre de letras, nacido el 7 de mayo
de 1847 en el cuartel general del Ce-
rrito de la Victoria.
Hijo dcl coronel Pedro Pablo Ber-
mudez y Josefa Estavillo Rojas, de
conocida familia de Paso del Moli-
no, su padre, oficial de las guerras
por la independencia y cultor de
las letras, debio influir en la ini-
ciacion literaria del joven '.Vashirig-
ton, no obstante mediar la circuns-
tancia de que en su juventud tuvo
veleidades de militar, sentando pla-
za de guardia marina en un vapor
armado a guerra, del cual paso co-
mo artillero al regimiento del co-
mandante Senen Freire, y comba-
tio contra la revolucion traida al
pais en 1863 por el general colora-
do "Venancio Flores.
Al vencimiento de su parcialidad
pok'tica en 1865, Washington Bermu-
dez quedo fuera de servicio, y en
busca de la revancha fue de los
oficiales que el 19 de febrero del
68, al mando de su antiguo jefe el
coronel Freire, asaltaron el Cuar-
tel de Dragones situado en el ex-
tremo sur de la calle Sarandi. Re-
chazados con perdida del jefe, del
— 181 —
BER
BER
teniente Rulino Lujan y otros com-
pafieros, Bermudez consiguio huir y
ponerse a salvo.
La revolucion blanca del coronel
Timoteo Aparicio contra el gobier-
no del general Batlle lo oonto en
sus filas, sirviendo primero a las
ordenes de Julio Arrue, y despues
del desastre de Manantiales con
Juan Maria Puentes, en los depar-
tamentos del Norte.
Sin embargo, la aficion a las le-
tras a que se mostraba inclinado,
heredada seguramente del padre,
concluyo por imponerse en sus des-
tinos, favorecido por naturales dis-
posiciones, y tuvo franca expreslon,
cuando, en la dictadura del coronel
Lorenzo Latorre, Washington Ber-
miidez fundo en Montevideo, en el
afio 1876, un periodico satirico opo-
sitor que llevaba por titulo "El Ne-
gro Timoteo", cuyo primer numero
corresponde al 20 de febrero. Fue
este papel publico el linico que en
la »epoca de la dictadura latorrista
hizo oposicion. Encuadraba un tan-
to el espiritu de "El Negro Timo-
teo", con sus chistes abundantes de
sal gruesa, en el modo de ser gua-
rango y chocarrero de Latorre, y
convencido este por otra jarte, de
que no era con chascarrillos y ver-
sitos como se soliviantaria la opi-
nion publica ni se retemplanan las
resistencias ciudadanas, toiero sin
inconveniente la salida del Negro
Timoteo, con lo cual se daba al mis-
mo tiempo la sensacion — exterior —
de que en el pais existia libertad de
imprenta.
En tiempo de Santos redacto Ber-
mudez "La Epoca" y "El Pueblo",
eflmeros diarios opositores de pole-
mica e informacion, y en la epoca
de Reus se le halla como organi-
zador da cierto Banco Cooperativo
del Uruguay, que nunca lle^o a te-
ner existencia.
Hecho en la oposicion, donde se
suele ver unicamente lo malc de Ils
cosas del gobierno, llego un dia en
que al periodista opositor le toco
mandar. En marzo de 1890, Bermu-
dez fue nombrado Jefe Poiitico y
de Policia del departamento de
Treinta y Tres, recien electo Presi-
dente de la Repiiblica el doctor Ju-
lio Herrera y Obes. Pocas designa-
ciones mas celebradas se habian co-
nocido en el pais y los amigos y
correligionarios del novel funciona-
rio le ofrecieron un gran banquete
de despedida.
El depart&mento que iba a admi-
nistrar lo recibi-6 ccn beneplacito,
descontando una gestion ejemplar,
tratandose de quien habia sido el
censor despierto y encarnizado de
tanto Jefe Politico. Bermudez, que
principio enajenandose simpatias
por cierto rigorismo hijo de un na-
tural medio arbitrario y por sus
frecuentes ausencias del cargo, ce-
rro su etapa jefaturial preparando
unas elecciones que no fueron pre-
cisamente modelo. De este modo, el
delegado del Poder Ejecutivo y el
periodista vinieron a quedar en con-
traposicion.
Renuncio la Jefatura en noviem-
bre de 1890, para estar en condi-
ciones de ingresar a la Camara de
Diputados, pues habia sido electo
— 182 —
BER
BER
representante por el depaitamento
de Montevideo. Su periodo parla-
mentario transcurrio y conciuyo sin
destaque y Bermudez, que no fue
reelegido, vio terminar alli su capi-
tulo de vida parlamentaria y poli-
tica.
Volvio entonces al periodismo di-
rigiendo "El Pobrecito Hablador",
que aparecido el 1° de julio de 1894,
ceso para dar sitio a una segunda
epoca de "El Negro Timoteo", que
— esta vez ilustrado con caricatu-
ras — aparecio en marzo dei 95.
La evolucion operada en la pren-
sa y en el gusto literario, no per-
mitio que el periodico encontrase el
ambiente de antano y presto fue ne-
cesario suspenderlo.
Luego de colaborar en la revista
"La Alborada", Bermudez tomo
puesto en la redaccion del cotidia-
no donde cumpliria la condena de
escribir sin tregua hasta que, pos-
trado por una terrible dolencia, vino
a fallecer el 16 de noviembre de
1913.
Juzgado por lo general bajo el £.s-
pecto de escritor satirico, ao es "El
Baturrillo Uruguayo" — libro apa-
recido en 1885 — , ni tampoco la co-
leccion de "El Negro Timoteo", los
que consagraran el nombre literario
de Washington Bermiidez, como tam-
poco han de ser sus versos ni su co-
media "Una broma de Cesar" (1881),
ni su ensayo dramatico "Artigas".
El verdadero fondo excepcional y
notable que se encubria en la capa
de periodista, lo constituyeron sus
conocimientos y estudios lingulsti-
cos y de folklore, con que formo, al
cabo de una prolija labor de muchos
anos, un magnifico "Diccionario de
voces, modismos y refranes del Rio
de la Plata", del cual solo llegaron a
publicarse algunas entregas, falto de
editor y de medios para hac:rlo por
cuenta propia.
El dia que esta obra salga a luz,
— mision de que podria nacerse car-
go alguno de nuestros institatos fa-
cultativos oficiales — Washington
Bermiidez tendra un puesto de ho-
nor entre los filologos americanos y
la categoria de prestancia que le co-
rresponde entre nuestros hombres
de estudio.
BERNARDEZ, MANUEL
Periodista, escritor y funcionario
cuya carrera termino en el puesto
de Ministro diplomatico de la Repii-
blica.
Habia nacido en Cadiz el 13 de
agosto de 1867. Sus primeros anos
los paso Bernardez empleado en una
pulperia de campana, en Arapey,
departamento de Salto, pues sus pa-
dres lo habian traido de Espana
siendo un nifio de meses, y aquel
medio rural arraigo esa raiz honda
que se percibe tantas veces en sus
narraciones y en sus cuentos.
Destinado por hermosas disposi-
ciones naturales de su intelecto para
algo muy diferente a ser "depen-
diente de lo de Urrutia", presto
apuntaron imperiosamente las afi-
ciones literarias del mozo, manifies-
tas en ensayos y colaboraciones des-
tinadas a la prensa saltena.
— 183 —
BER
BER
Relacionado con Serapio Borges,
capitan que se movia alrededor de
ciertos caudillos subalternos del de-
partamento, fue a solicitud y por in-
termedio de Borges que se traslado
al Salto en 1885 para hacerse cargo
de la direccion, vacante de impro-
viso, de "El Salteno", organo presti-
gioso, portavoz de uno de los clubes
electorales.
La poca edad y lamagra presen-
cia fisiea del nuevo director, hicie-
rcn dudar, en el primer momento al
coronel Feliciano Viera, a sus co-
mandantes y a los secuaces del gru-
po; pero presto vino el convenci-
miento general de que el fisieo
no hacia a la capacidad eviden-
te del novel redactor - jefe del
periodico. Inicio entonces la carre-
ra de toda su vida: periodista. Por-
que Bernardez, en su larga trayec-
toria de hombre de letras y mis-
mo de funcionario, nunca dejo de
serlo.
Descriptor y colorista ameno, co-
mentador ligero, sin perjuicio de ser
observador hondo y de buena ley,
poseyo un don atractivo, de entrada,
y hasta el ultimo. El tema de sus
libros, el fondo serio que se dijera,
da la impresion de figurar en las
paginas, porque se necesita que este,
naturalmente, y debe estar en el de-
curso de los articulos que se hilva-
nan,
De la redaccion donde se habia
iniciado, siempre en el Salto, paso a
escribir en "El Ejercito Uruguayo",
publicacion de 1888, cuyas directivas
las daba el coronel Juan Bernassa y
Jerez. Usaba entonces el seudonimo
de Pilatos, tratando cuestiones lite-
rarias, pero mas tarde, en Montevi-
deo, lo cambio por los de Selvatico
y Paul Sabia.
Establecido en Montevideo, ingre-
so en el cuerpo de redactores de "El
Heraldo", que Eugenio Garzon y An-
tonio Bachini dirigian.
Entonces habia publicado — -1887 —
su libro "25 dias de Campo", afir-
mativo de su garra y meritos de na-
rrador.
Vocal de la Direccion General de
Instruccion Piiblica en febrero de
1894, luego no mas diose de lleno
a las actividades politicas y saco
a luz "La Cruzada", periodico de
politica, administracion, milicia y
letras. Aparecido el 2 de mayo del
96. debia cesar el 2 de f ebrero de
1897, cuando Bernardez ingreso a la
Camara de Diputados, votado por el
departamento de Artigas para el trie-
nio 1897 - 900.
Solidario con la mayoria de la
Asamblea en los sucesos politicos de
1898, fue exonerado de su banca el
dia 10 de febrero, en que el presi-
dente del Senado, Juan L. Cuestas,
se proclamo dictador, convencido de
que no conseguia la mayoria de vo-
tos para ser electo conforme a la
ley. Emigro entonces para radicar
en Buenos Aires, donde en seguida
tuvo un puesto en la redaccion de
"El Diario".
Al cabo de dcce anos de vida en
la Argentina, a cuyo periodo perte-
necen sus libros "Viaje de Buenos
Aires a Iguazu" (1901); "La Nacion
— 184 —
BER
BER
en marcha" (1904); "Hacia las Cum-
bres" (1905), y otros varios titulos,
casi todos en temas de viajes y cues-
tiones agropecuarias, el l 9 de octubre
de 1910 fue nombrado Consul Gene-
ral del Uruguay en Brasil. El car-
go, por resolucion de 18 de octu-
bre de 1916, se convirti6 en diploma-
tico, designandosele Ministro Pleni-
potenciario de la Republiea. Para
entonces tenia escritos: "El Brasil.
Un Continente de Paz"; "El Brasil.
Su vida, su Trabajo, su Futuro",
editados en Rio Janeiro, y varias
obras de semejantes orientaciones.
Transferido a Italia el 30 de junio
de 1920, paso a Belgica el 13 de
febrero de 1925, y en este destino se
jubil6.
Reanudando actividades que habia
abandonado virtualmente, dio a la
prensa "La marcha secular', "El
Uruguay entre dos siglos" y dos to-
mos de poesias.
Residiendo en la capital fluminen-
se en calidad de consejero honora-
rio de la Legacion uruguaya en el
Brasil, finalizaron sus dias en no-
viembre de 1942.
BERNASSA Y JEREZ, JUAN
Militar, general de division y mi-
nistro de Guerra y Marina. Vio la
primera luz en Montevideo el 2 de
agosto de 1856, hijo'de un militar
espafiol carlista, emigrado, Rafael
Jerez.
Despues de iniciarse en la vida
como empleado de comercio mien-
tras aprovechaba los ratos de ocio
para estudiar, a lcs 18 afios se resol-
vio a sentar plaza de voluntario en
el Regimiento de Artilleria, cuyo je-
fe, el comandante Placido Casariego,
simpatizo pronto con su nuevo sol-
dado.
Alferez el 28 de setiembre de 1875,
teniente 2 9 el 3 de octubre de 1876,
estuvo alejado del Regimiento alre-
dedor de un afio, durante el cual
revisto en la Plana Mayor Pasiva y
en el Taller Nacicnal, pero volvio a
la unidad el 22 de enero de 1879 y
el 26 de abril de 1880 fue promo-
vido a teniente l 9 .
En abril de 1881 entro a prestar
servicios en la policia de la capital
en funciones de comisario, obtenien-
do galones de capitan el 2 de mayb
del mismo afio. ^
En enero de 1883 estaba otra vez
en el Regimiento de Artilleria, pero
ya en calidad de tercer jefe, elevado
a mayor el 20 de febrero de 1885.
Cuando por ley de la Nacion creosa
en la presidencia de Santos el Cole-
gio Militar, solemnemente abierto el
25 de agosto de 1885, el sargento
mayor Bernassa y Jerez fue a diri-
girlo conforme al decreto de 20 del
mismo mes, teniendo como segundo
inmediato al agrimensor Pablo Rou-
re y Perera, el cual llevo cieria-
mente mucha participacion en la
buena marcha del nuevo organismo.
Ascendido a teniente coronel el 9
de febrero del afio 86, en visperas
de la revolucion del Quebracho, a
esas horas rodeaba el 'nombre de
Bernassa y Jerez una aureola de
— 185 —
BER
BER
ilustracion, un poco inexplicable, si
se fuera a buscar el fondo de las
cosas.
En esa tesitura y contando con
buenos colaboradores, habia sacado a
luz el periodico "El Ejercito Urugua-
yo", el cual lucia en el cabezal un
pensamiento solicitado ad - hoc al
presidente, teniente general Maximo
Santos, para que sirviera de divisa o
lema.
Encarifiado con el periddieo, que
resulto interesante, Bernassa siguid
publicandolo en la ciudad de Salto
cuando el batallon 4? de Cazadores,
del que se le habia nombrado jefe
ef 8 de enero de 1887 y al cual logrd
colocar en excelente pie, fue a guar-
necer aquella capital litoral.
Coronel el 26 de febrero de 1890
y jefe del Regimiento de Artilleria
Ligera el 26 de abril del propio afio,
volvio a la direccion del Colegio Mi-
litar el 19 de agosto de 1890, para
estar al frente de dicho Instituto
hasta que por decreto del 17 de
marzo de 1894, el presidente Borda
lo relevd del cargo dandole como
reemplazante al general Juan Jose
Diaz.
Sin destino en la presidencia de
Idiarte Borda, Cuestas lo designo
Jefe Politico del departamento de
Colcnia el 20 de setiembre de 1897,
y de alli con igual cargo vino al
departamento de Montevideo el 22
de diciembre de 1898, durando sus
funciones hasta el 13 de mayo de
1899, fecha en que ' distanciado del
Presidente, volvio a Colonia a tomar
la direccidn de un periddico que ha-
bia fundado.
De alli, el 12 de marzo de 1903,
el presidente Batlle y Ordonez lo
trajo una nueva vez a la Jefatura
de la capital y ascendido a coronel
efectivo el 11 de julio del mismo
ano, permanecio en su puesto hasta
marzo de 1907, en que termino una
gestion jefaturial circunspecta y ho-
nesta. Miembro del Supremo Tribu-
nal Militar, en calidad de ministro,
en los dias del breve movimiento
revolucionario nacicnalista de 1910,
marcho a Paysandii nombrado Co-
mandante Militar interino, con re-
tencion de cargo.
En el gobierno de Williman hizo
un largo viaje por Europa, acompa-
nando a Batlle y Ordonez en sus
giras y con el regreso a principios de
1911. Reelecto Batlle presidente en
este mismo aiio, Uevo a Bernassa y
Jerez — que desde el 11 de febrero
de 1911 era general de brigada —
como integrante de su primer gabi- »
nete en calidad de ministro de Gue-
rra y Marina. Desempefio el ministe-
rio los cuatro afios de la presidencia
y retorno al Supremo Tribunal Mili-
tar al finalizar Batlle y Ordonez su
gobierno. General de Division desde
el 24 de febrero de 1915, alcanzd
la edad de retiro el 10 de febrero de
1919, viniendo a fallecer en esa situa-
cion el 19 de febrero de 1924.
Militar sin alta calidad que alcan-
zara a destaearlo precisamente en-
tre lcs militares de su epoca, debio
tal vez a su civilidad, a sus aficiones
— 186 —
BER
BER
periodisticas, y a sus exterioridades
simpaticas unidas a un buen fondo,
cierto prestigio particular de que dis-
fruto ante la opinion piibliea.
BERRA, FRANCISCO A.
Pedagogo de vastos conocimien-
tos, cooperador eficiente en la obra
de Jose Pedro Varela. Un precursor
y un anticipado como teorico de la
educacion en America Latina, pue-
de figurar entre los grandes educa-
dores.
La circunstancia de haber nacido
en Buenos Aires el 3 de diciembre
de 1844, nada importa para que Ia
obra educacional de Berra este v;n-
culada de modo absoluto a la vida'
pedagogica uruguaya, pues aqui es-
cribio sus librfos fundamentales y
en las escuelas del Uruguaj- tuvie-
ron ensayo y aplicacion praotica sus
ideas y sus metodos.
Contaba ocho afios nada iris
cuando su padre, un carpimero ss-
pafiol, paso en 1852 a la Villa del
Salto, donde vieron luz sus herma-
nos.
Desde temprana edad, su inteli-
gencia y dedicacion lo distinguieron
entre los mejores escolares salte-
fios. Cuando en 1865 vino a Mcn-
tevideo a proseguir estudios mas
adelantados que lcs que podi'an pro-
porcionarsele en el pueblo. no solo
confirmo su calidad sino que pudo
exhibirse como un discreto aficio-
nado dibujante y pintor, realizando
una muestra de trabajos entre !os
que figuraba una vista general clel
Salto.
Licenciado en jurisprudencia en
1872, una vocacion decidida lo in-
clinaba sin embargo hacia las cues-
tiones educacionales y se dedico a
estudiarlas con el teson y la proliji-
dad que constituyen el fondo de to-
das sus labores.
Ejercio la abogacia y fue perio-
dista politico con afiliacion naciona-
lista. Al abandcnar en 1877 "La De-
mocracia", que venia redactando, Al-
bistur lo llamo escritor de extrema-
da conciencia, de intachable recti-
tud y de erudicion notable, aunque
sus articulos, sin suficiente forma
periodistica, tuvieran algo de disqui-
siciones doctrinarias de catedra.
Pedagogo, hizo obra desurovisia
de alma, segun alguien ha notado,
esclavo del metodo "absciuto de
ideas, su estilo fue sobrio y casi
arido".
Su labor docente se vincula a fon--
do con las campafias culturales de
los Amigos de la Educacidn Popu-
lar, la Sociedad Universitaria y el
Ateneo del Uruguay, cuycs cursos
universitarios se iniciaron en 1877,
confcrme a un proyecto organco
redactado por Berra.
Su obra fundamental, de valor
reconocido en todos los circulos fa-
cultativos y titulada "Apuntes para
un curso de Pedagogia", aparecio en
Montevideo en 1878. A ella se afia-
den "La doctrina de los metodos"
(1882), y toda la serie de estudios
BER
BER
que integran la larga bibliografia
pedagogica del distinguido profesor,
cuya influencia alcanzo a ser deci-
siva en las reformas educaciohales
argentinas, cuando paso a residir en
su pais natal.
Interesado ipor la historia, fue au-
tor del Bosquejo Historico de la Re-
publica O. del Uruguay, opiisculo
que aumentado despues en sucesivas
ediciones, llego a ser en la 4 ? edi-
cion de 1895, un volumen de mas de
700 paginas que, por su plan y por
las materias que abarca diferia con-
siderablemente de las anteriores.
El libro, que Uega desde los des-
cubrimientos hasta 1830, fue uno de
los mas discutidos en nuestro am-
biente. Animado por el espiritu an-
tiartiguista del ultrario en la prime-
ra edicion, el autor persevero en su
tesis, ahondando en ella sin repa-
rar el curso de las nuevas investi-
gaciones, de modo que cuando llego
l'a hora de la revision del proceso,
para que la justicia hablara donde
hasta entonces solo habia hablado la
pasion, el Compendio cayo envuelto
en el fallo condenatorio.
Su historia, proscripta de la ense-
fianza en la reaccion artiguista del
tiempo de Santos, llego a ser lite-
rahnente perseguida, y en 1382 fue
objeto de una brillante impugnacion
por parte de Carlos Maria Ramirez,
en su "Juicio Critico del Bosquejo",
publicado en Buenos Aires. Berra
respondio el mismo afio con una De-
fensa Documentada en que intenta-
ba defender su verdad "en aras de
la verdad misma, sin sentimientos
patrioteros ni vanas idolatrias his-
toricas". Inutil empeno, pues existe
cosa juzgada al respecto.
El Bosquejo, que a estas horas es
nada mas que una curiosidad biblio-
grafica, constituyo, no obstante su
equivocado criterio en el caso Arti-
gas, el primer ensayo de un texto
escolar de historia uruguaya seria-
mente planeado y desarrollado con
metodo cientifico.
En el ano 1894 Berra se ausento
de Montevideo para radicarse en la
capital porteiia, su tierra de cuna y
aunque su salud hallabase resentida
por una dolencia al estomago que
le obligaba a observar regfmenes se-
vercs, pudo vivir todavia doce anos
sirviendo a la causa de la educacion
popular.
En tal servicio lo alcanzo la muer-
te el 13 de marzo de 1906.
BERRO, ADOLFO Tiburcio
Poeta, muerto muy joven, cuya
desaparicion significo tal duelo pa-
ra sus contemporaneos — considera-
do como una de las grandes espe-
ranzas de su generacion — que una
Asamblea de la Juventud Oriental
le decreto un sepulcro a su memo-
ria.
Nacido en Montevideo el 9 de
agosto de 1819, fue el ultimo vas-
tago de la pareja Pedro Francisco
Berro y Juana Larranaga, circuns-
tancia que pudo influir tal vez en
su constitucion fisica siempre ende-
ble.
Cuando llego el momento de em-
pezar los estudios superiores des-
— 188 —
BER
BER
pues de haberse preparado en los
buenos colegios de entonces, fre-
cuento el aula de Derecho del Dr.
Pedro Somellera, para ser uno de los
mejores disclpulos.
Al mismo tiempo practicaba en el
estudio del Dr. Florencio Varela, su
orientador en disciplinas y lecturas.
Interesado desde los comienzcs de
su carrera por cuestiones soeiologi-
cas y educacionales, la condicion
desdichada de Ios esclavos, resto de
barbarie colonial que deshonraba a
la Republica, y la educacion popu-
lar, polarizaron sus humanitarios
afanes.
El problema servil sobre todo, con
sus miiltiples aspectos, le merecia
tan particular predileccion, que el
Tribunal de Justicia, por un acuerdo
especial de 1839 lo designo asesor
del Defensor de Esclavos, funciona-
rio legalmente incumbido de la tu-
tela legal de aquellos infelices.
Considerando factible y practica
la emancipacion y mejora de la gen-
te de color, mediante el sistema de
asociaciones, redacto, procurando
armonizar el problema humano con
el problema economico - politico, un
plan de liberacion paulatina.
Notorias estas actividades y estos
benemeritos esfuerzos, sus tratos
con las musas permanecian ocultos
entre tanto y solo se supo de sus
delicados versos por una feliz infi-
dencia, de su hermana Maria.
Llevaba escritas a esas horas mu-
chas poesias y pudo anadir nuevas
composiciones subsiguientes a la re T
velacion. , - ■
Pero no muchas tampoco, porque
enfermo prematuramente de un mal
sin remedio y fue arrebatado a la
vida a los 22 afios, el 29 de setiem-
bre de 1841.
Sus versos fueron publicados en
1842 en un volumen titulado sim-
plemente "Poesias", que Andres La-
mas prologo con pluma de compa-
nero y de amigo, pero inteligente y
serena, analizandolos a la luz de la
estetica de aquellos dias.
No desmerecen en nada de la la-
bor poetica de sus coetaneos los ver-
sos de Berro y los superan dentro
del ciclo de su breve vida. Justifi-
can en la esperanza perdida, desde
cualquier punto de vista, el duelo
de Montevideo por la temprana
desaparicion del joven poeta.
BERRO, AURELIO Guzman
Ministro de Estado, legislador y
hombre de letras. Hijo de Miguel
Antonio Berro, vio la luz en Mon-
tevideo el 3 de agosto de 1834.
Dedicado al comercio y a la vida
de negocios como otrcs de sus pa-
rientes que tuvieron elevados pues-
tos bancarios, pudo labrarse en po-
cos anos la respetable fortuna — que
luego perderia con semejante faci-
lidad — pero que le permitio edifi-
car la residencia de estilo gotico, la
mas suntucsa del Paso del Molino,
que luego adquirio la Legacion Ar-
gentina.
Senador nacionalista por Cerro
Largo en la 11 ? legislatura, la ma-
yoria adicta al motin del 15 de ene-
ro de 1875 lo declaro cesante en el
— 189 —
BER
BER
cargo dada la actitud opositora que
habia adoptado, negandose a concu-
rrir a las sesiones.
Prcclamada la dictadura del coro-
nel Latorre, Aurelio Berro, como gran
parte de sus correligionarios, acep-
taron el acercamiento al gobierno
de facto y el dictador los fue utili-
zando conforme a las necesidades
o ccnvenieneias de la situacion.
Fue en esas circunstancias que
Latorre lo incluyo entre los miem-
bros del Consejo Consultivo creado
por decreto de 1877, para redactar
un proyecto de ley de elecciones.
Votado nuevamente senador por
Cerro Largo en las camaras que se
eligieron para investir a Latorre del
mando constitucional el l 9 de marzo
de 1879, este, sabiendo la competen-
cia de Berro en materia financiera,
lo llamo a formar parte del Minis-
terio confiandole la secretaria de
Hacienda el 11 de marzo. Cinco me-
ses nada mas estuvo en ese cargo,
porque sus proyectos de mejora y
reorganizacion de las finanzas en
bancarrota chocaron en seguida con
un plan de propia miciativa del jefe
del gobierno. Ignorante y simplista,
Latorre se prcmetia salvar la ha-
cienda nacional abriendo las puer-
tas de la aduana por reduccion de
los derechos; encargando de las fun-
ciones policiales al ejercito; decre-
tando el hambre a las clases pasivas
y poniendo en la calle al cincuenta
por ciento de los empleados piibli-
cos. Sabese como fracasarcn — se-
giin es regla — esas absurdas con-
cepciones y como las malas finan-
zas arrastraron al dictador al abis-
mo obligandole a dejar el poder.
Berro dimitio su cargo el 24 de
agosto, pero la renuncia no fue con-
siderada por el Pcder Ejecutivo
hasta cuatro meses mas tarde, cuan-
do el 27 de diciembre se resolvio
ko hacer lugar a ella, debiendo el
ministro retomar su puesto en la
misma fecha.
Tuvo Berro que reintegrarse de
cualquier modo al gabinete cuando
la situacion. espontanea y automa-
ticamente, tocaba a su fin y con-
cluiria con la renuncia y fuga del
coronel Lalorre, antes de correr un
trimestre, el 13 de marzo de 1880.
En el gobierno de Santos, el ex-
ministro inicio tareas de periodista
como redactor de "El Telegrafo Ma-
ritimo", pero hizo abandono de sus
tareas a mediados del 86, requerido
insistentemente en Buenos Aires por
intereses de familia.
A partir de esa epoca las activi-
dades de Aurelio Berro radican en
la Republica Argentina, vinculado a
su hermano pchtico Eduardo Made-
ro en la gran empresa de construir
el puerto artificial de la capital por-
tena.
Su fama de hombre de negocios
confirmada en el extranjero, hizo
que el presidente Idiarte Borda le
mandara ofrecer por intermedio de
nuestro plenipotenciario Ernesto
Frias el Ministerio de Hacienda,
pero Berro no lo acepto, excusan-
dose por los compromisos que lo li-
gaban a intereses ajenos, de que era
principal factor.
BER
BER
Circunscripto a sus nuevas activi-
dades, olvidado el politico y el ha-
cendista, solo scbrevive el nombre
de Aurelio Berro en nuestros ana-
les, como el vate laureado en la Flo-
rida al inaugurarse el Monumento
de la Independencia en 1879, y que
luego triunfo en el extranjero con
accesit en los Juegos Florales del
Centro Gallego de Buenos Aires en
1882, con su canto a la Industria, y
obtuvo dos nuevos premios en cir-
cunstancias analogas en 1884, con
sendos cantos a Rivadavia y a Quin-
tana. Asiduo cortejante de las mu-
sas, sus poesias de correcta factura
pero sin verdadera inspiracion, que
corren insertas en distintas antolo-
gias, no llegaron a coleccionarse nun-
ca en libro.
Fallecio Aurelio Berro en Buenos
Aires el 5 de diciembre de 1911.
BERRO, BERNARDO Gervasio
Hijo del presidente Berro, que si-
guio la carrera militar, llegando a
sargento mayor en el ejercito, aun-
que en las filas de sus correligiona-
rios, donde fue caudillo, se le otorga-
ra el titulo de general. Nacido en
Montevideo el 19 de junio de 1840,
comenzo sus servicios de armas cuan-
do la revolucion del general Cesar
Diaz en 1857, en calidad de alferez
del batallon que mandaba el coro-
nel Pedro Lenguas, pero sin alcan-
zar a hallarse en la jornada de Quin-
teros.
Ascendido a teniente en el go-
bierno de Pereira, en 1858, cuando
el general Venancio Flores se alzo
en armas contra el gobTerno de sw
padre, en 1863, tuvo destino en el
ejercito del general Juan Saa, jefe
extraho a nuestro ambiente, que
en muchas ocasiones supo asesorar-
se de su capitan, ciudadano repo-
sado y de consejo, conocedor por su
propia situacion f amiliar de los hom-
bres y de las cosas. A esta influen-
cia atribuyese, por ejemplo, que el
despues coronel Pampillon a quien
iban a pasar por las armas por de-
htos militares, salvase la vida.
Triunfante a principios de 1865 la
revolucion colorada que alejo del go-
biemo del pais a su partido politico,
Berro abandono el ejereito, redu-
ciendose a la condicion de agricultor
en la chacra famihar del Manga y,
cuando el 19 de febrero de 1868 fra-
caso la tentativa revolucionaria en^
cabezada por el ex - presidente Be^
rro y este fue muerto simultanea-
mente con el ex - dictador Flores,
huyo a Buenos Aires junto con su
hermano Mariano, depositario de
muchos detaUes secretos de la cons-
piracion tan tragicamente abortada
aquel aciago dia en las calles de
Montevideo.
Extranjero dedicado a tareas rura-
les, no pudo, sin embargo, por im-
posiciones 'del ambiente y a merito
de los vinculos de amistad que lo
unieron a ciertos hombres pollticos
argentinos, sustraerse a las luchas
que agitaban entonces la provincia
argentina y hasta llego a cargar es-
pada a favor de algun bando.
BER
BER
De regreso en el pais el ario 1877,
en la dictadura de Latorre, periodo
de gobierno sin partidismo bien de-
finido y en el que algunos de los
suyos tuvieron importantes desti-
nos, marcho a la campafia del ac-
tual departamento de Treinta y
Tres como administrador de una
gran estancia de la Compania Pas-
toril, y liquidada esta tuvo un des-
tino policial como sub - delegado de
Pando, departamento de Canelones,
del que era Jefe Politico Mariano
Berro.
Mezclado con el coronel Nicasio
Galeano en trabajos revoluciona-
rios, -se le exonero del puesto en
1886, viendose en el caso de emi-
grar, hasta que despues del fracaso
de la invasion en Quebracho, aco-
giose a indulto para volver a ha-
cerse estanciero en sus campos de
Binc6n de Ramirez y figurar como
uno de los caudillos nacionalistas
prestigiosos en la zona. Asi tuvo
oportunidad de probarlo en el mo-
vimiento revolucionario de 1897 en
la cual, Jefe de la Division Treinta
y Tres, aguerrida y numerosa, hizo
toda la campafia y vio caer a su
lado en el combate de Acegua, a
su hijo Teodoro.
Ajustada la paz de setiembre de
1897, el gobierno de Cuestas le con-
fio la Jefatura Politica y de Policia
de Treinta y Tres, cargo en que, a
fuer de hombre culto, supo desem-
penarse como un correcto y honra-
do funcionario, y del que hizo aban-
dono en 1903 por motivos politicos.
Yolvio, a las armas en la revolu-
cion de 1904, mostrando en las prin-
cipales batallas el valor y la calidad
de soldado que lo caracterizaban.
Anciano y mortificado por sus
achaques, no falto a la cita de los
companeros en los sucesos de 1910
y en esa ocasion fue hecho prisio-
nero por las fuerzas gubernistas.
Su salud le exigio, poco despues,
retirarse a Montevideo y en la ca-
pital tuvo fin su existencia el 28
de mayo de 1913.
BERRO, BERNARDO Prudencio
Presidente constitucional de la
Reptiblica, ministro, senador y hom-
bre politico de perfiles propios.
Nacido en Montevideo el 28 de
abril de 1803, era hijo de Pedro
Francisco Berro, ciudadano con ser-
vicios a la causa patria y de Juana
Larrahaga.
Su educacion fue vigilada por el
presbitero Damaso Larranaga, tio
suyo, y tal vez por eso mismo estu-
vo por encima de la corriente de la
epcca.
Establecido con una casa de co-
mercio en los alrededores de Mon-
tevideo, hizo abandono de ella para
presentarse como voluntario en las
fuerzas que sitiaban a Montevideo,
en la lucha reiniciada en 1825 por
la liberacion de la Prdvincia. Ejer-
cio funciones de ccmisario pagador
del ejercito patriota hasta el 15 de
noviembre de 1826 y cuando nuestro
primer Gobierno se instalo en Ca-
nelones, tuvo el cargo de oficial
BER
BER
l 9 de la policia provincial, des-
de el 24 de noviembre del mismo
afio hasta la conelusion de la gue-
rra. Entonces alejose de todo cargo
o funcion publica, resuelto a consa-
grarse a tareas rurales en la estan-
cia que su padre poseia en Casupa,
departamento actual de Minas. Alli
estuvo hasta 1832, fecha en que viene
a Montevideo para figurar dirigien-
do o redactando periodicos como 'La
Diablada", opositores al gobierno del
general Rivera y a sus principales
colaboradores, escritos en estilo des-
comedido y con ataques personali-
simos, hojas efimeras, algunas de las
cuales solo alcanzaron a tirar cinco
o seis numeros.
Presto .apoyo a la sublevacion
anarquica de Lavalleja del 5 de ju-
lio, por odio a Rivera. Cuando este
general enarbolo bandera revolucio-
naria contra el presidente general
Manuel Oribe en 1836, se puso a 6r-
denes del Gobierno. El 30 de enero
de 1836 se le habia nombrado te-
niente 1° de la l 9 compania del 3er.
Escuadron de Guardias Nacionales
de San Jose, tocandole hallarse en
la batalla de Carpinteria, librada el
19 de setiembre.
Diputado pcr el departamento de
Maldonado para la 3 ? legislatura
elegida en noviembre de 1836, sin-
dicose Berro como apasionado par-
tidista, siendo el quien sostuvo la
formula, radicalisima, por la cual
las camaras declaraban que el trai-
dor Rivera y su inicuo bando que-
daban sujetos, para siempre, al ana-
tema de muerte que la patria ultra-
jada pronunciaba contra sus perso-
nas, y que se prcclamaria beneme-
rito de la patria a todo el que con-
tribuyese al exterminio de tales
malvados.
Era por esa epoca un destacado
elemento intelectual, que integraba
la Comision Censora de Teatros y la
de E-iblioteca y Museo.
Cultor de las letras, se citan en-
tre sus producciones poeticas una
Oda a la Providencia y — en escala
superior — algunos trozos de su
"Epistola a Dionicio", pequefio poe-
ma de genero bucolico, que puede
leerse en el album de versos colec-
tado por Alejandro Magarinos Cer-
vantes en 1878.
Disueltas las camaras a la hora
del triunfo de la revolucion fiveris-
ta en octubre de 1838, retorno a
sus haciendas de Casupa, para alter-
nar la vigilancia de las faenas cam-
peras con el cultivo de las letras y
las aficiones de naturalista adquiri-
das al lado de Larrahaga.
Los afios 42 y 43 los paso en Rio
Janeiro accmpafiando a una herma-
na enferma que iniitilmente buscaba
alivio en un cambio de clima, vol-
viendo a la patria cuando Oribe ya
habia puesto sitio a Montevideo.
Presente en el campo del Cerrito,
colaboro en "El Defensor de la In-
dependencia Americana" y por de-
creto de 11 de noviembre de 1844
fue nombrado Juez de lo Civil y
Criminal en primera instancia, pa-
sando luego a ser miembro del Tri-
bunal cuando este hallose organiza-
do el 12 de msrzo de 1845.
— 193 —
13
BER
BER
En. la ocasion que el general Ori-
be dispuso resucitar como entidad
legal en ese mismo afio 45, las ca-
maras disueltas en 1838 y cuyo ter-
mino hallabase concluido hacia un
lustro, Berro asistio a las sesiones
de aquel seudo - parlamento con su
mandato de representante electo pa-
ra el trienio 37 - 40.
Ministro de Gobierno el 27 de no-
viembre de 1845, reteniendo su cargo
en el Tribunal, se mantuvo en el
puesto hasta la conclusion de la
Guerra Grande en octubre de 1851.
Su preparacion y sus aptitudes
para la funcion publica habian que-
dado de manifiesto en los casi seis
afies de actuacion en el Cerrito en
una secretaria tan compleja y tan
recargada de problemas y trabajo.
De este punto de vista, segurarnente,
debio ser un gran factor en la
marcha administrativa del gobierno
de Oribe, pero es indudable tambien
que su influencia politica fue nula
y que se estrello siempre contra la
voluntad del titulado presidente, in-
accesible, en su obsecacion extra-
viada, a ia solueion nacional que por
tantas partes se anhelaba.
Un cargo fcrmulado como el mas
grave contra Berro en funciones de
Ministro del gobierno del Cerrito, ha
sido, seguramente, la parte que le
cabe en la aplicacion y vigencia de
la inicua ley que confiscaba los bie-
nes del enemigo para adjudicarselos
a sus partidarios, conforme a la vo-
luntad del general Oribe. A este res-
pecto conviene subrayar las anterio-
res palabras de aplicacion y vigen-
cia, pues esa es la intervencion que
cupo al ministro Berro. La ley, obra
del enconado doctor Villademoros,
tiene fecha 28 de julio de 1845 y.
aquel no integro el gabinete hasta
el 25 de noviembre del mismo afio.
Tuvo participacion en las negocia-
ciones de la paz de 8 de octubre,
pero a pretexto de que no deseaba
aparecer como adulador de Urquiza,
se nego a saludarlo siquiera y si sa-
ludo al general Garzon, lo hizo con
la salvedad expresa de que saludaba
al viejo amigo de la epoca de la
independencia y de las luchas anti-
riveristas. Pareceria deducirse de
estas actitudes, mas bien la acritud
de un oribista vencido y despechado,
que el franco regocijo de un ciuda-
dano que se decia campeon de la
fraternidad nacional.
Senador por Minas al ccnstituirse
la legislatura en 1852, resulto electo
para presidir el Senado, por resig-
nacion legal de Joaquin Suarez, has-
ta el l 9 de marzo. En ese interinato
fue entregada a las autoridades ar-
gentinas la isla de Martin Garcia,
parte integrante del territorio nacio-
nal, que se habia reivindicado por
las armas en la guerra contra Bosas.
Acto largamente discutido, parece
que Berro entendio que con su apre-
suramiento ganaria para el futuro
presidente Juan F. Giro, las simpa-
tias de Urquiza, el poderoso general
entrerriano.
Con motivo del viaje que el nuevo
gobernante emprendio por los de-
partamentos de la Republica, tuvo a
cargo suyo el Poder Ejecutivo desde
— - 194 —
BER
el 28 de octubre de 1852 al 12 de
enero de 1853, fecha del regreso de
Giro.
El 4 de julio de 1853 fue Uamado
por este para desempefiar funciones
de ministro de Gobierno y Relacio-
nes Exteriores, puesto que mantuvo
hasta que el movimiento revolucio-
nario del 18 de julio coloco al go-
bernante en la necesidad de hacer
abandcno del mando para refugiarse
en la Legacion de Francia, donde
Berro fue a reunirsele.
Desde este asilo, despues de pro-
testar en un manifiesto, que ambos
continuaban con su investidura legal,
creyeron posible ejercerla tambien
en los hechos y — en esa inteligen-
cia — en la Legacion fueron exten-
didos nombramientos militares y
redactadas circulares polrticas, y se
coloco la Aduana bajo la proteccion
de los agentes de Francia: pero como
estas medidas no hallasen el eco
que los asilados esperaban, dejaron
la Legacion el 29 de setiembre.
La actitud indecisa de Giro, an-
ciano apocado de animo, convirtio a
Berro en la cabeza visible del mo-
vimiento de reaccion contra el
Triunvirato constituido en Montevi-
deo. El gobierno, provisoriamente
a cargo del general Cesar Diaz,
expidio el decreto de 12 de diciem-
bre por el cual — con lamentable
extravio injustificable — cualquier
autoridad podia proceder a la
aprehension de Bernardo P. Berro y
pasarlo por las armas sin mas *re-
quisito que justificar su identidad,
pero Berro no pudo ser habido y
BER
permanecio oculto hasta la deroga-
cion del brutal acuerdo.
Un movimiento del Partido Blanco
en fa\ r or del gobierno caido, cuya
jefatura militar correspondio al co-
ronel Dionisio Coronel, fue vencido
y despues de los sucesos Berro se
dio activamente a la politica, mani-
festando ideas fusionistas en un fo-
lleto publicado en 1855, e intervi-
niendo en la Union Liberal, agrupa-
cion accidental fracasada a poco 'e
constituirse.
Sa'lio senador por Maldonado en
1856 — en la presidencia de Gabriel
A. Pereira, donde sin haber contado
con la voluntad de este mal gober-
nante, la influencia de su amigo el
coronel Bernardino Olid proporcio-
nole el triunfo.
Al termino del mandato constitu-
cional de Pereira, Berro fue elegido
Presidente de la Republica, merced
a ia presion que en la definiti'va lu-
cha de grupos para consagrar un
candidato, hicieron sentir a favor
suyo jefes tan influyentes como
Bernardino Olid, Gervasio Burguefio
y Servando Gomez.
•'Era — ha escrito Alberto Palo-
meque — una personalidad curiosa.
Siempre en el hecho, actuo en un
circulo extremo, por mas que tuvie-
ra en los labios y en la pluma frases
de concordia y de union . . . Politico
surgido de una escuela tumultuosa
y autoritaria, cuyo sentimiento ata-
vico se reflejaba en sus relaciones
con los jefes militares del Cerrito,
sabia de la fuerza del caudiliaje y
no ignoraba que ese elemento de
— 195 — -
BER
BER
accion era el que decidiria en ultima
instancia la eleccion presidencial
del l 9 de marzo de 1860."
No encuadra en un diccionario
biografieo el estudio pormenorizado
del cuadrienio gubernamental de
Berro, correspondiendo decir unica-
mente que fue un recto magistrado
que administrd honradamente los
dineros publicos, pero tambien un
politico absolutista y de limitadas
vistas, a quien tal vez perturbaba la
conviccion de una superioridad in-
discutible. De este modo, inauguro
su gobierno declarando que no to-
leraria que se levantasen banderas
de los viejos partidos con motivo ni
pretexto alguno, lo cual equivalia a
un ataque al sesgo contra la li-
bertad politica. El despido del gran
ministerio, las crisis de gabinete,
sucesivas, y su actitud en el con-
flicto con el vicario apostolico Mon,
Vera ccnfirman, por lo demas. el
absolutismo esencial de que se le
•acusa a Berro.
Combatido pcr una revolucion
traida al pais en abril de 1863 por
un caudillo del Partido Colorado, el
general Venancio Flores, el gobierno
contaba con todos los medios nece-
sarios para combatirla y scfocarla.
Pero las tendencias divergentes que
actuaban en las altas esferas politi-
cas, y la falta de compenetracion
entre el Presidente y sus generales,
antes que el poder o la superioridad
de los rebeldes, permitio a estcTs
agrandarse hasta recorrer el pais en
todas direcciones sin arriesgar nun-
ca una verdadera batalla, ni verse
obligados a librarla tampoco, por los
militares del gobiernc.
Las soluciones paeificas, tentadas
a poco de encendida la guerra civil,
fracasaron por intransigencias que
hallaban fuerte asidero en el modo
intimo del Presidente de la Repu-
blica, celosisimo de su autoridad v
de su preeminencia.
En los ultimos meses de mando,
la ruptura de Berro con un respeta-
ble niicleo del Partido Blanco, se
tradujo en la sublevacion del coro-
nel Bernardino Olid, apoyando a los
miembros opositores del Senado. La
muerte del caudillo en armas evito
la prosecucion de este brote anar-
quico en presencia del enemigo co-
mun, pero a la ccnciusi6n de su e-
riodo constitucional el l 9 de marzo
de 1864, la situacion politica era de
una gravedad extrema.
Desalojado del poder el Partido
Blanco en febrero de 1865, el ex-
presidente, que continuaba siendo la
personalidad de mas volumen y mas
prestigiosa dentro de las filas par-
tidistas, se mantuvo en una actitud
reservada mientras llegaba el mc-
mento de tomar la revancha contra
los colorados vencedores.
Los trabajos desarrollados con
absoluto sigilo, sospechados apenas,
y no de que pudieran provenir del
lado de Berro precisamente, se tra-
dujeron en hechos el 19 de febrero
de 1868, cuando el general Flores
concluia de resignar la dictadura y
la Republica habia entrado de nuevo
al regimen constitucional.
Personal en modo absoluto el gol-
— 196 —
BER
BER
pe en proyecto, pues no participaban
en el plan sino jefes militares fieles
y adictos al ex-presidente, la tenta-
tiva fracaso no obstante ciertas ven-
tajas logradas en el primer momen-
to. Aparte la victimacjon del general
Flores, los demas numeros del plan
resultaron fallidos y el propio Berro,
aprehendido en la calle, perecio de
muerte violenta en la carcel del Ca-
bildo donde lo encerraron, en aquel
dia de excepcional y tremenda me-
mcria.
BERRO, CARLOS Balbin Antonio
Ministro, legislador y hombre po-
litico, nacido en Montevideo el 17 de
enero de 1853, hijo del despues Pre-
sidente de la Republica, Bernardo -
P. Berro.
En 1870 paso a Chile, hizo la ca-
rrera de doctor en jurisprudencia en
la Facultad de Santiago, graduando-
se de abogado.
A poco de su vuelta a la patria,
despues de un corto ejercicio de la
carrera, se le nombro en 1878 Juez
Letrado del departamento de Co-
lonia, cargo que recien se creaba,
y de alli fue trasladado con destino
identico al departamento de Salto el
26 de julio del mismo afio. No prosi-
guio en la magistratura sin embargo,
pues renunciando al Juzgado, abrio
en la capital saltena su estudio de
abogado, libre entonces para empren-
der trabajos politicos.
Su actuacion opositora y su pro-
pio apellido hicieron que fuese vi-
gilado de cerca por el gobiemo de
Santos, por lo cual paso a la Repii-
blica Argentina. De alli, poco des-
pues, estaba de nuevo en el pais,
pero entonces ccmo revolucionario
y jefe civil, en compafiia del Dr.
Luis Maria Gil, del movimiento ini-
ciado por el mayor nacionalista
Maximo Layera, vadeando el Uru-
guay por el Hervidero el 4 de mar-
zo de 1885. Las tropas gubernistas
sofocaron la tentativa apenas produ-
cida, tomando prisioneros a Layera
y a Gil. Berro, lo mismo que Juan
Francisco Mena y Ramon Martire-
na, consiguieron, tras grandes difi-
cultades, refugiarse en el Brasil.
Participo en la campana de 1886
contra la dominacion personal del
general Santos, pero la evolucion po-
litica iniciada el 4 de noviembre con
el Ministerio de la Conciliacion, vi-
no a ofrecer a los partidos enfrenta-
dos hasta entonces en cruda lucha,
un campo nuevo para dirimir sus
contiendas, y el Dr. Carlos A. Berro
resulto electo diputado por Minas en
la 18 ? legislatura, que inauguro sus
sesiones en 1888.
Designado por el presidente He-
rrera y Obes para ocupar el Minis-
terio de Justicia, Culto e Instruccidn
Publica en su primer gabinete el 11
de marzo de 1890, abandono la banca
de la camara y tuvo a su cargo esa
secretaria de Estado hasta el 17 de
diciembre del propio afio. Senador
por Treinta y Tres en 1891, cargo
del que paso a diputado por Artigas
en 1897, en el lo hallo la revolu-
eion nacionalista de ese afio. Enton-
— 197 —
BER
BER
ces, pareciendole que su permanen-
cia en la rnisma asamblea cuya lega-
lidad sus correligionarios combatiai
con las armas en la mano, era algo
incompatible, dejo de asistir a las se-
siones, por lo cual fue emplazado y
luego exonerado de su investidura
por la mayoria parlamentaria. En
poco tiempo, el Dr. Caiios Berro ha-
bia pasado de la camara bordista al
campo de la revolucion, que traia
como bandera derrocar al presidente
Idiarte Borda.
Representante de la tendencia ne-
tamente conservadora dentro del
nacicnalismo, clerical ultramontano,
sirvio de valioso nexo entre el ele-
mento catolico y su partido en
nuestras cuestiones internas. En ac-
tividad continua, su gestion en el
comite revolucionario que funciona-
ba en Buenos Aires fue importanti-
sima y, politico realista a la vez que
inteligente y astuto, intervino a, su
hora como uno de los negociadores
de la paz de setiembre de 1897 y fue
uno de los firmsutes del convenio.
Siguio la politica de su partido
colaborando en el golpe de Estado
de Cuestas el 10 de febrero de 1898
y erigido aquel en gobernante de
facto, acepto un asiento en el Con-
sejo de Estado que se creaba para
sustituir las camaras derrocadas.
Diputado por Rivera en 1899 al
'retornarse a las normas constitucio-
nales, al termino de su mandato fue
electo nuevamente por Cerro Largo
para,el trienio 1902-04 y figuro como
uno de los gestores de la precaria
paz de Nico Perez en marzo de 1903.
Al ano siguiente, en enero, esta-
116 una formidable revolucion na-
cionalista y Berro, como sus demas
correligionarios de la camara, fue
desaforado del parlamento. Vencido
el movimiento ingreso al Senado por
el voto de Cerro Largo para el sexe-
nio 1905-11 y luego reintegrose a la
camara de diputados, representante
por Montevideo en los periodos
1914 - 17 y 1917 - 19. Antes de fina-
lizar este mandato, vigente la Cons-
iitucion de 1917, en cuyas delibera-
ciones habia terciado en caracter de
miembro de la Asamblea, fue elegi-
do para integrar el Consejo Nacional
de Administracion.
Cuatro afios, del l 9 de marzo de
1919 al 28 de febrero de 1923, des-
empefio tan alto cargo y fenecido su
termino de ley, acogiose a la jubi-
lacion, falleciendo en tal categoria
el 15 de octubre de 1930.
BERRO, MARIANO Balbino
Naturalista, historiografo y funcio-
nario. Hijo del despues Presidente
de la Republica, Bemardo P. Berro
y de Praxedes Bustamante, vino al
mundo en la Villa de Minas el 8
de diciembre de 1833. durante una
residencia accidental de los suyos,
que poseian estancia en Casupa.
Se educo en los mejores colegios
de la capital y a los 25 anos, en el
gobierno de Pereira, fue designado
oficial 2 9 del Ministerio de Hacien-
— 198 —
BER
BER
da el 24 de abril de 1858, cuando
desempefiaba la cartera Federico Nin
Eeyes. De este empleo paso el 30
de octubre de 1861 a oficial 1? de
la Jefatura Politica de Montevideo,
tocandole interinar la Jefatura en
octubre-diciembre del 63.
En 1865, desalojado del poder por
la fuerza de . las armas el Partido
Blanco, en el que siempre militara,
Berro ausentose para al Republica
Argentina, dcnde se mantuvo en ac-
titud francamente hostil a la situa-
cion imperante en el pais.
Kevolucicnario bajo las banderas
del coronel Timoteo Aparicio en la
revolucion nacionalista de 1870 - 72,
fue herido de gravedad en la batalla
del Sauce el 25 de diciembre de 1370.
Adherente al golpe militar del 15
de enero de 1875 y al gobierno extra-
constitucional que le subsiguio, tuvo
una banca de diputado por Canelo-
nes en las Camaras de 1876, concci-
das por Camaras Negras por la pro-
bada obsecuencia de sus miembros,
pero que apenas si llegaron a sesio-
nar, pues el dia en que el coronel
.Lorenzo Latorre, ministro de Gue-
rra de Varela, se proclamo dictador,
el Parlamento se disolvio por si solo,
sin necesidad de decreto, convenci-
dos sus miembros de que en verdad
ni tenian ni habian tenido nunca
mandato de la soberania.
El 17 de enero de 1877, el dicta-
dor, a quien apoyaba la gran mayo-
ria del Partido Blanco y especial-
mente sus elementos conservadores,
hizo a Mariano Berro Jefe Politico
de Canelones, y Berro lo acompano
fielmente por todo el tiempo de su
dominacion irresponsable, desempe-
nandose como un funcionario traba-
jador y administrador excelente,
mientras apcyaba al gobierno de
fuerza reclutandole firmas y votos
para petitorios y maniobras de su
politica, junto con los jefes milita-
res blancos que habian seguido al
dictador.
Para la fecha en que abandond
su cargo, en marzo de 1880, el de-
partamento podia lisonjearse de con-
tar con multiples adelantos utiles
debidos al celo del delegado del eje-
cutivo, y la villa de Guadalupe, su
capital, con un comodo edificio para
asiento general de las oficinas pu-
blicas principales.
A partir de esta fecha no vuelve
a figurar Berro en la administra-
cion nacional, por mas que nunca
hizo abandono de su actividad de
partidario. En cambio, la nueva faz
de su vida es la que le va a ganar
un sitio en nuestrcs anales histori-
cos, convertido en hombre de cam-
po en su estancia de Vera en el de-
partamento de Soriano, y siendo en
todo sentido un eficientisimo factor
de progreso rural, ejemplo vivo por
el cuarto de un siglo, de los mila-
gros que puede llevar a cabo la per-
severancia y el afan inteligente de
un hombre.
Alternando con sus tareas de ca-
'banero, fue periodista redactor de
"El Telegrafo", diario aparecido en
Mercedes en 1893, desde cuyas co-
BER
BER
lumnas enseno el amor a los arbo-
les y a los animales, condenando la
crueldad campesina y propugnando
por el mejoramiento de las clases
desheredadas.
Con orientaciones filosoficas dis-
tintas a las del resto de su familia,
fue hombre de ideas emancipadas,
que participo en la fundacion y en
las actividades de la Union Liberal.
Fruto de su afieion a las ciencias
naturales — heredada de Larrafiaga a
quien tuvo por maestro — , es el her-
moso estudio sobre las Gramfneas de
Vera, aparecido en 1906.
Con anterioridad habia publicado
en 1900, y bajo el titulo de Ciudad
y Campo, una seleccion de sus ar-
ticulos periodisticos.
Asimismo fue autor de dos tomos
de "Notas para escribir la historia
civil y colonial" dadas a la imprenta
en 1895, donde se registran noticias
curiosas y, en 1912, publico tambien
"La Escuela antigua en Soriano",
contribueicn muy apreciable a la
historia de nuestra cultura.
BERTONET, Antonio ADOLFO
Maestro armero y mecanico fran-
ces, a quien se debe la introduccion
del telegrafo electrico en la Repu-
blica.
El general Melchor Pacheco y
Obes, agente diplomatico del gobier-
no de la Defensa, contrato sus ser-
vicios en Paris en 1849, para uiili-
zarlos en el Parque de Artilleria de
Montevideo.
Asimilado a sargento mayor, gra-
do superior al que tenia en su pais,
desempefib sus funciones hasta la
paz de octubre de 1851, despues de
la cual estableciose en la capital con
ramo de armeria y afines, habieudo
sido el contratista de la acufiacion
de la medalla militar otorgada a ios
vencedores de Caseros.
En el curso de un viaje a Frtn-
cia efectuado en 1854-55, estudio con
particular interes el invento mara-
villoso del telegrafo electrico, que
venia de ensayarse a traves del ca-
nal de la Mancha y de regreso a
Montevideo trajo consigo un equi-
po completo del mas perfeccionado
sistema telegrafico en uso.
Hombre de imaginacion, prociive
a colocarse al margen de la reali-
dad, su plan consistia en establecer
de inmediato la linea telegrafica que
uniera Montevideo y Buenos Aires.
Para dar una dempstracion publi-
ca y acabada del portento cientifi-
co, instalo una red aerea proviso-
ria en un trayecto aproximado de
mil metros y el domingo ?3 de ju-
lio de 1855, Montevideo asistio a la
primer prueba de comunicaeion por
telegrafo electrico realizada en eJ
Rio de la Plata, con la presencia
del primer magistrado 6" la Repu-
blica general Venancio' Flores, del
ministro frances M. Maillefer y de
altos funcionarios publicos.
El exito completo que norono el'
ensayo hacia prever que la micia-
tiva de utilizar el nuevo sistema a
traves del Plata, conforme al pen-
samiento de Bertonet, era una co-
— 200 —
r
BER
BER
sa de realizacion segura, pero a pe-
sar de la buena propaganda de la
prensa y del concurso que se le ofire-
cio al "magister artium" por alp.u-
nos particulares, la empresa no se
pudo financiar.
Bertonet, por otro lado, no se
distinguia por su perseverancia y
pronto nuevas actividades eomer-
ciales aqui y en la capital porte-
fia, lo llevaron por otros caminos.
Embarcado en un importante ne-
gocio de armas, pues tambien esta-
blecio casa de este ramo en Buenos
Aires, emprendio un nuevo viaje a
Europa y fallecio en su pals nativo
a poco de llegar.
BERTRAN, Fermin EDUARDO
Militar, diputado y politico, cuya
vida desconcertante y agitada, tan-
to como su fin tragico, lo eterniza-
ron en los fastos de nuestro pa-
sado.
Hijo del comerciante catalan Cris-
tobal Bertran y de Felicia Pefia, na-
tiva de Soriano, vi6 la primera luz
en el Cordon de Montevideo el 11
de octubre de 1821.
Frecuento los buenos colegios de
su epoca, donde se hizo de la pre-
paracion solida que su padre desea-
ba utilizar para que lo sucediera en
el giro de sus negocios, pero el hijo,
de caracter vivo y voluntarioso, to-
mo otros rumbos.
Soldado de la Defensa de Monte-
video, junto con Fernando Torres,
a quien debia ligarlo despues estre-
cha amistad y parentesco, fue par-
ticipe de las disidencias internas del
Partido Colorado y, enrolado como
elemento de accion en el grupo que
se denominaba conservador, que era
la fraccion principista, los votos del
departamento de Canelones lo lle-
varon a la camara de diputados en
1855. Desde alli, con sus correligio-
narios el Dr. Jose Mufioz y To-
rres, hizo cerrada oposicion al go-
biemo del general Venancio Flores,
combatiendolo despues con las ar-
mas en la mano, en los alzamien-
tos civicos del 28 de agosto y del
25 de noviembre de 1855. Con tal
motivo, el gobierno de Manuel Ba-
silio Bustamante declaro a los tres
diputados responsables de las conse-
cuencias que pudiera ocasionar la
perturbacion de la tranquilidad pu-
blica. Dominada la tentativa revo-
lucionaria, abandono el pais y, en
esta situacion, un decreto de 11 de
enero de 1856, le prohibi6 — a la
par de sus colegas — regresar al pals
mientras las camaras no resolvieran
sobre el caso, considerandolo como
peligroso para la paz. Pero el 29 de
febrero, ultimo dia del interinato de
Jose M? Pla, este derogo el decreto
de destierro y los diputados pudie-
ron reintegrarse a la camara con
acuerdo de esta.
No estaba Bertran en la Republica
— en viaje por California — a la ho-
ra que se alzo en armas el general
C<§sar Diaz en 1857, pero cuando el
general Venancio Flores revolucio-
no el pais seis anos mas tarde, ol-
vidando viejas rivalidades, incorpo-
— 201 —
BER
BER
r6se a Ias filas de la Cruzada Li-
bertadora, siendo de los que va-
dearon el Uruguay, a las ordenes
del coronel Enrique Castro, el 30 de
setiembre de 1863, como infante y
con grado de capitan.
Vencedora la revolucion, Flores,
erigido en dictador, prolongando ex-
cesivamente su gobierno de facto, se
enajeno, por esta razon. muchas sim-
patias de los que habian sido sus
partidarios.
Algunos hasta llegaron a conspi-
rar contra su antiguo caudillo, y
Bertran estuvo entre ellos. Exaltado,
■como si toda la vieja fobia florista
hubiera reverdecido, convirtiose en
enemigo del Gobernador Provisorio
■y en ese estado de espiritu — hombre
■sin suficiente control como era —
■planeo y puso en ejecucion, valien-
dose de dos austriacos de apellido
Neumayer, que actuaron como "tec-
nicos", la excavacion de una mina
con carga de polvora, que debia ex-
plotar debajo del despacho de Flo-
res, en el Fuerte de Gobierno.
La trama, por gran suerte, se des-
cubrio a tiempo el 30 de junio de
1867. Bertran pudo ganar el Brasil,
permaneciendo en la emigracion
hasta que en el gobierno de Ellauri,
en 1873, regreso al pais, amparado
por todas las garantias que le ase-
guraba un magistrado respetuoso de
las leyes.
En retribucion de estas- garantias,
Bertran tomo partido contra Ellauri
y la parcialidad politica que lo apo-
yaba, fue un factor coadyuvante del
motin de 1875, y a fines del ano se
le halla en Buenos Aires, encargado
por el gobierno de Varela de es-
piar a los emigrados uruguayos y
dar cuenta de sus actividades re-
volucionarias.
El regimen dictatorial del coronel
Latorre, regimen ferreo subsiguiente
al desquiciado periodo de Varela,
frustro quien sabe que esperanzas
de nuestro agitado conciudadano,
pronto siempre a la protesta y a la
amenaza y poco cuidadoso de ocul-
tarlo.
Pero el Gobernador Provisorio era
persona muy distinta del presidente
Ellauri, y, con proposito de hacer
un escarmiento que a la vez demos-
trase sus rumbos de futuro, deter-
mino la eliminacion de Bertran por
estilo tremendo.
El 10 de abril de 1876, a pleno
sol y en una calle centrica de Mon-
tevideo, el agitado ex - comandante
fue mortalmente herido a punaladas
y tiros por el ayudante mayor Va-
lcntin Martinez, oficial del 59 de
Cazadores y por un soldado del mis-
mo cuerpo, de cuyas consecuencias
fallecio tres dias despues sin haber
recobrado el conocimiento. (Ver Va-
lentin Martmez).
Con la muerte de Eduardo Ber-
tran, dispuesta por Latorre y lleva-
da a cabo sin misterio y a corta
distancia de la Casa de Gobie-rno, se
inauguro la funesta serie de ejecu-
ciones extra-legales de la dictadura
del famoso Coronel que habia de
ensombrecer su memoria.
— 202 —
BES
BES
BESNES E IRIGOYEN, JUAN
MANUEL
Caligrafo, en lo que Uamariamos
su titulo oficial, fue — en subsidio —
litografo, topografo, dibujante, acua-
relista y maestro de escuela.
Temperamentalmente, sin embar-
go, era un dibujante que rayo casi
en grafomano. De haber tenido pre-
paracion suficiente, a empuje de su
tenaz voluntad de trabajador, qu;en
sabe a donde habria llegado en li-
des de dibujo y pintura. Asi y to-
do, ha sido el mejor documentador
grafico de nuestro pasado.
Vasco espanol nacido en San Se-
bastian, el 12 de julio de 1788, lle-
go a Montevideo en mayo de 1809.
Maestro en caligrafia, las autorida-
.des espafiolas le dieron quehacer en
las oficinas del gobierno de la ciu-
dad y concluidas las dominaciones
hispana y luso-brasilefias, quedo Bes-
nes e Irigoyen incorporado a nues-
tra sociabilidad en forma definitiva.
Alterno sus actividades entre la di-
reccion de varias escuelas, princi-
piando por la de la Sociedad Lancas-
teriana, en 1823 y las tareas de deii-
neador de la Comision Topografica.
El 14 de enero de 1839, el gene-
ral Rivera lo hizo vocal de dicho
instituto, al que con el tiempo He-
garia a presidir y en el cual obtuvo
su jubilacion en julio de 1857.
Iniciado por el belga Jose Gielis
«n el arte litografico en el afio 1838,
fue dueno de un establecimiento de
esta clase y se le designo litografo
del Estado en 1843, recien comen-
zado el sitio de Montevideo.
Permanecio durante los duros
afios del asedio dentro de los mu-'
ros de la capital, en contacto con lo
mas distinguido de nuestros hom-
bres y con los esclarecidos extran-
jeros que la barbarie rosista habia
dispersado y vivian refugiados en
nuestra ciudad.
Fue miembro de Ia Honorable
Asamblea de Notables en 1850, del
Instituto de Instruccion Piiblica al
crearse en el afio 1857 y del Consejo
Universitario.
Tocole, dada su gran competencia
en la materia, el ingrato cometido
de actuar en el peritaje de los pa-
peles que llevaron al comerciante
montevideano Luis Baena ante el
Consejo de Guerra, acusado de en-
tendimiento ccn el enemigo y, por
el fallo sin discrepancia de los dos
expertos, los cuales manifestaron
que la letra era semejante a la del
inculpado, Baena fue fusilado al
otro dia, en octubre de 1843. Bes-
nes e Irigoyen, incapaz de matar
una mosca, cayo enfermo de resul-
tas del fatal informe.
Cultivo sus aficiones caligraficas
hasta 'avanzada edad, existiendo tra-
bajos suycs ejecutados a los 74 y
75 anos, cuyos trazos son una ma-
ravilla de limpieza.
Verdadero ilustrador de ios pri-
meros cincuenta anos de la vida
uruguaya, el aporte de Besnes e Iri-
goyen a la iconografia historica r.a-
BES
BET
cional no tiene precio, aun dentro
de la imperfeccion que campea en
sus dibujos y de la deficiencia ccn
que se desempefiaba en el retrato.
Sus croquis, sus esbozos apenas,
sus perfiles, sus notas a medias,
junto con sus litografias retocadas
seguramente por mano ajena, sus
series de acuarelas y sus trabajos a
pluma, constituyen el archivo mag-
nifico donde con la ingenuidad y la
verdad de un primitivo hay que ir
a documentarse respecto a figuras,
aspectos y cosas del pasado nuestro.
Por mano suya sabemos desde el
aspecto de la Plaza Matriz cuando
se juro la Constitucion el 18 de
julio de 1830, hasta los pequefios
sucesos capitalincs, pasando por lo
que pueda interesar en las dos pri-
meras presidencias, el Sitio de Mon-
tevideo — ampliamente ilustrado en
todos sus aspectos — y los periodos
subsiguientes. Ademas, es autor de
un notable diario de viaje al Du-
razno en el ano 1839 y otros de me-
ncr cuantia, en que anota sus visi-
tas a Buenos Aires y a San Fer-
nando (R. A.), en 1852, al deparla-
mento de Florida en 1855 y a San
Jose el ano siguiente.
Asimismo se conservan gracias al
lapiz de Besnes, los rasgos fisono-
micos de cierto niimero de proce-
res y de personas destacadas de las
primeras epocas patrias.
Como nada debia escapar a sus
actividades plasticas, ni siquiera fal-
ta en la obra de Besnes e Irigoyen
labor de escultor, conforme lo cer-
tifican los marmoles tumbales exis-
tentes en el Cementerio Central.
Atacado de una violenta pleuie-
sia en el invierno de 1865, fallecio
el 21 de agosto en una casa de su
propiedad, que todavia, con un piso
alto afiadido, se conserva mas o me-
nos como era entonces en la calle
Reconquista casi esquina Ituzaingo
y senalada en su epoca con el nu-
mero 176.
Puede verse para ampliacion de
r.oticias: J. M. Ferndndez Saldana.
"El dibujante J. M. Besnes e Irigo-
yen". 54 pdginas. Montevideo, 1919,
inserto tambien &n la revista del
Instituto Historico y Geogrdiico del
Uruguay, y en la misma, un estudio
de Horacio Arredondo con muchas
ilustraciones.
BETANCUR, NORBERTO
Sacerdote, de los primeros uru-
guayos formados en Roma.
Nacido en Canelones el 6 de ju-
nio de 1841, hizo parte del grupo
de seis seminaristas compatriotas
que por su contraccion y lo aventa-
jados en el estudio, el Provisor Ecle-
siastico Vera envio en el afio 1863 a
formarse en el Colegio de Santa Fe,
en la Republica Argentina.
En octubre de 1869 partio para
Europa conjuntamente con Monse-
nor Vera a completar sus conoci-
mientos en el Colegio PIo Latino-
Americano de Roma. Interno en el
establecimiento, Betancur hizo tres
anos de carrera, dejando buen re-
cuerdo de su paso.
De regreso en el pais, logro un
puesto espectable entre el clero de
BLA
BLA
la epoca, figurando ccmo uno de los
tres sacerdotes catolicos que el dieta-
dor Lorenzo Latorre — de quien era
adicto partidario — hizo elegir co-
mo diputados en las camaras de
1879, siendo sus colegas Pedro Ira-
susta y Mariano Soler, este ultimo
compafiero de carrera.
Concluido su periodo parlamen-
tario — representante por Florida —
sin particular destaque en sentido
alguno, no volvio mas a la eamara.
Cura parroco del Cordon de Mcn-
tevideo, fue elemento de militan-
cia contra las leyes de estado civil
y la orientacion liberal del gobier-
no del general Santos.
Conservo Norberto Betancur hvs-
ta el fin de su vida un exterior ti-
pico de criollo antiguo, del cual ha-
cia gala, subrayandola con modali-
dades y aspectos que le valieron el
sobrenombre, a la vez carinoso y
popular de "el cura gaucho".
Parroco de la iglesia de San Jose,
falleeio en ese cargo el 15 de no-
viembre de 1919 y una placa de bron-
ce con su busto recuerda en la iglesia
principal de la ciudad, el celo y la
dedicacion de Betancur al servicio
de su causa.
BLANCO, JUAN BENITO
Ciudadano cuyo nombre se vin-
cula al nacimiento y primeras epo-
cas de la patria, constituyente de
1830, ministro, legislador y alto fun-
cicnario.
Natural de Montevideo, donde na-
cio el 30 de abril de 1789, prema-
turamente huerfano de padre, hii-
ciose en la vida como soldado cuan-
do a los diecisiete anos, alistado en
un cuerpo de Voluntarios marcho en
el ejercito expedicionario que iba a
reconquistar Buencs Aires tomada
por los ingleses, en 1806.
De regreso a su ciudad, la expe-
dicion invasora del ano 1807 lo pu-
so en el trance. de empunar nueva-
mente las armas y fue herido de
consideracion en el asalto y toma
de la plaza el 3 de febrero.
Tenido por revolucionario, las au-
toridades espanolas lo redujeron a
prision en el ano 10, apenas pro-
nunciados los primeros sintomas del
alzamiento nacional, pero recobro la
libertad un tiempo despues y en
1811 pudo abandonar Montevideo
para unirse a los patriotas, prestan-
do servicios militares y siendo actor
en la batalla del Cerrito y en ios
dos sitios de la capital.
Instituido el primer gobierno pa-
trio fue electo regidor del Cabildo
de Montevideo y Otorgues le con-
fio la tarea compleja de reorgani?.ar
las principales oficinas publicas, ha-
ciendolo reconocer al mismo tiempo
como jefe del Cuerpo Civico (1814-
1815).
Sojuzgada la provincia por los in-
vasores portugueses, acepto el nue-
vo estado de cosas que impom'a la
brutalidad de los hechos imperan-
tes, procurando, mientras no llega-
se la hora de la revancha, hacer lo
mas llevadera posible aquella negra
noche.
Fiel ejecutor del Cabildo de la
Cisplatina, Blanco propugno por la
BLA
BLA
reorganizacion del Hospital de Ca-
ridad y la Casa de Expositos, im-
pulsando mejcras urbanas de im-
portancia como el pavimento de las
calles, etc.
Su afanoso cuidado por los intere-
ses comunales y la discrecion con
que ocultaba sus sentimientos, pro-
bablemente, lo llevaron al lamenta-
ble exceso de ser uno de los firman-
tes de la oprobiosa acta secreta
de 30 de enero de 1819, por la cual
el Cabildo entregaba un pedazo con-
siderable del territorio patrio, al Nor-
te del Arapey, a cambio del faro que
Lecor iba a hacer construir en la
isla de Flores. Pero, asimismo, na-
da fue suficiente para darle pa-
tente limpia ante las autoridaties
imperiales, de tal modo que no bien
se tuvo noticia de la expedicion li-
bertadora de Lavalleja en 1825, lo
prendieron el 30 de abril, retenien-
dolo en la carcel hasta el momento
en que por descontarse como segu-
ro el triunfo fue puesto en libertad
y se ausento con los suyos pc-ra
Buenos Aires.
Electo diputado por Paysandu en
1826 y representante de Colonia en
la Asamblea Constituyente, firma
entre los que aprobaron la Carta
de 1830.
Diputado por Montevideo en la
primera legislatura de la republica
independiente, estuvo mezclado en
los primeros movimientos lavallejis-
tas, por cuya causa el Poder Ejecu-
tivo io declaro suspendido en sus
ftmciones, aunque legalmente signi-
ficara una demasia. El 14 de enero
de 1834, en la presidencia del ge-
neral Rivera, ocupo el puesto de Al-
calde Ordinario de la capital, y el 1"
de abril de 1835, apenas tpmado po-
sesion del segundo gobierno consti-
tucional el general Oribe, lo desig-
no Jefe Politico del departamento de
Montevideo. Una serie de medidas
progresistas y acertadas que recuer-
dan al cabildante de la Cisplatina,
entre las que destacan el cambio de
destino de la vieja Ciudadela espa-
nola convertida en mercado y la
ubicacion del nuevo cementerio, co-
rresponden al periodo jefaturial de
Juan Benito Blanco.
Contador General del Estado por
decreto del 10 de cctubre de 1836,
Oribe le confio el ministerio de Re-
laciones Exteriores el 6 de agosto
de 1837, puesto que retuvo a su
cargo hasta el 1° de setiembre de
1838, fecha que entro a sustituirlo
el doctor Carlos Villademoros.
El gobierno estaba conmovido en
esa epoca por una seria ' revolucion
que sostenia en campafia el geneial
Fructuoso Rivera, lo cual estenli-
zaba de antemano, virtualmente, las
gestiones que solo prosperan al am-
paro de la paz.
Cuando Oribe hizo renuncia del
mando y sc alejo del pais en oc-
tubre de 1838, su ex-ministro cre-
yose en el caso de coparticipar de
la suerte del Presidente y abandono
a su turno la Republica.
La nueva vida en el extranjero y
los profundos disgustos que le b.a-
bian ocasionado los recientes suce-
sos politicos, repercutieron casi en
seguida en la salud de Blanco anu-
blandole la razdn.
— 206 —
BLA
BLA
Ante esa triste eventualidad, el
vencedcr general Rivera, que desde
luego no lo habia hecho objeto de
la minima persecucion, fue ei pri-
mero que se empefio para que el do-
liente patricio se reintegrara a su
ciudad natal.
Una vez en Montevideo, retirado
en su casa, sin obtener nada mas
que alguna mejoria pasajera, su
existencia se prolongo hasta el 3 de
mayo de 1843.
BLANCO, JUAN CARLOS
Ministro de Estado, legislador y
hombre politico. Prestigiosa figura
nacional, este eminente ciudadano
fue hijo de sus obras. Contaba na-
da mas que doce afios — nacido en
Montevideo el 15 de setiembre de
1847 — cuando 2u madre Rita Fer-
nandez, emparentada con la fami-
lia del vicario apostolico de este
apellido, quedo viuda con un hijo
y una hija. El padre, Pablo Blan-
co, comerciante espafiol, no habia
dejado bienes y fue preciso comen-
zar la lucha por la vida en con-
diciones estrictas, para valerse a si
mismo y a los suyos.
Alumno de los Escolapios, ingre-
so a la Facultad de Derecho en 1865,
afio en que, a raiz de la victoria
del general Flores, fue nombrado
adjunto al Ministerio de Relacio-
nes Exteriores y luego auxiliar en
propiedad el 26 de mayo. Oficial l 9
el 13 de febrero de 1868, acompa-
fio, con retencion de su empleo, al
doctor Adolfo R.odriguez, como se-
cretario de su mision diplomatica a
la Argentina.
Paralelamente a la carrera ofici-
nesca iba adelantando con notorio
exito en los estudios de dere-
cho hasta licenciarse en jurispru-
dencia en 1870. Ese mismo afio,
cuando los ejercitos revolucionarios
de Timoteo Aparicio aparecieron
frente a Montevideo, Juan Ciarlos
Blanco tuvo su hermosa hora de
soldado. Ayudante del ministro de
Gobierno Fernando Torres, en el ata-
^ que del ejercito gubernista a la Vi-
lla de la Union el dia 29 de no-
viembrc, recorrio varias veces la 11-
nea de pelea bajo el fuego enemi-.
go, trasmitiendo ordenes a los je-
fes de distintas unidades, con la
serenidad de un veterano.
Juez de Comercio despues de la
Paz de abril de 1872, dejo la ma-
gistratura para ingresar en 1873 co-
mo diputado por Montevideo en la
11 ? legislatura, la mas brillante que>
hasta esa fecha se hubiera visto en
la Republica.
En la lucha presidencial del l 9
de marzo de 1873, luego de haber
lanzado en un discurso la candi-
datura del doctcr Juan Carlos G6-
mez, formo parte del grupo que pro-
pugnaba por la del doctor Jose M ?
Munoz.
Despues de un ano de ejercicio
renuncio su banca "por no poderle
pi-estar la dedicacion necesaria",
aunque en verdad era por no que-
rer seguir actuando en una asam-
blea anarquizada e inutil para la ac-
cion constructiva. .
Vencida la Revolucion Tricclor a
— 207 — -
BLA
BLA
fines de 1875 e iniciado ya el go-
bierno dictatorial del coronel Lato-
rre, el Tribunal nombro al doctor
Blanco, Juez de Comercio en mar-
zo de 1876, pero este hizo saber a
la autoridad judicial la imposibili-
dad en que se hallaba de aceptar
el cargo, pronto a esas horas para
ausentarse del pais.
La ausencia duro poco y en el
sombrio periodo de la dictadura en-
tro de lleno en el movimiento a la
vez intelectual y cfvico que se or-
ganizo, teniendo por centro primo
el Ateneo, donde dicto la catedra
de filosofia y del que luego fue
presidente. Por esa epoca, desafi-
liado del coloradismo para formar
en el nuevo partido denominado
Constitucional, las grandes condi-
ciones oratorias de Blanco lo fue-
ron sefialando con realce singular y
su prestigio se acrecento mucho en
las campafias opositoras de la • pre-
sidencia de Vidal. Su sobresaliente
discurso del 7 de mayo de 1881 en
la asamblea constitucionalista del
Skating-Ring, dcnde dirigio la pa-
labra a la concurrencia desde el
palco balcon donde se hallaba, es
acaso el mejor de cuantos haya pro-
nunciado. Digno de cita es tambien
el que dijo en el cementerio cuan-
do iba a darse sepultura al tipo-
grafo Fontan, asesinado por las tur-
bas la ncche en que fueron asal-
tados los diarios opositores. Al fi-
nal, la oracion funebre vino a con-
vertirse en un formidable alegato
condenatorio para los hombres que
gobernaban el pais.
Emigrado en Buenos Aires, fue
cclaborador en los trabajos del mo-
vimiento revolucionario que conclu-
yo en la jornada de Quebracho el
31 de marzo de 1886. A raiz de la de-
rrota, volvio al pais sin atinar como
se lograria salir del paso despues
de aquel supremo y esteril esfuer-
zo, pero convencido de que era in-
util tentar fortuna por las armas.
La solucion pacifica era precisa-
mente la que tenia que venir y fue
la que trajo el avenimiento politico
de noviembre con el denomlnado
Ministerio de la Conciliacion, cuan-
do el presidente, general Maximo
Santos, llamo a sus enemigos de la
vispera a cclaborar en el gobierno en
un espontaneo cuanto historico y
feliz arranque de concordia nacio-
nal.
Juan Carlos Blanco consintio en
formar parte del gabinete toman-
do a su cargo la cartera de Relacio-
nes Exteriores. Ministerio cortisimo
por su duracion de cincuenta y dos
dias, duro lo bastante para cambiar
los destincs de la republica, colo-
candola en el camino de la reaccion
civilista.
Votado en 1888 para integrar la
16 ? legislatura, hizo renuncia de la
diputacion sin incorporarse a la Ca-
mara. Tampoco acepto una mision
diplomatica a los Estados Unidos,
contentandose con tomar a su car-
go la catedra de Derecho Civil en
la Universidad, mientras se contraia
a las tareas de su abandonado es-
tudio.
Incorporado a la politica militan-
te como opositor en la administra-
cion de Idiarte Borda en 1897, se
— 208 —
BLA
BLA
reintegro al Partido Colorado en cu-
yas filas habia servido en su ju-
ventud, para convertirse en una de
las primeras figuras del movimien-
to que enfrentaba el regimen poM-
tico de la hora y su calida palabra
volvio a oirse en medio de clamo-
rosos aplausos en las reuniones del
Teatro Cibils.
La tragica muerte del presidente
Borda ocurrida el 25 de agosto de
1897, basculando repentinamente la
situacion politica, coloco al doctor
Blanco y a sus companeros de cam-
pana en el campo gubernista, en
apoyo de la fraccion del 'partido que
acompafiaba a Juan Lindolfo Cues-
tas, presidente del Senado en ejer-
cicio del Poder Ejecutivo. Los su-
cesos llegaron a desembocar en el
golpe de Estado del 10 de febrero
de 1898 y disueltas las Camaras
que negaban sus votos a Cuestas,
para ser sustituidas por un Consejo
de Estado, Cuestas dictador nombro
al doctor Blanco para presidirlo. Di-
ficilisima fue la situacion en que el
ilustre hcmbre piiblico llego a en-
contrarse despues de los sucesos mi-
litares del 4 de julio, en que in-
tervino como mediador y creycee
obligado a renunciar su cargo el
dia 6, cuando el gobernante de fac-
to violo las condiciones ajustadas
por su mediacion y en vista de las
cuales los militares en armas acep-
taron deponerlas, finalizando el
combate que ensangrentaba las ca-
lles de la capital. Veinte dias des-
pues el doctor Blanco retird su re-
nuncia, volviendo a presidir el Con-
sejo de Estado.
Actitud de manifiesta debilidad,
fue causa de general asombro y vi-
no a redundar en grave perjuicio
para su prestigio. Ese dia, puede de-
cirse, principio la declinacion de su
estrella politica. Sin embargo, la
consigna en el momento para hom-
bres y ■ partidos era contemporizar
con un gobernante autoritario e im-
pulsivo que disponia a su antojo de
las fuerzas armadas, habilmente
puestas en manos de elementos su-
balternos, sin mas prestigio militar
que el que pudiera venirles del
mando que el gobernante les daba
o les quitaba.
Al restablecerse la normalidad
constitucional, en marzo de 1899, el
doctor Blanco, electo por el depar-
tamento del Salto, ocupo una ban-
ca en el Senado, fue su presidente
en tres periodos y cuando la suce-
sion de Cuestas hubo de plantear-
se, se vio en el uno de los candi-
datos viables para presidir la Re-
publica en el cuatrienio 1903-1907.
Su nombre se identificaba con la
tendencia que buscaba salir de la
terrible y peligrosa situacion a que
habia conducido al pais la politica
de contemporizar a todo trance, pa-
ra lo cual la candidatura asequible
requeria tener base en los dcs par-
tidos tradicionales donde se repar-
tian los sufragios. No pudo conse-
guirla entre los colorados donde so-
lo reunio siete electores al firme y
en el sector nacionalista, la mayo-
ria, en ocultos entendimientos con
Cuestas, pretendia elegir sorpresiva-
mente a Eduardo Mae-Eachen, hom-
bre anodino, candidato de Cuestas
— 209 —
14
BLA
BLA
y de Aparicio Saravia, caudillo mi-
litar del Partido Nacionalista. F.l
cisma provocado en este partido por
esa politica tortuosa e inhabil, per-
mitio o mas bien dicho decidio el
triunfo de Jose Batlle y Ordonez
en la votacion del l 9 de marzo de
1903, electo por el sector colorado
y un grupo de legisladores naciona-
listas disidentes.
Blanco, cuyo mandato senaturial
habia terminado quince dias antes
de esta fecha, entro a formar par-
te del Directorio del Banco de la
Republica en el mes de mayo y en
enero de 1907 vino a presidirlo.
Reelecto para el cuatrienio 1908-
1912, no pudo llegar al termino de
su periodo. Victima de una prolon-
gada enfermedad, su existencia con-
cluyo el 13 de enero de 1910 en me-
dio del respeto de la ciudadania y
en la honrada pobreza en que ha-
bia vivido siempre.
BLANCO, JUAN ILDEFONSO
Ministro de Estado. legislador y
funcionario, nacido en las cercanias
de Montevideo el 31 de diciembre de
1812. Hijo del Constituyente Juan
Benito Blanco, hallabase este en el
campo sitiador de Montevideo, vi-
viendo con los suyos proximo al Ce-
rrito, en unos carretones del Parque,
y la venida al mundo del heredero
coincidio con la victoria patriota.
La vida publica de este ciudadano
se inicia despues de la paz del 8 de
octubre, cuando al reintegrarse el
pais a la norma constitucional, in-
greso a la eamara de diputados el
afio 1852, electo como representante
blanco por el departamento de Co-
lonia. En el trienio de su mandato
demostro particular versacion en
cuestiones hacendisticas y financie-
ras, circunstancia que tuvo en cuen-
ta el presidente Pereira para desig-
narlo Tesorero General de la Nacion
por decreto del 19 de febrero de
1858, reemplazando a Pedro Carve.
Mas tarde, el 12 de agosto de 1859,
por renuncia de Tomas Villalba, des-
empeho funciones de comisario inte-
rino del Banco Comercial. Convoca-
da ia Guardia Nacional, sirvio como
capitan en el 29 Batallon de Infan-
teria de Fernandez Echenique.
Bernardo P. Berro, Presidente de
2a Republica, lo Uamo a formar par-
te del Ministerio el 18 de setiembre
de 1862, confiandole la secretaria de
Hacienda, y con mas-fortuna politi-
ca que la mayoria de sus colegas,
alejados sucesivamente de sus res-
pectivas carteras, Blanco pudo con-
servar su alto puesto hasta el fin del
gobierno de Berro, el 15 de febrero
de 1864.
Cambiada a fondo la situacion del
pais a la victorfa de la revolucion
colorada del general Flores, Blanco
no figuro mas en cuestiones publi-
cas, dedicando sus actividades a la
implantacion y desarrollo de un sis-
tema de marcas y senales de ganado r
de su invencion, privilegio indus-
trial de gran importancia en nuestro
medio rural, que habia obtenido de
las camaras el ano 1859.
— ,210 —
BLA
BLA
Era por lo demas hombre de pre-
paracion general superior a la co-
rriente, que se ensayo en la pintura
de retratos y miniaturas, de las cua-
les han llegado hasta nosotros mues-
tras que certifican las condiciones de
un distinguido aficionado.
Cuando lo convocaron para ocupar
la senaturia de Florida en 1875, no
ingreso a la camara, y vino a fallecer
en Montevideo el 13 de agosto de
1889.
BLANCO, LUCIANO
Militar de la independencia, mue>
to con grado de coronel en la de-
fensa del pueblo de Salto, atacado
por las fuerzas oribistas del general
Servando Gomez en la G u e r r a
Grande.
En el mes de mayo de 1825 apa-
rece sirviendo a la Patria ccmo sar-
gento en el regimiento de Milicias de
entre rios Yi y Negro — denomi-
nacion primitiva de Durazno — que
mandaba Julian Laguna. Hallose en
la victoria de Rincon el 24 de setiem-
bre, a ordenes de Jose M. Rana.
Su primer ascenso al grado de
alferez lo obtuvo el 20 de octubre
del mismo afio.
Durante la guerra contra el Im-
perio, sirvio en la linea del Yagua-
ron con las milicias de Paysandu,
promovido a teniente 2° y al inde-
pendizarse la Republica ostentaba
galones de teniente primero para lle-
gar a capitan el ano 32. En junio
del 33 paso a servir en el Escuadron
de Escolta del presidente Rivera,
como sargento mayor, combatiendo
a los revolucionarios lavallejistas.
Elemento de probadisima adhesion
al general Rivera, fue uno de los
buenos jefes que tuvo a sus ordenes
en la revolucion llamada "Constitu-
cional" que encabezo en 1836-38 con-
tra el' gobierno del general Manuel
Oribe. Derrotado el jefe rebelde en
Carpinteria y obligado a dejar el
pais, Blanco logro mantenerse en ar-
mas en la region noroeste en ince-
santes hostihdades contra las fuer-
zas del general Britos.
Asimismo, facilito el regreso de
Rivera desde el Brasil, protegiendo
el nucleo de hombres con que reini-
ci6 la lucha, en octubre del 37, va-
deando el rio Cuareim. A la hora del
triunfo de Rivera, en octubre de
1838, se le halla como coronel. jefe.
del Escuadron N? 2', que funcionaba
de Escolta.
Agregado al Estado Mayor del
Ejercito de operaciones en la cam-
pana de 1839 contra el ejercito in-
vasor argentino que vino al pais a
las ordenes de Pascual Echagiie, tuvo
luego bajo su mando el 8 9 Escua-
dron de Milicias, a cuyo frente par-
ticipo de los laureles de Cagancha,
jornada en que el general entrerria-
no fue totalmente vencido el 29 de
diciembre.
En el curso de la Guerra Grande,
en operaciones en el litoral del Uru-
guay en 1846, tuvo el mando de las
fuerzas de Salto y Paysandu. Con
esos hombres, una vez que la Legion
Italiana regreso a Montevideo des-
BLA
BLA
pues de la victoria de San Antonio,
hizo un plantel de ejereito homoge-
neo y disciplinado, aiin a precio de
pasar por las armas a un capitan,
y reforzo las fortificaciones del de-
partamento de Salto, de cuya plaza
se habia hecho cargo el 5 de no-
viembre de 1846.
La superioridad, "en virtud de tra-
tarse de una fuerza respetable", dis-
puso que las fuerzas de Blanco pasa-
ran a denominarse a contar del 14
de diciembre de 1846, "2 9 Cuerpo de
Ejercito'', y en la misma Orden Ge-
neral se rinde homenaje a las virtu-
des y esfuerzos del jefe.
Servando Gomez, urgido por ofi-
cio del general Manuel Oribe, en
que, a 13 de diciembre, le ordenaba
que se contrajese a aniquilar las
fuerzas del Salto, llevo sus armas
contra la plaza fortificada por Ga-
ribaldi, el 6 de enero de 1847,
con gran numero de infantes y cua-
tro piezas de artilleria, en un consi-
derable esfuerzo.
Blanco, resuelto a la resistencia a
todo trance, recibio a tiros a los
parlamentarics y dando el ejemplo a
los suyos con su presencia en los
puestos de mayor peligro, expuso su
vida de tal forma que fue muerto
de un balazo al pie de un cahon, a
las 8 de la manana.
Su segundo, el mayor Mariano He-
roina, tuvo identica adversa suerte a
mitad de la tarde.
Al dia siguiente, el pueblo, perdi-
dos sus dos jefes, estaba en manos
del general Gomez y sufrio los rigo-
res del saqueo.
BL ANCO, SILVESTRE Eulogio Ra-
mon
Varon de la epoca de la indepen-
dencia, presidente de la Asamblea
Constituyente de 1830. Hijo de Juan
Blanco y de Maria del Pilar Perez
Valdez, portena, habia nacido en
Montevideo el 20 de diciembre de
1783 y era hermano por linea mater-
na de Francisco Lecoq.
Adicto a la causa patriota desde
los primeros momentos de la revo-
lucion, presto servicios en la epoca
artiguista en las distintas faces de
la lucha contra los espanoles, porte-
fics y portugueses.
Aceptando los hechos consumados
permanecio en Montevideo despues
que la provincia estuvo sometida al
yugo luso - brasilefio y en 1823 fue
electo miembro del Cabildo en fun-
ciones de defensor de menores.
Su cargo no le impidio seguir — a
la par de otros companeros colegas
municipes — empenado en la eman-
cipacion eventual del solar nativo y
en ese sentido existen documentos
en que luce la firma de Silvestre
Blanco, de los cuales resulta que se
emitio un emprestito voliintario
"para suplir los gastos que exigiera
la empresa de libertar la provincia
de la opresion de las armas del Bra-
sil".
Sublevado el pais a raiz de la cru-
zada de los Treinta y Tres, el 19 de
abril de 1825, e incorpcrada la Pro-
vincia Oriental a la comunidad re-
publicana de ultra Uruguay, confor-
— 212 —
BLA
me a la declaracion hecha por la
Sala de Representantes de la Flo-
rida el 25 de agosto de 1825, inme-
diatamente del pronunciamiento so-
berano en que reasumid la plenitud
de sus derechos, Blanco fue electo
diputado al Congreso General Cons-
tituyente de las Provincias Unidas
del Rio de la Plata en Sud Ameriea,
pasando a Buenos Aires conjunta-
mente con Mateo Vidal y Manuel
Moreno en clase de colegas.
La convencion preliminar de paz,
al cambiar totalmente el panorama
politico, una vez que transformaba
la Banda Oriental en republica in-
dependiente y soberana, significo f!
automatico cese de nuestros diputa-
dos en una corporacion que se con-
vertia en extranjera.
Blanco, votado por la jurisdiccion
de Montevideo en las elecciones pa-
ra miembros de la Asamblea Gene-
ral Constituyente y Legislativa del
nuevo Estado, ingreso a la Sala el
22 de noviembre de 1828, correspon-
diendole luego el honor de ser elec-
to presidente del benemerito cuer-
po cuando se procedio el dia 24 a
nombrar la mesa definitiva. Lo lle-
vaban al puesto, antes que su distin-
cion intelectual o calidad de hombre
de leyes, sus saneados antecedentes
de patriota y su serena equidistan-
cia de los grupos, prefiriendosele a
otros colegas que destacaban pre-
paracion juridica y calidad oratoria
muy superiores a las suyas. Su fir-
ma es la primera al pie de la Cons-
titucion del ano treinta y en el Ma-
nifiesto a los pueblos.
El departamento de la capital lo
invistio con su representacion para
la primera legislatura ordinaria de
la Republica en 1830.
Sefialado como elemento revolu-
cionario cuando la sublevacion del
general Lavalleja, decreto el Poder
Ejecutivo que le suspendia en sus
funciones legislativas, al mismo
tiempo que a su colega Juan B. Blan-
co y al senador Miguel Barreiro, pe-
ro la cuestion no paso de ahi.
Dividida la opinion en parcialida-
des politicas, como tenia que suce-
der, apenas comenzado el aprendi-
zaje de la vida republicana, Blanco,
que no fue reelecto diputado, conto
entre los elementos no adictos al
general Rivera, y aunque no tuvo
intervencion muy activa en filas
opositoras, no se vio libre tampoco
de los ataques periodlsticos en las
personalisimas polemicas entre "La
Matraca" y "La Diablada", en las
cuales el tambien vino a sacar su
apodo.
Fallecio en Montevideo el 25 de
mayo de 1840, un tanto olvidado, pero
en la hora final, prescindiendo de
toda consideracion politica subalter-
na, se reconocio, en forma "nanime,
la honradez intachable de su vida.
BLANCO ACEVEDO, PABLO
Historiador, ministro y diputado.
Era hijo del Dr. Juan Carlos Blan-
co y de Luisa Acevedo, nacido en
Montevideo el 23 de agosto de 1880.
Despues de seguir estudios secun-
— 213 —
BLA
BLA
darios ingreso en la Facultad de De-
recho donde obtuvo tftulo de aboga-
do. Curso los arios preparatorios y
los superiores sin ningun apresura-
miento, dedicando el tiempo que
quiso a materias de su particular
predileccion y todavla no estaba
bacbillerado cuando dio a la im-
prenta un compendio escolar de his-
toria uruguaya, del que debian ha-
cerse varias ediciones.
Doctor en leyes, casi no ejercio
la carrera, pues los dias de su corta
vida se repartieron entre las tareas
y solicitaciones de la politica y sus
trabajos de investigacion historica
que absorbian sus horas de estudio-
so, reposado y asiduo.
Suplente de diputado por el de-
partamento de Treinta y Tres, se
incorpor6 a la camara en 1913, y
al concluir su periodo volvio a ella
en la lista de Montevideo en 1914
y en la de Paysandii en 1917.
Ministro de Instruccion Publica
el 11 de diciembre de 1922, retuvo
el cargo hasta marzo de 1925, ha-
ciendo una ponderada gestion.
Los sucesos politicos de 1933, que
sacaron al pais del carril constitu-
cional vinieron a alejarlo de la vi-
da publica, a la vez que le da-
ban entera libertad para entregarse
— en plenitud de sus facultades — a
los trabajos historicos, como los que
tratan sobre el Federalismo de Ar-
tigas y la Independencia Naciona^
el Gaucho y su formacion social,
etc. Una de sus obras merece par-
ticular mencion y es la que ver-
sa sobre "El Gobierno Colonial
en el Uruguay y los origenes de la
nacionalidad", estudio en que el
autor demuestra amplia posesion del
tema, abordado en su fondo y con
criterio sereno, sin extraviarse en
el terreno de las garrulerias subal-
ternas de los cabildantes ni darse a
la exaltacion de funcionarios menos
que mediocres, guiado por tenden-
cias sectarias inferiorizantes.
Una doleneia cuya naturaleza no
hacia sospechar gravedad inminen-
te, abati6 al conceptuado investiga-
dor, de un modo tan brusco como
prematuro, el 30 de noviembre de
1935.
En el aiio 1939, la senora Eosina
Perez Butler, su viuda, instituyo
con el nombre de su esposo y dota-
do con verdadera largueza, el pri-
mer premio permanente que se ha-
ya constituido en el pais para esti-
mulo de los estudios de historia pa-
tria. La adjudicacion es bienal y de-
be ser discernida en el aniversario
de la muerte del historiador.
BLANES, JUAN LUIS
Hijo primogenito del pintor de
este apellido y el primero de nues-
tros escultores en orden de tiempo,
sin que ello signifique que solo ten-
ga clasificacion cronologica, pues
fue un verdadero artista poseedor
de recomendables y promisoras cua-
lidades, al que una temprana muer-
te tragica impidio recorrer el bello
ci'clo que parecia reservarle el des-
tino.
Habia visto la primera luz el 21
de mayo de 1855, en Montevideo.
— 214 —
BLA
BLA
aunque su bautismo tuvo lugar en
la Villa del Salto.
A bien decir, fueron pocos afios
los que dedico firmemente a su ca-
rrera de escultor, despues de "di-
letantear" mucho en modelado y en
pintura en ambas capitales platen-
ses, conforme a los conocimientos
adquiridos en Europa.
Empezaba a ser figura de relieve
cuando'" la fatalidad se interpuso de-
cisiva. Recien habia fcrmalizado el
contrato para la estatua de Artigas
en la ciudad de San Jose y estaba
pronto para embarcarse rumbo a
Italia a vigilar la fundicion, al ocu-
rrir su muerte.
Otro encargo — pero este oficial
y de mayor significacion — el mo-
numento a Joaqufn Suarez, halla-
base todavia en bcceto reducido a
tres cuartos del natural y fue ne-
cesario que el resto de la ejecu-
cion corriese de cuenta de su pa-
dre y verdadero maestro.
El "Artigas" de Juan Luis Bla-
nes alzado en una plaza de San Jo-
se y reproducido en estos ultimos
afios en copias que se distribuyen
por las principales ciudades del pais,
es una hermosa interpretacion de la
figura del caudillo en los tiempos
de lucha, correcto de lineas y con
pleno y limpio caracter de estatua
popular exenta de interpretaciones
y de achaques de escuela.
La estatua de Joaquin Suarez, co-
rrecta y bien plantada, posee algo
de la serena gravedad del ilustre
procer.
Pequefio bagaje artistico — si bien
se mira — dos estatuas alrededor de
las cuales solo se pueden agrupar
"La cebadora de raate". 'Abayuba",
"El baquiano de los Treinta y Tres"
y otras cosas menores, para repre-
sentar un escultor. pero ellas, asi
en su parvedad, son elementos de
juicio bastantes para formar crite-
rio y fundar juicio.
Debese al pincel de Juan Luis
Blanes, pues tiene cierta limitada
produccion pictorica, un cuadro de
aventajadas dimensiones, represen-
tativo de la rendicion del jefe es-
pafiol Posadas en la batalla de Las
Piedras, existente en el Museo de
Bellas Artes de Montevideo, pero es
una obra muy secundaria desde
cualquier punto de vista, que nun-
ca llego a terminar.
En pleno tren de trabajo, conven-
cido de que tenia que emplearse
a fondo por recuperar los afios en
que, indeciso y falto de voluntad, tal
vez penso en buscar otras rutas
ajenas al arte, Juan Luis Blanes vi-
no a morir en Montevideo, la ma-
fiana del 18 de marzo de 1895, vic-
tima de un fatal accidente del tran-
sito.
BLANES, JUAN MANUEL Victo-
rino
Pintor de calidad superior, uno de
los completos y firmes valores artis-
ticos americanos.
Nacido en Montevideo el l 9 de ju-
nio de 1830, sus padres, gente de
condicion modesta, pensaron desti-
narlo al comercio, pero el muchacho,
sunque demostro desde temprano
— 215 —
BLA
BLA
aficiones artlsticas, tuvo que apren-
der un oficio y se hizo tipografo
para ganarse la vida, trabajando en
la imprenta de "El Defensor de la
Independencia Americana", hoja que
se publicaba en el campo oribista
del Cerrito durante el sitio de Mon-
tevideo.
Solamente despues de reintegrarse
a la capital cuando se firm6 la paz
de octubre de 1851, es que la voca-
cion dominadora de Blanes se impu-
so, Uevandolo a poner mano en Iog
primeros retratos, donde ya se adi-
vinaba algo.
En 1855 se ausento para la Villa
del Salto, pintando siempre y en
1857 trasladose a Concepcion del
Uruguay donde el Gobernador de la
Provincia, general Justo Jose de Ur-
quiza, le encomendo varios trabajos
entre lbs que figuraban los ocho
oleos Uamados de las batallas en el
Palacio de San Jose, algunos retra-
tos y finalmente la decoracion del
Oratorio.
De vuelta a Montevideo obtuvo en
1860 una pension del Estado para
seguir estudios en Europa y march6
a Florencia, hombre hecho, con su
mujer y sus dos hijos.
Contraido a su carrera y con ver-
dadera avidez de saber, hizo rapi-
dfsimos progresos, tratando de olvi-
dar tcdo lo que llevaba mal apren-
dido sin principios basicos. Curfe6
asi la Academia desde el primer
paso y cuando retorno a fines de
1864, la pintura no tenia secretos
para Blanes.
Los envios de pensionado, como
un Santo Juan Bautista y La Casta
Susana, habian certificado sus pro-
gresos.
Se estren6 con un retrato ecues-
tre del presidente paraguayo gene-
ral Francisco Solano Lopez hecho el
mismo afio y con la tela historica
"Bombardeo de Paysandu", pintada
en 1865.
En el genero historico — su predi-
leccion — obtuvo en 1871 un clamo-
roso triunfo con el cuadro Episodio
de la fiebre amarilla en Buenos Ai-
res y sucesivamente pinto, con pa-
recido exito, la Muerte del general
Flores, La Revista de Rancagua, El
asesinato de Florencio Varela, y Los
ultimos momentos del general Jos§
Miguel Carrera, que el maestro con-
sideraba su "capo-laboro" y Uevo a
exponer con gran exito en Santiago
de Chile, en 1873. El Juramento de
los Treinta y Tres, consagro su nom-
bre el afio 75, quedando reconocido
como el pintor de la Patria.
Volvio a Italia en 1879 a vigilar la
educacion artistica de sus hijos y al
cabo de 4 afios de ausencia que fue-
ron tambien cuatro afios de trabajo,
restablecio su taller en Montevideo,
dedicado principalmente al retrato.
Luego de haber decorado la ro-
tonda del Cementerio Central, pint6
La Revista de 1885, sobresaliente de
colorido y de dibujo, que los mili-
tares obsequiaban al presidente ge-
neral Santos, y dos telas de muy
aventajadas dimensiones y de rele-
vado valor artistico e historico: El
general Roca ante el Congreso Ar-
gentino y La Revista de Rio Ne-
— 216 —
l
BLA
BLA
gro. por encargos recibidos de la
vecina republica.
La primera contiene una serie de
figuras contemporaneas que rivali-
zan entre si por la maestria con que
Blanes supo agruparlas y tratarlas.
La segunda fue la tela de mas
grandes dimensiones en que puso
mano y en ella la composicion difi-
cil salva los defectos cromaticos.
Una larga serie de retratos de ex-
traordinaria calidad, bien fcalifica-
dos de cosa superior, capaces de re-
sistir paralelo con los de los grandes
maestros — como el de la madre, el
de la senora Carlota Ferreira, el de
Besnes e Irigoyen, etc. — , constitu-
yen aetualmente las joyas y el de-
coro de nuestros museos.
En las recientes muestras de su
pintura, en Montevideo y Buenos
Aires, el Maestro montevideano que-
d6 consagrado, incuestionablemente,
en ese genero.
Fue Blanes, ademas, el primer pin-
tor que en nuestro pais o en el Bio
de la Plata cultivo los temas nati-
vistas, y el que antes que nadie, con
un sentimiento y un verismo asom-
broso, tradujo en una larga serie de
pequefios cuadros, los gauchos, las
escenas de campo y los aspectos mas
salientes y pintorescos de la vida
criolla, creando un nuevo geuero de
pintura nacicnal.
La muerte tragica de su hijo Juan
Luis y la misteriosa desaparicion de
Nicanor, el unieo que sobrevivia,
atormentaron la ultima etapa de la
existencia de Blanes, a quien la
muerte vino a sorprender en Pisa
el 15 de abril de 1901, cuando pro-
yectaba dar termino a su ultimo
gran lienzo "La Batalla de Saran-
di", en el que venia trabajando des-
de hacia anos,
(Pitede consultarse "Juan Manuel
Blanes. Su vida y sus cuadros", por
Jose M? Ferndndez Saldaiia. Monte-
video, 1931).
BLANES, NICANOR
Pintor, hijo del gran artista del
mismo apellido. Nacio en Montevi-
deo y fue bautizado en la iglesia
del Cordon, aunque las respectivas
constancias no pudieron obtenerse
nunca, por cuyo motivo, para com-
probantes de su estado civil, utilizo
los papeles de un hermano mayor
nacido en Concepcion del Uruguay,
el 10 de enero de 1857, llamado
igualmente Nicanor y muerto siendo
nifio en la provincia de Entre Rios.
Tal es al menos lo que parece de-
ducirse del examen de nuevos do-
cumentos blanisticos ultimamente
estudiados.
Sin que Nicanor rhostrase decidi-
da vocacion para el arte, Blanes,
dispuesto a tener hijos artistas pre-
sumibles herederos de su gloria, im-
puso a aquel lo mismo que a Juan
Luis, su primogenito, reglas de in-
flexible trabajo, haciendolos estu-
diar dibujo, pintura y modelado to-
do el tiempo que duro la estada en
la ciudad de Florencia durante el se-
gundo viaje, o sea desde 1879 a
1883.
— 217 —
BLA
BLA
Los conocimientos adquiridos en
la Academia a base de mucho di-
bujo sobre todo, habilitaron a Nica-
nor Blanes para ensayar lo mismo
la pintura que la escultura, pero
despues de varios tanteos en los dos
generos se decidio por los pinceles.
Una tela de respetable tamafio que
se ccnserva en el Museo Histori-
co de Buenos Aires, titulada "Con-
duccion de los restos del general La-
valle por la Quebrada de Humahua-
ca", es la mejcr y mas acabada
muestra de la capacidad artistica de
Nicanor Blanes, que pudo superar
con felicidad las grandes dificulta-
des del tema, pintando un cuadro de
hermoso colorido, con bien estudia-
das figuras y pleno dcminio de los
arduos problemas de perspectiva
que planteaba el episodio desarro-
llado en la majestad del paisaje an-
dino.
Certificadas asi las condiciones
del artista, es preciso inferir que
esa esterilidad en que se consumid
su vida, ese su desgano permanente,
atormentado por complejos proble-
mas interiores que absorbian sus
largas horas de mutismo, eran sm-
tomas de malestares psiquicos, obs-
taculo pai'a toda labor donde se
necesitase confianza en si mismo y
mantenido esplritu de lucha.
"El fusilamiento del coronel Do-
rrego", cuadro de historia argenti-
na que se proponia pintar, quedo en
un boceto bien documentado y muy
concluido, y aparte de esa tentati-
va de aliento, solo puso manos en
algiin retrato o en labor pequena
que en ocasiones pecaba de trivial,
paisajes, tipcs criollos, escenas fa-
miliares, que firmaba con la pala-
bra Yo.
Cuenta entre sus obras, tambien,
un ensayo de escultura represen-
tativa del cacique charrua Zapi-
can, trabajado en Florencia, que lil-
timamente se paso a bronce y luce
en un paseo publico de la capital.
Agudizada la neurastenia por dis-
gustos de orden mtimo, cuyos pri-
meros sintomas se presentaron en
Italia en epoca que todavia estudia-
ba, y sin que le valiesen los via-
jes emprendidos a manera de tera-
peutica, concluyo Nicanor Blanes
por atenlar contra su vida a princi-
pios de 1895, segiin todo permite
suponerlo. Despues de una carta es-
crita a su padre desde Italia noti-
ciandole su proximo regreso a Mon-
tevideo, desaparecio antes de em-
barcarse y nunca se pudo saber cual
fue su fin.
El anciano Maestro, en el lilti-
mo extremo de la vejez, paso anos
en Europa dedicado a su biisqueda
en pesquisas desesperadas e imiti-
les, muriendo con el desconsuelo del
misterio.
BLANES VIALE, PEDRO
En la ciudad de Mercedes, capi-
tal del departamento de Soriano,
hijo de un medico espanol y
de madre uruguaya, nacio Pedro
Blanes Viale, el 19 de mayo de 1879.
Siendo nifio escolar, en Montevi-
deo, habia demostrado notable fa-
cilidad para el dibujo, por cuya ra-
— 218
BLA
BLA
zon una vez que sus padres pasa-
ron a radicar en Espafia, procuraron
encauzarlo en la que ya aparecia
como su ruta vccacional. Concurrio
a una escuela facultativa en Barce-
lona y luego recibio lecciones en la
famosa Academia de San Fernan-
do, en Madrid.
Adelantado ya, fue alumno de
Joaquin Sorolla y de Santiago Ru-
sinol y habia hecho un viaje de es-
tudio a Paris y expuesto en alguna
exposicion barcelonesa, cuando re-
greso a la patria en 1899.
Ganador de una beca oficial de
pintura sacada a concurso en 1912,
viose en condiciones de estudiar en
Europa tres anos mas y los apro-
vecho amphamente. En Montevideo
otra vez, fue director de la Escuela
Industrial de Artes Aplicadas y pro-
fesor del Circulo de Bellas Artes
mientras se dedicaba afanosamente
a su carrera.
Faisajista por antonomasia — no
obstante sus telas historicas o de ge-
nero y sus retratos, dice un auto-
rizado critico extranjero — tenia
frente a la naturaleza la esencial
honradez de su propia y exclusiva
emocion.
De este modo, sin preocuparle mu-
cho las tendencias esteticas ni los
procedimientos tecnicos — aunque
nunca totahnente libre de las in-
fluencias de Rusinol — y dotado de
una capacidad de labor conforme a
su fuerte constitucion fisica, alcan-
zo a fijar con pleno acierto y do-
nosa maestria, los mas contradicto-
rics panoramas y-las mas opuestas
armonias cromaticas: aguas profun-
das del Mediterraneo y selvas del
corazon de America, jardines flori-
dos de la Costa Azul y pelados ce-
rros minuanos.
No toco alturas semejantes en el
retrato, cultivado, es cierto, por ex-
cepcion, y en la pintura de histo-
ria abordada en los afios de pleni-
tud artistica y donde cuentan, Ar-
tigas en el Hervidero, El Congreso
del afio XIII y la Jura de la Cons-
titucion de 1830, se echa de menos
el escrupulo esencial que resiste a
sacrificar la verdad a consideracio-
nes de estetica o de efectismo.
Por lo demas, Blanes Viale, que
en todas las latitudes sentia la na-
turaleza con una especie de fervor
panteista, no sintio de igual mcdo
"a su animalculo ;racional", como
no sintio tampoco la honda emo-
cion de nuestro pasado historico y
de sus gentes con su mundo de tra-
bajos a cuestas.
La desvinculacion del solar crio-
llo, habia sido mucha y no corrian
por sus venas aquellas gotas de san-
gre que, a despecho de las "mancs
de marques", Ruben Darlo sospecha-
ba que circulaban por las suyas.
Murio de muerte temprana. cuan-
do podia creersele en el apice de sus
facultades, victimado por una do-
lencia que habia impuesto varias in-
tervenciones y cuyos embates supa
resistir ccn la serenidad de un es-
toico, el 22 de julio de 1926.
En una avenida de Carrasco que
lleva su nombre, un busto en bron-
ce perpetua su recuerdo, como uno
de los gi-andes valores de la pintura
nacional y americana.
— 219 —
BLI
BLI
BLIXEN, SAMUEL Jose Andres
Periodista, critico y autor teatral.
Nacido en Montevideo el 29 de agos-
to de 1867, era hijo de Samuel Bli-
xen, sueco y de Maria Claret, ar-
gentina.
Su talento manifestose pronto,
con notable inclinacion a las letras,
revelandose al publico en el teatro
San Felipe, el afio 1884, con "Los
dos primores", produccion que aso-
ci6 el nombre de un muchacho a
prestigiosos nombres consagrados.
Cursaba aun estudios de abogacia,
cuando en 1886 aparecieron en "La
Razon", firmados con el nombre de
Charles Blanc, sus primeros articu-
los de critica, escritos dentro de una
tendencia realista que le proporcio-
narian — sobre todo en materia tea-
tral — prestigio y autoridad que no
se concedia anteriormente a otras
plumas. \
Reunidos en un libro con el titulo
"Desde mi butaca", en 1892, repre-
sentan estas criticas, sobre todo, un
rico aporte de noticias para escribir
la historia de la vida teatral y ar-
tistica de una epoca. En estas pri-
meras apreciaciones se entreveia ya
— dice F. A. Schinca — el critico
amable pero justo, que habia de im-
poner afios despues el seudonimo
de Suplente. Para entonces corrian
impresas bajo el nombre de "Cobre
Viejo", una seleccion de articulos
de prensa de variado tema, donde
aparece en su verdadera cuerda,
pues la vocacion periodistica que lo
llamaba imperiosamente, era la ver-
dadera vocacion de Blixen.
Catedratico de literatura por con-
curso en la Seccion de Estudios
Preparatorios de la Universidad,
publico dos textos de estudio, uno
sobre literatura oriental en 1892, j
otro — en dos tomos — sobre litera-
tura contemporanea, en 1894.
Como autor teatral poco agrega-
ron sus obras a su reputacion de
hombre de letras, pues no fueron
mas alld de ensayos mas o menos
felices: "El cuento del tio Marcelo",
1892; "Jauja", 1895; "Ajena", 1893,
y sus cuatro estaciones: "Primave-
ra", "Verano", "Otofio" e "Invier-
no", estrenadas todas ellas en Mon-
tevideo.
En el campo del periodismo fundd
en 1890 y dirigio durante meses la
revista ilustrada hebdomadaria
"Rojo y Blanco", al tipo de su casi
homonima "Blanco y Negro", publi-
cada en Madrid, y un poco mas tar-
de asumio la direccion de "La Ra-
z6n", hoja diaria de prestigiosos an-
tecedentes, que vegetaba entonces en
una especie de limbo y a la cual
Blixen y su animada pluma, trans-
formaron en un diario agil e intere-
sante que conquisto de golpe las
simpatias populares.
Admirable para una direccion de
esta indole, fue Blixen hombre op-
timista, tolerante y bueno, que en
el campo de las letras puso mucha
gente en el riel, descubrio a alguno
y animo a todos.
— 220 —
BOG
BOG
En funciones de secretario de la
Camara de Diputados, puesto que
desempenaba desde el Gobierno de
Cuestas, una enfermedad rapida
quebranto en pocos dias una natu-
raleza al parecer tan vigorosa, arre-
batandolo a la vida el 22 de mayo
de 1909.
Un busto en bronce del escultor
uruguayo Carlos Oliva Navarro, cos-
teado por el concurso popular y los
poderes publicos, recuerda al bri-
llante cronista en los jardines del
P^rque Rodo.
BOGORJA DE SKOTNIKI, ERAS-
MO
Educacionista distinguido, uno de
los Inspectores de la Reforma.
Polaco, nacido en Varsovia el 2
de junio de 1848, pertenecia a una
familia noble del pais, y era toda-
via un muchacho cuando por su
participacion en un alzamiento pa-
triotico, fue hecho prisionero de los
rusos. Marchaba cautivo a Siberia
pero consiguio escapar, cruzando
las % iTonteras, y entonces, como mu-
chos de sus compatriotas, fue a en-
rolarse como voluntario en el ejer-
cito de Victor Manuel II, para pe-
lear contra el Austria.
La paz de Praga en 1866 puso fin
ai conflicto belico, y entonces se tras-
lado a Paris, donde siguio cursos de
ingeniero militar, los que luego in-
terrumpio emigrando a Sud Ame-
lica.
De Buenos Aires, donde pensaba
encontrar ambiente propicio a sus
inclinaeiones de tecnico de la gue-
rra pero en la que no hallo posibi-
lidades, trasladose a Montevideo,
y aqui sus conocimientos y la po-
sesion de varios idiomas, hubieron
de recomendarlo como un excelente
educacionista.
De nuestra capital paso luego a la
Villa de Rocha y alli fundo el "Cole-
gio Oriental", que se hizo de mere-
cida 'fama, al mismo tiempo que ac-
tuaba con regular exito, en el pe-
riodismo local.
Jose Pedro Varela, en la selec-
cion de maestros para ocupar las
primeras inspecciones departamen-
tales de la reforma escolar, que
transformaria a fondo los metodos
de ensenanza, eligio para la Ins-
peccion de Cerro Largo a Bogorja
de Skotniki.
En Melo, al margen de sus ta-
reas oficiales desempenadas a ple-
na satisfaccion, reabrio su Colegio
Oriental, y lo mismo que en Rocha,
fue periodista.
Transferido a Paysandu en 1883,
de este destino paso a Montevideo
c-n calidad de Inspector Departamen-
tal Adjunto y luego a Inspector
Tecnico de la Direccion General. Su
salud en falla no Uego a permitirie
la obra intensa a que parecia estar
destinado y tenia dispuesto afrontar.
Virtualmente invalido en sus ulti-
mos tiempos, pero sin abandonar el
trabajo, faliecio en Montevideo el 27
de diciembre de 1897.
— 221 —
BOI
BON
BOISO LANZA, Eduardo JUAN
Manuel
Oficial aviador, que despues de
una promisora cuanto breve y bri-
llante carrera, perdio la vida en
Francia, donde perfeccionaba sus
conocimientos tecnicos.
Nacido en Montevideo el 28 de
octubre de 1887, egreso de la Aca-
demia Militar como alferez gradua-
do el 24 de diciembre de 1907, des-
pues de haber combatido la revo-
lucion nacionalista de 1904 como
oficial de un regimiento de caba-
lleria de Guardias Nacionales de Co-
lonia, iocandole actuar en la bata-
lla de 'Masoller.
Alferez efectivo de artilleria en
diciembre de 1908, paso como agre-
gado militar a la Legacion en BeL-
gica en. 1909 y alli, por tres afios,
siguio los eursos de la Escuela de
Aplicacion de Artilleria. En ese
termino tuvo la promocion a te-
niente 2? el 19 de febrero de 1911.
Profesor de la misma arma en la
Escuela Militar y Naval, en junio
del ano 15 — ascendido ya a teniente
l°__'f U e a Chile a cursar estudios
de aviacion y el 28 de diciembre
reeibiaMitulo de piloto aviador mi-
litar chileno. A su regreso, en 1916,
tuvo funciones de Director de nues-
tra Escuela Militar de Aviacion, de
donde paso a Francia, en mision de
estudiar los adelantos de la nueva
arma, ingresando a la Escuela de
Avorn, donde hizo todos los cursos
preparatorios, promovido a capitan
el 7 de febrero de 1917.
Desde el primer momento Boiso
Lanza se sindico por un extraordi-
nario coraje, al que se hermanaba
una pericia suma. En la manana del
10 de agosto de 1918, al regresar a
la Escuela de Pau, donde habia pa-
sado a cursar estudios superiores, el
aparato que tripulaba junto eon ua
oficial frances cayo a tierra, frente
al hangar, pereciendo en el acto am-
bos aviadores.
En el momcnto de su entierro, el
Director de la Escuela de Pau, lue-
go de expresarse en terminos alta-
mente elogiosos para nuestro com-
patriota, hizo notar que Boiso Lan-
za habia sido el mejor oficial ex-
tranjero de los que habian cursado
estudios en aquella casa.
Al cumplirse un afio del falleci-
miento, la Direccion de la Escuela
de Pau envio una placa recordato-
ria para ser colocada en la tumba
del infortunado piloto.
BONIFAZ, JUAN MANUEL
Preceptor, espafiol de nacionali-
dad, que poseyo por largo tiempo
el decanato entre los maestros de
escuela de la Republica.
En sus ultimos anos, con <«§edio
siglo pasado de docente, calculaba
el anciano y meritorio maestro ha-
ber ensefiado a leer y a escribir a
no mencs de diez mil alumnos, de
los cuales la maxima proporcion co-
rrespondia a nuestra ciudad, aun-
que tuvo colegios en Buenos Aires
y en la poblacion argentina de Co-
rrientes.
— 222 —
BON
BON
Habia visto la luz en Fuenma-
yor, Logrono, el 9 de junio de 1805,
en familia de buena posicion, que
le proporciono esmerada escuela.
A los 21 afios fue a Paris, junto
a un tio sacerdote y poco tiempo des-
pues, en 1830, arribaba al Rio de la
Plata, en viaje a Mejico, donde se
propom'a Uegar por la via del Pa-
cifico para reunirse con unos pa-
rientes ricos.
Torciose aqui su destino, sin em-
bargo, anclando definitivamente en
estas tierras platenses donde tomo
la senda pedagogica a la cual — es
notorio — estaba llamado vocacional-
mente.
Despues de ejercer el magisterio
en Argentina durante varios anos,
habiendo ensenado en el Liceo y en
el Gimnasio argentinos y en el Co-
legio bonaerense, vino a establecer-
se en Montevideo en 1837, fundando
el Colegio Oriental y desde enton-
ces, en una u otra escuela o en tal
o cual funcion docente, no abando-
no nunca mas la capital como no
fuese en la epcca de residencia en
la Villa de la Union, que por otro
lado era una especie de barrio mon-
tevideano. De este modo, lo mismo
aparece como director de un gran
colegio pago particular, como pre-
ceptcr de la Escuela Normal o co-
mo director en 1853 de la Escuela
del Carmen para negros y mulaios.
Lejos de eircunscribir sus activi-
dades de educador a la diaria ta-
rea de las clases, dedico Bonifaz
cuidado preferentisimo a la crea-
cion y a la innovacion de metodos
pedagogicos propios, siendo autor de
varios textos elementales, donde
busco desarrollar una equivocada
ensenanza a base de memoria, ejer-
citada y facilitada merced a la ver-
sificacion de las reglas y las nocio-
nes elementales.
En tal orden de ideas dio forma
rimada y cantada a la gramatica y
a las descripciones del cuerpo hu-
mano, lo mismo que a conceptos de
creencias catolicas y a reglas de hi-
giene o de buenas maneras.
Intentos meramente personales, los
nuevos metodos didacticos que Bo-
nifaz consideraba superiores e in-
falibles, no lograron hacer adeptos
entrt los maestros y en cambio, pe-
se a las protestas y defensas del in-
ventor, fueron objeto de informes
desfavorables emitidos por comisio-
nes facultativas encarg&das de su
examen por las autoridades esco-
lares correspondientes.
No es pcsible negar, sin embar-
go, que analizada la copiosa biblio-
grafia del maestro Bonifaz, que di-
fundio sus libros y textos en va-
rias ediciones hechas en una im-
prenta propia, se encuentran en ella
ideas, nociones y atisbos adelanta-
dos a su tiempo, sobre todo en ma-
teria de fonetica. "fs»
Derecho, corpulento, de larga me-
lena y campanuda voz, tenia el
maestro algo de arquitectural y so-
lemne que llevaba a pensar en un
actor de teatro, con su gran levita
cruzada y su sombrero blanco de
copa alta.
Popular y muy estimado llego "el
buen viejo al ocaso de su vida sin
ver a su alrededor mas que caras
— 223 —
BOR
BOR
que le sonreian y brazos abiertos",
viniendo a fallecer el 21 de julio
de 1886 en la casa que ocupaba el
Colegio del Salvador, que por enton-
ces dirigia.
Sus antiguos discipulos le erigie-
ron por cuestacion un sencillo cuan-
to adecuado sepulcro en el Cemen-
terio Central, al que se transfirie-
ron sus cenizas en diciembre de
1889.
Integran la bibliografia del pre-
ceptor Bonifaz, entre otros titulos:
Ortografia Castellana Explicada
(1841) y cuatro ediciones sucesivas;
Aritmetica para nifios y adultos
(1854); Alocucion de Paz y Frater-
nidad (1858); Compendio de Gran
Mgtodo de Lectura; Grandeza del
Hombre; La Lectura Practica; Ma-
ximas en versc- (1865), etc, etc.
BORGES, FRANCISCO Isidro
Militar, cuyos servicios se prolon-
garon en la Republica Argentina,
donde murio bajo banderas mitris-
tas, despues de haber ejemplariza-
do como soldado y como ciudadano.
Nacido en Montevideo, el 16 de
noviembre de 1832, hijo de Francis-
co Borges, portugues y Maria del
Carmen Lafinur, cordobesa, sento
plaza de artillero voluntario en el
ejercito que defendia la Nueva Tro-
ya, el 23 de marzo de 1851, ascen-
diendo a distinguido el 3 de mayo
del mismo afio y a alferez 2° el 28
de noviembre siguiente.
Con esta clase, en el Escuadron
de Artilleria que mandaba el te-
niente coronel Mariano Vedia, for-
mo parte del contingente uruguayo
del Ejercito Grande Aliado en Sud
America y se hallo en la batalla
triunfal de Caseros, el 3 de febrero
de 1852. Recibio la medalla de pla-
ta que le correspondia, pasando a
revistar en calidad de agregado al
Estado Mayor, una vez reintegrado
al pais.
El 30 de noviembre de 1853 tuvo
destino en su antiguo Escuadron de
Artilleria, ascendiendo a subtenien-
te el 3 de diciembre del mismo afio.
Adepto del bando colorado ccn-
servador, intervino en los movimien-
tos revolucionarios que se desarro-
llaron en la capital dirigidos por
Jose Maria Mufioz, en los meses de
agcsto y noviembre de 1855. Ven-
cidos los conservadores por la alian-
za pactada en la Villa de la Union
entre los generales Oribe y Flores,
opto Borges por alejarse del pais,
privando al ejercito de un soldado
de porvenir, pues se distinguia en-
tre los compafieros por estudicso y
contraido a su carrera y a su arma.
En Buenos Aires, donde radico,
sus vinculaciones con los unitarios
creadas durante la Defensa, lo de-
cidieron a tomar servicio en la Ar-
gentina. Incorporado al batallon 2 9
de linea, se hallo en Canada de lts
Leones, 1857, Expedicion al desier-
to, 1858, Arroyo del Medio, Cepeda
y sitio de Buenos Aires en 1859 y
en la batalla de Pavon, 1861.
Destinado mas tarde al ejereito
que fue al Paraguay, dejo bien pues-
to el nombre uruguayo entre las
fuerzas aliadas y resulto herido en
BOR
BOR
los combates de Tuyuty y Boque-
ron del Sauce, el 24 de mayo y el
18 de julio de 1866, respectiva-
mente.
Acompafio al general Mitre con-
tra el gobierno de Sarmiento.
La conducta militar de nuestro
valeroso compatriota en esta emer-
gencia fue digna de un soldado de
calidad muy superior a la corrien-
te y corresponde que se la consigne
en la historia.
Simpatizante del movimiento re-
volucionario preparado p,or sus ami-
gos politicos, siendo teniente ccronel
y jefe de una unidad del ejercito que
el gcbierno habia confiado a su leal-
tad, no se sublevo con las fuerzas a
su mando para ir a sumaiias a las
columnas mitristas; desprendiose de
sus soldados y se presento solo, como
un ciudadano mas en las filas revo-
lucionarias.
Esta gallarda actitud fue aprecia-
da con distingos por los compane-
ros que esperaban veiio llegar a
la cabeza de un fuerte contingente
de tropas. De aqui nacio probable-
mente la version de que buscase la
muerte en el primer combate, tra-
bado en La Verde, el 26 de no-
viembre del 74, al frente de la in-
fanteria mitrista.
Herido de un balazo en el costa-
do derecho del vientre, tuvo que
ser retirado del campo de batalla.
Esta circunstancia y asi se ha di-
cho, tal vez cambio la faz de la ac-
cion, permitiendo la victoria del je-
fe gubernista Jose L. Arias, segui-
•da de la rendicion del general Mitre,
un poco mas iarde.
Borges Lafinur murio el mismo
dia de la batalla, satisfecho, segun
sus ultimas palabras, de "haber
cumplido con su deber como mili-
tar y como ciudadano".
BORGES, NICASIO
Militar de nutrida foja de servi-
cios, que llego a ser general del
ejercito, participante en las luchas
internas de nuestro pais y de la Re-
publica Argentina, en el periodo de
la organizacion nacional.
Canario, nacido en Santa Cruz de
Tenerife, el 10 de octubre de 1820,
a los cinco anos lo trajeron al Uru-
guay, sus padres labradores, que
venian a pcblar los campos de Ca-
nelones.
Sus servicios militarcs se inicia-
ron en plena Guerra Grande en el
Regimiento Sosa, donde se le en-
cuentra en calidad de soldado en el
mes de julio de 1842. Alferez el 23
de marzo del 44, teniente 2do. el
30 de abril del mismo ano y capi-
tan el 20 de noviembre de 1845, en
los afios 1848 y 1849 presto servi-
cios sucesivamente en la policia y
en la linea exterior de defensa de
la capital sitiada.
El 5 de setiembre de 1850 paso
en calidad de capitan agregado al
ler. Regimiento de Guardas Nacio-
nales de Caballeria del coronel
Francisco Tajes. Habia demostrado
ya entonces su valor, su audacia y
su cautela oportunas, su resistencia
a las penurias y la calidad de na-
dador sobresaliente enire su: con-
— - 225 —
15
BOR
BOR
militones. Por lo demas, era hom-
bre de caracter duro y ccn una pas-
ta de interesado y negociante simi-
lar a la del general entrerriano Jus-
to Jose de Urquiza, su compadre y
su gran amigo.
Nombrado comisario de Pando en
agosto de 1853, se mantuvo en el
cargo con breves solucicnes de con-
tinuidad hasta que, por haberse ple-
gado al movimiento revolucionario
del general Cesar Diaz, fue dado de
baja del ejercito el 15 de febrero
de 1858, como sargento mayor gra-
duado, jerarquia obtenida el 29 de
febrero de 1856.
En Entre Rios, donde busco re-
fugio, se puso a servicio de la Con-
federacion en las luchas contra Bue-
nos Aires y por su distinguida con-
ducta en la batalla de Cepeda, Ur-
cuiza la obsequio un sable ciue ha-
bia pertenecido al general Fructuo-
so Rivera.
Aunque militante contra el gene-
rai Venancio Flores en la Argenti-
na, Borges lo acempaiio en la re-
volucion que este trajo al pais en
abril de 1883, con una cincuentena
de oficiales y soldados reunidos en
Corrientes, que vadearon el Uru-
guay por la barra de Itacumbu, de-
partamento de Salto, el 4 de ma-
yo. Al triunfo de la revolucion en
1865, Flores lo hizo coronel el 19
de mayo y coronel mayor el 15 de
iunio, y aunque marcho a incor-
porarse y se incorporo al ejercito
de operaciones contra el Paraguay,
no fue mas alla de Uruguayana.
En la lucha presidencial por la
sucesion del general Flores propi-
cio la candidatura de Jcse Candido
Bustamante, con entusiasmo sufi-
ciente para instigar una pueblada
en la capital.
Comandante militar de Paysandu,
nombrado el 7 de junio de 1869. en
el gobiemo del general Lorenzo Bat-
lle, en tiempo en que el general
Francisco Caraballo se alzo en ar-
mas, hubo de revocarse el nombra-
miento una semana despues ante la
actitud de Borges favorable al jefe
rebelde. Bcrges por su parte inten-
to reunir gente, pero convencido de
que habi'an fracasado los planes sub-
versivos paso a Entre Rios donde
el compadre Urquiza le dispenso cor-
dial acogida a su viejo amigo.
En la guerra civil de 1870-72, du-
rante la cual el gobierno de Batlle
viose enfrentado a una poderosa re-
volucion blanca del coronel Timc-
teo Aparicio, el general Borges tu-
vo el mando de las fuerzas movili-
zadas en Paysandu. Rindio servi-
cios de buen militar en el com-
bate de Severino, el 12 de setiem-
bre del 70 y tuvo a sus orde-
nes la izquierda, en la victoria del
Sauce, el 25 de diciembre del mis-
mo afio. Aparte de esto mostrose
calculador, tertuoso y discolo, por
lo cual tanto el como Francisco Ca-
raballo, estan involucrados, y en-
tre los primeros, en el amargo re-
proche de un contemporaneo refe-
rido a los generales del gobierno
"que comprometieron el exito de
una lucha de vida o muerte para
el pais, a sus caprichos, a sus ren-
cillas personales, a sus ambiciones
y a sus miserias".
— 226 —
BOR
BOS
En el gobierno de Gomensoro se
le promovio a brigadier general, el
10 de setiembre de 1872.
Ccn afiliacion en el grupo colo-
rado que se llamaba neto, opuesto
al gobierno de Ellauri, acepto los
sucesos derivados del motin militar
del 15 de enero de 1875, prestando
su apoyo a un magistrado extra-le-
gal como Pedro Varela. Apoyo'de
dudosa buena fe, si bien se mira,
pues existe la prueba de que estu-
vo en contacto con los "principis-
tas" y que el gobierno conocia y
vigilaba "las reuniones del general
Borges". Sus antecedentes politicos,
no obstante la certeza de que Bor-
ges sumarla a la revolucion el apor-
te de un buen jefe con arrastre en
campafia, decidieron finalmente q
los dirigentes de la revolucion en
ciernes a prescindir de 61. Enton-
ces Borges, reiterando su concurso
al gobierno de Montevideo, obtu-
vo mando de fuerzas en Paysandu;
y cuanao ios revomcionanos con ia
divisa tricoi >r alzaron la bandera
de la Reaccion Nacional, fue su
vanguardia, mandada por el coronel
Dionisio Irigoyen, la que ccnsumo
el 5 de cctubre del 75, el indigno
exterminio de la infanteria enemi-
ga en la derrota de Guayabos.
Desde el dia en que el corone'
Latorre se hizo dictador de la Re-
publica en 1876, Borges no tuvo mas
rol, participando del trato que el
gobernador dio a todos los viejos
mUitares. Tampoco Santos preocu-
pose mucho de el por mas que lo
ascendio a teniente general el 22
de julio de 1884, y solamente a la
hora de su muerte, empefiado como
estaba en explotar las divisas his-
toricas titulandose jefe del Partido
Colorado, solo entonces, sirviendo a
sus intereses propios, envio un va-
por de guerra para que trajese los
restos del anciano soldado, cuya vi-
da habiase extinguido 'en la ,ciu-
dad de Paysandu, el l 9 de octubre
de 1884. Velado con suntuosa capi-
lla ardiente en el cuartel del 5° de
Cazadores, recibio sepultura en el
Cemente2-io Central, con los maxi-
mos honores de la ordenanza.
BOSSI.. BARTOLOME
Italiano, nacido en Puerto Mauri-
cio, Liguria, en 1817. Capitan de ma-
rina mercante, su nombre perdu-
ra ligado a la fatalidad en la tre-
menda catastrofe del vapor "Ame-
rica", cuando debia recordarse mas
bien como el del primer marino que
paseo por las costas del Pacifico
hasta Guayaquil la bandera urugua-
ya, desplegada en la popa del "Cha-
rrua", buque de su prcpiedad y pri-
mer barco nacional de' vapor que
surcaba el Gran Oceano. Antes, pro-
bablemente, alguna embarcacion de
vela debio remontar acaso hasta Ca-
lifornia el mismo pabellon, en los
anos de la "fiebre del oro", pero
la prioridad no se discute.
El "Charriia", construido en 1866,
abandcno el dique Maua rumbo a
Chile en enero de 1875, recorrio va-
rias veces el litoral del Pacifico y
fue en 1880 que largo anclas en la
rada guayaquilena.
— 227 —
BOS
BOS
En el curso de los precitados anos
el capitan Bossi realizo, tambien ba-
jo bandera uruguaya, un interesan-
te viaje de exploracion por los ca-
nales e islas magallanicas, del li-
toral chileno especialmente. Indi-
vidualizo, puntualizandolos y bau-
tizandclos con nombres de su elec-
cion tales como Montevideo, coro-
nel Sciurano, Charrua, etc, diver-
sos accidentes geograficos, islas, ca-
letas y puertos que no figuraban en
las cartas. Denominaciones que no
perduraron, tampoco, en la toponimia
geografica. 'carentes de una difusion
y de un prestigio que solo puede
alcanzarse merced a los mapas del
almirantazgo ingles. lanzados al mun-
do con el pasavante formidable de
su sello.
Bossi, que usaba titulo de ex-co-
ronel de la Confederacion Argenti-
na y era hombre dado a cuestiones
de exploracion y estudio, llevaba
realizados ya algunos viajes al in-
tericr de America meridional, por
comarcas desiertas de Matto Gros-
so y habi'a llegado en 1S62 a las ri-
beras del Arinos, de la vertiente
amazonica.
Venido muy joven a los paises
platenses, el capitan habia sido ami-
go de Garibaldi en la epoca del si-
tio de Montevideo y ocupado siem-
pre en cuestiones de su oficio trajo
de Estados Unidos en 1868 el lu-
joso vapor "America", construido
expresamente para la travesia del
estuario. La nave se incendio en
viaje de Buenos Aires a Montevi-
deo la noche del 24 de dicK-mbre
de 1871, dando lugar a una espan-
tosa catastrofe en que se perdie-
ron muchas vidas.
Responsabilizado Bossi del sinies-
tro, procesado y finalmente absuelto
en 1872 el capitan sufrio verdaderos
martirios con el terrible suceso, no
ajeno a su posterior alejamiento y
permanencia en Chile y Peru.
Vendido el "Charrua" cuando
la - guerra del Pacif ico, el capitan
Bossi, de retorno en Montevideo, des-
empehaba funciones 'de consul del
Ecuador en la Republica — como ya
habia sido antes en Valparaiso —
cuando en julio de 1880 tuvo la ex-
traha ocurrencia de entrevistarse
con el coronel Maximo Santos, mi-
nistro de Guerra y Marina del Pre-
sidente Francisco A. Vidai, para
plantearle, "mctu propio" un golpe
de Estado >que depusiera a este y
formara u.n gobierno provisorio pre-
sidido por Tomas Gomensoro, con el
doctor Jose Pedro Ramirez como
jefe del gabinete. La propuesta dio
por resultado la inmediata ida de
Bossi para Buenos Aires con la con-
siguiente cancelacion de su exequa-
tur consular, nctificado al gobierno
ecuatoriano.
Reanudandj tareas periodisticas,
que habia ejercitado dirigiendo "La
Unidad Italiana", aparece de nuevo
entre nosotros como redactor co-
mercial de "La Nacion" en 1885,
ano en que dio a luz un estudio
titulado "Las manchas solares".
En viaje por Europa el ano 1890.
el capitan Bossi fallecio en Niza, el
31 de diciembre, victima de un ata-
que cerebral.
El viaje pintoresco a Matto Gros-
— 228 — -
.B R A
BRA
so fue impreso en Paris en 1863 y
esta dedicado al Vizconde de Maua.
Publicd ademas en 1872, por la
Imprenta Italiana de su propiedad,
en Montevideo, una "Relacion ex-
plicativa y justificativa de la eatas-
trofe del vapor "America".
El "Viaje descriptivo de Montevi-
deo a Valparaiso", se edito en San-
tiago de Chile en 1874, y la "Ex-
ploracion de la Tierra del Fuego"
con el "Charrua", en Montevideo, en
1882.
BRAGA, JUAN MARIA
Militar, cuyo nombre ha pasado
a la historia por las condenables y
tragicas condiciones en que perdio
la vida, fusilado sin forma de pro-
ceso legal despues de la toma de
Paysandu, junto con el bravo gene-
ral Leandro Gomez, su jefe.
Habia visto la primera luz en
Montevideo, el 22 de agosto de 1825,
yendo mas tarde a Buenos Aires
donde recibio regular instruccion.
Vuelto a la Republica fue a estable-
cerse en el pueblo de Porongos, en
1847, con casa de comercio, estuvo
enrolado en la Guardia Nacional y
de alli se traslado en 1851 con iden-
ticas actividades a Mercedes, donde
fue elegido Alcalde Ordinario en
1857.
En el gobierno de Berro se le de-
signo Jefe Politico del departamen-
to de Soriano e hizo una buena ad-
ministracion promulgando varias or-
denanzas sobre regimen y vigilancia
de los intereses de la campafia.
Alterado el orden por la inva-
sion revolucionaria de Flores paso
a ser ccmandante militar y jefe de
la Guardia Nacional, obteniendo des-
pachos de teniente coronel de mili-
cias, el 8 de abril de 1864.
El poderio creciente del movi-
miento florista obligo al gobierno a
evacuar la plaza de Mercedes, cuya
guarnicion, al mando del coronel Je-
remias Olivera, se dividio en dos
partes, una que marcho a Paysandu
a ordenes de Braga y la otra, que
atravesando el Uruguay, buscd asilo
en la provincia de Entre Rios.
Braga, que durante su mando mi-
litar en Mercedes se habia malquis-
tado con la mayor parte de los ofi-
ciales, repitiendose asi el caso tan
corriente entre nosotros de que los
jefes de Guardia Nacional scn los
menos aptos para hacerse querer de
los subalternos, pues no estando
acostumbrados a obedecer no saben
naturalmente mandar, poca ayuda
podia aportar a Leandro Gomez.
Por tal razon, el comandante ge-
neral del Litoral, coronel Dionisio
Trillo, oficio al comandante Tomas
Perez, que estaba en Gualeguay con
el remanente de la Division Soria-
no, a fin de que repasando el ria
fuese a reunirse en Paysandu con
sus compaheros. Pero los oficiales
emigrados le declararon a Perez del
mcdo mas formal, que estaban dis-
puestos a mendigar en el extranje-
ro antes que consentir en ponerse de
nuevo a las ordenes de Braga. (Pa-
peles del Ministerio de Guerra. —
Setiembre de 1864. — Archivo Ge-
neral de la Nacion).
— 229 —
RA
BRA
Sitiado Paysandu por primera vez
fue levemente herido y en el segun-
do sitio, cuando el coronel Hafia tu-
vo que ser retirado del mando de
lcs cantones del Este, paso a susti-
tuiiio.
Hecho prisionero al caer la plaza,
fue inhumanamente ejecutado junto
con Gomez y el capitan Federico
Femandez, el 2 de enero de 1865.
BRAYER, Caiios Augusto LUCIA-
NO de
Prusiano, naturalizado frances, hi-
jo mayor del conde Miguel de Bra-
yer, soldado de Napoleon Bonaparte,
nacido en 1801 y traido por su padre
al Rio de la Plata cuando, proscripto
y condenado a muerte por los borbo-
nes, vino a poner su espada al servi-
cio de la independencia de America
en 1817.
No obstante su juventud, junto il
padre y bajo las ordenes de San
Martin hizo la campafia de Chile,
ganando en Chacabuco el grado de
teniente a los 17 afios y en Maipu
las condecoraciones decretadas por
la patria a los vencedores.
Distanciado de San Martin, el
conde Miguel abandono el ejercito
de las Provincias Unidas y con ei
su hijo, viniendo ambos a radicarse
en Montevideo y aqui permanecieron
hasta su vuelta a Francia a princi-
pios del afio 21.
Impedido Luciano de Brayer por
las leyes militares de su nacion de
continuar alli una carrera princi-
piada en el extranjero sin los co-
rrespondientes permisos, regreso al
Rio de la Plata cuando la guerra
con Espafia aun no estaba conclui-
da, pues los realistas dominaban to-
davia en el Peru. Reincorporado al
servicio en Buenos Aires tuvo des-
tino en el ejercito del general Mar-
tin Rodriguez.
La victoria de Ayacucho selfaba
poco despues la gesta de la eman-
cipacion americana, pero otra gue-
rra en favor de la Provincia Orien-
tal, alzada en armas contra la do-
minacion brasilefia, empefio al ejer-
cito de las Provincias Unidas en hos-
tilidades contra el Imperio del Bra-
sil.
El capitan Brayer hizo toda la
campana del Ejercito Republicano
sirviendo en la 1 ? compafiia del Es-
cuadron de Coraceros de Anacleto
Medina' y en la batalla de Ituzain-
go se condujo con tanta distincion
que fue ascendido a sargento ma-
yor graduado sobre el campo y ci-
tado en el parte. El 30 de marzo
de 1827 era transferido al regi-
miento 1° de caballeria.
Mas tarde volvio a distinguirse
en el asalto a las fortificaciones de
Punta del Este y desde setiembre
de 1827 scstenia el bloqueo de la
Colonia, con las fuerzas de su
mando.
Ascendido a teniente cdronel gra-
duado en mayo de 1828, desempe-
fiaba la Comandancia Militar de Co-
lonia cuando en enero de 1830 vio-
se trasladado al Escuadron 2 9 de
Caballeria, nuevo destino que rehu-
so por cuanto perjudicaba sus in-
tereses, pidiendo en cambio su pa-
BRA
BRI
se a la Plana Mayor Pasiva. En-
tonces, unido en matrimonio con
una sefiorita coloniense, se contrajo
a atender las estancias adquiridas
en el departamento cuya area regu-
laba tres leguas cuadradas.
Teniente corcnel efectivo el 29 'de
julio de 1835, la ley de Reforma Mi-
litar dictada dos dias despues, lo
alejo del ejercito.
Cuando la revolucion riverista de
julio de 1836 fue llamado nueva-
mente al servicio — a la par de to-
dos los que estaban en su misma
situacicn — y en el propio mes se le
designo jefe del Estado Mayor de la
Division del comandante Celedonio
Escalada, formada por las milicias
de Soriano y Colonia y tuvo ascen-
so a coronel graduado el 29 de oc-
tubre.
Pero es unieamente en este pri-
mer periodo de la guerra civil que
Brayer tiene una actuacion activa,
pues luego prefirio adoptar una ac-
titud neutral, manteniendose en
Montevideo, donde se encontraba
presente en 1843 al organizarse la
Legion Francesa. En esas circuns-
tancias se opuso al sentir de la ma-
yoria de sus compatriotas, solidari-
zandose en cambio con el consul
Pichon y el almirante Laine, con-
trarios a que se formasen los cuer-
pos voluntarios.
La correcta posicion de extranje-
ro que se emperio en conservar no
obstante el grado militar que tenia
en nuestro ejercito, no fue desmen-
tida en todo el largo tiempo de la
guerra, permaneciendo ajeno a la
ccntienda.
Vivio la mayor parte de la Gue-
rra Grande en sus haciendas de la
Colonia y es posible que alguna vez
sirviese de intermediario entre di-
plomaticos y marinos de su pais y
el general Oribe, con quien mantenia
las excelentes relaciones de siempre.
El gobierno de Montevideo y los
ejercitos, por otra parte, respetaron
su actitud y sus intereses rurales
no sufrieion desmedro superior a
los corrientes en esas epocas.
Con motivo de su viaje a Fran-
cia, cuando fue designado consul de
su pais en Bahia, Brayer recibio en-
cargo de nuestro gobierno, el 2 de
agosto de 1353, a titulo de agente
confidencial y con una asignacion
de cuatro mil patacones, para tra-
tar con el gobierno de Napoleon III
el desagradable asunto que deriva-
ba de la falta de pago puntual de
las cuotas convenidas para amorti-
zar los subsidios recibidos durante
la Defensa. Esperabase que las bue-
nas relaciones del coronel podrian
serle valiosas para la avenencia en-
tre ambos paises.
Mas tarde volvio a la Republica,
falleciendo en la ciudad de Merce-
des, victima de una apoplejia ful-
minante, el 15 de febrero de 1861.
BRIAN, ANGEL
Legislador y hombre politico. Su
padre era un accmodado vecino de
Paysandu, pero Angel Brian nacio
accidentalmente en el pueblo argen-
tino de Gualeguaychii, en el afio
1850.
— 231 —
BRI
BRI
Hizo estudios uriiversitarios en
Montevideo, recibiendose de medi-
co en 1883. Su aventajada prepara-
cion le aseguraba el porvenir de la
carrera y pronto obtuvo un puesto
de cirujano del ejercito, con grado
de teniente corcnel, el 9 de febre-
ro de 1885.
Director de Salubridad de la Jun-
ta E. Administrativa, su nombre
principio a conocerse a merito de la
accion energica, inteligente y efi-
caz desarrollada durante la epide-
mia colerica de 1886-37, en lucha
con la ignorancia y las preocupacio-
nes vulgares, gestiones de las que
da cuenta un folleto suyo impreso
en la epoca.
En el mismo cargo acornpano al
presidente de la corporacion edili-
cia doctor Alberto Nin, en lo rela-
tivo a la puesta en vigencia de las
disposiciones legales sobre higiene
y vigilancia recien sancionadas pa-
ra su aplicacion a los conventcs y
casas religiosas.
Jefe Pclitico de Montevideo, nom-
brado el 4 de julio de 1884, en susti-
tucion de Apolinario Gayoso, perma-
necio en el cargo hasta el 20 de se-
tiembre de 1886 y en ese periodo le
toco dar cumplimiento al decreto de
julio de 1886 que disponia el arres-
to de los periodistas opositores. El
17 de agosto del mismo afio, con
motivo del atentado de Ortiz con-
tra la vida del presidente Santos,
compartio con el ministro de la
Guerra general Maximo Tajes, las
responsabilidades de una hora lle-
na de peligros e incertidumbres.
Modificada de modo fundamental
la marcha politica del pais despues
de la conciliacion de noviembre y
alejado de la Republica el general
Santos, el doctor Brian paso a di-
rigir "La Nacion", diario oficialis-
ta propiedad de su padre politico
el senador Clodomiro Arteaga, car-
go que ocupo cierto tiempo.
Electo Presidente de la Republi-
ca el doctor Julio Herrera y Obes
en marzo de 1890, el nombramien-
to de Brian para ocupar la secre-
taria de la presidencia causo ge-
neral desagradc, sin que nadie al-
canzara a explicarse el porque de
aquclla designacion. Brian, efecti-
vamente, merced a una coalicion de
los odios del antisantismo y de los
odios de los elementos clericales por
su rol en los dias en que se puso
en vigencia la ley de conventos, fi-
guraba en 1890 en la "lista negra"
no solo de la oposicion sino de dis-
tintos sectores de la opinion pii-
blica.
El presidente Herrera, convenci-
do del origen de la mayor parte de
los cargos y de la apasionada injus-
ticia de sus enemigos, afronto las
criticas de la opinion, Uamando a
su lado un hombre que parecia he-
cho para lcs juegos complejos y su-
balternos de la politica, mantenien-
dolo cuatro anos en la secretaria.
Elegido Brian para representar el
departamento de Minas en la legis-
latura 1894-97, recien habia aban-
donado su cargo junto a Herrera y
Obes cuando el nuevo presidente
Idiarte Borda le volvio a confiar
aquel puesto de confianza.
Una notoria y torpe intervencion
BRI
BRI
en !a lucha electoral del 96 aumen-
to el descredito del secretario, que
votado en los mismos comicios re-
sulto presidente de la Junta Econo-
mico-Administrativa de la capital.
Opositor decidido de Juan L.
Cuestas, que ejerciendo el Poder
Ejecutivo en 1897 a raiz de la muer-
te de Idiarte Borda, estaba empe-
fiado en ser electo para la Presi-
dencia de la Republica, se le des-
terro juntamente con los senadores
Julio Herrera y Obes y Martin
Aguirre, el 30 de noviembre, ale-
gandose pretextos "ad-hoc".
Derogado el decreto de extrana-
miento y normalizada luego la si-
tuacion, el doctor Brian no quiso
regresar a la Republiea y optando
por quedarse en su pais, se hizo due-
fio de un instituto medico en Bue-
nos Aires. Mas tarde fue a domici-
liarse en Bahia Blanca, donde no
solo reanudo sus tareas profesiona-
les ccn mucho exito, sino que, par-
ticipante en la politica provincial,
supo hacerse de prestigio electoral
en el distrito de Ingeniero White.
De este modo, a partir de fines
de 1898, el doctor Angel Brian des-
aparece de la vida uruguaya.
Sin absolverlo de todos sus pe-
cados, el juicio sereno de la pcste-
ridad tiene que diferir bastante, fa-
Uando' acerca de este complejo per-
sonaje, con el juicio apasionado de
sus contemporaneos, que hicieron
del doctor Angel Brian una sinte-
sis de malas cualidades. Inteligente
pero sin escrupulos politicos, insi-
nuante y lleno de vueltas como era,
paso en su epoca, efectivamente, co-
mo una mezcla de Maquiavelo y de
Eminencia Gris, cuya funesta in-
fluencia queria verse en todo.
De esta manera se le ataco en
forma despiadada sin admitirsele ni
alegatos ni atenuantes, por los mis-
mos a quienes les comprendian las
generales de la ley.
Sin embargo, los cargcs que se
formulaban respecto a su actuacion
en los dias del atentado de Ortiz
fueron desvirtuados por testimonio
escrito del propio general Tajes, y
en cuanto a otros, como la prision
de los pericdistas, parece injusto ha-
cer que caiga sobre un mero fun-
cionario ejecutor la responsabilidad
de atentados que, en cambio, nun-
ca se le enrostraron, por ejemplo,
al Ministro de Gobierno que refren-
do la firma de Santos.
El doctor Brian fallecio en Bahla
Blanca, el 27 de mayo de 1923 y
si bien a la hora de su muerte se
dijo que habia dejado escrito un li-
bro sobre sucesos y politica uru-
guaya, cuyo gran interes se descon-
taba logicamente, hasta ahora se
llego a saber el fondo de verdad de
semejantes asertos.
BRID, JUAN JOSE Gregorio
Sacerdote con larga actuacion en
el clero nacional y en la politica,
como figura militante del Partido
Blanco.
Nacido en Montevideo el 11 de
marzo de 1821, era hijo de Migue-I
Brid y Manuela Marin. Criado ea
la Villa de Minas, donde su padre
BRI
BRI
tuvo casa de comercio, hizo los es-
tudios de carrera en Buenos Aires,
y vivia alli, sin esperanzas de or-
denarse de sub-diacono por faita de
capellania, cuando renuncio la suya
en su favor el presbitero compatrio-
ta Hipolito Soler. En esas circuns-
tancias surgio el inconveniente de la
falta de edad del candidato. pero el
Vicario Larranaga le dispenso el
afio cuestionado por decreto expedi-
do en el Cerrito de la Victoria el
afio 1841, y asi pudo ordenarse con-
forme a sus deseos.
Electo senador por el departa-
mento de Minas para el sexenio
1359-65, tuvo el canonigo Brid se-
fialado papel en dos ruidosas cues-
tiones que ocuparon la opinion pu-
blica durante la presidencia de Be-
rro. La primera en abril de 1861,
cuando el Vicariato negose a auto-
rizar el entierro en el cementerio
publico, del Dr. Enrique Jacobsen,
medico aleman afiliado a la maso-
neria. Parroco de la Iglesia Matriz,
en cierto momento en que una mu-
chedumbre protestaba tumultuosa-
mente contra el.proceder de las au-
toridades eclesiasticas, la actitud y
la palabra de Brid estuvo al nivel
de la violencia de los manifestan-
tes, y concluyo por cerrar las puer-
tas de la iglesia y poner el cemen-
terio en interdicto.
Las posiciones estuvieron cambia-
das, cuando en setiembre del mis-
mo ano el Vicario Apostolico Mon-
sefior Jacinto Vera, ''por un deber
imprescindible de conciencia", exo-
nero a Brid de su cargo de la
Bectoria de la Parroquia Matriz,
ejerciendo facultades que el pre-
sidente Berro, celoso del regalis-
mo gubernativo considero excesi-
\ as y tuvo por nulas.
Derivo de la discrepancia el lla-
mado conflicto eclesiastico, cuyo fin
iue el destierro del Vicario. Brid,
amigo del presidente, mantuvose de
t'cuerdo con la autoridad temporal,
y en un manifiesto impreso al es-
tiio de los que se usaban entonces,
dtclaro bajo su firma que solo con
anuencia del P. E. podia ser des-
tituido y consecuente con sus opi-
niones. no podia entregar al cura Ye-
regui las llaves de la Matriz.
Las autoridades eclesiasticas, por
su parte, lo sancionaban segun los
canones, a la vez que ponian en in-
terdicto el templo, que fue claiisu-
rndo.
Negociada en Buenos Aires, a fi-
nes de 1862, una solucion de ave-
nimiento entre las partes, Brid, de
acuerdo con lo resuelto, hizo "re-
nuncia del rectorado, que el Vica-
rio debia proveer con un sacerdote
neutral". El gobierno, reconocido a
su actitud, le acepto el sacrificio
tgradeciendole el fiel y honorable
desempeno de sus funciones.
Con fecha 4 de mayo de 1866, lo
nombraron Cura Vicario Foraneo
de Durazno, tocandole interinar al-
gun tiempo el curato de Trinidad de
los Porongos.
Conforme a su natural, en Duraz-
no hizo politica activa a favor del
Partido Blanco y tuvo arrastre de
votos como para que se le contem-
— 234 —
BRI
BRI
plara por los cqroneles y caudillos
electorales del departamento.
Vino a fallecer en Montevideo el
18 de mayo de 1886 — figura un po-
co olvidada, como se puso de ma-
nifiesto con motivo de su entierro —
uniendo a su dignidad en el clero
nacional, el titulo, poseido de largo
tiempo, de Canonigo Magistral de
la Catedral de Parana.
BRIE. JUAN Baustista
Medico de origen frances, conver-
tido en militar por imposicion de
lcs sucesos en dias de la Defensa
de Montevideo.
Vasco, nacido en San Juan de
Port, Bajos Pirineos, en 1797, hizo
estudios de medicina en la Univer-
sidad de Montpellier, y llego al Rio
de la Plata juntamente con un her-
mano de nombre Hipolito.
Avecindado en Montevideo, reva-
lido su titulo ante la Junta de Hi-
giene Publica, y en la lista de fa-
cultativos nacionales publicada el
19 de marzo de 1839, aparece figu-
rando como doctor en medicina.
El ejercicio de la carrera no fe
impidio dedicarse a las actividades
mas productivas del comercio y lle-
gar a ser socio principal de la firma
Ribas y Brie.
No desinteresado por las graves
dificultades suscitadas en la capital
en el periodo de organizacidn de las
legiones, tampoco habiase mezclado
el doctor Brie en tan delicado asun-
to. cuando el coronel Thiebaut vino
a pedirle que se incorporase a la
Legion Francesa, para formar en el
Batallon de Vascos que iba a crear-
se, pues lo consideraba el unico hom-
bre capaz de unir a su alrededor la
voluntad de todos los paisanos.
Elegido capitan de la 1 ? compafiia
de Cazadores Vascos, paso luego a
ser comandante del Batallon de Vas-
cos N 9 3.
Poseia Brie sin duda alguna na-
tural espiritu de soldado, pues prcn-
to pudo tener a sus ordenes un her-
moso plantel de voluntarios, cuya
manutencion y sosten muchas ve-
ces estuvo a cargo de su bolsillo,
pues la miseria del gobierno era de-
soladora.
En la expedicion del general Ri-
vera al litoral del Uruguay en 1846
marcho Brie al frente de sus Caza-
dores, y ccn ellos hallose en el ata-
que a Paysandu en diciembre del
mismo afio.
La resistencia firme de la guar-
nicion oribista comandada por el ca-
talan comandante Felipe Argento
hizo que los expedicionarios tuvie-
sen que emplearse a fondo y en ta-
les circunstancias los Vascos sintie-
rcn bien el peso de la lucha.
Con una pierna quebrada por un
balazo que le acertaron al principio
d.el combate, se mantuvo no obs-
tante junto a los suyos hasta la ren-
dicion del pueblo, y vio morir a su
hermano Hipolito, capitan de la com-
pafiia de Granaderos, al que una
bala de cafion le deshizo la cabeza.
Despues de ccncluida la Guerra
Grande por el tratado de paz de 8
— 235 —
BRI
BRI
de octubre de 1851, se retiro a vi-
vir en Peiiarol con su familia y allf,
dice C. M. Braconnay, fue siempre
el padre de los pobres, que cuida-
ba como medico, haciendo practico
el juramento prestado en Montpe-
llier al doctorarse: 'Dare mis cui-
dados gratuitcs a los menesterosos
y nunca cobrare un salario injusto".
La situacion economica era, sin
embargo, muy distinta a la de los
tiempos iniciales del sitio, pues su
fortuna habia desaparecido en la
guerra.
Fiel adicto al Partido Colorado, en
la revolucion contra el gobierno de
Pereira, en diciembre de 1857, mar-
chaba a incorporarse a sus amigos
en armas, cuando a consecuencia de
una caida del caballo se abrio ma-
lamente la vieja herida de la pier-
na fracturada, viendose obligado a
pasar a una de las carretas del par-
que de la columna revolucionaria
del general Cesar Diaz. En esas
condiciones, casi invalido, el 15 de
enero de 1858, en la accion de Ca-
gancha, fue lanceado por una fuer-
za de caballeria del general Lucas
Moreno, al mismo tiempo que Bo-
nifacio Vidal, Benito Larraya y va-
rios otros jefes y compafieros.
BRITO DEL PINO, EDUARDO Ma-
nuel Miguel Antonio
Jurisconsulto, legislador y cate-
dratico. Hijo del general Jose Brito
del Pino, nacio en Montevideo el 17
de junio de 1839. Curso estudios
universitarios, recibiendose de doc-
tor en jurisprudencia en el ano 1865.
Fiscal de Gobierno y Hacienda en
el gobierno de Ellauri, hizo renun-
cia de este importante cargo en
marzo de 1874.
Rector de la Universidad en el
mismo afio, dimitio el cargo en el
gobierno de Varela.
Ajeno a la polftica militante,
mientras algunos de sus hermanos
desempenaban un activo rol en las
filas blanco - nacionalistas, su nom-
bre fue incluido entre los suplentes
de senador por Cerro Largo en las
elecciones de 1879, cuyo objeto era
dar forma legal al gobierno dicta-
torial del corcnel Latorre, pero con-
vocado para ingresar al parlamento,
reehazo la banca.
Figura distinguida de la genera-
cion principista, y avanzada, cuya
obra cristalizo en la Sociedad de
Amigos de la Educacion Popular, la
Sociedad Universitaria y el Ateneo,
hombre de ideas liberales en materia
de religion, su propaganda contra el
clericalismo fue activa y elocuente.
Decano de la Facultad de Dere-
cho y Ciencias Sociales, volvio inte-
rinamente al puesto de Rector por
designacion del gobierno de Idiarte
Borda el 28 de agosto de 1895, y al
votarse en ese afio la terna para
proveer el cargo en propiedad, ob-
tuvo hasta 85 votos de la sala de
doctores.
En los acontecimientos pelfticos
del afio 1898, que tuvieron la virtud
de galvanizar al Partido Constitu-
cional, cuando este sumo el apoyo
de un prestigio historico al gobier-
no de facto de Juan L. Cuestas, el
BRI
BRI
Dr. Brito del Pino entro a formar
entre los miembrcs del Consejo de
Estado, instituido como parte del
andamiaje dictatorial por el mismo
decreto de 10 de febrero en que se
derrocaba la Asamblea Nacional.
El regimen de acuerdo electoral
bajo el cual se constituyeron las ca-
maras de la XX legislatura, le per-
mitio ingresar a la camara de dipu-
tados como representante pcr Mon-
tevideo para el periodo 1902 - 03.
Pero una vez que ese falso sistema
eleccionario fue abandonado, para
reiniciar la lucha franca ante las
urnas, el Dr. Brito del Pino, que
como todos los legisladores ccnsti-
tucionalistas carecia de electorado,
ceso de ffgurar en las camaras.
Circunscripto a las catedras y a
las -actividades de profesional, sus
conocimientos y su acrisolada honra-
dez le habian dado justa reputacion
en el foro y contaba en su haber, to-
davia, una larga y eficiente labor en
las multiples comisiones redactoras y
revisoras de los codigos nacionales
de que formara parte.
Distinguido en funciones docentes
como profescr de la Facultad de
Derecho, era Decano de dicha casa
de estudios cuando vacante el Rec-
torado de la Universidad el 15 de
febrero de 1911, vino a ocupar por
tercera vez el elevado cargo que
habia desempefiado, en plena juven-
tud, hacia 37 anos.
Fue este su ultimo destino oficial,
pues en el se jubilo en el mes de
diciembre del prcpio afio 11 y el 21
de noviembre de 1928 su vida tuvo
fin en la capital.
BRITO DEL PINO, JOSE Esteban
de los Reyes
Militar de la independencia que
alcanzo grado de generpl y cuya
preparacion y cultura le dieron
puesto senalado entre sus compafie-
ros de armas. Nacio en Montevideo,
el 6 de enero de 1797, siendo hijo
del brigadier de ingenieros espanol
Jose Perez Brito y de Maria'Josefa
del Pino, hija del Mariscal Joaquin
del Pino, gobernador de Montevi-
deo y virrey del Rio de la Plata.
Principiada la guerra ccntra los
brasilenos en abril de 1825, Brito
del Pino salio de Buenos Aires en
el mes de agosto junto con Jose
Conti, portadores de equipos para
los ejercitos patriotas, y burlada la
vigilancia de los barcos enemigos,
el dia 19 desembarcarcn en la Agra-
ciada y el 23 se incorporaron al
ejercito en Barra del Pintado, ccn-
duciendo 400 monturas completas
li a excepcion de cinchas y cien pa-
res de estribos". El 13 de setiem-
bre se le hizo reconocer como te-
niente l 9 del Regimiento de Drago-
nes Orientales reorganizado en esos
dias.
Ayudante del Estado Mayor Ge-
neral, una vez formado el Eiercito
Republicano se le designo adjunto
al Departamento de Caballeria, des-
empenando despues cargos de ayu-
dante de campo y de ler. oficial de
secretaria.
Participe en la guerra contra el
lmperio en 1826-28, asistio a las
principales acciones de armas y le
— 237 —
BRI
BRI
cupo la gloria de ser uno de los
vencedores de Ituzaingo el 20 de fe-
brero de 1827, recibiendo el escu-
do de honor y los cordones con que
se prernio a los soldados patriotas.
Con fecha 2 de abril de 1828 as-
cendio a capitan de caballeria de
las tropas de la Provincia Oriental.
En el interinato de gobierno de
Lavalleja en 1830, siendo sargento
mayor, tuvo destino en el Ministe-
rio de la Guerra en calidad de Ofi-
cial Mayor con desempeno de fun-
ciones de Ministro, y al otorgarse
por el presidente Rivera el 28 de
julio de 1831 los primeros ascens:s
conferidos en la republica constitui-
da, se le promovio a teniente coro-
nel graduado de caballeria. Obtuvo
la efectividad el 28 de junio del 32,
llego a coronel graduado el l 9 de
diciembre de 1834 y a efectivo en
la misma fecha de 1836.
En los dias de la revolucion del
general Rivera, cuando el presiden-
te general Manuel Oribe fue a po-
nerse al frente del ejercito en fe-
brero de 1837, el coronel Brito del
Pino marcho con el primer magis-
trado desempenando funciones de
secretario hasta el 5 de julio, fe-
cha en que volvio a Montevideo pa-
ra reiniegrarse al cargo de Oficial
Mayor del Ministerio de Guerra y
Marina. Actuo en funciones de titu-
lar, del 30 de julio al 16 de agosto
del 38 y cuando Oribe dimitio la
presidencia, hizo renuncia del puesto.
No obstante su afiliacion en el
Partido Blanco cuyo jefe era el mis-
mo general Oribe, Brito del Pino
no se ausento de Montevideo en mc-
mentos en que Rivera triunfaba con
el Partido Colorado y solo el 24 de
diciembre obtuvo a su solicitud la
baja del ejercito.
Desde enero de 1844 hasta julio
de 1850, se le encuentra en servi-
cio en el ejercito sitiador de Mcn-
tevideo y su permanente calidad de
agregado a la Plaza Mayor, indica
que antes de mando de fuerzas tu-
vo funciones de oficina en las de-
pendencias del gobierno que Oribe
organizo en el Cardal y en la Res-
tauracion.
Con la paz de 8 de octubre del
51 vino a Montevideo, para ser
nombrai'o el 23 de diciembre por
el presidente Joaquin Suarez, mi-
nistro de la Guerra, en cuyo pues-
to permanecio hasta el 15 de febre-
ro del 52, al cesar el mando de aquel
procer, despues de haber ascendido
a coronel mayor (general) el dia 11
del propio mes y ano.
El 2 de setiembre del 52 se le
nombro Encargado de Negccios y
Consul General ante el gobierno ar-
gentino, siendo presidente Juan
Francisco Giro y el 16 de marzo
de 1853 volvio a ser ministro de la
Guerra. En ese desempeno ocurrie-
ron los sucesos tumultuarios del 18
de julio, y en consecuencia, la sus-
titucion de Brito pcr el coronel Ve-
nr.ncio Flores.
Manusl Basilio. Bustamante, en
su interinato gubemamental, puso
en sus manos la misma cartera, que
conservo desde el 21 de setiembre
al 13 de noviembre del 55.
Amigo de toda intimidad del pre-
sidente Gabriel Antonio Pereira, fue
BRI
BRI
el general Brito del Pino uno de
sus consejeros y un verdadero se-
cretario general, aunque las unicas
funciones ostensibles se limitaran a
la de jefe superior del Resguardc
de Aduanas de toda la republica,
que le confiaron el 23 de setiem-
bre de 1858, a fin de dar una or-
ganizacion . nueva a esas reparticio-
nes, y al mando, con grado de ca-
pitan, de la extravagante Guardia
de Honor de la Constitucion y de
las Leyes, en noviembre de 1857.
Bernardo P. Berro lo nombro Ca-
pitan General del Puerto el 25 de
abril de 1860 y en su periodo, que
tuvo fin el 15 de febrero del 64,
se anexaron a tal cargo las atribu-
ciones de la Direccion General de
Marina por disposicion de 8 de se-
tiembre del 63.
Formaba parte desde el 21 de
agosto, del Consejo de Guerra Per-
manente establecido ' para castigar
severamente a los que secundaran
los p]anes del caudillo revoluciona-
rio colorado general Venancio Flo-
res.
Tuvo funciones de Fiscal del Con-
sejo de Guerra formado al general
Lucas Moreno en agosto del 64 y
en setiembre paso a integrar el Tri-
bunal Militar. La caida de su parti-
do politico al triunfo de la revoJu-
cion de Flores en febrero del 65, 1d
elimino de actividad.
De baja por la atentatoria reso-
lucion general de 19 de febrero de
1868, el 25 de agosto del mismo ano
ss le reincorporaba al ejercito, y
dejo de existir el 27 de abril de
1877, a los 80 afics de edad.
La literatura historica nacional
debe a la pluma del general Jose
Brito del Pino un precioso diario
de campana que lleva por titulo
"Diario de la Guerra del Brasil",
publicado por primera vez en nu-
meros sucesivos de la Revista His-
tdrica, y el cual se inicia el 12 de
agosto de 1825 para finalizar el 10
de noviembre del ano 28.
BRITOS, MANUEL
Militar de las guerras de la inde-
pendencia, que alcanzo al grado de
coronel mayor del ejercito, equiva-
lente en su epoca a general de bri-
gada, teniendo lucida actuacion pos-
terior en las luchas en que se forjaba
la patria.
Nacido en el departamento de Co-
lonia, era hijo de Felix Britos, de
nacionalidad portugues y de Antonia
Ana Esquivel.
Confundiendolo con un casi homo-
nimo, aparece sin embargo en un
libro argentino, como natural de
Montevideo.
Teniente coronel del Regimiento
l 9 de Caballeria del Ejercito Repu-
blicano en 1826, participo en toda la
campana contra el Imperio del Bra-
sil y el 18 de julio de 1828 se le pro-
movio a coronel graduado. Servia
aun en el Regimiento N<? 1, cuando
el 2 de agosto del mismo ano 28 se
le otorgo pase al Ejercto del Norte,
que a ordenes de Rivera venia de
realizar la conquista de las Misiones.
En ese ejercito, a la fecha reconoci-
do como Ejercito del Estado, Britos
BRI
BRI
desempefiaria funciones de Jefe de
Estado Mayor.
Designado Comandante Militar de
Paysandu el 8 de enero de 1830, so-
licito la baja absoluta del ejercito
siendo coronel, obteniendola con fe-
cha 27 de agosto de 1831.
Vuelto al servicio al producirse
los levantamientos lavallejistas de
1832, 33 y 34, fue Jefe de Estado Ma-
yor del Ejercito de Operaciones en
1833, teniendo bajo sus ordenes di-«
rectas las fuerzas movilizadas en Ta-
euarembo y al ano siguiente mando
un Escuadron de Milicias formado
en este ultimo departamento.
El 13 de noviembre de 1834, du-
rante el interinato presidencial de
Anaya, tuvo el mando del l.er Es-
cuadron de Caballeria de linea, en
cuyo cargo permanecio hasta el mes
de agcsto de 1836.
Amigo del general Rivera, a quien
habia servido lealmente y a entera
satisfaccion, cuando sono la hora en
que este se alzara en armas contra
el gobierno constituido del presiden-
te Oribe, preocupose el caudillo de
atraer a Britos a sus filas y verosi-
milmente debia creer que iba a
acompanarlo en la empresa, apor-
tando acaso ia disciplinada uni-
dad militar que tem'a a su mando y
estaba de guarnicion en Tacuarem-
bo. Padecia error el general Rivera
sin embargo, pues a su aviso escrito
noticiandole que habia estallado una
revolucion a cuyo frente se hallaba,
para luego solicitarle una entrevista,
Britos le contesto con una carta dig-
nisima, merecedora, como dice An-
tonio Diaz al insertarla en el tomo
III de su Historia, de salvarse de la
oscuridad del tiempo. La carta. que
principiaba diciendole "No son ami-
gos de Vd., y muchos menos de la
patria, los que lo han ccmprometi-
do a dar un paso que va a manchar
para siempre una reputacion adqui-
rida a costa de tantos sacrificios", fi-
naliza conjurandolo a dejar las ar-
mas que prepara contra las autori-
dades constituidas. "Proclame — le
dice — a sus conciudadanos para evi-
tar la efusion de sangre y venga a
nuestros brazos. Ni los triunfos ad-
quiridcs en Misiones ni ninguno de
sus ilustres hechos, le daran mayor
gloria que un paso semejante".
Pero las cosas no tenian arreglo
posible y el 17 de julio, atacado Bri-
tos por los revolucionarios en Tacua-
rembo, los puso en derrota persi-
guiendclos rumbo a la frontera con
su fiel escuadron.
Por decreto de 26 de julio, el go-
bierno premio a Britos ascendiendo-
lo a coronel mayor con retencion del
mando del l 9 , unidad a cuyo titulo
numerico se le agregaria el de "De-
fensor de la Constitucion", decretan-
dole asimismo una medalla de hc-
nor, la primera que se instituia en
la Republica. A Britos, como Jefe,
le correspondio la unica medalla en
oro. siendo las otras de plata para
los oficiales y de bronce para la
tropa.
Destinado luego a integrar el ejer-
cito que mandaba Ignacio Oribe, Cc-
mandante General de Campaha, tuvo
brillante actuacion en la batalla de
— 240 —
B R ] i
Carpinteria, librada el 19 de se-
tiembre de 1836, con desfavora-
bles resultados para los revoluciona-
rios, que se vieron en el caso de
trasponer la frontera del Brasil. S61o
algunos jefes riveristas como Jose
M. Luna y Lueiano Blanco queda-
ron en armas en nuestro territorio y
Britos tomo a su cargo la tarea de
perseguirlos y batirlos donde pudie-
ra. EI 11 de noviembre, por enfer-
medad del general Ignacio Oribe,
recibi6 la designacion de Comandan-
te General de Campana, cargo que
ya habia desempenado interinamen-
te en el mismo mes del ano anterior.
Los revclucionarios volvieron al
territorio, repasando el limite del
Imperio y el 28 de junio Rivera se
vio obligado a librar batalla a las
fuerzas reunidas de los generales
Oribe y Lavalleja que constituian el
unico ejercito gubernista y las cua-
les se hallaban bajo el mando del
primero, reintegrado a la jefatura
del ejercito desde el 19 de febrero.
En esta ocasion la suerte favcrecio
al caudillo revolucionario, que obtu-
vo en los campos de Palmar, Paysan-
du, el 15 de junio de 1838, una vic-
toria decisiva.
Ignacio Oribe perdid la batalla
cuando parecia estar ganada y fue-
ron inutiles los esfuerzos heroicos de
Britos para bascular la victoria ha-
cia su bando; pero deseoso de ate-
nuar la responsabilidad propia, el
general en jefe le culp6 del desas-
tre, con evidente injusticia.
Despues de la derrota, Oribe se re-
tiro rumbo a Paysandu con alguna
fuerza, acbmpanado de su general.
Cuando estuvieron en aquella po-
blaci6n surgio una grave disidencia
entre ambos militares y Britos, em-
barcado en la goleta nacional "Mi- . '
nerva", mandada por el capitan gra-
duado Leonardo Donati, emprendi ' '
viaje, gravcmenle enfermo, rurodcf a
Montevideo.
Parece que temeroso de que el ge-
neral simulase una gravedad que no
tenia, con proposito de car'/oiar tri*
ruta por el camino, Ignacio Oribe or-L^
deno que lo trajeran engrillado.
El 1? de julio de 1838, Britos dejo
de existir y por lcs terminos de la
nota en que se da cuenta dcl deceso,
puede afirmarse que murio en el
puerto de Montevideo o muy cerca
de el.
Este fallecimiento inesperado y las
especies derivadas de la derrota de
Palmar, dieron asidero a tal canti-
dad de rumores, que el goi^^'""- se
apresuro a esclai'ecer la Verdad, d^*^^
t^rminando que el cadavev del gene-
ral fuese autopsiado por una junta de
facullativos, los c.i:^- a raiz del
examen, dec lararo »- < - ,omo causa mor.
tis el recK^ re ^" m ^'' lt0 ^ e l,na anligua
afeccTKr vesical -
Las ac* saciones n <-'chas al general
Britos sobr^ su conducta en l a bata-
lla de PalmaVlte.i^^ebatidas en6r-
gicamente una veT^ie^S^l^Vdo, por
su hermano politico, el co/onc., 1; ' ^ —
mon de Caceres, que a su turno im-
put6 el desastre a la incapacidad mi-
litar del general Ignacio Oribe, en
prosa desabrida y de marcado per-
sonalismo.
— 241 —
BHUNEL. Audres ADOLFO
Meclico frances nacido en Hyeres,
cc.-co de Tolotl, el afio 1810 y docto-
»do en la Universidad de Muntpc-
Alier.
Dc'tpues de una estada en Mon-
tevideo, en 1838, como cirujano de
2* clase de u.n buque de guerra de
su pais, volvio en 1840, pero esta vez
cy caircbd de cirujano mayor de la
gragata ' Perla", y resuelto a quedar-
se en nuestro pais, revalido su tltu-
lo ante la Junta ce Higiene a fi-
nes de 1842.
Ligado por casamiento a la fami-
lia dcl coronel Jos£ Maria Soisona,
los treinta anos restantes de su vi-
da son uruguayos.
Amigo dcl doclor Vilardeb6, ade-
mas del ejercicio de la carrera —
kdonde tuvo renomhre ccmo facul-
tativo — hizo ciencias puras, llegan-
dt^/^sunir gran caudal de' obser-
~~~~„ "^fgB' debia emplear
en sus infVe-mn. ,.
Di •» ^jr^ntcs monografias.
P i «„!? , e JX io de Montevideo por
el general Manu.i n u * ■ ■
, YUU, "«-1 Onbe, fue ciru-
lano ayudante v t, j- j , ,
♦„i r y "'"d'co del hospi-
taJ rrances y despues
Hospital de Caridad
CU.dndos 3in dlstincidn
os pacientes y bondad
u _ Ini ^ erias humam
"*on5i<5 al Dr. Brunel
^^^lor insigne dc practicur el 2 de
mayo de 1847, la primera operacidn
quirurgica con anestesin — vaporca
de eter — quo se practicaba en nues-
ti.i capital y la primera en toda la
America latlna.
niei"Uco del
repr.rtiendo
pa<ra todos
<)ara todas
En nucstro
grnfia ©s abundante. Vincuiado al
naturalista frances Airn^ Bonpland,"
escribii la primera y muy nprecis-
ble biografia del naturalista, apa-
recida en Paris en 1856 y alli re-
tmpjesa en 1860 con nuraerosos acre-
cimientos. El mismo ario se impri-
mi6 en MonteviUeo el opusculo
"Electricidad Localizada", con pro-
logo del doctor F. A. Vidal, nl mis-
mo tiempo que en Paris se publi-
caba ur.a "Memoria" drigida a la
Academia Imperial de Medicina so-
brc la fiebre amarilla que diezmo
nucstrn capitnl en 18S7. y durante
la cual le toco prestar inapreciables
servicios.
En 1862 aparecieron "Consideracio-
nes sobre Higiene y observneiones
relativas a Montevideo", donde se
proyecta un hospicio para dementes,
y en 1865, bajo los auspicios de
las autoridades municipales, un
"Opuseulo sobre Iligiene de los ni-
fios", recopilacion de articulos in-
sertos en el diario "Ln Tribuna".
Primer tratado de puericultura es-
crito y publicado en el Rio de la
Plata, tendia a divulgar verdades
practicas y reglas de higiene entre
las madrcs, alejandc las curanderas
y facilitando el estudio diucil de las
enfermedades de esos dolicodos se-
res.
El 15 de setiembre de 1870 em-
barco en Montevideo deseoso. de
visitar la patria, cuyo gobierno ha-
bialo dlstinguido con la Legion de
Honor.
Antes do irso donc su iuslrumen-
tal cientifico al Hospital de Cari-
— 242 —
BRU
BRU
dad y sus libros a la Biblioteca Na-
cional, pues su animo de retirarse
de la carrera era definitivo.
La Comision del Hospital, a su
vez, le hizo entrega de una honro-
sa medalla de oro.
Fallecio de un ataque cerebral
en 1871.
BRUM, BALTASAE
Presidente constitucional de la
Republica, ministro, internacionalis-
ta y figura de la mas alta notoriedad
en nuestra historia contemporanea.
Hijo de Jose de Brum y de Auris-
tela Rodriguez, habia nacido en Cua-
ro, actual departamento de Artigas,
pero en esa epoca jurisdiccion del
Salto, el 18 de junio de 1883. Su pa-
dre era hacendado en la localidad y
alli transcurrieron sus primeros afios
familiarizado con faenas del campo a
las cuales conservo siempre amable
recuerdo. Alumno del Instituto Poli-
tecnico del Salto, aprobo en este
acreditado colegio todas las materias
del bachillerato, para luego pasar a
Montevideo y matricularse en la Fa-
cultad de Derecho, donde se docto-
ro en leyes el afio 1909.
Despues de una jira "por Europa
radico en la capital saltena, para ser
profesor de filosofia en el mismo ins-
tituto transformado ya entonces en
liceo oficial. Destacaba a esa fecha
calidad y dinamismo anunciadores
de un futuro inequivoco. La juven-
tud a la que adoctrinaba desde la ca-
tedra y servia de ejemplo con activi-
dad intelectual util, creyo que seria
el candidato ideal para ocupar el
cargo de Intendente Municipal que
una ley venia de crear, y movida la
opinion en ese sentido constit'uyose
un comite para prestigiar su nom-
bre, el cual si pudo obtener multiples
y valiosas adhesiones, hallabase con-
denado de antemano al fracaso, pues
dentro del cerrado sistema presiden-
cialista del gobierno de Williman, la
opinion de este era la unica valida
tratandose de cuestiones administra-
tivas.
No influyo el caso en la carrera
politica del Dr. Brum, el cual, electo
miembro de la Junta Municipal, de
la que fue vice - presidente, se revelo
como periodista con especial aptitud
polemica en el diarismo local. En cir-
cunstancias en que era clificil sortear
una combinacion ministerial, su co-
rreligionario y amigo el Dr. Felicia-
no Viera, uno de los ases de la frac-
cion colorada mayoritaria, presento
al Dr. Baltasar Brum como solucion
del impasse, y aceptada su candida-
tura por el presidente Batlle y Ordo-
fiez, solo fue preciso esperar a que
cumpliera la edad legal de treinta
afios para lo cual le faltaba poco
tiempo y el 30 de junio de 1913 en-
tro en posesion de la eartera de
Instruccion Publica.
Encargado ad - interin del Minis-
terio de Relaciones Exteriores el 13
de febrero de 1914, al asumir la pre-
sidencia el Dr. Feliciano Viera lo hi-
zo ministro del Interior el l 9 de mar-
zo de 1915 y en tal cargo se mantuvo>
hasta el 4 de setiembre de 1916, fe-
cha en que paso a actuar al frente de
la cancilleria, donde iba a realizar
_ 243 —
BRU
obra de intensa labor y de transcen-
dentales proyecciones para la vida y
el prestigio internacional de la Repu-
blica. Un clima de excepcion, origi-
nado por la primera guerra mundial
favorecio circunstancialmente la ges-
tion del ministro que, poseedor de la
calidad de estadista, supo aprove-
charlo.
Elemento activo en la politica in-
terna, donde el sector mayoritario
del Partido Colorado propiciaba una
reforma constitucional modificativa
de la estructuracion del Poder Eje-
cutivo, sustituyendo la presidencia
unipersonal por un Cuerpo Colegiado,
y obtenido. aunque en forma incom-
pleta aquel postulado en la Carta de
1917, al termino de la presidencia
de Viera era el Dr. Brum el candi-
dato indicado para sucedeiie.
A fines de 1918, el canciller reali-
zo una jira politica por ambas Ame-
ricas, mereciendo especiales distin-
ciones del presidente Wilson y cor-
dial acogida en todas las patrias
donde llevo su saludo fraterno.
El l? de marzo de 1919, el voto de
la asamblea general lo consagro
presidente de la Republica para el
cuadrienio 1919 - 23.
El presidente no desmintio las es-
peranzas que se cifraban en su ges-
tion de gobierno: poseedor de una
admirable capacidad de trabajo,
abarcaba rapidamente las cuestio-
nes. Dueno de un sentido cabal
de los sucesos y una vision igual-
mente cabal de las personas, tenia
inclinacion notoria a encarar las
cpsas con criterio amplio, endere-
zando siempre hacia las soluciones
BRU
humanas, las mas difrciles y las mas
faciles, segiin el espiritu del que las
busque.
Firme en sus convicciones, porfia-
do o arrebatado a veces, "la propen-
sion bondadosa" era sin embargo su
normal. Su modo de ser quedo refle-
jado en su obra; a traves de su ges-
tion de mandatario y de sus leyes,
podria reconstruirse la estructura in-
telectual y moral del ciudadano que
las emitio y llevo a la practica.
Terminado el 28 de febrero de
1923 su periodo de gobierno, se res-
tituyo a su estudio de abogado y en
categoria de simple ciudadano, pero
sin que pudiera desprenderse del
prestigio politico que se habia gana-
do en el poder. Y este prestigio que
conservo y supo acrecentar, lo lle-
vo el l 9 de marzo de 1931 al Conse-
jo Nacional de Administracion, ins-
tituido por la reforma constitucio-
nal de 1917, cargo que debia ocupar
por el termino de un sexenio, y pre-
sidirlo los dos primeros afios en su
calidad de primer titular.
Trascendentales sucesos, demasia-
do recientes, lo vinieron a encontrar
en su alto cargo en el mismo tren de
firmeza que habia elegido para un
caso eventual, pues nunca desmayo
en lo que oreia una actitud patrioti-
camente indeclinable.
Vio como el conflicto entre el eje-
cutivo unipersonal por un lado, ypor
otro la rama colegiada y el parla-
mento, se acercaba de modo paula-
tino: y cuando sono la hora de afron-
tar la lucha en el terreno, ya habia
dispuesto con admirable serenidad su
composicion de lugar. No descarto
— 244 —
BUE
BUE
detalle alguno, ni siquiera los exce-
sos de vandalismo retrospectivo de
los cuales habia fresco ejemplo en
la Argentina, pero que felizmente se
ahorraron a nuestro pais — pues con
antelacion suficiente tenia retirado
de su casa papeles y documentos per-
sonales o de familia.
Depuesto el Consejo Nacional de
Administracion que presidia, apre-
hendidos la mayoria de sus miem-
bros y dispersadas las camaras por el
golpe de Estado del 31 de marzo de
1933, la policia del ex-presidente Ga-
briel Terra, convertido en dictador,
vino a sitiarlo en su domicilio par-
ticular, pero el no consintio en darse
preso ni acepto la posibilidad de
abandonarlo al amparo de un diplo-
matico amigo y se suicido de un ti-
ro en el medio del pecho, a la puer-
ta de su casa, sefialada con el riu-
mero 1394, en la calle Rio Branco.
Poseia Brum, en el fondo de su
alrna, un paralelismo basico con
Marti, el Ultimo Libertador, caido
en Dos Rios, en cuanto ambos abri-
gaban el comun convencimiento de
la virtualidad del sacrificio, fuente
de imposicion y de milagros. Marti
habia escrito: "la sangre de los bue-
nos no se vierte nunca en vano, la
vida humana no es toda la vida, la
tumba es via y no termino".
BUELA, JUAN G.
Periodista y gerente de la llama-
da Sala de Comercio Montevidea-
na, institucion de gran importancia
en su epoca.
Espanol de nacimiento, habia vis-
to luz en 1827 y llego a Montevideo
siendo muy jcven para emplearse
como dependiente de almacen ma-
yorista.
Emprendedor y despierto, en 1846
adquirio de su paisano Julian Ros-
quellas, la "Sala de Comercio", es-
pecie de centro de reunion de hom-
bres de mar y gentes de negocios,
donde se leian diarios extranjeros,
que aquel habia fundado el ano
1840, y con una actividad incansa-
ble hizo de un organismo en em-
brion un establecimiento de suma
utilidad, acreditado por los valiosos
servicios que prestaba a la plazia
montevideana.
En 1849 Buela anadio un nuevo
adelanto a su agencia con la publi-
cacion de una hoja manuscrita, sin
titulo ni dia fijo, dcnde se noticia-
ba el movimiento de buques. Inte-
resados los suscritores, aumento el
tiraje iisando dos prensas de co-
piar cartas, pero no siendo suficien-
tes, adquirio cuatro cajas de tipos
viejos y una pequefia prensa de ma-
no, que habia servido como pren-
sa del ejercito de Echagiie, vencido
en Cagancha y con esos parvos
elementos pudo sacar a la calle a
principios de 1850, el primer mi-
mero de "El Telegrafo Maritimo",
hoja vespertina virtualmente - apoli'-
tica, independiente, con profusa in-
formacion tocante a comercio, na-
vegacion y movimiento portuario, de
sumo interes para los comerciantes
pacatos y rutineros, para los cua-
les la suscripcion a la unica hoja
esencialmente dedicada al gremio,
— 245 —
BUE
BUR
vino a convertirse en algo como un
deber para con el gremio mismo, que
venia a marcar un jalon en las ac-
tividades comerciales de Montevi-
deo, impulsando la vida comercial.
Desde 1870 el diario tuvo local
propio e independiente de la Sala,
cuya sede era la esquina Piedras
y Solis, y "EI Telegrafo Maritimo"
Uego a ser el decano de los diarics
en el Bio de la Plata, pues su pu-
blicacion ceso unicamente cuando el
cable y el noticierismo trajeron con-
sigo el periodismo de gran empre-
sa representativo de ingentes capi-
tales, con los cuales era imposible
competir.
Cuarenta afios estuvo don Juan al
'frente de "El Telegrafo", pues fue
hombre que en la vida solo conocio
el trabajo. Una unica solucion de
continuidad entre 1885 y 1888 pue-
de anotarse en la diaria brega, tres
afios que el llamo "pocos para su
descanso y demasiado largos para
su impaciencia".
Presa de una afeccion asmatica
que ensombrecio sus ultimos afios,
vino a fallecer en Montevideo el
1? de octubre de 1890.
Honrado a carta cabal, dedicando
a las actividades de su vida una
constancia extraordinaria, sus sen-
timientos altruistas quedaron de ma-
nifiesto en los servicios prestados
a los pestiferos de Buenos Aires en
1870, premiados con una medalla,
que ante sus ojos tuvo siempre ma-
yor valor que las encomiendas de
Brasil y de Espafia con que estaba
condecorado.
BUHGOS, CIEIACO Jose
Militar, que ascendio hasta general
del ejercito, nacido en Montevideo
el 7 de abril de 1819, hijo de Juan
Jose Burgos, argentino.
Sus servicios en la milicia se ini-
cian como soldado en las fuerzas
revolucionarias del general Fruc-
tuoso Rivera, al termino del movi-
miento que este encabezo en los
afios 1836-38.
Sn 1841 paso a un destacamento
policial y en 1842 a la 4 ? compafiia
del batallon de Guardias Naciona-
les.
El 4 de abril de 1843, afio en que
principia el sitio de Montevideo, fi-
gura como alferez del ler. Escua-
dron de Caballeria de Extramuros
y en esta unidad asciende sucesiva-
mente a subteniente 1° el 17 de ju-
lio de 1844, a teniente 2? el 31 de
marzo de 1845 y a teniente l 9 el
11 de enero de 1846.
Transferido en 1847 al batallon
l 9 de Guardias Nacionales, el 15 de
rnarzo de 1850 vino a formar inarte
de la oficialidad del batallon "Guar-
dia Oriental", en donde estuvo has-
ta el fin de la guerra, en octubre
del 51. En el mes de febrero de
este mismo afio habfa sido tomado
prisionero por los sitiadores junto
con el capitan Andres Pacheco, pe-
ro consiguio escapar volviendo en
seguida a la lucha.
En el gobierno del Triunvirato se
le destino al batallon 1° de Caza-
dores en noviembre de 1853 y el 31
t- 246 —
BUR
BUR
de diciembre del afio siguiente paso
a la Brigada de Policia.
Comisario de Policia en el de-
partamento de Colonia en julio de
1855, en el de Maldonado en octu-
bre y en Rccha desde el 20 del
mismo mes de 1856, ceso en este
ultimo destino el 14 de agosto de
1857.
Participd en el movimiento revo-
lucionario del general Cesar Diaz,
vencido en el Paso de Quinteros en
febrero de 1B58, y prisionero otra
vez, salvd la vida por intervencidn
del comandante Burguefio. Conducido
a la capital, el gobierno de Pereira
lo puso en libertad, lo mismo que a
todos los companeros de derrota,
"estando asegurada la paz en toda
la Republica con el triunfo de las
armas nacionales y el castigo de la
rebelidn", conforme a los terminos
del decreto del 11 de febrero.
Alejado desde entonces del ejer-
cito, se acogid al indulto de 29 de
setiembre de 1862 y fue reincorpo-
rado el 10 de noviembre del propio
afio.
En la revolucidn del general Flo-
res se puso a las drdenes de este
caudiilo, dejando de lado antiguos
resentimientos que se le guardaban
dentro de la fraccidn conservadora
del propio Partido Colorado. Sargen-
to mayor en 1864 por ascenso re-
volucionario, al triunfo de los su-
yos fue alta en el ejercito como sar-
gento mayor el 1? de mayo de 1865,
recibiendo promocidn a teniente
coronel graduado el 14 de julio si-
guiente con antigiiedad del 19 de
mayo y destino en el batalldn 2? de
Guardias Nacionales de la Unidn.
En este mismo afio prestd servicios
en el batalldn 3 9 de Guardias Na-
cionales _de Extramuros, donde es-
tuvo hasta que recibid la 2 ? jefatu-
ra del batalldn "Libertad" — recien
creado — el 7 de febrero de 1866.
De julio de 1866 al 29 de enero de
1867, agregd a su cargo el de jefe
del Cuerpo de Serenos y se le
mantuvo en el puesto de 2° jefe
del "Libertad" hasta mayo de este
ultimo afio.
El 28 de mayo de 1868, a pro-
puesta del Jefe Politico de Canelo-
nes, fue nombrado Comisario de
Ordenes de dicho departamento,
cargo que ocupd hasta el 15 de fe-
brero de 1870.
Combatiendo a los revolucionarios
del corcnel Timoteo Aparicio tuvo
la efectividad de teniente coronel
el 28 de febrero de 1872.
En el interinato de Tomas Gomen-
soro fue comandante de la Fortale-
za del Cerro, el 19 de agosto de
1872, y alli debia mantenerse du-
rante siete afios casi clia por dia,
pues ceso recien el 29 de agosto de
1879.
Corcnel graduado el 27 de enero
de 1882, en las postrimerias del go-
bierno de Vidal, el presidente ge-
neral Maximo Santos le did la efec-
tividad el 5 de marzo de 1886.
Jefe Politico de Canelones, del
8 de enero de 1887 al 11 de abril
de 1890, el presidente Herrera y
Obes lo promovid a general de bri-
gada el 23 de agosto de 1890.
BUR
BUR
El veterano general Burgos vivio
generalmente apreciado hasta que
su existencia tuvo lin en Montevi-
deo el 5 de junio de 1894.
Era un militar y un jefe a la an-
tigua, hombre de cultura* elemen-
tal, cuyos errores o faltas pudieron
enraizar en ello antes que en ins-
tintos aviesos, conforme acontecio a
menudo entre nuestros hombres de
espada para bien de su nombre.
BURGUE80, GERVASIO Miguel
Militar, que alcanzo el grado de
general y tuvo saliente actuacion en
las filas del Partido Blanco. Era hi-
jo de un oficial de la independen-
cia, Tomas Burguefio, y habia na-
cido en Montevideo, el 19 de junio
de 1814.
Principio a servir en la Guardia
Nacional, donde revista como tenien-
te 1* en 1836 y en las filas del
gobierno constitucional hizo la cam-
pafia de 1836-38 contra la revolu-
cion riverista.
Al servicio del general Manuel
Oribe en la Guerra Grande, ejer-
ciendo mando militar en Canelones,
merece destacarse su actitud huma-
nitaria que no era precisamente la
que regia en las filas de otros je-
fes, con motivo de unos enemigos
naufragos recogidos de un bergan-
tin norteamericano perdido en Pun-
ta Negra. Esta conducta valio a Bur-
guefio elogios que no se prodigaban
a los adversarios, segun consta en la
prensa de la capital sitiada.
Su campo de accion y de presti-
gio fue la zona sudeste de Canelo-
nes extendida hasta parte de Maldo-
nado donde sirvio a ordenes de Ber-
nardino Olid, quien cita al capitan
Burguefio en el parte de las opera-
ciones de setiembre de 1846, donde
el dia 28 fue muerto el coronel For-
tunato Silva, en las proximidades
de San Carlos.
Todavia jefe de Guardia Nacional,
era coronel graduado cuando la re-
volucion conservadora de Cesar
Diaz, que termino en el Paso de
Quinteros en febrero de 1858. Su
intervencion personal en los terri-
bles dias subsiguientes a la capitu-
iacion, salvo varios compatriotas y
uno entre ellcs y de los mas cono-
cidos — Jose Candido Bustamante
— rindiole tributo publico de gra-
titud.
El gobierno de Pereira premian-
do los servicios de Burguefio, lo in-
corporo al ejercito de linea como
coronel graduado de caballeria en
febrero de 1858 y unos meses mas
tarde se le nombraba jefe del ler.
Regimiento de Guardias Nacionales
de Maldonado.
Al frente de la jefatura politica
del mismo departamento, siempre
en la administracion de Pereira,
desempefiose como un funcionario
correcto y honesto al cual el vecin-
dario se lo testifico ofreciendole un
album (1860).
En la presidencia de Berro tuvo
el "ascenso a coronel efectivo, des-
pues de vencer la oposicion parla-
mentaria que al fin le otorgo la ve-
nia legal. con manifiesta mala vo-
luntad, en setiembre de 1863.
— 248 —
BUR
BUR
Participo activamente en las ope-
raciones contra lcs revolucionarios
colorados floristas de 1863 a 1865,
hasta que su parcialidad politica fue
desalojada del gobierno.
En el levantamiento blanco del
coronel Timoteo Aparicio en 1870,
vino acompanando al general Me-
dina, cuando este vadeo el Uru-
guay en el mes de ,agosto y en la
batalla del Sauce mando la van-
guardia de las fuerzas del coronel
Angel Muniz, para desempefiar mas
tarde la jefatura del Estado Mayor
del ejercito revolucionario.
Siguiendo a su jefe el coronel Ti-
moteo Aparicio, estuvo con el go-
bierno dictatorial de 1875 y su firma
se halla estampada en el arreglo
concertado en Florida, el 19 de ene-
ro, por el cual su partido reconocia
a Pedro Varela como primer magis-
trado de la Republica.
Premiando ese apoyo, el usurpa-
'dor le confio la jefatura politica de
Canelones, el 30 de enero y la Co-
mandancia Militar de los departa-
mentos de San Jose y Canelones,
el 15 de julio, dia en que las
jefaturas politicas fueron reempla-
zadas por las comandancias milita-
res.
Por razones circunstanciales y de
ambiente — el atentado en aquellos
dias era la norma — o por suges-
tion de gente que pudo tener a su
lado, el coronel Burgueno se sindi-
co en ese nuevo cargo por la co-
mision de verdaderas demasias y
por un irrespeto notorio al derecho
ajeno, que sus antecedentes no ha-
cian esperar de ninguna manera.
Asi, ordeno a sus subalternos cas-
tigar a los adversarios politicos en
sus bienes y extorsionar a los pa-
dres y deudos de los ciudadanos
que hubieran abrazado la causa de
la Revolucion Tricolor, segiin cons-
ta documentado. De igual mcdo diri-
gio una circular a sus oficiales, para
que no reconocieran las papeletas o
certificados de los -extranjeros, exi-
giendoles a todos, ademas, la fe de
bautismo, que debian entregar en un
plazo de 4 a 6 dias o en su defec-
to ir a prestar servicio de armas.
Esta ultima disposicion motivo el
reclamo del Encargado de Negocios
de Espana, a raiz de la cual el mi-
nistro de la Guerra coronel Latorre
hizo saber a Burgueno en una nota
conminatoria, que debia poner fin
a esas practicas excesivas (Papeles
del Ministerio de Guerra, setiembre
de 1875. — Archivo General de la
Nacion).
Mantuvo su adhesion al regimen
de fuerza de Latorre y reclutaba gen-
te de sus pagos para agrandar las
manifestaciones dictatoriales de Mon-
tevideo.
No tuvo actividad politica en la
epoca de Santos, aunque conservan-
do siempre buena armonia con el
gobierno; y en la presideneia del
general Tajes recibio las palmas de
general de brigada, el 26 de febre-
ro de 1890.
Creado en la administracion del
doctor Herrera y Obes el Tribunal
Militar, fue a integrarlo el 10 de
febrero de 1892. Desempenaba ese
cargo cuando fallecio el 24 de se-
tiembre de 1900 en la modesta ca-
BUS
BUS
sa de la calle Paraguay (ahora Cu-
ruguaty), donde vivia. No dejaba
bienes de fortuna, despues de ha-
ber sido rico y de haber dispuesto
de mucho de lo suyo en auxiliar,
dadivoso, a gente humilde de los
pagos en que era caudillo, habili-
tandolas con animales, semillas o
implementos de trabajo.
BUSCHENTAL. JOSE
Finaneista y hombre de ernpresa
cuyo nombre, conocido en el Rio de
la Plata y en Europa, esta ligado a
nuestro pais, porque en el Uruguay
tuvo el principal asiento de sus ne-
gocios, casa en la calle Sarandi y
la quinta seiiorial del Buen Retiro
en el Paso del Molino.
Frances, nacido en Strasburgo, el
afio 1802, de familia luterana pero
que tenia sangre israelita, Jose Bus-
chental no uso nunca la particula
de antepuesta al apellido, aunque la
hubiera usado su padre.
Siendo muy joven vino al Brasil,
donde en 1828 obtuvo carta de na-
turalizaeion y luego se caso con
Maria de la Gloria de Castro Delfim
Pereira, segunda hija del baron de
Sorocaba, el 19 cle agosto de 1830,
la cual aportaba a la union una
considerable fortuna.
Siguio a este matrimonio un ca-
pitulo financiero finalizado en una
ruidosa quiebra que perjudico gran-
demente a la plaza de Rio Janeiro
y entonces Buschental se fue a Lon-
dres en abril de 1832, y de Ingla-
terra paso a Madrid, para vincularse
con el famoso banquero y especu-
lador Jose de Salamanca.
En Espafia se naturalizo conforme
lo habia hecho en Brasil, convirtien-
dose en personaje de influencia en
el alto mundo de negocios y fue
agraciado con la real y distinguida
orden americana de -Isabel la Cato-
lica.
Envuelto en una nueva bancarro-
ta, llego el dia en que hubo nece-
sidad de alejarse de Espaiia para
sentar sus reales en Paris, donde
hizo conocimiento con nuestro mi-
nistro Jose Ellauri. En gestiones de
contratacion de un emprestito para
Montevideo sitiado, comprometio
Buschental algunas influencias a fa-
vor de la causa nacional y vino a la
Republica a comienzos de 1849. Fra-
casada la combinacion del prestamo,
intervino en otras especulaciones que
se extendian al Rio de la Plata, con-
vertido en banquero de la Confede-
racion.
Hombre de mundo, sonriente, de
palabra facil y ojos sutiles y pe-
netrantes, se dice que Mariano Fra-
gueiro, ministro de Hacienda de Ur-
quiza, no lo recibfa sin antes ca-
larse unas gafas negras, porque era
incapaz de resistir sus miradas . . .
Sus vinculos con el gobernador de
Entre Rios le valieron a Buschental
duros calificativos de los papeles ro-
sistas, que en sus desbordes no tu-
vieron empacho en Uamarlo hasta
"caballero de industria". Sin que
puedan aceptarse tales excesos en el
juicio, las cartas del visconde de
Maua al famoso hombre de negocios
— ultimamente publicadas en Rio
— 250 — -
BUS
BUS
Janeiro — confirman que era persona
de gran entereza en materia de
asuntos comerciales y un tanto es-
curridizo en los tratos.
Despues de realizar esplendidos
negccios eligio para su residencia la
capital uruguaya. Fundo sobre el rio
Santa Lucia un gran establecimien-
to de elaboracion de carnes conser-
vadas, l: La Trinidad", proveedor del
ejercito frances por varios anos mer-
ced a importantes contratos. Para
servicio de su establecimiento — un
modelo sin duda alguna — trajo un
barco de vapor, el primero que na-
vego por el Santa Lucia.
Planteo una gran estancia en "Saii
Javier", Paysandu, donde ultima-
meiite asento la Colonia Rusa, y un
molino instalado segun los ultimos
adelantos ffrente al actual camino
Castro en el Paso del Molino, a los
fondos de la quinta.
Intervino en 1862 en la construc-
cion — sobre planos encargados a
Europa — del Hotel Oriental, en la
calle Solis esquina Piedras, conside-
rado como uno de los monumentales
edificios de Montevideo en esa epo-
ca. Asimismo tuvo que ver con la
construccion del importantisimo ho-
tel de Santa Lucia, estacion vera-
niega entonces en pleno auge. Vivio
nuestra vida y en el gobierno del
general Batlle lo nombraron miem-
bro del Consejo Consultivo de Ha-
cienda que se creaba por decreto de
3 de enero de 1870.
Fue duefio de la extensa y mag-
nifica "Quinta del Buen Retiro",
casa habitacion, jardin, parque y
cabana, que andando el tiempo vi-
no a constituir el casco central del
hermosisimo paseo del Prado, don-
de actualmente lo recuerda un bus-
to en bronce.
En esta hermosa posesion vivio
Buschental sus largas permanencias
en nuestra capital, sin que su seno-
ra las compartiese con el, pues Ma-
ria Pereira no conocio Montevideo
en vida de su esposo.
Pese a todo lo que se tiene afir-
mado. la presencia atribuida aqui de
la prestigiosa dama riograndense es
fruto de error, que el autor aun com-
partia cuando envio esta ficha al
concurso de 1943.
Dofia Maria permanecio siempre
en Europa, en una especie de tacita
y amigable separacion.
Estos y otros detalles de la exis-
tencia de Buschental que sencilla-
mente lo humanizan, han sido pues-
tos de lado u ocultados por la ge-
neralidad de biografos y cronistas.
Por esta causa, Buschental suele
configurar para algunos algo asi co-
mo la encarnacion viva de un aris-
tocrata sefior, siempre impecable-
mente trajeado, vagando entre plan-
tas y flores exoticas o presidien-
do fiestas sociales exquisitas. Hom-
bre cc-mo todos, en cambio, repartia
su existencia como la de otro cual-
quiera y las reuniones del Buen Re-
tiro muchas veces tenian lugar en
torno de una animada mesa de jue-
go.
Buschental, que solia ir a Europa
por sus negocios o porque su salud
requisiese cura de aguas, emprendio
viaje a su patria, en 1870 y enfermo
repentinamente en Londres, dejo de
BUS
BUS
existir en el Hotel Clarendon, el 25
de noviembre, a los sesenta y oeho
afios de edad.
En el testamento cerrado, insti-
tufa a su esposa como heredera uni-
versal de una considerable masa su-
cesoria representada por bienes si-
tuados en nuestro pais, aunque exis-
tian fuertes deudas.
La sefiora viuda vino a la Repu-
blica acompanada de un secretario
particular a realizar los inmuebles y
retorno despues a Madrid donde te-
m'a su casa puesta, para seguir in-
terviniendo activamente en la poli-
tica espanola bajo el simple nom-
bre de Maria Buschental, republi-
cana, amiga de Ruiz Zorrilla, que to-
davia en 1887 fue elemento de ac-
cion en la tentativa revolucionaria
del general Villacampa y alcanzd a
vivir hasta el 20 de junio de 1891,
dza en que su vida extinguiose en
Madrid, tras prolongada y penosa
dolencia.
BUSTAMANTE, JOSE CANDIDO
Gregorio
Ministro, legislador, periodista y
politico.
Era nacido en Montevideo, el 28
de noviembre de 1834 y a la par
de su hermano Pedro recibio una
educacion bastante esmerada, aun-
que no hizo carrera universitaria
ni poseyo nunca conocimientos real-
mente solidos.
Por su caracter fogoso y su fa-
cilidad de palabra gano prestigio en
el Partido Colorado, al cual, con-
tando solo 23 anos, fue a ofrecerle
el contingente de su brazo cuan-
do la revolucion del general Cesar
Diaz en 1857. Cayo prisionero en
Quinteros, pero el comandante Ger-
vasio Burgueno le salvo la vida.
En la presidencia de Berro, de
vuelta de un viaje a Europa, sien-
do redactor de "El Comercio de'I
Plata" en una nueva epoca, fue lle-
vado ante el tribunal de imprenta
por el Ministro de Gobierno doctor
Antonio de las Carreras, para res-
ponder de la verdad de sus dichos
en cuanto a que en Quinteros habia
existido una capitulacion violada. El
jurado condeno a Bustamante, el
cual ausentose al poco tiempo para
la Republica Argentina, para conver-
tirse en uno de los mas activos agen-
tes de la revolucion que alli prepa-
raba el general Venancio Flores, ha-
ciendo despues al lado suyo la cara-
pafia de 1863 - 65.
El dia que el movimiento triunfo
en 1865, apoyado en su etapa ultima
por la alianza brasilefia, Bustaman-
te tuvo funciones de Secretario Ge-
neral del Gobierno Rrovisorio des-
de el 21 hasta el 23 de febrero, en
que el primer gabinete de la dicta-
dura de Flores quedo constituido.
El 2 de mayo saco a la calle "La
Tribuna", diario de gran formato,
portavoz de la revolucion triun-
fante.
Teniente coronel de 'Milicias en
la guerra civil, se puso ,al frente
de un batallon denominado "Volun-
tarios de la Libertad", marchando
para la campana del Paraguay co-
mo integrante de nuestras divisio-
— 252 —
BUS
BUS
nes y a la cabeza de sus hombres
avanzo delante de tcdos en la ba-
talla de Yatay, el 17 de agosto de
1865.
De regreso en Montevideo inter-
vino activamente en las luchas in-
ternas que pronto dividieron al Par-
tido Colorado, correspondiendo a es-
ta epoca su fatal duelo con Servan-
do Martinez. (Ver este nombre).
Jefe Politico de la capital, del 30
de abril de 1867 hasta el 4 de fe-
brero de 1868, correspondiole in-
tervenir en el descubrimiento de la
famosa "Conspiracion de la Mina".
Su gestion, del punto de vista ad-
ministrativo, fue progresista y abun-
do en medidas y en reformas que pu-
so en practica de un mcdo expediti-
vo y eficaz. Amparado alguna vez en
"el margen de arbitrariedad necesa-
ria", logro cosas que de otra manera
no habria sido posible realizar por
las resistencias del conservadorismo
ambiente y la fuerza de los intere-
ses creados.
"Ministro de Gobierno de Pedro
Varela, del 21 al 29 de febrero de
1868, en los dias subsiguientes al
asesinato de Flores, habia ingresa-
do a la 10 9 legislatura el propio mes
como senador.por Salto y en la lu-
cha por la Presidencia de la Repii-
blica para el cuatrienio 1868-72, pu-
do reunir en torno de su nombre
un respetable niimero de votcs. Vis-
to que ni el ni el general Suarez,
su adversario, alcanzarian el quo-
rum legal, la mayoria se hizo a lil-
tima hora alrededor del general Lo-
renzo Batlle.
Ministro de Gobierno del 14 de
enero de 1869 al 18 de agosto de
1870,'cuando las fuerzas del caudi-
Uo revclucionario blanco Timoteo
Aparicio vinieron a presentarse fren-
te a Montevideo, se le designo el 7
de setiembre del 70, jefe militar de
las fuerzas existentes en la capital,
para la custodia y conservacion del
orden interno.
Diputado por Monteyideo en las
Camaras de 1873, desde su banca
y desde las columnas de "La Tri-
buna", cuya direccion habia conser-
vado siempre virtualmente, inicio el
periodo capital de su carrera politi-
ca como opositor al gobierno del
doctor Jose Ellauri y como uno de
Ios hombres enceguecidos que, con
sus extremismos y sus intransigen-
cias — Bustamante soporto siemprs
un deficit de ponderacion y de me-
sura — contribuyeron a arrastrar al
pais al abismo de la bancarrota y
de la dictadura, planeando y lle-
vando a cabo el golpe militar del
15 de enero de 1875.
Pedro Varela, Gobernador Provi-
scrio por mandato de los jefes de
la guarnicion de Montevideo, hizo
a Bustamante — una de las cabezas
visibles del movimiento operado —
Ministro de Relaciones Exteriores el
mismo dia 15 de enero en que le
dieron el gobierno.
Antes de un semestre de ocupar
esa secretaria de Estado, el gabi-
nete del motin habia hecho crisis
y Bustamante dejaba la cartera el
31 de julio. Todcs los planes poli-
ticos preconizados desde la Cama-
ra y desde el diario, habian con-
cluido o iban en tren de concluir
253 —
BUS
BUS
en tan tremendo fracaso, que nin-
guna solucion le parecio mas "acep-
table que alejarse del pais, nombra-
do Ministro Plenipotenciario en el
Brasil. Volvio de la corte imperial
en setiembre, sin que restara de su
gestion otra cosa que un memoran-
dum. Aqui, con su investidura di-
plomatica, fue testigo de la anar-
qm'a en que iba deshaciendose fa-
talmente el regimen de subversion
y escandalo que habia contribuido
a entronizar, hasta que hizo renun-
cia de la plenipotencia el 10 de ene-
ro de 1876.
El 10 de marzo. el Ministro de la
Guerra coronel Latorre. puso a Pe-
dro Varela en el trance de huir y
se proclamo dictador.
Aunque le fuera penoso conven-
cerse, su carrera politica habfa con-
cluido aquel dia: hecho a un lado por
Latorre, sin preocuparse de el co-
mo no se preocupd de ninguno de
sus grandes complices del cuarte-
lazo, vivio dias de oscuridad y des-
engafio, y cuando en 1877 quiso vol-
ver a la arena periodistica en "La
Conciliacion", diario efimero, apenas
era la sombra del antiguo director
de "La Tribuna".
Diputado por Salto en 1879, voto
a Latorre para Presidente de la Re-
publica y totalmente sin papel en el
curso de la legislatura, Santos lo
hizo reelegir para la legislatura si-
guiente votado en el departamento
de Montevideo, sin que ei hombre de
antes reapareciese.
Trabajado por una larga enfer-
medad, el 11 de enero de 1885 ter-
minaron sus dias en su quinta de
Paso del Molino.
Era un hermoso tipo de hombre,
de barbas rizadas y expresivos ojos
negros. La figura. fina en la juven-
tud, perdio sus lineas con la edad,
pero en los ultimos afios la blan-
queada barba vino a prestar un en-
canto otcnal a la fisonomia abierta.
Atacado por encamizados enemi-
gos y objeto de multiples imputa-
ciones, en ningiin momento su hon-
radez estuvo en tela de juicio. "Su
corazon y su desinteres — escribio
Desteffanis — le valieron muchas
simpatias auh entre sus mismos ad-
versarios".
Aparte su dedicacion periodistica,
Jose Candido Bustamante excur-
siono por diversos campos litera-
rios con regular exito, si bien le
faltaba a su talento natural la
eultura indispensable; asi escribid
para ei teatro "La mujer abandona-
da", que el reputado actor espanol
Valero puso en escena por primera
vez en San Felipe, en julio de 1876,
e inicio la traduccion del libro de
Scheineder sobre la Guerra del Pa-
raguay.
En 1880 se hablaba de que tenia
pronto un libro de historia nacional
comprensivo de 1858 a 1865, pero
nada justifica la especie.
Cronista facil y credulo, los ar-
ticulos periodisticos donde hace re-
ferencia a nuestras ccsas pasadas
es preciso tomarlos con mucha cau-
tela, a riesgo de recibir como exac-
tas las versiones que recogio, des-
provisto de espiritu critico.
— 254;-
BUS
BUS
BUSTAMANTE, MANUEL BASILIO
Hombre politico. con servicios a
la revolucion de la Independencia,
miembro de varias legislaturas y por
dos veces jefe del gobierno de la
Republica como presidente del Se-
nado en ejercicio del Poder Ejecu-
tivo.
Nacido en San Caiios el 20 de ju-
nio de 1785, era hijo de Manuel Bus-
tamante, chileno, de Valparaiso, y
de Luisa Piriz, espanola.
Los sucesos del afio 10 lo toma-
ron en Buenos Aires y poniendose
a servicio de la patria se enrolo como
militar y lcs anos 1813-14 aparece fi-
gurando con grado de teniente 1°
de Caballeria Ligera a ordenes de
Alvear. Miembro del Cabildo bonae-
rense en 1814, se le halla de vuelta
en su tierra una vez que la provin-
cia se convirtio en Reptiblica sobe-
rana, viniendo a cumplirse de este
modo un cieseo de regreso largamen-
te acariciado.
Representante por la Colonia para
la primera legislatura de 1830, vol-
vio a la misma Camara por los vo-
tos de Soriano para el trienio d'e la
2? (1834-37). Al termino del man-
dato fue a residir en la Villa de Mi-
nas donde tuvo funciones edilicias,
hasta que la ciudadania de su depar-
tamento natal lo invistio con su re-
presentacion en la Camara baja en
1839 y dos anos mas tarde, en 1841,
vino a conferirle la banca de sena-
dor por un periodo bienal comple-
mentario.
Sin figuracion nctoria en el perfo-
do de la Guerra Grande, no obstante
la amistad que lo vinculaba a hom-
bres tan caracterizados de la Defen-
sa como Gabriel Pereira y el coro-
nel Venancio Flores, recien se le ve
aparecer en el escenario politico
cuando es votado senador por Pay-
sandu para la Asamblea Doble de
1854, que mas tarde se declaro a si
misma Ordinaria en funciones de
3.er periodo de la 6 ? Legislatura.
Presidente del Senado el 15 de fe-
brero de 1855, al serle concedida
licencia temporal al presidente de la
Republica general Venancio Flores,
Bustamante entro al ejercicio del
Poder Ejecutivo para desempenarlo
desde el 7 al 28 de marzo, dia en que
el titular volvio de su estada en una
estancia de San Jose.
Prcnto, la revolucidn conservado-
ra de agosto del mismo afio, obligcj
a Flores, expulsado de Montevideo,
a dimitir ante la Asamblea General
el gobierno que investia. Las Cama-
ras, reunidas en una casa prdxima a
la Villa de la Union, aceptaron la
renuncia el 11 de setiembre.
A Manuel Basilio Bustamante, que
habia reasumido la vispera, dia 10,
el puesto de encargado del Poder
Ejecutivo, correspondiale ejercerlo
por el termino que faltaba para con-
cluir el periodo legislativo o sea has-
ta el 15 de febrero del 58, fecha en
que debia elegirse presidente.
Corto en si el periodo de mando,
la situacion convulsiva de la poli-
tica fue agravada por un nuevo em-
puje revolucionario de las conserva-
— 255 —
BUS
BUS
dores, que a duras penas pudo sofo-
car Bustamante en el mes de no-
viembre, gracias al apoyo cqnjunto
de los generales Oribe y Flores,
aliados a la feeha en virtud del re-
ciente pacto Uamado de la Union.
Tomaronse algunas medidas de rigor
despues del triunfo y con violacion
de las leyes fueron extrafiados del
pais los diputados Mufioz, Torres y
Bertran.
En semejantes condiciones, el Pre-
sidente del Senado hubo de limitarse
a vigilar cuidadosamente la marcha
administrativa y tomar cuenta de al-
gunas disposiciones de orden mterno
incompatibles con el estado desastro-
so de la hacienda publica. En su
periodo de mando se organizo y par-
ti6 de Montevideo la expedicion re-
volucionaria argentina, cuyos jefes
eran los antiguos militares rosistas
Jose Maria Flores y Geronimo Costa
y como sancion al abuso que habian
hecho del asilo que les proporcio-
naba la Republica. se les cerro a
todos los componentes las puertas
del pais. — (Ver Leon Benitez).
Florista, proeuro mantenerse lo
mas alejado posible asi de la influen-
cia avasalladora de su correligiona-
rio como de la del- general Oribe,
cuyo interes en ganarselo no se
ocultaba.
Las elecciones para la nueva ma-
gistratura demostraron que el jefe
del Poder Ejecutivo habia mante-
nido una prudente neutralidad, con-
forme al espiritu patriotico que guia-
ba sus actos.
Su ultimo mensaje a la Asamblea,
al abandonar el mando el 15 de fe-
brero de 1856, refleja el desolador
pesimismo que embargaba el animo
de este hombre bien intencionado,
para terminar con un llamamiento a
la concordia civica, propugnando por
ia extincion completa de las desaten-
tadas pasiones politicas que descar-
gaban tantos males sobre el pais.
Finalizado su mandato senaturial
en febrero de 1860, Bustamante al-
canzo a vivir en Mcntevideo hasta el
11 de noviembre de 1863.
Hombre que habia sido poseedor
de fortuna, la modesta posicion que
tenia a su deceso, era certificado de
su honradez.
BUSTAMANTE, PEDRO Nolasco
Ministro, camarista y legislador,
nacido en Mcntevideo el 31 de enero
de 1824. Su padre era vizcaino, fuer-
te comerciante de la plaza que penso
dedicarlo a identicas actividades, pero
que no vio realizadas sus miras por
la manifiesta orientacion del hijo
hacia bien distintos rumbos.
. Los estudios de Bustamante peca-
ron a la vez de desordenados y de
largos, pues recien se doctoro en
Buencs Aires en abril del ano 1862,
cuando ya habia desempenado im-
portantes cargos en el pais en las
filas 'del Partido Colorado, habiendo
sido representante por Maldonado
en la legislatura inaugurada en 1852
y reelecto en la siguiente. En este
— 256 —
BUS
BUS
segundo periodo tomo participacion
en los ultimos debates en que se
ccnsidero la reforma de los Trata-
dos del 51, sobresaliendo por su elo-
cuencia entre el grupo de diputados
opositores.
Cuando triunfo el general Flores
por fuerza de las armas, lo designo
para integrar el Superior Tribunal
de Justicia el 7 de marzo de 1865
y Bustamante acepto aunque se dis-
cutian sus condiciones legales para
ocupar el cargo. En 1867, el 8 de
marzo, inauguro en la Universidad,
con un largo y nutrido discurso, la
catedra de Eccnomia Folitica que
concluia de confiarsele.
Confirmado en el Tribunal por el
voto de la Asamblea General el 6
de marzo de 1868, en seguida de
reorganizarse los poderes constitu-
cionales, el general Lorenzo Batlle
le confio la cartera de Hacienda en
su primer Ministerio. Renuncio el
cargo en julio del mismo ano 68,
siendo sustituido por Daniel Zorri-
lla. Hizo una renuncia extensa, ex-
presando a Batlle que dimitia para
responder a un pedido suyo, toda
vez que el presidente parecia hallar
en el ministro, atentas las resisten-
cias que levantaba, el mayor obs-
taculo para la marcha de su gc-
bierno.
Documento desabrido — conforme
al natural de su autor — constituye
sin embargo un documento de no
comun valentia.
Rector de la Universidad en agos-
to de 1869, en las camaras de 1873
volvio a tener un asiento como di-
putado por Montevideo, pero esta
vez como en tiempo de Batlle, hubo
de abandonar el Parlamento sin que
terminara su mandato.
Deseando el gobierno de Ellauri
negociar un emprestito en Europa,
creyo prudente env'ar alla comisio-
nados especiales de verdadera repre-
sentacion, y a tal objeto la eleccion
recayo en su propio ministro de Re-
laciones Exteriores, Dr. Perez Go-
mar y en el diputado Pedro Busta-
mante.
No correspondio el resultado a las
esperanzas y en el mes de julio
Bustamante estaba otra vez en la
Camara, donde el ambiente era cada
dia mas pesado y donde su presen-
cia parecia exacerbar a los oposito-
res.
El 14 de setiembre de 1874, Ellau-
ri lo nombro ministro de Hacienda
en reemplazo de Juan Penalva. La
situacion de las finanzas publicas
eran desastrosas sobre tcda ponde-
racion y ningiin ministro hubiera
atinado a hacer cosa alguna de pro-
vecho. La cuestion de hacienda traia
dentro de si la perdicion del gobier-
no, como tantas veces.
Bustamante permanecio en el mi-
nisterio hasta el 14 de enero de 1875,
vispera del motin militar que de-
puso las autoridades constituciona-
les. Entro a figurar en la izquierda
opositora, pero como simple cuidada-
no. Sus enemigos no solo no lo inco-
modaron desde entonces, sino que lo
herian simulando ignorarlo. a punto
_ -257
17
BUS
BUS
de que incluido en la lista de los
deportados en la barca Puig, fue eli-
minado luego con aquel artero pro-
posito. Por su parte, Bustamante
tamptco modero un momento el tono
de sus criticas ni bajo la voz de su
protesta.
En identica doble actitud de opo-
sicicn y retiro mantiivose en los pe-
riodos gubernativos de Vidal y de
Santos.
Celebrada la conciliacion de 1886,
recien creyo que podia reingresar
a la politica sin desmedro civico y
acepto una banca de diputado en la
presidencia del general Tajes el afio
1888, votado por el departamento de
Canelones.
Al fundarse el Banco Nacional, el
Dr. Bustamante fue el ciudadano de-
signado para presidente del nuevo
instituto de credito y en ese cargo
permanecio hasta que el banco, en
falencia, hubo de cerrar sus puertas.
Electo senador por el departamen-
to de Canelones en 1890, su salud
estaba ya tan afectada que solo con
dificultad pudo trasladarse hasta el
recinto cuando se inauguraron las
sesiones el 15 de febrero de 1891.
Se necesitaba un espiritu como el
suyo para impcner al depauperado
cuerpo un esfuerzo semejante, pero
al cabo de una semana, el 22 de fe-
brero, dejo de existir.
Al ser inhumado en el Cementerio
Central, el Presidente de la Repu-
blica Dr. Julio Herrera y Obes dijo
una magistral oracion funebre que
conmovio a la concurrencia y cons-
tituye una de las piezas de alta elo-
cuencia de aquel esclarecido ciuda-
dano. (Inserto en "El Siglo", Mcn-
tevideo, 25 de febrero, 1891).
Hombre que inspiro mas respeto
que simpatias, se le ha reprochado
al Dr. Bustamante con verdad, su in-
transigencia de ideas y una acedum-
bre hacia los adversarios que el
tiempo no atenuo precisamente, se-
gun lo prueba su discurso en la Con-
vencion del Partido Colorado el 10
de octubre de 1887.
Acusado de veleidades de anexio-
nismo platense, en esto hay tambien
su parte de exactitud. ■Francisco
Bauza se lo enrostro en la Camara
en 1888 y el supo defenderse briosa-
mente del reproche.
Pero a pesar de todo, juzgando
con una perspectiva de medio siglo,
el Dr. Pedro Bustamante aparece
como un ciudadano de virtudes fun-
damentales, tallado en una sola pie-
za^ y el cual, pese a sus reconocidos
defectos, contimia siendo una lec-
cion viviente de dignidad para los
hombres acomodaticios o invertebra-
dos. deshonra y macula de la Re-
publica.
-258 —
CABALLERO, FELIPE
Militar de las guerras de la in-
dependencia.
Su vida de soldado empieza ape-
nas la conquistada Cisplatina se alzo
en armas para libertarse del yugo
extranjero.
Teniente en el batallon de Vo-
luntarios Ligeros de la Patria en
1825, fue actor en uno de los pri-
meros ensayos de las armas patrio-
tas contra los brasilefios, en los pri-
meros dias del mes de julio de 1825,
por lo que merecio felicitaciones del
Gobierno Provisorio y el ascenso a
capitan.
Formando parte de las fuerzas a
ordenes de Rivera, en constante ac-
cion en campafia, figura entre los
que dirigieron el ataque llevado a la
Villa de Mercedes el 23 de agosto
de 1825, de cuyos resultados caye-
ron prisioneros dos hijos del gerie-
ral brasilefio Jose de Abreu; y pos-
teriormente, en la accion del Aguila,
librada el 4 de setiembre contra
Bento Manuel Ribeiro y desfavora-
ble para los patriotas, fue factor
decisivo en la reunion de los dis-
persos.
Continuando en operaciones en la
region de Soriano, mandaba los sol-
dados que sitiaban Mercedes cuando
los brasilefios abandonaron la po-
blacion el 16 de octubre del mismo
ano 25.
Adicto al general Rivera, se le
halla como uno de los oficiales ac-
tuantes en la sublevacion del Regi-
miento de Dragones Orientales del
afio 1826. (Ver Bernabe Rivera).
Formando parte de las fuerzas que
acompafiaban al general Rivera en
la eampafia de las Misiones, cruzo el
Ibicuy en el memorable dia del 21
de abril de 1828 y fue destinado pa-
ra ponerse al frente de la primera
de las tres divisiones en que el ven-
cedor del Rincon fracciono sus fuer-
— 259 —
CAB
CAB
zas. Al mando de sus aguerridos
hombres se apodero del pueblo de
San Borja, operando de acuerdo con
Bernabe Rivera, que mandaba la se-
gunda division.
Realizada la conquista de las Mi-
siones y siendo en la epoca sargen-
to mayor, se le nombro Comandante
del Cuerpo de Tiradores del Ejercito
del Norte el 25 de setiembre de
1828.
Al organizarse los cuadros milita-
res del nuevo Estado, algunas fuer-
zas de aquel glorioso conjunto desti-
naronse a formar los Regimientos
de Caballeria Nos. 2 y 3, correspon-
diendole a Caballero mandar el N? 3
con caracter de 1° jefe y con grado
de sargento mayor, el 1° de abril
de 1829.
Ascendido a teniente coronel gra-
duado el 10 de junio siguiente y
siendo Jefe interino de su Regimien-
to, se le dio el cargo en propiedad el
4 de enero de 1830, por decreto del
Gobierno Provisorio, pero a los po-
cos dias, el 7, fue transferido a la
jefatura del Regimiento N? 1.
En la primera concesion de ascen-
sos autorizada por el cuerpo legis-
lativo con motivo de celebrarse el
primer aniversario de la jura de la
Constitucion, se le otorgaron despa-
chos - de coronel graduado el 28 de
julio de 1831, continuando entre tan-
to como jefe del l 9 de Caballeria.
■ En este grado y con identico man-
do fallecio en agosto de 1831. Por
decreto del presidente Rivera debia
erigirse en el cementerio nuevo un
sepulcro costeado por el Estado, con
inscripciones que trasmitieran a la
posteridad los hechos que habian
distinguido a Fehpe Caballero como
militar y como ciudadano.
CABALLERO, GENARO
Coronel graduado del Ejercito,
muerto heroicamente al frente de
sus soldados del batallon 4? de Ca-
zadores en el primer dia de la ba-
talla de Tupambae, librada contra
los revolucionarios nacionalistas los
dias 22 y 23 de junio de 1904, du-
rante la presidencia de Batlle y Or-
dofiez.
Era nacido en Rocha el 30 de
agosto de 1867. Oficial de filas, for-
mado en el batallon 1° de Cazado-
res, donde ingreso como soldado dis-
tinguido el 30 de octubre de 1884,
ascendiendo a cabo 2° el 12 de fe-
brero del 86, la primera accion de
guerra en que le toco actuar fue la
de Quebracho, el 31 de marzo de este
mismo afio.
Obtuvo su primer galon de sub-
teniente el 26 de agosto siguiente,
los de teniente 2 9 el 2 de abril de
1889 y lcs de teniente l 9 el 11 de
diciembre de 1890. Ascendido a ca-
pitan el 20 de noviembre de 1893,
con ese grado lo encontro la revo-
lucion nacionalista de 1897, sirvien-
do siempre en la misma unidad.
Actor en la sangrienta accion de
Tres Arboles el 17 de marzo. de-
moStro su temple en los mas criticos
momentos de la jomada, siendo de
los primeros oficiales que entraron
CAB
CAB
en combate. Premiando su valor el
gobierno lo elevd a sargento mayor
el 8 de abril.
Ayudante del Estado Mayor Ge-
neral del Ejercito desde noviembre
de 1897, el 14 de diciembre de 1899
paso a desempenar funciones en la
policia del departamento de Artigas.
Teniente coronel graduado el 5 de
enero de 1900 y efectivo el 25 de
agosto, confiosele el puesto de 2 9 je-
fe del batallon 2 9 de Cazadores el
31 de mayo de 1902. El 9 de febre-
vo de 1903 fue promovido a coronel
graduado, pasando a desempenar la
jefatura del batallon 4"? el 17 de
marzo.
Al estallar el movimiento nacio-
nalista de 1904, destinado con su
unidad al Ejercito del Sur, que co-
mandaba el general Justino Muniz,
tocole entrar en accion en los com-
bates de la Ternera, ManseviUagra,
Illescas, Paso del Parque del Day-
man, etc.
Trabada la batalla de Tupambae
entre el Ejercito del Sur que enton-
ces habia pasado a ordenes del -co-
ronel Pablo Galarza, y el ejereito
revolucionario al mando de Aparicio
Saravia, la situacion de las fuerzas
gubemistas llego a hacerse muy cri-
tica el primer dia del terrible cho-
que y fue en esas circunstancias, car-
gando valerosamente con los hom-
bres de su batallon al enemigo que
avanzaba resuelto, que dos balas hi-
cieron blanco en el coronel Caballero.
Una de ellas lo hirio sin mayor im-
portancia ;en una pierna, peiio la
otra, que le alcanzo en la cabeza,
derribo muerto de su caballo al bra-
vo eoronel, inmolado en defensa de
las legitimas autoridades de la R&.
publica.
CABALLERO, ISIDRO
Militar, uno de los jefes ejecuta-
dos en enero de 1858 despues de la
capitulacion de Quinteros, y cuyo
nombre aparece el tercero entre los
coroneles, en la famosa lista que, con
el conforme de Cesar Diaz, consti-
tuye la prueba de la rendicion con-
dicionada de los revolucionarios con-
servadores.
Era hijo del coronel Felipe Caba-
llero, jefe de distinguidos servicios
en la guerra de la Independencia y
habia visto la primera luz en la, Vi-
lla de San Pedro de Durazno.
Ingreso a las filas del ejercito en
el mes de julio de 1836, simple ciu-
dadano, en calidad de subteniente
del 3er. escuadron de caballeria que
habia mandado su padre y a orde-
nes en esos momentos del teniente
corcnel Jose Antonio Costa.
Producido al poco tiempo el movi-
miento revolucionario rivez-ista con-
tra el gobierno de Oribe, parte de
la unidad se sublevo y el teniente
Caballero contose en el mimero de
los que fueron a engrosar las filas
del caudillo rebelado.
Teniente 2? en el escuadron 2
de escolta del titulado Ejercito Cons-
titucional, ascendio a ayudante ma-
yor en octubre de 1838 y a capitan
graduado en diciembre.
CAB
CAB
Con fecha 18 de agosto de 1839
llego a capitaa efectivo, trasladado
entonces al ler. escuadron y con la
antigiiedad de 22 de junio. Sargen-
to mayor graduado el 5 de agosto
de 1842, en octubre siguiente paso
a continuar sus servicios en la Guar-
dia Nacional de Paysandu.
El 15 de julio de 1846 se le nom-
bro jefe del 2? escuadron del 2? Re-
gimiento de Dragones de la Repu-
blica, unidad formada con las fuer-
zas procedentes de la Isla Gorriti,
que se habian incorporado al ejercito
que realizaba la campana del lito-
ral. Teniente coronel en el batallon
Provisional, donde se le encuentra
desde marzo a mayo de 1847, sirve
hasta 1848 en el Regimiento Sosa
y del 49 al 51 en los batallones 1<?
y 2° de Guardias Nacionales de
Montevideo.
Terminada la Guerra Grande al
cabo de diez arios y pacificada la
Republica en octubre de 1851, en el
mes de julio de 1852 fue destinado
a la Guardia Nacional de San Jose
para permanecer alli hasta octubre.
Jefe Politico de Durazno en setiem-
bre de 1855, dimitio el cargo en oc-
tubre del afio . siguiente.
En armas contra el gobierno de
Pereira, fue uno de los jefes que
concurrieron al pie del Cerro de
Montevideo para apoyar el desem-
barco de la expedicion de Cesar
Diaz, que arribaba en la Maipu al
saladero Lafone, el 6 de enero de
1858. Las fuerzas de caballeria a
su mando actuaron en el combate
de Cagancha y en la persecucion de
las huestes de Moreno (15 de ene-
ro). Capitulado en el Paso de Quin-
teros, marchd en el ejercito del ge-
neral Medina, y al ser desconocida
por el gobierno la capitulacion que
otorgara el general en jefe, lo fusi-
laron en la madrugada del 2 de fe-
brero, en la costa del arroyo Tala,
proximo a Durazno.
Sus restos, exhumados anos mas
tarde, fueron trasladados al Cemen-
terio Central de Montevideo para
reposar en el panteon que se le-
vanto conforme el decreto-ley de
17 de marzo de 1865 que — en la
dictadura del general Flores — de-
claraba "martires de la libertad de
la Patria" a los ciudadanos sacrifi-
cados en Quinteros.
CABRAL, EUSEBIO
Ministro, diputado y funcionario
publico. Nacido en 1806, milito en
las filas del ejercito revolucionario
que mandaba el general Rivera, don-
de obtuvo el grado de teniente co-
ronel y cuando triunfante la revo-
lucion, se organizaron las milicias en
toda la Republica, Cabral fue de-
signado comandante de la MiUcia
Activa de la capital.
En diciembre de 1838 confiriosele
el cargo de Juez de Paz de la 1 ? sec-
cion de Montevideo. Mas tarde de-
dico parte de sus actividades al co-
mercio, sin que ello obstara a que
figurase en politica, siendo diputado
por Cerrp Largo en 1838 - 40 y Ue-
gando a integrar el Consejo de No-
tables durante la Defensa de Mon-
tevideo.
— 262 —
CAB
CAB
Era Inspector de Resguardos, nom-
brado por el presidente Gird el 5 de
mayo de 1852, cuando el presidente,
coronel Venancio Flores, lo llamo a
ocupar la cartera de Hacienda, con
retencidn del empleo que venla des-
empenando (15 de marzo de 1854).
Breve fue su pasaje por el gabi-
nete, pues el 30 del propio mes hizo
dimisidn del cargo, sustituyendole
Manuel Acosta y Lara.
En enero de 1858, el gobiemo de
Pereira lo separd de su empleo en
el Resguardo a causa de su afiliacion
partidaria.
Diputado por Canelones en la 10 ?
legislatura y presidente de la mis-
ma camara, no termind su periodo,
pues considerandosele inmiscuido en
la revolucidn del general Caraballo
en 1869, fue exonerado de su man-
dato junto con otros varios colegas.
Desde entonces, vuelto al comer-
cio asociado a sus hijos, no tuvo
figuracidn politica, falleciendo en la
capital, victima de un ataque repen-
tino, el 13 de febrero de 1871.
CABBERA, ANDBES
Canario, natural de la isla de Lan-
zarote, nacido en 1816, marinero de
profesidn, que asesind de una pu-
nalada por la espalda al redactor
de "El Comercio del Plata", doctor
Florencio Varela, durante el sitio de
Montevideo, en la calle Misiones, la
noche del 20 de marzo de 1848.
Sindicado como autor del erimen,
reeien pudo ser aprehendido en el
puerto del Buceo el 9 de setiembre
de 1851, a bordo de la goleta sarda
"La Ninfa", cuando estaba a punto
de ausentarse para Buenos Aires
con su mujer y una hija.
Sometido a la justicia ordinaria,
a la negativa de sus primeras de-
claraciones siguid mas tarde la con-
fesidn amplia, conforme a la cual
habia procedido segun las instruc-
ciones que le dieron personas del
campo sitiador del Cerrito, — cuyos
nombres citd — por miedo a lo que
podria suceder a el y a su familia,
si no cumplia las drdenes. La sen-
tencia de primera instancia, confor-
me con el veredicto del Jurado, que
declaraba estar probado que habia
espiado y esperado al Dr. Varela y
que lo habia asesinado por manda-
to del general Manuel Oribe, jefe
de las fuerzas sitiadoras de Monte-
video en aquella epoca, condend a
Cabrera a la pena de muerte. con
calidad de aleve. La sentencia de 2?
instancia, junio de 1854, confirmato-
ria de la anterior, disponia tambien
que se procediera "a formar causa
al brigadier general Dn. Manuel Ori-
be y demas que aparecen compli-
cados". Apelado este fallo, el pro-
ceso se paralizd sin resolucidn ul-
terior que causara estado y sin que
hubiesen sido llamados a declarar ni
Oribe ni ninguno de los menciona-
dos en autcs.
Cabrera, despues de haber per-
manecido en la carcel cuando me-
nos hasta 1865, fallecid en Monte-
video el 9 de julio de 1866.
Las actuaciones procesales, que se
tuvieron por perdidas durante mu-
cho tiempo, presumiendose que se
— 263 —
CAC
CAC
las hubiese destruido obedeciendo a
moviles polfticos, se hallaban solo
traspapeladas. El proceso aparecio
fntegro — de mera casualidad — en
1908, y gracias a la atencion des-
pierta de Fortunato Pereira Leal,
afecto a cuestiones de historia y
empleado del Superior Tribunal, fue
puesto en seguida a buen recaudo.
En 1935, el Dr. Pacifico Rodriguez
Villar lo hizo publicar en Buenos
Aires, precedido de un juicio cri-
tico.
Aeerca de este apasionante capi-
tulo de nuestro pasado, el historia-
dor Angel H. Vidal allego al debate
un elemento de importancia, consti-
tuido por una nota de fecha 5 de
setiembre de 1847, dirigida por Jose
Agustin Iturriaga, funcionario de Ja
secretaria de Oribe, al capitan del
puerto del Buceo, Joaquin Idoyaga,
trasmitiendole la orden "del senor
Presidente" (Oribe) que le permitiera
a Andres Cabrera — sin mas autori-
zacion — ir y venir a Montevideo
cuando lo quisiese, sin ulterior re-
quisito.
CACERES, CLEMENTE
Jefe del ejercito, entrerriano de
nacimiento, a quien individualiza
el hecho de haber sido uno de los
tres companeros del general Ve-
nancio Flores en la temeraria em-
presa de invadir la Republica el 19
de abril de 1863, vadeando el Rio
Uruguay, para iniciar el movimien-
to revolucionario que se titulo Cru-
zada Libertadora, concluido en
triunfo el 20 de febrero de 1865.
Venia Caceres como adicto al
servicio del caudillo en calidad de
asistente y al iado de su jefe hizo
fntegramente la campafia desde la
playa de Caracoles hasta Monte-
video.
En el curso de la guerra, su jefe
lo hizo teniente 2 9 en 1863 y capitan
en 1864.
Sin calidad militar que lo distin-
guiese, se le incorporo al ejercito de
linea con grado de sargento mayor
de caballeria en el afio 1869, lle-
gando a teniente coronel el 18 de
noviembre de 1886.
Con este grado dejo de existir en
Montevideo el 31 de diciembre de
1895.
CACERES, RAMON Erasmo de
Militar actuante en las guerras de
la independencia patria y con par-
ticipacion en las posteriores luchas
de la organizacion nacional.
Nacido en Montevideo el 26 de
noviembre de 1798, era hijo de Ra-
mon de Caceres, Alguacil Mayor de
la ciudad y hombre de respeto, con
quien se ha confundido alguna vez
al coronel, por extrana simbiosis, de
que participo la Revista Historica.
Fue Ramon de Caceres ciudadano
capacitado y de instruccion supe-
rior a muchisimos de sus contem-
poraneos, pero, asimismo, a traves
de su vida y sobre todo de sus es-
critos, aparece como un sujeto falto
de la necesaria ponderacion, egocen-
trico y apasionado, aunque menos
— 264 —
CAC
CAC
sospechoso en el londo que en los
detalles.
Tem'a 14 afios de edad cuando
ingreso al Cuerpo de Artilleria en
clase de cadete, al iniciarse el se-
gundo sitio de Montevideo a fines
de 1812.
En 1815 fue nombrado teniente 2"?
de la Compafiia de Las Piedras, a
las ordenes del coronel Manuel Ar-
tigas.
En el afio 19, al ponerse en eje-
eucion el plan de Artigas de atacar
al enemigo en su propio territorio,
Ramon de Caceres formo en las
Euerzas que en el mes de setiembre
invadieron la provincia de Rio
Grande.
Se le encuentra en Entre Rios en
el afio 20 y alli, al lado de Rarm'rez,
tuvo participacion, mas o menos
espontanea, en los acontecimientos
que provocaron el alejamiento defi-
nitivo del Protector y en los suce-
sos que ocurrieron despues en la
provincia.
Al producirse la invasion del 19
de abril vivia en el pueblo de Salto,
dedicado a negocios de campo, y
alli fue arrestado en el primer mo-
mento. Luego nomas salio en liber-
tad bajo el compromiso de retirarse
a vivir en Santa Ana do Livramen-
to, pero temeroso de ser internado
en el centro de Rio Grande, fugo
de Santa Ana y vino a presentarse
al general Lavalleja en la Florida,
pocos dias antes de la batalla de
Sarandi.
En noviembre de 1825 fue desti-
nado al departamento de Colonia,
con la mision de organizar las mili-
cias locales para el asedio de la
capital.
En 1826 se retiro del servicio, pe-
ro en enero de 1827 se vio ascen-
dido a sargento mayor en el Regi-
miento 9 9 cle caballeria que coman-
daba Manuel Oribe, tocandole ha-
llarse en Ituzaingo el 20 de febrero
del mismo afio. Si hemos de estar
a sus Memorias autobiograficas, el
fue quien lievo el parte de la victo-
ria a Buenos Aires por encargo ex-
preso del general Alvear, quien ha-
Uaba asi — siempre es Caceres el
que habla — el modo diplomatico de
separarlo de Oribe, su jefe inme-
diato, con quien concluia de tener
un disgusto serio.
En el afio 28, abandonando no so-
lo la lucha sino tambien la propia
causa nacional, vino a refugiarse en
Montevideo ocupado por los brasi-
lefios, y con estos se embarco luego
para Rio de Janeiro al termino de
la guerra.
A pesar de todo, constituida la
nueva Republica en 1830, regreso al
pais y ofreciose al gobierno consti-
tucional del presidente Rivera cuan-
do el alzamiento lavallejista de 1832.
Licenciado del ejercito poco mas
tarde, la revolucion encabezada en
1836 por el general Rivera le dio
motivo para volver al servicio, y con
fecha 12 de setiembre el presidente
general Manuel Oribe le expidio
despachos de teniente coronel de
caballeria de linea y en diciembre
de este mismo afio fue secretario de
la Comandancia General de Cam-
pafia.
Coronel graduado el 16 de agosto
— - 265 —
CAC
CAC
de 1837, formo parte del ejercito
gubernista comandado por el gene-
ral Ignacio Oribe, siendo de los de-
rrotados de Palmar el 15 de junio
de 1838. Despues de este transcen-
dental contraste, C&ceres tomo la
defensa de su cunado, el general
Manuel Britos, a quien Ignacio Ori-
be culpaba de la derrota. Con tal
motivo, una agria publicacion de
prensa hecha bajo su firma, lo ene-
misto gravemente con los Oribe.
En los dias de la guerra contra
Rosas, el gobierno de Montevideo,
sabiendolo conspirador, lo envio co-
mo preso a la isla de Ratas, depor-
tandolo luego a Buenos Aires en
setiembre de 1839.
Amigo del coronel Antonio Dlaz,
ex - ministro de Oribe emigrado en
la capital argentina, Caceres fue
uno de los elementos con que Diaz
esperaba contar para un golpe sor-
presivo sobre nuestra capital en
1841, pero la enemistad de Oribe
lo detuvo, y al fin concluyo ofre-
ciendo su espada al mismo gobierno
colorado que defendia Montevideo,
dentro de cuyas trincheras se man-
tuvo hasta que marcho a Entre
Rfos en agosto de 1851. poniendose
a ordenes de Urquiza, pronunciado
contra Rosas.
Hallose en calidad de jefe entre-
rriano en la jornada de Caseros, el
3 de febrero de 1852 y cuando re-
greso al pais se le reincorporo a
nuestro escalafon con grado de co-
ronel efectivo el 8 de julio de 1852.
Fuera de actividad, vivio diez o
doce afios repartidos por el litoral
y solamente en marzo de 1865, des-
pues de la victoria del general Flo-
res, Caceres aparece como indivi-
duo de la Comision Calificadora de
Despachos Militares, para fallecer
en Montevideo el 17 de marzo de
1867.
La contribucion de este despierto
coronel a nuestra historia, esta cons-
tituida en lo fundamental por unas
memorias redactadas en su vejez,
a pedido del Dr. Andres Lamas, y
por su "Vindicacion" o como haya de
titularse lo escrito con motivo del
caso del general Manuel Britos.
Esta prosa, que demuestra a las
claras el temperamento vehemente
del autor, encierra referencias y
detalles muy curiosos. Las Memo-
rias, como queda dicho mas arriba,
estan * bordadas en sus lineas prin-
cipales sobre un canevas de verdad,
segun se comprueba merced al co-
tejo documental.
En 1854, el nombre de Caceres
tuvo gran resonancia en nuestro
mundo politico y social con motivo
del juicio que le instauro el coronel
Melchor Pacheco y Obes, por inju-
'ria y calumnia. que se ventilo ante
el jurado popular. Melchor Pacheco
y Obes, que era entonces jefe de
Estado Mayor en el gobierno del
Triunvirato, fue acusado por Cace-
res en el curso de una campana
opositora a fondo, nada menos que
de mal manejo de dineros publicos.
Condenado Caceres por el tribunal
popular a seis meses de destierro,
la justicia, con fecha 29 de abril,
le fijo el termino de tres perento-
rios dras para salir del pais, sin
que le fuera dado regresar a el con
— 266 —
CAL
CAL
pretexto alguno y debiendo la po-
licia hacer efectiva la resolucion, si
llegaba el caso, habilitada de ante-
mano para el allanamiento de su
domicilio.
CALVETE, BENJAMIN Silvano
Militar uruguayo que luego que-
do al servicio de la Republica Ar-
gentina, en cuyo ejercito tuvo fin
una bella carrera.
Habia nacido en la Villa de San
Carlos, departamento de Maldonado,
el 13 de setiembre de 1830, de pa-
dres naturales de la misma parro-
quia.
Sus servicios se inician en el aiio
1848, al ingresar como distinguido
en el batallon l 9 de cazadores, uni-
dad que el 20 de julio del siguiente
afio cambio su denominacion por la
de "Voltigeros". Ascendido a subte-
niente graduado el 31 de agosto de
1849 y a efectivo el 5 de setiembre
de 1850, llego a teniente 2"? el 12
de setiembre de 1851.
Teniente l 9 de la Compania de
Carabineros el 26 de noviembre de
1851, paso a formar parte de la Di-
vision Oriental del Ejercito Grande
Aliado Libertador de Sud America,
en calidad de oficial del Batallon de
Cazadores del coronel Ambrosio Pla-
cido Lezica, tocandole hallarse en la
resonante victoria de Caseros que
puso f in a la tirania de Rosas el 3
de febrero de 1852.
Cuando la Division volvio, trans-
formada la unidad en que prestaba
servicios en el batallon de cazadores
N 9 2, continuo sus servicios en ella.
Afiliado a la fraccion del Partido
Colorado que se denominaba conser-
vadora, como la gran mayoria de
los jefes y oficiales que participaron
en la campana libertadora de la Ar-
gentina, los sucesos de agosto y no-
viembre de 1855 y al fin la subsi-
guiente presidencia de Pereira, fruto
de un pacto con el general Manuel
Oribe, contra ei cual se habia batido
tantos afios. lo indujeron a abando-
nar el pais.
Afecto a la Plana Mayor Pasiva
desde el l 9 de marzo de 1855, en
el mes de febrero de 1857 se dirigio
a la Superioridad por nota desde
Buenos Aires, donde manifestaba
'•que no deseando ser gravoso por
mas tiempo al erario"... pedia ser
dado de baja del ejercito, lo que se
resolvio de conformidad el 6 de mar-
zo.
Habia en Buenos Aires un nume-
ro demasiado grande de compane-
ros de armas uruguayos y argenti-
nos, para poder librarse de la suges-
tion de ingresar en los ejercitos por-
tenos, donde fue reconocido como
teniente l 9 .
Despues de participar en la cam-
pana de Cepeda en 1859, donde fue
herido con un casco de metralla, y
en la de Pavon en 1861, marcho en
1865 a la guerra contra el tirano del
Paraguay, mandando el 9 9 batallon
de linea y a su frente lo hirieron
nuevamente en el ataque a Curu-
paity.
Vinculado siempre al general Bar-
tolome Mitre, teniase al coronel Cal-
vete como a uno de los elementos
— 267 —
CAL
CAL
militares de la revolucion organizada
por aquel en 1875, por cuyo motivo
fue reducido a prision.
El gobierno, a despecho de lo pre-
cario de su salud y de los empefios
puestos a favor suyo, no le permitio
salir de la carcel, y Calvete fallecio
en ella el 2 de mayo de 1875. Este
rigor desusado, afiadiendose a las
simpatias que el coronel compatrio-
ta se habia conquistado, conmovio la
opinion publica portefia, y la pren-
sa opositora publico su retrato exhi-
biendolo como una victima del en-
safiado gobierno de Avellaneda.
Si bien los servicios del coronel
Calvete fueron mas largos en Argen-
tina que en su propio pais, corres-
ponde que se incluya su biografia,
aunque solo fuera a titulo de prue-
ba de las superiores condiciones de
valentia y caballerosidad, que los
soldados uruguayos han sabido acre-
ditar tantas veces en el extranjero.
Por lo demas, la guerra del Para-
guay y las luchas de la provincia
de Buenos Aires segregada y el res-
to de la Confederacion, no fueron
del todo ajenas a nuestro ambiente,
por los hombres nuestros que ac-
tuaban en uno y otro bando y por
la atmosfera comun que en esa epo-
ca parecia respirarse en ambas pa-
trias.
CALVO, CARMELO
Musico y maestro de capilla. Aun-
que nacio en Peralta, Navarra, el 18
de julio de 1842, su residencia con-
tinua en nuestro pais a contar del
afio 1867, vino a ligarlo totalmente
a la vida uruguaya.
Desde muy joven se pusieron de
relieve sus grandes facultades para
la musica e hizo estudios formales
con el maestro Mendizabal, de mu-
cha reputacion.
Organista en Pamplona, traslado-
se luego a Madrid, donde al cabo
de un tiempo de residencia acepto
la plaza de maestro concertador y
director de orquesta de una gran
compafiia de zarzuelas formada para
trabajar en los teatros rioplatenses.
Bien acogido en nuestro medio, al
irse la compania prefirio quedar en
Montevideo en posesion del puesto
de organista de la iglesia Matriz, en
cuyo desempeno se mantuvo casi 40
anos.
Ejerciendo contemporaneamente la
ensenanza de la musica con noto-
rias condiciones de docente, t u v o
oportunidad de formar una verda-
dera legion de discipulos, algunos de
de los cuales descollaron en nuestros
circulos artisticos.
Gran solfeista y preceptista con-
sumado, cuentan en su obra varias
composiciones musicales y — con vis-
tas mas amplias — tento el arte li-
rico en un ensayo de opera titulada
"Ofelia", sobre libreto de Juan Zo-
rrilla de San Martin, estrenada en
el Solis el 28 de octubre de 1880.
No era ese el terreno para los
triunfos de Calvo, sin embargo, y
el primero en saberlo era el, pero
no pudo escapar a la permanente
sugestion del libretista, hombre ani-
mador por excelencia, ardiendo en
proyectos y entusiasmos artisticos.
— 268 —
CAL
CAL
"Ofelia", en cuya miisica se ensam-
blan delicados fragmentos melodicos
y pasajes expresivos, no volvio a las
tablas despues del amable estreno
en nuestro primer coliseo.
■ El 30 de noviembre de 1922, ha-
llandose todavia en actividad a pe-
sar de tantos anos como contaba,
Calvo dejo de existir en Montevi-
deo, victima de un accidente de
transito.
CALLEROS. MANUEL Francisco
Ciudadano de notorios servicios
a la causa nacional, presidente del
primer Gobierno Patrio instalado en
Florida el 14 de junio de 1825, des-
pues de la Cruzada de los Treinta
y Tres, e individuo de la Sala de
Representantes, el mismo ano.
Nacido en la ciudad de Montevi-
deo el 31 de marzo de 1763, se edu-
co en el colegio de los frailes fran-
ciscanos, adquiriendo conocimientos
poco habituales entonces, por su cla-
se y por el esfuerzo que exigian, sin
perjuicio de dedicarse despues a ta-
reas de hacendado.
En 1789, durante la dominacion es-
panola, tomo servicio en un regi-
miento de milicias provinciales, fue
participe en las operaciones contra
los portugueses y Uego a ser capitan
de dicho cuerpo en 1801.
Despues de actuar contra los in-
gleses invasores, hizo abandono de
las banderas reales no bien Artigas
se pronuncio por la Revolucion en
el afio 11.
Vinculado al caudillo por amistad
de familia, estuvo a sus inmediatas
ordenes desde las primeras operacio-
nes para acompanarlo luego en el
Exodo, y cuando aquel, de vuelta del
Ayui, procedio a organizar las pri-
meras autoridades provinciales, Ca-
lleros tuvo mando en la jurisdiccion
de Canelones. Luego desempeno un
cargo municipal en el Gobierno
Economico del afio 13 y llevo la re-
presentacion de Artigas en varias
entrevistas con los jefes y politicos
portehos, cuando el caudillo aban-
dono las lfneas sitiadoras de Monte-
video en 1814.
La invasion portuguesa vino a en-
contrarlo en sus tareas de estanciero,
que abandono en seguida para servir
la causa patria.
Subyugada la provincia por lcs
extranjeros, Callercs refugiose en el
interior, eligiendo como residencia y
centro de actividades la poblacion de
Mercedes, Soriano, donde ejercio de
maestro de escuela, sin perjuicio de
ser comerciante en frutos del pais.
El levantamiento de la Banda el
aiio 25, consecuencia de la invasion
de Lavalleja el 19 de abril, enccn-
tro a Calleros con el mismo espiritu
patriotico y decidido de las prime-
ras epocas artiguistas.
El 8 de junio de 1825, los electo-
res de Colonia, o sean los jueces te-
rritoriales y comisionados de los
Partidos, requeridos por Lavalleja
como Jefe de las fuerzas de la patria,
para que nombraran por ese Depar-
tamento un sujeto de virtudes, pa-
triotismo, instruccion y de toda res-
ponsabilidad para miembro del Go-
bierno Provisorio, que representase
-^ •269 -
CAL
CAL
y constituyese la Provincia, eligie-
rcn por mayoria a Manuel Calleros.
Instalado el primer Gobierno na-
cional el 14 del mismo mes, Calle-
ros fue designado Presidente. Ocu-
po el cargo hasta el 20 de agosto,
fecha en que ingreso a la Sala de
Representantes de la Provincia. por
los votos de la jurisdiccion de Ro-
cha, que entonces se llamaba de
Nuestra Senora de los Remedics.
Firma en ese caracter las dos ac-
tas del 25 de agosto, por la prime-
ra de las euales la Provincia reasu-
mia su plenitud soberana y su inde-
pendencia, y la inmediata, por la
cual — a merito de esa misma pleni-
tud determinativa — se incorporaba
a las Provincias Unidas del Rio de
la Plata.
Ingreso en la Asamblea Constitu-
yente, diputado por San Jose, en no-
viembre de 1828, pero hizo renuncia
del cargo en los primeros dias de
diciembre, cuando la Asamblea se
traslado a Canelones, fundando la
dimision en que ni su edad, ni su
salud, ni sus posibles, le permitian
salir de San Jose. Los votos de Pay-
sandii lo pusieron en el caso de re-
ingresar a la Asamblea el 24 de di-
ciembre, continuando en ella hasta su
disolucion.
Elegido en 1830 senadcr por Duraz-
no para la primera legislatura de la
Republica libre e independiente, so-
lo ocupo su banca por el bienio 30-32,
como lo preceptuaba el estatuto y
Uego a ser vicepresidente del alto
cuerpo.
Ajeno, al concluir su mandato, a
toda actividad politica, despues de.es-
te paso por el parlamento vivio dias
tan modestos que lindaban en po-
breza.
El gobierno de Eivera, en premio
a los servicics prestados al pais, le
adjudico la propiedad de cuatro pe-
quefias casas en la capital, y merced
a este patriotico subsidio, las unicas
preocupaciones de la existencia del
anciano procer vieronse reducidas a
los cuidados del alma, fiel observan-
te de practicas de religion y presi-
dente de varias congregaciones cato-
licas.
Fallecio el 16 de mayo de 1841, y
a tal punto se hizo el olvido en torno
a la figura de Manuel Calleros, que
solo en estos ultimos afios, merced
a investigaciones debidas casi todas
ellas a Placido Abad, algunas de las
cuales deberan compulsarse, se ha
podido reconstruir, aunque sea en
forma escueta y provisional, el itine-
rario de su vida.
CALLORDA, PEDRO
Militar, general del ejercito y mi-
nistro de Guerra y Marine. Nacido
en Cagancha, departamento de San
Jose, el 22 de octubre de 1848, don-
de sus padres tenian campos.
Su ingreso al servicio de las ar-
mas fue el l 9 de mayo de 1865, como
soldado voluntario en el Escuadron
Escolta, tocandcle marchar a la gue-
rra del Paraguay para hacer la cam-
pafia de Corrientes y las duras eta-
pas de la lucha en territorio ene-
migo, hallandose en Boqueron, Es-
tero Bellaco y Curupaity.
— 270 —
CAL
CAL
Promovido a subteniente el 8 de
julio de 1866, en diciembre del mis-
mo afio paso al batallon "Libertad"
y mas tarde, el 13 de febrero del
68 al batallon "Constitucional", don-
de obtuvo el grado de teniente 2 9 el
26 del mismo mes.
Oficial en el 1° de cazadores des-
de abril de 1869, en lucha contra
los revolucionarios blancos del co-
ronel Timoteo Aparicio, asistio a las
principales batallas y en la del Sau-
ce recibio una herida de bala. Te-
niente 1° el 8 de octubre del 70, fue
ascendido a capitan el 9 de febrero
del 72 y en el mes de agosto si-
guiente paso al batallon 4 ? de caza-
dcres.
Adhirio al regimen surgido del
motm militar del 15 de enero de
1875 y lo ascendieron a sargento
mayor el 24 de abril, confiandosele
el puesto de 2° jefe del batallon 6 9
de cazadores, recien creado. En la
primavera salio a campana con fuer-
zas de su batallon, a combatir a la
ciudadania en armas que propugna-
ba por el restablecimiento de las
instituciones arrasadas y bajo el
mando inmediato del coronel Car-
los Gaudencio fue derrotado por los
revolucionarics de d i v i s a tricolor
que comandaba Julio Arrue, en el
combate de Perseverano, el 7 de oc-
tubre de 1875.
Callorda, a quien distinguio siem-
pre su valor sereno, salio herido del
campo despues de ver sus infantes
diezmados por el fuego de los fusi-
les Remington que, estrenados aque-
lla tarde por la revolucion, "hicie-
rcn maravillas".
En la dictadura de Latorre se le
destino a servicios de policia en fun-
ciones de comisario de la Aguada,
hasta que en el gobierno del doctor
Vidal, el coronel Maximo Santos,
ministro de Guerra y Marina, lo
llevo a la segunda jefatura del l 9
de cazadores el 1° de abril de 1880
y lo promovio a teniente coronel
graduado el 26 del mismo mes. El
18 de mayo de 1881 obtuvo la efec-
tividad y el 18 de junio de 1883 el
presidente Santos lo hizo coronel
graduado, nombrandolo su edecan.
Se le confirio la efectividad del
coronelato el 9 de febrero del 86,
mientras mandaba un batallon de
milicias movilizadas de Canelones, y
el 26 de setiembre del mismo afio
ocupo la direccion de la Carcel Co-
reccional.
Alejado el presidente Santos del
pais, el coronel Callorda continuo
gozando • de la conf ianza de la nue-
va situacion, que vino a confiarle la
jefatura del 1° de cazadores el 22
de diciembre del 86.
El 22 de agosto de 1890, durante
la presidencia del Dr. Julio Herrera
y Obes, este lo nombro secretario de
Estado en la cartera de Guerra y
Marina en sustitucion del general
Jose Villar, y al dia siguiente lo as-
cendio a general de brigada.
Una interpelacion pariamentaria,
de la que el ministro Callorda no
salio precisamente airoso, lo indujo
a dejar el gabinete, renunciando con
fecha 22 de febrero de 1892. El 5
de abril de 1894, el presidente Idiar-
te Bcrda lo hizo ministro del Tri-
bunal Militar de Apelaciones.
— 271 —
CAM
CAM
En el gobierno de Juan Lindolfo
Cuestas volvio al Ministerio de la
Guerra y esta vez. su permanencia
en el puesto prolongose desde el 20
de mayo de 1399 hasta el uljimo dia
de gobierno de aquel, absorbido en
todo sentido y a la par de todos sus
colegas de gabinete, por el absolu-
tismo sin lzmites del presidente.
La revolueion nacionalista de 1904
contra el gobierno del presidente
Batlle y Ordonez, permitio al gene-
ral Callorda, en el ultimo tercio de
su vida, demostrar que el temple de
soldado y las energias belicas de
otrcs tiempos tenian sus reservas.
Su actuacion en el ejereito del sur
como comandante militar de Flori-
da, a las ordenes del general Justi-
no Muniz, que aparece en plano dis-
minuido en los documentos oficiales
de la guerra, permite, enfocada des-
de otro angulo, apreciar su figura
militar.
En 1910, al producirse las dos ten-
tativas revolucionarias nacionalistas,
que no alcanzaron a asumir mayo-
res proporciones, fue comandante
militar de Canelones.
Presidente del Consejo de Admi-
nistracion de la Caja de Pensiones
Militares el 21 de junio de 1912,
vino a fallecer en Montevideo el 15
de agosto del mismo ano.
CAMES, CIPRIANO
Militar, caudillo en el departa-
mento de San Jose, donde reunia a
sus ordenes una numerosa division
de soldados con divisa blanca. Ha-
bia nacido en San Jose de Mayo,
capital de la jurisdiccion de su pres-
tigio, el 15 de setiembre de 1821.
En la Guerra Grande, formando
en las milicias maragatas con grado
de alferez, aparece citado por su
valor en el Sitio de Montevideo.
En 1857, cuando la revolucion con-
servadora del Gral. Cesar Diaz, Ca-
mes tenia mando subalterno bajo
las ordenes del coronel Rafael Ro-
driguez, jefe rnilitar de San Jose, y
sus hombres, encargados de custo-
diar los prisioneros de infanteria,
pasaron a degiiello en Paso de Pa-
che en Santa Lucia, el 3 de febrero
de 1858, a los voluntarios italianos
que formaban parte del ejercito ven-
cido. Sin enabargo, intervino perso-
nalmente salvando la vida del co-
mandante Jose Mora, jefe colorado
de su departamento.
Durante el gobierno de Berro, en
junio de 1862, mando como teniente
coronel de guardias nacionales el
ler. Regimiento de Guardia Nacio-
rial de caballeria de San Jose y el
4 de setiembre del afio siguiente as-
cendio a coronel graduado.
Por esta epoca, cuando se planteo
el conflicto eclesiastico entre el Po-
der Ejecutivo y el vicario apostoli-
co Jacinto Vera, Cames, instigado
desde Montevideo por elementos ca-
tolicos intransigentes, promovio en
1862 un principio de revuelta a fa-
vcr del vicario, que, si una oportu-
na intervencion evito que tomase
cuerpo, tampoco paso desapercibida.
Combatiendo la revolucion del ge-
neral Flores, a servicio del gobier-
no de Aguirre, conforme la venia
— • 272 —
CAM
CAM
combatiendo desde abril del 63, se
le designo comandariie militar de
Soriano el 24 de mayo de 1864, en
sustitucion del coronel Joaquin Teo-
doro Egafia, pero renuncio el cargo
casi en seguida, el 21 de junio del
mismo afio.
El 15 de agosto siguiente se le
incorporo al ejercito de linea en la
clase de coronel graduado.
En los ultimos dias de resistencia
del gobierno de Montevideo, en ene-
ro del 65, tuvo mando en las lineas
exteriores de la capital.
Emigrd al triunfo de Flores, pero
no demoro en reintegrarse a sus pa-
gos amparado en la amplia amnistia
otorgada por el vencedor.
Atacado por el colera, fallecio en
San Jcse el 25 de enero de 1868.
Era hombre blanco, rubio, y de
apostura marcial, de quien tenemos
un hermoso retrato pintado por Bla-
nes, pero el exterior ocultaba un
temperamento duro, inclinado a la
erueldad, que dio poco envidiable
fama a su nombre.
CAMPANA, JOSE R.
Medico italiano, cuya ligazon a
nuestra historia arranca del papel
que le confirio el destino en una
famosa circunstancia. El Dr. Cam-
pana fue el medico de la barca
"Puig", donde el gobierno de Pedro
Varela envio deportado a la Isla de
Cuba a un distinguido grupo de ciu-
dadanos — civiles y militares — el 24
de febrero de 1875.
Habia nacido el Dr. Campana en
Sabioncello, Italia, el 26 de julio de
1837 y se recibio sucesivamente de
farmaceutico y de medico en la Uni-
versidad de Ferrara, su ducado na-
tal.
Al servicio de Garibaldi hizo las
campafias de Roma (1857), no como
medico, sino como oficial volunta-
rio, distinguiendose en Monte Ro-
tondo como subteniente del 8 9 Regi-
miento. De nuevo sirvio con el Li-
bertador de Italia en 1859, como gra-
nadero del l.er Regimiento de Cer-
defia. Obtuvo grado de teniente y
las medallas de guerra italianas y
francesas.
En 1869 Uego al Rio de la Plata y
ejercio la carrera un pcco de tiem-
po en Montevideo, pasando a la Ar-
gentina en 1870. Torno al pais en
1872 y fue designado medico de la
Capitam'a del Puerto.
Durante la epidemia de fiebre
amarilla estuvo a servicio de la Co-
mision Filantropica Masonica.
En 1875 — segun se dice mas arri-
ba — fue medico de la barca "Puig",
y se ofrecio para ir a Pemambuco
a gestionar la liberacion de los via-
jeros, fracasando en su noble gestion
por unas horas.
Volvio mas tarde a Buenos Aires, y
cuando la defensa de la ciudad en
junio de 1880, fue medico de la Co-
mandancia de la Boca del Riachue-
lo que mandaba el coronel Carlos
Gaudencio, antiguo amigo de Mon-
tevideo, elemento del 75 alejado de
la Repiiblica.
Fue su ultima actuacion medico -
militar, pues el mismo afio, el go-
bierno del Dr. Vidal lo designo Con-
— 273 —
18
CAM
CAM
sul de la Republica en Genova, pues-
to en que permanecio 25 anos, casi
dia por dia, falleciendo — decano
del cuerpo consular — en una villa
de Quarto — de donde habia partido
Garibaldi con los Mil — el 11 de
mayo de 1905.
En su puesto de consul presto
buenos servicios al pais, defendien-
dolo en varias publicaeicnes y ha-
ciendo propaganda por sus intereses.
Publico en 1884 un opusculo
"L'Uruguay - apunti e note", donde
rebatia ciertas especies inexactas de
origen frances.
Fue presidente de la Comision Uru-
guaya en la Exposicion Internacio-
nal Americana de Genova en 1892,
y era teniente coronel honorario de
nuestro ejercito en la arma de in-
ianteria, con despachos conferidos
por el presidente Tajes en 1890.
Campana formo en la dotacion de
la Puig, mas bien que por espiritu
de aventura como se ha dicho, por
ese buen fondo humano esencial que
supo caracterizar a los hombres que
tuvieron contacto con Garibaldi.
Los deportados, que en los prime-
ros dias del viaje creyeron que el
italiano — apuesto italiano barbudo—
seria una especie de Borgia enviado
por Tezancs y Latorre para envene-
narlos en la travesia — se conven-
cieron pronto de que era un caballe-
ro, un companero servicial y un
buen amigo, con el cual, en la liber-
tad de Estados Unidos, siguieron
conviviendo.
En tal sentido, a mas de treinta
afios del famoso viaje, uno de los
deporiados, Aureliano Rodriguez La-
rreta, le rindio justicia en la Cama-
ra de Diputados al tratarse de la
pension a su viuda.
CAMPISTEGUY, JUAN
Presidente constitucional de la
Republica, de 1927 a 1931. Antiguo
oficial del ejercito, abogado, politi-
co, legislador y ministro," vio la pri-
mera luz en Montevideo el 7 de se-
tiembre de 1859, hijo de un vasco
frances, Martin Campisteguy, que
habia peleado dentro de las trinche-
ras de la capital durante el Sitio
Grande, y de Magdalena Oxcoby.
francesa, igualmente.
Bautizado en Buenos Aires, se
controvertio en anos lejanos su ver-
dadera nacionalidad, pero dispuesto
a cortar toda controversia futura,
Campisteguy tramito debidamente la
informacion ad-perpetuam y puso de
manifiesto la verdad, conforme a
pronunciamiento judicial firme.
Veleidades de mozo, sobre las cua-
les pudo influir el recuerdo del pa-
dre legionario de la Defensa, cuya
desaparicion lo habia dejado huer-
fano en temprana edad, lo llevaron a
sentar plaza como soldado distingui-
do en el Batallon de Infanteria N 9 '3,
cuyo jefe era el comandante Carlos
Lallemand, unidad que tenia su cuar-
tel precisamente frente a la casa en
que vivia su madre, casada en se-
gundas nupcias con Juan Bonefont,
verdadero padre de aquel hijo unico.
El 1? de mayo de 1875, Angel Ca-
— 274 —
CAM
CAM
salla, nuevo jefe del 3?, solicitaba la
autorizacion de orden para que
Campisteguy pudiese desempefiar
funciones de subteniente en co-
mision.
El regimen imperante en el ejer-
cito de aquellos dias funestos sub-
siguientes al motm y el ambiente
hostil que circundaba a los milita-
res, no eran, sin embargo, como pa-
ra ilusionar al ciudadano que tuvie-
se alguna nocion concreta de sus de-
beres y de sus derechos y "el alfe-
rez dragoneante", resuelto a cambiar
el rumbo de su vida encaminandose
a la Universidad, pidio la baja que
le fue concedida.
Bachiller en 1881, se matriculo en
la Facultad de Derecho y seguia re-
gularmente los cursos, cuando al pre-
pararse en la Republica Argentina
el movimiento revolucionario de
1886 contra el regimen gubernativo
que se personalizaba en el general
Maximo Santos, se ausento de Mon-
tevideo para tomar su sitio en las
fila's del ejercito ciudadano, forman-
do como ayudante mayor en el ba-
tallon de infanteria a ordenes de
Rufino Dominguez.
Invadida la Republica por el de-
partamento de Paysandu, los revolu-
cionarios fueron completamente ven-
cidos en la primer batalla librada
entre los palmares del Quebracho, el
31 de marzo.
Al ano siguiente, 1887, se recibio
de abogado con la tesis que titulo
"Breves consideraciones sobre na-
cionahdad y ciudadania". Para esa
epoca, la reaccion civihsta que se
habia iniciado con el Ministerio Ra-
mirez a fines de 1886, permitio que
Campisteguy fuera nombrado vocal
de la Direccion de Instruccion Pu-
blica por el trienio 1887-89.
Fundador, junto con Jose BatlLe
y Ordonez, del cotidiano "El Dia ',
que propicio la eleccion presidencial
del Dr. Julio Herrera y Obes el 1°
de marzo de 1890, en las primeras
elecciones subsiguientes fue votado
por el departamento de Rio Negro
para la legislatura 1891-94, siendo
reelecto por la misma jurisdiccion
para el nuevo periodo 1894-97.
En el curso de su segunda dipu-
tacion, el panorama politico habiase
modificado y se haUaba en desave-
nencia total con el presidente Idiar-
ie Borda.
En esa postura de opositor al
regimen vigente, — identica a la de su
amigo Batlle y Ordonez — Juan Lin-
dolfo Cuestas, presidente del Sena-
do en ejercicio del Poder Ejecutivo
el 25 de agosto de 1897, por la muer-
te violenta de Idiarte Borda, lo Ua-
mo al Ministerio de Hacienda el 28
de setiembre del mismo afio.
Entablada la lucha entre Cuestas
y la Asamblea que se negaba a ele-
girlo presidente, Cuestas, a pretexto
de garantir la Asamblea de cualquier
atentado contra su estabihdad —
chistosa ocurrencia que segun Car-
los M^ Ramirez no tenia semejante
en Moliere — movilizo en Montevi-
deo, por decreto de 8 de enero de
1898, cuatro batallones de guardia
nacional de infanteria, uno de los
cuales, el 3?, fue puesto bajo las 6r-
— 275 —
CAM
CAM
denes de Campisteguy, con grado de
teniente coronel. El 1? lo mandaba
Mario R. Perez, el 2° Jose Batlle y
Ordofiez y el 4° Pedro Carve.
Decidido partidario de llevar las
cosas a sus ultimos extremos, su pre-
sencia en el gabinete y su actitud
resuelta, evitaron la desmtegraeion
del primer ministerio de Cuestas,
cuando. el Dr. Mariano Ferreira
planteo su renuncia por no estar dis-
puesto a comprometer su nombre en
actos extra - constitucionales.
Despues del golpe de Estado del
10 de febrero de 1898, el dictador le
reservo el puesto numero 35 entre
los 58 que se asignaban al Partido
Colorado en el Consejo de Estado
creado por decreto de la misma
fecha.
El 24 de marzo, licenciados los ba-
tallones "que debian custodiar la
Asamblea disuelta", Campisteguy
ceso en la jefatura del suyo.
Pocos dias despues, por decreto
de 18 de febrero, paso a ocupar la
presidencia del primer Consejo de
Administracion de la luz electrica,
puesto donde se mantuvo hasta el
4 de marzo de 1899, en que Cuestas
lo Uamo para confiarle otra vez la
cartera de Hacienda, destino en que
se sostuvo un tiempo limitado, pues
la intempez-ancia del Presidente lo
puso en el caso de hacer abandono
del ministerio conjuntamente con
sus colegas Pena y Camps, en el mes
de setiembre, siendo sustituido por
el Dr. Anacleto Dufort y Alvarez.
De regreso de una jira por Euro-
pa, el presidente Jose Batlle y Or-
donez, elegido el 1° de marzo de
1903, le confio el Ministerio de Go-
bierno, en cuyo desempeno vino a
encontrarlo el formidable alzamien-
to de los nacionalistas en armas,
el 1? de enero de 1904. Con su ha-
bitual energia serena, Campisteguy
acompano al presidente Batlle en
la defensa de su gobierno legal, pe-
ro una discrepancia originada por
la ley que interdictaba los bienes
a los revolucionarios, lo hizo dejar
el gabinete en junio del mismo afio
1904.
Senador por Montevideo electo
por el sexenio 1905 - 11, presidio las
funciones de dicha rama legislativa
en el primer periodo.
Las cuestiones de fondo que vino
a plantear la proyectada reforma
constitucional en la segunda presi-
dencia de Batlle y Ordoiiez, espe-
cialmente en cuanto se referia a la
forma colegiada de gobierno que
aquel propugnaba, llevaron a Cam-
pisteguy a las filas de la oposicion
dentro del sector colorado y en esa
tesitura fue elegido miembro de la
Asamblea Constituyente y presidio,
en 1917, la apertura de las sesiones.
Diputado electo en el departa-
mento de Canelones por el periodo.
1920 -23, no concluyo su mandato,
pues el 1? de marzo de 1921 entro
a ocupar un puesto en el Consejo
iSTacional de Administracion, rama
pluripersonal del Poder Ejecutivo
que habia creado la constitucion del
aiio 1917, cuyo presidencia tuvo dos
afios.
Al termino de sus seis anos da
— 27S —
CAM
CAN
consejero entrd a desempefiar la
presidencia de la Republica, elegi-
do en una renida cuanto liberrima
eleccion popular, el 1"? de marzo
de 1927.
Habia llegado a la primera ma-
gistratura del pais, con procedencia
de un sector minoritario dentro de
la mayoria partidista, sector cuya
orientacion era abiertamente contra-
traria al sistema consagrado en la
carta del ano 17 y en el seno del cual
los totalitarismos europeos habfan la-
brado, y seguramente no escapo al.
Dr. Campisteguy lo extrafio de su
posicion, maxime en un sistema de
gobierno en que al Presidente de la
Republica solo se le habian adjudi-
cado atribuciones medidas. Pero de
cualquier modo, asumio el poder dis-
puesto a cumplir y hacer cumplir
las leyes y a que todas las dificul-
tades y soluciones habia que buscar-
las dentro del estatuto constitucio-
nal, cuyo respeto habia jurado.
Con ese proposito busco en el
Dr. Eugenio Lagarmilla, juriscon-
sulto de nota y ciudadano de sere-
na energia, el Ministro del Interior
que iba a acompanarlo, compene-
trado con sus ideas y propositos, en
todo su periodo de gobierno.
Pudo asi, a despecho de cona-
tos o sugestiones bastardas, finali-
zar su gobierno en pleno reinado
de la paz, del orden institucional
y administrativo, en un clima de
Mbertad y de progreso civico y so-
cial.
En ese momento, conforme a la
vieja consagracion historica, puede
decirse "que habia merecido el bien
de la patria".
Electo presidente cuando ya es-
taba viejo y avejentado, las exigi-
das tareas de cuatro aflos de man-
do tem'an labrado tanto en su fisico,
que al reintegrarse a la simple ca-
tegoria de ciudadano era un sobre-
vivido a si mismo, que tampoco
logro recobrarse mas.
Pese a todo, no pudo resistir a la
presion de sus correligionarios, que
lo hicieron presidente de la Asam-
blea que, a raiz del golpe de Estado
de 1933, elaboro una nueva Consti-
tucion politica y donde Campisteguy
apenas tuvo una accion de presencia.
CANOSA, RUDECINDO Sinforoso
Joven y aventajado estudiante de
medicina, a quien su dedicacion a las
ciencias naturales le habian dado
notoriedad en nuestros incipientes
circulos cientificos, y cuya muer-
te violenta, rodeada de circunstan-
cias un tanto extrahas, agito el es-
piritu publico en los ultimos meses
de la dictadura cle Latorre. Era hijo
de un antiguo y conocido procura-
dor y habia nacido en Montevideo el
19 de Julio de 1857.
Fundador de la Sociedad Universi-
taria, sus aficiones de investigador
lueron desarrollandose, no obstante
sus pocos anos, paralelamente a su
carrera universitaria y por diversos
y notables trabajos originales figura-
ba como socio corresponsal de varias
corporacicnes cientificas europeas.
— 277 —
CAP
CAP
Habiendo salido de su casa, en ca-
rruaje, a las 10 de la noche del 13
de diciembre de 1878, la demora en
volver, que tuvo en alarma a su fa-
milia, se transformo luego en incerti-
dumbre y angustia fatal. Inutiles
fueron las biisquedas y los avisos en
los diarios, hasta que el bachiller
Canosa aparecio muerto de un balazo
en la cabeza en un deposito o casilla
medio abandonada, donde se guarda-
ban materiales de construceion para
las obras de la Escuela de Artes y
Oficios. Un papel escrito de su mano
y la circunstancia de que la casilla
estaba cerrada por dentro — segun el
parte policial — afirmaban la creen-
cia de que se trataba de un suicidio;
pero la version de que la muerte
obedecia a la venganza de un hom-
bre politico muy influyente entonces,
contra el padre del joven, tomo cuer-
po, sin que pueda saberse a cien-
cia cierta el origen de esta especie,
aparentemente inverosimil, por lo
demas.
Sin embargo, la prensa y la opi-
nion opositoras aceptaron de buen
grado el rumor y el Dr. Angel Floro
Costa, en su opusculo "Panfletos con-
tra Latorre", acoge como verdad la
version del crimen.
CAPDEHOURAT, PEDRO
Facultativo frances con mas de
cuarenta afios de residencia en la
Republica, a quien la ciudadania
legal y sus afinidades partidaristas,
lo tornan un verdadero connacional.
Nacido en Salies de Mongiscar,
Bajos Pirineos, en el ano 1803, hizo
estudios de medicina en Paris y vino
al Uruguay en 1838, poseyendo un
simple titulo de "oficial de sanidad",
que le sirvio para incorporarse al
cuerpo medico nacional.
Hombre de caracter difxcil, alta-
nero y agresivo, segun lo llama el
Dr. Luis Bonavita, se trenzo en agria
polemica con varios colegas, discu-
tiendo sobre la verdadera naturaleza
de una epidemia reinante en la ca-
pital y como en sus articulos perio-
disticos alargara sus ataques hasta
las autoridades, la Junta de Higiene,
a fines de 1839, lo suspendio seis
meses en el ejercicio de la profesion.
Al comenzar el sitio de Monte-
video ofrecio al gobierno de la De-
fensa sus servicios profesionales y
en desempefio de funciones facul-
tativas preparo en su propia casa
una sala de heridos y fue medico de
los batallones de Cazadores Vascos
de la Legion Francesa. Sin embar-
go, a los dos anos del sitio. en fe-
brero de 1845, abandono la plaza pa-
ra ir a presentarse en el campo de
Oribe, desertor con varios jefes, ofi-
ciales e individuos de tropa, sin que
pueda explicarse satisfactoriamente
el desagradable cambio de posicion.
Bien acogido por el general sitia-
dor, tuvo funciones de cirujano en
el ejercito, estando al frente del
Hospital Militar que funciono en la
Viila de la Restauracion, hoy la
Union, y llego a hacerse de buena
clientela particular.
Apenas terminada la Guerra Gran-
— 278 —
CAP
CAP
de, la historia profesional de Cap-
dehourat se enriquece con un capi-
tulo famoso, al tomar bajo su asis-
tencia al general Eugenio Garzon.
Hallabase este militar en extrema
gravedad, padeciendo una afeccion
aortica, deshauciado de los mejores
medicos, cuando el frances lo tomo
a su cargo. A los pocos dias anun-
cio la gran mejoria del paciente y
su proxima curacion, afiadiendo a
sus dichos comentarios que afecta-
ban la reputacion de los otros me-
dicos. Pese a sus buenos augurios,
Garzon fallecio a los pocos dias y en-
tonces las acusaciones se volvieron
contra Capdehourat. La Junta de
Higiene tomo cartas en el asunto, el
general fue autopsiado y un tribu-
nal especial le impuso una suspen-
sion de ocho meses por error de
diagnostico, el 4 de diciembre de
3851.
El Dr. Luis Bonavita — medico e
historiador — despues de estudiar el
caso con inteligente sagacidad, lle-
ga a la conclusion de que la muerte
del enfermo debiose a envenena-
miento por una sal de mercurio, ad-
ministrada en dosis fuera del codex.
Medico militar asimilado a tenien-
te coronel en el gobierno de Pe-
reira, acompafio al ejercito del ge-
neral Medina en 1857, fue nombra-
do de la Comision de Invalidos en
abril de 1858, presto servicios en
eampana por el termino de la revo-
lucion colorada del general Flores en
1863-65, y en funciones identicas,
pero esta vez como revolucionario,
actuo en los ejercitos del caudillo
blanco Timoteo Aparicio en 1870-72.
Los ultimos afios de su vida trans-
currieron en la Villa de la Union,
donde gozaba de la estima del ve-
cindario y donde estaba unido por
vinculos que bien podian Uamarse
historicos, y en la antigua fundacioi
de Oribe vino a fallecer el 6 de
agosto de 1880.
CAPURRO.. JUAN ALBERTO
Ministro de Estado, legislador, in-
geniero, arquitecto y hombre de em-
presa.
Hijo del armador italiano Bautis-
ta Capurro y de Prudencia Castro,
habia nacido en Montevideo el 14 de
junio de 1838.
Paso a Europa a seguir carrera
universitaria, laureandose como in-
geniero civil en la Real Escuela de
Turfn en diciembre de 1864, con una
tesis que versaba sobre el empuje
de tierras.
De regreso en la patria a principios
de 1865, trabajo largos afios como
ingeniero y como arquitecto, ponien-
do de manifiesto su bello y equilibra-
do temperamento artistico en los edi-
ficios que proyecto, y tuvo asimismo
elevados destinos en la administra-
cion publica.
Diputado por el Departamento de
la Capital en 1879 para la 13 ? legis-
latura, paso despues a ocupar la
banca de senador por Rocha, tocan-
dole jugar papel principalisimo en
el famoso asunto del contrato de
construccion del puerto de Montevi-
— 279 —
CAP
CAP
video, ajustado en Londres por el
ministro Amaro Carve, el cual origi-
no en 18S4 tan apasionados debates.
Capurro fue el redactor del informe
contrario de la minoria, que suscri-
bio juntamente con sus colegas Blas
Vidal y Nicolas Zoa Fernandez.
Votado por los electores montevi-
deanos, reingreso a la camara de di-
putados en 1888, pero no finalizo su
mandato, pues el presidente Herrera
y Obes, al formar su primer gabi-
nete el 11 de marzo de 1890 lo hizo
Ministro de Gobierno, cargo en que
se mantuvo hasta el 17 de diciembre,
en que hubo una renovacion casi
total de los secretarios de Estado.
Vacante el Ministerio de Fomento
por renuncia del Dr. J. M. Castella-
nos que apenas lo habia ocupado, el
Ingeniero Capurro torno al gabrnete,
permaneciendo al frente de la nueva
cartera hasta el 25 de noviembre de
1893, fecha en que hizo abandono de
ella para hallarse en condiciones de
ser electo senador por Rocha.
Su pasaje por el Ministerio de Fo-
mento esta sefialado, entre otras
obras, por la creacion del Departa-
mento. Naeional de Ingenieros, el tra-
zado general de los ferrocarriles de
la Republica y el proyecto de estu-
dios preparatorios para la formacion
del puerto de Montevideo, de que
informa un extenso memorandum.
A la hora en que, el afio 1898, Juan
L. Cuestas planteo a la Asamblea el
impositivo de su continuacion en la
presidencia de la Republica. que
ejercia provisionalmente, Capurro
prefirid verse despojado de su inves-
tidura legal antes de aceptar la im-
posicion del presidente del senado en
ejercicio del gobierno.
Restablecidas las normas consti-
tucionales, fue elegido miembro de
la Junta Economico - Administrativa
de Montevideo y en la 21? legislatu-
ra en 1902, votado representante por
la misma jurisdiccion.
En el primer periodo de gobierno
de Batlle y Ordofiez, el ingeniero
Capurro fue nuevamente Ministro
Secretario de Estado en la Cartera
de Fomento, desempefiando el cargo
hasta el dia de su fallecimiento,
ocurrido el 29 de noviembre de 1906.
Particularizandose en su labor de
arquitecto, puede anadirse que per-
tenecen a Capurro los planos de al-
gunas casas que son todavia orgullo
y ornamento de la capital, de las que
serian ejemplos el palacete del ge-
neral Maximo Santos en la esquina
de la Avenida 18 de Julio y Cua-
reim, de amplitud y riqueza desco-
nocidas hasta entonces; la casa re-
sidencial de Agustin de Castro en
la calle 25 de Mayo, verdadera jo-
ya de estilo italiano; la quinta de
Raffo en el Camino Millan, hoy Mu-
seo Juan Manuel Blanes; el Teatro
Cibils, destruido mas tarde por el
fuego, etc, etc.
Animado por un gran espiritu de
progreso, fue Juan A. Capurro, jun-
to con su hermano Federico, un
propulsor de las modernas activida-
des industriales, que implanto en la
playa y localidad que ahora lleva su
nombre, la gran destileria en que
iba a comprometer su fortuna.
— • 280 —
CAP
CAP
CAPUTI, VICENTE
Historiografo y funcionario piibli-
co, nacido en San Jose el 5 de enero
de 1882, en el seno de una familia
italiana. Huerfano de padre siendo
todavia un nifio, entro en la vida
desempenandose en trabajos de im-
prenta en los talleres de "El Pue-
blo", papel publico fundado y diri-
gido por Juan Menendez.
Esta iniciacion en lides tipografi-
cas contribuyo sin duda a determi-
nar, andando el tiempo, los rumbos
de Caputi, moviendolo a eseribir y
hacerse periodista el mismo, cuan-
do saco a luz en su ciudad natal el
periodico "ImparciaF', a cuyo frente
estuvo algun tiempo.
Funcionario judicial desde que in-
greso en la carrera burocratica, tuvo
funciones de Juez de Paz y Oficial
del Registro Civil en varias locali-
dades rurales de su departamento y
despues en las ciudades de Santa
Lucia, Pando y San Jose, hasta que,
con veintinueve aiios de servicios,
Uego a ostentar el decanato entre los
tantisimos colegas de la Republica.
Al estallar la revolucion de 1904,
el sosegado funcionario, fiel a sus
opiniones politicas, hizo toda la cam-
pafia en el ejercito gubernista, en
calidad de secretario del coronel An-
tonio Foglia y Perez.
Las permanentes exigencias del
cargo, tratandose de un funcionario
de gran calidad, obstaculizaron pero
no bastaron para que el Juez de Paz
pusiera de lado lo que resulto ser
su intima vocacion, que era el amor
a las investigaciones y a los traba-
jos historicos.
Alejado siempre de la capital,
donde estaban los mayores reserva-
torios de papeles y libros, indispen-
sables herramientas de trabajo, cir-
cunscribio la mayor parte de sus ex-
ploraciones a los archivos de las ofi-
cinas que sucesivamente tuvo a su
cargo y en los cuales alcanzo a en-
contrar materiales inexplorados, Ue-
vado por su instinto de investigador
paciente.
Hizo asi la cosecha documental
que le debia servir para la arquitec-
tura de sus monografias y sus
opuseulos.
El campo de sus estudios, limita-
do en las epocas por las mismas ra-
zones apuntadas, lo obligo a traba-
jar dentro del limite que se advierte
en su bibliografia donde, entre una
docena de titulos, se citan cozno prin-
cipales: "Relato historico sobre la
fundacion de Santa Lucfa", 1915;
"Comprobaciones documentadas so-
bre la Independencia Nacional",
1923; "Estudio sobre los aconteci-
mientos politicos de 1825-28", 1929;
y "Gestacion y Jura de la Constitu-
cion de 1830", publicacion esta lilti-
ma que avaloran multiples e intere-
santisimos elementos graficos, publi-
cada bajo el patrocinio de la Comi-
sion Nacional del Centenario presi-
dida por el doctor Baltasar Brum.
Una repentina falla cardiaca puso
fin a su laboriosa existencia hallan-
dose aecidentalmente en Montevideo,
el 15 de marzo de 1939.
— 281 —
CAR
CAR
CARABALLO, FRANCISCO
Militar que alcanzo grado de bri-
gadier general y tuvo gran actua-
eion en las luchas internas en que
se moldeo la Republica. Por linea
materna descendia de portugueses 3
habia nacido el 21 de enero de 1798
en la antigua jurisdiccion de Pay-
sandu que abarcaba el Norte del Rio
Negro, aunque hay quien afirma que
fue en Canelones.
Sargento de brigada en las milicias
de San Jose en 1832 y alferez el 12
de junio del ano siguiente, se le pro-
movio a teniente 1° en las mismas
fuerzas el l 9 de febrero del 35.
Capitan el 14 de abril de 1840 en
la division de operaciones al Sur
del Rio Negro, era mayor de caballe-
ria en el combate de Dayman (Sal-
to) en mayo del 46, combatiendo a
las ordenes de Garibaldi y tuvo el
insigne honor de que este recordara
su bizarria, citandolo por el nombre
en sus "Memorias Autobiograficas".
Transferido al arma de infanteria
paso a engrosar las.filas de los si-
tiados de Montevideo, sirviendo en
el 2? Regimiento de Guardias Nacio-
nales en la lmea exterior de la pla-
za, en 1849.
La paz de 8 de octubre lo desmo-
vilizo y recien se le vuelve a encon-
trar en actividad en el turbulento
ano 1855, cuando, el l 9 de setiembre,
el gobierno del general Venancio
Flores le dio grado de coronel de
caballeria de guardia nacional.
El 4 de enero de 1856, en la pre-
sidencia interina de Manuel Basilio
Bustamante, fue designado Jefe Po-
litico y de Policia del departamento
de Paysandu y el dia de expirar el
gobierno, el 29 de febrero, recibio
el ascenso a coronel de caballeria.
Gobernando Gabriel Antonio Pe-
reira fue dado de alta en el ejercito
de linea en su propia clase por reso-
lucion de 28 de marzo del 57, en dias
en que se contemporizaba con los
eiementos militares colorados procu-
rando neutralizarlos alrededor del
fusionismo. Sin embargo, Carabalio
estuvo con los suyos en cuantq el co-
ronel Brigido Silveira se puso en ar-
mas a fines del mismo ano, por cu-
yo motivo, una vez sofocado el mo-
vimiento, lo dieron de baja en los
"cuadros del ejercito, en fecha en que
el coronel ya habia conseguido es-
capar a la persecucion pereirista y,
cruzando el Uruguay, estaba segu-
ro en Entre Rios, donde el goberna-
dor Urquiza le dio inmediato em-
pleo en las fuerzas de la Confedera-
cion.
Pero el general Venancio Flores,
que venia prestando servicios al go-
bierno de Buenos Aires, supo ganar-
lo bien pronto para esta causa y
abandonando Entre Rios, Caraballo
se incorporo a las filas portenas, pa-
ra revistar entre los jefes del ejer-
cito de la provincia segregada, en
calidad de coronel de linea.
Participante en la campana de
1859 como jefe de caballeria en la
batalla de Cepeda, el 23 de octubre,
en 1861, bajo el mando del general
Mitre, tuvo brillante comportamien-
CAR
CAR
to en varios encuentros parciales y
con la division de caballeria a sus
ordenes, el 17 de setiembre contri-
buyo eficazmente al triunfo de Pa-
von, de tanta trascendencia en la
vida politica argentina.
Se aproximaba entonces la etapa
en que Francisco Caraballo iba a
escribir los capitulos primordiales de
su historia, en un corto periodo que
apeuas alcanza a durar diez afios y
que principio cuando, unico jefe
companero del general Venancio
Flores, desembarco junto con este
— y los asistentes Silvestre Farias y
Clemente Caceres — • en la playa de
Caracoles, Paysandu, ahora departa-
mento de Rio Negro, el 19 de abril
de 1863, dando comienzo a la revo-
luci6n que tomo el titulo de "Cru-
zada Libertadora". A contar del 27
de julio del 63 tuvo en el ejereito
florista titulo de coronel mayor, que
el jefe rebelde le confirio en la costa
de Itapeby, Salto.
Hizo toda la guerra hasta febrero
de 1865, en que la revolucion, auxi-
liada en los ultimos meses por los
aliados brasilefios, logro desalojar
al gobierno blanco de Montevideo.
Caraballo tuvo por breve tiempo la
suma del poder publico, pues reci-
bio de Tomas Villalba la resigna-
cion del mando el dia 20 y sola-
mente al otro dia se lo trasmitio
al general Flores.
Ninguna condicion militar le ha-
bia sido negada a Caraballo y hallo
reiteradas oportunidades de demos-
trarlo asi, en dos afios de lucha ar-
dua y abundante en episodios, po-
niendo de relieve los dos aspectos
que lo recomendaban en modo efi-
caz a la par de simpatico: su bon-
dad, respaldada por el hecho evi-
dente de que no pesa sobre su nom-
bre ninguna imputacion de sangre
o de venganza, y su honradez, cer-
tificada por la modestia en que
transcurrio su vida.
Nombrado Comandante General
de Campana en marzo del 65, in-
mediatamente de la victoria de los
suyos, se le promovio a coronel ma-
yor (general) el 19 de mayo y a
brigadier general el 4 de junio.
Toda la dictadura de Flores per-
manecio adicto y fiel a su antiguo
jefe, cuando otros como el general
Jose Gregorio Suarez, entendian
razonablemente que los principios
de la revolucion estaban desnatura-
lizados por la negativa del Gober-
nador Provisorio a restaurar lo mas
pronto posible el imperio de la
constitucion, en cuyo nombre la
'•Cruzada" habia triunfado.
La muerte violenta de Flores el
19 de febrero de 1868, desperto en
Caraballo, lo mismo que en todos
los antiguos jefes caracterizados de
la revolucion del 63-65, el deseo de
sucederlo en el gobierno; y cada
cual, creyendose con titulos sufi-
cientes, aspiro de ese modo a mere-
cer los votos de la Asamblea Ge-
neral incumbida de nombrar pre-
sidente el 1° de marzo.
A Caraballo no le faltaba cierta
base de diputados y senadores, pero
estaba distante del quorum legal, y
al fin, como fruto de transaccion
— 283 —
CAR
CAR
entre los candidatos de mayor ca-
pital de votos, resulto electo presi-
dente el general Lorenzo Batlle.
En el periodo gubernamental de
este ciudadano, Caraballo jugo un
papel poco lucido, dejandose guiar
por intrigantes amigos politicos que
explotaban las debilidades del gene-
ral — hombre sin mayores luces des-
de luego — muy propenso a lcs te-
jemanejes politiqueros.
Pedro Varela, hombre infatuado y
de escasas vistas, influyo sobre todo
para que el general se extraviase
por malos caminos y obedeciendo a
sugestiones de el y de su grupo,
Caraballo se alzo en armas contra
el orden constituido, encabezando
— en mayo - julio del 69 — una re-
volucion sin bandera que la historia
conoce por Revolucion del Curso
Forzoso, pues merced a ella se trata-
ba de obligar al gobierno a que man-
tuviese el regimen de papel moneda
inconvertible. Bastantes adeptos mi-
litares logro el general rebelde, no
obstante su oscuro programa, pero
el movimiento carecia de base y su
jefe viose obligado a capitular, de-
poniendo las armas en Mazangano y
entregandose. El 17 de agosto se vio
repuesto ' en su grado militar, pues
habia sido dado de baja del ejer-
cito, y las cosas parecieron arre-
gladas.
Cuando el coronel blanco Timo-
teo Aparicio trajo una invasion al
pais en 1870, Caraballo fue nom-
brado, el 16 de abril, jefe de las fuer-
zas al norte del Ri 0 Negro. No apa-
recio en esta nueva funcidn — de
general del gobierno — el general
que todos habian conocido en la re-
volucion de Flores; pesado e inde-
ciso, cuidando de mantener su »jer-
cito, cuando llego el momento de
enfrentarse con los rebeldes en
Corralito el 6 de octubre de 1870,
su actitud fue tan poco clara que
unos cuantos de los jefes importan-
tes que tenia a sus ordenes se sepa-
raron del ejercito, sospechando que
el general en jefe estuviera en se-
cretas inteligencias con el enemigo.
Separado del mando superior por
estas causas, se ha demostrado que
— si no en esos dias — en 1871 y de
acuerdo con el Dr. Andres Lamas
y Pedro Varela, planeo un movi-
miento para deponer al presidente
Batlle, conforme a documentos en el
Archivo Fernandez Saldana.
Ajustada la Paz de Abril del 72,
Caraballo, sin rol de especie alguna
en el gobierno civilista y tranquilo
del Dr. Jose E. Ellauri, dejose
arrastrar por sus compromisos poli-
ticos con hombres de la provincia
de Entre Puos, yendo en 1873 a in-
corporarse al ejercito revolueionario
que ccmandaba el general Lopez
Jordan contra el gobernador Echa-
giie. Vencido sucesivamente en Don
Gonzalo y en el Talita, despues de
estrellarse inutirmente con sus ca-
ballerias sobre los cuadros de in-
fantes de linea enviados de Buenos
Aires por el presidente Sarmiento,
se hallo en el caso de repasar el Uru-
guay, fugitivo, por la costa de Pay-
sandu.
El gobierno, en vista de esa ac-
CAR
CAR
titud contraria a las, ordenanzas, lo
habia radiado de los cuadros del
ejercito con fecha 28 de noviembre.
Por esta lamentable circunstancia,
la muerte vino a alcanzar como sim-
ple ciudadano al veterano militar,
victimado por la rotura de una
aneurisma el 25 de julio de 1874,
en Montevideo, aniversario precisa-
mente del combate de Cafias de
Vera en 1863, donde tan bien se
habia portado.
CARABALLO, MANUEL
General del Ejercito Nacional, que
tuvo asimismo movida figuracion
iiiilitar con el grado de coronel en
la Republica Argentina, donde vivid
por largos afios casi siempre al lado
de Urquiza.
Hermano del general Francisco
Caraballo, habia nacido en el depar-
tamento de Canelones, aunque es
corriente la creencia de que tanto
uno como el otro eran oriundos de
Paysandii.
Empezo la carrera de armas, que
iba a servir mas de setenta afios,
como soldado raso en el cuerpo de
Dragones Orientales, en 1830. Estan-
do a lcs datos que el mismo declaro
ante las autoridades competentes del
ejercito o sea el Estado Mayor Ge-
neral, sus promociones hasta 1841
fueron como sigue: alferez y te-
niente 2 9 de guardias nacionales el
afio 1836 y sargento mayor en 1841.
Sin embargo, en lo que a este ul-
timo ascenso se refiere, los papeles
correspondientes nos muestran que
el 21 de noviembre de 1842 fue pro-
movido a sargento mayor siendo
capitan, "en virtud de haber sido
conductor del pliego donde se co-
munica un triunfo sobre los enemi-
gos".
En la llamada revolucion "consti-
tucional" de 1836 a 1838, Caraballo
estuvo a las ordenes del general re-
belde Fructuoso Rivera y despues
del triunfo de este y de nuevo en
campafia contra las fuerzas que res-
pondian a Juan Manuel de Rosas,
lo encontramos como teniente 1' en
el 2? escuadron de Milicias en junio
de 1839 y en lcs primeros meses
de 1840: y en junio de este mismo
afio en el escuadron N' 1.
A raiz del desastre del ejercito
nacional en Arroyo Grande en di-
ciembre de 1842, formo en los ejer-
citos de campafia que organizo el
gobierno de Montevideo. Se hallo en
la derrota de India Muerta, de don-
de paso al Brasil y volvio al pais
por la provincia de Corrientes a
fines de 1845.
A ordenes de Garibaldi en la jor-
nada de San Antonio el 8 de febrero
de 1846, recibio una herida en la
cara. Poco mas tarde se hallo en el
combate de Dayman como jefe de
caballeria, siendo de nuevo herido
en el rostro. Despues de la toma del
Salto por el general Servando G6-
mez el 6 de enero del 47, cuando
el barco en que escapaba aguas
abajo fue fondeado a cafionazos, sa-
lio a nado a la costa entrerriana de
Conccrdia, pero lo hicieron prisio-
— 285 —
CAR
CAR
nero el dia 8. Retenido en poder de
Urquiza en el campamento de Cala,
hubo de tomar servicio a ordenes de
este. Incorporado a un escuadron es-
colta, llego a ganar credito, confian-
za y galones y se hallo en el cam-
po sangriento de Vences con grado
de comandante. Servia en las fuer-
zas del general Garzon en 1851 y
Urquiza lo Uamo para pasarlo a 6r-
denes del general entrerriano Miguel
Galarza antes de la batalla de Ca-
seros, el 3 de febrero de 1852.
Cuando la revolucion conservado-
ra del 57, habiendo acudido Urquiza,
presidente de la Confederacion, en
auxilio del gobierno de Pereira, Ma-
nuel Caraballo paso el Uruguay al
mando de una de las calumnas en-
trerrianas, permaneciendo en Pay-
sandii hasta abril del 58, con cam-
pamento en el Rabon.
Siguiendo en el servicio del Go-
bernador y vinculado por intereses
a Entre Rios, lucho contra Buenos
Aires en las campanas de Cepeda
y Pavon.
Sin participar en la revolucion
del general Flores en 1863-65, pues
permanecio en la provincia, vino al
pais recien en el gobierno del general
Lorenzo Batlle, que el 29 de marzo
de 1868, le dio ingreso en el ejer-
cito nacional como coronel de caba-
lleria de linea, siendolo antes de la
Republica Argentina, segiin lo acre-
ditaba con sus despachos. En esos
afios, su hermano, el general Fran-
cisco Caraballo, era una alta perso-
nalidad politico-militar, lo que ex-
plica sin dificultad su regreso a la
patria y su incorporacion inmediata
al escalafon.
Jefe Politico de Paysandji el 22
de agosto de 1868, cuando su herma-
no el general se sublevo contra
Batlle, en mayo del 69, en la curiosa
revolucion del Curso Forzoso, tomo
ecmo era natural partido por los
rebeldes, incorporandosele con los
hombres que tenia. Vencida la re-
vuelta con la capitulacion de Ma-
zangano, el coronel Manuel no qui-
so ser incluido en el pacto y aban-
dono el campo — con otros cficia-
les- — la noche del convenio, retor-
nando a Entre Rios. Por decreto del
3 de junio del 69 fue destituido de
su cargo de jefe politico, pero con-
tinuo revistando sin sueldo en la
Plana Mayor Pasiva hasta mayo
del 70 en que, habienduse produ-
cido la revolucion del coronel Ti-
moteo Aparicio, paso a presrar ser-
vicios en el ejercito del norte.
En febrero de 1876, los diarios
de Montevideo publicaban la noti-
cia "de haber muerto asesinado en
el Departamento de Gualeguay el
coronel oriental D. Manuel Caraba-
llo". Haeiendose eco de esta circuns-
tancia, fue dado de baja en el
mismo mes, pero a poco, rectificada
la noticia, las cosas volviercn a su
lugar.
El gobierno del Dr. Vidal concluia
de inaugurarse en 1880, a la caida
del dictador Latorre, en momentos
en que el coronel Manuel Caraballo
era indicado como jefe de la revo-
lucion preparada por un Comite de
Buenos Aires. El 22 de febrero se
CAR
CAR
embarco en Montes Caseros <Co-
rrientes) en el vapor brasilefio "Uru-
guay" con sus hijos Francisco y
Juan. dos mozos, y tres individuos
mas, entre ellos un italiano, Carlos
Manfredini, presunto jefe de infan-
teria, para desembarcar en tierra
del Brasil en el puerto de la Lefia,
un poco mas arriba del Cuareim
Chico. Se interno por alli esperando
un contingente mayor que iba a ve-
nir, pero que no vino.
En abril, Caraballo dio un mani-
fiesto al pais explicando las causas
de su actitud en un documento di-
fuso, en que se habla de un movi-
miento armado de caracter nacional
y no con divisa colorada y llego has-
ta realizar una pequefia incursion
por nuestro territorio. Reclamo el
gobierno a la corte imperial por
intermedio del ministro Vazquez Sa-
gastume, consiguiendo que las auto-
ridades de Rio Grande intervinieran.
Una comision especial destacada de
las policias de Uruguayana lo fue a
sorprender en el Potrero de Prado,
cerca del Paso del Leon, desarman-
do sus 40 hombres y trayendolo a
dicha ciudad. Vidal, mientras tanto,
lo elimino del ejercito el 20 de
abril de 1880. Algun tiempo mas
tarde, el 6 de octubre de 1881, el
coronel Caraballo entro incluido en
una ley de amnistia y fue vuelto a
su grado.
Alternativamente en la Repiiblica
o por Entre Rios, se hallaba en
esta provincia argentina cuando al
prepararse la revolucion nacicnal
contra el gobierno del general San-
tos, los diarios de la oposicion y la
voz corriente lo senalaron como im-
plicado en el movimiento. Por esta
razon, el Estado Mayor del Ejercito
io emplazo junto con gran numero
de oficiales y jefes. Caraballo res-
pondio al llamamiento dirigiendo al
general Santos una carta, en la cual
lo reconocia "El jefe del partido co-
lorado" y vino a presentarse en
Montevideo en enero de 1886. Con
fecha 8 de febrero, el general pre-
sidente premio su adhesion confi-
riendole las palmas de general de
brigada.
Ni su edad ni el orden radicado
en el pais por los gobiernos de Ta-
jes y de Herrera y Obes, le dieron
ocasion para ninguna nueva activi-
dad militar o politica.
Despues de pasar una larga tem-
porada en Entre Rios, donde vivian
sus hijos, torno a Montevideo bas-
tante atrasado de salud, pero los ai-
res de la patria le sentaron bien. Su
existencia, en pleno descanso, se
prolongo hasta el 2 de marzo de
1898, fecha en que fallecio.
CARAMBULA, BENIGNO Pedro
Militar, general de division del
ejercito de la Republica, nacido en
Las Piedras, Canelones, el 13 de fe-
brero de 1847. Hijo de familia aco-
modada, demostro desde joven de-
seos de instruirse y con proposito
de seguir carrera de agrimensor
— aunque no llego a serlo — estudio
matematicas y materias afines.
— 287 —
CAR
CAR
Oficial voluntario de las milicias
gubernistas de Canelones, organiza-
das por el gobierno del general
Batlle para combatir las huestes re-
volucionarias del coronel blanco Ti-
moteo Aparicio en 1870, hizo casi
toda la campafia del sur en el Regi-
miento Sosa, hallandose en los com-
bates de Severino, Casavalle, retira-
da de la Sierra, Manantiales y en
la enconada batalla del Sauce.
Dos relaciones hechas en esta gue-
rra influyeron mucho en su carrera:
la de Maximo Santos, capitan a la
par suya en el Regimiento Sosa y
la de Isaac de Tezancs, a quien co-
nocio en circunstancias accidentales
en Canelones.
Hallabase Carambula en la Plaza
Constitucion de Montevideo cuando
los sangrientos sucesos del 10 de
enero del 75, y alll lo hirieron de
dos balas que conservo alojadas en
el cuerpo pcr el resto de su vida.
El gobierno de Varela, recompen-
sando su adhesion, lo hizo mayor
graduado del ejercito de linea el 11
de marzo del mismo ano y en esa
categon'a sirvio en la division del
coronel Meliton Mufioz, combatiendo
la Revolucion Tricolor, que alzaba
como bandera la restauracion de
las instituciones conculcadas.
Puesto de lado en la administra-
cion dictatorial del coronel Latorre,
vivio en su pueblo natal, donde a
la vez que atendia sus intereses
desempefio alguna comision edilicia
y recien cuando la influencia del
coronel Maximo Santos sintiose co-
mo fuerza efectiva en el gobierno
del doctor Vidal, hallo destino como
recaudador de rentas en el depar-
tamento de Colonia, en 1880.
Santos habia sido su companero
en la guerra del 70-72 y conforme a
una de sus simpaticas condiciones
— no olvido en las alturas a los ami-
gos de los tiempos de iniciacion. El
30 de marzo de 1880 fue designado
Jefe Politico de Colonia y el 30 de
abril ascendio a mayor. A poco de
tomar cargo de su puesto de jefe
politico, viose envuelto en una. eno-
josa cuestion con el Juez Letrado
Departamental Dr. Alberto Palome-
que, que a la par de Carambula
recien entraba en funciones.
Palomeque, militante politico, de-
clarado enemigo de la situacion,
presto se hallo en conflicto con el
Jefe Politico y despues de una suce-
sion de incidencias poco edificantes,
el asunto, en lo principal, fue elevado
ante el Superior Tribunal de Justi-
cia. Declaro el Tribunal en acordada,
que tanto la autoridad judicial como
la policia, habian prccedido la pri-
luera con precipitacion e irregulari-
dacf y la segunda de una manera
impropia y poco circunspecta. Pa-
lomeque, creyendose rebajado como
Juez, hizo -Tenuncia del Juzgado y
el Tribunal se la acepto, aunque
quitando gravedad a los hechos en
que pretendia fundaiia.
Corre impresa, publicada por el
ex - Juez en 1881, con el titulo de
"Historia de una serie de atenta-
dos", la cronica de esta verdadera
tormenta en un vaso de agua, que
el apasionamiento politico de la hora
CAR
CAR
gloso y agrando. No se omite por el
Dr. Palomeque circunstancia ni por-
menor alguno y alli es donde se
menciona una famosa jaula de hie-
rro dispuesta por Carambula para
encerrar a los presos. En verdad, se
trataba del zaguan interior de una
casa corriente para la comunicacion
de dos patios, cerrado en uno y otro
extremo con las respectivas cance-
les de hierro; pero la fama de la
jaula demoro en extinguirse.
Once afics mas tarde, en el libro
que se titula "EI cuerpo de un gran
invento", Constante S. Fontan Illas,
vinculado al Jefe Politico por lazos
de parentesco, impugo las afirma-
ciones de Palomeque.
En el ejercieio de su cargo de
Jefe Politico, Carambula ascendio a
teniente coronel graduado en mayo
del 81, a teniente coronel en el
mismo mes del afio siguiente y a
coronel graduado en marzo de 1883.
Cuando los sucesos revoluciona-
rios del 86, llegd a coronel efectivo
el 9 de febrero, y a raiz de la caida
del regimen santista fue sustituido
en la Jefatura de Policia por el
coronel Clark y Obregon, pasando a
desempenar el cargo de Fiscal e
Inspector General de Policia el 6 de
noviembre.
En la campana presidencial de
1890 adhirio con entusiasmo a la
candidatura civil del Dr. Julio He-
rrera y Obes, fundando en Monte-
video el diario "El Liberal" para
prestigiarla. Esperaba que con el
triunfo del candidato veria logra-
■das sus esperanzas de formar parte
del cuerpo legislativo, colmandose la
gran aspiracion de toda su vida. Pero
no sucedio asi. Herrera y Obes lo
hizo general de brigada el 17 de fe-
brero de 1894, y mas tarde, en se-
tiembre de 1897, reemplazo interi-
namente al teniente general Tajes
como vocal del Supremo Tribunal
Militar.
Tomo parte en el pronunciamien-
to armado del 4 de julio de 1898,
siendo uno de sus jefes. El dictador
Cuestas vencedor lo desterro y al
reintegrarse al pais por ley de am-
nistia, mantuvose en oposicion al
gobernante.
Fue entonces cuando en 1899, cre-
yendo demasiado oscuro el porvenir
de la Republica, el general Caram-
bula dirigiose a nuestro ministro en
Chile, Jose C. Arrieta "en su nom-
bre y en el de tres colegas suyos,
generales traicionados en el ultimo
movimiento revolucionario", solici-
tando al diplomatico la autorizacion
previa para iniciar trabajos en favor
de su candidatura a la presidencia
para el cuatrienio 1899-1903; pero
Arrieta declino el ofrecimiento. (Ver
Jose C. Arrieta).
En las guerras civiles de 1903 y
1904, desempeno funciones de Jefe
de Estado Mayor de las fuerzas mo-
vilizadas de Canelones.
Fue varias veces miembro del
Supremo Tribunal Militar, llego a
presidirlo en agosto de 1912, y fue
asimismo presidente de la Caja de
Pensiones Militares hasta marzo de
1915.
En enero de 1919 integro como
— 289 —
.19
CAR
CAR
miembro militar la Alta Corte de
Justicia, y en ese desempeno ascen-
dio a general de division el 29 de
enero del mismo ano, para fallecer
en Montevideo el 25 de julio de
1920.
Fue el general Carambula uno de
los ultimos, sino el ultimo expo-
nente de un tipo de militar-politico
caracteristico en pasadas epocas de
la Republica y desaparecido en la
actualidad.
Ni en su foja de servicios ni en
su valimiento intelectual podrian
hallarse rasgos sobresalientes capa-
ces de elevarlo sobre el corriente
nivel de sus compafieros de armas,
pero tampoco puede decirse de Ca-
rambula que estuviese dentro del
nivel normal entre los componen-
tes de la fuerza armada. Fue hom-
bre de inteligencia despierta y de
grandes aspiraciones, que unidas a
cierto grado de preparacion general,
un trato correcto y una simpatia
innata, llenaban, como se dice, el
expediente.
CARAVIA, ANTONIO Teodoro
Publicista y periodista montevi-
deano, dedicado con especialidad y
contraccion extraordinarias a cues-
tiones relacionadas ccn el progreso
agricola y ganadero del pais.
Nacio en el Cordon de Montevi-
deo el 2 de noviembre de 1809, hijo
de Juan Caravia de la Isla y de
Maria Perez.
La gloria de este ciudadano es
gloria civil, la menos facil de con-
quistar entre gentes que antes que
nada rinden culto a las glorias bar-
baras y primitivas del valor, y por
esto precisamente, seria imperdona-
ble injusticia que su nombre cayese
en el olvido.
De Antonio T. Caravia se ha di-
cho que fue el continuador inteli-
gente de la obra de Perez Castellano
y bastaria leer el elenco de sus li-
bros o mejor todavia entrar un poco
en su lecturaj para darse cuenta ca-
bal de la tarea que representan y
de las valiosas ensenanzas que ate-
soran, producto de observaciones
personales, practicas sobre el terre-
no y estudios comparativos, denun-
ciadores de la predileccion y la pa-
ciencia inteligente de quien los hizo.
Dardo Estrada, en su erudito in-
ventario bibliografico, enumera en-
tre las obras de Caravia, por orden
de fechas, las siguientes: Manual
practico del cultivador americano,
1858; Manual para el cultivo del al-
godon, 1862; Catecismo de agricultu-
ra para lectura de las escuelas, 1863
(premiado con medalla de oro en la
Exposicion de Cordoba, R. A.); No-
ciones necesarias al cultivador, 1864;
El Injerto y la Poda, 1865; Cultivo
de las abejas y de los gusanos de se-
da, 1865; y — obra postuma — el Ma-
nual practico del cultivador ameri-
cano, en forma de diccionario, 1882.
A esta labor especializada hay que
anadir la Coleccion de Leyes y De-
cretos de la R. O. del U. aparecida
en 1859 y proseguida en varios to-
mos con nuevas ediciones, los Acuer-
— 290 —
CAR
CAR
dos del Superior Tribunal de Justi-
cia, 1863, y algunos trabajos meno-
res.
Fue tambien asiduo colaborador
d.el Boletin de nuestra Asociacion
Rural y de los Anales de la Socie-
dad Rural Argentina.
Sin fortuna particular ni capaci-
dad para hombre de negocios, de-
cepcionado por no hallar en los po-
deres publicos la proteccion que me-
recian sus trabajos, y quebrantado
por los afios, Caravia puso fin a su
existencia el 27 de julio de 1873.
El ultimo tomo de su coleccion le-
gislativa, que llega hasta el mes de
mayo inclusive del 73, mes y medio
antes de su terrible resolucion, prue-
ba en forma concluyente que el es-
piritu de labor lo animo hasta el
ultimo momento y que se entrego
solo en un arrebato fatal.
Lego sus libros y sus manuscritos
ineditos a la Asociacion Rural del
Uruguay, de la que habia sido uno
de sus fundadores, la cual hizo edi-
tar a su costa el "Manual Practico
del Cultivador americano".
CARAVIA, BERNABE Antonio
Hombre politico, magistrado y ju-
risconsulto, hijo de Juan Caravia de
la Isla, asturiano radicado en Mon-
tevideo alrededor de 1800, vio luz
en el llamado "Cordon" de la misma
ciudad, el 4 de junio de 1808. Luego
de frecuentar los buenos colegios de
la capital, hizo estudios de derecho
en Buenos Aires.
Figurd entre los ciudadanos que
siguieron la politica del general Ma-
nuel Oribe, a cuyo lado actuo du-
rante el Sitio de Montevideo, y en el
campo del Cerrito integro el Poder
Judicial que alh' funcionaba, en ca-
racter de fiscal. Al restablecerse Ia
normalidad constitucional despues
del pacto de 8 de octubre, ingreso a
la camara de diputados, electo por
el departamento de Canelones, cargo
del que hizo renuncia para aceptar
el puesto de Fiscal General del Es-
tado, que se le daba por el presi-
dente Giro con fecha 30 de marzo
de 1852. El Triunvirato lo removio
por resolucion del l 9 de octubre de
1853 a titulo de "resistir y protes-
tar las providencias del gobierno" y
le dio como reemplazante al doctor
Emeterio Regunaga, Pocos dias mas
tarde, el 23 de noviembre, la policia
le entregaba su pasaporte intiman-
dole que abandonara la capital.
Diputado por Florida en la 8 ? le-
gislatura, renuncio su banca cuando
la Asamblea General lo designo, el
12 de mayo de 1858, juntamente con
el Dr. Manuel Herrera y Obes,
miembro del Superior Tribunal de
Justicia, del que fue despues cama-
rista decano. El mismo afio integr6
como vocal Ia Comision Mixta en-
cargada de entender en las recla-
maciones anglo - francesas, sin per-
juicio del alto cargo que desempena-
ba y en el cual continud prestando
servicios durante las administracio-
nes de Berro y de Aguirre, hasta que
los poderes publicos fueron abatidos
cuando la revolucion colorada del
— 291 —
CAR
CAR
general Flores entro vencedora en
Montevideo en febrero de 1865.
No obstante su filiacion politica
blanca, inmediatamente que el jefe
del movimiento estuvo en posesion
del mando discrecional del pais, te-
niendo en cuenta sus titulos de ju-
risconsulto y de ciudadano, eligio al
camarista Dr. Caravia para formar
parte del Tribunal de Justicia en
caracter de presidente, de acuerdo
con resolucion de 3 de marzo de
1865. Caravia, como era natural, se
rehuso a aceptar por decreto de un
gobernante de facto el cargo que
habia tenido por la autoridad cons-
titucional y del que se habia visto
despojado.
Hermosa la actitud del caudillo
vencedor, la resolucion del ministro
estuvo conforme con ella.
No volvio a tener destino publico
desde entonces, viviendo larga vida
de ciudadano, rodeado del respetuo-
so prestigio que merecia por su ho-
nestidad y su caracter.
Fallecio en Montevideo el 13 de
mayo de 1890.
CARAVIA, JUAN PABLO
*• Ministro de Estado, legislador y
hombre politico. Habia nacido en
Montevideo el 5 de Febrero de 1816,
hijo de Juan Caravia de la Isla y
de Maria Ferez.
Personaje de fila en el partido
bianco, fue sin embargo hombre de
ideas atemperadas, que hicieron
frontera, en ciertas crisis de fusio-
nismo atravesadas por el pais, con el
abandono de las divisas tradicionales.
Durante el Sitio de Montevideo
estuvo en el campo de Oribe.
El gobierno de Pereira lo designo
Jefe Politico de Florida el l 9 de di-
ciembre de 1857 y en ese cargo puso
empeno en evitar las demasias de
caudillo de Timoteo Aparicio, que
tem'a mando de tropas cuando la
revolucion colorada de Cesar Diaz,
que termino en Quinteros en febrero
del 58. Movilizada la Guardia Na-
cional de su departamento en se-
tiembre del mismo afio, se le dio el
comando del l.er Kegimiento.
Diputado a la 8 ? legislatura en
1858, no alcanzo a terminar su man-
dato, por haberle confiado el presi-
dente Berro la secretaria de Gobier-
no el 18 de setiembre de 1862. Su
permanencia en el Ministerio fue
corta, pues a los dos meses Berro le
expreso, lo mismo que a Estrazulas,
Egafia y Laguna, integrantes del ga-
binete, que debian optar entre di-
mitir o ser exonerados de sus car-
gos. Los ministros prefirieron que
el presidente los declarara cesantes
y este procedio conforme a decreto
de 5 de noviembre.
Caravia estaba ausente en su es-
tancia de Florida en el momento de
la crisis.
Las causas por que Berro cambio
su gabinete no se conocieron bien en
la epoca, ni se han explicado satis-
factoriamente despues.
Votado senador por Florida en
1863, cuando se planteo el conflicto
entre el ejecutivo y el senado por
CAR
CAR
la sucesion presidencial, Caravia,
con sus colegas Estrazulas y Vaz-
quez formo en la oposicion. Berro
no tuvo escrupulos en atentar con-
tra el cuerpo legislativo y los deste-
rro en enero de 1864. Firmado junto
con Estrazulas, dirigid desde Bue-
nos Aires un manifiesto al pais, in-
citando a sus correligionarios a des-
conocer la autoridad del presidente
Berro convertido en dictador. El co-
ronel Olid, que les respondia, esta-
ba ya sublevado en esos dias, pero
fue herido de muerte en un comba-
te con los revolucionarios fioristas
el 7 de febrero y Berro pudo seguir
gobernando sin tropiezos hasta fina-
lizar su mandato.
Caravia y Estrazulas, que empren-
dieron viaje a Asuncion, antes de un
mes volvieron a Montevideo en el
vapor paraguayo "Paraguay", el
cual, por traerlos a bordo viose im-
pedido de operar en la bahia, provo-
cando una protesta del presidente
Lopez. Este, cuyo natural era arbi-
trario e impulsivo, dirigio a nuestro
gobierno una nota con parrafos vio-
lentos: "El vapor de guerra 33 (el
que habia custodiado al barco pa-
raguayo) hubiera' estado mejor rei-
vindicando los derechos orienta-
les en las aguas de Martin Garcia
que al costado del "Paraguay", pa-
quete de un gobierno amigo que
no ha sido sordo a su llamado y
de quien, habiendo recibido tan-
tas pruebas de amistad e interes,
no debia ser sospechoso de fa-
vorecer intereses contrarios al mis-
mo gobierno que tan susceptible
ha sido en un caso simple y co-
rriente a bordo de los buques de
guerra de cualquier nacion, y tan
paciente al permanente insulto de
su independencia y soberania por el
impedimento de la navegacion de
sus propias aguas por sus buques de
guerra. Alli tendrian estos un em-
pleo mas digno que al costado del
paquete de una nacion amiga."
Sin ser incomodado por nadie, Ca-
ravia vivio en Montevideo despues
que el general Flores desalojo del
poder al partido blanco, pero emigro
durante la revolucion del coronel
Timoteo Aparicio, acusado de cons-
pirar contra el gobierno del general
Batlle. Efectivamente, andaba Ca-
ravia en trabajos subversivos, pero
se trataba de algo asi como una re-
volucion nacional a cuyo frente de-
bia aparecer el general Anacleto Me-
dina, en conjunto con otros milita-
res.
Negociada la Paz de Abril de 1872
regreso a la patria, fue electo di-
putado por Florida en las famosas
camaras del 73 y al ano siguiente
paso al senado votado por el depar-
tamento de Cerro Largo.
El gobiezTio de Varela lo hizo re-
ducir a prision, para deportarlo a
La Habana con el grupo de ciudada-
nos que fueron victimas de ese bru-
tal atentado el 24 de febrero de 1875,
pero a ultima hora, sin embargo, se
revoco la orden ignorandose por
que.
Nada tem'a que ver Caravia en esa
emergencia politica y solo pudo atri-
buirse la tentativa a la venganza
— 293 —
CAR
CAR
de un correligionario suyo, muy
vinculado a los pollticos que habian
subvertido el orden constitucional el
15 de enero.
Caravia no se mostro a la altura
de las circunstancias en esos mo-
, mentos, pues asi y todo continuo
ocupando su banca de senador, des-
pues de expulsados de su seno los
colegas opositores, limitandose a
no concurrir a las sesiones. Pero los
tiempos no eran de tolerar actitudes
semejantes y siendo preciso el quo-
rum para sesionar, en julio de 1875,
la citacion respectiva se la llevo a
su casa un comisario de policia con
instrucciones para conduciiio al re-
cinto de grado o de f uerza. Don
Juan Pablo, atribuyendo la cosa a
un mal entendido concurrio al se-
nado, pero sabedor de que solo esta-
ba en presencia de un atentado
"contra los fueros e inmunidades del
cuerpo legislativo", presento su re-
nuncia para no verse reducido — no
se lo permitia su dignidad personal
— "a ser un servil instrumento". El
senado la rechazo diciendo que no
habia animo de ofensa, pero Caravia
insistio en hacerla valer y le fue
aceptada.
Aquello que le causaba asombro
recien entonces, era sin embargo
desde tres meses antes, lo corriente
en un regimen de facto: el atentado,
la indignidad y el servilismo consti-
tuian la norma.
Desde entonces no tuvo mas fi-
guracion en la politica nacional, vi-
niendo a fallecer en Montevideo el
18 de julio de 1892.
CARBAJAL, EDUARDO Dionisio
Pintor, nacido en la Villa de San
Jose el 9 de octubre de 1831. De su
pueblo natal vino a Montevideo con
su familia, curso estudios escolares
y demostro pronto aptitud singular
para el dibujo.
Sus trabajcs de principiante per-
feccionaronse con tan asidua dedi-
cacion, y a tal punto, que las condi-
ciones del joven aficionado inclina-
ron al gobierno a concederle, en
1854, una pension para seguir ca-
rrera artistica en Europa.
Cuatro afios permaneeio en Italia,
tres de los cuales estudiando con el
maestro Esteban Ussi en Florencia,
para luego pasar otro afio en Roma
y retornar al pais a fines de 1858,
en posesion de un hermoso conjunto
de conocimientos que le permitia
abordar con exito el retrato, genero
al que tendria que dedicarse obliga-
damente, siendo como era el unico
genero de pintura remunerador por
entonces.
Son de mano de Carbajal la mayor
parte de los retratos de los prime-
ros asambleistas y legisladores na-
cionales, pintados de encargo para la
Galeria del senado y que el alto
cuerpo transfirio mas tarde al Mu-
seo Historico donde actualmente
existen.
Constituyen estos oleos una bella
serie de valor documentario, pues
en la epoca en que se resolvio su
pintura habia actores y testigos que
luego se fuercn perdiendo en el
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curso de los afios. Originales, copias
de Gallino o de cualquiera de los
artistas de las primeras epocas de
la patria, Carbajal consiguio salvar
del olvido muchos personajes his-
tdricos.
Los oleos de cuerpo entero de Ar-
tigas, Joaquin Suarez, Melchor Pa-
checo y Obes y otros proceres, telas
de grandes dimensiones y abundan-
tes por eso mismo en problemas de
composicion y perspectiva, ponen de
manifiesto que su autor no poseia
total dominio de su arte, aunque
existan de su pincel pinturas de
buena construccion anatomica y de
ajustada cromatica.
Tiene tambien Carbajal una prio-
ridad cronclogica entre los pintores
de Artigas con su "Artigas en el
Paraguay", guardado en el Museo
Historico, oleo disminuido por visi-
bles incorrecciones de dibujo, pero
armonioso de luces en un ambiente
de serenidad crepuscular.
Profesor de dibujo en la Univer-
sidad de Montevideo desde su llega-
da .a la ciudad, desempefid el cargo
durante catorce afios.
Su entusiasmo ya lo habia condu-
cido a ensayar, a mediados del 62,
un curso de clibujo iineal para obre-
ros, que daria comienzo en cuanto se
Uenaran 20 matriculas, pero no se
sabe si esa meritoria y lejana inicia-
tiva cultural tuvo principio de reali-
dad siquiera.
En su ultima epoca atcrmentaron
al artista graves dolencias, viniendo
a fallecer en la capital el 18 de no-
viembre de 1895.
CARBAJAL, MANUEL (conocido
por MANDUCA)
Apellido y nombre que uso y por
los cuales fue conocido el caudillo
militar cuyo verdadero era Manuel
de Brun. Provenia la adopcion del
apellido Carbajal, de ser este el de
su padrastro y el sobrenombre lo
sacaba del que emplean los bra-
silefios como apodo familiar de Ma-
nuel. De este modo, mientras Ma-
nuel de Brun fue persona ignorada
de la generalidad, Manduca Carba-
jal fue popular y conocido de todos.
Era un criollo de tez morena y de
ojos vivisimos, incansable para el
caballo, lancero consumado, conoce-
dor minucioso de toda la zona le-
vantina, dificil, pedregosa o lacunar,
Minas, Maldonado y Rocha actuales.
Sus servicios reconocidos remon-
tan al ano 1843, en caiidad de sol-
dado en la Guardia Nacional mi-
nuana.
Formado en la Guerra Grande al
lado de Brigido Silveira, alferez de
caballeria de linea en 1844, teniente
1? el l 9 de enero de 1846, el 15 de
abril de 1850 se le reconocio como
capitan con antiguedad de enero
del 46 y Uego a sargento mayor el
21 de enero de 1854. Sublevado con
Silveira en el alzamiento conser-
vador del 57, su gente de caballeria
fue tal vez la unica que peleo medio
bien en el combate indeciso de Ca-
gancha el 16 de enero de 1858.
Despues de la derrota de los su-
yos, Carbajal se refugio en el Bra-
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CAR
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sil. Vivia alli en la miseria, cuando
amparandose en el decreto por el
que se reincorporaba al ejercito a
los jefes y oficiales dados de baja
por causas politicas en 1857 - 58,
siempre que lo solicitaran, dirigiose
al presidente Pereira con una peti-
cion redactada en terminos inf elices,
en virtud de la cual tuvo abiertas
las puertas del pafs y su grado mi-
litar, a principios de 1859.
Inferior a Brigido Silveira, asi en
discernimiento politico como en
prestigio — hombre de divisa mas
que otra cosa — no conservo ningun
rencor a Flores por su actitud cuan-
do la invasion fracasada de Cesar
Diaz, y Flores, explotando oportuna-
mente esa circunstancia y su natu-
■ral deseo de convertirse en primer
caudillo colorado de sus pagos, lo
gano pronto a sus proyectos. Carba-
jal en vez de Silveira debia ser quien
levantase la "division del departa-
mento".
Principiada la guerra civil con la
invasion del 19 de abril de 1863, Man-
duca se alzo en armas recien cuan-
do Flores se hizo presente en el
sur, incorporandosele en los ultimos
dias de julio con un pequeno aporte
de soldados que acrecento luego. El
gobierno de Berro respondio con un
decreto de tipo usual, fecha 7 de
agosto, por el que se daba de baja a
Carbajal "por rebelde y traidor con-
tumaz, con prohibicion absoluta y
perpetua de reintegrarse al ejer-
cito."
Pese al decreto, entro a Montevi-
deo, vencedor junto con Flores, en
febrero de 1865 y fue reincorporado
como coronel el l 9 de junio. Con fe-
cha 9 de marzo del mismo afio se le
nombro Jefe Politico de Minas en
reemplazo de Exequiel Garcia.
Cuando los sucesos de febrero del
68, el gobierno de Varela eonfiole
una de las tres secciones militares
en que fue dividida la Republica,
compuesta por los actuales depar-
tamentos de Cerro Largo, Treinta y
Tres, Maldonado, Minas y Rocha.
Comandante general de los depar-
tamentos de Minas y Maldonado
al tiempo que el coronel Timoteo
Aparicio — caudillo blanco — se su-
blevo contra el gobierno del general
Lorenzo Batlle, la conducta de Car-
bajal merecid citacion especial del
general Enrique Castro en noviem-
bre de 1871. Ajustada la Paz de Abril
torno a su estancia a trabajar, como
era costumbre de nuestros jefes vie^,
jcs y allf acudieron a buscarlo los
hombres de 1875, para designarlo al
dia siguiente del motin, el 16 de
enero, Comandante Militar de los
departamentos de Minas y Maldo-
nado, debiendo tener bajo sus orde-
nes a Sandalio Ximenes y a Julian
de la Llana.
Poca o ninguna participacion tuvo
en la campana contra la ciudadania
en armas de la P^evolucion Tricolor
a fines del 75, y el 22 de octubre de
1878 fallecio en su estancia, de
muerte repentina.
Su cadaver, transportado a la Vi-
lla de Minas, recibio sepultura ante
numeroso concurso de pueblo, pues
era hombre que tenia ganado gene-
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CAR
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ral aprecio, siendo exactas las pala-
bras de quien dijo ante su tumba:
"No dejo un odio. . . Pongo por tes-
tigo a tcdo el departamento."
CARDEILLAC, JUAN PEDRO
Oficial de ingenieros, agrimen-
sor y arquitecto, sargento mayor
del Ejercito.
Frances, era nacido en Trebons,
Altos Pirineos, el afio 1809 y antes
de venir al Rio de la Plata tenia
carrera de armas en su pais.
Aparece por primera vez prestan-
do servicios militares en la Repu-
blica el 7 de enero de 1843, en dias
en que se organizaba, con gran pre-
mura y en condiciones absoluta-
mente precarias, en todo sentido,
la defensa de la plaza de Montevi-
deo, sobre la cual cerrabanse las
iuerzas invasoras del Ejercito Uni-
do de Vanguardia de la Confedera-
cion Argentina al mando del gene-
ral Manuel Oribe.
Tuvo Cardeillac a su inmediato
cargo, en calidad de ingeniero mili-
tar, la ejecucion de los trabajos en
varios sectores en las lineas de for-
tificacion, tales como las baterias
"Cagancha" e "Independencia", e
iniervino asimismo en la construc-
cion de las defensas de la Isla de
Ratas y de la Fortaleza del Cerro.
El coronel Thiebaut lo incorporo
despues a la Legion Francesa, defi-
riendo a la propia soliciiud de su
compatriota, y fue Cardeillac el en-
cargado de poner en condiciones de
servicio el local que se destinaba a
hospital de los legionarios.
Con fecha 15 de noviembre de
1846, el general Manuel Correa, je-
fe de Estado Maycr del Ejercito de
la Capital, le encomendo el levanta-
miento de un plano de las fortifica-
ciones de la plaza, tarea en que ne-
cesito emplear tres afios hasta el
dia en que pudo darlo por concluido.
Exacto y delicado trabajo en to-
do sentido, abarcaba el plano los
perimetrcs de la vieja y de la nue-
va ciudad.
Hallandose entregado a sus tareas
de topografo, ascendio a capitan el
23 de enero de 1847 y despues, a
merito de su notable obra cartogra-
fica, el gobierno concediole el titu-
10 de agrimensor por resolucion de
11 de octubre de 1849. El plano, cu-
ya publicacion dispuso la superio-
ridad, fue pasado a la piedra en las
oficinas litograficas de Mege y
Lebas.
Hace algunos afios, el Instituto
Geografico Militar, que entonces di-
rigia el coronel ingeniero Silvestre
Mato, hizo una reproduccion del
mapa de Cardeillac, trabajada con
gran fidelidad por el dibujante Ma-
nuel Barrutia, del personal de la
misma oficina.
Cardeillac, a quien su trabajo to-
pografico habia demandado gastos
personales y asimismo la utilizacion
de su equipo profesional de geodes-
ta, solicito del gobierno una com-
pensacion equitativa cuando la Re-
piiblica, finalizada la Guerra Gran-
de, recupero su marcha normal.
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El pedido, muy justo desde luego,
no tuvo, a causa de las estrecheees
del erario, una solucion conforme el
demandante deseaba y solamente
consiguio que las camaras le conce-
dieran un ascenso militar en su cla-
se y, con tal pronunciamiento, el
Poder Ejecutivo le confirio el grado
de sargento mayor de ingenieros el
5 de julio de 1855.
Contraido en el ultimo periodo de
su vida a trabajos profesionales, el
ingeniero Cardeillac termino sus
dias en Montevideo el 16 de diciem-
bre de 1864.
CARDOZO, SILVESTRE
Oficial del ejercito, cuya muerte,
ocurrida a la par de la de otro fun-
cionario publico compatriota, en tra-
gicas circunstancias, dio origen a una
reclamacion internacional y vincula
su nbmbre a nuestro pasado his-
torico.
Nacido en el departamento de
San Jose, Cardozo fue uno de los
oficiales que en julio de 1882 y ccn
grado de subteniente, aparece entre
los fundadores del Regimiento de
Caballeria N 9 5 creado en esa fecha.
En la misma unidad ascendio a te-
niente 2? el 12 de febrero de 1886,
pasando en junio del 88 a prestar
servicios al l 9 de Caballeria. Pro-
movido a teniente 1° con fecha 6 de
junio de 1889, en agosto del afio
siguiente se le transfirio al Regi-
miento N 9 4.
En circunstancias que el cuerpo se
hallaba de guarnicion en la ciudad
de Rivera, fronteriza con el Brasil,
el 28 de octubre de 1893 fue asesi-
nado al mismo tiempo que el guar-
da aduanero Medardo Gonzalez, por
soldados brasilefios de las fuerzas
del coronel riograndense Juan Fran-
cisco Pereira de Souza, famoso por
sus desmanes y su inconducta.
Alevosamente muertos en pleno te-
rritorio nacional, los matadores
arrastraron los cadaveres a traves
de la linea limite, con proposito de
extraviar la opinion, desnaturali-
zando los hechos.
El crimen conmovio al pais, le-
vantando airadas protestas. En Mon-
tevideo, la oportuna intervencion de
la policia impidio excesos y mani-
festaciones hostiles ante la legacion
o el consulado brasilefios. Entablada
la consiguiente reclamacion diplo-
matica, el incidente quedo solucio-
nado conforme al protocolo de 15 de
febrero de 1894. El gobierno del
Brasil, una vez investigados a fon-
do los hechos, consintio en reconocer
leal y honradamente la culpabilidad
de lcs hombres del coronel Juan
Franeisco Souza, jefe de milicias,
cuya pesima reputacion era piiblica
y sobre quien gravitaban otras acu-
saciones por delitos de semejante in-
dole, cometidos en personas de na-
cionalidad uruguaya. Estipulose en
consecuencia que los responsables
serian juzgados conforme a las leyes
del Brasil, fijandose tambien una
justa indemnizacion a favor de las
familias de las victimas, que se hizo
efectiva en el mes de mayo de 1895.
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CARRALON DE LARRUA, ANTO-
NIO
Espanol, comediografo y hombre
de letras, famoso secretario del ge-
neral Maximo Santos en la presi-
dencla y en el destierro. Habia na-
cido en el afio 1841 y llego a Mon-
tevideo en 1873 despues de residir
en Francia, emigrado a la caida de
Isabel II C-uya causa habia seguido
en la Penfnsula. En Pan's se gano
la vida como traductor y escribio
"El Diablo del Mediodia" (1864), "La
Corte del Indolente" (1865) y "La
Dama Duende" (1866), novelas de
historia.
Su compatriota Orestes Araujo
fue el guia de sus primeros pasos
en Montevideo, procurandole alguna
ocupacion en los diarics "candombe-
ros" o sea contrarios al gobierno,
hasta que paso a Minas a dirigir el
papel publico "La Campafia", que
se fundaba en la villa. Alli, sin cau-
sa razonable, embandero el periodi-
co — de entrada — en la oposicion,
por lo cual presto se vid obligado a
abandonarlo y regresar a la capital,
donde entro a escribir en "El Na-
cicnal" de Moncayo, en "El Uru-
guay" de Tezanos y en "Los Princi-
pios en Camisa", hoja de caricatu-
ras que merecio la execracion ge-
neral.
La corta estada en Minas, a des-
pecho del insuceso periodistico, in-
fluyo en el porvenir de Carralon de
ima manera decisiva, pues en Minas
fue donde conocio e hizo amistad
con un capitan del ejercito llamado
Maximo Santos, entonces oscuro em-
pleado en la policia del departa-
mento, pero destinado a ocupar las
mas altas jerarquias oficiales en la
Republica y el cual no lo olvido en
la buena fortuna.
Justificando su adhesion al pode-
roso militar, escribio Carralon aiios
mas tarde, que ella fincaba en el
hecho de que Santos le habia sal-
vado la vida en ocasion en que la
policia de Mfnas tenia dispuesto su
asesinato, por lo cual "le habfa
guardado y le guardaria siempre
profunda gratitud".
Cualquiera que haya sido el ori-
gen de la vinculacion entre estos
dos hombres, lo dicho a posteriori
respecto al atentado no pasa de una
solemne inverdad.
Secretario particular de Santos en
el periodo que fue jefe del 5 9 de
Cazadores y ministro de Guerra y
Marina de Vidal, cuando Santos lle-
go a la primera magistratura el l 9
de marzo de 1882, lo hizo secreta-
rio de la presidencia con un sueldo
mensual de doscientos pesos, mag-
nifica asignacion en aquel tiempo.
Desde tan estrategico destino, Ca-
rralon de Larrua, tomando interven-
cion en todo el teje y maneje pala-
ciego, consiguio empleos, cotizc su
mfluencia y participo en mi'iltiples
negocios, en una epoca en que estas
actividades oscuras proliferaron de
un modo extraordinario. Pero den-
tro de su papel en el elenco, su natu-
ral bonancible y su inteligencia lo
excluyeron de la calificacion de
— 299 —
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hombre malo. Pudo haber sido due-
fio de crecidos caudales, para morir
rico y un excelente D. Antonio, pero
epicureo, rumboso y dilapidador, el
dinero paso por sus bolsillos como
por un canal. Taimado y esceptico,
decidor y guitarrero, vivio constan-
temente al dia.
El grado de teniente coronel del
ejercito con que lo habia favoreci-
do el general presidente Santos el
12 de febrero de 1886, fue el unico
amparo que tuvo en la adversidad:
sueldo de setenta y cinco pesos
mensuales, disminuidos todavia por
descuentos y embargos, frutos de su
vida dispendiosa.
A la caida del capitan general, lo
acompafio en sus viajes a Europa,
en los dias de Rio de Janeiro y en
Buenos Aires, donde su protector
fue a morir.
Entonces vino a domiciliarse en
Montevideo y aqui, obligado ahora
por la necesidad, reanudo activida-
des artistico-teatrales, que fueron de
su preferencia en epocas lejanas.
En 1875 tenia estrenada la come-
dia en verso "Los Huerfanos'' y en
1877 la pieza en un acto : 'E1 Paja-
ro en el garlito".
En la segunda epoca eran traduc-
ciones o adaptaciones para compa-
fiias baratas, cronicas y bombos de
encargo.
Septuagenario casi y muy traba-
jado por los achaques, vivio Carra-
lon de Larrua en nuestra capital
hasta el 19 de marzo de 1910, luego
de haber Uevado una vida de aven-
turero.
CARVE, AMARO
Senador, ministro, diplomatico y
hombre polftieo. Nacido en Monte-
video el 19 de diciembre de 1830,
milito como su padre, Pedro Carve,
en las filas del partido colorado flo-
rista, empezando su actuacion en
pclitica como representante del de-
partamento de Montevideo, en la 10 ?
legislatura de 1869 - 72.
Combatio la revolucion blanca del
coronel Timoteo Aparicio en las fi-
las de la Guardia Nacional y al vo-
tarse el convenio de paz en abril
de 1872, su voto en diputados y el
de su padre en el senado, fueron los
uniccs votos negativos.
Adicto al bando denominado ne-
to, se sindico a la par de sus her-
manos en la oposicion al gobierno
de Ellauri, para convertirse despues
del motin del 15 de enero de 1875,
en un gran partidario de Pedro Va-
rela.
A la caida de este, iniciada la dic-
tadura de Latorre, el gobernante
suspicaz, sospechando de su fideli-
dad al regimen imperante, principio
por ponerlo de lado lo mismo que a
otros miembros de su familia, para
perseguiiios despues haciendoles ob-
jeto de amenazas y consiguiendo
que alguno abandonara el pais.
Pero el predominio del coronel
Santos le proporciono ocasion de
volver a la politica activa.
Votado para representante por el
departamento de Montevideo en
1880, la camara declaro nula su
— 300 —
CAR
CAR
eleccioh y el 26 de marzo de 1881
fue designado Jefe Politico de Pay-
sandu. En el desempefio del nuevo
cargo tuvo varios conflictos con la
justicia letrada, que corren histo-
riados en un folleto que hizo publi-
car el mismo Carve.
Fermanecio frente a la Jefatura
hasta su renuncia el 24 de setiem-
bre de 1883, fecha en que Santos
le dio el puesto de Encargado de
Negocios de la Republica en Ingla-
terra, para elevarlo a la categoria
de Ministro Plenipotenciario al afio
siguiente.
Este nombramiento, un tanto ex-
trafio, respondia a la especial mision
confiada a Amaro Carve, relaciona-
da con el proyecto y financiacion
del puerto artificial que debia cons-
truirse en la bahia de Montevideo.
Resultado de sus gestiones en Eu-
ropa fue un trascendental contrato
de obras con el plan financiero co-
rrespondiente, que ajustd en Londres
con la firma capitaUsta Cutbil Son
and de Lungo.
Presentado el proyecto a las ca-
maras, origino un caluroso y pro-
longado debate que tuvo la virtud
de apasionar la opinion publica a
extremos inverosimiles, culminando
luego con las denuncias f jrmuladas
contra el Ministro por el agrimen-
sor Meliton Gonzalez, que habia si-
do su secretario de Legacidn en la
epcca que se tramitaba el contrato,
y el cual acusaba al Ministro' de
irregularidades gravisimas.
Carve desmintio los dichos del
sUbalterno y el Dr. Jose Ladislao
Terra, Ministro de Hacienda de San-
tos, apresurose a absolver a Carve,
ratificandole ante el cuerpo legisla-
tivo toda la confianza del gobiemo.
Entonces Meliton Gonzalez, que
con indudable abuso de sus funcio-
nes tenia en las manos, para utili-
zar, los papeles oficiales y privados
de la Legacion, dio a la prensa la
copia de un tercer contrato Ilamado
de intereses, mantenido hasta en-
tonces en secreto y que se habia
ocultado a las camaras.
La revelacion fue sensacional, pe-
ro el gobierno, solidarizado con el
negociador a pesar de todo y deri-
vando a soluciones extremas, hizo
que las camaras declarasen traidor
a la patria a Meliton Gonzalez, co-
mo reo de infidencia (noviembre de
1385), y dispuso que el proyecto
fuese aprobado, aunque con ciertas
modificaciones que Io hacfan menos
malo.
Episodio semejante ahondo pro-
fundamente el descredito en que ha-
bia caido el regimen santista y pue-
de afirmarse que robustecio los tra-
bajos en marcha de la revolucion
del 86.
Carve, renunciada la Legacion, in-
greso al senado elegido por el depar-
tamento de Soriano en 1889. Una
encendida discusion suscitose res-
pecto a la validez de sus poderes, y
a raiz del voto que los declaro bue-
nos, el Dr. Jose Pedro Ramirez, en
son de protesta, hizo renuncia de
la banca que ocupaba en la alta ca-
mara.
En 1891 presento Carve un pro-
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CAS
CAS
yecto derogatorio de la ley de ma-
trimonio civil, en cuanto exige este
como obligatorio y previo a cual-
quier consagracion confesional, pero
no tuvo exito la retrograda inicia-
tiva, hija de un catolicismo mili-
tante que el proyectista defendio en
tono muchas veces agresivo.
Por esta epoca dio a la imprenta
un opusculo que se titulaba "Mi ac-
tuacion en Inglaterra", en el cual
defiende su actuacion en el precita-
do contrato portuario con el sindi-
cato londinense.
Fallecio en la capital el 20 de
mayo de 1925.
CASALLA, ANGEL
Militar, nacido en Montevideo el
3 de febrero de 1844, que inicio su
carrera ccmo soldado distinguido en
el batallon 2 9 de cazadores en ju-
lio de 1864, durante el gobierno de
Atanasio Aguirre, alcanzando jerar-
quia de oficial.
Habiendo salido a campafia con
su unidad a combatir la revolucion
colorada de Flores, fue hecho pri-
sionero por los rebeldes al poco
tiempo y estos lo incorporaron a sus
filas segun practica corriente, y con
ellos hizo la liltima etapa de la
lucha.
Concluida la guerra civil marcho
al teatro de operaciones del Para-
guay, sirviendo como oficial valero-
so a -quien se recomienda «n el parte
de la batalla de Estero Bellaco y as-
cendiendo a teniente 2? el 8 de ju-
nio de 1866.
En octubre de 1867 obtuvo la baja
absoluta del ejercito, pero volvio a
ingresar como teniente l 9 en abril
del afio siguiente para servir en la
policia de Tacuarembo, y en marzo
de 1869 la solicita nuevamente, para
ser reincorporado — esta vez como
capitan — en setiembre de 1870, en
dias de la revolucion blanca de Ti-
moteo Aparicio, encontrandose en las
acciones de Severino, Casavalle, La
Union, Sauce, etc.
En enero de 1871 paso a prestar
servicios al batallon "24 de Abril",
despues 3 ? y alli ascendio a sargen-
to mayor en febrero de 1872.
Segundo jefe de dicha unidad, que
mandaba Carlos Lallemand, cuando
este se nego a secundar la sedicion
de sus companeros, sublevados con-
tra el gobierno legitimo del presi-
dente Ellauri en la oprobiosa noche
del 14 de enero de 1875, Casalla no
vacilo en ponerse al frente del 3 9 de
Cazadores, marchando a establecer
campamento en la Plaza Constitu-
cion, donde se concentraban los de-
mas batallones fuera de la ley.
En la reunion celebrada en el Ca-
bildo la mafiana del 15, puso su fir-
ma en el celebre documento en que
los jefes de la guarnicion de Mon-
tevideo deponian por su sola autori-
dad al Presidente de la Republica,
nombrando Gobernador Provisorio a
Pedro Varela.
Confirmado como era natural en
el comando del cuerpo y ascendido
CAS
CAS
a teniente coronel el l 9 de iebrero,
le toco a Casalla batirse con los sol-
dados de la Reaccion Nacional, pri-
meramente en la zona del Este y
luego al Norte del Rio Negro. Asi
vino a encontrarse en la jornada de
Guayabos, Paysandii, el 5 de octu-
bre de 1875, donde el ejercito gu-
bernista se mancho con horrores in-
digncs, aunque Casalla y elgunos
otros jefes fuesen ajenos a los exce-
sos.
Tenido por un elemento adicto al
presidente Varela, proximo ya a fi-
nalizar el gobierno de tan lamenta-
ble hombre a ma'nos de su propio
ministro de la Guerra coronel Lo-
renzo Latorre, este inicio la perse-
cucion de Angel Casalla obligandolo
a ausentarse para Buenos Aires.
La inquina del dictador a su anti-
guo compafiero persistio casi todo el
tiempo de su dominacion personal y
solo al fin de ella consintio en darle
un cargo administrativo en la Ins-
peccion de Resguardo.
Tardia reeonciliacion a medias,
solo le sirvio a Casalla para caer a
servicio del regimen latorrista, razon
por la cual el nuevo gobierno del
doctor Vidal quitole el cargo, po-
niendolo en el caso de emigrar otra
vez a la Argentina, y ser considerado
baja del ejercito en abril de 1881.
Estando ya en el poder el general
Santos, Casalla obtuvo la reincorpo-
racion a filas el l 9 de setiembre de
1883 y mas tarde, en julio de 1884,
la jef atura interina de la Carcel de
Crimen.
Ascendido a coronel el 9 de febre-
ro de 1886, recien se le confirio un
mando militar en setiembre de este
mismo afio, al designarsele jefe de la
Escolta de Gobierno.
En la administracion de Idiarte
Borda fue por algunos meses 2° jefe
del Estado Mayor del Ejercito (abril
a noviembre de 1894), Fiscal Militar
en junio de 1895 y Jefe Politico de
Treinta y Tres en febrero de 1896,
tocandole combatir a Aparicio Sara-
via en su primer alzamiento.
Al afio siguiente, siendo Jefe Po-
litico de Minas, se hallo con la Divi-
sion de este nombre en la batalla de
Cerrcs Colorados el 16 de abril y
poco despues los revolucionarios vi-
nieron a sitiarlo en la ciudad de Mi-
nas. Casalla organizo la defensa con
un punado de guardias nacionales,
mereciendo que su conducta fuese
elogiada por la superioridad y que
los correligionarics politicos minua-
nos le ofrecieran una espada de
honor.
En 1898 acompafio a Cuestas en
su dictadura y Cuestas lo puso al
frente de la Comandancia de Mari-
na y Capitania General de Puer-
tos el 14 de marzo, para trasla-
darlo luego a la Jefatura Polltica de
Paysandu el 16 de mayo. Aqui per-
manecio hasta julio de este mismo
afio, en que tuvo igual cargo, inte-
rino, en el departamento de Minas,
del que hizo renuncia en marzo de
1899.
Fallecio el 2 de enero de 1908, en
Montevideo.
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CAS
CAS
CASARIEGO, PLACIDO
Militar, 2 9 jefe del Regimiento de
Artilleria cuando firmo el famoso
documento del 15 de enero de 1875,
por el cual los jefes de la guarni-
cion de la Capital dieron al pais un
gobernante de hecho.
Habia nacido en Montevideo el 5
de ociubre de 1848 y empezo a servir
en 1865 en calidad de soldado dis-
tinguido de artilleria, marchando a
la guerra del Paraguay donde per-
manecio largcs meses en campana.
Ascendido a alferez en octubre del
65 y a teniente 2° en julio del 66,
en Tuyuty, regreso al pais con grado
de teniente l 9 , que poseia desde el
25 de agosto de 1868.
Capitan el 11 de enero de 1870,
sirvio en el ler. escuadron de ar-
tilleria contra los revolucionarios
blancos de Timoteo Aparicio, siendo
promovido a sargento mayor el 15
de enero de 1872.
Era 2' jefe del Regimiento de Ar-
tilleria cuando el inicuo motin del
75 vino a perturbar la vida consti-
tucional del pais y el l 9 de febrero
tuvo las presillas de teniente coro-
nel. En la preparacion de tan gran
escandalo le habia tocado vigilar a
su jefe y trabajar el regimiento para
el caso de que el teniente coronel
Miguel Antonio Navajas no entrara
en la combinacion, como al fin entro.
Para combatir la Revolucion Tri-
color, protesta armada del pais con-
tra el golpe del 15 de enero, Latorre
agrego al Ejercito del Norte, que de-
bia mandar el general Enrique Cas-
tro y que despues mando el como
Ministro de Guerra, la mayor parte
de la artilleria. Pero la puso bajo el
mando de Casariego y prescindiendo
en todo de Navajas. La corta pero
resolutiva campafia de setiembre-oc-
tubre de 1875, tan proximo y adicto
a Latorre, le debia valer muchisimo.
Y asi, en cuanto asumio el poder
dictatorial, exonero a Navajas del
comando del regimiento el 11 de
marzo de 1876, para darselo a Ca-
sariego.
Fue el segundo decreto militar de
su dictadura: el primero designaba
Ministro de la Guerra al coronel
Eduardo Vazquez, el antiguo minis-
tro de Ellauri en el gobierno legal.
Mantuvo Latorre durante casi to-
da su larga y oprobiosa dominacion
una simpatia y una confianza par-
ticulares hacia el teniente coronel
Casariego que, de buen oficial y
buen jefe • — a la manera de entonces
naturalmente — se convirtio poco a
poco en un jefe descuidado de su
unidad y de su carrera, a punto de
delegar todas las responsabilidades
del cargo en su segundo. Latorre, en
esa tesitura, consintio cosas que no
toleraba a nadie, y lo que es mas,
lo defendio contra todas las asechan-
zas de Maximo Santos, manifesta-
das en cuanto este comenzo a perfi-
lar sus ambiciones.
Una situacion asi no podia prolon-
garse aunque Latorre mandaba y su
separacion fue resuelta el 13 de
enero de 1879, quedando a cargo de
la unidad el coronel Maximo Santos,
— 304 —
CAS
CAS
con retencion del comando del 5 9 .
Las cosas duraron hasta abril de
1880, dia en que Casariego se vio
exonerado de su mando, a ralz de lo
cual dejo la republica y fue baja ab-
soluta del ejercito. En 1882' se aco-
gio a la amnistfa y lo repusieron de
nuevo en los cuadros.
Muy enfermo, hizo mas tarde un
viaje a Europa en busca de aUvio,
pero todo fue inutil y fallecio en
Montevideo el 24 de abril de 1887,
en tan gran pobreza, que antiguos
oficiales de la artilleria contribuian
generosamente a sosteneiio.
CASTELLANOS, FLORENTXNO
Jose
i
Ministro, legislador y hombre poli-
tico. Asienta en la iglesia Matriz de
Montevideo la anotacion de bautis-
mo de este conspicuo ciudadano,
donde se dice que es nacido en la
propia capital el 14 de marzo de 1809,
hiio de Francisco Remigio Cas-
tellanos, argentino, de Salta, y de
Manuela Elias, de Charcas.
Habiendo su padre trasladado el
domicilio a Buenos Aires en 1816,
Florentino Castellanos residio en la
capital portena alrededor de quince
afios, hasta que vino nuevamente a
Montevideo con todos lcs suyos,
cuando la vida se hizo imposible al
jefe de la familia sindicado como no
afecto al tirano Rosas.
Curso estudios de derecho, recibio
su titulo y dio principio al ejerci-
cio de la abogacia para llegar a ser,
rodando los anos, decano del foro
nacional, despues de haber sido fis-
cal y presidente de la Asamblea
Teorico Practica de Jurisprudencia
eonstituida en 1839 e ingresar al par-
lamento como diputado por Monte-
video en la 3 ? legislatura.
En el largo periodo del asedio de
la capital por las fuerzas aliadas
de Oribe y Rosas, el doctor Caste-
llanos permanecio dentro de los mu-
ros aunque sin participacion en
la politica, contraido a las cuestio-
nes de ensenanza por las cuales
siempre habia tenido particular inte-
res, a punto de que en 1836 aparece
ya como formando parte de la comi-
sion encargada del reglamento y or-
ganisacion de los estudios universi-
tarios, siendo redactor de un infor-
me que merecio la aprobacion com-
pleta de la superioridad.
Miembro del Consejo Universita-
rio al crearse este en 1847 y luego
del Instituto de Instruccion Publica,
fue designado catedratico de Dere-
cho de Gentes al inaugurarse la Uni-
versidad el 14 de julio de 1849 y
apadrino los graduados en leyes
en la primera colacion efectuada.
A la instalacion, el 24 de julio de
1855, del Supremo Consejo y Gran
Oriente Masonico del Uruguay, re-
unidbs los hermanos dispersos hasta
esa fecha en la Republica, el doctor
Castellanos hizo parte de el con la
dignidad de Gran Tesorero, alcanzo
mas tarde la alta distincion de Gran
Maestre y fue uno de lcs mas cons-
picuos y eficientes miembros de la
benemerita Sociedad Filantropica.
— 305 —
20
CAS
CAS
Desaparecido el general Garzon de
la escena politica, apenas firmada la
paz de octubre de 1851, el Dr. Flo-
rentino Castellanos reunia todas las
condiciones necesarias para ser elec-
to Presidente de la Republica en un
gran acto de transaecion patriotica,
pero los bajcs intereses politicos que-
daron triunfantes sobre los supremos
intereses de la nacion.
Votado presidente Juan Francisco
Giro, fue Uamado por este para con-
fiaiie la cartera de Gobierno y Re-
laciones Exteriores el l 9 de marzo
de 1852.
En ese earacter acompano al pri-
mer magistrado en su memorable
reccrrida por los mas extremos de-
partamentos de la Republica, mien-
tras interinaba su puesto el minis-
tro de Guerra coronel Flores.
El estado del pais exigia a los
hombres de gobierno una inmensa
tarea de reconstruccion y el Dr. Cas-
tellanos se dedico a ella con inteli-
gencia eficaz, de que son prueba
cantidad de leyes, decretos y regla-
mentos de su firma.
En lo que toca a la parte politica,
se hallo habilitado para poder decir
en algun instante de su vida, que
mientras permanecio en su Minis-
terio "no se derramo una gota de
sangre, no se derramo una lagrima
y no hubo un solo expatriado, res-
petados en todo momento los hom-
bres y las instituciones".
Se mantuvo en el gabinete hasta
el 4 de julio de 1853, en que entro
a sustituirlo Bemardo P. Berro, pues
la presion de los antiguos elemen-
tos del Cerrito exigia una rectifica-
cion de rumbos que resultaria fu-
nesta.
Volvio Castellanos a su estudio ju-
ridico sin qiie por eso abandonase
ei servicio del pais, sea en cometi-
dos facultativos como presidente de
la comision encargada de estudiar y
revisar el Codigo Civil y el de Co-
mercio, sea en caracter de diploma-
tico, nombrado el 26 de octubre de
1855, con plenos poderes para redac-
tar el tratado de Amistad, Comercio
y Navegacion entre la Republica y
la Gran Bretana, junto con el Mi-
nistro de S. M. Eduardo Thorton.
En noviembre de 1855, en medio
de la terrible crisis de gobierno que
planteaba la nueva revolucion de los
conservadores, el presidente del Se-
nado en ejercicio del Poder Ejecu-
tivo, Manuel Basilio Bustamante, lo
designo Ministro general por decre-
to del dia 25, y el acepto a titulo
provisorio y por el tiempo necesario
para sortear las graves dificultades
de la hora. Inmediatamente, los
"ciudadanos en armas" declararon
que considerando al Ministerio ge-
neral del Dr. Castellanos como sufi-
ciente garantia, lo aceptaban como
solucion de la crisis. El 27 quedo
concertado un acuerdo entre el Mi-
nistro y Jose Maria Munoz, jefe de
la ciudadam'a rebelada.
Al dia siguiente el Poder Ejecu-
tivo tiraba un decreto por el cual,
"atento lo expuesto por el Ministro
general al recibirse de ese cargo, ce-
— 306 —
CAS
CAS
saba el Dr. Castellanos en ese des-
tino" y procedia a la reorganizacion
del gabinete.
Electo senador por Durazno en
1857, presidio el alto cuerpo mante-
niendose el hombre ponderado y sen-
sato de siempre, principista y cultor
fervoroso de la ley, reguladora su-
prema en la politica como Dios en
las religiones — conforme a sus pro-
pias palabras — y que "en el campo
de la lucha crvica no conocia ene-
migos sino contradictores".
En la administracion de Bernar-
do Berro tuvo oportunidad de des-
empenar dos nuevas misiones diplo-
maticas, ambas confidenciales, des-
arrolladas en la Republica Argenti-
na. La primera en 1862 ante el go-
bierno del general Mitre a fin de
que cesara un peligroso estado de ii-
rantez reinante entre ambos paises.
La segunda en el mismo afio, enca-
minada a dar solucion al conflicto
eclesiastico culminado con el destie-
rro del Vicario Apostolico Jacinto
Vera, que habia decretado el pre-
sidente Berro. (Vease Jacinto Vera).
Castellanos, que llevaba como secre-
tario al Dr. Jose Vazquez Sagastu-
me, consiguio arribar a un acuerdo
con el delegado de la Santa Sede,
Monsenor Marini.
En 1864, durante el movimiento
revolucionario que conmovia la Re-
publica desde 1863, habiendo media-
do entre los beligerantes los minis-
trcs extranjeros Thorton, ingles, Sa-
raiva, brasilefio y el canciller argen-
tino, estos pasaron al campo revolu-
cionario del general Flores acompa-
nados del Dr. Florentino Castellanos
y de Andres Lamas, que represen-
taban al gobiemo.
XJn poco mas tarde, en otra ten-
tativa de pacificacion iniciada por el
diplomatico italiano Ulises Barbola-
ni, Castellanos fue el candidato pro-
puesto para entrar en el ministerio
a constituirse, como garantia politi-
ca aceptada por ambos contendores.
Eran casi los ultimos servicios que
rendiria a su pais el ilustre ciuda-
dano, pues la muerte vino a alcan-
zarlo el 24 de setiembre de 1866.
CASTELLANOS, JOSE MARIA
Ministro y hombre politico, naci-
do en Montevideo el 10 de junio
de 1840.
Ciudadano que no totalizo un tri-
mestre en el gabinete del'presidente
Herrera y Obes, apenas estuvo unos
meses en el Consejo de Estado insti-
tuido por el dictador Juan L. Cues-
tas y que no llego a ingresar al par-
lamento en la ocasion en que fue
electo, gozo sin embargo ante la opi-
nion y en el partido en que militaba
desde joven, de una particular situa-
cion de prestancia.
Seguia estudios de derecho cuan-
do al triunfar en 1865 la revolucion
colorada que encabezo el general
Flores, tuvo su primer cargo publico
en la Colecturia de la Aduana.
Licenciado en jurisprudencia en
1866, el Tribunal lo nombro Juez de
C .A. S
CAS
Comercio de la 1 ? Seccion en acuer-
do de marzo del afio siguiente.
- Votado representante por Salto
para la 10 ? legislatura en 1870, no
ingreso a la camara, pues su diplo-
ma fue invalidado. Suplente convo-
vocado para la legislatura siguiente,
en 1874, tampoco ingreso y por esos
afios tenia afiliacion en el Partido
Radical, en cuya prensa colaboraba.
. Rico por herencia y duefio de un
acreditado estudio juridico, el doctor
Castellanos fue por un periodo Con-
sul de Chile en nuestro pais, para lo
cual el cuerpo legislativo le habia
otorgado la correspondiente venia en
1888.
Aunada su retraccion de la poli-
tica a un caracter que llegaba a ser
dificil y la independencia de una po-
sicion economica que le permitia
adoptar actitudes personales, la re-
solucion del Presidente de la Repu-
blica Dr. Julio Herrera y Obes, lla-
mandolo a ocupar un puesto en el
gabinete el 2 de marzo de 1891, fue
muy bien recibida.
Tocaba a Castellanos inaugurar —
diremos asi — el Ministerio de Fo-
mento, Secretaria de Estado que ve-
nia de crearse el 6 de febrero con
nuevo titulo y conforme a un nuevo
decreto organico de las atribuciones
de las secretarias de Estado.
La expectativa que origino el ncm-
bramiento desvaneciose, cuando ape-
nas transcurridos dos meses de la-
bor, el ministro dimitio el 8 de ma-
yo, sin que se expresara en la re-
nuncia de modo concreto los motivos
que pudieran explicar esa actitud.
Reintegrado a su estudio y a sus
estancias, la dictadura de Cuestas
vino a buscarlo incluyendolo como
miembro vigesimo tercero en la lista
de ciudadanos colorados que entra-
ban a formar parte de un Consejo
de Estado que debia actuar en fun-
ciones de Asamblea Legislativa. Per-
suadido, sin embargo, el Dr. Caste-
llanos, a poco andar, que las funcio-
nes del Consejo no pasaban de ser
puramente ncminales y decorativas,
elevo la renuncia fundamentada y
clara, que correspondia a un ciuda-
dano a quien no ataban ni ambicio-
nes ni compromisos subalternos. Se-
mejante actitud ante el tacito con-
venio de parcialidades y hombres
politicos, de no contradecir ni exci-
tar al dictador a pretexto de que era
hombre de muy mal genio a quien
debia contemplarse en cualquier
caso, produjo una impresion desusa-
da. Y mientras el Consejo aceptaba
la renuncia sin decir palabra, Cues-
tas, desde las columnas de "La Na-
cion" en que escribia, reedito contra
el consejero dimitente procacidades
semejantes a las que le habia pro-
digado el presidente Maximo Santos
a raiz de una incidencia ocurrida en-
tre ambos en 1885. Lo acuso ademas
de haber sido uno de los primeros
que le sugirieran el plan de procla-
marse dictador y de haber pasado la
vida a la sombra de un pabellon
extranjero, alusion a los anos en que
habia sido consul chileno.
Liquidado este episodio y no pre-
cisamente en perjuicio de Castella-
nx;s, este no volvio a f igurar en la
— 308 —
CAS
CAS
vida publica, donde por lo demas su
actuacion mmima no justifico las es-
peranzas que en el se pudieron ei-
frar como hombre de gobierno, vi-
niendo a fallecer en la capital el
1<? de febrero de 1919.
CASTELLANOS, REMIGIO Boni-
facio
Funcionario, diputado y hombre
politico. Hijo del Dr. Florentino Cas-
tellanos y de Valentina Illa, nacio
en Montevideo el 4 de junio de 1837.
Afiliado desde joven al Partido
Blanco, figuro entre los soldados
ciudadanos que acompanaron al
caudillo revolucionario coronel Ti-
moteo Aparicio en la revolucion
principiada en 1870.
Despues de la derrota de los su-
yos en Manantiales el 17 de julio
de 1871, consiguio Uegar al puerto
de Eosario con un grupo de compa-
fieros, y alk' embarcaron en dos ba-
Ueneras con intencion de alcanzar la
costa argentina. Naufragaron en el
trayecto y gracias a una balandra
que les presto socorro, pudieron lle-
gar a Montevideo y atracar al cos-
tado de la fragata espanola de gue-
rra "Blanca", donde se ampararon,
pasando luego al vapor que los con-
dujo a Buenos Aires.
Besignado Jefe Politico de San
Jose por el presidente Gomensoro,
a raiz de la celebracion del pacto
de paz del 6 de abril de 1872, fue
un excelente funcionario, cuyajme-
moria se conservo en la capital ma-
ragata y donde existe para perma-
nente recordacion de su paso por la
Jefatura, el monumento conmemo-
rativo de la paz, graciosa piramide
levantada en una plaza piiblica, por
su iniciativa.
Confirmado en su cargo por el
presidente Ellauri en 1873, cuando
tuvo noticia de que los jefes mili-
tares de la guarnicion de Montevi-
deo habian depuesto a las autorida-
des constitucionales el 15 de enero
del 75, reunio las policias a su man-
do para hallarse en condiciones,
llegado el caso, de defender la
legalidad, conforme lo hicieron sus
eorreligionarios el Jefe Politico de
Canelones, Angel Mendez, y el de
Florida, Antolfn Urioste, y se pu-
so inmediatamente a ordenes del
coronel Timoteo Aparicio, jefe mi-
litar del Partido.
Pero el caudillo analfabeto, mal
aconsejado y bajo la sugestion de
los politicos ambiciosos y desapren-
sivos que por lo corriente supieron
rodearlo, acepto, casi en seguida y
antes de recibir contestacion defini-
tiva del depuesto presidente Ellauri,
entrar en negociaciones con el go-
bierno usurpador de Pedro Varela.
De estos tratos vino a resultar el
llamado convenio de Florida, suscri-
to el 19 de enero, segun el cual "vis-
ta la renuncia implicita (sic)' del
Presidente" y "a fin de que se man-
tuvieran firmes y efectivas las ga-
rantias de la Paz de Abril", se re-
conocia y se acataba el gobiemo de
fuerza de Montevideo.
Esta declaracion y el subsiguienr
— 309 —
CAS
C A S
te apoyo al regimen de facto, le
valio a Aparicio el grado de gene-
ral y se tiene por verdad que cier-
tos personajes civiles de su consejo
fntimo, obtuvieron ventajas que no
podian consistir, precisamente, en
galones.
El sentido ostensible del pacto que
Castelianos firmo junto con los de-
legados blancos, era dejar a salvo
y garantizadas por la autoridad de
Pedro Varela las clausulas y ven-
tajas de la Paz de Abril.
En tal concepto, Castellanos no
solo se abstuvo de colaborar con el
gobierno usurpador sino que, en la
primavera del mismo Afio Terrible
— 1875 — presto su apoyo a la reac-
cion armada que se conoce con el
nombre de Revolucion Tricolor, sir-
viendo al lado del coronel Angel
Muniz.
Erigido el coronel Lorenzo Lato-
rre en dictador de la Republica, un
considerabie grupo de hombres del
Partido Blanco, creyendo que era
necesario salvar a la nacion de caer
en el abismo de anarquia y banea-
rrota hacia donde marchaba, adhi-
rio al regirnen de fuerza de aquel
militar, traidor a sus amigos, que
por otro lado se declaraba gober-
nante al margen del Partido Colo-
rado.
Incluido en el grupo colaboracio-
nista, Castellanos acepto el nom-
bramiento de Administrador de Co-
rreos que se le conferia por decre-
to de 21 de mayo de 1877. Llevaba,
al hacerse cargo de su destino, carta
blanca dada por Latorre, para ha-
cer todas las modificaciones y re-
mociones que tuviera por conve-
nientes.
Por termino superior a tres afios
estuvo Castellanos al frente de la
reparticion postal, a la cual comen-
zo por cambiar el nombre para de-
nominaria Direccion General de Co-
rreos, de acuerdo con un decreto
organico que mejoraba el instituto,
hecho sobre el modelo del que regia
en los correos belgas. Porcion de
servicios nuevos fueron establecidos,
tales como las tarjetas y los giros
postales, los buzones urbanos, las
estafetas ambulantes, el estableci-
miento de cerca de 200 agencias dis-
tribuidas en todo el pais y por ulti-
mo, la adhesion de la Repiiblica a
la Union Postal Universal con asien-
to en Berna, cuya consecuencia in-
mediata fue una notable reduccion
de las tarifas.
Mal visto por el gobierno de Vi-
dal, que sucedio al de Latorre cuan-
do este tuvo que huir del pais, las
hostilidades principiaron contra Cas-
tellanos. Atacado desde las coluni-
nas de "La Nacion" en setiembre
del afio 1880, a esta campana siguio
la suspension provisional, decretada
de oficio, que era la antesala del ce-
se. EI 8 de enero del ano siguiente,
Juan Penalva estaba nombrado en
lugar suyo.
Diputado nacionalista a la 16?- le-
gislatura en 1888, dio su voto al
Dr. Julio Herrera y Obes en la elec-
cion presidencial de 1890 y este lo
— 310 —
CAS
CAS
hizo Jefe Politico y de, Policia del
departamento de Flores, el 1° de
abril de 1891.
Repetidas veces miembro del Di-
rectorio de su partido, dentro del
cual llego a ser una de las figuras
consulares y un ciudadano merece-
dor del respeto de sus adversarios
politicos, la muerte lo vino a sor-
prender en Montevideo el 16 de oc-
tubre de 1915.
CASTILLO, ROMUALDO
Oficial del ejercito, asesinado en
Paysandu, como acto previo al cuar-
telazo que en Montevideo debia dar
por tierra con el gobierno del doctor
Ellauri, el 15 de enero de 1875.
Romualdo Castillo habia nacido
en Durazno el 7 de febrero de 1839
y comenzo a servir en las filas de
la revolucion colorada encabezada
por el general Flores en 1863. Al
final de la guerra era teniente 1 ? .
Fue despues a la campana del Pa-
raguay sirviendo en el escuadron es-
colta, asistio a la batalla de Yatay
en la provincia de Corrientes y par-
ticipo en las duras luchas en terri-
torio enemigo sirviendo entonces en
el batallon "Voluntarios Indepen-
dientes" donde se le promovio a ca-
pitan el 8 de julio de 1866. De re-
greso a Montevideo en octubre del
mismo ano juntamente con el gene-
ral Flores, en los sucesos del 19 de
febrero de 1868 tuvo una destacada
actuacion, que le valio mas tarde, el
15 de noviembre de 1870, el ascenso
a sargento mayor con la antigiiedad
de aquella fecha.
Cuando el coronei blanco Timo-
teo Aparicio se levanto en armas
contra el presidente, general Batlle,
sirvio al gobierno constitucional y a
su partido. En la batalla de Corra-
lito, fue uno de los oficiales que
abandono el ejercito cuando se die-
ron cuenta de las actitudes poco cla-
ras del general Francisco Caraballo,
que lo mandaba.
Jefe de la columna del centro en
la salida de la Union, estuvo tam-
bien en la sangrienta jornada del
Sauce.
Ascendido a teniente coronel el 9
de febrero de 1872, se le hizo jefe
del batallon urbano de Montevideo
el 7 de octubre de 1873 y el 26 del
mismo mes del ano siguiente, el go-
bierno de Ellauri confiole ia jefatu-
ra del 2° de Cazadores, cuerpo des-
tacado entonces en Paysandii.
El batallon resentiase de falta de
organizacion y Castillo, como militar
de orden que era, trato en seguida
de restablecer la disciplina, maxime
cuando ya se hablaba de un plan
subversivo contra la situacion.
El teniente coronel Castillo era un
militar perscnalmente amigo del
presidente Ellauri, adicto al gobier-
no constitucional y sobre todo muy
energico. Los conspiradores vieron
en tales condiciones un obstaculo
gravisimo para sus planes y un ele-
mento capacitado para ser el nucleo
de reaccion en campafia, mismo que
— 311 —
CAS
sus siniestros proyeetos alcanzaran
a tener exito en la capital. De afcu la
resolueion de eliminarlo aunque fue-
ra por medio de un crimen.
Un dia, el 2 de diciembre del 74,
que era el sefialado para el golpe,
la noticia de la muerte del coman-
dante Castillo corrio de noche por
las calles y los teatros, descontan-
dose la certeza de lo que debia ha-
berse realizado a cien leguas de dis-
tancia . . .
Si el rumor no tuvo confirmacion,
porque circunstancias de momento
debieron obstar el crimen, ese mis-
mo rumor es la prueba acabada de
que el asesinato estaba dispuesto y
se esperaba.
Por fin se dio el golpe el 11 de
diciembre a las 9 y 30 de la noche.
Elteniente coronel Castillo, aban-
donando su cuartel sin ninguna ar-
ma — ni siquiera espada — se enca-
mino hacia su casa particular, dis-
tante una cuadra. A una senal, dada
a lo que parece por una mujer, tres
o cuatro sicarios elegidos y previa-
mente apostados, salieronle al en-
cuentro. Castillo se defendio a brazo
partido, pero recibid nueve heridas
de arma blanca, entre las cuales dos
terribles por la espalda — de daga —
y dos igualmente mortales en el cos-
tado izquierdo. Solo pudo andar unos
cuantos pasos y Uegar a la puerta
de su domicilio, para expirar entre
los brazos de su joven esposa, dofia
Laura Viera, que en ese momento
saMa a la calle atraida por los gritos.
Aprehendidos como sospechosos
dos o tres clases o soldados del ba-
tallon, se tuvieron por no ajenos al
suceso a elementos de mas entidad
del propio cuerpo, aunque las pes-
quisas quedaron pronto interrumpi-
das. Algunos presos fueron conduci-
dos a la capital, pero consumado el
15 de enero el golpe final, apenas
corrido un mes del asesinato, era
excusado hablar de justicia ni soli-
citarsela a los autores del crimen.
Los restos del comandante Casti-
llo, trasladados mas tarde a Monte-
video, recibieron sepultura en la
Iglesia del Eeducto, donde todavia
reposan, seiialados con una sencilla
lapida de marmol blanco.
CASTRO, CARLOS Benito Tomas de
Ministro de Estado, diplomatico y
hombre politico. De este ciudadano,
que vio la primera luz en Monte-
video el 21 de marzo de 1835, pue-
de decirse que ninguno' de los altos
destinos de la Republica — si sa
exceptiia la primera magistratura —
le fue negado.
De origen espafiol por su padre,
Agustin de Castro, semi-arruinada la
familia que habia gozado de posi-
cion, fue enviado a educarse. a Ita-
lia en 1842, en comparha de otros
hermanos, por el segundo esposo de
la madre, Cayetano Gavazzo.
Permanecio dieciseis anos en Ge-
nova donde hizo estudios prepara-
torios y los superiores, para ser lau-
reado en ambos derechos y obtener
el titulo de doctor en jurisprudencia
el 21 de junio de 1859. Vuelto al
CAS
CAS
pais ese mismo ano, el Dr. Eduardo
Acevedo, siendo Ministro de Gobier-
no de BeiTO en 1860, se intereso por
el nombrandolo para regentear el
aula de economia politica que venia
a crearse en la Universidad, donde
asimismo dicto las catedras de de-
recho constitucional y administra-
tivo.
Juez en lo Civil de la 2 ? seceion
el 8 de marzo de 1861, renuncio el
cargo el 24 de febrero del 62, con-
forme hizo luego con sus catedras,
para atender solamente su estudio.
Fruto de su paso por la Facultad,
es el libro impreso en 1864 donde
se contienen las lecciones dictadas en
el curso de economia politica.
Emigrado en 1863 cuando ya la
revolucion colorada del general Flo-
res conmovia el pais, secundo el mo-
vimiento en las juntas de guerra de
Buenos Aires y al triunfo de sus
correligionarios en el 65, Flores dic-
tador le confio la cartera de Rela-
ciones Exteriores el 24 de febrero.
Su pasaje por la cancilleria se re-
cuerda por el ajuste del tratado
con Argentina y Brasil para llevar
la guerra al gobierno del Paraguay
y la anulacion del convenio por el
cual el gcbierno de Berro arrenda-
ba al de Italia para destinos mili-
tares la isla Libertad, dentro de la
bahia de Montevideo, que termino
ruidosamente. El primer ministro in-
gles Lord Eussel, cometiendo una
infidencia sin nombre, leyo en la
Camara de los Comunes la copia
del tratado secreto de la Triple
Alianza, que el Dr. Castro, en un
momento de caballeresca debilidad,
habia hecho ccnocer al representan-
te de S. M. B. en Montevideo, H. G.
Lettson, previo otorgamiento de su
palabra de honor de absoluta y tc-
tal reserva. La publicacion del do-
cumento en un diario paraguayofilo
de Buenos Aires causo el efecto de
una bomba y el canciller hizo in-
mediata renuncia el 15 de mayo del
66, explicando su actitud — dificil de
disculpar por otra parte — en una
carta dignisima escrita "al noble
Lord".
Restablecida la norma constitucio-
nal, represento en el senado al de-
partarnento de Paysandu los afios
1869 - 72, y electo diputado por Mon-
tevideo en las camaras del 75, re-
nuncio su banca cuando la Asam-
blea General lo voto para Mi-
nistro del Tribunal de Justicia -el 7
de febrero de 1874. Mantiivose en el
cargo durante la dictadura del co-
ronel Latorre y en el se le confirmo
posteriormente cuando el regimen
legal estuvo de nuevo en vigencia
el 14 de febrero de 1879.
Un conflicto surgido entre los al-
tos Poderes Ejecutivo y Judicial, tra-
jo como consecuencia la dimision co-
lectiva del Tribunal Supremo — ex-
ceptuando al camarista Lindoro For-
teza — el 6 de octubre del >S2. Acep-
tadas las renuncias y sustituidos los
magistrados, el presidente Santos,
luego de celebrar con el una larga
conferencia, llamo al Dr. Carlos de
Castro para ofrecerle el Ministerio
de Gobierno el 18 de octubre.
Hizo en el gabinete obra intensa
— 313 —
CAS
CAS
con plena orientacion liberal, acor-
dada a sus ideas. En los afios de es-
tudiante en Italia se habia vinculado
a la causa del Resurgimiento y a las
logias masonicas y fue durante mu-
cho tiempo Gran Maestre y una de
las figuras de la Masoneria Uru-
guaya.
Miembro de distintas comisiones
redactoras o revisoras de Codigos, fi-
guro asimismo entre lcs miembros
de la mision especial encargada de
restituir al Paraguay, en 1355, los
trofeos tomados por nuestros solda-
dos en la guerra de la Triple Alianza.
Hombre de ilustracion vasta, con
alma de gran sefior, su casa, por lar-
gos anos, se considero un centro de
cultura rioplatense.
Al dejar el Ministerio de Gobier-
no, ingreso al senado electo por el
departamento de Montevideo, pasan-
do en 1891 a ocupar una banca de
representante por la misma jurisdic-
cion.
En el gobierno de Idiarte Borda
fue a Kio de Janeiro en calidad de
Ministro Plenipotenciario, conforme
al decreto de 10 de enero de 1895,
regresando a la Eepublica en 1897
para incorporarse al senado, nueva-
mehte electo. Desempenando este
mandato lo hallaron los aconteci-
mientos politicos de 1897. Resistente
a votar a Juan L. Cuestas para presi-
dente efectivo de la Republica, fue
despojado de su investidura parla-
mentaria junto con la mayoria de la
Asamblea por el golpe de Estado del
10 de febrero de 1898, siendo de este
periodo de lucha una notable carta
politica que dirigio a Cuestas. Opo-
sitor al regimen surgido despu^s, re-
cien tuvo ocasion de volver a la re-
presentacion nacional como diputa-
do por la capital, el ano 1892, en la
21 ? legislatura.
Finalizado este mandato que fue
el ultimo que le confirio la ciuda-
dania, el Dr. Castro, a quien morti-
ficaban viejos achaques, paso el resto
de su vida sn su magnifica quinta
de Paso del Molino, muy quebran-
tada la gran fortuna de que habia
sido duefio, y dejo de existir en ese
retiro el 28 de octubre de 1911.
CASTRO, ENRIQUE
Militar de gran actuacion en el
escenario del Rio de la Plata, lar-
gamente nombrado en nuestros ana-
les y que alcanzd la jerarquia de bri-
gadier general.
Nacido en Pintado, Florida, el 15
de julio de 1817, hijo de Mateo Cas-
tro, que habia prestado servicios a
la causa de la Patria, hizo carrera
de armas conforme lo hicieron tam-
bien seis de sus hermanos.
Alistado voluntario entre los sol-
dados de la revolucion riverista el
ano 1836, presto servicios en las mi-
licias de San Jose a las ordenes de
Bernabe Magarinos. Alferez de Guar-
dias Nacionales cuando los suyos ob-
tuvieron el triunfo, tomo parte en
la campaiia contra el general argen-
tino Pascual Echagiie, invasor de la
Republica en 1839. Teniente 2? en
marzo de 1843, paso a operar en la
— 314 —
CAS
CAS
zona Este a las ordenes del general
Felix Eduardo Aguiar, siendo grave-
mente herido. Mas tarde, en la mis-
ma region, tuvo por jefes a los co-
roneles Fortunato Silva y Venancio
Flores y llego a ser ayudante mayor
en marzo de 1844.
Atravesado de un lanzaso que le
entro por la espalda en un encuen-
tro aislado con fuerzas oribistas en
diciembre de 1845, cuando tenia ga-
lones de capitan, un amigo y conte-
rraneo, Timoteo Aparicio, que servia
entre los contrarios, oficial igual que
Castro, le salvo la vida. Prisionero
en la division que comandabl el ge-
neral entrerriano Justo Jose de Ur-
quiza, se le hizo marchar rumbo al
norte hasta que vadeado el Uruguay
por arriba de Salto Grande, vino a
encontrarse en territorio argentino.
Desde entonces tuvo que tomar ser-
vicio con Urquiza — a quien le de-
bia la existencia — pues dada la bar-
barie imperante en los ejercitos ro-
sistas, el destino de los prisionercs
estaba sellado.
Bajo el mando del capitan gene-
ral hizo la campafia de Corrientes y
por su buena actuacion se le confi-
rieron los despachos de sargento ma-
yor argentino.
Cuando Urquiza, sublevado contra
el tirano de Buencs Aires, vino con
sus ejercitos a destruir los de Oribe
sitiador de Montevideo, en 1851,
Castro vplvid a la patria con ellos
comandando un escuadron de caba-
lleria y una vez logrado el proposito
del gobernador entrerriano, continuo
a sus ordenes en la campana que fi-
nalizo ccn el triunfo de Caseros, el
3 de febrero de 1852.
En las luchas subsiguientes entre
Urquiza y Buencs Aires mantuvose
fiel a su protector, combatiendo por
el en las campafias de Cepeda y de
Pavon, y siendo promovido a coro-
nel de caballeria el 12 de diciembre
de 1861.
El general uruguayo Venancio Flo-
res, que en estas contiendas tenia
peleado a favor de Buencs Aires en
el ejercito de Mitre, y que en 1863
se preparaba a invadir nuestro pais
en son de guerra, solicito la coope-
racion de Enrique Castro, su anti-
guo oficial en la Guerra Grande y
Castro, como es de suponerse, estu-
vo a sus ordenes, no obstante los
empenos de Urquiza para retenerlo
a su lado pues no simpatizaba con
la empresa de Flores; antes bien,
favorecia al gobierno de Montevideo,
proporcionandole elementos belicos
y mas adelante hasta divisiones ar-
madas.
El jefe revolucionario habia hecho
una verdadera adquisicion" al ganar-
se a Castro, cuyo prestigio le permi-
tio reunir un contingente de mas o
menos 250 hombres equipados a su
propia costa, con los cuales vadeo el
Uruguay por San Gregorio, depar-
tamento de Saito, el 25 de setiembre
de 1863, yendo a incorporarse casi
en seguida al general Flores, en
campana desde el 19 de abril.
Castro, que se distinguia por la
rapidez de sus movimientos, fue
nombrado jefe de Estado Mayor y
jefe de las fuerzas al Norte del Ri'o
— 315 —
CAS
CAS
Negro cuando la revolucion pudo
ccntar con mas de un ejercito y con-
tribuyd a rnuchos sucesos favorables
en el complejo desarrollo de las ope-
raciones, experimentando asimismo
un serio contraste en la Horqueta
de Don Esteban, donde su antiguo
amigo, el comandante Timoteo Apa-
ricio, le hizo perder varios buenos
oficiales el 15 de octubre del 64.
Triunfante la revolucion en 1865,
Enrique Castro se vio nombrado Jefe
Politico del Salto el 4 de marzo.
Ascendido a coronel mayor (gene-
ral en el escalafon antiguo) el 19 de
mayo, marcho seguidamente al ejer-
cito de operaciones contra el Para-
guay. Desde Yatay, primera batalla
de la guerra ganada por los aliados
en territorio de Corrientes el 17 de
agosto de 1865, hasta acampar en Ce-
rro Leon a fines del 69 — promovido
a brigadier general el 24 de noviem-
bre de 1868 — Castro tuvo continua
y sobresaliente participacion en la
dura campana y a contar de octubre
del 66 — cuando el general Flores
vino a Montevideo — actuo como ge-
neral en jefe de las tropas naciona-
les, para saber desempenarse en
igual plano que los mas considera-
dos jefes de la alianza, valeroso en
el campo, discreto en el consejo y
oportuno en todo.
Eesuelto el regreso de nuestra Di-
vision por virtual termino de la gue-
rra, Castro retorno a la patria con
los escasos 150 hombres que consti-
tituian el giorioso resto de nuestro
denodado contingente, el 29 de di-
ciembre de 1869.
Poco tiempo tendria para descan-
sar de las fatigas de 4 afios; el 5
de marzo del 70, el coronel blanco
Timoteo Aparicio, viniendo de la Re-
publica Argentina enarbolo bandera
revolucionaria y el 18 del mismo
mes el presidente Batlle designaba
al general Enrique Castro Coman-
dante General en Campana.
Sirvio al gobierno con lealtad,
puestos los ojos en el triunfo contra
el enemigo comun, cuando militares
de su graduacion y categoria se pre-
ocupaban al mismo tiempo de cues-
tiones de politica, ambiciosos ellos
rnismos o instrumentos de ambicio-
nes ajenas. Asi se explica, por ejem-
plo, que ccmbatiera en Severino a
ordenes de un jefe de su izquierda,
pasando por alto detalles jerarqui-
cos. Nombrado general en jefe de los
ejercitos gubernistas por dimision
del general J. G. Suarez, gano sobre
los revolucionarios la brillante vic-
toria de Manantiales, el 17 de julio
de 1871.
En los acontecimientcs que sub-
siguieron al motin militar del 15 de
enero de 1875, la actuacion del ge-
neral Castro no estuvo a la altura
de sus saneados prestigios, pues ata-
do a hombres de la nueva situacion
por compromisos anteriores y bajo
la sugestion de las divisas tradicio-
nales, acepto el cargo de comandan-
te general al sur del Rio Negro, el
mismo dia del motin, cargo que se
le volvio a confiar con fecha 10 de
setiembre. Pero ni a el ni a general
alguno de los viejos, blancos o colo-
rados. le fue dado hacer cosa vale-
— 316 —
CAS
CAS
dera contra lcs revolucionarios de
la Reaccion Nacional, porque el Mi-
nistro de la Guerra, coronel Lorenzo
Latorre, declarando por decreto de 4
de noviembre que la mision de los
ejercitos en campaiia estaba conclui-
da, tomo a su cargo la direccion de
las operaciones y pudo aplastar con
movimientos rapidos de sus solda-
dos de linea, bien armados y supe-
riores en niimero, al ejercito ciuda-
dano.
Desde ese momento Castro deja de
figurar como soldado y recien el afio
84. de acuerdo con los preceptos de
una nueva ley, se le confirio el 22
de julio, por el gobierno de Santos,
el grado de teniente general, la mas
alta jerarquia en la milicia.
El comite de guerra que en 1886
preparaba en la Republica Argenti-
na un movimiento armado que pu-
siera termino a una situacion poll-
tica indigna de la Republica, em-
pefiado en eliminar el obstaculo al
parecer insoluble del jefe militar,
que encabezai'ia la revolucion, creyo
hallar la formula confiandola con-
juntamente y bajo ciertas reglas a
dos generales de distinta" opinion,
Enrique Castro, colorado y Jose Mi-
guel Arredondo, blanco. Y asi. se
pacto en las bases de la Carta Or- ■
ganica de la revolucion, suscrito en
Euenos Aires el 27 de enero de 1886.
Era una solucion de eiriergencia
conforme lo era asimismo la cons-
titucion del triunvirato de gobierno
que formarian los generales Lorenzo
Batlle, Castro y Arredondo, la cual
si bien podia encerrar problemas de
futuro daba una pauta para los dias
iniciales de la campana.
Pero la derrota ccmpleta sufrida
por el ejercito revolucionario en los
Palmares del Quebracho, Paysandii,
a los dos dias de pasar el rio Uru-
guay, el 30|31 de marzo de 1886, con-
cluyo en un instante con planes y
con esperanzas patrioticas.
El general Castro, lo mismo que
Arredondo, consiguio escapar a du-
ras penas de la persecucion y pa-
sar las fronteras. El primero de ellos
piso tierra argentina el 2 de abril;
el segundo cruzo la linea del Brasil.
El capitulo de las responsabiUda-
des que sigue siempre a los fraca-
sos se vio abierto al punto, pero el
buen nombre de Castro pudo salir
ileso.
Los cambios politicos de diciembre
de 1886 permitieron al veterano gue-
rrero, cuya salud estaba seriamente
quebrantada, regresar a Montevideo
— -reincorporado al ejercito el 9 de
noviembre — y vivir en paz hasta el
16 de setiembre de 1888, fecha en
que terminaron sus dias.
CASTRO, FORTUNATO
Jefe militar, muerto en servicio de
la Patria en la guerra del Paraguay.
Despues de haber hecho toda la
campana de 1863-65 en las filas flo-
ristas como ayudante de ordenes del
general Francisco Caraballo, que de-
positaba en Castro una gran con-
fianza, recibio encargo de aunar ele-
mentos para un cuerpo de infante-
CAS
CAS
ria de nueva creacion, que se desti-
naria al ejercito de operaciones con-
tra el gobierno paraguayo.
Su entusiasmo y el prestigio que
disfrutaba entre los elementos mi-
litares, facilitaron de modo particu-
lar la pronta formacion del batallon,
que tuvo por nombre "Voluntarios
de la Libertad".
Nacido en 1843, solo contaba 23
anos cuando perdio la vida en la
sangrienta jornada del 24 de mayo
de 1866, en que la unidad de que
era ayudante mayor quedd diezma-
da y muerto en el campo su propio
jefe, el comandante Marcelino Cas-
tro.
Sus restos mortales, juntamente
con los de otros conmilitones sacri-
ficados en la propia guerra, fueron
devueltos al pais y depcsitados en el
Panteon de los Servidores de la Pa-
tria, con los debidos honores, el 19
de enero de 1867.
CASTRO, GREGORIO
Jefe militar de larga foja, gene-
ral de division y Ministro de Gue-
rra y Marina. Hijo de Gregorio Ma-
teo Castro, era nacido en el Paso de
las Piedras de Dayman, a pocos ki-
lometros del pueblo del Salto, el 28
de noviembre de 1819.
Despues de desempenarse en fun-
ciones de indole rural se hizo sol-
dado el ano 38, sirviendo en la ca-
balleria del ejercito revolucionario
que acaudillaba en campana el ge-
neral Fructuoso Rivera contra la ad-
ministracion constitucional de Oribe.
No logro Castro mucho adelanto en
filas, si se tiene en cuenta que sola-
mente alcanza a porta estandarte en
enero del 43, promovido de la cate-
goria de clase — sargento de briga-
da — obtenida el 15 de julio del ano
anterior, sirviendo en el Regimiento
de Libertos. No obstante, habia he-
cho la campana contra Echagiie y
formo en la invasion del ejercito
nacional a Entre Rios, concluida en
el desastre de Arroyo Grande. En
cambio, en 1843, trocandose la suer-
te, tuvo dos ascensos, promovido a
teniente 2° y a teniente l 9 ;
Despues de participar en multi-
ples acciones aisladas en la Guerra
Grande, en permanente hostilizaci6n
de las fuerzas oribistas que poco a
poco habian llegado a ser dueiias
de los pueblos, llega a ayudante ma-
yor en 1845 y a capitan en 1846.
Al reajustarse el escalafon del
ejercito luego de concluida, por la
Paz de Octubre del 51, la contienda
de diez anos, Gregorio Castro em-
pieza a aparecer como sargento ma-
yor efectivo en los cuadros de linea
el 22 de febrero de 1852 y el 21 de
febrero del 56 asciende a teniente co-
ronel graduado, siempre en el arma
de caballeria.
En la presidencia de Pereyra se le
confid la jefatura politica de Flori-
da el 13 de marzo del 57, cesando en
su desempefio el 21 de octubre si-
guiente.
El general Cesar Diaz lo tuvo a sus
ordenes en la corta tentativa revo-
lucionaria de diciembre del 57 y por
CAS
CAS
haberse dado la circunstancia de no
estar Castro en el ejercito, pues des-
empenaba una comision militar, li-
brose de entrar en la eapitulacion
de Quinteros, tan indigna y tragica-
mente. violada en febrero de 1858.
Aplastados los companeros, enderezo
Castro con algunos hombres a sus
ordenes, en busca del Rio Uruguay,
peleando o esquivando diversas fuer-
zas enemigas. Vadeado el caudaloso
rie, los fugitivos hallaronse a salvo
en tierra argentina donde gobernaba
el eapitan general Justo Jose de Ur-
quiza. Amigo de su hermano Enri-
que y su conocido de otras epocas,
el caudillo entrerriano protegio a
Castro conforme solia hacerlo con lcs
militares uruguayos que los azares
de la guerra llevaban a su provin-
cia, y lo puso al frente de una de sus
estancias a fin de que la adrninis-
trara.
Apalabrado con el general Venan-
cio Flores en los aprontes para la
revolucion que este jefe colorado
proyectaba traer al pais, desempefi6
varias comisiones de importancia en
Buenos Aires y el litoral del Uru-
guay y luego de estallar el movi-
miento, su buena amistad con mili-
tares entrerrianos continuo siendo
util a la causa, facilitando el pase de
armas y hombres. Todo esto sin per-
juicio de haber participado algunos
meses en las operaciones de cam-
pana, lo que le significo el ascenso
a coronel el 19 de mayo de 1865.
cuando los suyos triunfaron.
En junio de este mismo afio se le
designo Consul de la Republica en
Concordia de Entre Rios, hasta el 2
de diciembre siguiente, fecha en que
paso al ejercito de operaciones con-
tra el Paraguay, participando con
eficacia en el servicio de remonta,
para reintegrarse a su puesto con-
sular en abril de 1868.
Avecinado y bien visto en el Salto,
su rineon natal, como jefe de orden
que era, el presidente Batlle lo hizo
jefe politico del departamento con
fecha 18 de marzo de 1869, siendo
sustituido en 1870, cuando convul-
sionada la Republica por el coro-
nel blanco Timoteo Aparicio, Castro
paso a servir en el ejercito guber-
nista que comandaba su hermano el
generai Enrique. Alli tuvo a sus 6r-
denes las fuerzas movilizadas de Sal-
to y Tacuarembo, siendo una colum-
na de su mando la que derroto en
Chafalote al comandante Ignacio
Mena, cuyo cuerpo quedo en el cam-
po, y fue jefe de Estado Mayor en la
jornada de Manantiales, victoria de
las armas del ejercito legal.
Adicto al gobierno surgido del mo-
tin del 15 de enero de 1875, aunque
no tuvo papel efectivo contra las
fuerzas de la Reaccion Nacional, fue
adicto igualmente a las situaciones.
de Latorre y de Santos, y cuando en
1886, su hermano el general Enri-
que Castro conjuntamente con el ge-
neral Jose Miguel Arredondo, tra-
jeron a la Repiiblica una formidable
revolucion, cuya mira era concluir
con una sucesion de gobiernos inso-
portables y anacronicos, el director
de la guerra, teniente general Ma-
ximo Santos, destino a Castro — he-
— 319 —
CAS
C A. S
cho general por decreto de 8 de fe-
brero — para jefe de Estado Mayor
del Ejercito del Norte comandado
pcr el general Maximo Tajes. Con
este nombramiento, a la vez que po-
dia utilizar los servicios de un jefe
muy conocedor de la zona de cam-
pafia donde se esperaban las opera-
ciones, Tajes lo tem'a a la vista,
cuando tanto se murmuraba que el
coronel Gregorio era un secreto sim-
patizante de la causa revolucionaria.
Especie que nada serio acreditaba,
desde luego, esta creencia llego a ser
una version animadora corriente.
Despues de vencida la revolucion
en la batalla de Quebracho el 31 de
marzo del propio afio 86, Castro, pro-
liiovido a general de division desde
el 23 de agosto de 1890, vivia en la
ciudad del Salto retirado de todas las
actividades, vencido por su edad r sus
serios achaques y sus cataratas. Na-
da obsto, sin embargo el plan del
presidente del senado Juan L. Cues-
tas, de irlo a buscar a su tranquila
casa saltena, y hacerlo — el 21 de di-
ciembre de 1897 — el Ministro de
Guerra y Marina que necesitaba
para refrendar el decreto de 10 de
febrero de 1898 que disolvia la
Asamblea Nacional, empefiada en
negarle sus votos para presidente
efectivo.
El anciano general, a quien lite-
ralmente condujeron a Montevideo,
pues aTa escasez de luz de sus ojos,
se anadia; ya entonces, la escasa luz
cerebral, firmo en barbecho y a tien-
tas aquel historico decreto y todcs
los que se le pusierori por delante,
traido y llevado al despacho minis-
terial, a las ceremonias oficiales o
sacado a la calle cuando la suble-
vacion militar del 4 de julio, sin ap-
titud para dar razon concreta de sus
hechos ni de sus acciones. Mientras
tanto, la opinion popular, con un sen-
timiento de lastima, descartaba de
responsabilidad al viejo, valiente y
buen soldado en todas aquellas ma-
niobras de la politica.
A los siete meses no cumplidos, el
16 de julio del 98, Castro fue susti-
tuido en el gabinete y paso como
ministro al Tribunal Militar de Ape-
laciones por decreto de 8 de agosto.
Magistrado nominal, como cabe su-
ponerse, permanecio alli hasta el 9
de enero de 1904, y vino a fallecer
en Montevideo el 6 de febrero de
1907.
CASTRO, JUAN J.OSE
Ministro y funcionario publico,
uno de lcs mas capacitados y estu-
diosos ciudadanos que haya tenido a
su cargo la cartera de Fomento, de-
nominacion antigua del Ministerio
de Obras Publicas.
Hijo del general Enrique Castro
y de Ana Salinas, de Mercedes, ha-
bia nacido en Concepcion del Uru-
guay — Repiiblica Argentina — el 25
de noviembre de 1854, -en dias de
emigracion de su padre. Ciudadano
legal por la constitucion, obtuvo la
carta ccrrespondiente en marzo de
1887.
Estudio en Montevideo recibien-
- 320 —
CAS
CAS
dose de agrimenscr y tuvo oeasion,
en el ejercicio de su carrera. de co-
nocer de cerca las necesidades del
pais y ia posibilidad de encararlas
con criterio realista."
En rnomentos en que se organiza-
ba en la Republica Argentina el mo-
vimiento revolucionario de 1886 con-
tra la insoportable dominacion po-
Utica del general Santos, acompa-
fio a su padre, el General, en cali-
dad de Secretario, y como soldado
del ejercito invasor haliose en la
batalla de Quebracho el 31 de mar-
zo del mismo afio.
Ayudante de ordenes del jeie, fue
Juan Jose Castro el que a indicacion
suya levanto la bandera de parla-
mento, mientras el General, sin que-
rer rendirse, abandonaba el campo
de la derrota.
El gobierno de Tajes, con la evo-
lucion politica que significaba, le
permitio regresar a la Republica y
aqui, sin haber llegado a concluir
los cursos .de ingenieria, se contra-
jo al estudio de prcblemas de enti-
dad, tocantes no sdlo a las necesi-
dades y al futuro del pais, sino a
otros de tan vastas proyecciones In-
temacionales como los que dicen
con la unidad ferroviaria del conti-
nente americano, trabajo dcs veces
laureado en el extranjero y dado
a la imprerita en 1392.
Electo Presidente de la Republica
Juan Idiarte Borda, nombrd a Cas-
tro para Ministro de Fomento de su
primer gabinate el 24 de marzo de
1894.
A ' poco de" estar en el, detuvo la
marcha de la ley que autorizaba la
ccnstruccion dei Puerto de Monte-
video, por entender que no existia
ni plan serio ni estudios cientificos
que fuesen garantia para abordar
una obra de tal naturaleza y maghi-
tud y el dia en que dejo la cartera,
el trascendental asunto, gracias a la
labor improba del ministro, estaba
ya en el terreno de la praciica y de
los hechos.
Soluciono con entero exito el com-
plejo problema que planteaba la
cuestion de los ferrocarriles del
Oeste, arreglo que por sus efectos en
Inglaterra hizo posible, mas tarde, la
financiacion del Banco de la Repii-
blica.
Ea nueva es'tructura del Departa-
mento Nacional de Ingenieros, el
proyecto de la oficina de Catastro,
la canalizacion de varics rios y
arroyos que pudieron librarse a la
navegacion y un cumulo de iniciati-
vas y reformas que no es dado enu-
merar aqui, pero que estan consig-
nados en 36 volumenes impresos,
sefialan el pasaje por el gobierno de
este ciudadano consagrado con no-
ble empeno a servir al pais.
Su rectitud de caracter y su con-
textura moral, se hallan certifica-
das por la declaracion de Eduardo
Acevedo Diaz, el mas enconado ene-
migo de la situacion politica de que
Castro formaba parte, el cual de-
claro baio su firma que en ningun
momento habia hecho blanco de un
ataque al ministro Castro.
Alejado del gobierno por los su-
cesos que subsiguieron a la desapa-
•1 —
21
CAS
CAS
ricion violenta del presidente Idiar-
te Borda en agosto de 1897, volvio
entonces a sus estudios y a sus tra-
bajos con la dedicacion de siempre,
hasta que la muerte lo vino a to-
mar sorpresivamente en el Ateneo
de Montevideo, en momentos en que
actuaba como Secretario de la Co-
mision Americana de la Paz, el 27
de julio de 1900.
Lamentando Rodo la temprana
muerte del ex-ministro y puesto a
comparar su carrera con la de su
progenitor, observo con palabras
magistrales "el admirable ejemplo
de lo que el natural desenvolvimien-
to del espiritu publico ha debido
hacer y solo en parte ha hecho, en
la actuacion sucesiva de dos gene-
raciones, adaptandolas a las nuevas
condiciones del ambiente: el brio
guerrero transformado en la tenaci-
dad del trabajador; el sentimiento
de abnegado amor a la divisa en el
amor al ideal mas alto, del trabajo
y la paz; la infatigable decision de
las campafias militares en la perse-
verancia del estudio y el entusias-
mo de las iniciativas de adelanto; la
magnanimidad militar, en la virtud
civil de la tolerancia y la benevo-
lencia".
CASTRO, MARCELINO Cleto
Jefe del ejercito nacional muerto
en la guerra del Paraguay, siendo
teniente coronel y jefe del batallon
"Voluntarics de la Libertad", el 24
de mayo de 1866.
Oficial de la Cruzada Libertadora
en 1863 - 65, ingreso al escalafon de
linea como capitan con grado de sar-
gento mayor el 15 de abril de 1865
y ascendio a teniente coronel gra-
duado el 19 de mayo del mismo afio,
pasando a formar parte del Ejercito
de Operaciones contra el tirano pa-
raguayo, Francisco Solano Lopez.
Oficial ilustrado, se desempefio
como corresponsal del diario "La
Tribuna" en el teatro de operaciones,
desde donde envio varias cartas
interesantes.
En el terrible combate de Tuyuti,
el 24 de marzo de 1865, la unidad
de su mando — igual que el batallon
"Independencia" — quedo diezmada a
tal punto, que fue preciso refundir
ambas unidades en una sola.
La muerte del comandante Castro
y la del capitan Fortunato Castro,
ocurridas casi simultaneamente, con-
tribuyeron sin duda a agravar la si-
tuacion de los Voluntarios, sobre los
cuales — por infausto error — la pro-
pia artilleria aliada dispard cierto
numero de proyectiles.
En medio de la lucha, el abande-
rado Ferreira, herido, no pudo pa-
sar a ningiin companero la bandera
del cuerpo. optando entonces por en-
terrarla en el-estero inmediato.
Al dia siguiente el coronel Leon
de Palleja, incapaz de aceptar resig-
nado una perdida de esta especie,
hizo rastrear el pantano por los sol-
dados de su batallon "Florida" bus-
cando — inutilmente — en el barro
ensangrentado, la bandera nacional.
Inutilmente, si, porque el 28 hubo
— 322 —
CAS
CAS
de consignar en su iamoso Diario de
Campafia: "Ya sabemos la suerte qiie
le ha tocado a la bandera del bata-
llon "Voluntarios de la Libertad":
esta prisionera y en manos del ene-
migo". Los paraguayos la habian
izado en los arboles entre dos estan-
dartes de caballeria correntina, pues-
tos respectivamente a la izquierda y
a la derecha del frente.
Los restos mortales de nuestro
bravo soldado fueron traidos a la
Republica, para recibir sepultura con
lcs honores condignos en el Panteon
de los Servidores de la Patria, el 19
de enero de 1867.
CASTRO, NICOMEDES
General del ejercito y Ministro de
Guerra y Marina. vio la primera luz
en la villa de San Jose el 15 de se-
tiembre de 1830. Soldado distingui-
do en 1851, en un cuerpo de la ca-
pital que se denomino Guardia Civi-
ca, sirvio en las filas de la Guardia
Nacional del departamentj de Salto,
en circunstancias de tiempo no do-
cumentadas en forma reglamentaria,
habiendo emigrado al Brasil despues
de vencido el alzamiento de Cesar
Diaz, en 1858. Durante el movi-
miento revolucionario del general
Venancio Flores, se incorporo a este
el 24 de abril de 1863, en la catego-
ria de teniente l 9 . Cuando la revo-
lucion triunfo fue promovido a capi-
tan de caballeria el 8 de mayo y el
19 del mismo mes y afio recibio los
despachos de sargento mayor, grado
con el cual iba a tomar parte en las
operaciones de guerra contra el Pa-
raguay, subsiguiente a la victoria de
la cruzada florista.
Sirvio en el 3.er escuadron del Re-
gimiento Escolta del general en jefe
durante toda la campana de Co-
rrientes, estando en la batalla de Ya-
tay y en la rendicion de Urugua-
yana. Participo igualmente en el se-
gundo periodo de la guerra cuando
esta, Uevada a territorio paraguayo,
eonfiguro una guerra terrible, donde
nuestros soldados, a la par de sus
companeros de la Alianza, probaron
todos los riesgos y emularon todos
los heroismos bajo un clima insopor-
table.
En la batalla de Estero Bellaco, el
2 de mayo de 1866, sostuvo bizarra-
mente la posicion que ocupaba y fue
herido. Era en ese momento jefe ac-
cidental del batallon "24 de Abril".
En el fcrmidable choque de Tuyuti
resulto con nuevas heridas muy gra-
ves de bala y arma blanca y se dis-
puso su retorno a Montevideo para
asistirse. Ascendido en el mismo
campo de combate a teniente coro-
nel, el gobierno confirmo la promo-
cion el 14 de agosto. Una ccnvales-
cencia prolongada fue causa de que
no pudiera volver al ejercito no obs-
tante su solicitudes.
Nombrado jefe politico de Cerro
Largo sustituyendo a Joaquin Sua-
rez, el 7 de febrero del 67, dio mues-
tras de que poseia condiciones de
administrador, tolerante y honrado y
de funcionario activo. En ese puesto
y con funciones anexas de Coman-
— 323 —
CAS
CAT
dante Militar, fue atacado en Melo
por fuerzas revolueionarias blancas
de Tinioteo Aparicio en la revuelta
encabezada por este. Defendio ani-
mosamente la plaza, abandonando
luego, con las escasas fuerzas a sus
ordenes y en buenas condiciones mi-
litares, aquella zona donde los cau-
dillos enemigos posefan prestigio tra-
dicional.
El 7 de octubre de 1875, a su pe-
dido, paso a revistar en la lista de
invalidos, de la cual se le transfirio
a los cuadrcs el 25 de febrero de
1886, cuando una invasion revolucio-
naria era inminente. Cinco meses
despues, vuelta la normalidad a la
Republica, reingreso al Cuerpo de
Invalidos, figurando en el hasta el
21 de marzo de 1387. En esta fecha
fue alta nuevamente en el Estado
Mayor Pasivo, hasta que por decreto
de 17 de noviembre vino a hacerse
cargo de la Jefatura de Durazno,
donde crganizo un plantel de escue-
la de Artes y Oficios para mucha-
chos pobres que tuvo hasta 25 alum-
nos.
El 18 de mayo de 1888 el gobierno
de Tajes lo hizo coronel graduado,
pero cambiando el arma, pues in-
greso en la de caballeria y el 26
de febrero de 1890, obtuvo la efecti-
vidad del corcnelato.
Ministro del Tribunal de Apela-
ciones cuando estos se establecieron
en febrero de 1892, durante la pre-
sidencia de Herrera y Obes, el 14 de
setiembre de 1893 recibio las palmas
de general.
En el gobierno provisional de Cues-
tas nombrosele jefe del Estado Ma-
yor General del Ejercito el 20 de ju-
nio del 98 y a la hora del estaliido de
la revolucion del 4 de julio, el dic-
tador le confio el mando de la linea
de defensa de la capital. Un docu-
mento que firma Cuestas para ser
agregado a su hoja militar, atesti-
gua que el general Nicomedes Cas-
tro fue el unico y verdadero heroe
de la jornada, empenado en destruir
con ello otras versicnes personales
antojadizas. Sobre el otorgamiento de
esa certificacion tan significativa, lo
hizo Ministro de Guerra y Marina el
16 de julio y el 21 lo ascendio a ge-
neral de division, en merito a la
valiente conducta que el propio dic-
tador acreditaba.
Integrante de los organismcs de
Justicia Militar desde que abandono
el Ministerio en 1899, en la guerra
civil de 1904 tuvo a su cargo por
cinco dias del mes de febrero — del
2 al 7 — la Jefatura de Policia de
la capital.
En situacion de retiro a partir del
31 de enero del aho 11, fallecio el 23
de febrero de 1912.
CATALA Y CODINA, JOSE
Educacionista espanol que intro-
dujo en el pais el sistema de ense-
fianza mutua o lancasteriana.
Natural cie Valencia. donde vio
luz airededor del aho 1780, al Uegar
al Eio de la Plata estableciose en
Buenos Aires.
De esta ciudad vino a Montevi-
— 324 —
CA T
CAV
deo en tiempos de la dominacion por-
tuguesa, expresamente elegido por
el Dr. Thompson, filantropo ingles
propagador incansable de los meto-
dos pedagogicos de su compatriota
Lancaster, para ponerse al frente de
la primera escuela de ese genero
que iba a abrirse en la entonces Pro-
vincia Cisplatina.
Para esto ya se habia preparado
el terreno, pues Larranaga y el go-
bernador Lecor tenian formada la
Sociedad Lancasteriana que presti-
giase la obra de la escuela en pro-
yecto, la cual estuvo en condiciones
de funcionar en 1821.
La eleccion de Catala para diri-
gir el colegio, por donde pasarian
muchos de los hombres mas distin-
guidos del pais, fue un verdadero
acierto en todo sentido. Ilustrado,
recto y#bondadoso a la vez. no solo
estructuro el reglamento de la es-
cuela Montevideana, sino que intro-
duciendo reformas al metodo oficial,
suprimio los castigos afrentosos, bus-
cando hacer del colegio un recinto
simpatico antes que un lugar de
oprobio o de ridiculo, segiin anota
Orestes Araujo. Asimismo, introdu-
jo los carteles murales para ensefiar
a leer, innovacion bien llamada de
fondo y publico un excelente com-
pendio de gramatica en 1822.
Gracias al solido prestigio de Ca-
tala, el sistema lancasteriano o mu-
luo tuvo vigencia oficial hasta <i
afio 1840.
. Trabada la liltima guerra de
emancipacion, los brasilefios pren-
dieron a Catala, sospechoso de pa-
triota, y este, apenas pudo verse li-
bre, paso al campo independiente.
La Asamblea Nacional que fun-
cionaba en San Jose, promulgo una
ley el 9 de febrero de 1826, ordenan-
do que se establecieran escuelas de
primeras letras regidas por el siste-
ma mutuo en todos los pueblos de la
provincia y con identica fecha nom-
bro a Catala como director general
de ellas.
Mas tarde, mudando de activida-
des, ingreso en la administracion
publica en calidad de Receptor de
Aduanas de Paysandii y de este car-
go fue transferido al de Receptor
Principal del Salto el 9 de enero de
1833.
Su permanencia en el alto litoral
se prolongo hasta la invasion de las
fuerzas de Oribe a fines de 1842, y
mientras estuvo en aquellas dos ale-
jadas villas preocupose con interes
por cuestiones agricolas, propagan-
dista del cultivo de los gusanos de
"seda, a cuyos efectos hizo plantios
de morera.
~ Reconcentracio en la capital, pues
pertenecia al bando contrario al in-
vasor, soio alcanzo a vivir dos afios
dentro del recinto cle la Nueva Tro-
ya, donde vino a hallarlo la muerte
el 22 de setiembre de 1844.
CAVIA, PEDRO Feliciano de
Politico, periodista y funcionario,
nacido en Buenos Aires el 20 de oc-
tubre de 1876. ,
Doctor por la Universidad de Cor-
— 325 —
CAV
CAV
doba, Secretario de la Delegacion
enviada al Paraguay por la Junta
de Mayo en 1811, a la ocupacion de
Montevideo por Alvear revistio igual
calidad cerca del coronel Soler, go-
bernador de la Provincia Oriental y
fue diputado por Montevideo a la
Asamblea General Constituyente de
las Provincias Unidas del Rio de la
Plata.
Mas tarde convirtiose en periodis-
ta de ideas inciertas, suspendido en-
tre todas las formulas y todas las
soluciones en que se desorientaban
los hombres de la revolucion argen-
tina.
Su diatriba contra Artigas "donde
todos los detractores del gran hom-
bre han ido a buscar materiales y
argumentos", es un opusculo infa-
me que circulo bajo seudonimo y en
el que mentia a sabiendas. Lleva el
titulo "El protector nominal de los
pueblos libres, don Jose Artigas. cla-
sificado por el amigo del orden".
Mezclado en la politica argentina,
Cavia fue partidario decidido y ami-
go de Facundo Quiroga, a quien lla-
mo el Anibal de Sud America, en un
periodico que redactaba.
Las tormentas politicas de su pais
lo trajeron desterrado a Montevi-
deo, donde en 1838 publico un fo-
lleto que lleva por titulo "Recurso
al Tribunal Supremo de la opinion
publica".
Aliado a la politica de Rosas, a
quien habia combatido en un prin-
cipio, escribio en la "Gaceta Mer-
cantil" una serie de violentos articu-
los rebatiendo a "El Nacional".
Antes de la caida del tirano, un ol-
vido completo rodeaba al libelista y
la noticia de su muerte fue la no-
ticia de que habia vivido hasta esa
fecha. Solamente las calumnias de
su opiisculo del ano 18 han conser-
vado el recuerdo de su nombre. Pero
el venenoso folleto, que principiaba
con las palabras "al arma, al arma,
seres racionales, contra este nuevo
caribe destructor de la especie hu-
mana", hallase actualmente rebatido
hasta la ultima linea y ha dejado de
ser una obra de materia historica,
reducido a una mera curiosidad bi-
bliografiea, con su cumulo de calum-
nias tejidas caprichosamente y por
encargue, "en momentos en que lle-
gaba al puerto de Buenos Aires la
fragata norteamericana "Congress"
en que venian los agentes que el go-
bierno que la Union enviaba«a saber
si podia o no proceder al reconoci-
miento de la independencia de las
provincias del Rio de la Plata, que
gestionaba con ahinco el Directorio
de Pueyrredon". Habia en ese en-
tonces. segiin la opinion del histo-
riador nacional Lorenzo Barbagela-
ta, un interes palpitante en hundir y
desautorizar a Artigas, para que la
causa de las provincias no apare-
ciera diseminada en varias manos
como en realidad lo estaba y como
verdaderamente lo comprendieron
los estadistas norteamericanos comi-
sionados.
El credito que le pudo conceder
Antonio Zinny — no libre desde lue-
go el esclarecido poligrafo de la in-
fluencia de los historiadores porte-
CES
CES
fios, sus amigos — en el supuesto de
que las afirmaciones de Cavia pu-
dieran fundamentar en documentos
existentes en los archivos de Monte-
video, al alcance del libelista como
escribano de gobierno, ese credito
esta plenamente cancelado a estas
horas visto que los tales documen-
tos no han aparecido. Ademas, como
bien se ha dicho, pudo al utilizar-
los abonar honradamente las afir-
maciones con la cita de las fuentes.
Hombre que luego seria rechazado
por el presidente boliviano Santa
Cruz, en 1833, como Encargado de
Negocios de la Confederacion Ar-
gentina, en razon "a que eran ce-
lebres sus intrigas y conocido su
temple insultante y revoltoso", Ca-
via, empleado en 1818 como oficial
2? del Ministerio de Gobierno y Re-
laciones Exteriores de Buenos Ai-
res, fue un instrumento bien elegido
para encomendarle una obra difa-
matoria.
Pedro F. de Cavia fallecio en la
capital portena el 23 de julio de 1849.
CESAR, CLEMENTE Antonio
Arquitecto y dibujante. Hijo de
Juan Cesar, guipuzcoano, nacio en
Montevideo el 22 de noviembre de
1812. Becado por el Cuerpo Legisla-
tivo en 1835 para estudiar en Euro-
pa "ciencias y bellas artes", Cesar
fue el primer uruguayo que merecio
semejante ventaja.
La asignacion, que le fue pagada
con atraso llegando a correr cuatro
meses sin percibirla, era por lo de-
mas lo estrictamente necesaria para
vivir, atento lo cual y en vista de
las pruebas que ofrecia Cesar de su
contraccion y de sus progresos, le
fue aumentada a 50 patacones fuer-
tes en 1838.
Luego de hacer sus cursos en Pa-
ris, realizo una jira por Italia antes
de volver a la patria preparado para
ejercer la profesion de arquitecto, y
en calidad de tal intervino en la
obra del Teatro SoMs cuando se mo-
difico la fachada de Garmendia,
siendo suya en gran parte la solu-
cion monumental con las columnas
corintias bastardeadas que abarca
los dos pisos.
Participo igualmente en tareas fa-
cultativas en la Municipalidad, solo
o en compania de otros tecnicos y
tuvo asimismo un pasaje fugaz por
la Jefatura PoUtica de Montevideo,
nombrado con retencion de su em-
pleo para sustituir a Lecoq, en el
interinato gubernamental de Manuel
Basilio Bustamante, el 21 de enero
de 1856.
A los pocos dias de electo Pereira
lo sustituyo, el 19 de marzo, desig-
nandolo vccal presidente de la Co-
mision Topografica, el 8 de abril..
Muy poco permanecio Cesar en tal
destino, pues el 2 de junio, por causa
de las penurias de las arcas del Es-
tado el nombramiento quedo sin ef ec-
to, entrando a desempenar el puesto
un miembro jubilado de la misma
Comision.
Fallecio Cesar el 16 de setiembre
de 1861 y sus restos estan deposita-
— 327 —
CIB
CiB
dcs en el Panteon Nacional, clisfru-
tando de honor tan insigne por mera
disposicion abusiva de la Junta Mu-
nicipal, que en aquelia ep.oea inter-
vino como unica autoridad. en cues-
tiones tan delicadas como la de es-
tos homenajes postumos.
CIBILS, JAIME
Hornbre de negocios, cuya accion
progresista y emprendedora estuvo
siempre a servicio del pais, al cual
vino joven, para arraigar con ex-
tensa raiz y vivir toda su vida.
Kativo de San Feliu dc- Gixols,
Cataluna, donde vio ia primera luz,
paso a Marsella, donde concluyo de
educarse, y luego embarco para la
Republica en 1831, a bordo del niis-
mo velero en que regresa-ba a su pa-
tria Lorenzo Batlle, futuro persona-
je politico, con el cual siempre rnan-
tuvo la cordial amistad principiada
en la travesia oceanica.
"venia recomendado a la' casa de
Felix Buxareo, a cuyo amparo se
iormo con exito en actividades de
cornercio, casandose luego con una
hija de su principal, uno de los hom-
bres mas ricos de la epoca.
Activo, inteligente, con una tena-
cidad de hierro, se destaco como
fuerte armador, dueno de dos o tres
fragatas y otros buques menores que
enarbolaban bandera nacional, con
los cuales hacia comercio directo
con Europa, Cuba y el Brasil, inter-
cambiando los producios del sala-
dero de Punta de Lobos, que esta-
blecio en la costa del Cerro de Mon-
tevideo.
Fundador y principal accionista
del Banco Comerciai, en 1857, pre-
sidio varias veces su Directorio.
Junto con Juan D. Jackson, su
yerno, emprendio la obra de cons-
truccion de un gran dique seco
sbierto en piedra viva junto al sa-
ladero del Cerro. Establecimiento
a la al'iura de los europeos el di-
que Cibils-Jackson, que entro a ser-
vicio en octubre de 1879, fue por
largos anos el mas grande y acre-
ditado de Sud America, y en 1911,
adquirido por el Estado, paso a lla-
marse Arsenal de Marina y Dique
Nacional.
Deseoso de contribuir a los ade-
lantos de 1? capitai. encargo al in-
geniero Capurro la construccion del
teatro que se denominaria "Cibils",
hermoso coliseo que abrio sus puer-
tas el 9 de abril de 1871. Edifica-
do en la calle Ituzaingo, frente a
la casa-habitacion de su duefio, se
invirtieron en la construccion del
teatro arriba de sesenta mil pesos
oro y las Uamas lo devoraron la
noche del 19 de julio de 1911, en
horas en que ya habia concluldo la
representacion.
Jaime Cibils, cuya exterioridad
fisica escueta, con ojos claros trans-
parentes y menton imperativo, 1«
prestaba cierto aire de capitan da
alto bordo, fallecid en Montevideo
el 8 de setiembre de 1888, luego de
una existencia plena de alternativas.
— 328 —
CIG
CIG
CIGANDA, EVARISTO Guzman
Diputado, politico y distinguido
orador, nacido en el departamento
de Soriano el 26 de octubre de 1868,
hijo de un vasco espaiiol y de ma-
dre uruguaya.
Vivio sus dias de muchacho en la
ciudad de San Jose, haciendose no-
tar desde la escuela por su inteligen-
cia, y en 1880 vino a Montevideo,
donde se bachillero, para graduarse
de abogado en 1891, con una tesis
que versaba sobre las Crisis. Al afio
siguiente fue designado para regen-
tear la catedra de Historia Ameri-
cana en la Seccion de Ensenanza Se-
cundaria y poco mas tarde paso a
regir el aula de derecho civil en la
facultad respectiva.
Prestigioso por su pluma de perio-
dista y su palabra elocuente en las
lilas jovenes del Partido Nacional,
al que pertenecia, fue votado en el
departamento de San Jose, ingre-
sando a la camara como diputado
por el trienio 1894-97. Fue reelec-
to para la legislatura siguiente, aun-
que no termino su periodo, pues la
actitud de su partido alzado en ar-
mas contra el presidente Idiarte Bor-
da, a cuyo regimen politico perte-
necia la camara de que Ciganda era
integrante, llego a crearle una situa-
cion de equihbrio dificil. Muerto vio-
lentamente Idiarte Borda el 25 de
agosto de 1897, y ajustada la paz en
setiembre del mismo ano, cuando el
conflicto planteado entre Juan L.
Cuestas, presidente del senacio en
ejercicio del ■ Poder Ejecutivo, que
pretendia la reeleccion, y la mayo-
ria parlamentaria que le negaba sus
votos, Ciganda formo en el grupo
colorado-nacionalista que prestigia-
ba la eleccion legal de Cuestas, el
cual, despues de dar un manifiesto
al pais, se declaro disuelto el 9 de
febrero de 1898, vispera de la fe-
cha en que el presidente del senado,
dispuesto a seguir gobernando de
cualquier modo, disolvio las cama-
ras y se proclamo dictador.
Por su actitud legalista y mode-
rada, el dictador lo excluyo de la
nomina de nacionalistas a quienes
llevo a su lado como integrantes del
Consejo de Estado.
Fuera de haber ilustrado los ana-
les parlamentarios con notables dis-
cursos. dignos de nuestros mas elo-
cuentes oradores, Ciganda fue autor
del proyecto que luego prestigio has-
ta obtener la sancion favorable, por
el cuai se extendia al personal en-
sefiante el beneficio de la jubilacion.
Esia iniciativa altruista, dirigida a
amparar a los maestros, el mas dig-
no y menos considerado sector del
funcionariado publico, siempre mal
pagos y constantemente pospuestos,
sera en todo tiempo honra de su
nombre. Como expresion de recono-
cimiento, los cuerpos docentes ofre-
cieron al joven legislador un her-
moso retrato al oleo pintado por
Blanes.
Ajeno, como elemento de filas —
tal vez por suerte suya — al discu-
— 329 —
CLA
CLA
tido periodo politico del gobierno de
facto de Juan L. Cuestas, paso a des-
empefiar funciones de indole total-
mente ajenas hasta entonces a sus
actividades, recibiendo el nombra-
miento de Consul General de la Re-
publica en Paris.
Su aetuacion en las nuevas aeti-
vidades tuvo el feliz comienzo qu«
permitian descontar sus anteceden-
tes, pero la fatalidad iba a truncar-
la demasiado pronto.
En los ultimos afios, el gobierno
municipal de Montevideo incluyo el
nombre del Dr. Evaristo Ciganda en
el nomenclator "de la ciudad.
CLARK Y OBHEGON, CARLOS
Militar, general del ejercito, naci-
do en Guanajuato, Mexico, el 26 de
enero de 1841. Hijo de padre ingles
y de madre mexicana, vivio en In-
glaterra desde los seis hasta los ca-
torce afios, en que su familia vino
a radicar en la Argentina y el joven
Carlos, que habia olvidado totalmen-
te su idioma patrio, paso poco des-
pues a territorio uruguayo como em-
pleado de un comercio de Conchi-
las, departamento de Colonia.
De caracter incompatible con la
vida de un dependiente de pulperia,
aprovecho la oportunidad de acer-
carse al pago una partida de revolu-
cionarios floristas para abandonar el
mostrador, presentandose voluntario
al capitan Tolosa, y casi en seguida
tuvo ocasion de entrar en pelea re-
cibiendo un lanzaso en el costado.
Triunfante la Cruzada Libertado-
ra, se le incorporo al ejercito de li-
nea como teniente l' el 19 de mayo
de 1865. Ascendido a capitan, tocole
ir a la campafia del Paraguay para
reunirse al ejercito en lo mas duro
de la lucha, en visperas de la bata-
lla de Tuyuty. Al cabo de un afio el
clima infernal mino la salud del ca-
pitan Clark a punto de obligarlo a
regresar al pais (1867).
Desde setiembre de 1867 estuvo
empleado en la jefatura de policia
de Canelones.
Capitan de la 1 ? compania del
batallon "Libertad", cuerpo que se
sublevo a las ordenes del coronel
Fortunato Flores el 8 de febrero de
1868, viose envuelto en este lamen-
table episodio, por cuya razon fue
radiado de los cuadros del ejercito,
dandosele — igual que a todos los
oficiales compafieros — doce horas
para abandonar la Repiiblica.
Amnistiado y reintegrado a filas
en el Escuadron Escolta, eombatio a
los revolucionarios de Aparicio en
la guerra civil de 1870-72. Ascendio
a sargento mayor en octubre 6 de
1870 y dos meses mas tarde, en la
batalla del Sauce, fue herido grave-
mente de un balazo en el pecho.
A ccnsecuencia de esta herida pa-
so en 1872 a revistar en el Cuerpo
de Invalidos.
Producidos los sucesos del afio 75,
tuvo servicios en la policfa y sola-
mente en el gobierno de Santos se
le encuentra en momento mas des-
tacado, cuando se le reincorpora a
los cuadros activos del ejercito en
— 330 —
CLA
COE
octubre de 1883 como teniente coro-
nel graduado, para obtener la efec-
tividad y grado de coronel en no-
viembre del mismo afio e interinar
la jefatura de policia de Montevideo
(1884). El 8 de febrero de 1886 se le
promovio a coronel y desempefiaba
la jefatura de policia de Colonia en
el momento de constituirse el Mi-
nisterio de la Conciliacion en no-
viembre clel mismo afio. Considera-
basele y con fundamento uno de los
hombres adictos al capitan general
Maximo Santos y elemento fiel del
grupo de militares ligados al regi-
men politico que personificaba el ex-
presidente, cuyos intereses debian
defender durante la momentanea au-
sencia de aquel. En esas circunstan-
cias se descubrio por el gobierno un
sospechoso telegrama de inteligen-
cia cambiado entre el corcnel Clark
y el coronel Amuedo, jefe del l 9 de
cazadores. El presidente Tajes exo-
nero al Jefe Politico de su cargo,
aumentando la tirantez que se per-
filaba entre Tajes y su poderoso an-
tecesor. (Diciembre de 1886).
Jefe del Parque Nacional en abril
de 1890, paso en setiembre del 93 a
comandar el regimiento 4 9 de caba-
lleria destacado en la frontera bra-
silefia, para asegurar la neutralidad
de la Republica amenazada por los
partidos contendientes en el vecino
pais.
Por breve tiempo, de mayo a ju-
nio de 1898, desempeno la 2? Co-
mandancia de Marina.
En la reaccion del 4 de julio de
1898, contra el golpe de Estado del
mismo afio, el coronel Clark puso
su espada al servicio del bando en
armas. Triunfante el dictador Cues-
tas, fue pasado a la Plana Mayor
Pasiva y su carrera militar hubiese
concluido abi, si el presidente Brum
no le confiere las palmas de general
de brigada el 18 de setiembre de
1920, despues de 24 afios de coro-
nelato.
Con este grado fallecio el 23 de
julio de 1927.
COE, JUAN Halsted
Marino norteamericano que parti-
cipo en la ultima campana de la In-
dependencia y que tuvo servicios en
la Republica, como jefe de su es-
cuadra, en epoca de la Defensa.
Nacido en Springfield, Massachu-
setts, en 1803, ingreso a los 17 anos
al servicio de la escuadra Libertado-
ra organizada en Chile para expedi-
cionar contra el Virrey de Lima y
Uego al Peru a las ordenes de Lord
Cochrane.
Encontrose en el asalto de la fra-
gata espafiola "Esmeralda" frente al
Callao, y tomo parte en el bloqueo
de esta formidable plaza de guerra
desde 1824 a 1826, por lo cual fue
condecorado y asociado a la Orden
del Sol.
Terminada la guerra de la inde-
pendencia para los pafses del Pacifi-
co vino a Buenos Aires, donde tomo
servicio con el almirante Guillermo
Brown en la campafia contra el Im-
perio del Brasil, terminada con el
— 331 —
COE
COE
tratado que dio independencia al
Uruguay. Combatid en Juncal el 8
de mayo de 1827 y ccmando sucesi-
vamente los barcos "25 de Mayo" y
"Sarandf', cayendo prisionero de los
imperiaies con el brick "Niger", al
cual abordd el "Caboclo", cuyo jefe
era el ingles James Inglis, el 23 de
marzc de 1328.
Ligado por casamiento a la fa-
milia del general Juan Ramon Bai-
carce, residia en Montevideo ai la-
do del veterano militar y no le fue
dificil enirar en relaciones con el
gcbierno del general Rivera en gue-
rra a la fecha contra Rosas. El 31
de setiembre de 1840 principid a ser-
vir a la Reptiblica para organizar y
comandar sus fuerzas de mar. Reco-
nocido en el grado de coronel, Coe
lo adapto a la graduacion naval de
comodoro, enarbolando en su capi-
tana una bandera corneta ccn la fla-
mula azul, con una estrella blanca.
como distintivo de jefe de escuadra.
Mucha diligencia demostrd en sus
nuevas y dii'ieiles tareas, pues era
hombre capacitado en el oficio y al
poco tiempo tuvo lista una escuadri-
Ua que parecia superior a los recur-
sos del empobrecido gobierno de la
nacion.
Ei 2 de noviembre de 1840, opero
con nuestros barquitos en ias bali-
zas de Buenos Aires contra la es-
cuadra rosista clel almirante Brown,
su antiguo jefe, arrebatandole una
goieta mercante.
A bordo de la corbeta "Sarandi"
dirigio ei combate del 24 de mayo de
1841 frente a Montevideo y casi en.
la boca cle la bahia. El encuentro,
sin mayores resultados, concluyo
con el dia. A su lado, en la icldilla,
una.bala cie canon partid en dos al
teniente coronel Shanon, que man-
daba la mencionada corbeta y el
mismo Coe fue contusicnado por un
trozo de la baranda de hierro.
Aumentadas sus fuerzas con al-
gunas pequefias naves. volvio Coe a
combatir con los buques rosistas el
3 de agosto del 41, a cinco millas
de ia capital. No iuvo nuestro mari-
no una actuacidn del tcdo clara en
el encuentro, pues aunque Brown
llevo la peor parte y fue perseguido
con su maltrecha capitana hasta
Punta del Indio, se atribuyo al co-
modoro la culpa de no habeiio to-
mado prisionero, estando en condi-
ciones de hacerlo.
Perdiosc en la jomada el barco
"Cagancha", pero las armas de la
Republica fueron duefias del estua-
rio durante cuatro meses, constitu-
yendo el obstaculo mas grande para
la expedicion militar que por esa
epoca proyectaba en Buenos Aires
el coronel Antonio Diaz, ex-ministro
de Guerra de Oribe, ccn el fin de
tomar la plaza de Montevideo me-
diante un desembarco dentro del
mismo puerto.
La conducta de Coe, a pesar de to-
cto, no saiisfacia al gobierno y Ue-
go a punto de crearse una situacion
incomoda. Se le acusaba, tal vez sin
plena razon, de abrigar excesiva gra-
titud hacia Brown, no queriendo in-
ferirle la humillacion de tomarlo pri-
sionero y Cce por su lado no demos-
— 332, —
COE
COE
traba mayor ehtusiasmo por la lu-
cha. Hablabase tambien de que era
un verdadero mercenario aecesible
al soborno, de quien convenia des-
confiar. Also debfa existir en el fon-
do cle todo esto. cuando en los pla-
nes del coronel Diaz, del ano 41, se
habia de inducir a Coe a la defec-
cion. procurando haliar la persona
que tornase a su cargo la tarea de
sondear su animo "proponiendole un
regalo de 30 a 40 mil patacones ade-
mas de satisfaceiie el servieio que
rindiera segun su importancia". Se-
guia con interes una causa perdida,
y un interes mayor lo haria sin duda
desertar de ella, ccnforme a lo que
escribe Diaz.
En tal espiritu, el comodoro re-
nuncio el mando' de los buques que
se le confiaran, reemplazado por el
marino italiano Jose Garibaldi y
quedo agregado ai Estado Mayor
General.
Cinco dias despues. el 24 de agos-
to del mismo aho 41. solicito y
obtuvo su absoluta separacion del
servicio. Continuo residiendo en
Montevideo hasta julio del 47, en
que embarco para Colonia con su
sehora y tres hijos, sin que nadie
mencionara la partida. Paso mas
tarde a Buenos Aires y alli — con-
vertido al servicio de Rosas — fue el
jefe de la escuadra del tiran'o, con
lo cual -evidenciaba, cuando menos,
la muy medida fuerza cie sus con-
viccicnes politicas.
Bajo su mando — dice el historia-
dor argentino H. R. Ratte — las na-
ves federales disemina'das en sus
fondeaderos, heterogeneas y recelo-
sas, sin cohesion ni disciplina. no tu-
vieron mision vaiida. Y juzgando a
nuestro ex-comodoro, califica a Coe
como voluble de corazon y de cabeza,
impopular ante sus oficiales por su
marcada inconsecuencia, bportunis-
ta en politica, ventajero en* la accion
y acomodado al cuantum.
-Este juicio, los conceptos geiiera-
liaados en los dias de la Guerra
Grande y el posterior negocio del
comodoro, cuando en el aho 1853,
vendio al gobierno de Buenos Aires
por varios miles de onzas de oro la
escuadra cie Urquiza, que tenia a sus
orctenes. justifican bien las descon-
fianzas de'los montevideanos del 41.
Juan H. Coe vino a fallecer en
Buenos Aires en 1864, de resultas de
una interveneion quirurgica.
COELLO, ANTONIO Pastor
Periodista, noticiero de "La Re-
forma", hoja blanco - nacionalista de
Mercedes. Soriano. Nacido en la
prooia ciudad. el 9 de agosto de
1859. su prematuro y tragico fin ligo
su nombre a un episodio que en la
epoca tuvo gran resonancia en el
pais.
Alumno de la Escuela de Artes
y Oficios de Montevideo, donde
aprendio de tipografo. vuelto a su
pueblo se vinculo al diario desde
cuyas columnas sosteniase una agria
y tenaz oposicion al Jefe Politico
del departamento de Soriano, coro-
nel Pablo Galarza, y en esa tesitura
COE
COL
una circunstancia funesta vino a
darle repentina notoriedad.
El 28 de noviembre de 1887, en-
tre las horas 21 y 22, Coello apa-
recio muerto a poca distancia de
la imprenta, en la calle Ituzaingo
entre San Jose y Alzaga. .El cada-
ver no presentaba sino una herida
de arma blanca que le atraveso el
pecho e hizo pensar en una herida
de estilete.
Un hecho de esta naturaleza, en
aquel ambiente de cruda exacerba-
cion politica, tomo contornos extra-
ordinarios y de plano se vinculo al
suceso el nombre del Jefe Politico,
sindicandosele, por sus contrarios,
como instigador de la muerte de
Coello.
El gobierno del general Tajes,
deseoso de esclarecer la verdad, en-
vio a Mercedes en funciones de co-
misionado especial a su propio Mi-
nistro de Guerra y Marina, coronel
Pedro de Leon.
El coronel Galarza, suspendido a
la vez de la jefatura politica y del
comando del 2° regimiento de ca-
balleria que desempefiaba simulta-
neamente, bajo a la capital en un
buque de guerra juntamente con
su segundo en el regimiento, el
mayor Estanislao O'Connor, el te-
niente cofonel Eladio Gutierrez y
los oficiales Mendez y Ojeda.
^Nada resulto eri eontra de Ga-
larza de las diligencias sumariales,
por cuya razon fue declarado exento
de responsabilidad reintegrandosele
en sus dcbles funciones.
Por la sentencia del juez compe-
tente, el autor de la muerte habria
sido un oficial, Urbano Machuca, te-
niente del regimiento N 9 2. Profugo
desde los primeros momentos, el te-
niente paso a' la Republica Argen-
tina donde se sustrajo a las pesqui-
sas policiales.
Cuando amparado por la prescrip-
ci6n Machuca pudo volver al pais,
cayo pcco despues — 1897 — en un
encuentro con revolucionarios na-
ci